Origen del término[editar]
Del italiano catafalco, y éste del latín vulgar catafalicum, a su vez de:
- el griego κατά (katá), "junto a".
- el latín fala, "andamio", probablemente de origen etrusco.2
Descripción[editar]
El catafalco solía tener una base rectangular o poligonal y elevarse varios centímetro del suelo, a veces trasformándose en estructuras piramidales y escalonadas de varios metros o incluso en pequeños templetes. Se decoraba con esculturas, relieves, cirios, candelabros o incensarios, así como con varios símbolos cristianos (cruces), fúnebres (esqueletos) o elementos que aludían a las virtudes del difunto. En algunas ocasiones podía cubrirse con un dosel o baldaquino. Se adornaba con los habituales colores de luto: negro, violeta o plateado o con los colores propios del cargo del difunto, como en el caso de los Papas, cuando se decora en rojo, color pontificio.
Los materiales eran casi siempre peribles, maleables y poco costosos, como madera, yeso o cera, que con frecuencia se recubrían con suntuosas telas. Dado que se trataba de obras efímeras, los catafalcos eran desmontados después de los funerales y sus partes y materiales re-aprovechados para otras exequias solemnes o celebraciones cortesanas.3
El catafalco a menudo se puede confundir con el castrum doloris (del latín, lit. "castillo de dolor"), que estrictamente hablando son todas las estructuras y decoraciones que rodean al catafalco con el sarcófago.
El uso de grandes catafalcos ya está documentado en la Antigüedad, pero solo se recupera en Europa a partir del siglo XV, siendo Italia el origen de esta recuperación. En España, las exequias de Carlos V en 1558 son las primeras en usar un catafalco.3
Sin embargo, es a finales del siglo XVII, en época barroca, cuando los catafalcos adquieren en Europa proporciones monumentales, siendo además decorados con gran profusión y detalle, por lo que pueden llegar a considerarse ejemplos de arquitectura efímera.
En España, uno de los primeros grandes catafalcos fue el levantado en honor de Felipe III por Juan Goméz de Mora, que seguía una sobria inspiración herreriana. Con el catafalco de Felipe IV, obra de Sebastián Herrera Barnuevo y elevado en 1666, se produjo un claro giro hacia formas más barrocas.4 Sin embargo, el que José de Churriguera diseñó para la reina María Luisa de Orleans en 1689 anunciaba ya la exuberancia y el exceso churrigueresco que dominarían los catafalcos regios hasta bien entrado el siglo XVIII, y que tendrían su máximo exponente en los concebidos por Teodoro Ardemans. Los catafalcos diseñados por Giovanni Battista Sachetti a finales del reinado de Felipe V y durante el de Fernando VI ya optaron por soluciones menos castizas y más clasicistas, de clara impronta italiana.5
En Francia, el primer gran catafalco, o machine à l'italienne, fue erigido en Saint Denis en 1669, en honor a Enriqueta María de Inglaterra y el apogeo llegó con el monumental túmulo en honor a la reina María Teresa de Austria en Notre Dame, diseñado por Jean Bérain en 1683.6
En el último tercio del siglo XVIII, el catafalco adoptó formas claramente antiquizantes, con masas claras, formas depuradas y detalles neoclásicos (roleos, pebeteros, guirnaldas o drapeados). Clara muestra de ello es el catafalco para María Teresa de Austria elevado en Notre Dame en 1781 y diseñado por el afamado Pierre-Adrien Pâris,7 o el túmulo en honor de Carlos III construido en 1789 en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma; en él, su arquitecto, Giuseppe Pannini, optó por realizar una versión reducida de los templos de Paestum.8
Los grandes catafalcos continuaron usándose a lo largo de todo el siglo XIX e inicios del XX, tanto en exequias de soberanos como Vittorio Emanuele II de Italia, de presidentes como Sadi Carnot o de celebridades como el torero José Gómez Ortega.
Funerales de
Sadi Carnot en el
Panteón (1894). El catafalco se aprecia al fondo, en el interior del templo.
Sobre el catafalco se colocaban los restos mortales del difunto ya sea directamente sobre él, o bien, dentro de un sarcófago, ataúd o similar, que podía estar abierto o no. Este arreglo se hacía durante las ceremonias previas al enterramiento, que podían durar días, para rendir honras fúnebres al finado.
En otros casos el catafalco se erigía para honrar al difunto, sin que por ello contuviera sus restos, tal es el caso de los catafalcos erigidos en las iglesias para conmemorar la muerte de soberanos. Por ejemplo, en el caso de la muerte de Carlos III en 1788 se erigieron catafalcos en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, en la catedral de Barcelona, en la catedral de Sevilla, en la catedral de Guatemala, en la iglesia de la Merced de Sevilla, en la catedral de Lima, en la catedral de Puebla y en la catedral de Granada. Ninguno de estos catafalcos contenían los restos del monarca, que se expusieron el salón del Trono del Palacio Real de Madrid.
Se conoce como caza y recolección al sistema de sustento del Paleolítico y Mesolítico, practicado aún por algunos pueblos. La caza y recolección fue la primera adaptación de la humanidad que se llevó a cabo con éxito, ocupando al menos el 90% de la historia de la humanidad.1 Solamente algunas sociedades contemporáneas han sido clasificadas como sociedades cazadoras y recolectoras, y complementan su actividad con la horticultura y el cuidado de los animales.
La especie humana, desde su existencia hace 300 000 años hasta hace diez mil años, sobrevivía mediante la caza y la recolección. Aproximadamente una treintena de individuos, unidos por el parentesco, cazaban rumiantes y recolectaban frutos y semillas silvestres. Este sistema no se diferencia actualmente de la forma de vida de otras especies de mamíferos depredadores.
En esos 300 000 años, la característica principal fue el aumento del volumen del cerebro, es decir, que la capacidad de almacenar y transmitir han sido necesarias para la supervivencia; sobrevivían los humanos con mayor cerebro, que eran los que organizaban grupos para cazar, los que informaban de algún peligro y los que diseñaban estrategias ofensivas o defensivas. Dicha capacidad de comprensión y comunicación ha sobrevivido hasta la organización de la sociedad y economía actual.
Paleoantropología[editar]
La visión de la antropología que predominaba en los años 60 era la idea de que los cazadores-recolectores representaban a la gente que vivía durante la Edad de Piedra.Eran una especie de fósiles vivientes.Fue en la década de 1980 cuando los investigadores y los críticos se cuestionaron este punto de vista.
Esta idea de que las poblaciones vivieran aisladas de los pueblos productores y que consumían lo que la biocenosis les proporcionaba contradecía a las hipótesis que hasta ese momento se aceptaban.
En el estudio de los pueblos primitivos, la etnografía se aplicaba a los análisis ideográficos, que proporcionaban informes de dichos pueblos y su vida social. La diferencia entre etnografía y Prehistoria es que la etnografía deriva su conocimiento a partir de la observación y del contacto directo con el pueblo investigado, en cambio la Prehistoria deriva su conocimiento a partir de los elementos que se encuentran dispersos.
Normalmente cultura es confundido con la forma de vida social, y los antropólogos la definen como «el proceso mediante el cual una persona adquiere contacto con otras personas, elementos materiales, conocimiento, habilidad, ideas, creencias, gustos y sentimientos».
Existen diferentes acepciones para cultura, aunque todas tienen en común que es algo aprendido y permite al hombre adaptarse al ambiente natural. Según otras definiciones, como por ejemplo la de E. B. Tylor, «es el conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, ley, costumbre, y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembros de una sociedad». En otra definición, cultura es «la parte del ambiente hecha por el hombre», donde va implícito el reconocimiento de que la vida del hombre transcurre en dos escenarios, que son el natural (o hábitat) y el social.
En algunas sociedades se transmite generación tras generación dicho conocimiento según la tradición cultural. La comprensión, la utilización del lenguaje y las ideas también se transmiten.
En este sentido, la cultura es un sistema integrado por las normas de conducta aprendidas, que son características de los miembros de una sociedad. Constituye el modo de vida de los grupos sociales, y por lo tanto, es un fenómeno humano. Entre todas las criaturas del reino animal, solamente el hombre es el único capaz de elaborar, conservar y transmitir la cultura.
A lo largo de varios millones de años el hombre desarrolló culturas más complejas para modificar sus condiciones de vida. Los lugares habitados informan sobre el tamaño de las agrupaciones sociales gracias a los restos óseos, de talla, útiles o ceniza, y los modos de vida de los pueblos desaparecidos, pero no informan sobre las costumbres, actitudes y creencias que conforman la cultura. Los pueblos primitivos actuales sí pueden llegar a informar sobre la cultura debido a su capacidad de habla.
Los Cazadores-recolectores anatolios (AHG, por sus siglas en inglés) fueron una población humana del Epipaleólitico que habitó en Anatolia central en el 13,642–13,073 a. C.. Esta población constituye la principal contribución genética ancestral de los europeos actuales.
Introducción[editar]
Restos del primer cazador-recolector anatolio descubierto. Datado en 13,642–13,073 cal a. C.
La existencia de esta población antigua se ha inferido1 mediante el análisis genético de los restos de un individuo varón procedente del sitio de Pınarbaşı (37° 29'N, 33°02'E), en Anatolia, que ha sido datado en 13,642–13,073 cal a. C. . Se trata de una población genéticamente diferenciada del resto de las poblaciones conocidas del Pleistoceno.
Se ha descubierto que las poblaciones del neolítico anatolio derivan una porción significativa de su ascendencia de los AHG, lo que sugiere que la agricultura fue adoptada in situ por estos cazadores-recolectores y no difundida démicamente en la región.
Análisis de componentes principales, localización y edad de los individuos analizados en Feldman et al. 2019. Se pueden ver las afinidades genéticas de los cazadores-recolectores anatolios con otras poblaciones antiguas.
Autosomalmente,1 en el análisis de componentes principales el AHG analizado resulta ser próximo a dos poblaciones anatolias posteriores, los agricultores anatolios acerámicos (AAF, por sus siglas en inglés) de 8300–7800 a. C. y los agricultores anatolios cerámicos (ACF, por sus siglas en inglés) de 7000–6000 a. C. Estos agricultores anatolios tempranos posteriormente se impondrían genéticamente a los cazadores-recolectores europeos en Europa, para terminar constituyendo la principal contribución genética a las poblaciones europeas actuales, en especial a las del Mediterráneo. Además, su posición en este análisis es intermedia entre los agricultores natufienses y los cazadores-recolectores occidentales (WHG, por sus siglas en inglés). Este último punto es confirmado por los métodos ADMIXTURE y qp-Adm y confirma la presencia de cazadores-recolectores de ambos orígenes europeos y próximo-orientales en Anatolia central en el Pleistoceno tardío. En lo relativo a su proximidad genética a los WHG, se ha comprobado que la proximidad es mayor con el llamado grupo de Villabruna, que vivió en Europa hace 14.000 años, y en particular con el individuo conocido como Iron Gates HG, procedente de los Balcanes. El estudio detallado de estos resultados sugiere que está afinidad no se debe a un flujo genético desde los AHG hacia los antepasados del grupo de Villabruna, sino al contrario: hubo un flujo genético entre los antepasados del grupo de Villabruna y los antepasados de los AHG.
Marcadores uniparentales[editar]
Este individuo analizado pertenece al haplogrupo C1a2 del cromosoma Y,1 perteneciente a su vez al haplogrupo C. El haplogrupo C1a2 ha sido hallado en alguno de los WHG tempranos. También se ha podido observar que este individuo pertenece al haplogrupo K2b mitocondrial.1 Ambos linajes paterno y materno son minoritarios en las poblaciones euroasiáticas actuales.
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