Cuadros de Paolo Veronese
Lucrecia es un cuadro de Paolo Veronese, conocido como el Veronés. Está realizada al óleo sobre tela, y fue pintada entre 1584 y 1585.
La pintura retrata a Lucrecia al perforar en el pecho con un puñal, después de haber sido obligada a ceder a las demandas del hijo de Tarquinio el Soberbio.
Típico tema de muchas obras pintadas por artistas como Tiziano, Rembrandt y Rafael, en la pintura de Veronese lo que llama la atención es el cuidado por el detalle, como se aprecia en el drapeado que mantiene la figura de las joyas que adornan a la mujer.
El Hallazgo de Moisés o Moisés salvado de las aguas, es una de las obras más conocidas del pintor italiano Paolo Veronese, tema que trató en otras de sus obras. El fue en suóleo sobre lienzo, pintado entre 1560 y 1575, aunque algunos autores señalan una fecha más tardía, como 1582. Mide 50 cm de alto y 43 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.
Representa un tema religioso del Antiguo Testamento. Por temor al crecimiento de la población israelita, el Faraón ha ordenado la matanza de todos los recién nacidos judíos. Es una escena del Antiguo testamento que prefigura la matanza de los inocentes en Belén.1 Igualmente, el rescate por parte de la hija del faraón se veía como una escena semejante a la resurrección de Cristo, teniendo gran interés la Iglesia Católica en obras sobre la vida de Moisés, dado que se le consideraba una prefiguración de Cristo.2 La madre de Moisés lo protege y envía, en un cesto de juncos, por las aguas del río Nilo, donde es encontrado por la hija del Faraón. El cuadro pretende representar el momento en el que la hija del Faraón recoge a Moisés. No obstante, la escena carece de toda solemnidad y más bien parece una desenfadada reunión; este tema raramente se ha representado con tal desenfado.1 Una criada ha recogido al niño y lo muestra a la hija del Faraón. Otra se acerca con un paño para cubrirlo. El resto de las mujeres lo contemplan, interesadas. En los dos extremos inferiores de la composición aparecen dos criados vestidos con el mismo ropaje rosado, por un lado a la izquierda aparece un criado negro con una canasta; en el lado derecho, un enano con un instrumento musical. Al fondo, a la izquierda, hay dos muchachas que se van a bañar en el río. Detrás de ellas se ve una ciudad con un puente.2
El grupo está bañado por la suave luminosidad de la media tarde. El marco paisajístico en el que se desarrolla la escena muestra la influencia de Tiziano. Con gran naturalidad armonizan figuras y paisaje.1 Especialmente importantes son los dos árboles en forma de «V» que repiten la postura de las figuras principales. Recuerda un poco a las obras rococó que Watteau pintaría un siglo más tarde, por la disposición de las figuras y el detalle en las texturas de los ricos vestidos femeninos, a los que la luz confiere reflejos y sombras transparentes, con finas gradaciones cromáticas. Esta vestimenta es típicamente veneciana, lo mismo que el paisaje, sin nada que recuerde o pretenda parecerse a Egipto.2 En ninguna otra obra logró Veronés la suave luminosidad de los colores y la riqueza de finísimas gradaciones cromáticas, que parece anunciar a Velázquez.
Venus y Adonis, es una obra del pintor italiano Paolo Veronese. Es un óleo sobre lienzo, pintado hacia 1580.
Hasta una restauración efectuada hacia 1988, el cuadro medía 2,12 metros de alto y 1,91 m de ancho. En dicha intervención, se le retiraron unos añadidos fechables en el siglo XVIII, que aumentaban la presencia del cielo y falseaban sus proporciones originales. Su formato actual es horizontal o apaisado, no vertical como se ve en muchas imágenes antiguas.
Este cuadro fue adquirido por Velázquez para el rey Felipe IV de España durante su segunda estancia en Italia (1649-51). Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid. Se cree que hacía pareja con otro cuadro, Céfalo y Procris, ahora conservado en el Museo de Bellas Artes de Estrasburgo.
Veronés trata aquí un tema mitológico. Se representa a Venus, que tiene sobre su regazo a Adonis durmiendo. Ella le acaricia y le da aire. La postura de Adonis es un escorzo. Viste ropajes rojos, que contrastan con la piel blanca de Venus; otra diferencia entre ellos es la luz: Venus aparece iluminada, mientras que Adonis permanece más bien a la sombra. Adonis era un joven aficionado a cazar y la diosa intuye que él morirá en una de sus incursiones, por lo que intenta retenerle. La diosa mira a Cupido, que está acariciando a un galgo. También se ha interpretado que ese perro, a diferencia del que está en el suelo durmiendo, está deseoso de salir a cazar, y Cupido lo retiene a la fuerza, para impedir que despierte al joven. Si Adonis despierta, creen que irá de caza. Estas tres figuras se enmarcan en un paisaje vivo, de sombríos tonos verdes y azules en el cielo.
El punto de vista adoptado por el pintor es más bien bajo, obligando al espectador a mirar de abajo arriba. Esto sugiere que pudo estar pensado para colocarlo en la parte alta de la pared.
La escena posterior, cuando Adonis sale a cazar y Venus intenta retenerlo, la representó Tiziano en otro famoso cuadro también en el Museo del Prado.
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