Goecia1 o goetia, del Griego γοητεία encanto, seducción, magia, engaño.
El antropólogo e historiador, Julio Caro Baroja (1914-1995), reporta en Vidas mágicas e Inquisición (1967), que el término goetia se usó en la antigüedad para referirse a cierto saber, pero también para referirse a un engaño. Caro Baroja reporta que Platón (427-347 a. C.) expresa que la “goetia” se relaciona con la idea de la “fuerza” particular atribuida a determinadas personas. Protesta contra los que creen que la goetia pueda servir, incluso, para hacer actuar a los dioses. Los poetas, casi siempre más próximos a la opinión común que los filósofos admitieron que existen divinidades propicias a la magia, y seres humanos que puedan obligar a los dioses. Plotino (205-270), siglos más tarde, sostendría que La Goetia existe por acuerdo de las cosas semejantes, y desacuerdo entre las diferentes. Reconoció, además, que el aprovechamiento de la simpatía implicaba un conocimiento de tiempos y horas precisas, conocimiento de las propiedades de plantas, vestuario del operador, etc. Sin embargo, la verdadera magia sigue después y está en la amistad y la disputa existentes en el universo.
Para Plotino, según Baroja, ni la goetia o la magia, ni los filtros ejercen influencia sobre el alma racional, el alma del sabio, que incluso puede conocer encantos contrarios a los que se lanzan. En cambio, los espíritus mismos daemones sí pueden sufrir en su parte irracional los efectos de las artes mágicas. Baroja refiere que con el llegar de los cristianos, éstos limitaron aún más su poder y lo redujeron a pura arte diabólica.
En la Antigua Grecia, el gorgoneion (griego: Γοργόνειον) originalmente era un amuleto apotropaico que inducía horror al mostrar la cabeza de la Gorgona.1 Estaba relacionado con las deidades Zeus y Atenea; se dice que ambos habrían llevado un colgante con este motivo.1 También sería una égida real popular en la época helenística, tal como se muestra por ejemplo en el mosaico de Alejandro y el camafeo Gonzaga.
Evolución[editar]
Homero se refiere a la Gorgona en cuatro ocasiones, y cada vez solo hace mención a su cabeza, como si la criatura no tuviera cuerpo.2 Jane Ellen Harrison menciona que "Medusa es una cabeza sin nada más...una máscara a la cual posteriormente se le adosó un cuerpo".3 Hasta el siglo V a. C., la cabeza era mostrada como muy fea, con la lengua colgando, colmillos de jabalí, carrillos regordetes, sus globos oculares mirando fijamente al que la observa y serpientes retorciéndose a su alrededor.
La mirada directa frontal, "evidentemente mirando hacia afuera de su contexto iconográfico y desafiando directamente al observador",4 era muy inusual en el arte griego antiguo. En algunas ocasiones se le adosaba una barba en su mentón (probablemente en representación de rastros de sangre), lo que le daba la apariencia de una deidad orgiástica como Dioniso.
Las gorgoneia que decoran los escudos de guerreros en vasos griegos del siglo V a. C. eran mucho menos grotescas y amenazantes. Para esta época, la Gorgona había perdido sus colmillos y las serpientes eran bastante estilizadas.2 La pieza helenística conocida como la Medusa Rondanini ilustra la transformación eventual en una mujer hermosa.2
Uso[editar]
El gorgoneion aparece por primera vez en el arte griego a comienzos del siglo VIII a. C. Una de las primeras representaciones es en un estatero de electrum descubierto durante excavaciones realizadas en Pario.2 Otros ejemplos de comienzos del siglo VIII a. C. se encontraron en Tirinto. Remontándose más atrás en el tiempo, existe una imagen muy similar en el Palacio de Cnosos, fechada en el siglo XV a. C. Marija Gimbutas llega a argumentar que «la Gorgona se remonta a por lo menos el 6000 a. C.., tal como se observa en una máscara cerámica de la cultura Sesklo».5
En el siglo VI a. C., las gorgoneia del «tipo de máscara de león» canónico eran omnipresentes en los templos griegos, especialmente en la zona de Corinto y su área de influencia. Las gorgoneia en frontones fueron usuales en Sicilia; probablemente una de las más antiguas sea la del Templo de Apolo en Siracusa.6 Hacia el 500 a. C, se las dejó de utilizar para decorar edificios monumentales, aunque su uso perduró en los antefijos de estructuras más pequeñas durante el siguiente siglo.6
Además de su uso en templos, se encuentran imágenes de la Gorgona en vestidos, platos, armas, y monedas en una amplia región del Mediterráneo desde Etruria hasta las costas del Mar Negro. Monedas con la figura de la Gorgona se acuñaron en 37 ciudades, por lo que su imagen es la segunda en cuanto a su ubicuidad numismática solo sobrepasada por algunos dioses olímpicos.2 En cuanto a los suelos de mosaicos, el gorgoneion era por lo general situado cerca del la puerta de acceso, a modo de protección frente a intrusos hostiles. En los hornos del Ática, el gorgoneion sobre la puerta brindaba protección contra los accidentes.7
Las imágenes de la Gorgona continuaron siendo populares incluso en la época cristiana, especialmente en el imperio Bizantino, incluyendo la Rus de Kiev, y fueron revividas en Occidente por los artistas del Renacimiento italiano. Modernamente, la gorgona fue adoptada por el diseñador Gianni Versace como logo de su empresa de moda.
Origen[editar]
Según Gimbutas, la gorgona representaría originalmente ciertos aspectos de la diosa Madre asociados a la "energía vital dinámica" y afirma que las imágenes podrían estar relacionadas con una continuidad cultural que persistiría desde el Neolítico y define el gorgoneion como una imagen arquetípica europea. Jane Ellen Harrison, por otro lado, afirma que muchas culturas primitivas usan máscaras rituales atemorizantes similares, para asustar y evitar algo malo, explicando: "El objeto ritual viene primero; luego el monstruo es engendrado para dar cuenta de él; luego el héroe es proporcionado para dar cuenta del monstruo".
Gran hombre es el término usado en Antropología para referirse a aquellos individuos que poseen una especial influencia dentro de sus tribus pero que no tienen capacidad para imponer su voluntad. El gran hombre no tiene una autoridad formal otorgada por la tribu (obtenida gracias a sus posesiones materiales o por derechos de herencia) sino que consigue mantener su posición gracias a su capacidad de persuasión y a su sabiduría. Tiene un amplio grupo de seguidores que pertenecen tanto a su clan como a otros clanes y a todos ellos les proporciona protección y asistencia económica. A cambio, utiliza sus apoyos para incrementar su propio rango. Este concepto se relaciona sobre todo con comunidades isleñas de Melanesia y Polinesia (aunque también de América o África) y ha sido utilizado en Prehistoria para definir el liderazgo de las sociedades segmentarias.
El "sistema del gran hombre"[editar]
El fenómeno del gran hombre ha sido estudiado por el antropólogo Douglas Oliver, que editó en 1955 su trabajo de campo realizado en Bougainville como "A Solomon Island Society: Kinship and Leadership Among the Sivai of Bougainville".1 También Marshall Sahlins tiene un artículo, ampliamente citado, de 1963 y titulado "Poor Man, Rich Man, Big Man, Chief: Political Types in Melanesia and Polynesia".2
Oliver descubrió que actualmente los grandes hombres competían constantemente para mantener su posición y que esta no implicaba necesariamente un mejor nivel de vida ni capacidad de coacción. Pero, tiempo atrás, los grandes hombres conseguían también que una parte de la comunidad luchase por ellos en guerras locales que les proporcionaban botín y esclavos.1
Sahlins utilizó tipologías ideales de jerarquía e igualdad construidas analíticamente para comparar la compleja sociedad jerárquica de tipo polinesio, formada por jefes y sub-jefes, con el sistema de tipo melanesio del gran hombre.2 Esta última tipología consistiría en grupos de linajes segmentarios, que se mantienen unidos a nivel local gracias a los líderes de facciones diversas que compiten entre sí por el poder, dentro de una estructura social horizontal y con colectivos igualitarios. El liderazgo no está adscrito sino que se obtiene mediante la acción y la competición "con otros hombres ambiciosos".
Posición[editar]
Los cabecillas de aldeas no tienen capacidad para imponerse por la fuerza y para evitar la desobediencia no dan órdenes directas. Utilizan la persuasión para que sus seguidores intensifiquen la producción y el excedente resultante lo puedan redistribuir.1
La posición de un gran hombre nunca está asegurada de forma patrimonial en la cúspide de la jerarquía, sino que siempre está amenazada por los diferentes grandes hombres que compiten entre ellos, en un continuo proceso de reciprocidad y redistribución de los recursos políticos y materiales. De esta manera, el gran hombre está sujeto a un orden transaccional basado en su habilidad para equilibrar los pulsos simultáneos y opuestos, con el objeto de asegurar su propio reconocimiento mediante la distribución de recursos a las facciones de otros grandes hombres (extendiendo de esta forma la fama de su poder y capacidad) y la redistribución de recursos a los miembros de la suya propia (conservando así seguidores satisfechos con su capacidad de liderazgo). El concepto de gran hombre es relativamente fluido y la autoridad formal de tal figura es muy baja o incluso inexistente. Su posición no es inherentemente heredable.
Pero estas relaciones redistributivas pueden establecer las pautas para una progresiva jerarquización de la sociedad. Si se dan factores tales como una intensificación de la producción y que esta sea de alimentos no perecederos, en momentos de escasez el gran hombre puede utilizar los excedentes que controla para aumentar su poder. Mientras su rango comienza a estar legitimado por el hecho mismo de gestionar tales excedentes, que utilizará también en empresas comerciales y/o bélicas, irá adoptando signos diferenciadores respecto al resto de su pueblo. Con el tiempo el rango se puede convertir en un cargo, el de jefe, y este, a su vez, en transmisible, hereditario. A partir de entonces, el jefe y su familia comerán, vestirán y vivirán mejor que aquellos que sustentan voluntariamente su forma de vida, estableciéndose así una sociedad de jefatura.3
El gran hombre en Papúa Nueva Guinea[editar]
Andrew J. Strathern ha aplicado el concepto de gran hombre a una comunidad de Mount Hagen, Papúa Nueva Guinea.4 Tradicionalmente, entre los miembros de las comunidades no-parlantes de lenguas austronesias, la autoridad era obtenida por un hombre (denominado "gran hombre") reconocido como "el ejecutante más capacitado en las actividades sociales, políticas, económicas y ceremoniales".5 Su función no era mandar, sino influir en su sociedad mediante el ejemplo. De él se esperaba que actuara como negociador con los grupos vecinos y que redistribuyera comida periódicamente (generalmente producida por sus esposas). En este sentido era visto como el encargado de asegurar el bienestar de su comunidad.
Su categoría se sustentaba en la donación de regalos (muchas veces cerdos) que mantenían en deuda a los beneficiarios y le proporcionaba un amplio prestigio en la comunidad.6 Tal sistema sigue siendo utilizado actualmente en muchas partes de Papúa Nueva Guinea y otros lugares de Melanesia.
La producción de los Grandes Hombres de los baruya de Nueva Guinea[editar]
Maurice Godelier hace un aporte al paradigma del Big Man como tipo de organización política, al señalar que la organización social Baruya, grupo étnico que habita las tierras altas de Nueva Guinea, se distingue de la organización social de otras sociedades primitivas de Papúa Nueva Guinea y el resto de Melanesia y Polinesia por la dominación de Grandes Hombres sobre el resto de los hombres, un poder fruto de merecimientos o herencias como chamanes, guerreros o cazadores de casuarios que ostentan los Grandes Hombres como una forma de poder no correlativa con la riqueza económica. Demostrando que a diferencia de lo que postula el marxismo sobre la diferenciación entre la estructura económica y la superestructura ideológica en las sociedades de clases, Godelier pone atención en las sociedades segmentarias precapitalistas como la sociedad baruya para explicar que el parentesco sigue siendo el principio que organiza lo político, lo ideológico y lo económico, no desarrollándose sociedades de clases que el joven estado-nación de Nueva Guinea y el dominio colonial australiano han buscado integrar políticamente a las tribus aisladas como los baruya. De esta manera, el argumento del autor apunta a tratar a la producción social de Grandes Hombres como corolario correlativo y complementario de la dominación masculina sobre las mujeres, aunque esta última esté fundada en una dominación totalmente distinta, basada en teorías cosmológicas de los nativos sobre la reproducción biológica y la sexualidad que avalan la dominación masculina y el sometimiento por edades de los más grandes sobre los más chicos. Siendo dos tipos de jerarquías sociales distintas, Godelier argumenta que las creencias sobre el distinto valor de lo masculino sobre lo femenino y el poder simbólico diferencial que cumplen los fluidos corporales son la base del modo de producción de figuras políticas de los hombres que se distinguen del resto de los hombres. A diferencia de las sociedades gobernadas por Big Men, según Godelier, el poder de los Grandes Hombres baruya no significa riqueza como tampoco para los baruya la riqueza significa merecimiento de prestigio social. El poder de los Grandes Hombres es la otra parte de un principio que gobierna la reproducción de la vida y las relaciones de parentesco para los baruya de acuerdo a que una mujer vale solo una mujer, un orden social que da forma a los intercambios con otros grupos, a veces procedentes de valles distantes y sin idioma en común, diferenciando al sistema de producción de Grandes Hombres de los baruya de los modelos de sujetos políticos tipo Big Men frecuente en melanesia.
El Gualicho (en mapudungun, "alrededor de la gente", véase Erize) también conocido como Gualichú, Walichú, Hualicho o Gualitxo; es un tipo de espíritu o ser dañino presente originalmente en las mitologías aborígenes del Sur Americano; en las etnias Ranquel,1 Pampa, Mapuche, y principalmente en la cultura Tehuelche.
La leyenda de gualicho[editar]
Es un ser que representa la personificación de todas las causas que producen los males y las desgracias que sufren estos pueblos; es decir la representación de la causa maléfica universal. Debido a esta característica, al Gualicho se le suele asociar o asimilar impropiamente con el Wekufe o ("uecuvu"); que aunque también tiene esta característica similar, realmente no son sinónimos. Una característica que distingue al Gualicho es su pertenencia indisoluble con las modalidades localizadas del "daño". Se cree de ese ser, que está ligado a rasgos sobresalientes del entorno natural; se asignan moradas distintivas para el espíritu perverso: árboles solitarios intrigantes y añosos, grandes piedras, cuevas, sendas angustiosas..
Posteriormente a la llegada de los españoles a América, al igual que con el Wekufe, los misioneros asociarían incorrectamente al Gualicho con el diablo, o a una fuerza del mal o diabólica; razón por la cual el diablo recibe también este nombre.
En la actualidad la palabra gualicho también ha adquirido el significado de un embrujo o hechizo realizado a través la magia negra o similar.
El concepto de "gualicho" entre la población no aborigen[editar]
En el Cono Sur se encuentra muy difundida la palabra "gualicho" fuera de las etnias originarias, entre la población en general, aunque en tal caso, y con nuevo contexto, "gualicho" pierde su significado mítico y pasa de ser considerado como una especie de personalidad, a ser considerado como un hecho o acto prácticamente equiparable al de la palabra maleficio; acción que se denomina "hacer un gualicho" o "engualichar". Sufriendo esta palabra un proceso de resemantización semejante al que sufre la palabra de origen guaraní "payé", de modo que entre gran parte de los actuales habitantes de la región las palabras gualicho, payé e incluso ( más recientemente ) "macumba" pasan a ser casi sinónimas con el significado de "embrujo", maleficio. Por ello también se utiliza esta palabra en lenguaje popular para nombrar ciertos pócimas o hierbas que suelen usarse para enamorar.
Origen de su leyenda[editar]
Por fuera de un conocimiento científico, las sensaciones y sentimientos en la mentalidad indígena de otrora, ante un fenómeno dañoso, estaban íntimamente ligadas a una personalidad sobrenatural que las causaba; ínsito e inseparable del hecho o lugar "maligno" se encontraba su agente escatológico.2
Se postula que al parecer, el Gualicho habría sido introducido a la cultura tehuelche por el contacto con Pampas y Mapuches, de donde se cree que proviene su denominación; esto ya que la palabra Gualicho evidentemente no es propia de los Tehuelches, sino que es de origen Mapuche. Sin embargo igualmente se dice que tendría algunos elementos propios de las creencias Tehuelches, por lo cual su origen podría provenir de este pueblo, o bien como una contrapartida de la cultura Tehuelche que habría dejado su impronta en los mapuche que influyeron (araucanización) en la región austral del continente sudamericano; siendo una creación que podría haber surgido a partir de un dios de los Tehuelches septentrionales, que pasó a convertirse de una deidad equidistante “castigadora” y posteriormente con una característica “infernal” producto de la influencia de la religión cristiana.
Actualmente la leyenda del Gualicho está vigente en los habitantes de la región sur del territorio austral, principalmente la zona argentina que sufrió el proceso de araucanización.
Leyenda[editar]
Según cuenta la leyenda, el Gualicho sería un espíritu maligno que se caracteriza por provocar daños, secuestrar mujeres, y causar enfermedades. Los viejos tehuelches septentrionales ( los guenakenk ) decían que el Gualicho habría nacido en las tierras de Tandil. Desde este lugar el Gualicho habría extendido su dominio por la Patagonia, habitando en las cuevas existentes en el accidentado terreno que le sirviese de morada.
Se dice que es un espíritu fuerte, y nada escapa a su aguda vigilancia ni a su gran poder; presentando una malignidad que tiene matices que van de la más cruel maldad destructora, o hasta solo la traviesa picardía, utilizando los sentimientos de las personas. Por ello el Gualicho podría presentarse bajo distintos aspectos, ya sea en forma agresiva, engañosa o a través del amor. Agresiva, por ejemplo, cuando se produce una disputa violenta en lo mejor de una fiesta, sin motivo aparente, generalmente impulsada por efectos del alcohol o al recordar de pronto alguna vieja y al parecer olvidada rencilla que ya se creía superada. Engañosa, cuando se cae en una trampa natural: una barranca, un río, un pantano, una herida provocada por descuido, una espina que se encona, etc., pero el más difícil de superar es el engualichamiento del amor y este mal es provocado casi siempre a pedido de alguien.
Protección[editar]
Si uno no quiere sufrir el poder del Gualicho se dice que se le deben rendir tributos para aplacar su espíritu. Ejemplo de ello es que los caminos donde dominaría el Gualicho, deben ser transitados con respeto y silencio; y al borde de la senda, en el "árbol del Gualicho", han de hacerse ofrendas: trapitos y bolsitas con llancas (piedras pequeñas) que se obtienen rasgando los propios vestidos, matras y ponchos. Igualmente se le debe mantener respeto al Gualicho mediante acciones tales como no cantar durante la noche, no usar sombrero dentro del rancho etc.
Las ofrendas y reverencias llegaban a rituales y sacrificios: danzas de sanación, neutralización de toda confrontación entre bandas adversarias, matanza ceremonial de algunos animales; todo ello dentro del área de la maligna influencia. Y observar un respetuoso silencio al transitar por esas cercanías.3
También se dice que para ahuyentar o mantener alejado a este espíritu, se debe montar a caballo y con todos los pertrechos, arremetiendo contra el espíritu invisible; realizando gritos y movimientos amenazantes, hasta que el jinete sienta que ha borrado sus flaquezas y ha vencido al espíritu maligno. Otra forma de mantenerlo alejado sería llevando como protección algún amuleto fabricado por las machis.
El árbol del Gualicho[editar]
En cuanto al "Árbol del Gualicho" se conocen en realidad varios, por lo general se trata de ejemplares corpulentos y aislados en medio de las travesías, pampas y estepas; Charles Darwin hace mención de uno que se hallaba en una loma situada en la orilla sur del río Negro, tal árbol aparece señalado en el atlas de Argentina realizado por Mariano Paz Soldán y editado en 1888 siendo sus coordenadas aproximadas: 40°30′S 63°45′O, se hace mención de otro de estos árboles al norte de Bahía Blanca en las proximidades de Napostá.
Es por ello que en la provincia argentina de Río Negro, a poca distancia al sur del primero de los recién mencionados árboles del Gualicho, se encuentra ese topónimo para una extensa depresión bajo el nivel del océano llamada Gran Bajo del Gualicho, y el fondo de esta extremadamente árida región está ocupado por la gran Salina del Gualicho que posee su centro hacia las coordenadas: 40°23′S 65°16′O.
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