viernes, 11 de enero de 2019

OBRAS LITERARIAS


La abadía de Northanger (Northanger Abbey) fue la primera de las novelas de Jane Austen que estuvo preparada para su publicación, aunque antes había comenzado a trabajar en Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio. De acuerdo con el memorándum de Cassandra Austen, Susan (como fue llamado en principio) se escribió alrededor de los años 1798-1799.

Citas[editar]

  • «Finalmente, se enteró de que la joven enamorada se asemeja a la imagen de La Paciencia que desde un monumento sonríe al Dolor».
    • Nota: El narrador
  • «Sin embargo, cualquier cosa, por incomprensible que nos parezca, tiene explicación si se indagan las causas que la originan».
  • «El estar bien informado nos impide alimentar la vanidad ajena».
    • Nota: El narrador
  • «Fruto del matrimonio nacieron, en primer lugar, tres hijos varones; luego, Catherine, y lejos de fallecer la madre al advenimiento de ésta, dejándola huérfana, como habría correspondido tratándose de la protagonista de una novela, Mrs. Morland siguió disfrutando de una salud excelente, lo que le permitió a su debido tiempo dar a luz seis hijos más».
















Abzurdah (2006) es una novela autobiográfica de la escritora argentina Cielo Latini.

Citas[editar]

  • "Así es el ser humano: subjetivo y con memoria selectiva"
    • Uno, pág 10.
  • "Nunca me gustó eso del comunismo. ¿Todo para todos? Siempre hay un vivo que se apropia de lo que es de todos."
    • Batata macabra, pág. 15.
  • "Los amores juveniles son así. Obsesivos, absolutos, a todo o nada. Lo terrible es que muchos años después uno siga comportándose de la misma manera. Lo doloroso es que así se quede uno: siendo una maldita obsesiva."
    • El muñequito suicida y el perro asesino, pág. 36.
  • "Mi obra de arte constaba de una horca metalizada de la que colgaba una supuesta soga. Y enganchado cómodamente en su fría parálisis, un muñequito ahorcado. Era imperturbable, era de metal y estaba muerto. Suicidado. Se había autodeterminado la muerte. Era solo un muñequito, pero su cabeza tenía hilos de metal enrollados como ideas y deseos no llevados a cabo: tantas ideas y tantos deseos lo habían llevado a la muerte."
    • El muñequito suicida y el perro asesino, pág. 37.
  • "¿Alguna vez sintieron que no tenían ganas de nada? Ni de levantarse, ni de comer, ni de hablar por teléfono, ni de saludar a la familia, ni de hacer cosas que les den placer. Así me sentía yo."
    • Un clavo oxida otro clavo, pág 55.
  • "La historia de una trasformación feroz: de la muñeca de porcelana que se estropeó contra el asfalto. Una historia de inconvenientes y de las ganas de morir; del hambre, del miedo y una moraleja jamás escrita, una experiencia aún no procesada."
    • Un clavo oxida otro clavo, pág 56.
  • "Una vez más, un clavo sacó otro clavo... En realidad, esta vez, un clavo oxidó al otro."
    • Un clavo oxida otro clavo, pág 56
  • "En comparación con Alejo, Saddam Hussein merece el Nobel de la Paz"
    • Un clavo oxida otro clavo, pág 57
  • "Le creí, le creía cualquier cosa. Si me hubiera dicho que después de violarme iba a aparecer Papá Noël con una bolsa llena de Barbies para mí, también lo hubiera creído."
    • Un clavo oxida otro clavo, pág 72.
  • "<> Mentira, siempre digo algo y hago lo opuesto."
    • Donde lo oscuro y el placer se mezclan, pág. 85.
  • "Erotomanía: la sufro. Soy consciete de eso, pero solamente cuando me aíslo, me alejo y me desdoblo. Solo así puede entender que quizás no sea tan importante, no es tan trágico o que tal cuestión no merece mi muerte."
    • Superhéroe electrocutado, pág. 92.
  • "No sé por qué tuve esa necesidad de ahuercarme, supongo por mis ganas de adaptarme al ambiente tipo. Y tipo, entré a la UCA. Y nada tipo, era super cool."
    • La reina del universo, pág. 99.
  • "Así soy yo: extrema hasta límites insospechados."
    • Wellcome belle Úrsula!, pág. 105.
  • "Eso era: una dulcísima azucarada venganza que no le hacía mal a nadie, excepto a mí."
    • Wellcome belle Úrsula!, pág. 105.
  • "Eso terminó de matarme, ahora sí: por favor, introduzcan mis dedos en el enchufe y rocíenme con cianuro en polvo.
    • Wellcome belle Úrsula!, pág. 110.
  • "Ahora sí, elimínenme, desháganse de lo que queda de mí, transfórmelo en palomitas y dénselo de comer a Alejo para cuando vaya el cine a ver una de miedo.
    • Adicta, pág. 116.
  • "Ajústense los cinturones y por favor permanezcan sentados. Voy en un vuelo propenso a estrellarse y, sin embargo, sigo volando."
    • La cápsula malvada, pág. 119.
  • "El reemplazo es sinónimo de sofocacción, de que me puedo morir inmersa en convulsiones sin remedio alguno. No me reemplaces."
    • La cápsula malvada, pág. 120.
  • "Los míos eran vómitos cósmicos, siderales... Dejaban estelas de comida pegadas en las paredes de los inodoros que visitaba. Después de vomitar tenía que toser hasta que se me fuera la sensación de <> en algún escondite de mi garganta."
    • Vómitos cósmicos, pág. 122.
  • "Allí soy hermosa e inteligente, nadie puede ganarme, no hay límites ni barreras: todo lo puedo."
    • Insuficientemente flaca para llamar tu atención, pág. 134.
  • "Si no me amaba, entonces iba a morirme: y me iba a morir hermosa, inteligente y con el cuerpo perfecto."
    • Mentiras de mármol, pág. 147.
  • "<>, así llamaban las anoréxicas a su diosa, y Ana se convirtió en pocas semanas en el objeto de mi devoción."
    • Me como a mí, pág. 150.
  • "No consideres doloroso lo que te hace bien."
    • Me como a mí, pág. 165
  • "Yo era una princesa, sí. Eso sentía: era delicada, inteligente y frágil."
    • Me como a mí, pág. 165.
  • "El dolor es temporal, la gloria es eterna."
    • Un cuerpo imperfecto refleja a una persona imperfecta, pág. 165
  • "Los insultos salieron de mi boca como vómito cósmico mezclado con mucha agua."
    • Anoréxicamente correcta, pág. 182.
  • "Quería conocerlos y a la vez pensar en ellos me provocaba náuseas."
    • La usurpadora, pág. 188.
  • "Ana y Lágrima fueron sinónimos, y me sentí por fin reina del universo."
    • Contigo cigarrillos y agua mineral, pág. 201.
  • "No sabía como decirlo, pero sentía que me estaba acortando la existencia y no precisamente por la anorexia o bulimia, sino por la melancolía que me atacaba y no me dejaba existir"
    • Traición carmín, pág. 209.
  • "Me estaba matando y un día, cuando apareciera muerta, iba a sentir un poco del dolor que todos los días me provocaba."
    • Traición carmín, pág. 209.
  • "Quería ser él, porque yo no era yo."
    • Estás muerta, pág. 222
  • "Querés morirte y ténes millones de razones por la cual hacerlo. Y sin embargo, todavía rogas por una sola razon para quedarte[...]Y no la encontrás, no porque no sepas buscar sino que simplemente no la hay."
    • Todo sobre Ana, pág. 238.
  • "Ana no tiene muchas exigencias: solo me obliga a serle fiel. Y cuando no siente que la merezco, se cerca a mí otro ángel, la bulimia, y me ayuda a darme cuenta de que Ana es menos peligrosa y no me daña. No es una obsesión y es tan perfecta que no da a conocer su rostro, porque todos la llevamos dentro, pero solo unos pocos elegidos sabemos cómo llegar a ella."
    • Todo sobre Ana, pág. 238.
  • "Y llorar hasta el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en los más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo."
    • Todo sobre Ana, pág. 239.
  • "Entonces llámenme egoísta, pero no pienso soportar este dolor. La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden enternder porque la depresión, la anorexia, la bulimia, llevan a la persona al extremo."
    • Todo sobre Ana, pág. 240.
  • "Los otros no existen: son la muerte, las pastillas, la cuerda, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el maldito tren, lo que fuera. Sos vos y tu muerte, más próxima que nunca. Y esta vez claramente inevitable."
    • Todo sobre Ana, pág. 241.
  • "Mi vida siempre había sido un largometraje tragicómico. No podía terminar bien, no podía comer perdices. Iba a suicidarme."
    • Cómo suicidarse y no morir en el intento, pág. 242.
  • "Mareadísima, pero todavía algo consciente, fumé unos cuantos cigarrillos mientras esperaba mi muerte. Tomé una lapicera y escribí las paredes. No sabía qué estaba escribiendo, pero las paredes de pronto perdieron su blanca palidez. Al lado de as fotos de mi familia hice flechas y comentarios <>, <>, <>, <<¡Ídolo!>>. Al lado de la foto de Alejo una flecha rezaba: <>. ¿Fue su culpa? Ya era tarde. Estaba muerta."
    • ¿Estoy muerta?, pág. 255.
  • "Primero fue la muñeca izquierda. Cuchillo tramotina recién comprado. Filoso. Muy, muy filoso. Nueve fueron los primeros cortes. Una vez que pensé que podía soportar el dolor seguí más abajo. Mis manos sangraban, por supuesto, pero no me desangraba como para morirme."
    • Resurreción, pág. 256.
  • "Cuarenta y siete kilos de penumbras y abandonos, de sangre coagulada. Un ser asexuado, sin vida, sin cejas, sin pelo."
    • Resurreción, pág. 260.
  • "Los huesos me salían por todos lados y no tenía pelos, era un ser inevitablemente desagradable, y sin embargo no me intereaba. Yo me sentía hermosa, no iba a pararme un error, cualquiera que hubiera cometido.."
    • Pastillita de la felicidad (te dormiermos), pág. 264.
  • "Me calmaba, me hacía sentir de nuevo persona y no tanto esqueleto o zombie vuelto de la muerte para quedarse a mitad de camino."
    • Pastillita de la felicidad (te dormiremos), pág. 270.
  • "Lo que me ayudaba me destruía, una vez más."
    • Pastillita de la felicidad (te dormiremos), pág. 270.
  • "Planeaba mi suicidio nuevamente y quería verlo por última vez. Tocarlo, necesitaba sentirlo cerca."
    • El frío del sacapuntas, pág. 276.
  • "Sobrevivo. Sigo viva. Paso por alto lo negativo, lo reprimo, lo guardo en lo más recóndido de mi ser o lo trasformo en historias que jamás pasaron. Junto memorias, me aíslo, me pierdo."
    • Antes del amanecer, pág. 292.















La agenda de Virginia
AutorAlejandra Duque
Publicación2005 (hace 14 años)
IdiomaEspañol
La agenda de Virginia es un ensayo sobre erotismo escrito en castellano por Alejandra Duque en 2005. Fue publicado por la editorial Temas de Hoy (Planeta).
«
Una vez estás marcada, lo estarás para siempre, y esta sociedad sigue siendo muy dura. Cuando alguien ha jugado con fuego, por supuesto que le traerá consecuencias. Para el resto de su vida.
»
La Agenda de Virginia.

Citas[editar]

  • «Resulta curioso, pero esconderte tras una personalidad que no es la propia crea una especie de protección, de escudo psicológico que me servía para desenvolverme con naturalidad y desarrollar cualquier papel que se me solicitaba: inocente e inexperta, intelectual culta, devoradora de hombres, ingeniosa y chistosa, ninfómana bisexual, sumisa, dominadora...»
  • «En el momento en que una chica acepta alquilar su cuerpo, quiera o no, también está haciendo lo propio con su alma y con su mente.»
  • «Debíamos intuir los deseos de los hombres, y, en consecuencia, convertirnos en ese deseo.»
  • «Las santurronas tienen más necesidad de ser promiscuas que las que nos dedicamos profesionalmente al sexo.»
  • «"Felicidad" es una palabra sencilla pero compleja al mismo tiempo. ¿Qué es? ¿Existe realmente quien puede hacernos felices o somos nosotros mismos los que tomamos la decisión de serlo? A veces el precio que hay que pagar por esos instantes que nos hacen sonreír es demasiado elevado como para soportarlo durante mucho tiempo.»
  • «Poco importa si me acosté con cinco o con cincuenta: el hecho de que hubiera una transacción económica entre medias hacía que mi subconsciente se sintiese libre de toda culpa.»
  • «Cada vez que contaba mi versión falsa soñada , muy en el fondo de mi corazón, que aquello era la verdadera realidad, que yo me pasaba el día frente a un ordenador, no chupando pollas en un apartamento diseñado por Philippe Stark.»
  • «Después de salir de Yves Saint Laurent con la factura en una mano y tu nuevo bolso o par de zapatos en la otra, te das cuenta de que lo que has tenido que soportar no compensa el placer que ese objeto inanimado te puede estar dando. Demasiadas mentiras, demasiada tensión y demasiada angustia que no se aparta de tu cabeza ni siquiera mientras duermes.»
  • «Me he acostumbrado tanto a sobrepasar mis límites que cada vez existen menos cosas en el mundo del sexo que me puedan sorprender.»












El Aleph (1943). Libro de cuentos de Jorge Luis Borges.

Citas[editar]

El inmortal[editar]

  • «Este palacio es fábrica de los dioses, pensé primeramente. Exploré los inhabitados recintos y nsuperable, fue quizá voluntario; quizá las circunstancias de mi evasión fueron tan ingratas que, en algún día no menos olvidado también, he jurado olvidarlas».
  • «Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real».
  • «Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal».
  • «Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o a castigarlo».
  • «Como Cornelio Agrippa, soy dios, soy héroe, soy filósofo, soy demonio y soy mundo, lo cual es una fatigosa manera de decir que no soy».
  • «La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos se conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales».
  • «Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto».

Los teólogos.[editar]

  • «Hay quien busca el amor de una mujer para olvidarse de ella, para no pensar más en ella».

Historia del guerrero y la cautiva.[editar]

  • «No fue un traidor (los traidores no suelen inspirar epitafios piadosos)».
  • La figura del bárbaro que abraza la causa de Ravena, la figura de la mujer europea que opta por el desierto, pueden parecer antagónicos. Sin embargo, a los dos los arrebató un ímpetu secreto, un ímpetu más hondo que la razón, y los dos acataron ese ímpetu que no hubieran sabido justificar.» [1]
y pagar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la ejecutaba?».
  • «Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones».

La casa de Asterión[editar]

  • «Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión».

La otra muerte[editar]

  • «En la Suma Teológica se niega que Dios pueda hacer que lo pasado no haya sido, pero nada se dice de la intrincada concatenación de causas y efectos, que es tan vasta y tan íntima que acaso no cabría anular un solo hecho remoto, por insignificante que fuera, sin invalidar el presente. Modificar el pasado no es modificar un solo hecho; es anular sus consecuencias, que tienden a ser infinitas. Dicho sea con otras palabras; es crear dos historias universales».

Deutsches Requiem[editar]

  • «Mañana, cuando el reloj de la prisión dé las nueve, yo habré entrado en la muerte; es natural que piense en mis mayores, ya que tan cerca estoy de su sombra, ya que de algún modo soy ellos».
  • «El cobarde se prueba entre las espadas; el misericordioso, el piadoso, busca el examen de las cárceles y del dolor ajeno».
  • «No en vano escribo esa palabra; la piedad por el hombre superior es el último pecado de Zarathustra».[2]"
  • «Ignoro si Jerusalem[3] comprendió que si yo lo destruí, fue para destruir mi piedad. Ante mis ojos, no era un hombre, ni siquiera un judío; se había transformado en el símbolo de una detestada zona de mi alma. Yo agonicé con él, yo morí con él, yo de algún modo me he perdido con él; por eso, fui implacable».
  • «Yo, quizá, nunca fui plenamente feliz, pero es sabido que la desventura requiere paraísos perdidos».
  • «Morir por una religión es más simple que vivirla con plenitud; batallar en Éfeso contra las fieras es menos duro (miles de mártires oscuros lo hicieron) que ser Pablo, siervo de Jesucristo; un acto es menos que todas las horas de un hombre. La batalla y la gloria son facilidades; más ardua que la empresa de Napoleón fue la de Raskolnikov».
  • «Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno».

El Zahir[editar]

  • «Para perderse en Dios, los sufíes repiten su propio nombre o los noventa y nueve nombres divinos hasta que éstos ya nada quieren decir. Yo anhelo recorrer esa senda. Quizá yo acabe por gastar el Zahir a fuerza de pensarlo y de repensarlo, quizá detrás de la moneda esté Dios».

La escritura del Dios[editar]

  • «Consideré que aún en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra».
  • «Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra, y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo».
  • «Ni una arena soñada puede matarme, ni hay sueños que estén dentro de sueños».
  • «Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias».
  • «¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!».
  • «Es una fórmula de catorce palabras casuales (que parecen casuales), y me bastaría decirla en voz alta para ser todopoderoso. Me bastaría decirla para abolir esta cárcel de piedra, para que el día entrara en mi noche, para ser joven, para ser inmortal, para que el tigre destrozara a Alvarado, para sumir el santo cuchillo en pechos españoles, para reconstruir la pirámide, para reconstruir el imperio. Cuarenta sílabas, catorce palabras, y yo, Tzinacán, regiría las tierras que rigió Moctezuma. Pero yo sé que nunca diré esas palabras, porque ya no me acuerdo de Tzinacán.[4]».
  • «Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie».

Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto[editar]

  • «Era fama que tales embarcaciones traían contrabando, y si de alcoholes o marfiles prohibidos, ¿por qué no, también, de sombras de muertos?».
  • «Un fugitivo no se oculta en un laberinto. No erige un laberinto sobre un alto lugar de la costa, un laberinto carmesí que avistan desde lejos los marineros. No precisa erigir un laberinto, cuando el universo ya lo es».
  • «Dormir es distraerse del universo, y la distracción es difícil para quien sabe que lo persiguen con espadas desnudas».
  • «Lo esencial era que Abenjacán pereciera. Simuló ser Abenjacán, mató a Abenjacán y finalmente fue Abenjacán».
Dialógo:
  • Unwin a Dunraven: «No multipliques los misterios. Éstos deben ser simples. Recuerda la carta robada de Poe, recuerda el cuarto cerrado de Zangwill».
Dunraven responde: «O complejos. Recuerda el universo».

Los dos reyes y los dos laberintos[editar]

  • «Esa obra (el laberinto) era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres».

El Aleph[editar]

  • «Está en el sótano del comedor - explicó, aligerada su dicción por la angustia -. Es mío, es mío; yo lo descubrí en la niñez, antes de la edad escolar. La escalera del sótano es empinada, mis tíos me tenían prohibido el descenso, pero alguien dijo que había un mundo en el sótano. Se refería, lo supe después, a un baúl, pero yo entendí que había un mundo. Bajé secretamente, rodé por la escalera vedada, caí. Al abrir los ojos, vi el Aleph».
  • «Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable».
  • «A lo largo de los siglos y de las latitudes cambian los nombres, los dialectos, las caras, pero no los eternos antagonistas».
  • «Noches hubo en que me creí tan seguro de poder olvidarla que voluntariamente la recordaba».
  • «Un hombre se confunde gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias».
  • «Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad».
  • «Beatriz era una mujer, una niña, de una clarividencia casi implacable, pero había en ella negligencias, distracciones, desdenes, verdaderas crueldades, que tal vez reclamaban una explicación patológica».
  • «Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; entonces, cómo transmitir a los otros el infinito Aleph?».
  • «De chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se perdieran o mezclaran entre ellas en el decurso de la noche».
  • «Temí ya nunca volver a sorprenderme ante nada (...) Al cabo de unas noches de insomnio, me trabajó otra vez el olvido».
  • «Nuestra mente es porosa para el olvido, yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la engorrosa erosión de los años, los preciosos rasgos de Beatriz».

No hay comentarios:

Publicar un comentario