jueves, 2 de julio de 2015

anatomía humana

Sistema inmunitario

Un complejo inmune es un compuesto molecular formado por el enlace de un anticuerpo a unantígeno soluble. Después de la interacción antígeno-anticuerpo, los complejos inmunes pueden ser objeto de algunas de estas respuestas: depositados por el complementoopsonizados,fagocitados o procesados por proteasas. Los glóbulos rojos portadores del CR1 sobre su superficie, puede unir complejos inmunes C3b y trasportarlos hacia los fagocitos, ubicados las mayor parte en el hígado y el bazo, regresando luego a la circulación general.
Los complejos inmunes pueden por si mismos causar enfermedad al ser depositados en los órganos, por ejemplo, en algunas formas de vasculitis. Esta es la tercer forma de hipersensibilidad en la clasificación de Gell-Coombs, llamada hipersensibilidad tipo III.
El depósito de complejos inmunes es una característica importante en algunas enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémicocrioglobulinemiaartritis reumatoidea,esclerodermia y enfermedad de Sjögren.
Enfermedad por complejos inmunes.


Mecanismo de daño tipo III o por Complejos Inmunes
y
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Este mecanismo de daño es responsable de algunas condiciones de HS frente a suero heterólogo y de ciertas enfermedades autoinmunitarias en las cuales se producen respuestas de anticuerpos frente a autoantígenos tales como DNA, IgG y otras proteínas. La respuesta consiste en la formación de complejos antígeno-anticuerpo llamados complejos inmunes que circulan en el interior de vasos sanguíneos. Normalmente los complejos inmunes son eliminados por macrófagos esplénicos y hepáticos con la participación del complemento. Si ello no ocurre adecuadamente, los complejos circulantes pueden depositarse en el endotelio de los vasos pequeños, especialmente de aquellos que cumplen funciones de ultrafiltración (glomérulos renales, membrana sinovial articular).
El depósito de los complejos en las membranas de células endoteliales, se traduce en la activación del complemento por vía clásica. Se forman los fragmentos C3a y C5a con actividad flogística al inducir la degranulación de células cebadas y basófilos. La generación de C5b se manifiesta como quimiotaxis. Llegan al lugar gran cantidad de PMNn los que liberan enzimas lisosómicas proteolíticas y radicales libres. Todos estos fenómenos se traducen finalmente en una inflamación exudativa, que con la técnica de inmunofluorescencia muestra un patrón discontínuo de fluorescencia.
Los mecanismos involucrados en el depósito de los complejos circulantes son diversos y muchos de ellos están en el terreno de las hipótesis. El problema por resolver es la razón del depósito de complejos inmunes sólo en algunos casos, ya que en condiciones normales ellos se están formando contínuamente en el transcurso de cualesquier respuesta inmune. Entre otros causas, se ha descrito que en el depósito de complejos inmunes influyen el tamaño y cualidades fisicoquímicas de los complejos, una falla en el sistema del complemento al cumplir su función de contribuir a su eliminación y las características hemodinámicas de la circulación que hacen posible su acercamiento a los endotelios (circulación lenta y ultrafiltración). Otro mecanismo descrito se refiere a la interacción de los complejos solubles con basófilos y plaquetas en la circulación. Estas células, al liberar mediadores, producen un aumento de permeabilidad que permite la salida de plasma, y con ello, el contacto de los complejos solubles con el endotelio. Finalmente se ha descrito la participación de la IgE, la cual unida a basófilos o celulas cebadas, provoca la liberación de mediadores con el consecuente aumento de la permeabilidad vascular.
Las formas clínicas del mecanismo de daño tipo III son las siguentes:
Vasculitis en hipersensibilidad.
Bajo este nombre se agrupan una serie de sindromes provocados por estímulos antigénicos específicos como por ejemplo, suero o proteínas heterólogas, fármacos y agentes infecciosos. Los más frecuentes son la enfermedad del suero y las vasculitis por penicilina. El primero puede presentarse en pacientes tratados con gama-globulina antilinfocitaria o en politrasfundidos. Es de evolución aguda y se caracteriza por vasculitis que afectan principalmente riñon, piel y articulaciones. Las manifestaciones características son fiebre, velocidad de sedimentación elevada y síntomas cutáneos tales como púrpura palpable, erupción maculopapular, ulceras y urticaria. Dos o tres semanas después de iniciado el tratamiento con el suero, puede aparecer linfadenopatía y artralgia. Es de corta duración y sana espontáneamente a menos que el antígeno sea inyectado nuevamente. Si el antígeno es administrado en dosis repetidas, se produce la forma crónica de la enfermedad del suero, caracterizada por la formación de complejos muy pequeños que se depositan preferentemente en arterias, riñones y pulmones.
Diversos fármacos pueden provocar un cuadro similar al descrito. Entre ellos se cuentan la penicilina, sulfonamidas, tiouracilo, contrastes colesistográficos, hidantoínas, ácido aminosalicílico y estreptomicina.
Además, fármacos tales como clorhidrato de hidralacina, procaínamida, fenitoína, isoniazida, propiltiouracilo y clorpromacina pueden inducir un cuadro similar al lupus eritematoso sistémico, que se diferencia del idiopático por presentar con mayor frecuencia sintomas pleurales y pericárdicos que renales. El LES inducido por fármacos mejora con la retirada del fármaco causal y aparentemente no predispone al LES idiopático o autoinmune.
Finalmente existe una forma local de mecanismo de daño tipo III, el fenómeno de Arthus, que surge cuando se inocula el antígeno por vía subcutánea en un individuo previamente sensibilizado a él. Los complejos se forman in situ y se depositan en las paredes de pequeñas arterias produciendo vasculitis cutánea y necrosis.
Vasculitis en enfermedades autoinmunitarias.
El mecanismo de daño tipo III es especialmente importante como elemento patogénico en enfermedades autoinmunes. Como ejemplos podemos citar la participación de complejos inmunes en el lupus eritematoso sistémico y en la artritis reumatoide. En el lupus, los autoanticuerpos anti DNA de doble helice (DS) producen daño renal y del sistema nervioso central. En la artritis, se encuentran autoanticuerpos anti fragmento Fc de IgG (factor reumatoide) que producen alteraciones articulares.

El diagnóstico de certeza de esta enfermedad presenta grandes dificultades puesto que el hallazgo de los huevos del parásito en las heces y el fluido duodenal se hace imposible en la fase invasiva de la enfermedad, porque el parásito se encuentra inmaduro en migración por el parénquima hepático, en tanto que en la fase patente, cuando el parásito alcanza la madurez sexual e inicia la oviposición, la excreción de huevos es intermitente.
Como una solución al diagnóstico de esta parasitosis, nuestro laboratorio ha desarrollado un conjunto de técnicas inmunoenzimáticas basadas en la detección de los antígenos metabólicos del parásito en el suero y las heces de los pacientes,4,5 así como de anticuerpos específicos contra estos antígenos,6 mediante los cuales se ha podido realizar el diagnóstico sensible y específico de la enfermedad y se ha podido evaluar el éxito terapéutico.7
Los complejos inmunes circulantes (CIC) han sido detectados en una gran variedad de enfermedades parasitarias y han sido relacionados con la presencia de lesiones inmunopatológicas.8,9 La mayor parte de los pacientes con F. hepatica desarrollan una inmunidad mediada por células y una elevada respuesta de anticuerpos contra los antígenos del parásito.10,11 Esta respuesta humoral podría ser seguida por la formación de CIC, los cuales podrían estar involucrados en los mecanismos inmunopatológicos de la relación huésped-parásito.
En el presente trabajo nos propusimos como objetivos, evaluar nuestras técnicas de diagnóstico en pacientes que se encontraban en las fases aguda y crónica, e investigar la presencia de CIC y correlacionarlos con el conteo de huevos y el tiempo de evolución de los síntomas clínicos.

Métodos

Universo de estudio

El universo de estudio comprendió 51 individuos, de éstos, 19 eran pacientes que se encontraban en la fase crónica, y que fueron confirmados en el Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kourí" como casos de F. hepaticapor el hallazgo de los huevos del parásito en las heces. Otros 5 pacientes se encontraban en la fase aguda, lo cual pudo determinarse por la ausencia de huevos en las heces, el antecedente de haber ingerido berro silvestre y el tiempo de evolución de los síntomas clínicos. Los restantes 27 eran individuos sanos con repetidos exámenes parasitológicos negativos que fueron utilizados como controles. A todos los pacientes y al grupo control negativo se les realizó punción venosa para la obtención de suero y se les tomó una muestra de heces.
A cada uno de los sueros se les determinó la presencia de anticuerpos contra F. hepatica mediante un ELISA indirecto,6 la presencia de antígenos circulantes4 y la de complejos inmunes circulantes (CIC) por los métodos de precipitación con polietilenglicol9 y desviación del Clq.12
Las muestras fecales fueron divididas en 2 porciones, una de las cuales fue analizada por la técnica de Kato Katz13 para la observación y conteo de los huevos del parásito, y la otra fue estudiada por la técnica de detección de coproantígenos descrita en trabajos previos.5
Los pacientes en la fase aguda fueron estudiados de forma evolutiva hasta la observación de los huevos, para lo cual se colectó una muestra semanal de heces que también fue estudiada por una técnica de detección de coproantígenos. Además de la muestra de heces, se colectó una muestra de suero y en todos los casos se procedió a su estudio por técnicas de determinación de antígenos circulantes, anticuerpos y CIC, se registró la fecha en que cada determinación se hizo positiva o negativa, y se correlacionaron éstos con el tiempo de evolución de los síntomas.

Obtención de antígenos de excreción secreción

Los antígenos de excreción secreción (ES) fueron obtenidos a partir del mantenimiento in vitro de adultos deF. hepatica, los cuales fueron extraídos de los conductos biliares de reses sacrificadas en el Combinado Cárnico de Candelaria, Pinar del Río, mediante el procedimiento seguido por Espino y otros.6

Ensayo inmunoenzimático sobre fase sólida (ELISA) para la detección de anticuerpos

Se utilizó el método de ELISA indirecto establecido por Espino y otros6 para la detección de anticuerpos con la utilización de antígenos de ES de F. hepatica. La concentración de antígeno utilizada para el recubrimiento de la placa fue de 60 mg/mL, las muestras de suero fueron trabajadas a la dilución 1:800 y el conjugado a la dilución 1:5 000. El valor de corte establecido para este ensayo fue de 0,36 a partir del cual toda muestra estudiada fue considerada como positiva.

Ensayo inmunoenzimático sobre fase sólida para la detección de antígenos circulantes y de coproantígenos

Se utilizó un ELISA tipo sandwich según el método descrito por Espino y otros,4,5 para la detección de antígenos de ES de F. hepática en sueros y heces de pacientes con fascioliasis. El valor de corte establecido para estos ensayos fue de 0,21 para la detección de antígenos circulantes y de 0,24 para la de coproantígenos.

Detección de complejos inmunes circulantes (CIC)

Método de precipitación con polietilenglicol (PEG) 6000. Para la realización de esta técnica se siguió el procedimiento descrito por Lunde Paranjape.9 Para ello cada muestra de suero fue previamente diluida 1:3 con tampón borato de sodio 0,1 M pH 8,4; mezclado a partes iguales con PEG 6000 hasta una concentración final de 4,16 % y después se incubó durante 60 min a temperatura ambiente (TA). Al finalizar la incubación, los valores de absorbancia de cada muestra fueron leídos a 450 nm contra tampón borato en un espectrofotómetro (Pharmacia LKB Ultrospec III) y los resultados se expresaron mediante la fórmula siguiente:
DO = DO2 - DO1
Donde DO2 es la absorbancia obtenida para cada muestra problema conteniendo PEG 6000 y DO1 es la absorbancia de su respectivo blanco reactivo. Se consideró positiva toda muestra cuyo valor de absorbancia fuera mayor o igual que 0,13 según el criterio de absorbancia media (DO) + 2 desviaciones están- dar (DE) del grupo control negativo.
Método de desviación del C1q. Para la realización de este ensayo se utilizó el procedimiento descrito por Sobely otros.12 Para ello cada muestra de suero fue diluida 1:2 en tampón veronal salino 0,1 M pH 7,2 con 6 % de Clq marcado con I125 e incubado durante 30 min a TA. Esta preparación posteriormente, fue mezclada a partes iguales con eritrocitos sensibilizados con un suero antieritrocitos de carnero de la clase IgG. Después de agitar, la mezcla fue incubada a TA durante 60 min posterior a lo cual, ésta fue aplicada sobre un gradiente de sacarosa al 40 % diluida en tampón fosfato de sodio 0,05 M pH 7,0 y centrifugada a 1 500 rpm durante 5 min. El sobrenadante fue separado del precipitado y la cantidad de Clq marcado con I125 presente en cada fase fue determinada en un contador gamma. Los resultados fueron expresados en porcentaje de inhibición (I) mediante la fórmula siguiente:
Fórmula
Tomándose como normales los valores de 0 a 20 % de inhibición obtenidos con el grupo control negativo.

Análisis estadístico

Cada muestra de suero y heces fue analizada por duplicado en los ensayos de detección de anticuerpos y de antígenos, y el resultado fue expresado como la DO media para cada determinación. Las diferencias entre los valores medios del grupo positivo y del negativo en cada una de las técnicas aplicadas fueron determinadas mediante una prueba de la t de Student.
Para conocer si existe correlación entre el número de huevos por gramo de heces y los niveles de coproantígenos y CIC se utilizó una prueba de función de potencia.

Resultados

Como se observa en la tabla, todos los pacientes en la fase aguda presentaron niveles crecientes de anticuerpos anti-F. hepatica. La presencia de antigenemia pudo ser demostrada en el 100 % de los pacientes con fascioliasis aguda que presentaban un tiempo máximo de evolución de los síntomas de 15 a 30 d. Después de este intervalo de tiempo los niveles de antígenos circulantes no fueron detectables en ninguno de los pacientes, en tanto que comenzaron a observarse niveles detectables de CIC por ambas técnicas utilizadas.
TABLA. Resultados del seguimiento por métodos inmunoenzimáticos aplicado a los pacientes en la fase aguda.
 
Pacientes
Tiempo de evolución de los síntomas
Ac
AgS
CIC*
AgHF
1
15
0,39
0,72
0,08
0,07
 
28
0,95
0,29
0,07
0,08
 
35
1,25
0,1
0,134
0,08
 
42
1,38
0,09
0,27
0,41
2
30
0,68
0,24
0,11
0,09
 
37
1,38
0,09
0,133
0,1
 
42
1,42
0,09
0,135
0,47
3
30
1,39
0,25
0,26
2,0
 
37
1,4
0,08
0,27
2,1
 
42
1,41
0,07
0,27
1,9
4
28
1,35
0,28
0,124
0,8
 
35
1,31
0,11
0,275
1,0
 
42
1,43
0,09
0,27
1,6
5
30
1,05
0,29
0,156
0,1
 
37
1,3
0,18
0,205
0,58
 
42
1,30
0,09
0,21
1,8
 *Valores obtenidos por la técnica de precipitación con PEG.
AgS: Antígeno circulante. AC: Anticuerpos. AgHF: Coproantígenos.
Criterio de positividad: Valores de DO 0,36 para AC. Valores de DO 0,21 para AgS. Valores de DO 0,24 para AgHF. Valores de DO 0,13 para CIC.
En 3 de los 5 pacientes en la fase aguda la presencia de coproantígenos pudo ser demostrada entre los 37 y 42 d de evolución de los síntomas, en tanto que los otros 2 resultaron altamente positivos desde su incorporación al estudio con 28 y 30 d de evolución. Todos estos pacientes fueron seguidos por parasitología y luego de repetidos exámenes se pudo demostrar la presencia de huevos cuando habían transcurrido 70 d de iniciados los síntomas clínicos.
A diferencia de los pacientes en la fase aguda, sólo 3 de los 19 pacientes crónicos estudiados (16 %) resultaron positivos en la detección de antígenos circulantes con valores medios de absorbancia de 0,33 ± 0,05. En tanto que 16 de 19 (84 %) presentaron niveles detectables de anticuerpos en un rango de absorbancia de 0,29 a 1,95; con un valor medio de 0,92 ± 0,493. El 100 % de los pacientes crónicos presentaron niveles detectables de coproantígenos con valores de absorbancia entre 0,3 y 2,19, para una media de 1,421 ± 0,557.
La presencia de CIC fue demostrada en 9 de los 19 pacientes crónicos (47,3 %) con valores que oscilaron entre 0,14 y 0,28 por la técnica de PEG, y valores de 21 a 32 % por la de desviación del Clq, para una media de 0,216 y 26,6 %, respectivamente. Todos los pacientes que resultaron positivos a la detección de CIC lo fueron por las 2 técnicas.
Ninguno de los controles negativos presentaron niveles detectables de anticuerpos ni resultaron positivos en los ensayos de detección de antígenos y CIC. Se encontraron diferencias altamente significativas entre los niveles de CIC y de anticuerpos del grupo de pacientes con fascioliasis crónica respecto al grupo control negativo, para una p < 0,01.
Al correlacionar el número de huevos por gramo de heces con los niveles de CIC determinados por la técnica de PEG y desviación del Clq se encontró relación positiva, para una p < 0,01 (figs. 1 y 2). Del mismo modo, en la figura 3 se observa la correlación encontrada entre el conteo de huevos y los niveles de coproantígenos, la cual resultó positiva (p < 0,01) cuando el conteo de huevos no excedió de 150 huevos/g de heces.
Figura 1
Fig. 1. Correlación entre el conteo de huevos (HxG) y los niveles de CIC por la técnica de precipitación con PEG, r = 0,85; p < 0,01.
Figura 2
Fig. 2. Correlación entre el conteo de huevos (HxG) y los niveles de CIC por la técnica de desviación del C1q, r = 0,66; p < 0,01.
Figura 3
Fig. 3. Correlación entre el conteo de huevos (HxG) y los niveles de coproantígenos, r = 0,66; p < 0,01.

Discusión

Como se observa en los resultados del presente trabajo, el ensayo de detección de antígenos circulantes presentó su mayor utilidad diagnóstica en las etapas más tempranas de la fase aguda de la enfermedad, se observó que los niveles más elevados de antigenemia se encontraban asociados con los menores tiempos de evolución de los síntomas clínicos.
Se ha descrito que durante las primeras 3 ó 4 semanas de la infección el parásito inmaduro se encuentra en migración por el parénquima hepático,1 por lo que sus productos de excreción-secreción son vertidos a la circulación y pueden ser detectados en la sangre en forma libre. La presencia de estos productos en la circulación constituye el principal estímulo antigénico al sistema inmunológico del huésped e induce de manera inmediata la formación de anticuerpos específicos contra el parásito, a partir de las 2 ó 3 semanas de infección, lo cual se corresponde con lo reportado por otros autores.14
Una dinámica de antigenemia semejante a la observada en estos 5 pacientes, fue descrita previamente por nuestro grupo en un modelo experimental, en el cual ratas de la raza Wistar que fueron infectadas con metacercarias de F. hepatica, presentaron antígenos circulantes entre las semanas 1 y 3 de la infección.15 Teniendo en cuenta estos resultados y si se relacionan éstos con la ya conocida trayectoria del parásito dentro del huésped, podemos establecer que la presencia de la antigenemia está vinculada con las etapas en las que el parásito inmaduro comienza a migrar por el parénquima hepático y vierte a la circulación sus productos de excreción y secreción, en tanto que se demuestra la ausencia total de ésta en los períodos más avanzados de la fase aguda y en la vasta mayoría de los pacientes crónicos.
A diferencia de la antigenemia, la presencia de coproantígenos se hizo evidente en todos los pacientes en la fase aguda con más de 28 d de evolución de los síntomas y en todos los pacientes crónicos, lo cual nos permitió inferir, que los coproantígenos están relacionados con los períodos en que el parásito, alojado en los conductos biliares, se encuentra en fase de maduración sexual o en su forma adulta, de modo que el valor diagnóstico de su detección podría ser útil no sólo en la fase prepatente sino también en la fase patente de la infección tal como hemos descrito en trabajos previos.5,15 Dado que el número de casos agudos estudiados en el presente trabajo es muy pequeño, estos resultados no pueden ser aún considerados como concluyentes y éstos deberán ser verificados con un número mayor de casos en la fase aguda, por lo cual, se ha diseñado un estudio mucho más amplio y se encuentra en fase de desarrollo.
En este estudio la presencia de CIC fue observada tanto en pacientes en la fase aguda como en la crónica, lo cual sugiere que éstos pudieran estar asociados con la actividad de la infección. La presencia de CIC en los pacientes con fascioliasis aguda es fácilmente comprensible si tenemos en cuenta que éstos son la consecuencia inmunológica de una constante estimulación antigénica proporcionada por el parásito en su migración por el parénquima. En otras enfermedades parasitarias como la esquistosomiasis, es muy frecuente el hallazgo de CIC en la fase aguda de la infección8 asociados con el desarrollo de lesiones inmunopatológicas. Aunque en la fascioliasis este fenómeno aún no ha sido descrito y son muy pocos los trabajos que abordan esta temática, no debe ser descartada la posibilidad de un fenómeno similar, si tenemos en cuenta que un elevado número de los pacientes sintomáticos que se encuentran en fase invasiva presenta entre sus síntomas clínicos más frecuentes reacciones tóxicas y alérgicas así como hepatomegalia.1
Los complejos inmunitarios de la sangre circulante son eliminados con rapidez en su mayor parte por el sistema de fagocitos mononucleares, en particular por las células de Kupffer. Cuando el parásito se aloja en los conductos biliares escapa definitivamente a la acción del sistema inmunológico del huésped, y desaparece de esta forma la fuente de antígeno que el parásito vertía a la circulación. Debido a esto, constituye una aparente contradicción en el presente trabajo, el hallazgo de CIC en pacientes crónicos que se encuentran en una fase de exceso de anticuerpos. Estos resultados pueden ser explicados si tenemos en cuenta que en la fase crónica de la fascioliasis y en dependencia de la intensidad de la infección, la función hepática suele encontrarse afectada y con ella la posibilidad de un adecuado funcionamiento de la dinámica de eliminación de los complejos inmunitarios.
Otro de los resultados importantes obtenidos en este estudio es la demostración de la correlación existente entre el número de huevos, los coproantígenos y los niveles de CIC, lo cual se corresponde con los resultados obtenidos por Espino y otros5 y Sampaio-Silva y otros.16 Esto podría apoyar la hipótesis antes expuesta.
Si tenemos en cuenta que el número de huevos puede estar asociado con el número de parásitos alojados en el hígado, es muy probable por tanto, que los niveles de complejos inmunes así como los de coproantígenos estén directamente relacionados con el número de parásitos alojados en el conducto biliar5,16 y pudiera constituir un criterio indirecto de intensidad de la infección. En aquellas circunstancias donde debido a infecciones muy intensas la relación existente entre el número de huevos y la cantidad de parásitos se hace difícil de correlacionar,1 es de suponer que también el conteo de huevos y la concentración de coproantígenos dejen de guardar relación. Este hecho pudiera explicar el por qué en aquellos individuos donde el conteo de huevos fue superior a los 150 huevos/g no se encontrara relación positiva con los niveles del antígeno en las heces.
Se ha demostrado que en áreas endémicas, la reinfección por F. hepatica puede ocurrir con frecuencia,1 de tal manera que la fase aguda de una infección secundaria puede superponerse a la fase crónica de la infección inicial o simplemente, que el individuo pueda reinfectarse de forma continua, de modo que varias infecciones sucesivas puedan cursar a intervalos de diferencia cortos. Si esto ocurre, es muy probable que pacientes crónicos puedan tener antígenos circulantes tal como ha sido reportado por Espino y otros,4 y pudiera también ser una posible explicación al hecho de que en el presente estudio, 3 de los pacientes crónicos tuvieran a la vez niveles detectables de antigenemia, complejos inmunes, anticuerpos y coproantígenos, de la misma manera que pudiera explicar el hallazgo de que 2 de los pacientes en la fase aguda presentaran tan elevados niveles de coproantígenos con sólo 28 y 30 d de evolución.

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