Cuadros de Leonardo da Vinci
Autorretrato (en italiano, Autoritratto) es uno de los dibujos más conocidos del pintor italiano Leonardo da Vinci. Fue pintado en torno al año 1513 y se encuentra en la Biblioteca Real de Turín. Está realizado en tiza roja y mide 33 centímetros de alto y 21,6 cm. de ancho.
Descripción de la obra
Leonardo realizaba todos sus dibujos, incluso los esbozos, cuidando cada detalle. Si se observa atentamente el dibujo, se cae en la cuenta de cada cabello, cada pelo de la barba, está realizado con enorme precisión, aunque el rostro no esté acabado; falta de hecho la parte superior de la frente y parte de la barba pero produce la impresión de verse.
Este autorretrato, más que ser fiel como una fotografía, es una interpretación que Leonardo da a su propio rostro, jugando sobre la base de juegos de luces y sensaciones.
Este dibujo tiene una historia realmente sorprendente a sus espaldas: a la muerte de Leonardo, cayó en las manos de Francesco Melzi su fiel colaborador que había heredado todos los manuscritos y los dibujos, y a la muerte de este último, toda la colección se dispersó entre los hijos de Melzi y este retrato fue cedido, vendido, etcétera, y no se supo más de él. Reapareció a principios del siglo XIX en Milán. La confirmación viene del hecho de que había sido copiado y reproducido en una grabación para un libro, y desaparece nuevamente hasta 1840, cuando un coleccionista que lo había comprado quizá en Inglaterra o en Francia, lo vendió a Carlos Alberto de Saboya, junto a dibujos de otros grandes artistas como Rafael y Miguel Ángel. Desde entonces permanece en la Biblioteca Real de Turín.
Baco (en italiano, Bacco) es un cuadro atribuido a menudo al pintor renacentistaitaliano Leonardo da Vinci. Está pintado al óleo sobre tabla transferido a lienzo y mide 177 cm. de alto y 115 cm. de ancho y data del periodo 1510-1515. Se conserva en el Museo del Louvre de París (Francia).
Algunos autores han afirmado que la pintura pudo ser obra de Cesare da Sesto, Cesare Bernazzano, Francesco Melzi o un "pintor lombardo". El fondo no parece típico de la obra de Leonardo y por ello da lugar a especulaciones sobre su autoría. Actualmente se considera que es un cuadro heredado por Salai, documentado en 1625 en Fontainebleau y en 1695 en las colecciones reales francesas.
Análisis
La obra se centra en un personaje sentado con el brazo doblado sobre el pecho, cuya mano derecha apunta hacia nuestra derecha, mientras que la izquierda señala hacia abajo.Juan, reencarnación de Elías, es el primero en anunciar (angelos) Cristo a los vivos, y a los muertos. Es un joven prácticamente desnudo de aspecto andrógino. Está colocado en una ambientación naturalística y supone una vuelta al tema de la figura clásica. La figura humana tiene un modelado suave logrado por el esfumado.
No se sabe con certeza si Leonardo pintó a Juan el Bautista en el desierto o al dios romano del vino y la embriaguez, Baco. En la colección del rey Francisco I aparecía como San Juan en el desierto. Para ser Juan el Bautista, no tiene en la mano el bastón crucífero típico de la iconografía clásica y sí lo que parece un tirso. No obstante, la ausencia de este símbolo, junto a la posición de las manos, podría indicar que sin la cruz, estás condenado al infierno, que sería a dónde está apuntando con la mano izquierda. El fondo del paisaje, además, no es propiamente un desierto, ya que aparece vegetación.
Según parte de la crítica, originariamente representaba a san Juan en el desierto, con sus atributos típicos y sólo posteriormente, entre 1683 y 1695, se le añadieron la corona de pámpanos, la piel de pantera y el racimo de uvas, atributos de Baco. Ninguno de estos atributos báquicos aparecen en dos copias conocidas de la obra: una de Cesare da Sesto y otra en la iglesia de San Eustorgo de Milán; y sí aparecen, en cambio, en una derivación pintada por Andrea del Sarto y que se conserva en Worcester. También Rafael muestra a Juan Bautista con la nébride de Baco.
El bautismo de Cristo (en italiano, Battesimo di Cristo), es un cuadro del taller del pintor renacentista italianoVerrocchio, algunas de cuyas partes se atribuyen a Leonardo da Vinci. Está realizado al óleo y temple sobre tabla. Mide 177 cm de alto y 171 cm de ancho (151 cm según otras fuentes). Fue pintado hacia 1475-1478, encontrándose actualmente en la Galería de los Uffizi, Florencia (Italia).
Posiblemente se tratara de un encargo de la iglesia de San Salvi de Florencia, donde estuvo hasta que pasó, tiempo después, al convento de santa Verdiana. Ambas iglesias pertenecieron a la orden de los vallombrosanos (congregación benedictina). En 1810 fue llevado a la Academia de Bellas Artes y, en 1914, a la Galería de los Uffizi.
Se considera que este es el primer trabajo importante de Leonardo da Vinci como aprendiz. Hizo la pintura junto con su maestro Verrocchio. Para esta pintura, Verrocchio contó con la colaboración de Botticelli y de un Leonardo adolescente.
El primero que mencionó la intervención de Leonardo en esta tabla de Verrocchio fue Giorgio Vasari. Afirma Vasari que Verrocchio acabó disgustado con el arte de pintar, al sentirse superado por su propio aprendiz, contándose la leyenda de que llegó a romper sus pinceles en frente de todos sus aprendices prometiendo no volver a pintar nunca jamás; en realidad no es cierto, pero la anécdota ejemplifica cuánto talento mostró de repente Leonardo como pintor. Verrocchio ejerció sobre Leonardo una profunda influencia, más intelectual que artística.
Se le atribuyen a Leonardo todas las partes ejecutadas al óleo. Es obra suya indiscutible el ángel que está de perfil, abajo a la izquierda, arrodillado y recogiendo sus ropas. Se evidencia la delicadeza de la mano de Leonardo, que ejecutó el rostro del ángel de modo muy maduro. Los ángeles expresan las diferencias estéticas de Verrocchio y Leonardo. El ángel del maestro mira con extrañeza al del discípulo, cuyo dinamismo contrasta con la rigidez del otro. Además, el ángel de Leonardo se distingue por su elegancia; sobre él derrama una luz que pone de relieve los drapeados rígidos y delicados de la vestimenta y las ondas de la cabellera dorada.
También realizó algunos rizos del otro ángel, el paisaje del fondo y retocó la faz de Cristo. En la concepción del paisaje del Bautismo de Cristo se hace patente la observación de la naturaleza por parte de Leonardo. Algunos autores consideran que el pájaro también es obra suya.
Ya aquí se evidencia el estilo que caracterizará incluso las obras leonardescas de la madurez; se distingue a simple vista por la intensidad de los colores y, de modo más determinante, por el dinamismo que consigue imprimir en la figura del ángel y por los matices de color del paisaje. En algunas partes se evidencia el uso de las yemas de los dedos para extender la pintura y lograr mejor los matices de las epidermis.
El cuerpo del Bautista parece más propio del Pollaiolo, mientras que las manos de Dios y la palmera resultan arcaicas y cualitativamente más vulgares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario