domingo, 5 de marzo de 2017

Oraciones para rezar

Laudes cuarta semana - Jueves

Laudes
Oración de la mañana
SALUDO INICIAL
V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
  • HIMNO
  • SALMODIA
Ant. 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11
Señor, escucha mi oración; tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed ti como tierra reseca.
Escúchame enseguida, Señor, que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sáname de la angustia.
Ant. 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant. 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Cántico 
Is. 66,10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor: "Yo haré derivar hacia ella como un río la paz,
como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus cristuras y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado."
Ant. 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Ant. 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146
Alabad al Señor que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados, venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes, para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado, y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos, no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles, que confían en su misericordia.
Ant. 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE
(Rm. 8,18-21)
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación entera está en expectación, suspirando por esa manifestación glorioso de los hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ellos tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.
V. Porque fuiste mi auxilio.
R. Medito en ti, Señor.
V. Gloria al Padre. Y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Anuncia, Señor, la salvación de tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.
PRECES
Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para su pueblo, diciendo:
Tú que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.
- Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
- Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen suya, haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.
- Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia, tu Espíritu de amor. Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los triste, a todos la gracia y la salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir: Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Vísperas
Oración de la tarde
SALUDO INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
  • HIMNO
  • SALMODIA
Ant. 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
Salmo 143 (I)
Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea; mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos.
Señor, ¿Qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; sus días, como una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende, toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos, dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Ant. 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.
Ant. 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
(II)
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel, sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío, crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas, estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados, que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Ant. 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el señor.
Ant. 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12ª
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos
y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Ant. 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE
(Col. 1,23)
Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura bajo los cielos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.
PRECES
Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:
Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.
- Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los hombre, ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
- No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor, pues de ti precede el perdón.
- Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza, haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.
- Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos; que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte, ábreles las puertas de tu reino.
Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente no atrevemos a decir: Padre nuestro.
ORACION
Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. EL Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Laudes cuarta semana - Viernes
Laudes
Oración de la mañana
SALUDO INICIAL
V. Señor abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
  • HIMNO
  • SALMODIA
Ant. 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.
Ant. 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Ant. 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico Jr. 14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta cono el sacerdote vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Ant. 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant. 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
Salmo 147
Glorifica al Señor Jerusalén; alaba a tu Dios Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de Ti;
ha puesto paz en tus fronteras, té sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten; sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.
Ant. 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra
LECTURA BREVE
(Gal. 2, 19b- 20)
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. el Dios que hace tanto por mí.
V. gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
PRECES
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:
Escucha, Señor, y ten piedad.
- Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera santidad, y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.
- No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre no olvides tu alianza con nosotros. Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos, porque no hay confusión para los que en ti confían.
- Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo, haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó: Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Vísperas
Oración de la tarde
SALUDO INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
  • HIMNO
  • SALMODIA
Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144 (I)
Te ensalzaré, Dios mío, me rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas,
encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
Ant. 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Ant. 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
(II)
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que los invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
Ant. 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Ant. 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico Ap. 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Ant. 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE
(Rm. 8,1-2)
No hay ya condenación para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la muerte.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama, y nos absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama, y nos absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre Suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama, y nos absuelto por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestros faltas y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
Señor, ten piedad.
- Escucha, señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen culpables y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.
- Tú que, por medio del Apóstol, nos has enseñado que donde se multiplicó el pecado sobreabundó mucho más la gracia, perdona con largueza nuestros muchos pecados.
- Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita; vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
- Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor, y sé benévolo con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón, ábrelas también para nuestros hermanos difuntos. Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente: Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los padecimientos de Cristo, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor, Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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