domingo, 13 de noviembre de 2016

Frases y citas Latinas


Caput mortuum (plural: Capita mortua) es una expresión latina cuyo significado literal es "cabeza muerta" o "restos ",1 usada en alquimia. También da nombre a un tipo de pigmento, conocido popularmente como púrpura cardenal.

Alquimia y química

Símbolo alquímico del Caput mortuum
En alquimia, la Caput mortuum (a veces denominado nigredo) hacía referencia a una sustancia de desecho derivada de un proceso químico (por ejemplo, la sublimación), que simbolizaba la ruina y la decadencia. Los alquimistas representaban este elemento a través de la figura de una calavera.2
El símbolo que ilustra esta sección fue utilizado por la química del siglo XVIII para significar residuoresto o sobrante. En ocasiones Caput mortuum también aludía al crocus metallorum, compuestos métalicos de color rojo oscuro como el crocus martis (sulfato ferroso) y el crocus veneris (óxido cuproso).3

Pigmento

Caput mortuum o caput mortem se refiere asimismo a una variedad de púrpura a base de óxido de hierro (hematita), empleado en la pintura al óleo y como colorante. Este pigmento fue ampliamente utilizado para pintar las túnicas de personalidades religiosas y políticas.
Es posible que el nombre proceda de su uso en alquimia, ya que la herrumbre (óxido de hierro) es el residuo derivado del proceso de oxidación. Originalmente se obtenía como subproducto de la fabricación del ácido sulfúrico durante los siglos XVII y XVIII, así como en la elaboración del rojo veneciano.4
El término también se emplea a veces para designar al marrón egipcio, un pigmento que data de los siglos XVI-XVII, hecho de polvo de momia, que dejó de utilizarse en el siglo XIX.







Un carmentérmino latino que proviene de Cansen, con su raíz cano, "cantar", tenía generalmente un significado de verso en la Antigua Roma, pero en sentido propio, se refería a un hechizo o plegaria como forma de expiación o execración, Son ejemplos conocidos el Carmen Ar ale y el Carmen Saliere .1
Hechizos y encantamientos eran utilizados para diversos propósitos. Si se hacía un hechizo para dañar a alguien, el Estado podía intervenir para protegerlo. Por ejemplo, no era nada raro que un agricultor que hubiese tenido una mala cosecha hubiera acusado a otro de haber atraído sus cultivos a distancia por medio de un carmen. Tabulo, se queja en un poema de que una mujer ha embrujado a Marathi, y aprovecha esta oportunidad para relatar varias historias de brujas, como la posibilidad de transferir cosechas de un campo a otro. De forma similar, Plinio el Viejo escribe en su Naturales Historia (XVIII, 8) que cierto liberto, Duelo, mediante el uso de mejores herramientas y mejores prácticas que su vecino, obtuvo cosechas más ricas con una extensión de tierra más pequeña. El vecino le obligó a presentarse ante la asamblea tribal, acusándole de haber hechizado su campo. Sin embargo, cuando la asamblea comprobó sus esclavos bien alimentados y sus herramientas de labor como azadas, rastrillos y arados, le absolvió de --hechicería.2 3
Fue utilizado, también tomando el ejemplo del canto amebeo de origen griego, en los Idilios de Demócrito. Los Carmina convivales fueron llamados después cantos, en versos saturnios, que se cantaban en los banquetes y los Carmina trampa , que se improvisaban, también en versos saturnios, para alabar el triunfo de un cónsul romano. El Carmen Basculare debía ser cantado por un coro de niños durante los Juegos Seculares, que se celebraban una vez cada 100 años.
Pero también, el término "Carmen" es utilizado para indicar diferentes tipos de poesía,respuestas proféticas o fórmulas mágicas. Por tanto, los poetas que definían su propia poesía como "Carmen", es posible que deseasen indicar una conexión con un ámbito mágico y sagrado. Incluso las sentencias de las leyes de las Doce Tablas se definieron como carmina.

Canto

Era usual que los encantamientos se cantaran. Por ejemplo, en ritos mágicos, cuyo objetivo era inducir a un hueso dislocado o roto que se arreglase uniéndose, el encantamiento se hacía cantándolo (cantare). Tíbulo escribe que una hechicera compuso un encanto para él, que debía ser cantado tres veces, para, a continuación, escupir y, entonces, el esposo de Delia creería los chismes sobre otros amantes de Delia, pero no sobre ella y Tibulo.2
Las dos plegarias romanas más antiguas conocidas, el Carmen Arvale y el Carmen Saliare se hacían cantadas. Tito Livio escribió que "los sacerdotes saltaban y pasaban por la ciudad cantando sus himnos" en las Ambarvalia. Hay razones para creer que las viejas plegarias que Catón ha preservado en su tratado sobre la agricultura estaban originalmente en forma métrica, pero en las instrucciones dadas a los creyentes, el verbo dicito, y no cantato, precede a la plegaria, lo que muestra que, en los tiempos de Catón, al menos, esas plegarias se "decían" en lugar de ir cantadas. Sin embargo, estas plegarias, incluso en la forma en que se encuentran en esos tiempos, son predominantemente espondéicas, que cuadran con el lento movimiento del canto y con el carácter religioso solemne de los ritos. En las ceremonias destinadas a descargar rayos desde el cielo, se usaban encantamientos.2

Repetición

El encantamiento mágico se caracteriza por su repetición. Por ejemplo, el encantamiento de la amante en la octava Égloga de Virgilio, se repite nueve veces, y el encantamiento que la hechicera formula para Tíbulo debía ser pronunciado tres veces. El final de la oración a Paleses el siguiente: "Con estas palabras la diosa debe ser apaciguado. De cara al este, pronunciarlas cuatro veces..."
Los versos del Carmen Saliare se cantaban tres veces, como los sacerdotes saltadores de Marte que danzaban en medida triple. W. Warde Fowler, que en general no está inclinado a identificar hechizo con plegaria, escribe en su obra La experiencia religiosa del pueblo romano(1911) que los versos "parecen ciertamente pertenecer más bien al área de la magia que a la propia religión". La repetición también es característica de la Carmen Arvale y de la plegaria de los Fratres Attiedii.2

Edad Media

Durante la Edad Media, los poemas de carácter histórico y guerrero, fueron llamados "carmina", como el Carmen de bello Saxonico, escrita entre 1075 y 1076 en versos leoninos, se supone que por Guy d'Amiens o el Carmen in victoriam Pisanorum, anónimo, en versos formados por un settenario esdrújulo a continuación y un ottonario o incluso el Carmen de bello mediolanensium adversus Comenses que data de alrededor de 1127 escrito en hexámetros por Marcus Cumano.
También el término carmen puede encontrarse en géneros tan diversos como los Carmina Buranacantos típicos de goliardos, y Carmina cantabrigiensia de alrededor de 1050, que consistían en una colección de poesía sagrada y profana.







Carpe diem es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo. Fue acuñada por el poeta romano Horacio (Odas, I, 11):
Carpe diem, quam minimum credula postero
"aprovecha el día, no confíes en el mañana" (trad.)1
El adagio latino podría equivaler a oraciones en castellano como «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» o «vive cada momento de tu vida como si fuese el último».
Es un tópico literario, o tema recurrente, en la literatura universal como exhortación a no dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado y a disfrutar los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto. Cobra especial importancia en el Renacimiento, en el Barroco y en el Romanticismo.
Este tópico respecto a las diferentes épocas literarias ha ido variando en la forma de entenderlo. Durante el periodo de la Edad Media era entendido como: "vive el momento porque vas a morir pronto". Posteriormente durante el Renacimiento, los ideales de belleza y perfección hicieron entenderlo de la siguiente forma: "vive el momento porque vas a envejecer pronto". Finalmente en la época Barroca este tema se volvió a interpretar de la misma forma que en la Edad Media, pero con bastante más intensidad en cuanto a la muerte.













Castigat ridendo mores es una expresión latina que significa "enmendar costumbres riendo".
Algunos expertos sostienen que la frase se refiere únicamente a la sátira, otros sin embargo apuntan a lo absurdo de la situación y lo cómico de la misma.
Esta inscripción, la cual podemos encontrar en algunos teatros, se debe al poeta francés Jean de Santeul. La comedia y la sátira, partiendo de la ironía y del ridículo de los vicios y defectos humanos, son esenciales para la reforma de las costumbres.

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