miércoles, 26 de octubre de 2016

Monumentos por países - Ecuador


La Puerta de La Circasiana, conocida también como Arco de La Circasiana, es un monumento de tipo arco de triunfo de la ciudad de Quito D,M, capital de Ecuador. Está ubicado en el centro del flanco norte del Parque de El Ejido, donde remata la avenida Amazonas. Sirvió originalmente como puerta de entrada a los jardines del Palacio de La Circasiana de la familia Jijón y Caamaño, ubicado en las avenidas 10 de Agosto y Colón en el centro norte de Quito.

Historia

El palacio de la Circaciana se construyó entre 1908 y 1925 a manera de villa, a las afueras de la ciudad. El portón de ingreso a la propiedad de Manuel Jijón y Larrea, padre del historiador y arqueólogo Jacinto Jijón y Caamaño, y abuelo de Manuel Jijón-Caamaño y Flores, II Conde de Casa Jijón fue comisionado al escultor Luis A. Mideros (1898-1970) hacia 1925 y concluido antes de 1940. La puerta de 8 metros de alto fue diseñada por el escultor ibarreño Luis Antonio Mideros como un arco de triunfo europeo, a semejanza del Arco de Constantino, de Roma y el Arco del Triunfo, en París.
Una vez instalada la estructura, llamó inmediatamente la atención de los quiteños de la época que nunca habían visto nada parecido más que en postales, grabados y difusas fotografías de ciudades europeas. Durante varias décadas esta suerte de monumento privado sirvió como acceso principal a los jardines del Palacio de La Circasiana, ubicada en el costado norte de la propiedad.
La familia Jijón donó la puerta al Municipio de Quito en la década de los 80 del siglo XX, debido a ampliaciones viales. Fue trasladada por piezas desde su sitio original hasta el Parque de El Ejido, donde fue cuidadosamente rearmada. La puerta fue ubicada primero en la intersección de las avenidas Patria y 10 de agosto, en la esquina noroccidental del parque, y después fue movida nuevamente hacia su emplazamiento actual en el centro del costado norte del parque, como remate de la importante avenida Amazonas.

Estructura

La puerta, con un total de ocho metros de alto, presenta una planta rectangular de diez metros de ancho por cinco de profundidad. El arco principal de bóveda de cañón tiene 7.5 metros de alto, y está levantado sobre cuatro pilares decorados con columnas neoclásicas adosadas a cada lado de las caras norte y sur. Además posee dos arcos de cuatro metros de alto en los costados de las caras este y oeste que confluyen en el centro de la estructura del arco principal.
Un atico de dos metros de alto se encuentra sobre la estructura de los arcos, cortándose en el centro de las caras norte y sur, en un espacio de tres metros de ancho que ocupa el alto arco central. A lo largo de este friso se puede apreciar una alegoría en bajo y medio relieve titulada La Despedida de los Centauros, esculpida en piedra andesita por Luis Mideros, y que representa a los seres mitológicos conocidos como Centauros: mitad hombre y mitad caballo y su cortejo, rapto y amoríos con las ninfas, seres también provenientes de la mitología grecolatina. El estilo utilizado en la talla pertenece al modernismo figurativo en boga en la primera mitad del siglo XX en Ecuador y América Latina. Esta alegoría representa las dos más grandes pasiones del ser humano: el amor y la guerra.
Actualmente, la puerta se levanta sobre una plaza semicircular con frente hacia el inicio de la avenida Amazonas, una de las más importantes de la ciudad de Quito. Con semejanza a un boulevard europeo o parisino rematado por un arco triunfal. Por las noches, una sobria iluminación complementa el monumento.

Cotidianidad

La puerta es conocida también como Arco de La Circasiana, especialmente por las nuevas generaciones que desconocen su ubicación primigenia como acceso al Palacete homónimo. Su sombra cobija cada fin de semana a docenas de pintores que exhiben allí sus obras para la venta, convirtiéndose en una suerte de galería de arte al aire libre. Su estructura se divisa varias cuadras desde la avenida Amazonas, por lo que es un importante referente de ubicación. Además, se ha convertido en un sitio de concentración de los grupos de manifestantes que se dirigen desde aquí hacia el Palacio de Carondelet para exigir cambios en las políticas del gobierno de turno.

Ciclopaseo - Ciclovia en la Puerta de La Circasiana

El Ciclopaseo en QuitoEcuador, es un proyecto organizado por la Ciclopolis organización local para promover el ciclismo urbano, trasporte sostenible, y la construcción de la comunidad en Quito. Una ruta de 30 km que van desde el Norte al Sur de la ciudad está cerrado al tráfico todos los domingos de 8 am a 2 pm para dar preferencia a los ciclistas y peatones.1 El proyecto se ejecuta en cooperación con la Municipalidad y cuenta con diversos lugares de la ciudad de Parque La CarolinaParque del Ejido, el Centro histórico de Quito, la Avenida Río Amazonas, y El Panecillo. Ciclopaseo en Quito fue fundada por Diego Puente y la organización a cargo en ese período fue Bicciacción bajo la dirección de Diego Puente. Otros colaboradores incluyen la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, Acción Ecológica y Club Correcaminos.







La Virgen de Quito, también conocida bajo los nombres de Virgen del ApocalipsisVirgen aladaVirgen bailarina y Virgen de Legarda.1 Es una escultura de madera de 30cm de alto, obra del artista quiteño Bernardo de Legarda, que se ha convertido en la mayor representante de las piezas creadas en el marco de la escuela quiteña, que se desarrolló en la capital ecuatoriana durante la época colonial, y que adquirió gran prestigio mundial.2
La figura original fue concebida como una advocación de la Inmaculada Concepción, y es venerada en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, en Quito.3 Otra réplica producida por el mismo artista (Nuestra Señora de la Asunción de Popayán) pero de mayor tamaño, se encuentra en Popayán (Colombia) y representa la advocación de la Asunción de María, que es venerada en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

Historia

Para introducirnos en la historia de este ícono de la escultura ecuatoriana, debemos remontarnos al siglo XVIII, cuando la escuela quiteña era una de los semilleros de arte más importantes del nuevo mundo. Docenas de artistas, especialmente de raza indígena o mestiza, se especializaban en los talleres de los conventos o en aquellos pertenecientes a los grandes maestros que décadas antes se habían formado junto a los sacerdotes, para luego seguir nutriendo la fama de la Escuela que, muy trágicamente, se apagaría durante la época de las revoluciones independentistas del siglo XIX y nunca más volvería a cobrar la importancia de antaño.5
Bernardo de Legarda era uno de aquellos maestros mestizos que hicieron brillar el arte quiteño; se había dado a conocer en 1731 con su primer trabajo importante, restaurando una imagen de San Lucas para la iglesia quiteña de Santo Domingo, y desde entonces comenzó a ser solicitado por su impecable trabajo.5
En 1732 fue contratado por los padres franciscanos, quienes le encargaron una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción para uno de los retablos de las capillas laterales de la Iglesia de San Francisco que regentaban en la ciudad de Quito.5 Legarda, consciente de que difícilmente podría crear una iconografía propia con una imagen tan tradicional como la de la Inmaculada (aquella que no carga al niño, porque apenas está por concebirlo por obra y gracia del Espíritu Santo, y cuyos colores son siempre el blanco y el azul), nunca pensó siquiera en que lograría la obra más representativa de la escultura de lo que más tarde sería el Ecuador. La obra fue entregada a los franciscanos el 7 de diciembre de 1734, fecha que se puede constatar en los muñones de las manos de la virgen, donde además el artista dejó plasmada su firma.1

Descripción

Con antecedentes en algunos grabados europeos del siglo XVI, como el de Alberto Durero en su obra Apocalipsis: dragón con siete cabezas, la escultura legardina tiene un alma de madera de 30 centímetros de alto.4 Representa a una Virgen danzarina que parece flotar, con gran riqueza gestual y abundancia de pliegues y movimientos, cuyas manos están en una posición de vuelo y éxtasis. Está vestida de sol mediante la técnica del chinesco, una policromía sobre fondo de pan de oro; mientras que el manto es de color azul profundo y presenta hojillas de plata en el fondo.6
La cabeza de la Virgen está coronada por doce estrellas que brotan de una diadema de plata repujada y cincelada, que para la cosmovisión andina representa la preeminencia femenina durante los doce meses del año, relacionándola con la agricultura, los tiempos de siembra y cosecha regidos por la luna (menguantes y crecientes) y el sol (solsticios y equinoccios).6
En el conjunto de la parte baja de la escultura se puede apreciar que la Virgen está de pie sobre una luna en cuarto creciente, que señala la capacidad creadora de la mujer, de la misma manera que en la mitología indígena Mama Quilla propicia la fecundidad de la tierra.6 La mujer pisa con sus zapatillas al dragón, la bestia apocalíptica, y que además está sometido por una cadena de plata que sostiene la Virgen entre sus manos. El detalle de las alas, de águila para unos, de cóndor para otros, le sirven para huir al desierto y proteger a su hijo de ser necesario.6
La escultura representa, como ya se dijo, a la Inmaculada Concepción pues ese había sido el trabajo encargado a Legarda; pero también representa la asunción de la Virgen al cielo, detalle expresado con las alas. Es además una alegoría del triunfo de la iglesia sobre el pecado, representado por la bestia que es aplastada por la Virgen con sus pies mientras la mantiene atada la cadena.7 Los colores escogidos por el artista para dar los acabados al ropaje de la escultura fueron el rojo, que representaba al amor de madre, el azul a la sabiduría y el blanco a la pureza.1

Impacto

Al recibir la imagen, los franciscanos se maravillaron con su belleza, tanto que le asignaron un lugar de mayor importancia en el altar mayor de su iglesia. Los quiteños pronto se sintieron atraídos por la singular belleza de la Inmaculada que Legarda había logrado y que comenzó a ser conocida popularmente como la Virgen bailarina, por la posición de sus manos y los pliegues del vestido, que transmiten una sensación de movimiento,4 7 y como la Virgen alada, por la peculiar adición que le había hecho el artista en la espalda. En pocos años la advocación se volvió tan popular que empezaron a hacerse réplicas para la gente más pudiente de la Real Audiencia, convirtiendo a Legarda en uno de los artistas más solicitados de la época.4
La fama de la Virgen alada traspasó las fronteras y se solicitaron réplicas desde Europa, donde pasaron a adornar Palacios y Catedrales; la más afamada de estas (y también la más grande) fue realizada por el mismo Legarda para ser llevada a Popayán (actual Colombia), donde hasta el día de hoy se encuentra en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.4 Otra réplica, producida por el afamado artista Caspicara, se encuentra en el Museo de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York.4

Actualidad

Hoy en día la escultura es un objeto de veneración tanto religiosa como artística y se encuentra en el nicho central del altar mayor de la Iglesia de San Francisco, de Quito, desde el siglo XVIII.2 Forma parte del patrimonio histórico de la ciudad, que es a su vez Patrimonio Cultural de la Humanidad según la UNESCO. Ha formado parte de las más importantes exposiciones de arte realizadas en el país y el exterior, las más recientes tituladas "Esplendor del barroco quiteño", que tuvo como escenario el colonial monasterio de Santa Clara, en el centro histórico de Quito; y "Cielo de Oro - Barroco indiano de Ecuador", en el Museo Etnográfico de Berlín.8
Su imagen fue tan popular entre los quiteños durante siglos, que en 1969 se convirtió en la opción perfecta para construir un monumento gigantesco en la cima de la colina de El Panecillo: la Virgen de El Panecillo, que actualmente es la estatua de aluminio más grande del mundo y domina la vista de la ciudad.


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