Se denomina mitocrítica a un sistema de interpretación antropológica de la cultura ideado por el filósofo francés Gilbert Durand.
Argumentación[editar]
Se expone fundamentalmente en su gran obra Las estructuras antropológicas de lo imaginario (París, 1960). En esta obra reúne y articula diferentes estudios sobre mitos y símbolos presentes en diferentes culturas de Occidente y Oriente realizados por antropólogos, etnólogos e historiadores, así como otras aportaciones de investigaciones originales en áreas como la historiografía, psicología, el psicoanálisis, la lingüística, la sociología y la reflexología, proponiendo un acercamiento al significado simbólico a partir de una comprensión de las estructuras de lo imaginario, reconstruyendo el trayecto antropológico que debe ser entendido como un constante intercambio en el nivel de lo imaginario entre las pulsiones subjetivas y las intimaciones objetivas originarias del ambiente social. Se desvincula así Durand en parte del estructuralismo de Claude Lévi-Strauss reconociendo que para comprender el mito es preciso reconstruir su estructura, pero, al contrario que este, para Durand no se trata de estructura, sino de estructuras. De esta forma su análisis estructural se diferencia de la propuesta del etnólogo francés fundamentalmente en la creación de un tercer nivel de lectura más allá de los sincrónico y de lo diacrónico: el nivel arquetípico o simbólico que además de considerar las redundancias o repeticiones reagrupa los símbolos en constelaciones por sus convergencias. Durand presenta una organización simbólica de lo imaginario compuesta de dos grandes regiones o regímenes de imágenes: lo Diurno y lo Nocturno.
El primero está compuesto por las estructuras esquizomorfas o heroicas (idealización, diairetismo, geometrismo y antítesis) relacionadas como el reflejo dominante "postural" y constitutivo de los símbolos teriomorfos, catamorfos, diairéticos, ascensionales y espectaculares.
El segundo compuesto por dos grupos de estructuras: las sintéticas (coincidencia oppositorum, dramatización, historización, y progreso parcial o total) relacionadas con el reflejo "copulativo" y constitutivas del simbolismo cíclico y las estructuras místicas (redoblamiento, viscosidad, realismo sensorial y pulverización) relacionadas con el reflejo "digestivo" y constitutivas de los símbolos de inversión e intimidad.
En trabajos posteriores, que fueron reunidos y publicados conjuntamente en 1979 (De la mitocrítica al mitoanálisis: figuras míticas y aspectos de la obra) Durand presenta una formulación metodológica de análisis de la obra de arte denominada mitocrítica. A partir del modelo propuesto por la psicocrítica de Charles Mauron, e integrando interpretaciones parciales que privilegian la vida del autor (existencialistas), la situación socioeconómica (marxismo), y el texto y sus estructuras formales (estructuralismo), Durand propone un método de crítica literaria o artística centrada en la comprensión del relato mítico inherente a la significación de todo relato, que debe ser el siguiente:
Metodológicamente, la aproximación a la obra puede hacerse en tres tiempos que descomponen los relatos mitémicos:
- 1) En primer lugar, una relación de los temas, es decir, de los motivos redundantes u 'obsesivos' que constituyen las sincronicidades míticas de la obra.
- 2) En segundo lugar, se examinan con el mismo espíritu las situaciones y las combinatorias de situación de los personajes y decorados.
- 3) Finalmente, se utiliza un tipo de tratamiento a la americana, como el que Lévi-Strauss aplica al mito de Edipo, mediante la localización de las distintas lecciones del mito y de las correlaciones entre una lección de un mito con otros mitos de una época o de un espacio cultural bien determinado.
Con esta metodología Durand se reafirma en los fundamentos de la Tradición herméticognóstica, tan cara a la Escuela de Eranos, pues considerará las obras de arte no como simples visiones del mundo, sino como universos propios que ordenan y articulan valores que, por su procedencia numinosa, exigen para su comprensión una referencia última al mito oculto.
Mitocrítica cultural[editar]
La mitocrítica cultural, ideada por el teórico literario José Manuel Losada, debe desarrollar una epistemología que permita aprehender y explicar una realidad imaginaria y global, encaminada a una mayor comprensión de la cultura actual. Esta "nueva mitocrítica" se fundamenta en las siguientes premisas hermenéuticas:
- Solo es posible hacer auténtica mitocrítica al margen de prejuicios ideológicos.
- La mitocrítica exige la asunción previa de una definición del mito en cada estudio particular.
- La erudición sin razón y la especulación ajena al texto enajenan a la mitocrítica.
- La catalogación de cada mito en una tipología mitocrítica es garantía de una definición coherente.
- Cualquier estudio de un mito debe ser, necesariamente, de naturaleza interdisciplinar.12
En consecuencia con esta última premisa, la mitocrítica, sin abandonar el análisis del imaginario simbólico, invade cualquier manifestación cultural. Esta nueva mitocrítica se encarga de estudiar las manifestaciones míticas en campos tan amplios como la literatura, el cine y la televisión, el teatro, la escultura, la pintura, los videojuegos, la música, la danza, el periodismo, Internet y demás medios de manifestación cultural y artística:
La mitocrítica, disciplina que estudia los mitos (la mitología los contiene, como un panteón sus estatuas), es por naturaleza interdisciplinar: aúna las aportaciones de la teoría literaria, la historia de la literatura, las bellas artes y los nuevos modos de difusión en la era de la comunicación. Asimismo acomete su objeto de estudio desde su interrelación con otras ciencias humanas y sociales, de manera particular la sociología, la antropología y la economía. Se justifica entonces la necesidad de un acercamiento, de una metodología que permita comprender la complejidad del mito y sus manifestaciones en la época contemporánea.3
La mitocrítica cultural se ha demostrado particularmente apta para el análisis de los mitos en la época contemporánea, cuyo estudio difiere considerablemente del realizado hasta la actualidad. Losada distingue tres factores o “lógicas” principales que la mitocrítica cultural debe tener en cuenta para poder realizar un análisis apropiado de los mitos en las manifestaciones culturales contemporáneas: la lógica de la globalización, la lógica de la inmanencia y la lógica del consumo. Estos tres factores modifican el carácter tradicional de los mitos y deben ser analizados con detenimiento tanto para comprender la epifanía mítica actual como la cultura contemporánea.
Globalización social[editar]
La globalización y, particularmente, la lógica de la globalización, sin la cual es imposible concebir el mundo contemporáneo, ha afectado enormemente a la mitología. Por eso la mitocrítica cultural debe partir de dos realidades incuestionables: la primera, que los nuevos soportes tecnológicos se han hecho accesibles para el público general; la segunda, que los mitos tradicionales evolucionan y, consecuentemente, requieren un análisis desde nuevas perspectivas.
Las adaptaciones y reescrituras de los mitos tradicionales, así como la creación de nuevos mitos, exigen ampliar las perspectivas del investigador hasta adaptarlas al mundo globalizado. La mitocrítica debe tener en cuenta que las tecnologías de la información aportan una nueva cosmovisión y están fuertemente implicadas en la producción de ideologías que reconfiguran tanto la percepción como la creación de literatura y arte.
Lógica de la inmanencia[editar]
Tradicionalmente, todas las religiones han contenido mitos que, al igual que su mensaje y su doctrina, estaban relacionados con el concepto de trascendencia. El mito se utilizaba para transmitir una serie de valores culturales, sociales, políticos o éticos; es tarea de la mitocrítica generar las herramientas apropiadas para comprender la trascendencia asociada a cada mito.
El contexto cultural ha cambiado enormemente, de manera particular desde el siglo XX. En la actualidad, dice Losada, “la cosmovisión inmanente ― aceptación tácita de un horizonte intrascendente en el imaginario individual y colectivo ― es mayoritaria en la sociedad occidental contemporánea.” 4
Los mitos modernos ― como los mitos antiguos y medievales con sus respectivos tiempos ― interactúan con los tiempos modernos; cada uno es heredero de su tiempo. Dado que no hay mito sin trascendencia, ni modernidad sin cuestionamiento de la trascendencia, el conflicto es inexorable. Por eso la mitocrítica hoy no puede ignorar la tensión de vectores que se atraen o se repelen: a la trascendencia tradicional del mito, la multiforme modernidad opone la inmanencia absoluta, la inmanencia relativa, la trascendencia inmanente y la trascendencia sagrada.5
Es labor de la mitocrítica cultural explorar todas las derivaciones ideológicas que la inmanencia contemporánea proyecta sobre la trascendencia tradicional. El concepto de inmanencia debe ser tenido en cuenta para poder analizar las nuevas formas del mito. En consonancia con este cambio de paradigma ideológico, las reescrituras de los relatos míticos son mayoritariamente subversivas.6
Lógica del consumo[editar]
La relación entre la sociedad consumista y su impacto en los temas míticos parte de un hecho: el mito se ha convertido en un producto de consumo, incluso una mercancía básica y genérica destinada a uso comercial, sujeta a las leyes de oferta y demanda. Losada explica cómo las compañías publicitarias tratan de ligar sus productos a mitos culturales que transmiten valores deseables.
Una característica inherente a esta sociedad de consumo es la naturaleza efímera de los personajes célebres y objetos sometidos a un “proceso de mitificación”, es decir, de los nuevos mitos. Esto afecta enormemente a las estrellas de música o cine, las cuales en ocasiones se envuelven en un aura de excepcionalidad solo para luego perderla con la misma rapidez con la que la adquirieron.
Los "Mlabri" o "Mrabri" son un grupo étnico de Tailandia y Laos considerados "el pueblo más interesante y menos estudiado en el sudeste asiático". Actualmente, se cree que viven 300 o menos personas relacionadas genéticamente con este pueblo, aunque algunas estimaciones dan números cercanos a 100 personas.
La tribu, cazadores nómadas y pastores, tiene su espacio entre el norte de Tailandia y la frontera con Laos. El grupo de Tailandia vive cerca de los Hmong y los Thai. El grupo de Laos también vive cerca de otros grupos étnicos.
Etimología[editar]
El nombre Mlabri es una alteración de la palabra Mrabri, que parece provenir del término Khmuic que significa "gente del bosque".
Genética[editar]
Los Mlabri son probablemente la única comunidad humana con efecto fundador extremo que se conoce. Según la historia relatada por una tribu vecina (que, al contrario que ellos, es sedentaria y practica la agricultura) los Mlabri son los descendientes de un niño y una niña que fueron abandonados río abajo hace 1000 años. En 2005 se realizaron pruebas de ADN a varios individuos de la tribu que arrojaban conclusiones concordantes con esta historia: 58 de los 300 Mlabri existentes presentaban cierta secuencia genética idéntica (algo nunca visto en otra población humana) y de acuerdo con la genética, descendían de una sola mujer inicial y menos de 4 hombres, quizás uno solo.
Estilo de vida[editar]
Los Mlabri tienen un estilo de vida extremadamente primitivo. Son nómadas y no tienen verdaderas casas, construyen refugios temporales con hojas de palmeras y cañas de bambú. Son cazadores y pastores, aunque la mayor parte de sus alimentos provienen de la ganadería.
Tienen pocas ceremonias sociales y no tienen una religión oficial, aunque creen en unos pocos espíritus del bosque y en algunos espíritus de elementos (agua, fuego, etcétera). Carecen de leyendas, canciones o danzas, si bien a veces cantan jugando, improvisando. Los matrimonios se concluyen después de la petición, sin dote. Los muertos son quemados cerca de donde murieron antes de que la tribu siga moviéndose.
El antropólogo austríaco Hugo Adolf Bernatzik publicó su estudio etnográfico Die Geister der Gelben Blätter. Forschungsreisen in Hinterindien1 en 1938, donde reflejó sus profundas observaciones de esta tribu, con la que contactó en las junglas que se extienden entre los anchurosos valles del Mekong y el Menan. Sus vecinos los conocen como los Phi Tong Luang (Espíritus de las Hojas Amarillas), por su carácter esquivo y huidizo y su costumbre de vivir en sencillos refugios de hojas de palma abanicada, que abandonaban cada cuatro o cinco días, y de los que sólo queda un resto de hojas amarilleadas y marchitas.
Bernatzik dice que los Phi Tong Luang se llaman a sí mismos "yumbri", palabra que en su lengua significa "hombres de la jungla". Los grupos con los que contactó eran todos pequeños, formados por entre 3 y 11 personas; ninguno de ellas pasaba de los 50 años, nadie se acordaba de sus abuelos y no encontraron a un solo individuo que tuviese vivos todos los parientes más próximos, pues las muertes por tigres, osos, picaduras de cobras reales, caídas de árboles y ataques de pueblos vecinos eran muy frecuentes. Se alimentaban de frutos, raíces, bayas, hojas, brotes de bambú, médula de palmera y tubérculos. Capturaban algunos pequeños animales, pero apenas usaban armas. No practicaban la agricultura -los espíritus se lo prohíben-, y conseguían algunos alimentos -arroz, carne, sal- por trueque con otros pueblos, como los meo. Los grupos que Bernatzik visitó no poseían vocablos para expresar los números, ni términos equivalentes a los de par, docena, etcétera; únicamente usaban los conceptos de mucho (nakobe) y poco (neremoy). Algunos usaban las denominaciones numéricas de los laotienses o de los meo, pero al parecer las utilizaban arbitrariamente y desconocían su valor.
Modernidad conductual
Los términos modernidad conductual (del inglés behavioral modernity), conducta moderna2 y comportamiento moderno3 son expresiones de un concepto utilizado en ciencias sociales (particularmente antropología, arqueología y sociología) para referirse a una serie de rasgos que distinguen al comportamiento o conducta4 (behaviour) de los humanos modernos del de sus antecesores y del de otras líneas extintas de la evolución humana (y que podrían incluso relacionarse con las causas que provocaron la extinción del Homo neanderthalensis, con quien Homo sapiens llegó a coexistir). Tales rasgos, todos estrechamente vinculados con el origen del lenguaje, son esencialmente: el pensamiento simbólico,5 la elaboración de conceptos abstractos, la capacidad relacional,6 el interés por la comprensión de los fenómenos naturales, la creatividad y la transmisión cultural (incluyendo la explosión de la producción artística del Paleolítico Superior7 y de elementos rituales como las prácticas funerarias, sean o no parte de lo que pudiera considerarse como creencias religiosas8).9 El proceso habría ocurrido contemporáneamente a la primera expansión de las migraciones humanas por todo el Viejo Continente así como por Australia y Nueva Guinea.10 Así habría surgido la primera especie biológica autoconsciente11 de modo que pudo dominar su propio destino y evolucionar culturalmente.12
Teorías opuestas[editar]
Una de las principales dificultades metodológicas para dilucidar las cuestiones relativas a este tema, reside en el hecho de que, a diferencia de huesos y artefactos, "el comportamiento no fosiliza",13 aunque puedan rastrearse sus efectos en la cultura material.
Hay esencialmente dos teorías opuestas sobre la modernidad conductual.14
- La primera sostiene que surgió de improviso hace unos 50.000 años, probablemente como resultado de una mutación genética mayor o como resultado de una reorganización del cerebro humano que condujo a la emersión del lenguaje natural humano moderno. 15 Los que proponen esta teoría se refieren a estos eventos con expresiones como Great Leap Forward16 ("gran salto adelante"),17 The Human Revolution ("la revolución humana"),18 Upper Paleolithic Revolution19 ("Revolución del Paleolítico Superior", concepto comparable a los de Revolución Neolítica y Revolución Industrial) o Creative Explosion ("explosión creativa").20
- La segunda teoría sostiene que no hubo ninguna revolución singular, fuera cognitiva o tecnológica; sino que el comportamiento humano actual es el resultado de una gradual acumulación de conocimientos, capacidad y cultura, que ocurrió a lo largo de centenares de miles de años.21 Entre los que la proponen estarían Stephen Oppenheimer (Out of Eden o The Real Eve),22 y John Skoyles y Dorion Sagan (Up from Dragons: The evolution of human intelligence).
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