miércoles, 23 de enero de 2019

EVANGELIO Y LECTURA DEL 21 DE ENERO DEL 2019


Lecturas del Lunes de la 2ª semana del Tiempo Ordinario


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-10):

TODO sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 109,1.2.3.4

R/.
 Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

V/. Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.

V/. Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

V/. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.

V/. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

EN aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».



Comentario al Evangelio del 

José Luis Latorre, cmf
Queridos amigos
El Evangelio de hoy nos habla de “odres viejos y odres nuevos, y de vino nuevo”. Jesús, su mensaje y su estilo de vida, es el vino nuevo. Lo antiguo ha terminado, lo nuevo ha llegado. Es verdad que Jesús fue un judío amante de sus tradiciones y costumbres, pero profundamente innovador. Jesús dio el sentido verdadero a muchas prácticas religiosas de su tiempo y marcó el camino para distinguir entre lo viejo y lo nuevo. Las prácticas y costumbres  religiosas tienen valor y sentido cuando nacen de un corazón renovado por la escucha de la Palaba de Dios; un corazón que está abierto a Dios sabe dar sentido a los ritos, preceptos y ceremonias, de lo contrario se convierten en rutinarios y vacíos, y no sirven de nada. Con razón dice el Profeta: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.
El vino nuevo es la obediencia a Dios que Jesús vivió a lo largo de toda su vida. Una obediencia que nace de un corazón abierto al soplo del Espíritu, de un corazón que acoge los planes de Dios con humildad y docilidad, un corazón que busca sobre todo la autenticidad en todo el proceder y actuar. Obediencia que no es un mero cumplimiento de normas y preceptos, sino una apertura a Dios  que en cualquier momento nos puede sorprender y marcarnos un camino diferente. Obediencia que pide apertura y receptividad. Obediencia  que pide disponibilidad y humildad  para aceptar la voluntad de Dios“La obediencia vale más que el sacrificio” (1Sm 15, 22).
El vino nuevo en odres nuevos: el amor, la justicia, la fraternidad, la solidaridad, la honestidad, la sinceridad… que Jesús predicó y vivió no puede estar en los odres viejos del egoísmo, la mentira, la injusticia, la hipocresía, la desconfianza, la insolidaridad, las propias seguridades, el estilo de vida insolidario e individualista. El vino nuevo pide un cambio de mente y corazón, de actitudes y forma de vivir; un deseo de querer hacer las cosas de otra manera y sin aferrarse a viejos esquemas y tradiciones. Por eso Jesús comenzó su predicación invitando a cada uno a la conversión, y lo sigue haciendo constante y permanentemente.

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