viernes, 9 de octubre de 2020

PUEBLOS CELTAS ANTÍGUOS

 Gallaecia fue originalmente el nombre con el que los romanos identificaron al territorio situado en el extremo noroccidental de la península ibéricaGallaecia fue una provincia romana, que abarcaba los territorios de la actual comunidad autónoma de Galicia, norte de Portugal y el territorio de las actuales provincias de León, Zamora y la comunidad autónoma de Asturias1​, habitado por pueblos indoeuropeos de lengua céltica denominados galaicos (gallaeci), al oeste, y astures al este. Años después de la culminación de la conquista romana, con la nueva división administrativa de Diocleciano, estuvo formada por los conventos LucensisBracarensis y Asturicensis. Con el tiempo, en el siglo IV, la Gallaecia llegó a incluir el antiguo conventus Cluniacensis, abarcando así todo el norte de Hispania. El Reino suevo fue fundado por el pueblo germánico de los suevos en la primera mitad del siglo V en esta provincia del Imperio romano de Occidente tras haber penetrado en la península ibérica junto con vándalos y alanos en el 409. Independientemente de la evolución territorial asociada al nombre de Gallaecia, este acabaría por derivar en lengua española hasta nombrar la actual Galicia, a pesar de no corresponderse exactamente al antiguo territorio romano.


Mapa de Hispania ( la península ibérica) en el siglo VI, incluyendo las antiguas provincias romanas y sus pobladores en esa época.

Periodo romano[editar]

Al acabar las guerras cántabras y ser sometido todo el norte, se incorporó con parte de los nuevos territorios a la provincia de Lusitania Ulterior, para pasar más tarde, en una fecha sin precisar, a la Tarraconense. En ese momento, la Gallaecia estaba formada por dos circunscripciones: los conventus Lucensis y Bracarensis, con sus respectivas capitales en Lucus Augusti y Bracara Augusta.

En 214 Antonino Caracalla creó la provincia Hispania nova citerior Antoniniana por división de la Tarraconense. Esto supondrá que a los dos conventos galaicos se le añadió un tercero, el Asturicensis, con capital en Asturica Augusta. A mediados del siglo IV la ya provincia Gallaecia vería de nuevo incrementado su territorio con un nuevo convento, el Cluniacensis, con capital en Clunia Sulpicia.

A comienzos del siglo V la Gallaecia fue ocupada por los suevos y los alanos a pesar de la resistencia de sus habitantes. Estos bárbaros establecieron reinos en territorio romano a través de pactos con el poder imperial. El rey suevo Hermerico firmó un foedus con el Imperio, mediante el cual se convertía en federado de Roma, ocupando la provincia de Gallaecia y aceptando al Emperador como su superior (411). La parte occidental de la Gallaecia fue para los suevos, en tanto que la oriental correspondió a los alanos, dirigidos por su rey Gunderico. Enfrentados ambos, Hermerico fue derrotado por los alanos en los montes Nervasos, en la actual provincia de León.

Con ello, la antigua Gallaecia llegó a su fin. En pocos años, el reino suevo quedaría restringido a la Galicia actual, el norte de Portugal y extremo occidental de León, en tanto que el resto del territorio quedó bajo dominio visigodo o de las propias élites hispanorromanas (tal es el caso de la costa cantábrica hasta la conquista visigoda en tiempos de Leovigildo).

Gobernadores de la provincia de la Gallaecia[editar]

Precedentes[editar]

Provincia Transduriana[editar]

Como su nombre indica, abarcaba los territorios más allá (al norte) del río Duero. Documentada en 15 a.C., se acaba integrando en la Hispania Citerior

Provincia de Hispania Superior (o Callaecia)[editar]

Abarcaba los conventos de Bracara Augusta (Braga) y Lucus Augusti (Lugo), provincia separada de la Hispania Citerior en la división territorial de Caracalla (211-235), tras este corto espacio de tiempo se reintegró de nuevo en ella.

Provincia de Gallaecia[editar]

Sociedad en la Gallaecia antigua[editar]

La cohesión social y territorial de la cultura castreña explica la extraordinaria resistencia de los galaicos a la dominación romana2, que se prolongó durante más de un siglo cuando esta ya se extendía por el resto de la Hispania. Así lo constatan diversas crónicas, como las de Orosio, que cuenta cómo en el año 137 a. C., el Praetor Décimo Junio Bruto Galaico inició una campaña de castigo debido a las continuas incursiones bélicas y de saqueo celtas en el área romana lusitana. Por esta campaña, en la que hubo de enfrentarse con 60 000 gallaicoi en el río Duero, volvió a Roma convertido en héroe, por lo que fue llamado Gallaicus. En ese mismo año, las legiones romanas llegarían al río Limia, que al identificarlo al río Lethes de la mitología romana, sólo pudo ser cruzado cuando el Praetor llamó por sus nombres a sus soldados para demostrar que no había perdido la memoria. El avance hacia el norte se detendría al año siguiente al llegar al río Miño, donde los gallaicoi provocaron el repliegue romano hacia el sur.

La situación se mantendría durante los siguientes cien años, sin que las esporádicas expediciones romanas consiguieran internarse más en territorio galaico, siendo la única significativa la de Publio Licinio Craso del 96-94 a. C. Sin embargo, en el 73 a. C. Quinto Sertorio es derrotado, de forma que la región al norte del río Tajo recupera su independencia. La situación seguiría así hasta que diez años después Julio César es designado Propraetor de la Hispania Ulterior. En el año 61 a. C. retoma el avance hacia el norte, penetrando en la región lusitana situada entre los ríos Tajo y Duero, y de forma personal conduce una incursión marítima que arribaría a Brigantium. No obstante, el interior del territorio galaico continúa una resistencia que se recrudece en su última etapa durante la campaña de César Augusto entre los años 39 al 24 a. C., de la que sería su exponente más significativo la batalla del Monte Medulio. Esto impediría la declaración de la Pax Romana hasta el año 23 a. C., si bien la resistencia proseguiría en las áreas fronterizas astures y cántabras hasta el 19 a. C.

Una vez finalizados los enfrentamientos bélicos, comenzó una fructífera romanización que se prolongaría durante los siguientes cuatro siglos, iniciándose oficialmente entre los años 64 y 70 cuando Vespasiano convierte en pueblo romano a los 451 000 gallaicoi3. De esta forma, los castros se transformarían en las villae y la población incorporaría las nuevas tecnologías, como la arquitectura, la agricultura basada en el arado, el Derecho romano o la minería. En este último aspecto cabe destacar el sistema de extracción de metales denominado ruina montium, que consistía en excavar túneles en los montes, por los que se introducía de golpe el agua de embalses preparados al efecto, reventando el monte y rescatando aguas abajo los minerales valiosos (específicamente, el oro). Los efectos de esta clase de minería aun son visibles en Las Médulas (León).

Límites de la Gallaecia tras la división provincial de Diocleciano en 298.

La cohesión social y territorial definida por los celtas en el territorio galaico se mantendría durante toda la romanización. Una importante aportación, que contribuiría a definir la posterior división territorial, sería la infraestructura viaria compuesta de puentes y calzadas utilizada para los desplazamientos de tropas y el transporte de mercancías. A lo largo de estas vías había mansiones y estaciones de descanso para las tropas, que fueron el origen de numerosas villas que han llegado hasta nuestros días. Si bien existían otras vías secundarias, las principales eran cuatro - numeradas como XVII a XX en el itinerario de Caracalla- y enlazaban las ciudades fundadas por Augusto con el resto de los dominios romanos. Estas tres ciudades, Lucus Augusti (Lugo), Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga), pasarían a ser la cabecera de los tres 'conventus' (LucensisBracarensis y Asturiacensis, respectivamente), que con la reforma de Diocleciano del año 298 quedarían unificados bajo una única provincia segregada de la TarraconensisGallaecia. Así pues, fue durante esta época cuando la Gallaecia alcanzó sus máximas fronteras, llegando por el oriente hasta las fuentes del río Ebro.

La romanización de la cultura galaica se produjo también en la lengua y la religión, si bien de forma inversa. Aunque en la lengua el sustrato céltico original acabaría disolviéndose en el latín, se mantuvieron las raíces de topónimos y antropónimos. En el caso de la religión, el fenómeno fue el contrario.

Gallaecia en la Alta Edad Media[editar]

Tras la desaparición del Imperio Romano el nombre de Gallaecia siguió aplicándose al cuadrante noroeste de la península ibérica durante los primeros siglos de la Alta Edad Media. Ello quedó muy patente sobre todo en los escritos de los historiadores del Califato de Córdoba, que sistemáticamente se referían con ese nombre al Reino de Galicia.

Igualmente las crónicas escandinavas y las escasas referencias documentales del Imperio carolingio al Reino de Asturias lo mencionan como Gallaecia.








Los grovios (en latín Grovii) eran un pueblo galaico prerromano que continuó existiendo en época romana.

Ocupaban la zona del valle y desembocadura del río Miño, Islas CíesBayona y la ría de Vigo, hasta la sierra de A Grova, entre Galicia y Portugal, con capital en Castellum Tyde (Tuy, Pontevedra), en el Conventus Bracarus, en la Gallaecia meridional, desde la Edad del Bronce.

Existen restos castreños en la cima del monte AloiaA Guía (Randufe), Cabeza de Francos (Pazos de Reis) y en Tuy.

Las fuentes antiguas (Pomponio MelaPlinio el ViejoSilio ItálicoPtolomeo, etc.), siguiendo la tradición historiográfica de época romana, los reputa como de origen troyano, descendientes de Diomedes, hijo de Tideo.

Un posible dios de los grovios era Turiaco, cuyo significado lo relacionaría con soberano, en función de la raíz tor- (si guarda relación con una inscripción irlandesa que alude a Tor rí no tighearna).








Los helenios eran una tribu galaica, documentada por Plinio el Viejo,1​ a quienes denomina heleni, y que darían su nombre a la ciudad de Helenos, mencionada por Estrabón.







Los Lemavos eran una tribu céltica de la Gallaecia, perteneciente al convento jurídico lucense, cuyo territorio puede reducirse a la actual Tierra de Lemos, en el Sur de la Provincia de LugoEspaña.


Fuentes[editar]

Los lemavos son citados por Plinio, en Naturalis Historia, IV, 112, y por Claudio Ptolomeo, Geographia, II, 6, 25, identificando este último Dactonium como su capital.

Dactonium es citada también como una etapa en las Tablas de barro de Astorga.

Cultura[editar]

Los Lemavos pertenecían a la conocida como `cultura castreña´, cultura prerromana de corte céltico, caracterizada entre otras cosas por la construcción de núcleos llamados castros, por rasgos artísticos comunes, adoración de los fenómenos naturales y de deidades pancélticas como el Dios Lug, y desarrollada en el norte de España durante la edad prerromana.

Reducción geográfica[editar]

Los lemavos están reducidos a la Terra de Lemos, ya que el nombre del pueblo se conservó en la comarca, en documentos altomedievales, bajo el nombre de Lemavus o Lemabus.

Dactonium, su capital, trajo más dificultades a la hora de identificar su situación, aunque aparecía en mapas de la Alta Edad Media como "Castrum Actonium", que expresamente indicaban que en aquella época se empezaba denominar Pino, "Castrum actonium, quod dicitur Pinus" porque su asentamiento se sitúa en la parte alta de Monforte de Lemos, ocupada hoy por el Monasterio de San Vicente del Pino, hoy convertido en Parador de Turismo, y el conjunto histórico artístico que engloba la muralla y torre del homenaje, junto con los restos el palacio de los Condes de Lemos. Se ha polemizado sobre la localización efectiva del asentamiento, debido a la existencia de restos castreños en lugares próximos como Castillón. Durante el 2007 excavaciones en la falda del monte, dejaron al descubierto restos de un Castro y diversos vestigios prerromanos,1​ lo cual vino a reforzar la teoría que situaría el asentamiento de los Lemavos en la actual localización de San Vicente del Pino.

Reclutamento militar[editar]

Colaboraron con el ejército Romano, formando el "Ala I Levamorun" y la Cohors I Lemavorum civium romanorum, una cohorte que luchó al servicio del ejército romano, de todo lo cual quedan vestigios escritos.

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