Conventos y monasterios de la provincia de Guadalajara
El convento de Jesús del Monte fue una edificación de la Companía de Jesús ubicada en Loranca de Tajuña(Guadalajara, España). Se dedicó a casa de retiro y residencia de verano de los jesuitas de Alcalá de Henares.
Descripción
Construido en 15581 en una posición dominante sobre la población de Loranca de Tajuña a la que pertenece.
Se encuentra en completo estado de ruina aunque todavía conserva parte de la fachada principal y se distingue la distribución interior. También se conserva parte del sótano, la bodega y algunas tinajas, el lagar y restos de canalizaciones superficiales de agua así como su aljibe.
Parte de los materiales de construcción se encuentran en la actual casa de la cultura de Loranca de Tajuña (la portada renacentista de la hacienda) y algunas columnas de su claustro se encuentran en el Palacio Laredo2 en la ciudad próxima de Alcalá de Henares.
Otros restos menores tales como libros, puertas, contraventanas y dinteles están integrados en numerosas casas de la localidad tras la expulsión de los jesuitas.
Historia
Debió tener varios usos pues aparece descrito como convento y casa de retiro, pero también hay referencias a esta edificación como colegio e incluso como penitenciaría.
Tuvo una gran importancia económica en la comarca -como lo atestiguan las referencias a préstamos que llegó a realizar a localidades de la zona- hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 por Carlos III. La edificación quedó definitivamente abandonada en 1773.
En este convento permanecieron en 1591 las reliquias de Santa Leocadia durante 7 meses, como parte de su periplo de regreso a España desde Amberes hasta Toledo.
De la influencia de este convento en la vida de Loranca de Tajuña ha quedado el símbolo de la Compañía de Jesús, un sol con la inscripción IHS, sobre el escudo heráldico de este municipio.
Durante los siglos XX y XXI ha sufrido el constante expolio de sus piedras para la construcción de chalets.
El monasterio de Nuestra Señora de los Huertos es un edificio conventual situado junto al parque de la Alameda de la localidad de Sigüenza, provincia de Guadalajara, comunidad de Castilla-La Mancha, España. Su estilo es gótico-renacentista y está habitado por una comunidad de monjas clarisas.
Historia
En 1512 comenzó a erigirse esta iglesia a orillas del río Henares, en terrenos donde tal vez estuvo emplazada la antigua iglesia visigótica que vino a ocupar Bernardo de Agén, a principios del siglo XII, bajo el mecenazgo del deán Clemente López de Frías. En la fábrica trabajaron varios arquitectos, siendo terminada tal vez por el llamado Maese Juan (Ivan), quien se esculpió en pequeña figura que adorna las alturas de la Capilla Mayor. El uso monástico de la iglesia es moderno: se remonta a 1940, cuando se trasladaron a este lugar una comunidad de monjas clarisas, las cuales construyeron el convento anejo a la iglesia.
Descripción
Se trata de un edificio tardogótico con adornos platerescos; típico de su perímetro exterior es la serie de botareles o contrafuertes decorados y rematados con gárgolas y pináculos o imágenes, de factura algo tosca. La portada, de estilo plateresco, se cobija bajo arco escarzano y su tímpano semicircular está presidido por la imagen de la Virgen sedente con el Niño, que flanquean las figuras arrodilladas de un ángel y del deán López de Frías. En el patio exterior se enterraba a los pobres y enfermos que morían en el Hospital de San Mateo, y desde los primeros años del siglo XIX hasta 1906 sirvió de cementerio público. Precisamente, la última intervención arqueológica en el atrio de la iglesia ha permitido encontrar restos interesantes, como la antigua calzada procesional de acceso a la iglesia.
El interior, de nave única, ofrece bella bóveda de crucería. Una artística reja cierra el presbiterio, donde se ha empotrado, en el muro del Evangelio (izquierdo), el mausoleo plateresco del arcediano Francisco de Villanuño, hermano de la abadesa y priora del antiguo convento de la tercera orden de San Francisco fundado con su ayuda junto a la iglesia de Santiago. La cartela del mausoleo corresponde en sus descripciones al viejo y derruido convento de donde se trajo.
La Capilla Mayor está presidida por un retablo renacentista pintado directamente en la pared, con cinco escenas enmarcadas por un moldurado plateresco labrado en piedra; en su centro, la hornacina con la imagen de la Virgen de los Huertos, con el Niño en brazos. La iglesia expone el Santísimo Sacramento en horario continuo de 8,30 h. a 19,30 h.
Desde 1931, el Monasterio es habitado por las hermanas clarisas, que realizan bordados de ornamentos litúrgicos y repostería.
Santa María de Óvila es un monasterio cisterciense creado en el año 1186 y declarado monumento en 1931. Fue construido primeramente en Murel (actualmente término de Carrascosa de Tajo), varios kilómetros aguas arriba del lugar donde más tarde fue reconstruido en su actual emplazamiento, en el término municipal de Trillo, enGuadalajara (España), junto al río Tajo. En la actualidad, sus ruinas se encuentran dentro de una finca agrícola privada.
Historia
Fundación y esplendor
El Monasterio de Óvila fue fundado por donación de Alfonso VIII de Castilla en 1175, concediendo también otras múltiples donaciones y acrecentamientos a los monjes blancos que inicialmente habían acudido desde elMonasterio de Santa María de Valbuena en Valbuena de Duero (Valladolid).
Las obras se inician a partir de 1181, con la construcción de la abadía, de sus dependencias monacales, el claustro y la iglesia. La ceremonia de consagración la presidió el abad de Santa María de Huerta, San Martín de Finojosa, en septiembre de 1213.
Los primeros bienes con los que contó el Monasterio vinieron de la comarca circundante en la que llegan a tener el señorío de pueblos enteros, la propiedad de tierras y utilidades, así como la concesión de una gran cantidad de censos, impuestos y frutos: censos y diezmos de Huetos y Ruguilla, algunas yugadas de tierra en Gárgoles, un molino en Sotoca de Tajo y dos en Carrascosa de Tajo, además de una gran heredad en Padilla del Ducado y otra en el lugar de Cortes.
En la baja Edad Media se consolida el poder del Monasterio. El propio rey Alfonso VIII prohíbe la reclamación de portazgo alguno al monasterio de Santa María de Óvila, autorizando a sus monjes a cortar leña en los mismos bosques regios y en territorio conquense, permitiendo que el ganados de los monjes puedan pasear libremente por los territorios donde lo hacen los del rey.
Decadencia
A lo largo del siglo XV el Monasterio de Óvila comienza su lenta y permanente decadencia. Las guerras civiles del siglo XV provocaron la progresiva despoblación de los pueblos de la comarca del Alto Tajo. En este mismo siglo las posesiones que Óvila tenía en Huetos, Sotoca de Tajo, Ruguilla y Gárgoles de Abajo, van pasando paulatinamente a manos de la naciente aristocracia de la zona, los condes de Cifuentes, luego duques de Pastrana y del Infantado. El expolio llegó al punto de que hasta los vecinos deMurel y Morillejo, se adueñaron de las tierras que la Orden tenía en sus términos.
Una serie de vicisitudes agravan paulatinamente la ya precaria situación del Monasterio: en el siglo XVIII un incendio acabó con todo el archivo del monasterio; durante la Guerra de Sucesión la iglesia se hace parroquial para poder sobrevivir; en la Guerra de la Independencia sufre considerables mermas económicas y grandes desperfectos materiales; las iras y pasiones de los primeros años del siglo XIX en los pueblos cercanos, condenan al monasterio a la soledad y el silencio a pesar de la ayuda y protección del reyFernando VII; y finalmente en 1835, cuando apenas quedaban monjes entre sus muros, la desamortización de Mendizábal es prácticamente su sentencia de muerte.
Expolio de bienes
Tras la Desamortización muchas de las joyas artísticas de Óvila pasan a las iglesias parroquiales de los alrededores, sobre todo de Ruguilla, Huetos, Sotoca de Tajo y Carrascosa de Tajo. Otras muchas, como los libros de su biblioteca o los documentos de sus archivos son robados y malvendidos impunemente. El "Cartulario del Monasterio de Óvila", grueso volumen manuscrito en el que aparecen copiados los documentos reales de la Edad Media concediendo favores y privilegios al monasterio, permanece en manos particulares. El "Abadologio" de Óvila, en el que se reseña amplia y minuciosamente los frailes cistercienses que dirigieron y habitaron a lo largo de los siglos en el monasterio, permanece hoy en el Monasterio de Santa María la Real de Oseira (Orense) en forma de cuidado volumen manuscrito.
El definitivo fin del Monasterio comenzó en 1928, cuando el Estado lo vendió a un particular por 3000 pesetas de la época:Fernando Beloso, director del Banco Español de Crédito en Madrid en aquella época y dueño del llamado Coto de San Bernardo en Óvila, con magníficas tierras de regadío, campos de cereal y montes en torno a Óvila. Fernando Beloso lo vendió, por partes, al magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst (Ciudadano Kane en la película de Orson Welles). Asesorado porArthur Byne, Hearst lo desmontó y envió piedra a piedra, no sin dificualtades, a Estados Unidos para instalarlo en su mansióncaliforniana de Wyntoon. Tras muchas complejidades legales, fueron desembarcadas en el puerto de San Francisco y desde entonces permanecen olvidadas, deterioradas y dispersas las piedras del claustro, la sala capitular, el refectorio y el dormitorio de novicios en los jardines y almacenes del Golden Gate Park de San Francisco. La portada manierista de su iglesia tuvo mejor suerte y está instalada desde 1965 en el Hearts Court del M. H. de Young Memorial Museum de San Francisco. Más tarde, esta portada fue donada a USF (Universidad jesuita de San Francisco) en 2002 y posteriormente en 2008 adherida a la construcción de un nuevo edificio denominado "Kalmanovitz Hall".
El edificio
Son escasos los restos que quedan en pie en la actualidad en el monasterio de Santa María de Óvila: cimientos de la iglesia y la bodega (construidos en el siglo XIII bajo el reinado de Enrique I), paredones ruinosos, corrales, doble arquería del claustro de estilo renacentista, parte de las techumbres góticas de la iglesia convertida en garaje y almacén...
La iglesia era un edificio de planta de cruz latina, con una sola nave dividida en cuatro tramos, más el ancho crucero, y una cabeceracon tres ábsides, de los cuales el central presentaba el presbiterio con planta cuadrada y el remate poligonal con cinco lados; los ábsides laterales eran de planta cuadrada. Todas las naves, crucero y ábside se cubrían de bóvedas de crucería, apuntadas. A los pies del templo se abría la portada, de efecto manierista, muy decorada con grutescos, hornacinas y capiteles.
Al sur del templo se abría el gran claustro, del que se conservan las arcadas externas, habiendo desaparecido sus cubiertas de crucería ojival. El claustro que actual se construyó hacia 1617, y presenta una estructura de extremada sencillez, con doble arquería formada, a cada lado, por cinco arcos semicirculares sobre pilares cuadrados y dos arcos más estrechos a los extremos, sin adorno alguno, a excepción de sendos entablamentos lisos dispuestos sobre las respectivas arquerías.
Al costado occidental del claustro se alza una gran nave cubierta de bóveda de cañón apuntada, que fue usada como bodega y almacén de provisiones y aperos. Por el costado oriental del claustro se abrían las dependencias nobles del monasterio: la sacristía, la celda prioral, y la sala capitular de la que hoy solamente quedan simples e inexpresivos muros.
El Convento de San José en Brihuega (Guadalajara, España) es un convento de franciscanos de San José fundado por Juan de Molinahacia 1619 en unos edificios anejos a la muralla, en el prado de Santa María.
Lo habitaron frailes de la llamada «Reforma de la Orden del Carmelo» hecha por San Pedro de Alcántara y vivieron en él varones de probada santidad y muchas letras. En su edificio se instaló en 1835 el hospital de la villa, fue cárcel en sus bajos, colegio y escuela taller, en la actualidad sala de exposiciones y un museo de miniaturas de la colección de Juan Elegido Millán.
El monasterio de Santa María de Sopetrán es un antiguo monasterio benedictino situado junto a la localidad de Torre del Burgo, aunque en el término municipal de Hita(Guadalajara, España). Su origen se remonta al siglo VII, si bien la estructura actual data de finales del siglo XI.
La primera fecha de fundación, sería el año 611, por el rey visigodo Gundemaro y terminado por Chindasvinto, esta fundación sería destruida en el 728, poco después de la invasión de la península por los árabes. En un segundo intento, sería reedificado, por los mozárabes de la Alcarria, ayudados por Eulogio de Córdoba, en el 847, que volvió a ser destruido, nuevamente por los árabes. La siguiente fundación, esta vez a finales delsiglo XI, por parte del futuro rey Alfonso VI, para agradecer a la Virgen, haberle salvado la vida, del ataque de un oso, a los que dio importantes donaciones, entre ellas los señoríos de Hita y Torija, pero a finales del siglo XII, fue abandonado.
La definitiva fundación, fue debida al arzobispo de Toledo, Gómez Manrique, cuando en1372 decidió entregar aquel lugar a la Orden de San Benito, para que lo reédificara y cuidara. Los primeros monjes llegaron deMonasterio de San Millán de Suso, en tierras de La Rioja. Les fue donado por arzobispo, las obras hechas de antiguo y los bienes dados por Alfonso VI. Ya ricos desde la refundación, los benedictinos de Sopetrán fueron recibiendo, los favores y regalos de reyes y magnates. Su situación en un lugar de paso y camino muy frecuentado entre la meseta y Aragón, casi todos los reyes le conocieron y dieron ayudas. Las luchas del siglo XV castellano, estuvieron a punto de hacerlo desaparecer, pero el apoyo de los Mendoza, señores de Hita y su alfoz, en el que Sopetrán estaba incluido, fue la razón de su permanencia y de su progresivo crecimiento en los siglos siguientes.
Lo que fue esplendor, ceremonia, afluir de peregrinos y visitantes, quedó roto en 1836, cuando se puso en marcha la Desamortización de bienes eclesiásticos, dictado por el ministro liberal Mendizábal. Por tener menos de 12 monjes, fue suprimido y el edificio y sus pertenencias, incluidos en los bienes propios del Estado, saliendo pronto a subasta y adjudicándose en 1847, a un vecino de Guadalajara.
Durante el siglo y medio que ha transcurrido desde entonces a nuestros días, el paso del tiempo ha ido deteriorando un edificio del que nadie se hizo cargo. Cierto es que el edificio fue adquirido por un arquitecto que intentó, con una cuadrilla de albañiles, rehabilitarlo sin éxito a finales del siglo pasado. También estuvo habitado recientemente por una comunidad de monjes benedictinos que pusieron en marcha la actual hospedería, pero que no lograron hacer de Sopetrán lo que antaño fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario