La Basílica de San José de Flores es un templo católico del barrio de Flores, ciudad de Buenos Aires, que se ubica frente a la Plaza Pueyrredón (o Plaza Flores), en el centro comercial y social del barrio, que fue y es sede de acontecimientos históricos del mismo.
Historia
En 1803 el nuevo obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, decidió tomar parte de los territorios de los curatos de La Piedad, Montserrat, San Isidro y Morón para erigir uno nuevo. La familia de Ramón Francisco Flores donó una manzana para levantar el edificio de la futura iglesia parroquial, otra para crear una plaza –camino principal de por medio– y una tercera para instalar los mataderos públicos del nuevo pueblo. El expediente fue elevado alvirrey Rafael de Sobremonte tres años después, y el 31 de mayo de 1806 se erigió formalmente el nuevo curato que se denominó San José de Flores.
Un primer templo precario de adobe, madera y paja, duró muy pocos años. El padre Miguel García recaudó fondos entre los vecinos de la parroquia para poder edificar un templo definitivo, consiguiendo una donación de doce mil ladrillos de primera calidad por el propio Ramón Francisco Flores.
El 19 de febrero de 1810 comenzaron a realizarse los cimientos de la nueva iglesia, pero el 12 de mayo de 1810 los trabajos tuvieron que suspenderse por falta de fondos. El 18 de febrero de 1811 recomenzaron los trabajos, quedando nuevamente suspendidos el 10 de mayo de ese mismo año. Al no lograr darle término, el presbítero García se vio obligado a establecer la Iglesia en uno de los corredores contiguos al edificio en construcción, y durante dos décadas se mantuvo en ese lugar.
Al paralizarse las obras en 1811, el templo se encontraba aún sin techo, pero con algunas paredes levantadas por el costado y cerradas las dos capillas que quedaban a ambos lados En ese estado permanecieron las obras durante largos años, sufriendo deterioros tales que provocaron su completa destrucción. El gobierno de Bernardino Rivadaviadecretó en 1823 emprender a su costa, la edificación de un nuevo templo parroquial, proyecto que nunca se concretó.
Primer edificio definitivo
En febrero de 1830 el doctor Martín Boneo, amigo personal de Juan Manuel de Rosas, se hizo cargo. El nuevo párroco dedicó sus esfuerzos a dos proyectos prioritarios: edificar una nueva iglesia y erradicar el pequeño cementerio lindero trasladándolo a un lugar más amplio y menos urbanizado. En solo dos meses Boneo consiguió entusiasmar a los vecinos, que apoyaron sus propuestas abriendo una suscripción pública en todo el partido.
Luego de la solidaridad del gobernador Juan Manuel de Rosas, a quien nombró padrino del templo y quien jugaría un papel decisivo para su concreción, toda la sociedad porteña rivalizó en donaciones de diverso género para la nueva iglesia, desde dinero hasta ladrillos, rejas, puertas de cedro, manteles, alfombras o implementos de culto. Entre ellos encontramos los nombres de Encarnación Ezcurra y su hermana María Josefa, Manuel Vicente Maza, Lucio Norberto Mansilla, Ángel Pacheco, Juan José Paso, José Rondeau, Gregorio Perdriel, Gervasio Ortiz de Rosas, Juan José de Anchorena.
El ingeniero Felipe Senillosa, autor de los planos, tomó la dirección de la obra en forma totalmente gratuita. La iglesia se inauguró el 11 de diciembre de 1831 con festejos populares que se prolongaron durante toda la semana. Lo consagró el obispo Mariano Medrano y Cabrera con la presencia del gobernador de Buenos Aires y ofreció la primera misa el doctor José María Terrero, aunque todavía faltaba terminar el pórtico y la segunda torre, que se concluyeron en 1833.
Edificio actual
En abril de 1878, se hizo cargo de la Parroquia el padre Feliciano de Vita, quien encaró la construcción de un nuevo templo para reemplazar el edificado por Senillosa, ya que por un lado su capacidad no alcanzaba para albergar a toda la gente y además estaba fuera de tono con las grandes residencias que ya se habían construido en los alrededores por parte de las familias acaudaladas de la zona. Estas mismas volvieron a colaborar con aportes al proyecto.
El 4 de mayo de 1879 se colocó la piedra fundamental del nuevo templo. Casi dos meses después, el 23 de julio de 1879, los arquitectos italianos Benito Panunzi y Emilio Lombardo, encargados de la obra, daban por concluidos los planos, colocando los primeros ladrillos del actual templo, y desde entonces los trabajos para la recolección de fondos tuvieron que redoblarse. La construcción corrió por cuenta de los arquitectos Andrés Simonazzi y Tomás Allegrini.
La comisión encargada para los trabajos de recolección de fondos estaba compuesta por: Ángela Dorrego de Ortiz Basualdo, presidente; Carmen Díaz Vélez de Cano, vicepresidente; Teresa R. Freso, tesorera; Enriqueta Terrero, secretaria; Antonio Marcó del Pont, presidente, Feliciano De Vita, cura vicario, presidente honorario; José Luis Amadeo, tesorero; R. Ruiz de los Llanos y Luis O. Basualdo, secretarios.
El 18 de febrero de 1883, después de 3 años y 9 meses, la actual Iglesia de San José de Flores fue inaugurada y bendecida por Monseñor Federico Aneiros, en medio de una gran celebración popular, los padrinos del templo fueron el gobernador Juan José Dardo Rocha y doña Felisa Dorrego de Miró.
Fue elevada a basílica menor, el 20 de enero de 1912 por el papa Pío X, haciéndolo efectivo el arzobispo de Buenos Aires,monseñor Mariano Antonio Espinosa. Siendo párroco Daniel Figueroa, quien la decoró tal como hoy se encuentra. Asimismo fue en ese año y con tal motivo, que llegaron desde Roma la imagen de Santa Columba, virgen y mártir, y las reliquias insignes que en su interior se conservan, obsequio de monseñor Antonio Sardi, obispo de Agnani, en Italia donde las monjas cistercienses las tenían en un santuario.
En 1916, el 1° de julio, la Basílica fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. El 28 de octubre de 1956, la imagen de San José que preside el altar mayor del templo, recibió la coronación pontificia, por especial distinción del papa Pío XII, inaugurándose al mismo tiempo el Camarín de San José y el Bautisterio.
Entre los años 1996 y 1997 se realizó una serie de tres pinturas a cargo de artistas ucranianos y una restauración general.
Entre los años 2014 y 2015 gracias al programa de mecenazgo auspiciado por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se ejecutó la restauración integral del templo en su interior, restaurando tanto las pinturas como el interior de la cupula central del templo. Los arreglos incluyen la restauración del playon de entrada y la creación de una rampa de acceso al templo.
La Basílica del Espíritu Santo, templo de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, es una iglesia católica deArgentina que se eleva en la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires, en el corazón del barrio de Palermo. Situada en terreno alto, enmarcada por el trazado irregular de las calles y presentada por la plaza Güemes, sus dos torres se alzan hasta una altura de 54 metros.
Todo el exterior del templo se caracteriza por la rigidez y armonía de sus líneas. El Calvario (cf. Juan, 19, 25-27) colocado sobre la entrada principal concentra la mirada hacia el misterio central de la fe cristiana: el Sacrificio Redentor del Hijo de Dios.
Historia
En 1890 se inauguró una capilla dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, propiedad de la familia Figueroa. En 1894, cuando llegaron a Buenos Aires los primeros misioneros de la Congregación del Verbo Divino enviados a la ciudad, el Obispo les ofreció la capilla para que les sirviera de sede. En 1896 fue creada la vice-parroquia de Guadalupe. Pero pronto esa capilla resultó pequeña para la creciente feligresía. Por ello la Congregación del Verbo Divino, que tenía a cargo la capilla, inició en 1901 la construcción de un nuevo templo. Por disposición del fundador de la Congregación, el nuevo templo estaría dedicado al Espíritu Santo. La iglesia fue inaugurada en 1907.
En el año 2000, el edificio fue totalmente restaurado.
Vista lateral del templo
Mirando al templo desde sus costados, se puede observar en él la distribución de las naves y de los ventanales que forman un conjunto perfecto. Desde esta perspectiva se destacan el cimborrio (cúpula) y las torres que se elevan sobre el resto de la construcción. En ellas se distinguen las esferas del reloj, movido por una máquina de origen alemán que comprende uncarillón de tres campanas propias. Más arriba, formados por elegantes columnas, aparecen los campanarios. Constan en total de cinco potentes campanas fundidas en la localidad germana de Bochum.
Arquitectura
El estilo románico de la Basílica del Espíritu Santo sabe evitar la relativa pesadez del estilo romano, que prefiere los muros pesados y gruesos con arcos chatos y sólidos. El templo, en cambio, logra líneas esbeltas y livianas, arcos altos y fáciles que siguen la tendencia de la Arquitectura gótica que busca alturas.
La arquitectura del templo responde a la forma de basílica romana, destacándose la cruz latina en la planta de su conjunto: nave central, dos naves laterales y crucero, encontrando su remate en tres ábsides. La Basílica tiene una longitud de 53 metros y un ancho de 20 metros (nave central) ó 43 metros (considerando el crucero). La altura interior es de 18 metros y los pilares, alternándose uno de material y otro de granito belga, sorprenden por su esbeltez. Las altas bóvedas se yerguen cerradas por amplios arcos de medio punto y trazadas por bellos arcos cruceros. Todo el conjunto interior del templo atrae por la severidad armoniosa de sus líneas y detalles, destacándose la riqueza de los variados vitrales. Las galerías superiores de las naves, con sus repetidos arcos y columnas, aportan elasticidad y elegancia. Se ha dicho que la Basílica del Espíritu Santo es una verdadera teología puesta en piedra. En cada columna hay un símbolo, en cada arco una intención, en cada grupo una enseñanza profunda. El número sagrado "3" como contenido de la Santísima Trinidad, juega con el número "7", símbolo de las gracias sacramentales y de los dones del Espíritu Santo.
La entrada
Al ingresar al templo por la entrada principal, aparece en el nártex la invocación al titular de la Basílica: "VEN, OH ESPÍRITU SANTO". Flanquean la entrada sendasPilas de agua bendita con las respectivas imágenes de los Arcángeles, custodios de la Iglesia: San Miguel, con sus atributos de escudo y espada, venciendo a Satanás(cf. Dan. 12, 1; Ap. 12, 7); y San Rafael, con sus símbolos: Alimento, báculo y maletín (cf. Tob. 5, 1-12. 22). Al lado de cada Pila se encuentran representados los escudos de la Ciudad de Buenos Aires y de la Congregación del Verbo Divino. En ambos -por sugestiva coincidencia- es el Espíritu Santo quien domina el campo desde lo alto.
El ábside central
La Basílica del Espíritu Santo posee ocho altares ( siete altares con retablo ) y se destaca el arreglo del ábside de la nave central, rico en enseñanzas y simbolismos.
Todo el conjunto está enmarcado por el arco de medio punto inscripto con la primera estrofa del Himno que la Iglesia canta a Dios: «VENI CREATOR SPIRITUS, MENTES TUORUM VISITA, IMPLE SUPERNA GRATIA QUAE TU CREASTI PECTORA» [Ven, Espíritu Santo Creador, a visitar nuestro corazón; colma con tu gracia viva y celestial nuestras almas, que Tú creaste por amor]. En la parte superior, en la cúspide de la bóveda, aparece en altorrelieve la figura blanca de una paloma, símbolo del Espíritu Santo.
Rayos de luz emanan formando las siete gracias: Piedad, Fortaleza, Entendimiento, Sabiduría, Consejo, Ciencia y Santo Temor de Dios. La claridad envuelve el círculo en que se asoma el Espíritu Santo y surgen cabezas aladas de ángeles.
Más allá de los ángeles decrece la claridad de la luz; nubes blancas cubren un fondo algo oscuro en que aparece el Mundo material y corpóreo. La mole misma sobre la que descansa la bóveda parece la Tierra sobre la cual desciende el Cielo.
Esta cúpula que corona el ábside, sostenida por esbeltas columnas, se interrumpe para dar paso a la luz de siete vitrales. En ellos se iluminan siete ángeles que presentan los principales textos bíblicos referidos a Dios Espíritu Santo. En la parte inferior, los medallones con la representación ideal de los siete sacramentos: Bautismo,Confirmación, Penitencia, Eucaristía, Unción de los Enfermos, Orden Sagrado y Matrimonio.
Más abajo, en el nicho central está sentada la imagen de la Virgen María en el Cenáculo de Pentecostés. Los doce apóstoles ocupan la corona que cierra el semicírculo del ábside.
Al pie de la representación, blancas y azuladas se empujan las aguas vivas de la Gracia, saliendo de las siete portadas con la inscripción de cada Sacramento. Todo este arreglo se halla estampado con pequeños mosaicos que dibujan las iniciales latinas de las Tres Personas de la Santísima Trinidad: Pater, Filius, Spiritus Sanctus.
La Iglesia del Inmaculado Corazón de María es el característico templo católico que corona el extremo norte de la Plaza Constitución en Buenos Aires. Es un edificio de estilo neogótico, sede de la Curia de la Provincia de Buenos Aires, y fue inaugurado en 1923.
Hacia 1905, Doña Julia Merchante realizó la donación con cargo de un terreno de su propiedad frente a la Plaza de la Constitución, con el objetivo de que la orden de los misioneros claretianos levantara allí una iglesia con advocación al Sagrado Corazón de María. La orden se instaló ese 14 de agosto, pero la construcción del actual templo definitivo tardaría unos años, ya que la piedra fundamental fue colocada recién el 21 de mayo de 1914, en una ceremonia presidida por Monseñor Espinosa. El conjunto fue proyectado por el Hermano Luis Echavarri, mientras los planos fueron firmados por el arquitecto Rómulo Ayerza.1
La construcción avanzó lentamente, mientras se encargaba a la casa F. Mayer deMunich los nueve vitrales que decorarían el templo, y a la casa E.F. Walker un órgano de 2000 tubos, uno de los pocos de su tipo que existen en Buenos Aires hoy en día.2 La iglesia fue inaugurada y bendecida el 17 de abril de 1923, a las 16.30 por el Obispo Auxiliar de Guatemala, Mons. José María Piñol y Bartres, Mons. Agustín Piaggio, el Presidente Marcelo T. de Alvear y su esposa Regina Pacini de Alvear, el IntendenteCarlos Noel, el Embajador de España, padrinos y madrinas, y el arquitecto Rómulo Ayerza.1
Sin embargo las obras no habían finalizado, ya que las cruces se colocaron coronando las dos torres de 53 metros de altura recién hacia 1926, y el altar mayor se instaló en el templo en 1941, dando por finalizada la construcción de esta iglesia. El 12 de octubre de 1928 había sido erigida como Parroquia.1
A partir de 1937, avanzó la construcción de la Avenida 9 de Julio, la más ancha de Buenos Aires y hoy ícono de la ciudad, con el objetivo de conectar Constitución con Retiro y atravesar el centro porteño con una amplia arteria verde. La Iglesia del Sagrado Corazón se encontraba en su traza proyectada, y aunque la 9 de Julio no llegó a Plaza Constitución sino recién hacia 1975, fue necesaria la resistencia de fieles y de la congregación para evitar la expropiación y demolición. El templo se mantuvo en pie, aislado en una pequeña manzana, mientras el resto de las construcciones a su alrededor eran derribadas. Hacia 1978, el Intendente de facto Osvaldo Cacciatore presentaba un ambicioso proyecto para la construcción de una red de nueve autopistas elevadas que atravesarían Buenos Aires. Una de ellas sería la extensión hacia el Puente Pueyrredón de la Avenida 9 de Julio, y tendría un nudo de conexión con la futura Autopista 25 de Mayo justo en la manzana de la Iglesia del Inmaculado Corazón. Nuevamente fue necesaria la oposición férrea de la comunidad para evitar la posibilidad de expropiación.3
Así, fue construida la actual Autopista Frondizi, mientras el templo quedaba definitivamente aislado en un extremo de la Plaza Constitución, junto al terraplén que se construyó para alzar la autopista. Las vibraciones causadas a lo largo de veinte años, sumadas a las del subterráneo línea C que funciona desde 1934, fueron acelerando el deterioro de la iglesia, desgranando su hormigón y dejando expuestos los hierros de las torres, que comenzaron a oxidarse. Frente a la situación de peligro, el Gobierno de la Ciudad intimó a la orden claretiana en 2006, y en 2008 debió retirar las dos cruces de hierro que coronaban las torres, ya que una se encontraba visiblemente inclinada y próxima a caerse.4 5
Una vez quitadas las dos cruces de hierro, la orden claretiana debió recaudar donaciones para la profunda restauración, ya que como el templo no es Monumento Histórico Nacional, no recibe fondos del Estado Nacional, aunque se consiguieron aportes del Gobierno de la Ciudad. Así, las obras pudieron comenzar a mediados de 2010,6 aunque se limitaron a la fachada y a las dos torres (que recuperaron las cruces de hierro, aunque se trata de dos versiones alivianadas para exigir menos a la estructura), mientras los trabajos debieron suspenderse en junio de 2011 debido a la falta de fondos.7 La restauración estuvo a cargo del estudio de arquitectura Frías Ayerza – Butler, y esta primera etapa terminó en noviembre de ese año.
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