HISTORIA
Brasil colonial (1532-1808)
Por Julio A. Louis
Brasil colonial (1532-1808)
Por Julio A. Louis
1ª. Parte: Antecedentes
1. La prehistoria Brasil sorprende a los arqueólogos. En Piaui (noreste) se han encontrado pinturas rupestres representando cazadores con lanzas y animales. Se ha determinado posibles huellas humanas de 32.000 años. Las más antiguas en América del Norte (Lewisville) se estiman de 38.000 a 35.000. Al llegar los europeos viven entre dos y cuatro millones de aborígenes, pertenecientes a cuatro macro-etnias: la tupí-guaraní, la ges, la arawac y la caribe. La más importante, la tupí-guaraní, domina la costa atlántica desde la desembocadura del Amazonas al Río de la Plata. Son incipientes agricultores, recién salidos de la condición de cazadores y recolectores. La propiedad es de la comunidad, salvo los objetos personales. 2. La precolonización: viajes, factorías y palo brasil (1500-1532) Españoles, portugueses, franceses, ingleses y holandeses se interesan por Brasil. El primero que viaja por el litoral (principios de 1500) es Vicente Yánez Pinzón, quien toma posesión a nombre de Castilla, acto sin valor jurídico desde que rige el Tratado de Tordesillas (1494). Otra flota castellana, de Diego de Lepe (abril de 1500) va al extremo oriental del continente, desde donde se encamina al suroeste, recorriendo lo que será Pernambuco. Simultáneamente, una expedición portuguesa (doce naves, 1500 hombres) encabezada por Pedro Álvarez Cabral, llega el 22 de abril al sur del Cabo San Roque, presuntamente desviadas por corrientes marinas y tempestades de su ruta oficial al sur de África. En 1501, la expedición de la que participa el comerciante Américo Vespucio -que acababa de abandonar el servicio de la Corona de Castilla- arriba al Cabo San Roque y con rumbo sur, halla la desembocadura del río San Francisco, las futuras bahías donde se instalarán Salvador de Bahía y Río de Janeiro y bordea hasta donde se establecerá luego San Vicente (San Pablo actual). La costa desde Pará a San Vicente es portuguesa de acuerdo al Tratado de Tordesillas. Después el castellano Francisco de Orellana descubre y recorre el Amazonas (1541-1542). Pero durante los primeros treinta años (1500-1530) Portugal desprecia a Brasil que no tenía ‘nada de provecho’ según Vespucio (1503), quien interpretará que se está en un Nuevo Mundo (1507). Portugal prefiere a Oriente civilizado, muy poblado, rico y de intenso comercio. En Brasil la población es escasa y nómada, vive en la fase de la piedra lascada y produce para el autoconsumo de comunidades primitivas; empero su importancia es estratégica pues su control es una garantía del monopolio de la ruta hacia Oriente, considerando a las corrientes marinas. Comercialmente es el período extractivo del palo brasil, madera óptima para muebles y cuya tinta rojiza se exporta para la confección de manufacturas textiles en Flandes, Francia e Italia. La actividad no es muy lucrativa. Los tupinambas cortan y trasladan los palos a las factorías que los portugueses instalan en la costa y los truecan por cuchillos, hachas, ropas, etc. También se inicia el mestizaje. 2ª. Parte: La colonización de los siglos XVI y XVII 1) Períodos económicos y políticos La presencia portuguesa en Brasil abarca cuatro períodos económicos. Primero, el extractivo del palo brasil en la primera mitad del siglo XVI; segundo, el próspero de la caña de azúcar, cuya plenitud se alcanza entre mediados de los siglos XVI y XVII, inicio de la colonización costera (1530-1700). Tercero, el del oro, cuyo auge va de 1700 a 1760, centrado en las montañas del centro y oeste. Cuarto, el del café, también en la zona costera (desde 1775, prolongado hasta 1930). Además Marañón es centro productivo del algodón (1770-1820). Hay relativa correspondencia entre esos períodos y las modificaciones políticas. Al comenzar la colonización se conforman Capitanías (1532), sujetas a un Gobernador Central cuya sede será Salvador de Bahía (1549). Durante el período azucarero, se unen Portugal y España (la Unión Ibérica, 1580-1640). A fines del XVII se reagrupan las Capitanías, cada vez más subordinadas a los Gobernadores nombrados por el rey; hay un breve período en que existen dos gobernaciones en Salvador de Bahía y Río de Janeiro (1572-1577). Más adelante, de Brasil se separa el estado de Marañón, con Pará y Ceará, (1622) cuya primera capital es San Luis y luego Belén (1737). Después, en el período del oro, se tiende a mayor centralización: Brasil y Marañón se reunifican, ese Brasil reunificado se convierte en Virreinato (1720) y se traslada la capital de Salvador de Bahía a Río de Janeiro (1763). La instalación de la Corte portuguesa en Río (1808) cuando las guerras napoleónicas, indica el comienzo del fin de la colonia, proceso culminado con la creación del Imperio (1822). Además, los holandeses ocupan un tercio del Brasil colonizado durante un cuarto de siglo (1630-1654). En 1621 el Estado burgués de Holanda funda la Compañía de Indias Occidentales pensando ya que si se prohibía comerciar el azúcar de Brasil, se le invadiría. Tras una primera tentativa infructuosa (1624) ocupa parte del nordeste (Fortaleza, Recibe, Olinda, etc.). La guerra entre Portugal y España (1640) lleva a un armisticio con Holanda, en el que Portugal reconoce de hecho el Brasil holandés. 2) Estructuras e instituciones La fundación de San Vicente y el establecimiento del primer ingenio (1532) inician la colonización. Ante la presencia de los franceses (1504-1532) que constituían fortines-almacenes, Portugal se decide a colonizar (1530). Sus objetivos son eliminar a los franceses, repartir tierras y hallar plata y oro. Pero muy pronto se endeudará con Flandes, se volverá intermediario del comercio con Europa y encontrará su filón en la producción y venta del azúcar. En 1534 se crean las Capitanías Hereditarias y Juan III divide el territorio en 13. Se extienden entre 50 y 100 leguas costeras, de profundidad indefinida hacia el interior. De hecho sólo siete se fundan y únicamente prosperan Pernambuco y San Vicente. El otorgamiento tiene reminiscencias jurídicas e institucionales feudales ya que sin comprometer recursos la Corona confía la colonización a hidalgos, les dona territorios, les faculta para administrar justicia, nombrar funcionarios, esclavizar aborígenes -tras guerras violentas la esclavitud se generaliza entre 1540 y 1620 y será prohibida con magros resultados por leyes de 1570, 1595, 1609 y 1655- y repartir tierras a quienes tienen esclavos para cultivarlas (las ‘sesmarías’ son propiedades alodiales, es decir, que quien las recibe no tiene obligaciones con su donante). La Corona cede el señorío y los derechos jurisdiccionales pero no la propiedad de la capitanía y los donatarios deben pagar impuestos, asegurar la defensa militar, dominar a los tupíes. Es una forma barata de retribuir servicios pero muchos beneficiados no van. Por su parte, la Corona se reserva el monopolio del palo brasil, la introducción de esclavos negros, el quinto real sobre los metales y piedras preciosas hallados y la recaudación de los diezmos eclesiásticos. Traslada a campesinos portugueses, pero como no les otorga ni tierras ni libertad personal, ellos resisten y son reprimidos; o destierra a delincuentes, convirtiendo a Brasil en el ‘purgatorio de los blancos’ . En fin, sin emigrantes ni capitales no se avanza hasta el auge del azúcar producida por esclavos negros africanos. Si la Corona cede tanto es porque Brasil parece carente de valor y necesita hombres y capitales. Por lo tanto las Capitanías se conceden a funcionarios administrativos, nobles arruinados, mestizos (desde finales del XVI) y judíos. Los judíos merecen especial mención pues son los primeros en producir azúcar, ya desde la incipiente industria de Portugal y de sus islas del Atlántico. En Pernambuco, se asientan, se vuelven fazendeiros (plantadores), señores de ingenio, exportadores, se dedican al comercio libre y a los oficios, son agentes comerciales y recaudadores de impuestos, despachantes, mayoristas o minoristas, especuladores, vendedores ambulantes y artesanos, pero en todos los casos se contraponen a la aristocracia rural. Muchos se enriquecen, pero perseguidos y discriminados buscan escapar a la furia de la Inquisición. «Y se lanzaron con todas sus fuerzas al cultivo de las tierras, al comercio del azúcar, al casamiento con las hijas o viudas de los dueños del ingenio, o ya en la época de los holandeses, a la adquisición en ventas públicas, de los ingenios confiscados a los portugueses. Sin otra opción, muchos abjuraron de sus convicciones religiosas, haciéndose cristianos nuevos» (1). Se vive la época de la Revolución Comercial que significa el ascenso de la burguesía al poder económico, la europeización del mundo y el restablecimiento de la esclavitud (desaparecida por el 1000 en Europa) dado que el desarrollo de la minería y de las plantaciones, demanda abundante mano de obra no especializada. Vale precisar: «En las estructuras no encontramos realmente ni un régimen feudal ni un régimen señorial. [...] Se trata de ocupar un continente que, en una época ya mercantilista, es objeto de la codicia de otras potencias. Se trata de beneficiarlo, de explotarlo con esclavos -capital humano- y no con siervos adscriptos a la gleba. No se trata de crear una economía cerrada como la del gran dominio carolingio o incluso la hacienda mexicana del XVII, sino una economía agrícola de tipo comercial y especulativo» (2). Los hombres de los siglos XV y XVI al describir las características del capitalismo no tienen palabras adecuadas y emplean las viejas en un sentido nuevo, de modo que el vocabulario, el derecho antiguo y las instituciones ocultan las estructuras nacientes. De esa manera las Compañías con ‘cartas de privilegio’ no son empresas medievales sino puntas de lanza del capitalismo en su fase comercial. Al mismo tiempo, Portugal como Castilla, se atienen al derecho romano y canónigo, según los cuales es lícito apropiarse de los países cuyos príncipes no sean cristianos, y como pasó en la Reconquista los territorios conquistados son propiedad del rey, de modo que la tierra pública o privada se adquiere por merced real. Bajo esas pautas jurídicas, las Cartas de Donación establecen tres clases-estamentos: los hidalgos (señores instituidos por el donante), los peones y artesanos (reunidos en oficios corporativos) y los indios, asignados a los trabajos agrícolas forzados. En suma: «La colonización portuguesa del Brasil fue distinta a la hispanoamericana. Ante todo, fue más tardía, porque las primeras incursiones de los portugueses tuvieron por objetivo la fundación de factorías. Por otra parte, la colonización portuguesa se inició con preeminencia de empresarios privados beneficiados con las capitanías hereditarias. Brasil contó con el aporte de una migración masiva de portugueses, fenómeno que no se registró en las colonias hispanoamericanas, a las cuales sólo arribaron menos de doscientos mil españoles entre 1509 y 1790, cifra que contrasta con los tres millones de portugueses que llegaron a Brasil. Otra diferencia radicaba en que la economía brasileña no se inició con la extracción de metales preciosos sino con plantaciones, aunque en el siglo XVIII la diferencia se invirtió por el auge del oro en Brasil. Finalmente, el Estado colonial en Brasil fue estructurado recién en el último siglo de la Colonia, a diferencia de Hispanoamérica, donde se organizó en el siglo XV.» (3). 3. Trascendencia de la producción y del comercio del azúcar Hacia 1500 el comercio internacional es «la locomotora del desarrollo y la principal fuente de ganancias y acumulación del capital reproductivo. Por las mismas razones, las inversiones más rentables radicaban en la propia actividad comercial» (4). Y el autor agrega: «La producción azucarera contaba con tres características principales que la convirtieron en una actividad productiva pionera en el marco del capitalismo mercantil del Primer Orden Económico Mundial. Primero, fue la primera producción agrícola capitalista que generaba economías de escala y, consecuentemente, estimulaba la formación de grandes explotaciones y de acumulación de capital. Segundo, fue también la primera actividad destinada principalmente al comercio internacional. Tercero, desde su inicio fue un emprendimiento trasnacional en el cual participaban mercaderes y banqueros de varias nacionalidades, entre ellos, venecianos, genoveses y florentinos» (5). ¿Cuál es el origen y la historia del azúcar? «Azúcar deriva etimológicamente del árabe al-succar que proviene del sánscrito sarkara, semejante a arena blanca. Remotamente se le utiliza medicinalmente pero la miel de abejas cumple la función de endulzar las bebidas y los manjares. [...] Desde 1470 a 1500 la producción aumenta más de siete veces (de 20.000 a 144.000 arrobas). Todo indica que la variedad javanesa de la caña de azúcar apodada `la criolla’ es traída a América en el segundo viaje de Colón. A Brasil posiblemente llega de Madeira o Santo Tomé. La primacía de su producción es de San Vicente donde se establece el primer ingenio (1532) y después de Pernambuco. En el siglo XVI el precio se duplica y triplica, consecuencia de la conquista turca de Egipto y Siria (1517)» (6). (la arroba española pesa unos 11, 5 k y la portuguesa 14, 5 k.) El abastecimiento aumenta desde 3000 toneladas anuales a fines del siglo XVI, a 20.000 a fines del XVII y a 200.000 a fines del XVIII. En el siglo XVI los portugueses producen azúcar en Brasil, mientras los holandeses recogen el producto bruto en Lisboa, lo refinan y distribuyen por Europa, controlando las actividades de mayores ganancias: el transporte, la refinación y el comercio. Pero además aprenden los procesos técnicos de la producción en Brasil, los que aplicarán en las plantaciones de las colonias inglesas de las Antillas, una vez que se les expulsa del nordeste brasileño. Y con los holandeses parten los ‘cristianos nuevos’ luso-brasileños con cautivos y capitales, contribuyendo al fin del predominio azucarero brasileño. Tal competencia motiva que las exportaciones brasileñas desciendan de 3.8 millones de libras (1650) a 1.7 millones (1710) (la libra es una medida de peso, variable según las regiones; en Castilla son 460 gramos). Así, Brasil, único productor en el siglo XVI tendrá una rápida prosperidad – cuya cima se alcanza durante la Unión Ibérica (1580-1640)- evidenciada en la constitución de grandes fortunas para una ínfima minoría; sin embargo desde 1660 su virtual monopolio mundial cede su preeminencia ante los plantadores del Caribe. 4. El litoral nordestino a) Fazenda, ingenio y sociedad En el litoral nordestino –angosta faja de dos leguas de ancho- se afirma el complejo –fazenda-ingenio. Constituye un sistema productivo de base mercantil y esclavista con el objetivo de la ganancia. Se vincula con Europa a través de un virtual comercio libre y una política fiscal liberal y se beneficia de la decadencia económica española debido al precoz descubrimiento del oro en Hispanoamérica. La fazenda es la plantación, centro de la vida productiva para la exportación, amén de cubrir las necesidades de la subsistencia (no debe confundirse con la hacienda hispanoamericana, de mano de obra indígena o libre y que abastece a zonas exportadoras, o bien constituye un sistema cerrado que se autoabastece). Compone una comunidad con patrones residentes, un pequeño número de servidores, (mestizos y aborígenes) y la masa de esclavos negros, que por su condición de agricultores superiores a los aborígenes, mayor resistencia física y fácil control (el color facilita la persecución), les sustituyen. La Casa Grande es la vivienda de los primeros, las senzalas, los barracones de los negros. El ingenio es el establecimiento manufacturero que exige mayores capitales, lo que diferencia a los fazendeiros según se le posea o no. Quienes no lo tienen llevan su producción a los ingenios de los vecinos; son los ‘labradores obligados’. El ingenio es el modelo empresarial capitalista, también aplicado para el algodón, el café, el cacao, o la ganadería, con esclavos o con trabajadores libres, aunque éstos en el litoral son escasos. El de tecnología superior, el ‘molino real’, emplea energía hidráulica, de 10 a 20 trabajadores libres como artesanos, administradores o especializados y entre 150 y 200 esclavos. El de tecnología inferior, el ‘trapiche’, emplea energía animal y requiere 50 esclavos. «Se estima que hacia 1612 estaban en plena actividad unos 170 ingenios, la mayor parte de los cuales se ubicaban en Bahía y Pernambuco. Cuando esa actividad llegó a su apogeo, entre 1629 y1660, existían 300 trapiches productores de 3 millones de arrobas de azúcar...» (7). Las tierras arcillosas –el ‘massapé‘- y un buen régimen de lluvias permiten rendimientos superiores de la caña de azúcar a los obtenidos en las islas del Atlántico, desde donde se la trae. Los primeros esclavos negros datan de 1538 y el primer ingenio en la región se instala en 1542, actividad desarrollada especialmente en las Capitanías de Pernambuco y Bahía. Cuando la cotización internacional del azúcar es alta, se intensifica su producción a expensas de rubros para el auto consumo; entonces, además de las compras habituales de carne, cueros, animales de tracción, metales, sal, artículos ostentosos para los señores y esclavos negros, se compran alimentos y tejidos. Las formas de producción y las configuraciones socio-culturales correspondientes son variantes de una tecnología de bajo rendimiento energético -anterior a la Revolución Industrial- generada por el hombre, los animales, el agua y el viento. Tecnología determinante del modo de vida agrario, del monopolio de la tierra, del monocultivo productivo, de la concentración de riquezas, de la estratificación y escasa movilidad social, del fraccionamiento de la población rural y de la existencia de una red urbana compuesta de ciudades portuarias activas para la exportación, orientadas a la administración y dirección técnica de la empresa colonial, a la vez que centros administrativos, militares, comerciales y religiosos. En la medida que el azúcar viaja de la plantación al puerto, emplazar los cultivos en la cercanía de éste es decisivo, pues el transporte en carretas de bueyes es difícil por la falta de caminos y puentes. Por consiguiente en la región ni se vitaliza el comercio, ni se incrementan los recursos fiscales, ni se eleva el nivel de vida, ni se acumula, ni se tecnifica, ni se democratiza. La población crece poco y los índices de natalidad y de mortalidad son altos. Desde el desembarco los esclavos son duramente explotados y viven en promedio sólo entre cinco y diez años más. Las relaciones patriarcales son brutales. El primogénito hereda, los hijos deben pedir permiso para hablar ante su padre, la mujer de la clase dominante vive encerrada en el hogar, las hijas son ignorantes, sumisas, educadas en la idea de la virginidad para el casamiento negociado por el padre con otros miembros de su clase.»Sensualidad, Glotonería y Ocio, es el tríptico de la construcción paradisíaca de la sociedad que se creará en la época colonial, a lo largo del litoral atlántico del Amazonas a Río de Janeiro, pasando por el Nordeste. La sensualidad de un grupo humano ordenado exclusivamente en base al erotismo. La gula de la economía organizada en torno al cultivo del azúcar. La pachorra de un estado esclavócrata cuyo señor no precisará más que levantar el látigo para obtener su sustento» (8). No es casual que la jerarquía de la producción agrícola se relaciona con el color de los agricultores. Los plantadores de caña son casi invariablemente blancos, los del tabaco casi siempre blancos, los de mandioca incluyen pardos, mestizos y negros libres. También varía la cantidad de esclavos: de 50 a 200 tienen los señores de ingenio, de 15 a 20 los plantadores de tabaco, y de 2 a 3 los cultivadores de mandioca. Los fazendeiros creen ser benevolentes, y con los comerciantes y profesionales mantienen un círculo cerrado de convivencia con valores metropolitanos. Se consideran la expresión de la nación mientras ven en el pueblo la servidumbre indispensable. Su ideología penetra en todas las clases y explica la riqueza y la pobreza como expresiones de un orden natural, sagrado, sabio y justo. b) La inmigración negra África fue cuna de la humanidad hace cuatro millones de años. Pero los primeros vestigios de raza negra son muchísimo más recientes, divergiendo los especialistas sobre su origen africano o extra-continental. Hace tan sólo 10.000 años las razas negra y khoisana se dividen el hábitat continental. Entre 9000 y 5000 años, comunidades negras practican la agricultura en las sabanas sudanesas, o en el entonces más benigno Sahara. En los primeros siglos después de Cristo, al sur del Sahara, hay comunidades negras de agricultores itinerantes y de pastores, asentadas en la metalurgia del hierro y con artesanos refinados. A mediados del siglo XV coexisten economías paleolíticas con civilizaciones, que mantienen la posesión colectiva de la tierra en base a la explotación familiar. La organización social básica es la familia ampliada compuesta del patriarca, los descendientes y los agregados: éstos -que no son esclavos- no pueden ser vendidos, participan de los grupos familiares, se delimita el excedente que producen y al cabo de tres o cuatro generaciones logran la plena igualdad. Progresivamente se alcanza un régimen estatal. Ya en el siglo XVI, está el Imperio de Songai, extendido desde el Senegal al Níger, heredero de los reinos de Ghana y Malí. Tombuctú, es el centro de las rutas transaharianas, por donde se comercia oro, marfil y esclavos a Europa. Practican la religión islámica (9). África es también la cuna de los esclavos negros enviados a América. Por 1600 en Brasil «el total de la población esclava en la colonia oscilaba entre 13.000 y 15.000», y en 1680 «el total de la población esclava sumaba en torno a 150.000» (10). El número de esclavos importados legalmente es inferior al de los traídos; la cifra sólo de los legales llega en el siglo XVI a 30.000, en el XVII a 800.000, en el XVIII a 2.500.000 y en el XIX, a 1.500.000 (11). «Hacia fines de la era colonial representaban el 50% de la población» (12). Los negros africanos esclavizados provienen de etnias diferentes, con lenguas, culturas y fisonomías distintas. Los sudaneses, de las regiones ubicadas al norte del Ecuador, son civilizados, influidos por el Islam y escriben en árabe (aucas, mandingas, nagos). Los bantús, del hemisferio sur, no han alcanzado la civilización, pero son excelentes agricultores (angolas, congos, benguelos y cabindas). Las opiniones difieren acerca del predominio regional de unos y de otros en Brasil. c) La ‘forma americana’ de la esclavitud y la cuestión de los modos de producción ¿En qué consiste la ‘forma americana’ de la esclavitud? «Marx [...] aclara que en la fase patriarcal o grecorromana la producción se orienta predominantemente hacia el propio consumo, y en el estadio de plantación se trabaja para el mercado mundial. Aquella manifestación europea fue motivada por el escaso desarrollo de la división social del trabajo y de las fuerzas productivas, por lo cual se requería una considerable masa de esclavos para lograr un pequeño producto adicional dedicable al comercio; del reducido volumen destinado a la venta, Roma compraba ciertas cantidades con los dineros que en esos mismos territorios percibía como tributo. La ‘forma americana’ de la esclavitud individual, por el contrario, estaba ocasionada por la ausencia de mano de obra explotable y se orientaba hacia la exportación; casi nada permanecía entre sus límites como producto necesario. A diferencia de lo ocurrido en la etapa romana, en las plantaciones no primaba el carácter natural de la economía; en ellas existía una considerable división social del trabajo, y se producía con vistas al valor de cambio. Además, como en las plantaciones coincidían, en la figura del esclavista, el terrateniente y el propietario de los instrumentos de producción –también, de hecho, explotador directo de la fuerza de trabajo incluida entre los elementos productivos-, Marx afirmó: ‘Allí donde impera la concepción capitalista, como ocurre en las plantaciones, toda esta plusvalía se reputa ganancia’ « (13). No obstante, vale resaltar la trascendencia de la condición de esclavista. « `En Brasil, las propiedades más sólidas son los esclavos’ escribía el gobernador Luís Vahía Monteiro, en 1729, y `la riqueza de un hombre se mide por tener un número mayor o menor de ellos... pues hay tierras suficientes, pero sólo el que tiene esclavos puede ser dueño de ellas. « (14). «En las Américas, el Brasil fue la región más acabadamente esclavista. Dos tercios de nuestra historia pasaron bajo la organización esclavista. Nada comprenderemos de nuestra civilización si desconocemos sus profundas raíces esclavistas. La historia de la esclavitud no constituye sólo una página étnica de la historia brasileña. La producción esclavista colonial determinó que las clases sociales esenciales del Brasil pre-Abolición fuesen señores y trabajadores esclavizados. Por más de tres siglos, el esclavismo fue el gran divisor de aguas de nuestro pasado. [...] La historia de la esclavitud es la proto-historia del trabajo libre en Brasil» (15). De lo expuesto puede derivar la interpretación de la existencia de un modo de producción esclavista colonial. No obstante, me remito a lo expuesto: «En síntesis, la caracterización que me parece adecuada es la de período de transición con variedad de relaciones sociales de producción que se insertan en el sistema económico mundial. Hasta qué punto, existen varios modos de producción secundarios es tema de investigación. Lo que vale afirmar es que en América toda –e Hispanoamérica, obviamente- se generan diversidad de estructuras internas, que es menester estudiar como tales en profundidad, sin perder la referencia del hecho que están influidas fuertemente por la imbricación al sistema económico mundial» (16). d) Explotación, terror y dominio ideológico A principios del siglo XVII la estructura social de Pernambuco se compone de 10.000 libres, con una minoría de 50 familias de los ‘señores de ingenios’, pocos asalariados y condiciones generales de vida pobre, pero excelentes para muchos procedentes de la nación más pobre de Europa; 10.000 aborígenes, de situación intermedia y cuya principal ocupación es la represión contra los negros. «Todo propietario de esclavos mantenía dentro de su plantación o de su ingenio una formación paramilitar de indios y mestizos» (17). Y 20.000 esclavos negros, privados de todo derecho, al extremo que el rector jesuita del colegio de Bahía iguala a los «esclavos, caballos, yeguas y bueyes. (18). «Fue en la América negrera donde el cautivo conoció las condiciones más deshumanizadas de su existencia» (19). Trabaja 15 horas diarias, con cinco días de descanso anuales. Devuelve al amo el valor pago por él en catorce meses de trabajo. Se alimenta con fariña y a veces con un pedazo de carne. La senzala es infecta y promiscua. La mortalidad infantil es de 70 u 80 por ciento, cifra a la que contribuyen los abortos deliberados. Los supervivientes a los 35 años están acabados y a los 40 son un peso muerto, por lo que son manumitidos»generalmente ciegos, lisiados, viejos y deformado.» (20). A su vez el fazendeiro queda sometido al traficante, quien le compra el azúcar siempre que aquél le compre esclavos, cuya importación nunca es menor del 40 por ciento del valor del azúcar exportado por cada capitanía. Un sistema de terror sofoca las rebeldías: castración, destrucción de dientes a martillazos, amputación de senos, vaciado de ojos, quemaduras. El ‘pelourinho’ es así descrito: «Con los primeros azotes la piel se desprendía del cuerpo. Aún así, le era prohibido al castigado quejarse, bajo pena de que el castigo se duplicara. Terminado éste, se derramaba vinagre, agua salada o pimienta sobre el cuerpo en carne viva y el negro era encerrado en un calabozo» (21). Los ‘señores’ fomentan la desigualdad entre los esclavos. Los de los cañaverales (‘esclavos de azada y hoz’ ) en sus tres cuartas partes son ‘bozales’ (recién salidos de su país), en tanto que los ‘ladinos’ (conocedores del idioma y costumbres de los portugueses) tienen especializaciones: barqueros, carreteros, marineros, artesanos. Además, los urbanos viven mejor que los rurales, siendo privilegiados los domésticos (mucamas, amas de leche, cocineras, concubinas, ‘capangas’ o guardaespaldas). Pero todos sufren el desprecio de criollos y mulatos, y la recíproca hostilidad entre las diferentes etnias. No extraña que las rebeliones fueran incesantes, y siempre vencidas, porque todas las condiciones sociales se benefician de la esclavitud; prostitutas, libertos o soldados, por lo que la ideología esclavista se asienta firmemente entre ricos y pobres. El aislamiento social y político de los esclavos determina que nunca hayan confluido esclavos y libres en los movimientos independentistas, o que ninguno de estos movimientos planteara la abolición de la esclavitud. Décio Freitas denomina a los sucesos ocurridos en 1820 en Belén, que protagonizan los ‘cabanos’ (mestizos, esclavos, libertos e indígenas) como «La revolución de las clases infames (22). El miedo generalizado hacia los esclavos, hace que éstos estén solos contra todo y contra todos, sin otra perspectiva que la huida. Esa es la raíz de los quilombos. e) Zonas de fuga de los esclavos La forma principal de rebelión de los esclavos es la fuga individual o colectiva a la selva. Los fugados se localizan en tres zonas: a) en las Antillas y la región caribeña, los marrons (voz francesa que deriva en cimarrón, denominación dada a los animales u hombres huidos), fugitivos desdichados que prefieren la muerte al látigo en medio de una selva desconocida, incapaces de constituir comunidades organizadas ni revalidar los patrones de vida colectiva africanos. b) en las Guayanas, los boschnegers afirman comunidades selváticas que reviven la cultura y las formas sociales africanas, combinadas con elementos europeos y aborígenes. En esos territorios las fugas se producen desde el primer tercio del siglo XVIII y la primera insurrección data de 1730. Los holandeses celebran tratados de paz con ellos sin éxito. Aún hoy perduran tribus (saramacca, awka, boni, etc.) de culturas de rasgos predominantes de los fanti-ashanti (actual Ghana) e influencia de los yorubas y bantús. Recurren a una lengua general (talkee-talkee) a partir de voces del holandés, francés, inglés, portugués y dialectos africanos. c) en Pernambuco y Alagoas, en las zonas agrestes ubicadas entre Recife y Maceió, los quilombolas de Palmares, auténtica república negra (1600-1695), principal pero no único quilombo (23). Procedente del quimbundo (idioma angolano) ‘mocambo’ designa al humilde poblado y ‘quilombo’ (literalmente ‘campamento’) a la federación de mocambos. Los de Palmares, mediante guerra de guerrillas derrotan más de cuarenta expediciones represivas (portuguesas u holandesas) y liberan a esclavos, revelando su solidaridad. f) La República de Palmares El sur de Pernambuco, hoy estado de Alagoas (27.000 kms2), es el escenario de Palmares. A la faja litoral, le continúa una meseta de escasa altura y un área de tierras altas (la Sierra de Barriga) asiento de la capital de Palmares, Macacos (5000 habitantes) y de otros pueblos, Acainene, Tabocas, Osenga. A la montaña inhóspita no llega el ‘capitao-do-mato’, cazador implacable de los fugados. La selva tropical protege a éstos, pero la fauna y flora desconocidas y hostiles dificultan su supervivencia. Los antiguos esclavos se retrotraen a un estadio cultural inferior al de su origen africano. Los quilombolas atacan a las poblados y a los ingenios, secuestran a sus esclavos, raptan a las mujeres, aún las blancas y crecen por las evasiones, los raptos y la propia natalidad. Su heroica resistencia dura más de noventa años enfrentando a los más poderosos imperios del siglo, Portugal y Holanda. Sin embargo, es ignorada en América Latina, a diferencia de la rebelión de Espartaco que durante algunos meses desafió al Imperio Romano. Borrada de la historia por sus vencedores, la documentación sobre ellos ha sido aportada por sus enemigos. Por ende, las apreciaciones de los investigadores no son seguras. Los africanos cultivan caña de azúcar, maíz, mandioca, papa, tabaco, legumbres, frutales, además de usar las palmeras (de allí su denominación), conocidas ya por los provenientes del Golfo de Guinea, con las que se alimentan (cocos y gusanos), visten y levantan viviendas. Además cazan y pescan, crían gallinas y cerdos. Florecen los oficios manuales, en particular los de la metalurgia del hierro (en el siglo XV, los únicos africanos que se encuentran en el estadio neolítico son los pigmeos, hotentotes y bosquimanos; el hierro es conocido en la sabana sudanesa desde los últimos siglos antes de Cristo). Se desconoce si en Palmares lo extraen o trabajan metales hurtados. Su economía es esencialmente autárquica, aunque practican trueques con poblaciones vecinas. Como sucede con varias civilizaciones africanas tienen poblados rodeados de empalizadas o muros de piedra, como los había en las ‘ciudades-estados’ de Sudán o de la costa de Guinea. La tierra es de propiedad colectiva, y probablemente hubiera incipientes clases sociales. Los palmarinos se vinculan entre sí por su anterior condición de clase –la de haber sido esclavos- y eso mismo evidencia la heterogeneidad étnica y cultural y la ausencia de certezas sobre los lugares de procedencia, que muchas veces no son los del embarque en las costas occidentales. El gobierno sería de tipo democrático, pues presumiblemente una asamblea popular elegiría a los jefes y consejos, dotándose a los primeros de funciones administrativas y militares. Todo el pueblo está armado. La familia es monogámica. El derecho pena con la muerte el adulterio, el robo, el homicidio y la deserción. La religión es sincrética, con un sacerdocio que no constituye una casta poderosa ni influyente. La lengua es la portuguesa mezclada con dialectos africanos. ¿Hubo escritura? En todo caso, ha sido destruida por los vencedores. El arte se expresa en cerámica y esculturas de madera. g) La derrota de Palmares, la leyenda de Zumbi y otros quilombos La presencia holandesa ocupa un tercio del Brasil poblado y trastroca el orden dominante. En el siglo XVII la burguesía (industriales, navegantes, comerciantes, banqueros) convierte a Holanda en una potencia que arrebata a Portugal posesiones en Asia y ataca en América, donde su mayor enemigo, Felipe II de España, es también rey de Portugal. Ante esta presencia los aborígenes se alían a ellos, pero los negros deciden su propio camino independiente. El Príncipe Mauricio de Nassau conquista gran parte del litoral nordestino, excepto Bahía, y el dominio holandés se mantiene desde 1630 a 1654. Los planes de colonizar con sus nacionales son desestimados por Nassau (después los boers colonizan África del Sur en 1652); en cambio, se asocian a los ‘señores de ingenios’. Además organizan sucesivas campañas de ‘completa destrucción’ de Palmares, pero los atacados no se dejan ubicar. Al subrogarse a Nassau (1644) su orientación contemporizadora con las deudas de ‘los señores’ se abandona y serán éstos quienes se rebelan poniéndose al frente de la población, en un movimiento proto-nacionalista (1645). «En 1654, cuando, finalmente, los holandeses abandonaron Recife, las plantaciones estaban semidesiertas y los Palmares se llenan de quilombolas»(24). Palmares crece con perseguidos y desamparados, tales como ‘criminales’ ante la justicia de los ‘señores’ , ‘sesmeros’ despojados de las tierras, soldados desertores, etc. Su población se multiplica por diez, desde los 3000 habitantes de 1630. El esfuerzo militar defensivo obliga a la creación de un rudimentario Estado confederativo. Y prospera con abundante mano de obra, trabajo colectivo y moral combatiente, razones por las cuales los esclavistas no cejan en sus planes de apoderarse de excelentes tierras y recuperar a sus esclavos. Pero enfrentan dos problemas: el de localizarlos y el de encontrar la táctica adecuada para vencerlos. Tras fracasar con las ‘guerras de aniquilamiento’, la táctica portuguesa se orienta al diálogo impulsada por los sectores populares, descontentos con el peso de los impuestos para la guerra, y por los comerciantes. Una expedición captura a parientes e hijos de Ganga Zumba (1678), cabeza del gobierno central, al que los portugueses identifican con un rey. Entre los palmarinos líneas semejantes se enfrentan, pues la guerra había llegado a lugares inaccesibles con anterioridad. Ganga Zumba acepta la negociación, el joven Zumbi, aspira a profundizar la guerra. De éste se escribe: «Negro de singular valor, gran ánimo y extraordinaria constancia; él es el ejemplo de los demás, porque su astucia, juicio y fortaleza sirven de embarazo a los nuestros y de ejemplo a los suyos.» (25). Con promesas que los portugueses incumplen, el confiado Ganga Zumba es seguido por 5.000 de los 30.000 palmarinos hacia Cucaú y los portugueses pretenden rendir a Palmares. Pero la represión se desata en Cucaú y Ganga Zumba es muerto. Entre tanto en Palmares, el precavido Zumbi forma un ‘Comité de Salvación Pública’ y acude al terror, traslada a regiones lejanas a los pobladores, incorpora a los hombres a las milicias, el adiestramiento y la vigilancia son intensivos. A Zumbi en vano se le promete ‘el perdón’ a cambio de la traición; otra expedición es derrotada y las negociaciones fracasan. La localización de los rebeldes pasa a manos de los bandeirantes, utilizados contra las sublevaciones de negros, al mando de Domingos Jorge Velho. Conocedores del terreno orientan a un numeroso ejército de 9.000 soldados. Compárese con el hecho que los holandeses habían conquistado Pernambuco con 7.000 o que en las luchas de la independencia, se reúnen 14.000. El sitio de la capital, Macacos, termina al año siguiente en una matanza (1695). Zumbi escapa, pero es entregado por uno de los suyos. Apuñaleado por el traidor, pelea hasta morir. «No es impertinente la analogía entre 1695 y 1871. La confederación de los quilombos de los palmares fue una Comuna Negra libertaria que resistió, por largas décadas, la saña esclavista» (26). La República Negra no resurge. En 1695 se descubre oro y diamantes en Minas Gerais. Hacia la región minera se enviará al grueso de los esclavos. Pernambuco, con la economía azucarera empobrecida por la competencia del Caribe, se vacía de esclavos. La leyenda de Zumbi alimenta la esperanza de liberación de los negros, que dos siglos después recién consiguen abolir la esclavitud. Pero aunque no llega a haber otra república de esas características, los quilombos se extienden por Brasil y más allá de él. Los hay al norte del Amazonas (Trombetas, en 1866-1888 y la República de Cunani en 1885, en el nordeste en Preto Cosme (1838), en Recife (1823-1824), en Sergipe (1767), en Salvador y Recóncavo (1807-1844), hacia el interior en Campo Grande (1720-1756), en Calunga (1790-1888), en Jabaquara (1883-1888), en Carlota (1770-1795) y fuera de Brasil en las Guayanas, Haití, Jamaica y Cuba(27). Las revueltas están a la orden del día en el siglo XIX protagonizadas por los malés, los yorubas, los nago. Pero las aspiraciones igualitarias de los oprimidos anteriores a la Revolución Industrial, carecían de bases materiales para triunfar. 5. Del litoral al sertón a) Los extremos periféricos En el litoral brasileño el extremo septentrional (Marañón y Pará) y el meridional (San Vicente) son periféricos, carecen de población europea y sólo se integran marginalmente con la economía de exportación del resto de los asentamientos. «A pesar de que el lejano norte y el lejano sur eran diferentes en muchos sentidos, ambos eran fronteras pobres, con pocos hombres blancos, menos mujeres blancas, escasa riqueza y casi ningún esclavo negro. En estas zonas se reprodujeron las instituciones portuguesas, pero éstas existieron de forma atenuada. Desde el punto de vista cultural y étnico, ambas regiones fueron marcadamente de carácter indio. Se desarrolló una población mestiza relativamente grande, y en Sao Vicente y en Maranhao-Pará la explotación de los recursos del sertao y de la población indígenas se convirtieron en un medio de vid.» (28). Las tierras del litoral sur se destinan principalmente a la ganadería. En una primera etapa, el pastoreo y la agricultura se practican juntas, ya que el ganado, usado como carne o fuerza de tracción en los trapiches, es esencial en las fazendas. En una segunda, la ganadería se separa de la agricultura e interna en el sertón, bordeando la región agrícola, aunque todavía el ganadero es también señor del ingenio. En una tercera, los lazos entre ambas actividades se separan y los vínculos entre el sertón y el litoral se hacen periódicos. Las tierras menos fértiles impiden a los fazendeiros, sin capital suficiente, adquirir esclavos negros. De allí la importancia de los bandeirantes, mestizos de padres portugueses y madres aborígenes, colonizadores desde la costa al sertón. b) El sertón y la ampliación territorial portuguesa El sertón es el altiplano, interior deshabitado, colonizado en el siglo XVII, merced al pastoreo y las redes hidrográficas del Paraná, San Francisco y Amazonas convertidas en vías de comunicación por donde avanzan los bandeirantes, también denominados -sólo en San Vicente- ‘mamelucos’, término equivalente a mestizo. Buena parte de sus expediciones salen de Salvador de Bahía o de San Pablo, para recorrer la vasta meseta central. Más tarde, con el crecimiento de las villas de Belén, San Luis y otras localidades de Marañón, las incursiones se repiten en la cuenca amazónica. Recuérdese que el sertón está nominalmente limitado por el Tratado de Tordesillas (línea imaginaria en dirección norte-sur- desde el oeste de Belén al sur de San Vicente). Sin embargo, durante la Unión Ibérica (1580-1640), los portugueses amplían su territorio traspasando esa línea. En el XVI ocupan de la zona portuguesa Paraiba, Río Grande del Norte, Ceará, Belén en Pará (éste en 1616), pero además se extienden por territorio asignado a España (Pará y Amazonas actuales y llegan a Manaos en 1669) en pos de catequizar y de hierbas, vainilla, canela, cacao, frutas. Hacia el sur, fundan Colonia del Sacramento en la Banda Oriental (1680). c) Los bandeirantes San Vicente, de pobre producción azucarera, ve predominar a los pequeños propietarios explotadores de esclavos aborígenes, que se enfrentarán a los jesuitas. La Capitanía se relaciona más con Paraguay y el Río de la Plata que con la metrópoli, de la que sólo llega un barco al año; desde 1681. San Pablo es la capital. Muchos vicentinos, para salir de la pobreza, organizan expediciones al interior, las ‘entradas’ o ‘bandeiras’ (banderas), cuyo poder decisorio reside en una asamblea o en un jefe. Esas bandeiras al principio se diferencian en ‘despobladoras’ y ‘pobladoras’. Las ‘despobladoras’ se dirigen a capturar aborígenes, en cuadrillas que pasan generalmente de cien personas y que penetran en las posesiones españolas, hasta los contrafuertes andinos y las reducciones jesuíticas y corren las fronteras con España. Engañan y llevan a los aborígenes hasta donde son vendidos, siendo su único objetivo la ‘caza’ de los de las misiones (1600-1650) estimulada por el hecho que los holandeses controlan la venta de esclavos negros (1617-1648), lo que valoriza a los aborígenes y autoriza su esclavitud. En las misiones, el aborigen sedentario es presa fácil y sólo en ellas se capturan 300.000, que además de San Vicente, probablemente son llevados a Río de Janeiro. Las expediciones ‘pobladoras’ tras el mítico Eldorado, se desplazan, levantan cabañas, cultivan. El descenso de la población aborigen, la tutela de los jesuitas y los hallazgos de oro, plata y esmeraldas en el sertón- en el siglo XVII desvían a los bandeirantes de sus rutas y objetivos iniciales. Después de la expulsión holandesa abundan los esclavos negros y la esclavitud de los indígenas se arruina; entonces los bandeirantes son contratados para derrotar a los rebeldes (tribus resistentes o quilombos) iniciándose la segunda etapa, la del ‘sertanismo de contrato’. La tercera comienza con los hallazgos de oro de Minas Gerais (1696) que aumentan hasta mediados del XVIII. Los objetivos buscados por el mercado europeo empujan a la expansión al interior, lo que vuelve comparable el proceso colonizador del Brasil al de Inglaterra en América del Norte. d) Los jesuitas Pero los bandeirantes, y los colonos paulistas que comercian con ellos, chocan con los jesuitas, quienes junto a bandeirantes y aborígenes constituye el trío característico de las tierras del sur. Juan III envía a Brasil los seis primeros jesuitas (1546). Pronto San Ignacio de Loyola determina que Brasil sea ‘una provincia jesuita’ (1555). Fundan el colegio de San Pablo (1554), origen de la ciudad, y el de Salvador de Bahía, exploran regiones, tienen ingenios modelos, actividades mercantiles, ‘bancos’ , naves, e introducen el café, el cacao, los cocos, las bananas, etc. En ‘Indias’, su acción adquiere un carácter muy diferente a la europea. Descubren millones de seres para convertir, la posibilidad de adquirir un poder espiritual y temporal que pierden en Europa, abrazan la causa de los aborígenes y se atraen el odio de encomenderos y terratenientes. Vencidos y obligados a retirarse se dirigen a zonas alejadas (Amazonas, Paraguay) y fundan las Misiones. Consideran a los aborígenes como seres humanos, les proporcionan ventajas materiales y técnicas, los encantan con su música, lejos de los brutales métodos de los colonizadores. Los convierten, los vuelven sedentarios, los arman para defenderse de los bandeirantes, consiguen que el Estado los proteja (1549), y que el rey prohíba su esclavitud (1570). Además, proporcionan soldados tupí-guaraníes para expulsar a los franceses de la bahía de Guanabara (1555-1567) lo que permite a Mem de Sá fundar Río de Janeiro (1565). Hacia fines del XVI, consiguen la prohibición de atacar a las misiones, con el resultado de mayor introducción de esclavos negros (1574). La obra de los jesuitas en términos relativos es positiva, aún reconociendo la condición de explotadores del trabajo aborigen y la alienación cultural que imponen. La sociedad constituida divide la tierra en dos partes: el ‘Campo de Dios’ y el ‘Campo del Hombre’ . El capital acumulado en el primero es invertido en obras de interés general, instrumentos mecánicos, edificios, semillas, vestidos, etc. Los instrumentos de producción, bestias de carga, arados, etc., son de propiedad pública. No existe el latifundio. En el ‘Campo del Hombre’ se reparten lotes individuales para satisfacer sus necesidades. Se crean escuelas y talleres, se enseñan oficios y se hacen fraguas, sierras, tornos y telares. Los excedentes son vendidos en el mercado iberoamericano o europeo y convertidos en nuevas inversiones productivas. Los indios se vuelven agricultores, relojeros, tejedores, sastres, fundidores, carpinteros, músicos, pintores, escultores, orfebres, artistas de teatro y cantores. Queda abolida la pena de muerte y son graduados suavemente los castigos. No se conoce el dinero y se emplea un sistema de trueque con los comerciantes extranjeros, que no tienen acceso a las Misiones, aisladas del mundo. Los conocimientos se imparten en guaraní. Opina el jesuita Jérez: «Lo que los socialistas siguen soñando siempre en sus modernos falansterios, se ha realizado allí, como un milagro de amor y sin necesidad de palabras utópicas» (29). A su vez, José Carlos Mariátegui juzga: «Quien recuerde el vasto experimento de los jesuitas en el Paraguay, donde tan hábilmente aprovecharon la tendencia natural de los indígenas al comunismo, no puede sorprenderse absolutamente de que esta Congregación de Hijos de San Ignacio de Loyola, como los llama Unamuno, fuese capaz de crear en el suelo peruano los centros de trabajo y producción que los nobles, doctores y clérigos, entregados en Lima a una vida muelle y sensual, no se ocuparon nunca de forma.» (30). e) La guerra civil Una dura guerra civil enfrentará a los jesuitas con los colonos, para quienes la esclavitud del aborigen es fundamental (siglos XVI y XVII). Los colonos sufren una competencia comercial ruinosa desde las Misiones, pues su producción de yerba mate, de tabaco y de azúcar enviadas a Lisboa, es de mejor calidad y de menores precios. Sobre el río Paranapanema (Estado actual de San Pablo) se asientan 13 reducciones jesuíticas en el Guairá (este del Paraná, 1609-1628). Los paulistas penetran ese territorio y en tres años esclavizan a 60.000 guaraníes misioneros (1628-1631). En 1632 los jesuitas evacuan la región hacia Río Grande del Sur, la Banda Oriental, el sur de Paraguay y el norte argentino hasta Santa Fe. Fundan treinta pueblos: siete en territorio actual de Brasil, ocho en Paraguay y quince en Argentina, mientras España pierde dilatados territorios. Finalmente el gobierno español autoriza a los jesuitas a armar a los guaraníes y en Mbororé detienen el avance paulista (1641). Habrá décadas de tranquilidad. Pero los paulistas expulsan a los jesuitas (1661). Sin embargo, regresan y por orden real, se dispone la imposibilidad de apoderarse de indígenas sin su autorización (1698). Se acuerdan ciertas garantías: las incursiones paulistas deben dejar un tercio de hombres en los poblados, pagar un salario a los que se llevan, no apresar a viejos, niños ni mujeres y respetar un plazo antes de regresar. Al siglo siguiente (XVIII) los jesuitas son expulsados de Portugal (1759) y de España y sus colonias (1767). Las misiones se desintegran pero todavía durante cien años el latifundio no logrará imponerse en esas tierras. Además los tapes misioneros son la base social y militar del jefe oriental José Artigas, y compañeros fieles hasta su derrota. 6. La crisis imperial y el Estado Colonial Hasta mediados del XVII la autoridad real es débil y apenas dispone de una administración rudimentaria, sin fuerza represiva. Pero en tanto sus intereses coinciden con los de la clase dominante colonial, adquieren relevancia las Cámaras Municipales -en verdad, la única administración colonial- dominadas por los propietarios rurales. La acción de esas Cámaras excede el marco legal; tanto es su poder que algunas tienen representantes en Lisboa, tratando directamente con el gobierno metropolitano, y sorteando a las autoridades coloniales. Pero su poder es disperso. «El Brasil colonial forma una unidad política solamente en el nombre. En la realidad es un conglomerado de órganos independientes, ligados entre sí solamente por el dominio común, aunque mucho más teórico que real, de la misma metrópoli» (31). En el siglo XVI, bajo el dominio español, se crea un Consejo de Indias, análogo al de Sevilla. Restaurada la soberanía portuguesa, don Juan IV crea un Consejo Ultramarino (1642) y refuerza la administración local: los concesionarios de las capitanías quedan subordinados a los gobernadores nombrados por el rey y terminan por desaparecer. A mediados del XVII todas las capitanías habían vuelto al dominio directo de la corona y serán gobernadas por funcionarios reales. Además decaen las Cámaras Municipales, que en el siglo XVII se transforman en simples ejecutoras de las órdenes de los representantes directos del rey. Y en 1720 se sustituye el Gobernador Real por el Virrey con poderes casi absolutos. Paralelamente, desde la segunda mitad del XVII, habrá una nueva política económica apoyándose en ese sistema centralizador. Se pasa del amplio liberalismo inicial (hasta 1580) a un régimen de monopolios y restricciones al estilo español, con creación de Compañías Generales de Comercio, destinado a intensificar la explotación colonial. Las consecuencias afectan a los súbditos extranjeros, a otras naciones, pero también a los portugueses. En efecto, toda competencia que la colonia hiciese a la metrópoli es cercenada: se prohíben cultivos (castaño, olivo, etc.) o manufacturas -exceptuados los groseros tejidos de algodón- al extremo que se veda el simple uso de fuegos artificiales fabricados en la colonia. Portugal aspira a que la colonia sea simple productora y abastecedora de mercancías útiles a su comercio para revenderlas en los mercados europeos. Pero Portugal sale arruinado de la dominación española, con su marina aniquilada y su imperio destruido (1580-1640), lo que mina su proteccionismo. Holanda e Inglaterra ocupan sus territorios y de su imperio sólo sobreviven Brasil y algunas posesiones africanas. Inglaterra -aliada europea de Portugal- le exige la extraterritorialidad jurídica en beneficio de sus comerciantes establecidos en Portugal y una fuerte rebaja arancelaria (1642). Sus manufacturas pagarán bajos impuestos de importación (1654). Holanda obtiene similares facilidades ya que por el Tratado de La Haya (1661) Portugal le cede las islas Molucas, Malaca, Ceilán, y le paga tributo por 16 años a cambio del reconocimiento de sus derechos en Brasil, de donde los holandeses habían sido expulsados (1654). Tal situación obliga a una profunda variación de la conducta de Portugal hacia Brasil, porque su prosperidad dependía de éste. Además, empobrecido y privado del comercio asiático, vuelca considerables emigrantes desde mediados del siglo XVII a su colonia, con lo que Brasil aumenta la población y se extiende la colonización ocupando zonas españolas. La ruina de Portugal significa dialécticamente, el desarrollo acelerado de Brasil. La estructura social brasileña también se modifica en la segunda mitad del XVII. Al lado de la economía agrícola se desarrolla el comercio y el crédito y surge una rica clase de mercaderes que jaquea a los propietarios rurales, y cuyos capitales derivarán hacia la minería. Por eso, las ciudades del litoral donde se asientan, se transforman en centros populosos y ricos como Recife. Integran esta clase los inmigrantes advenedizos, cuya competencia con los naturales originan conflictos permanentes. Para resolverlos se fortalece la administración pública y la misma coacción metropolitana, sin conseguir eliminar las rivalidades. El malestar provoca la reacción bajo la forma de rebeliones locales -nativistas se las llama- contra los abusos metropolitanos, sin que se pensara todavía en la independencia (siglo XVII y principios del XVIII). Son cuatro a saber: 1) San Pablo proclama un rey (1641) en una tragicomedia, que «parece una historia de borrachos» (32); 2) en Marañón, los latifundistas se rebelan contra la Compañía de Comercio local y contra los jesuitas, intentando un gobierno propio, bajo el liderazgo de los hermanos Beckman (1684) hasta que la metrópoli elimina la Compañía de Comercio pero reprime a los insurrectos; 3) la guerra de los `emboabas’ –en guaraní, pájaro de pata emplumada- estalla en Minas Gerais (1706), como consecuencia del descubrimiento de oro por los paulistas y la lucha entre los advenedizos (denominados `emboabas’, despectivamente por su costumbre de usar botas ostentosas) y la población ya establecida. La Corona interviene con tropas y devuelve los yacimientos, esclavos y tierras a los paulistas, asentados primero; 4) en Pernambuco (1710-1711) estalla un conflicto entre los dueños de los ingenios endeudados contra los comerciantes acreedores (apodados peyorativamente `mascates’ (vendedores ambulantes), bandos que todavía controlaban respectivamente las Cámaras Municipales de Olinda y de Recife. El gobierno interviene a favor de los `mascates’ y desde entonces, Recife progresa y Olinda decae. 3ª.Parte: La colonización en los siglos XVIII y XIX. 1) El Tratado de Methuen Al inicio del siglo, el Tratado de Methuen (1703) de libre comercio, consagra la subordinación portuguesa a Inglaterra a cambio de seguridad y marca la especificidad brasileña de doble dependencia, a Portugal y a Inglaterra, doble dependencia que no vivió Hispanoamérica. Por dicho tratado se consagra la libertad recíproca de ingresar textiles ingleses en el mercado portugués y vino portugués en el mercado inglés. La competencia es devastadora, y como Portugal no puede pagar la importación de tejidos con la exportación de vinos, se endeuda y pagará con oro, importante contribución para la Revolución Industrial de Inglaterra. 2. El siglo del oro (XVIII) A principios del siglo XVIII se descubren yacimientos auríferos y hacia fines de los años 20, diamantes. Brasil se convierte en gran productor de oro y diamantes, con seis áreas de extracción ubicadas en el sertón. La explotación del oro ocupa por tres cuartos de siglo el interés central de Portugal. Minas Gerais es la región principal pero también se destacan Goiás, Matto Grosso y Bahía. El oro se halla en las cascadas de los ríos, en el barro de las costas o en minas poco profundas. Portugal demora en comprender la cuantía de la riqueza. Después, asume un control rígido, opresivo, con reglamentación minuciosa y severa. Crea la Intendencia de Minas, que vigila, administra, juzga, cobra impuestos y distribuye las ‘datas’, lotes de tierra donde se ‘garimpea’ (se extrae). Los descubridores son elegidos, dándoles preferencia a los que poseen más esclavos. El impuesto más importante es el ‘quinto’ (parte correspondiente para la Corona de lo hallado). En torno a éste y otros impuestos, hay rebeliones y se intenta ocultar el oro en polvo a las autoridades. Entonces la corona prohíbe la circulación del metal y se instauran las Casas de Fundición. La extracción es obra de esclavos africanos ya que Brasil no tiene, como Hispanoamérica, aborígenes expertos en minería. El trabajo es brutal. La economía minera difiere de la azucarera, pues depende de los abastecimientos para quienes trabajan en las minas. Origina actividades complementarias en las ciudades, aumentan los funcionarios públicos y se intensifica el movimiento cultural. Tres centros abastecen la región minera: San Pablo (cereales, frutas, ganado), Salvador de Bahía y Río de Janeiro (esclavos, productos europeos). La minería ayuda a la integración, a que Brasil se conforme como nación, a que se amplíe el mercado interno, diversifique la economía y ligue comercialmente a diversas regiones. También hay transformaciones sociales: los latifundistas, los grandes comerciantes y los grandes mineros son capas de la clase dominante; se fortalecen las clases medias (pequeños comerciantes, funcionarios, intelectuales, artesanos, artistas); y aumenta la cantidad de trabajadores libres (blancos, mestizos, libertos) y de esclavos, cuyos precios suben significativamente. Los plantadores costeros se quejan imposibilitados de competir con los mineros en su adquisición. En 1742 el 70% de la población es esclava. Hacia 1786 había aún más esclavos que hombres libres. En el auge del oro (1750-1755) oficialmente se producen más de 15 toneladas. La producción desciende a poco más de 10 (1760-1765) y a 5 toneladas entre 1785-1790 (33). Pero aún así, es importante, pese a que la metrópoli incrementa los impuestos y arruina a varios propietarios. 3) Una economía diversificada por regiones Con ser la minería el rubro principal, no es el único. En la Amazonia se recogen ‘las drogas del sertón’ (hierbas, frutas, cacao, canela, vainilla) con mano de obra aborigen, amoldada fácilmente a los requerimientos de los misioneros jesuitas, pues se trata de penetrar en selvas y ríos para recolectar plantas, actividades que aquellos conocen a la perfección; en Marañón, algodón, arroz y tabaco, el primero de los cuales se exporta a Inglaterra, desabastecida debido a la guerra de la independencia de EE.UU. En Río Grande del Sur la base económica colonizadora es el ganado con la destrucción de las misiones en la segunda mitad del XVIII, con lo cual se produce charque con mano de obra esclava. Esa esclavitud origina quilombos en Pelotas, Río Pardo y Triunfo. Pero la actividad agrícola, sin cultivos tropicales, se basa en colonos de capas pobres o medias de Portugal y de las Azores. La propiedad queda muy subdividida, con población étnicamente homogénea y escaso trabajo esclavo. Desde Santa Catalina a Bahía la caza de ballenas se convierte en monopolio real, para carne, aceite y huesos. Pero es muy importante, el Renacimiento Agrícola hacia fines del siglo, debido a una coyuntura favorable en la que se combinan la Revolución Industrial con el mayor consumo de materias primas, la Revolución de la Independencia de EE. UU que valoriza fundamentalmente el algodón brasileño y la Revolución Haitiana que merma la competencia azucarera elevando los precios en el mercado internacional. 4) Las reformas de Pombal El Marqués de Pombal es Ministro todopoderoso de José I (1750-1777), época del Despotismo Ilustrado, que expresa las necesidades de la burguesía bajo los regímenes absolutistas, y parcialmente también las de las clases populares. Intenta algunas reformas bajo el poder del absolutismo, revitalizar al estado portugués, liberándolo del predominio de la Iglesia Católica y expulsa a los jesuitas. El Estado se responsabiliza de la enseñanza, de la hacienda pública, e incentiva la exportación de vinos, de manufacturas, refuerza el monopolio colonial, controla la producción minera, fomenta la producción local a través de Compañías Comerciales. Las medidas tienden al desarrollo del capitalismo nacional, lo que choca con las política impuesta por Inglaterra, por lo que María I, sucesora de José I, lo cesa. Del cese se beneficiarán los comerciantes sin la protección de Pombal y sin privilegios especiales, los sacerdotes, los aristócratas y obviamente, los ingleses. El resultado es que se anulan algunas reformas pero se refuerzan otras, tal como la prohibición de manufacturas, excepto los tejidos ordinarios coloniales. Cuando despuntaba la industrialización, la corona fuerza a Brasil a permanecer como colonia agro-exportadora, lo que indica la dependencia de Portugal hacia Inglaterra, y la doble dependencia de Brasil. 5) Río de Janeiro, capital del ahora Virreinato Río de Janeiro se convierte en capital del Virreinato (1763). Es efecto de la mayor cercanía con los focos de la actividad minera y actividades económicas conexas. Además, garantiza mejor la expansión de la colonización hacia el sur, en detrimento de España. 6) Los Tratados y la expansión portuguesa Una sucesión de Tratados, precedidos generalmente de victorias españolas en los campos de batalla seguidas de victorias portuguesas en las mesas de negociaciones, amplía el territorio brasileño. En síntesis son: Tratado de Lisboa (1681) por el cual Colonia del Sacramento, tomada por España, retorna a Portugal; Tratado de Utrech (1713) que reduce el dominio portugués en el Plata a Colonia, y que permite a Inglaterra introducirse en el régimen de monopolio colonial español; Tratado de Madrid o de Permuta (1750) guiado por el principio de ‘uti possidetis’ (quien ocupa debe ser el dueño) que anula el de Tordesillas (1494) e indica que Colonia será española, pero los siete pueblos misioneros, los territorios del centro-oeste y de la Amazonas ocupados por Portugal le son reconocidos definitivamente, aunque luego el tratado quedará sin efecto debido a la guerra guaranítica instigada por los jesuitas (1753-1756), guerra finalmente sofocada; Tratado de El Pardo (1761) que anula el de Madrid; Tratado de San Ildefonso (1777) acordado tras la reacción militar española que retoma Santa Catalina, por el que España se asegura Colonia y la Banda Oriental pero la Guaira, Matto Grosso, parte de Río Grande del Sur y Santa Catalina (excluidas las misiones orientales) pasan a Portugal; en el Tratado de Badajoz (1801) los siete pueblos misioneros también pasan a Portugal. De todos modos, las líneas divisorias no se trazan y España o las Repúblicas independizadas de ella, sufrirán nuevas usurpaciones. 7) La Iglesia El Estado absolutista se vincula estrechamente a la Iglesia Católica y ambas instituciones impulsan la colonización. Se instalan diversas órdenes: franciscanos, benedictinos, dominicanos, carmelitas y los más destacados, los jesuitas. En nombre de ‘la salvación’ la Iglesia reprime y adormece, enseñando que lo importante no era comer sino saciar el espíritu. El Padre Antonio Vieira, ideólogo de la esclavitud dice: «Cuando sirves a nuestros señores, no sirves como se sirve a los hombres, sino como quien sirve a Dios»(34). También para los aborígenes el Padre Anchieta recomienda «la espada y la vara de hierro» (35) y aún cuando la Iglesia consigue que la corona prohíba la esclavitud, admite las ‘guerras justas’ que permiten las excepciones. En fin, los carmelitas en Amazonas cedían indígenas misioneros a los latifundistas para el trabajo servil en ‘repartimientos’, o los benedictinos acompañaban en las cacerías a los bandeirantes. En contrapartida, la Iglesia nada dice acerca de la esclavitud de los negros. Es más, los jesuitas poseen ingenios azucareros en base al trabajo esclavo, con iguales brutalidades que otros, y llegan hasta organizar su propio tráfico negrero. La Inquisición (Tribunal del Santo Oficio) persigue a los acusados de herejía, los tortura, confisca sus bienes y condena a ‘galeras’ (remar hasta la muerte) o a la ejecución en la hoguera en el `Auto de Fe’. Los judíos, las mujeres independientes, los homosexuales, los que se masturban, etc. son condenados. Los calvinistas holandeses no van a la zaga de estas prácticas. 8) El apogeo de la colonia (1770-1808) En el siglo XVIII irrumpen plenamente Francia e Inglaterra como potencias rivales de las ibéricas. Se llama a su política Pacto Colonial, caracterizada porque reserva el mercado nacional de cada país a los productos de sus respectivas colonias, y en el comercio, a la marina de su bandera. Portugal y sus colonias siguen debilitándose y en la medida que no cuenta con un mercado nacional apreciable, se restringe la salida de sus productos coloniales. Sus rivales, comienzan a ganarle terreno, sobre todo en la producción de azúcar. No obstante, el hecho de que Portugal pasara a ser potencia de segundo orden al amparo británico y alejado de los principales conflictos termina favoreciéndole (Nota: en 1707 el Acta de Unión crea Gran Bretaña, uniendo las coronas de Inglaterra y Escocia). Así, en la última mitad del siglo, hay un resurgimiento agrícola brasileño, dado el desarrollo de la población europea y la era de la revolución industrial, por lo que se ensanchan sus mercados y valorizan sus productos. Además con las revoluciones en las colonias inglesas (EE.UU.) y francesa (Haití) Brasil extiende el cultivo de algodón que comienza a exportarse –su centro es Marañón-, resurge el del azúcar, y crecen los de arroz, añil y principalmente el café, cultivado en gran escala en la última parte del siglo. Otra vez, el eje económico volverá a la costa. Empero se trata de una agricultura rutinaria, de escasa técnica, acorde con que «el nivel cultural de la colonia era de la más bajo y de crasa ignorancia» (36) sobre el cual pesaba «una administración mezquina» (37). 9) Las Inconfidencias De todos modos, ese apogeo económico es para escasos grandes propietarios coloniales y ni que decir que no alcanza a las clases populares. Cada vez más las decisiones de la metrópoli afectan negativamente a la mayoría de la población colonial. No obstante, los opuestos intereses de clase se expresan en proyectos independentistas diferentes: para las grandes mayorías, se requería una revolución social, en tanto que para los grandes propietarios se trataba de asegurar sus privilegios mediante un régimen autoritario. En Europa es la era del Iluminismo, con ideas burguesas de progreso, las del liberalismo, que son defendidas institucionalmente por la Masonería. Los orígenes de ésta se remontan a fines del siglo XVI, pero se consolida en el XVIII: «Surgida como una vertiente del racionalismo, conserva la creencia en Dios, Gran Arquitecto del universo, en la inmortalidad del alma y en la libertad del hombre. Acepta como adeptos tanto a católicos o protestantes como a mahometanos y judíos (aunque estos últimos sufrieran ya limitaciones en las logias alemanas del siglo XVIII). Su carácter ambiguo se manifiesta en todos los aspectos de su conducta. Afirma que no es una religión ni una secta religiosa, pero en verdad funciona como una gran secta que consigue unificar a sus heterogéneos integrantes por la afirmación de los principios políticos del liberalismo. Masonería y liberalismo son, pues, los dos rostros del espíritu del siglo.» (38). Las élites se expresan con ideas iluministas y se organizan en la Masonería. Promueven las denominadas ‘Inconfidencias’ , o movimientos delatados. Dos estallan, una tercera no. a) La Inconfidencia Mineira (Minas Geraes, 1789) El ambiente es tenso ante la amenaza del Gobernador de Minas, Vizconde de Barbacena, de cobrar coercitivamente impuestos atrasados. Los latifundistas, sacerdotes y militares conspiran. Proyectan trasladar la capital a Vila Rica (Ouro Preto), convertirla en centro universitario (Brasil no tiene Universidades), crear manufacturas de hierro, pólvora y tejidos, y obligar a usar los tejidos nacionales. El gobierno sería republicano como en EE.UU. De la esclavitud nada se dice. Pero el único conjurado vinculado con el pueblo es Joaquim José da Silva Xavier, apodado ‘Tiradentes’ por su condición de dentista. Es inteligente, oprimido, pobre. La conspiración fue denunciada por un coronel, a cambio del perdón de sus deudas. Todos piden perdón. Pero Tiradentes asume la responsabilidad. El gobierno sabía que no era el líder, pero sí el único pobre. Por eso, mientras otros son desterrados a África, él será ejecutado. Se convierte en el símbolo del Brasil independentista. b) La Inconfidencia Carioca (1794) Se trata de un movimiento opositor que constituye sociedades literarias pero es incapaz de dar pasos prácticos. Denunciados, hay líderes presos, que pronto son liberados porque no son peligrosos. c) La Inconfidencia Bahiana o Conjura de los Sastres (1798) Esta insurrección en Salvador de Bahía es popular, radical, ocultada por la historia oficial. Debido al renacimiento agrícola de fines del XVIII, los latifundistas ocupan tierras de los pequeños labradores y de los esclavos, cedidas para su manutención. La multitud hambrienta saquea los almacenes, el pelourinho -símbolo de la opresión colonial- es quemado. Las consignas masónicas son libertad e igualdad. Se reivindica el fin de la esclavitud, la tierra para los pobres, el voto para todos, la república. Papel vital cumplen la logia masónica, «Los Caballeros de la Luz» y la figura de Cipriano Barata, médico y líder carismático de los pobres, al frente de un núcleo revolucionario de negros y de mulatos pobres. La represión fue tremenda. Cipriano Barata reaparecerá en revoluciones del siglo siguiente. Las Inconfidencias denotan el malestar de la clase dominante y de las clases populares. Pero una vez que, los ingleses trasladan en sus naves a la Corte portuguesa a Río de Janeiro (1808) Brasil, de hecho comienza a dejar de ser colonia y a gestar las condiciones para la independencia |
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