Su fecha de nacimiento se refleja de forma incorrecta desde el año 1884 en algunas fuentes. Sin embargo, según su partida de nacimiento indica que Friedrich Wilhelm von Schütz nació en 1758.
Cursó los estudios de Derecho desde 1777 hasta 1779 en Leipzig. Más tarde trabajaría como escritor.
En 1787 se desplazó hasta Altona/Elba, que en esa época pertenecía a Dinamarca. Allí se dedicó a terminar su libro Archiv der Schwärmerei und Aufklärung.
En 1789, con el estallido de la Revolución Francesa se valió de sus escritos para difundir sus ideas. Pronto comienza a tener problemas por mostrar sus opiniones y en julio de 1792 se ve obligado a huir de Hamburgo, en Baja Sajonia, a Prusia para escapar de la persecución que el gobierno francés llevó a cabo contra él desde el mes de noviembre.
Después de la derrota de las tropas revolucionarias francesas, fue deportado a Hamburgo, estableciéndose como un ciudadano privado cerca de la ciudad.
Más tarde, con la ascensión de Napoleón Bonaparte, se concentró en la Masonería. Se trasladó en 1819 a Zerbst, allí redactó escritos masónicos que fueron publicados en marzo de 1834, pocos días después de su muerte.
Adam Smith nació en Kirkcaldy (Escocia) en el año 1723 y fue el único hijo del segundo matrimonio de Adam Smith, oficial de aduanas, y Margaret Douglas. Poco más se sabe de su infancia, a excepción de que a la edad de 4 años fue raptado por una banda de gitanos, siendo rescatado gracias a la acción de su tío. «Me temo que no hubiera sido un buen gitano», comentó John Rae, su principal biógrafo. Más allá de este incidente, la vida de Smith fue singularmente tranquila, y su historia es esencialmente la de sus estudios y sus libros.1
En 1737, a la edad de 14 años, habiendo concluido su curso en la escuela local de Kirkcaldy, Smith ingresó en la Universidad de Glasgow, donde fue influido por «el nunca olvidado» Francis Hutcheson, el famoso profesor de filosofía moral, lo que a la postre le valdría ser incluido en la escuela histórica escocesa. Es en esta asignatura, en la que se dedicaba una parte a la moral práctica, en la cual Smith basaría gran parte de La riqueza de las naciones. Después de su graduación en 1740, Smith obtuvo una beca para Oxford, donde estudió por seis años en Balliol College, una universidad en decadencia, como sostendría en su obra La riqueza de las naciones.
De vuelta a la casa de su madre en 1746, Smith se dedicó a buscar un empleo adecuado a la vez que continuaba sus estudios. Entre 1748 y 1751, fue profesor ayudante de las cátedras de retórica y literatura en Edimburgo, bajo el mecenazgo de Lord Kames, quién también le empleó como conferenciante sobre las mismas materias.1 Durante este período estableció una estrecha amistad con el filósofo David Hume, amistad que influyó mucho sobre las teorías económicas y éticas de Smith.
En 1751, fue llamado por la Universidad de Glasgow para ocupar primeramente la cátedra de lógica y, al año siguiente, la de filosofía moral. Este último cargo lo ejerció por 12 años, período que luego describiría como «el más útil y por tanto el más feliz y honorable de mi vida». Su curso de filosofía moral estaba dividido en cuatro partes: teología natural, ética, jurisprudencia, y economía política. En 1759 publicó su primer libro, Teoría de los sentimientos morales, que incorporaba la segunda parte de su curso, y que casi inmediatamente estableció su reputación académica y literaria. Publicó un ensayo sobre La primera formación de los idiomas, que fue incluido como apéndice en posteriores ediciones de Los sentimientos morales (se publicaron seis ediciones durante su vida).1
En 1763, el poderoso aristócrata Charles Townshend ofreció a Smith una pensión vitalicia a cambio de que sirviera como tutor de su hijastro, el III duque de Buccleuch, durante un viaje de tres años por Suiza y Francia. En este viaje conoció a los fisiócratas franceses (entre ellos, Quesnay y Turgot), que defendían la economía y política basada en la primacía de la ley natural, la riqueza y el orden, y se encontró con su viejo amigo David Hume. También conoció a otros pensadores ilustrados, como Voltaire, Benjamin Franklin, Diderot, D'Alembert y Necker.2 En 1766 la repentina enfermedad y muerte de Hew Scott, el hermano del duque, puso fin al viaje, forzando un repentino retorno a Gran Bretaña.
Smith se inspiró en esencia en las ideas de Quesnay y Turgot para construir su propia teoría, que establecería diferencias respecto a la de estos autores.
Durante los siguientes siete años Smith vivió con su madre en Kirkcaldy, dedicando la mayor parte de su tiempo a su siguiente libro, La riqueza de las naciones. Este período también lo describió como feliz: «Quizá nunca estuve (tan feliz) en toda mi vida».1
En 1779 viajó a Londres, llevándose su manuscrito consigo, y durante cinco años vivió allí, donde su círculo de amigos incluía a Edward Gibbon y Edmund Burke. En esa época murió su amigo David Hume, motivo que llevó a Adam a publicar la Carta a William Strahan a modo de obituario. Debido a sus libros especialmente críticos a la religión, los elogios a Hume provocaban grandes protestas en todo el Reino Unido. Smith habría de anotar después: «Una simple e inofensiva hoja de papel... me causó diez veces más vituperios que el violento ataque que realicé en contra de todo el sistema comercial de la Gran Bretaña».
Fue nombrado director de Aduana de Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad, viviendo con su madre y su prima, Janet Douglas, en Edimburgo. En 1787 fue nombrado rector honorífico de la Universidad de Glasgow, cargo que ocupó hasta 1789. Adam Smith murió a la edad de 67 años.13
Su obra sistematiza de manera científica las bases del capitalismo moderno, y presentó su justificación teórica en una forma que marcaría el pensamiento de los más influyentes economistas del siglo xix (a favor y en contra) y que en parte sigue inspirando a los defensores del mercado libre.
Sin embargo, pese a su importancia para la historia de la ciencia económica, es importante recordar que Smith no era únicamente (ni acaso principalmente) un economista; de hecho, en sus tiempos la economía aún no se había desarrollado como disciplina independiente.
La amplitud de sus intereses, que abarcaban no solo economía, ética, filosofía política, y jurisprudencia, sino también literatura (antigua y moderna), lingüística, psicología, y la historia de la ciencia, destaca tanto por su variedad como por su profundidad analítica.
El profesor Julio Harold Cole, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín,4 dice de Adam Smith:
En esta época de excesiva especialización, no puede dejar de impresionarnos la amplitud y profundidad de la erudición de Smith, fiel y genuino representante del espíritu de la Ilustración Escocesa. Sin embargo, por mucho que admiremos sus logros en campos tan variados, no puede negarse tampoco que la posteridad ha decidido recordarle principalmente por sus contribuciones a la ciencia económica, y su fama siempre se basará mayormente en su obra maestra, La Riqueza de las Naciones. Aunque escrita en inglés en el siglo
xviii, ahora pertenece al mundo y a todos los tiempos. Smith separó definitivamente la economía del restrictivo marco de referencia mercantilista, que negaba los beneficios del libre comercio entre las naciones, e hizo de ella el estudio del orden social espontáneo (y generalmente no-intencionado) que surge de los intercambios voluntarios entre individuos que producen beneficios para todas las partes involucradas, sean domésticas o extranjeras. En tanto sobreviva en este mundo el amor por la libertad, los hombres libres seguirán inspirándose en Adam Smith, autor de La Riqueza de las Naciones.
1
Teoría de los sentimientos morales[editar]
La Teoría de los sentimientos morales de 1759 empieza por la exploración de todas las conductas humanas, en las cuales el egoísmo no parece desempeñar un papel determinante, como aseguraba Hobbes. Sin embargo, sí confiere razón a los postulados de Hobbes en que la primera tendencia del ser humano es la del amor hacia sí mismo. De ahí que se vea obligado a controlar y dominar su egoísmo, elemento fundamental para que la vida en comunidad no se convierta en una guerra de todos contra todos.
Lo que se expone entonces es el proceso de simpatía (o empatía), a través del cual un sujeto es capaz de ponerse en el lugar de otro, aun cuando no obtenga beneficio de ello. Adam Smith lo explica por la influencia de la necesidad de ser aprobado por los demás. Con esto se busca criticar a la concepción utilitarista, como aparece en Hume. El desarrollo de la obra lleva al descubrimiento del «espectador imparcial», la voz interior que dictaría la propiedad o impropiedad de las acciones.
A lo largo de la obra el autor explica el origen y funcionamiento de los sentimientos morales: el resentimiento, la venganza, la virtud, la admiración, la corrupción y la justicia. El resultado es una concepción dinámica e histórica de los sistemas morales, en oposición a visiones más estáticas como las determinadas por las religiones. En términos filosóficos, la naturaleza humana estaría diseñada para avanzar fines o causas finales que no necesariamente son conocidos por los sujetos, que se guían por las causas eficientes.25
La riqueza de las naciones (The Wealth of Nations)[editar]
Inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, 1922
En 1776, Smith publicó su obra Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (o simplemente La riqueza de las naciones), después de más de diez años de trabajo,2 por la cual es considerado por muchos especialistas el padre de la economía política. Esta obra representa el intento por diferenciar la economía política de la ciencia política, la ética y la jurisprudencia. Un elemento fundamental para esta diferenciación fue la crítica al mercantilismo, corriente heterogénea que venía desarrollando nociones económicas desde el siglo xv, más vinculada a los imperios coloniales que a la naciente Revolución Industrial.
Él mismo consideraba esta serie de volúmenes como una exposición parcial de una obra más amplia sobre Los principios generales de la ley y del gobierno, y de las diferentes revoluciones que en estas se han producido en las diferentes épocas y periodos de la sociedad, obra que deseaba escribir pero que nunca llegó a completar. Incluso en La riqueza de las naciones, para Smith la ciencia económica era mucho más que la teoría de precios, producción y distribución, moneda y banca, finanzas públicas, comercio internacional, y crecimiento económico, campos que hoy en día se consideran como especialidades en sí mismos. Todos estos temas se discuten en el libro, pero también incluye detalladas discusiones sobre temas tan diversos como historia eclesiástica, demografía, política educacional, ciencias militares, agricultura, y asuntos coloniales.1
Según la tesis central de La riqueza de las naciones, la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo y la libre competencia. Según esta tesis, la división del trabajo, a su vez, se profundiza a medida que se amplía la extensión de los mercados y por ende la especialización. Por su parte, Adam Smith considera la libre competencia como el medio más idóneo de la economía, afirmando que las contradicciones engendradas por las leyes del mercado serían corregidas por lo que él denominó la «mano invisible» del sistema.2
Una particularidad de la obra es el planteamiento de que, el interés propio de cada individuo conduce al bienestar general, lo que se conoce como el mecanismo de la mano invisible o doctrina de la mano invisible de Adam Smith.6 Al respecto, Adam Smith afirmaba que «el hombre necesita casi constantemente la ayuda de sus semejantes, y es inútil pensar que lo atenderían solamente por benevolencia (...) No es la benevolencia del carnicero o del panadero la que los lleva a procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses».2
Esto es y ha sido en ocasiones interpretado de forma errónea, como que simplemente el egoísmo, el interés propio lleva al bienestar general. Sin embargo, pasajes tanto de esta obra como de Los sentimientos morales dejan claro que en un sistema económico el interés personal no es la única motivación, ya que si así fuera, toda negociación resultaría imposible. Adam Smith pretendía transmitir que, el interés propio de cada persona en la consecución y satisfacción de sus necesidades, en un sistema económico libre acabaría favoreciendo al resto de personas también. El ser humano es capaz también de comprender el interés personal de su compañero y de llegar a un intercambio mutuamente beneficioso.2 La empatía con el egoísmo del otro (donde acentúa la siguiente frase: «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas») y el reconocimiento de sus necesidades es la mejor forma de satisfacer las necesidades propias. El pensador y economista escocés subraya que la mayor parte de estas necesidades humanas se satisfacen por intercambio y por compra.2
La obra incluye una filosofía de la historia, donde la «propensión a intercambiar» exclusiva del hombre se convierte en el motor del desarrollo humano, porque permite la suficiente creación de riqueza y generación y acumulación de capital para poner en práctica la división del trabajo. Debido por tanto a la empatía y la división del trabajo se potencia el crecimiento económico, clave del bienestar social.2
Esta obra constituye también una guía para el diseño de la política económica de un gobierno. Los beneficios de la «mano invisible» del mercado solo se obtendrán en una «sociedad bien gobernada».
Entre sus aportes más importantes se destacan:
- La diferenciación clara entre valor de uso y valor de cambio.
- El reconocimiento de la división del trabajo, entendida como especialización de tareas, para la reducción de costos de producción.
- La predicción de posibles conflictos entre los dueños de las fábricas y los trabajadores mal asalariados.
- La acumulación del capital como fuente para el desarrollo económico.
- La defensa del mercado competitivo como el mecanismo más eficiente de asignación de recursos.
Preocupaciones sociales[editar]
Contrariamente a lo que le achacan algunos críticos debido a los extremos a los que el neoliberalismo lleva sus ideas, Adam Smith conocía los peligros que conllevaba su ecuación económica.
Estaba convencido de que un hombre que pasa toda su vida para completar unas pocas operaciones simples cuyos efectos son siempre los mismos, no tiene tiempo para desarrollar su inteligencia ni para poner en práctica su imaginación. El resultado es la pérdida del hábito de ejercer sus facultades y la alienación del individuo. Por ello afirmó que el Estado debería «impulsar e incluso imponer» la educación pública78 de las clases trabajadoras.2
De hecho, criticó las vidas miserables que sufrían muchos de sus compatriotas y advirtió que «ninguna sociedad puede ser próspera ni feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables».9
En marzo de 1776 se publicó finalmente La riqueza de las naciones. La obra tuvo un éxito inmediato y duradero: la primera edición se agotó en seis meses, y durante la vida de Smith se publicaron cinco ediciones (1776, 1778, 1784, 1786, y 1789). Además, en cuestión de tres décadas se había traducido, por lo menos, a seis idiomas extranjeros: danés (1779-80), tres versiones francesas (1781, 1790, y 1802), alemán (1776-78), italiano (1780), español (1794) y ruso (1802-1806).1
La investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones ha estado sujeta a todo tipo de interpretaciones, entre ellas:
- David Ricardo: realiza una crítica a la obra, desarrollando más la teoría del valor-trabajo y conceptos tales como el capital y la reproducción[cita requerida].
- Milton Friedman y Rose Friedman: se centra en temas como la «mano invisible» y el papel del Estado. Milton y Rose Friedman escriben La libertad de elegir basados en la doctrina smithiana del libre comercio.10
- Amartya Sen: lectura renovada de Smith que retoma la Teoría de los sentimientos morales, libro de gran importancia en el campo de la ética, la teología y la moral. Amartya Sen destaca la importancia del sentimiento de la simpatía en la obra de Smith y cuestiona la estrecha interpretación friedmaniana que atribuye al egoísmo la armonía del mundo[cita requerida].
Publicaciones póstumas[editar]
En 1795, los albaceas literarios de Smith, Joseph Black y James Hutton, editaron y publicaron una colección de Ensayos sobre temas filosóficos que incluía un juvenil ensayo sobre la Historia de la astronomía que aparentemente formaba parte del proyecto más amplio de una Historia de las ciencias liberales y artes elegantes. La más conocida edición moderna de estos ensayos es la de J. R. Lindgren (ed.), The Early Writings of Adam Smith (Nueva York. Kelley. 1967), que también incluye su Ensayo sobre la formación de los idiomas.
Antes de su muerte, Smith había ordenado la destrucción de la mayoría de sus otros manuscritos inéditos, entre los cuales probablemente se encontraban sus conferencias sobre religión natural y sobre jurisprudencia, lo mismo que sus lecciones sobre retórica. La mayor parte de este material probablemente se perdió para siempre, aunque ciertas partes han sido recuperadas indirectamente en la forma de apuntes tomados por sus estudiantes en los años 1762-64.
En efecto, en 1895 Edwin Cannan, de la Escuela de Economía de Londres, se enteró de la existencia, en manos de un abogado de Edimburgo, de un manuscrito que identificó como los apuntes de clase, tomados por un estudiante, de un curso sobre jurisprudencia dictado por Smith poco antes de su viaje a Francia. (Posteriormente se logró establecer que estas conferencias fueron efectivamente dictadas durante la porción del ciclo académico de 1763-64 que precedió su partida). Cannan editó estos apuntes y los publicó bajo el título de Lectures on Justice, Police, Revenue and Arms, delivered in the University of Glasgow by Adam Smith (Oxford. Clarendon Press, 1896).
En 1929, la Biblioteca Clements de la Universidad de Míchigan adquirió una colección de documentos que habían pertenecido a Alexander Wedderburn (lord canciller del Reino Unido entre 1793 y 1801), entre los cuales se encontraba un manuscrito que el Prof. G. H. Guttridge identificó como un memorando sobre El problema americano escrito por Adam Smith en 1778. Este manuscrito fue editado por Guttridge y publicado en la American Historical Review, n.º 38 (1933), pp. 714-20.
Finalmente, dos juegos adicionales de apuntes de clase fueron descubiertos por John M. Lothian en 1958. Uno de estos correspondía a un curso de retórica y letras, dictado por Smith en Glasgow en la sesión 1762-63. Estos apuntes fueron editados por Lothian y publicados bajo el título Lectures on Rhetoric and Belles Lettres (Londres. Nelson, 1963). El segundo juego de apuntes, correspondiente al curso de jurisprudencia dictado durante la misma sesión, no fue publicado sino hasta 1978, como parte de la Glasgow Edition of the Works and Correspondence of Adam Smith (Oxford University Press, 1976-83).1
Adam Smith y el comercio internacional[editar]
La teoría clásica del comercio internacional tiene sus raíces en la obra de Adam Smith que plantea la interacción entre comercio y crecimiento económico. Conocida comúnmente, como teoría de la ventaja absoluta, ya que Adam Smith tomó los costes de producción en términos absolutos. Según los principios establecidos en sus obras, los distintos bienes deberán producirse en aquel país en que sea más bajo su coste de producción y desde allí, exportarse al resto de las naciones. Por tanto, define la denominada «ventaja absoluta» como la que tiene aquel país que es capaz de producir un bien utilizando menos factores productivos que otros, es decir, con un coste de producción menor. Defiende además el comercio internacional libre y sin trabas, para alcanzar y dinamizar el proceso de crecimiento económico, y este comercio estaría basado en el principio de la ventaja absoluta. Así mismo aboga por favorecer la movilidad internacional de los factores de producción.
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