La basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires es un templo que se encuentra en Roma, junto a la actual plaza de la República. El cardenal titular de Sanctae Mariae Angelorum in Thermis es William Henry Keeler.
Historia[editar]
La dedicación a los mártires hace referencia al dato que afirma la hagiografía cristiana, según el cual las termas de Dioclecianofueron construidas con el trabajo de cristianos hechos esclavos.
El edificio fue diseñado en 1562 por Miguel Ángel sobre la base del aula central de las Termas, a solicitud de papa Pío IV y del sacerdote siciliano Antonio del Duca.
Miguel Ángel se limitó a recubrir algunos muros y a restaurar un aula del tepidarium, creando así un edificio eclesiástico del todo particular: dilatado de modo lateral en vez de longitudinalmente. El ingreso a la iglesia se hace a través de un vestíbulo circular, también de origen romano, y termina en un profundo presbiterio, donde se encuentra el coro de los cartujos, a quienes se confió esta iglesia una vez terminada.
Durante el siglo XVIII se realizaron los trabajos de Luigi Vanvitelli(1750), quien decoró el sobrio interior de Miguel Ángel según el estilo de la época y se encargó de transportar a Santa María de los Ángeles los grandes retablos de altar de la basílica de San Pedro en el Vaticano, en donde habían sido reemplazados por copias hechas en mosaico con el fin de conservarlos mejor (estaban amenazadas por la humedad).
De este modo, Santa María de los Ángeles se transformó en una rica pinacoteca con obras del siglo XVI al siglo XVIII, entre ellas el Martirio de San Sebastián de Domenichino, la Caída de Simón el Mago de Pompeo Batoni, el Bautismo de Jesús de Carlo Maratta, y la Misa de San Basilio de Pierre Subleyras. En el transepto se encuentra un retablo de Giovanni Odazzi.
En esta iglesia se encuentran enterrados Salvator Rosa, Carlo Maratta, Armando Diaz, Paolo Emilio Thaon de Revel y Pío IV. Actualmente se suele utilizar para funerales de estado o personajes del ejército italiano.
En el convento de los Cartujos, ubicado junto a la basílica, se encuentra una de las secciones del Museo Nacional Romano.
Meridiana solar[editar]
La gran meridiana solar de Francesco Bianchini, situada bajo el crucero del templo, fue construida sobre diseños de Miguel Ángel, a solicitud del papa Clemente XI e inaugurada el 6 de octubre de 1702. Su fin era, más allá de competir con el reloj semejante entonces existente en San Petronio en Bolonia, demostrar la exactitud del Calendario Gregoriano y determinar la fecha de la Pascua cristiana en el modo más coherente posible con los movimientos del Sol y la Luna.
Funciona como gnomon un agujero por el cual la luz solar, al cénit, cae en un punto variable y medido por la línea de bronce de cerca de 45 metros de largo trazada en el suelo. La llegada de las estaciones es representada por las figuras de las señales zodiacales incrustadas en mármol y dispuestas a lo largo de la línea. En un extremo se encuentra la señal de Cáncer, que representa el solsticio de verano, y en el otro la de Capricornio, que representa el solsticio de invierno.
Órgano[editar]
Con ocasión del Gran Jubileo del 2000, los romanos donaron al papa Juan Pablo II un órgano monumental, obra de Barthélémy Formentelli.
El emperador Carlos V y el Furor, también llamada Carlos V dominando el Furor protestante, o a veces Carlos V dominando el Furor turco, es una escultura perteneciente a la colección del Museo del Prado.1 Se trata de una escultura en bronce patinado, representando al emperador Carlos V, que él mismo encargó al escultor milanés Leone Leoni en 1549.2 La idea partió del propio escultor y finalmente fue aprobada y encargada por el Emperador.3 Se realizó entre 1551 y 1564 (ya muerto el comitente), siendo terminada por el hijo de Leone, Pompeo Leoni.4
Se inspira en una cita del poeta romano Virgilio alusiva a la paz romana. La escultura es en parte desmontable, pues el Emperador aparece desnudo y la armadura que lo cubre puede quitarse o ponerse a voluntad.
Historia y descripción[editar]
La estatua ha estado ubicada en diversos lugares, aunque siempre en las cercanías de Madrid. En el año 1608, por orden de Felipe III, se colocó en el Real Alcázar. En 1620 se trasladó, como elemento decorativo, al jardín del Palacio de Aranjuez. En 1634 se llevó a los jardines del Retiro de Madrid y desde allí se trasladó, a fines del siglo XVIII, al Palacio de Buenavista (entonces residencia de Manuel Godoy). En el año 1811, mediante un decreto de José I, la estatua pasó a ser "propiedad del pueblo" y se colocó sobre una fuente en la plaza de Santa Ana. A comienzos del siglo XX se encontraba en el Alcázar de Toledo y al finalizar la Guerra civil española pasó a formar parte de las colecciones del Museo del Prado.1
Una copia se exhibe en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid. Significativamente, se eligió este lugar para realizar la firma del Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas el 12 de junio de 1985.5 Otra copia se exhibe en el patio del Alcázar de Toledo.
Carlos V aparece vestido a la romana, con peto y espaldar, dominando a un hombre derribado y encadenado, personificación del Furor; esta figura sujeta una tea encendida en la mano derecha. El Emperador blande una lanza con la derecha, y con la izquierda un alfanje (con la empuñadura en forma de cabeza de águila); ambas armas pueden ser desmontadas. La armadura puede separarse del cuerpo, mostrando a Carlos V desnudo a la manera de los héroes grecorromanos. La base de la escultura muestra diversos objetos alusivos a la guerra, como un escudo, un morrión, una coraza, y otros atributos (trompeta, tridente, un carcaj de flechas, una maza y un haz de lictor romano). La inspiración de la Eneidade Virgilio menciona «Saeva sedens super arma», representando el instante en que Eneas pacificó el Lacio encerrando al Furor en el templo de Jano y declarando la paz. El encargo al escultor milanés no fue único y constaba de una serie de siete esculturas, de las que no todas pudieron ser ejecutadas.3
La obra presenta un notable detallismo y perfección técnica. Las estatuas conmemorativas con piezas desmontables fueron escasas durante el Renacimiento, debido a lo complejo de su construcción y montaje. Los rostros de los dos personajes presentan gran exactitud anatómica, mientras que los cuerpos desnudos (en el caso del Emperador pudiéndose cubrir) son más idealizados. La actitud impasible y serena del Emperador contrasta con el cuerpo retorcido y la angustiada expresión facial del vencido, cuyo verismo y atención al pormenor pueden considerarse un anticipo de la escultura barroca.
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