miércoles, 29 de julio de 2015

Historia por países - Botsuana

HISTORIA (s) DE BOTSWANA

Los Khoisan (Bushmen) fueron los primeros habitantes de lo que es ahora Botswana, siendo hoy día una población minoritaria, en tanto que la mayoría pertenece al pueblo Tswana.
A comienzos del año 1820, la región fue perturbada por la expansión Zulu y su vástago, los Ndebele. Sin embargo, Khama, jefe de los Ngwato (el clan Tswana más grande), frenó las depredaciones Ndebele y estableció un Estado unificado. Más tarde, ya a finales del siglo XIX, una nueva amenaza apareció para Botswana con la incursión de los Boers (Afrikaners) del vecino Transvaal. Al descubrirse oro en la región en 1867, el gobierno de Transvaal intentó anexionarse algunas partes de Botswana. Aunque los británicos prohibieron dicha anexión, los Boers continuaron usurpando tierras nativas durante los siguientes 20 años.
Ante el avance alemán desde Africa Occidental (Namibia) en la carrera de las potencias europeas por ocupar el máximo territorio africano, los británicos propusieron (1884-1885) a Khama, el establecimiento de un Protectorado, que se llamaría Bechuanaland. En 1895, algunas zonas del sur fueron incorporadas a la Colonia del Cabo. Hasta las 1961, Bechuanaland fue administrado por un comisionado residente en Mafikeng, Sudáfrica, que era responsable ante el Alto Comisionado Británico para Africa del Sur. Aunque durante decenios, Gran Bretaña mantuvo la posibilidad de una futura incorporación de Bechuanaland a la Unión Sudafricana, mantenía al mismo tiempo, el criterio de que antes de una decisión en ese sentido, debería ser consultada la población de Bechuanaland. El levantamiento en 1948, del Partido Nacional en Sudáfrica y el desarrollo del régimen del apartheid durante los años siguientes fue aumentando la oposición británica a la incorporación de Bechuanaland a Sudáfrica.
Aunque Bechuanaland no creó ningún movimiento independentista, Gran Bretaña le concedió la autonomía en 1965 y la independencia plena el  30 de septiembre de 1966. Poco después, Botswana se convirtió en miembro de las Naciones Unidas. Seretse Khama, nieto de Khama, fue elegido como primer Presidente. Tras la Independencia, el país mantuvo generalmente buenas relaciones con sus vecinos, el gobierno blanco sudafricano y se negó a permitir que su territorio sirviera de base para la guerrilla que combatía el gobierno del Apartheid. Sin embargo, más adelante, Botswana sirvió de refugio para la guerrilla de Zimbabwe hasta su Independencia en 1980. Igualmente, daba asilo a la guerrilla del Congreso Nacionales Africano y a refugiados políticos de otros paises africanos. Esta actitud protectora le convirtió en el blanco de las represalias sudafricanas.
A lo largo de los años 70 y 80 el desempleo fue aumentado lo que hizo desarrollarse la agricultura de subsistencia. El retorno de los obreros que trabajaban en las minas sudafricanas empeoró aún más la situación. Esta situación favoreció el desarrollo del Frente Nacional de Botswana, organización que canalizaba el descontento de los trabajadores y sus deseos de cambios políticos. Sin embargo, en 1989 las elecciones dieron la mayoría al Partido Democrático de Botswana, partido gobernate, que obtuvo una mayoría aplastante en la Asamblea Nacional y permitió la reelección de Quett Ketumile Joni Masire como Presidente.

LOS BÓERES Y LOS BRITÁNICOS

En 1836, presionados por los británicos de la colonia de Ciudad del Cabo, unos veinte mil bóeres emprendieron La Gran Expedición cruzando el río Vaal hacia el territorio batsuana y zulú, y establecieron allí sus granjas, desplazando a los aldeanos locales.
Acostumbrados a establecer vínculos comerciales con holandeses y portugueses, los bóeres crearon su propio Estado libre que gobernó la república de Transvaal; este movimiento fue ratificado por los británicos en la Convención de Sand River de 1852. Con ello, los batsuana quedaron bajo el dominio de la llamada nueva República Sudafricana, originando un período de rebelión y fuerte opresión. Tras enormes pérdidas humanas y territoriales, los jefes batsuana solicitaron a los británicos protección contra los bóeres.
Sin embargo, Gran Bretaña estaba muy ocupada con África meridional y no tenía prisa por apoyar a un país de dudosos beneficios. Al contrario, ofreció actuar como árbitro en la disputa. Sin embargo, hacia 1877, la animadversión contra los bóeres había alcanzado un nivel tan peligroso que los británicos accedieron y se anexionaron a Transvaal, provocando la Primera Guerra Anglo-bóer. El conflicto duró hasta la Convención de Pretoria de 1881, cuando los británicos se retiraron de Transvaal a cambio de que los bóeres juraran lealtad a la Corona Británica.
Con los británicos fuera de su camino, los bóeres volvieron a dirigirse hacia el norte, hasta el territorio batsuana, avanzando hacia el oeste hasta la cuenca del Molopo. En 1882, los bóeres lograron someter las ciudades de Taung y Mafikeng y proclamaron las repúblicas de Stellaland y Goshen. Podrían haber llegado más lejos de no ser por un importante acontecimiento que cambiaría la política de la región: la anexión de África del Sudoeste (la actual Namibia) por parte de los alemanes en la década de 1890.
Ante la amenaza de que la alianza germano-bóer en el Kalahari pudiese arrebatarles el sueño de expandir sus intereses hasta Rodesia –la actual Zimbabue, rica en minerales–, los británicos empezaron a atender muy seriamente a las demandas de protección de la etnia batsuana. En 1885 proclamaron un protectorado sobre sus aliados setsuana, conocido como la Colonia de la Corona Británica de Bechuanalandia.

CECIL JOHN RHODES

La expansión británica en África meridional adoptó la forma de una empresa privada bajo los auspicios de la Compañía Británica de Sudáfrica (BSAC, en sus siglas inglesas), propiedad del millonario empresario Cecil John Rhodes.
Hacia 1889 Rhodes ya tenía su parte en la industria minera de diamantes en Kimberley, Sudáfrica, y estaba convencido de que otros países africanos poseían depósitos minerales similares esperando ser explotados. Pretendía hacerlo mediante un sistema de concesiones de tierra, que consistía en ofrecer tierras a bajo precio a empresas privadas y colonizar así nuevos territorios para la Corona. El sistema fue explotado por Rhodes, que obtuvo de forma fraudulenta grandes extensiones de tierra de los jefes locales. Por su parte, los británicos cerraron los ojos, pues esperaban poder transferir todo el protectorado de Bechuanalandia a la BSAC y rebajar el coste de la administración colonial.
Al percatarse de las aspiraciones de Rhodes, tres jefes batsuana, Bathoen, Khama III y Sebele, acompañados por un misionero simpatizante, W. C. Willoughby, viajaron a Inglaterra para pedir directamente al Parlamento británico la continuación del control del gobierno de Bechuanalandia. En vez de pasar a la acción, el ministro de las colonias Joseph Chamberlain les recomendó que se pusieran en contacto con Rhodes y lo solucionaran entre ellos. Luego, Chamberlain decidió olvidarse del tema y se marchó de vacaciones.
Por supuesto, Rhodes se mantuvo inflexible, por lo que la delegación se dirigió a la London Missionary Society (LMS), que montó una campaña para llevar el asunto al público británico. Por el temor de que la BSAC permitiera el alcohol en Bechuanalandia, la LMS y otros grupos cristianos dieron su apoyo al devoto Christian Khama y su séquito. El público británico consideraba que era la Corona quien debía administrar el Imperio, y no el controvertido Cecil Rhodes. Cuando Chamberlain regresó de sus vacaciones, la presión pública había llegado a tal nivel que el Gobierno se vio obligado a acceder a las peticiones de los jefes. Chamberlain aceptó continuar con la administración británica en Bechuanalandia, cediendo únicamente a la BSAC una pequeña franja del sureste (hoy en día conocida como Tuli Block) para construir una línea de ferrocarril hacia Rodesia.

ERA COLONIAL

Hacia 1899, Gran Bretaña había decidido que ya era hora de consolidar los estados de África meridional y declaró la guerra a Transvaal. Los bóeres fueron vencidos en 1902, y en 1910 se creó la Unión de Sudáfrica, que incluía Natal, la Colonia de El Cabo, Transvaal y el Estado Libre, con la intención de incorporar Bechuanalandia y Rodesia en el futuro.
Gracias a la venta de ganado, animales de tiro y cereales a los europeos que se dirigían hacia el norte en busca de tierras de labranza y minerales, Bechuanalandia gozaba de un grado inicial de independencia económica. Sin embargo, la construcción de un ferrocarril que cruzaba Bechuanalandia hacia Rodesia y un grave brote de fiebre aftosa en la década de 1890, destruyeron el comercio de tránsito. Este hecho, sumado a varias sequías y la necesidad de dinero en efectivo para pagar los impuestos británicos, hizo que muchos batsuana se vieran obligados a salir de Sudáfrica en busca de trabajo en granjas y minas; hasta un 25% de la población masculina de Botsuana se marchó del país a la vez. Esto aceleró la desaparición de los modelos tradicionales de labranza y debilitó el poder de los jefes.
El Gobierno británico seguía considerando el protectorado como una entidad temporal, a la espera de entregarla a Rodesia o a la nueva Unión de Sudáfrica. Por consiguiente, las inversiones y el desarrollo administrativo en el territorio se mantuvieron bajo mínimos. Incluso, cuando en la década de 1930, se pretendió reformar la Administración o iniciar un desarrollo agrícola y minero, los principales jefes setsuanas se opusieron firmemente, alegando que sólo aumentarían el control colonial. Así que el territorio permaneció dividido en ocho reservas “tribales” autoadministradas, cinco bloques de granjas de colonos blancos, y el resto catalogado como tierras “de la Corona” (es decir, estatales). De forma similar, la capital administrativa, Mafikeng, que en realidad se encontraba fuera de los límites del protectorado, en Sudáfrica, permaneció donde estaba hasta 1964.

INDEPENDENCIA

El grado de subordinación de Botsuana a los intereses de Sudáfrica durante este período quedó claro en 1950. En un caso que provocó controversia política en Gran Bretaña y en todo el Imperio, el Gobierno británico cesó a Seretse Khama de la jefatura de Ngwato y lo exilió durante seis años. Este hecho, como después han revelado unos documentos secretos, se llevo a cabo para calmar al Gobierno de Sudáfrica que se oponía al matrimonio de Seretse con una mujer británica, en una época en que la segregación racial estaba vigente en el país.
Este entrometimiento no hizo más que aumentar la creciente agitación política, y durante las décadas de 1950 y 1960 empezaron a surgir los partidos políticos batsuana que fomentaban la idea de la independencia. Tras la masacre de Sharpeville en 1960, los refugiados sudafricanos Motsamai Mpho del Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas inglesas) y Philip Matante, un predicador afiliado al Congreso panafricano, se unieron a K. T. Motsete, un profesor de Malaui, para formar el Partido Popular de Bechuanalandia (BPP, en sus siglas inglesas). Su principal objetivo era la independencia.
En 1962, Seretse Khama y el granjero Kanye Ketumile “Quett” Masire formaron el moderado Partido Democrático de Bechuanalandia (BDP, en sus siglas inglesas), que formuló un programa para la independencia, obteniendo el apoyo de los jefes locales como Bathoen II de Bangwaketse, y la Botsuana tradicional. El BDP también reclamaba el traspaso de la capital a Botsuana (de Mafikeng a Gaborone) y una nueva constitución no racial.
Los británicos aceptaron el plan pacífico de traspaso de poderes del BDP, y Khama fue elegido presidente en las elecciones generales de 1965. El 30 de septiembre de 1966, el país, la República de Botsuana, obtuvo la plena independencia.
Seretse Khama gobernó Botsuana con mano firme durante sus primeros 14 años de independencia. Garantizó la plena propiedad continuada sobre las tierras de los campesinos blancos y adoptó una posición estrictamente neutra frente a Sudáfrica y Rodesia, hasta casi el final de su presidencia. El motivo, por supuesto, era la dependencia económica de Botsuana del gigante del sur, desde donde importaba la mayor parte de sus alimentos y donde trabajaban muchos batsuana en las minas de diamantes. Sin embargo, Khama rechazó intercambiar embajadores con Sudáfrica y desaprobó oficialmente el apartheid en círculos internacionales.

POLÍTICA MODERNA

Sir Seretse Khama falleció en 1980, pero su Partido Democrático de Botsuana, anterior Partido Democrático de Bechuanalandia, sigue teniendo una considerable mayoría en el Parlamento nacional. Sir Ketumile Quett Masire, sucesor de Khama como presidente de 1980 a 1998, siguió el camino marcado por su antecesor y continuó aplicando, con cautela, políticas pro-occidentales. Festus Mogae mantuvo en gran medida esta tendencia entre 1998 y 2008.
Durante los últimos 40 años, el Partido Democrático de Botsuana ha gestionado con inteligencia la lluvia de diamantes caída sobre el país. Los dólares generados se han invertido en infraestructuras, educación y sanidad. Se ha permitido el desarrollo de negocios privados y se han aceptado las inversiones extranjeras. De 1966 a 2005, la economía de Botsuana creció más rápido que la de ningún otro país del mundo.
El 1 de abril de 2008, Festus Mogae cedió la presidencia al vicepresidente Ian Khama –hijo de sir Seretse Khama–, cambio que generó ciertas quejas, puesto que Khama nunca fue elegido presidente. Desde que asumió el poder, Khama ha adoptado duras medidas contra el alcohol, exigiendo toques de queda más tempranos a los bares (unas veces respetados y otras, no). Además, Khama, ex comandante de la Fuerza de Defensa de Botsuana, designó a varios colegas militares y policías para puestos del Gobierno tradicionalmente ocupados por civiles. Por ejemplo, en 2009, un antiguo comandante de la policía fue nombrado director de BTV, el canal de televisión nacional, lo que provocó las protestas airadas de los periodistas locales, preocupados por las injerencias del Gobierno a la hora de recavar noticias.
El 16 de octubre de 2009, Ian Khama tomó juramento, después de que su partido, el Partido Demócrata de Botsuana, ganara las elecciones –tal y como se esperaba– con 45 de los 57 escaños del Parlamento; lo más notable de las elecciones, sin embargo, fue la remodelación de los terceros partidos.

Los primeros habitantes de la actual Botswana fueron probablemente antepasados de los san (también conocidos como bosquimanos), cazadores y recolectores, que hoy habitan las estepas semiáridas de Botswana sudoccidental; y de los khoikhoi, provenientes del norte. Tribus de lengua bantú llegaron a la región en el primer siglo a.C. Los antepasados de los tswana, (hoy nación mayoritaria), se instalaron entre los siglos XI y XII en las llanuras del Río Vaal (hoy provincia sudafricana del Transvaal). Los tswanas se fundieron en ocho clanes poderosos. Las rivalidades entre clanes no permitieron a los tswana crear un reino como otras naciones en África del sur.
La historia de Botswana, es la historia del desierto de Kalahari, intermediario entre la poblada sabana del noreste y las despojadas estepas del suroeste. El tránsito precolonial posibilitó asentamientos de los británicos, holandeses y portugueses desde el siglo XVIII.
En 1840, se asentaron en el este de Botswana los colonos holandeses boers (conocidos también como afrikaaners), que huían de los ingleses establecidos en Ciudad del Cabo. Los boers (agricultores) disputaron las escasas tierras fértiles con los tswanas, provocando además conflictos entre éstos y los zulúes a los que los colonos expulsaron del sur de África. En 1895 tres reyes tribales Tswana fueron a Londres buscando apoyo contra los boers y contra la expansión alemana por el sudoeste africano. Botswana se transformó desde allí en un protectorado británico. Los reyes debieron conceder, a cambio de protección, que la Compañía Británica de Sudáfrica, construyera una vía férrea entre sus tierras y Zimbabwe. La tutela inglesa impidió la absorción política por parte de Sudáfrica, pero facilitó la dominación económica de los boers.
A comienzos del siglo XX, el 97% de la población vivía en el campo y cada familia poseía al menos un par de vacas; los más ricos tenían bueyes para arar la tierra. En 1966, cuando Botswana logró su independencia, la población urbana llegó al 15% y casi el 40% de los habitantes rurales no poseía ganado. Debido a la concentración económica los afrikaaners dominaron la agricultura y controlaron el 60% de las exportaciones de carne.
Entre 1978 y 1988, Botswana se transformó en el tercer mayor productor de diamantes del mundo, después de Australia y la actual República Democrática del Congo, y la economía del país creció a un ritmo récord de 12% al año.
En 1985, hubo repetidas escaramuzas en la frontera con Sudáfrica por el apoyo que el gobierno de Botswana prestó a la lucha del Congreso Nacional Africano (ANC) contra el apartheid. En 1987 Sudáfrica presionó bloqueando las rutas que la unen con Gaborone, la capital de Botswana.
En 1989, el gobierno enfrentó sucesivos problemas económicos y políticos, más que nada, por la merma en la demanda internacional de diamantes. La corrupción gubernamental se hizo evidente y renunciaron varios ministros de Estado. En 1991, tres de los siete partidos opositores crearon el Frente Progresista del Pueblo (FPP) para oponerse al BDP; ese año, el país sufrió las huelgas más importantes desde su independencia. Los trabajadores públicos reclamaron un aumento del 154% y fueron despedidos 18 mil funcionarios estatales.
En 1992, el desempleo llegó al 25%. Tratando de aumentar la ocupación y para elevar el alicaído prestigio del BDP, el gobierno incentivó la instalación de industrias ajenas a la minería. Los conflictos internos de Namibia en la Franja de afectaron las relaciones de Botswana con su vecino. En 1999 casi 2.000 habitantes de esa franja –muchos de ellos separatistas– se refugiaron en Botswana. La decisión de darles asilo agravó las relaciones con Windhoek. Ambos países tienen además un litigio fronterizo por una isla en el río Chobe.
En 2002 el gobierno, reubicó en asentamientos al último contingente de 2.200 san, expulsándolos de las tierras que habitaron durante 30.000 años.
Alrededor de mil trabajadores de la compañía de diamantes Debswana Diamond Company fueron despedidos tras una huelga, en agosto de 2004, declarada ilegal por el gobierno, en la que reclamaron mejoras salariales. La Unión Minera de Trabajadores de Botswana (UMTB) demandó un 16% de aumento salarial y un 24% en bonos para 2004 y 2005.
En mayo de 2006 se detectó un brote altamente contagioso de fiebre aftosa al sureste del país, el área de mayor producción de carne vacuna. Las pérdidas, debido a la clausura de exportaciones y al cierre de mataderos, afectaban varios millones de dólares y amenazaban, incluso, la supervivencia de la industria de carne vacuna.
En julio de 2007, el Banco Mundial publicó su informe La gobernabilidad importa, 2007: Indicadores de la gobernabilidad en el ámbito mundial 1996-2006, que situó a Botswana entre los 16 países con mayor estabilidad política y ausencia de violencia en el mundo, y en la primera ubicación entre los países de África.

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