Arquitectura en Egipto del siglo XV a. C.
KV50 es una tumba egipcia del llamado Valle de los Reyes, situado en la orilla oeste del Nilo, a la altura de la moderna ciudad de Luxor. Fue descubierta en 1906 por Edward Ayrton cuando trabajaba al servicio de Theodore Davis, pero su emplazamiento se ha perdido en la actualidad en una montaña de escombros. Aun así, sabemos que se halla muy cerca de KV51 y KV52, también desaparecidas en el triángulo formado por KV35, KV36 y KV49.
La sorpresa de Ayrton tuvo que ser mayúscula cuando descubrió que los propietarios de KV50, la primera de un grupo de tres tumbas vecinas (las 50, 51 y 52) hoy llamadas «Tumbas de Animales», no eran miembros de la familia real o de la alta nobleza, sino simplemente un perro y un mono además en un estado de conservación envidiable. Más tarde, con el inmediato desescombro de KV51 y KV52, acabó por concluirse que los tres sepulcros formaban parte del cementerio de las mascotas de algún rey amante de los animales, posiblemente Amenhotep II, dada la cercanía de su tumba.
Aunque muy similar en tamaño y en estructura a KV52, KV50 es un poco menor a ésta, y según se cree de planta regular y casi completamente acabada. Sigue el mismo perfil que las otras tumbas de animales, con un pequeño pozo de entrada (A) y una única sala rectangular bien excavada y pulida (B) donde fueron encontradas las momias de un perro y un mono. Pese a que el modesto sepulcro carece de decoración y de cualquier mención a un monarca en concreto, por la estructura se puede adivinar que fue construida en tiempos de la dinastía XVIII.
En el momento de su descubrimiento la tumba ya había sido desvalijada, si bien es cierto que sabemos que estos animales tenían su propio ajuar funerario, con joyas incluidas. Aparte de los dos insólitos ocupantes de la tumba, se encontraron restos de un sarcófago de madera, sin duda perteneciente a una de las momias, que se hallaban apoyadas en la pared mirándose la una a la otra cuando Ayrton entró por primera vez en aquel lugar.
KV51 es una tumba egipcia del llamado Valle de los Reyes, situado en la orilla oeste del Nilo, a la altura de la moderna ciudad de Luxor. Fue descubierta en 1906 por Edward Ayrton cuando trabajaba al servicio de Theodore Davis, pero su emplazamiento se ha perdido en la actualidad en una montaña de escombros. Aun así, sabemos que se haya muy cerca de KV50 y KV52, también desaparecidas en el triángulo formado por KV35, KV36 y KV49.
Como sus gemelas las tumbas número 50 y 52, KV51 es una de las «Tumbas de Animales», insólitos sepulcros del Valle de los Reyes en los que se hallaron, en el momento de su descubrimiento, restos de animales momificados. Pero lo realmente curioso de estas tumbas es que eran estos animales los auténticos destinatarios del lugar, lo que implica que al menos un faraón de entonces tenía tanto cariño a sus mascotas que quiso que le acompañasen a la otra vida, dándoles además un lugar de descanso eterno privilegiado. Pues hay que recordar que, aunque no sólo fueron monarcas los enterrados en el Valle de los Reyes, es realmente excepcional que un personaje no perteneciente a la familia real tuviera una tumba en aquel lugar –y aún más, un animal.
Parece ser que KV51 es la mayor de las tumbas de animales, y la única completamente excavada y con las paredes pulidas. Eso sí, como la inmensa mayoría de las tumbas no reales del Valle, carece de decoración. Según el informe de Ayrton, el sepulcro no es más que un pozo de entrada (A) seguido de una habitación rectangular (B) de casi dieciséis metros cuadrados, donde se encontraron las momias de los curiosos propietarios del lugar: tres monos, tres patos, un ibis y un babuino, todos ellos excelentemente momificados, pero libres de sus envoltorios. Al parecer la visión del babuino era sobrecogedora, dado su excelente estado de conservación y su nada desdeñable tamaño.
Los animales habían sido enterrados con su propio ajuar funerario, pero como casi todas las tumbas del Valle de los Reyes, KV51 había sido desvalijada ya en la antigüedad. Aun así, se pudieron recoger fragmentos de una caja de vasos canopos de estuco y algunas pequeñas joyas que estaban aún sobre los cuerpos de algunas de las momias. En cuanto a quién pudo ser el monarca que dispuso de un enterramiento así para algunas de sus mascotas, aún queda la duda, pues no existe mención alguna suya. El estilo del lugar parece corresponder a la dinastía XVIII, y el candidato más razonable es el faraón Amenhotep II, cuya tumba se encuentra a pocos metros de distancia de las tres tumbas de animales.
KV52 es una tumba egipcia del llamado Valle de los Reyes, situado en la orilla oeste del Nilo, a la altura de la moderna ciudad de Luxor. Fue descubierta en 1906 por Edward Ayrton cuando trabajaba al servicio de Theodore Davis, pero su emplazamiento se desconoce actualmente. Aun así, sabemos que se halla muy cerca de KV50 y KV51, también perdidas en el triángulo formado por KV35, KV36 y KV49.
El sepulcro no ofrece el menor misterio en cuanto a estructura. Sabemos que tiene un pequeño pozo de entrada (A) que da lugar a una única cámara de apenas 3,6 metros cuadrados donde fue hallada la momia de un mono. Como todas las tumbas ajenas a miembros de la familia real de la dinastía XVIII carece de decoración y está toscamente tallada en la piedra. Sin embargo, quizás lo más sorprendente fuera el propietario del lugar, un mono. KV52 se acababa de convertir en la tercera de las «Tumbas de Animales» del Valle, junto a sus gemelas KV50 y KV51.
El porqué de enterrar solo a un mono -en el resto de las tumbas de animales hay más de un ejemplar- y además en un lugar tan sagrado como era el Valle de los Reyes es un misterio. Se ha pensado que quizás fuese el faraón Amenhotep II el que dispusiese las tumbas de sus animales favoritos, dada la cercanía de su tumba, aunque no hay nada que demuestre que fuera él. Aun así, el faraón ya ha pasado a la historia como el "rey deportista", un auténtico atleta amante de los ejercicios gimnásticos y, por supuesto, de los animales. Y probablemente lo hubiera sido de ser el que ordenase la construcción de KV52, pues al parecer tanto el monito momificado como los otros animales de las tumbas KV50 y KV51 fueron enterrados con un generoso ajuar funerario que llegaba a incluir joyas. Ayrton halló tan sólo un cofre vacío de vasos canopos junto al animal: el lugar había sido desvalijado a conciencia.
La tumba KV60 del Valle de los Reyes, en Egipto, es una de las que más dudas presenta de la necrópolis tebana, debido a la incertidumbre sobre la identidad de una momia femenina encontrada allí, la (KV60A), que algunos, como la egiptóloga estadounidense Elizabeth Thomas, han identificado con la reina faraón de la dinastía XVIII Hatshepsut. Esta identificación ha sido corroborada por el también egiptólogo egipcio Zahi Hawass.
Descripción de la tumba
La KV60 está situada frente a la KV20, la verdadera tumba de Hatshepsut, con la entrada justo delante del la KV19, la tumba del príncipe Mentuherkhepshef. Es pequeña y carente de decoración, parece más bien un escondrijo que una tumba. Por su estilo arquitectónico, Donald Ryan la dató en la época de la dinastía XX.
Es evidente su saqueo en la antigüedad, y sólo quedaban restos de su contenido original: la tapa de un ataúd de madera, herramientas, restos de cerámica, sellos y escarabeos. La única decoración existente la forman unos ojos de Horus "Udyat" a ambos lados de la entrada.
Excavación
Cuando la tumba fue descubierta por Howard Carter en 1903, encontró que había sido profanada y desvalijada, pero todavía se encontraban en su interior algunos objetos muy dañados y dos momias: una mujer menuda que descansaba en un ataúd con una inscripción de la décimo octava dinastía, y otra grande y obesa depositada en el suelo, fuera de su sarcófago, calva por delante y con una larga melena por detrás. Tiene el brazo izquierdo cruzado sobre el pecho con el puño apretado, lo que sugiere que es una momia real (aunque hay momias no-reales con la mano en esa posición). Carter trabajó poco en esta tumba.
En 1906 Edward R. Ayrton la abrió de nuevo, y trasladó una momia, la KV60B, junto con su sarcófago al Museo Egipcio de El Cairo. El ataúd tiene la inscripción nodriza real, In. Este personaje ha sido identificado como Sitra, llamada In o Inet, la nodriza de Hatshepsut. Dado que ni Carter ni Ayrton levantaron planos, la localización de la tumba se perdió.
Elizabeth Thomas especuló en 1966 que la segunda momia (no identificada) era la de Hatshepsut, a la que Tutmosis III habría trasladado a la tumba de la niñera como parte de su campaña para hacer olvidar su recuerdo.
En 1990 la tumba fue redescubierta y excavada correctamente por un equipo dirigido por Donald P. Ryan y Mark Papworth. Encontraron evidencias que apoyaban las teorías de Thomas y otras que la refutaban. Entre las que la corroboraban está el hecho de que la momia, muy bien conservada, es la de una dama anciana con el brazo izquierdo doblado como el de las momias reales. Por otra parte, ninguno de los fragmentos de cerámica recuperados durante la excavación se podían fechar en algún momento anterior a la vigésima dinastía. También se encontró una careta de madera perteneciente a un ataúd destinado para un varón (tenía el lugar para la barba postiza) pero la tumba sólo contuvo mujeres y se sabe que Hatshepsut utilizaba la barba falsa. Ryan colocó la momia en un ataúd de madera nuevo, y volvió a sellar la tumba.
Estudios
A principios de 2007, la tumba fue abierta y la segunda momia, KV60A, se sacó para estudiarla. El 27 de junio del mismo año, el director del Consejo Supremo de Antigüedades egipcias, Zahi Hawass, ofreció lo que él consideraba ser la prueba definitiva de que este cuerpo corpulento, mayor, era realmente de Hatshepsut: a la momia KV60A le faltaba un diente, que se encontraba en uno de los vasos canopos encontrados en la DB320.1 También se ha comparado su ADN con el de la abuela de Hatshepsut, Ahmose-Nefertari, y los resultados arrojan similitudes.
Speos Artemidos (en griego «gruta de Artemisa»), también conocido como إسطبل عنتار, Isṭabl ʿAntār (en árabe «establo de Antar» es un templo del Egipto medio. Está situado al lado de Beni Hassan, 3 km al el este, cerca del wadi Batn el-Baqara, donde se encuentran dos templos excavados en la roca erigidos por la reina Hatshepsut en honor de la diosa de cabeza de león Pajet, que llevaba los títulos de la «diosa de la boca del río», «la que araña» y «la diosa que obra el camino de las lluvias torrenciales», que era adorada en la región. La diosa también se presentaba con el aspecto de Hathor.
Descripción
La fachada tiene una longitud de 15 metros pero la forma es original y única en los templos egipcios. Tiene una inscripción a 42 columnas que habla a los dioses y a los hombres, presentando los trabajos de Hatshepsut en el lugar y en toda la región; la reina se glorifica de haber reconstruido monumentos destruidos bajo los hicsos más de sesenta años antes.1 En el interior, una pronaos sostenida por dos líneas de 4 pilares, que tenían que recibir una decoración adecuada pero no se acabaron (Hathor está representada en la parte hacia el exterior y Osiris en la parte interior); los pilares llevan los cartuchos de Tutmosis III, Seti I y seguramente Pinedyem I; en la parte oriental de las paredes del templo están grabadas escenas del reino de Hatshepsut pero arregladas bajo Seti I. La parte occidental presenta escenas de Seti I. En la puerta que sigue está el nombre de Seti I, y después Paynedjem I con corona encarnada; sigue un corredor con escenas de la coronación de Seti I y ofrendas a Pajet; hay algunos grafitis faraónicos, griegos y coptos; el corredor que lleva al santuario no fue acabado; hay un nicho vacío que lleva el nombre de Seti I probablemente para una estatua; a la izquierda un nicho con la estatua de Pajet.
Entorno
No lejos del Speos hay una pequeña capilla rústica dedicada a Pajet por Hatshepsut, Tutmosis III y Neferure (hija de Hatshepsut). Fue igualmente cortada en la roca y no fue acabada pero después fue decorada en el reinado de Alejandro II. Esta capilla se conocida como Speos Batn al-Bakarah.
Los dos templos están rodeados por restos de un cementerios de gatos, animal que era dedicado a la diosa Pajet. Algunas de las cuevas de la región fueron habitadas por los primeros cristianos durante los siglos III y IV.
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