Floruit (a menudo abreviado fl. o flor.) es una voz proveniente del latín, la tercera persona de singular del pretérito perfecto simple de indicativo del verbo florere, florecer, prosperar: 'floreció'. Se emplea para hacer referencia a un periodo de tiempo durante el cual se encontraba en una etapa floreciente una persona, una escuela, un movimiento o incluso una especie biológica, y se emplea cuando no se conoce con seguridad la fecha de inicio (nacimiento, formación, creación, etc.) o la fecha de finalización (muerte, ruptura, destrucción, etc.), solo algunos hitos.1
Por ejemplo, si solo se tiene constancia de que Pero Pérez de Çimbel donó tierras a un monasterio en 1203, contrajo matrimonio en 1179 y otorgó testamento en 1195, se puede indicar sobre el asunto biográfico lo siguiente:
- Pero Pérez de Çimbel, fl. 1179-1203.
Originalmente comenzó el uso de esta expresión entre los griegos, donde se hacía referencia a la edad de las celebridades (políticas, literarias, filosóficas) teniendo en cuenta el momento en que habían alcanzado el apogeo de su actividad o acmé, que en general se asociaba a un evento determinado (ciertos Juegos Olímpicos, el acceso al poder de un gobernante, etc.).
«Fluctuat nec mergitur» (o «FLVCTVAT NEC MERGITVR» al estilo de las inscripciones romanas) es una frase en latín que se traduce por «Es batida por las olas, pero no hundida», empleada como lema por la ciudad de París.
- Fluctuat: el verbo fluctuāre en tercera persona indicativo singular del presente en la voz activa. Fluctuāre significa 'moverse como las olas', 'moverse de arriba a abajo'. En castellano fluctuāre resultó en la palabra patronímica «flotar» y en el cultismo «fluctuar».
- nec: contracción de et non, que significa 'y no', 'y no es'.
- mergitur: el verbo mergĕre en tercera persona del indicativo singular presente en la voz pasiva. Mergĕre significa 'sumergirse', 'hundirse', 'entrar en un líquido'. En castellano el verbo mergĕre resultó en «sumergir».
Esta frase, atribuida a san Juan Crisóstomo, es el lema de París, Francia, y se encuentra en el escudo de la ciudad, que contiene un barco navegando en un mar agitado. Se dice que París es representada por un barco porque la Isla de la Ciudad (en francés Île de la Cité) tiene la forma de una embarcación. Divisa y escudo de armas tienen como origen la Corporación de Barqueros del río Sena; este poderoso gremio controló el transporte y comercio quizá desde la misma era romana, pues para llegar a la Isla de la Ciudad había que utilizar embarcaciones. Aun cuando a través de los siglos se convirtió en una institución más parecida a un gobierno municipal que a una organización de comercio, se conservó el lema y escudo de armas original, y es por ello que el Ayuntamiento de París las conserva hasta la fecha.
El profesor Francisco Antonio García Romero (en su prólogo de la obra de J. L. Sánchez Villanueva, Monumentos con arte. Jerez, Jerez de la Frontera, 2011; y en su traducción de Hipólito, El Anticristo, Madrid, ed. Ciudad Nueva, 2012, p. 103, n. 333) sugiere convincentemente que la frase está tomada del tratado El Anticristo 59, 1, de Hipólito (s. III d. C.), donde se refiere a la Iglesia: "Mar es el mundo en el que la Iglesia como nave en el piélago es batida por la tempestad pero no se va a pique (cheimázetai all’ouk apóllytai)".
Sigmund Freud utilizó esta frase como epígrafe de su libro Contribución a la historia del Movimiento psicoanalítico, de 1914, y ya antes la había utilizado en su correspondencia (carta 119, de 21 de septiembre de 1899 y carta 143, de mayo de 1901).
La frase fue usada por Georges Brassens en su álbum Les Copains d'abord. Es también el epígrafe del conocido libro de texto de Albert Messiah sobre mecánica cuántica.
Fontes aquarum es una expresión latina que literalmente significa "los manantiales de las aguas". La frase está tomada del Salmo XLI, que se emplea en sentido figurado, para denotar un manantial abundante, una fuente en donde suelen beber los ingenios faltos de originalidad y de fuerza; y así se dice del Diccionario de la rima, donde procuran remediar los malos poetas su falta de inspiración, que es su Fons aquarum.
Functus officio, en Latín significa "cumplido el cometido' o 'habiendo cumplido su labor' es un término legal usado para indicar que un empleado oficial del estado, una corte, institución gubernamental o un estatuto deja sus funciones como autoridad legal porque sus tareas y funciones ya han sido cumplidas.
El término es usado comúnmente por una corte superior para anular o revertir todo o parte de un veredicto de un tribunal menor. Por ejemplo si la Corte Suprema de Justicia decide que una ley se ajusta a la constitución del estado, la corte no puede soslayarla dado que la constitución en ese caso ordena functus officio para ese caso.
genius loci es el espíritu protector de un lugar, frecuentemente representado como una serpiente. Entre los pueblos de Europa del Este existe el Domovói o Domovik (ucraniano: Домовик, Domovík), (ruso: домовoй, Domovoy) es la deidad del hogar, que cuida de la vida de toda la familia que vive en la casa. Literalmente significa el espíritu de la casa en el folclore eslavo. En la actualidad, este término se refiere generalmente a los aspectos característicos o distintivos de un lugar y no necesariamente a un espíritu guardián.
Alexander Pope hizo del Genius loci un principio importante en el diseño paisajístico y de jardín en la Epístola IV, a Richard Boyle, conde de Burlington. Este principio consiste en la adaptación de los diseños al contexto en que se ubican.
El filosofo argentino Carlos Astrada, que estudió con los grandes maestros de la filosofía alemana de principios de siglo XIX, y allí se vinculó tanto con la fenomenología de Heidegger como con la de Husserl -y con ambas discrepó de manera brillante- comienza su libro Tierra y Figura con una disertación acerca del genius loci y su importancia en el pensamiento americano en general. El espíritu americano es el (genius loci) que no se ha podido borrar del continente y persiste e insiste detrás de la idiosincrasia de cada pueblo del continente, de sus creencias. Espíritu que aflora de una manera u otra, en el cotidiano vivir y quehacer de su gente. Desde la cultura y las ciencias precolombinas hasta las tradiciones heredadas de las sucesivas olas inmigratorias fundidas en un verdadero genius loci americano del que ve salir Astrada, al nuevo hombre del siglo XXI.
En la teoría de la arquitectura moderna, el genius loci tiene profundas implicaciones en la proyectación de espacios públicos y está vinculada a la rama filosófica de la fenomenología. Este ámbito del discurso arquitectónico es desarrollado principalmente por el teórico Christian Norberg-Schulz en su libro, Genius Loci: Towards a Phenomenology of Architecture.
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