lunes, 4 de enero de 2016

Historia del arte

el arte maya

Uno de los pueblos más importantes de la Mesoamerica precolombina fue el de los mayas, cultura que se extendió por diferentes estados del México contemporáneo -Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco-, así como por otros países centroamericanos, como Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador.
La mayoría de las investigaciones coinciden en señalar que los primeros mayas surgieron de la costa del golfo de México y que luego se inició un flujo migratorio que los llevó a expandirse, entre los años 1500 y 800 a.C, por zonas de Chiapas, la costa de Guatemala, el Peten guatemalteco y la península de Yucatán. Como prácticamente todos los pueblos de Mesoamérica en aquella época, uno de los principales sustentos de la población era el cultivo de maíz.
Durante el período preclásico, el arte de los mayas era muy parecido al de los pueblos vecinos, como lo demuestran los restos de cerámica encontrados. No es hasta el siglo II a.C, a finales del citado período, cuando empiezan a darse las primeras manifestaciones artísticas netamente diferenciadas. Asimismo, en esa época la organización social de los mayas era más compleja que la de otras culturas mesoamericanas gracias al nacimiento de una importante clase social, los sacerdotes, encargados del culto a los muertos. Empieza a desarrollarse, por otro lado, una arquitectura propiamente maya y aparecen las primeras grandes poblaciones, como Uaxactún, Piedras Negras, Izapa, Mayapán…
La época de máximo de esplendor de la gran cultura maya se prolongó desde el siglo III hasta el XIX, debido, sobre todo, al carácter militar de los gobiernos, poco solícitos con las necesidades de la población, que empezó a vaciar las grandes ciudades. De este modo, se facilitó la invasión de pueblos que portaban una importante influencia tolteca que, durante los siglos posteriores, hasta el definitivo fin de la cultura maya, en el siglo XV, influyó de forma importante en el arte que se manifestó en los territorios hasta entonces dominados por los mayas.
Por otra parte hay que señalar que, en aras de facilitar el estudio del desarrollo histórico y artístico de la cultura maya, se ha convenido en dividir en tres zonas el conjunto de los territorios que habitaba este pueblo. Así, se habla del área meridional, área central y área septentrional, que como se verá presentan notables diferencias geográficas y arrojan, además, importantes contrastes entre las manifestaciones artísticas en ellas producidas.

Arte Maya: área Meridional

Comprende las tierras altas de Guatemala, al extremo sur del estado mexicano de Chiapas y la porción más occidental de El Salvador, además de una angosta faja costera, entre las serranías y el océano Pacífico. Esta región tuvo en tiempos prehispánicos, como sigue teniendo hoy, una población de habla mayance, principalmente de las lenguas quiche, cakchiquel, mame, pokoman, zutuhil, ixil, kekchí. A través de toda su historia, probablemente dominada por élites extranjeras, recibió influencias de otras culturas y sirvió de corredor de tránsito a pueblos del centro de México que llegaron a ocupar parte de América Central. Esto explica por qué comunidades étnica y lingüísticamente mayas, cuya cultura básica a nivel popular no puede separarse de la maya, no dejaron vestigios arqueológicos con las características de la alta cultura maya, como templos y palacios techados con la llamada bóveda maya e inscripciones jeroglíficas correspondientes a la escritura maya. Hasta tal grado carecen los centros ceremoniales de esta zona de los elementos que se consideran típicos de la civilización maya, que algunos sabios mayistas indebidamente los excluían de su área cultural.
Durante el período preclásico, en el transcurso del milenio anterior al inicio de nuestra era y de los dos o tres siglos siguientes, fueron influencias olmecas las que llegaron de la costa del golfo de México al litoral del Pacífico (Izapa, Abaj Takalik, Monte Alto, El Baúl), a través del istmo de Tehuantepec y después de dejar sus fuertes huellas en la cultura de Oaxaca (Monte Albán I); estas influencias pasaron más tarde a las tierras altas de Guatemala.
Durante los seis siglos del período clásico (300-900 d.C), el altiplano guatemalteco continuó recibiendo elementos culturales extraños. Primero fueron teotihuacanos, reconocibles en la arquitectura y aún más en la cerámica (Kaminaljuyú), pensándose que no llegaron como producto de una simple irradiación espiritual o intercambio comercial, sino como resultado de un verdadero imperio teotihua-cano que se hubiera impuesto hasta en esas lejanas regiones. Después, aunque siempre durante el período clásico, fue una cultura de la costa atlántica, llamada totonaca, la que llevó a esta zona, quizá mediante oleadas migratorias de tribus de lengua náhuat llamadas “pipiles”, numerosos objetos característicos de ella: esculturas de los denominados yugos, hachas votivas, palmas, así como escenas de sacrificios de decapitación asociadas al juego de pelota, como los de Santa Lucía Cotzumalhuapa. Durante el período posclásico, lo tolteca, chichimeca y azteca caracterizan sucesivamente los centros ceremoniales del altiplano guatemalteco, en la arquitectura y en la escultura. Reflejan esta situación las crónicas quichés y cakchiqueles, en el Popol Vuh y el Memorial de Sololá, así como también la toponimia, ya que muchos sitios llevan nombres nahuas.
arte maya
Templo Mayor (Yaxchilán, Chiapas). En el santuario dedicado al dios “pájaro-jaguar” se pueden ver los diferentes estratos que se sucedieron en el desarrollo del mismo templo durante más de doscientos años. Muchas de las piezas descubiertas en las excavaciones del mismo se exhiben actualmente en un museo temático.









Arte Maya: área central


La cultura propiamente maya cristalizó en el área central, región con grandes ríos, fuerte precipitación pluvial, clima muy caluroso y vegetación selvática. Su población era sobre todo de habla chontal, chol, mopán y chortí. Corresponde a las tierras bajas de Guatemala, Belice, el extremo oeste de Honduras, parte de Tabasco, Chiapas, Campeche y Quintana Roo.
Con elementos culturales procedentes de civilizaciones más antiguas (olmeca, Monte Albán I), ya sea directamente o a través de la costa del Pacífico y el altiplano guatemalteco, los mayas del Petén, del valle del Motagua y de la cuenca del Usumacinta, elaboraron una civilización más avanzada que aquéllas. Heredaron de ellas el conocimiento del calendario ritual de 260 días, del calendario de 365 días basado en el ciclo solar, probablemente el sistema llamado de la “cuenta larga”, los numerales de puntos y barras, el sistema de numeración de base vigesimal, el valor posicional de los números y quizás aun (pese a que no se haya demostrado) la idea del cero, cuyo uso es indispensable en tal sistema. También les llegó la costumbre de levantar estelas en que se glorifica a personajes importantes.
Aquellos conocimientos fueron perfeccionados, logrando los mayas edificar un calendario complejo y de exacta precisión, así como una escritura incipiente que revelan los monumentos más antiguos de la región olmeca, de Monte Albán y de la costa del Pacífico. Con el invento de la bóveda angular, pudieron construir edificios de gran solidez y duración. Sus observaciones astronómicas fueron extraordinariamente asombrosas. Durante los seis siglos del período clásico floreció en el área central una brillante civilización, basada de manera fundamental en la agricultura -del maíz, en primer lugar-, en que fueron diferenciándose las clases sociales.
En el transcurso del siglo IX de nuestra era, grupos extranjeros, portadores de nuevas ideas y creencias, probablemente de una cultura híbrida (maya-nahua), se infiltraron e incluso parece que llegaron a imponerse en algunos centros del Petén. También se supone que verdaderos levantamientos populares tuvieron lugar contra los propios señores mayas o contra los invasores, con el resultado de que la vida cultural fue apagándose en todos los centros ceremoniales del área central en menos de un siglo. Dejaron de construirse templos y palacios, cesó la erección de estelas y no se registró ya ninguna fecha. El paro de las actividades culturales que monopolizaba el sacerdocio debió implicar la desaparición de éste, pero la población campesina siguió viviendo en la región y ocupó los edificios dedicados al culto y residencias señoriales. Numerosos núcleos vivían todavía en la selva a la llegada de los españoles.
arte maya
Templo IX de Becan (Campeche, México). Las evidencias de la ocupación humana de Becan se remontan al año 600 a.C. y sirvió como capital de la región, centrando su actividad en los servicios públicos y como ciudad de rito. Llegó a su extrema decadencia a partir del año 1000 d.C, siendo totalmente abandonada en 1450. La estructura IX es probablemente el edificio más alto del lugar, elevándose por encima de los 30 m del nivel del terreno.







Arte Maya: área septentrional


En cuanto al área septentrional, su desarrollo cultural se efectuó en forma paralela y más o menos simultánea al del área central, aunque el estímulo original proviniera de ésta. Participando del mismo nivel cultural, y teniendo los mismos conocimientos técnicos y científicos y las mismas creencias que los pueblos hermanos del área central, los mayas de Yucatán elaboraron estilos arquitectónicos diferentes, como era de esperarse en un ambiente geográfico distinto al selvático de aquéllos. En el norte de la Península, el régimen de lluvias es bastante reducido, desaparecen los ríos y demás aguas superficiales, el suelo calizo de escasa capa vegetal produce una vegetación cada vez más baja y rala, a medida que se acerca al extremo septentrional. Pese a este medio poco favorable, los mayas y yucatecos lograron una variante muy brillante de la civilización maya, de la que son testigos los vestigios de centros ceremoniales, algunos tan antiguos como los del Petén (Dzi-bilchaltun, Coba, Edzná).
En el transcurso del siglo X de nuestra era, grupos toltecas, procedentes del centro de México, invadieron el norte de la Península e impusieron su dominio, principalmente en Chichén Itzá y con menor grado en Uxmal y otros centros. Una amalgama de técnicas constructivas, la imposición de nuevas deidades, el predominio de una casta guerrera extranjera, una temática y estilos nuevos en el arte, caracterizan la primera mitad del período posclásico (1000-1250 d.C).
Los últimos siglos, anteriores a la conquista española, muestran claramente la decadencia de esta cultura híbrida maya-tolteca, así como también el retorno de ciertos patrones clásicos mayas, particularmente en la alfarería y en la decoración de los edificios, fenómeno que se aprecia sobre todo en Mayapán y en la costa del Caribe.
arte maya

Templo de los Guerreros (Chichén Itzá, Mayapán). El edificio dedicado a los héroes mayas es una copia casi exacta del templo de Tlahuizcalpantecuhtli, en Tula, y presenta una serie de elementos típicos del estilo tolteca, como son las columnas de serpientes emplumadas con la cabeza apoyada sobre el friso o las esculturas recostadas en la base de personajes humanos o de felinos y águilas engullendo visceras y despojos sacrificiales. Como símbolo del sincretismo religioso, en la fachada del templo se alterna el mascarón de Chaac, dios de la lluvia, con la representación de Quetzalcóatl.

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