Signos: 1) Límites del Imperio en época de Diocleciano; 2) Límites de las Prefecturas; 3) Límites de las Diócesis; 4) Límites de las provincias.
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Ante la creciente tarea que gravitaba sobre los emperadores, Diocleciano instituyó un nuevo régimen político y administrativo: la Tetrarquía. El signo 1 expresa los límites del Imperio en tal época; el 2, los límites de las prefecturas; el 3, los de lasdiócesis, y el 4, los de las provincias.
Signos: 1) Centros de cristianización principales; 2) Centros metropolitanos notables; 3) Expansión del Cristianismo durante el siglo I; 4) Expansión del Cristianismo a fines del siglo V; 5) Cristianización de Inglaterra y Alemania (siglos VII-IX); 6) Cristianización del Oriente y Norte europeo hasta el siglo X; 7) Límites del Imperio romano; 8) Límites entre el Imperio de Oriente y el de Occidente.
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Mapa XVI: La expansión del Cristianismo produjo un cambio de extraordinaria importancia en el ambiente cultural, social y religioso en el Mediterráneo y Europa. Aprovechando la crisis del Imperio romano y las invasiones bárbaras, se afirmó como uno de los pedestales del nuevo ambiente espiritual europeo.
En el mapa se ha expresado la expansión del Cristianismo desde sus orígenes hasta el siglo X. Los primeros países que se convirtieron a la nueva doctrina fueron los situados en el ámbito oriental (Palestina, Siria, Asia Menor, costas griegas, Egeo, delta del Nilo, Cartago y Lacio), sin olvidar los focos que se crearon gracias a la actividad de los discípulos de San Pablo en Hispania.
En una segunda etapa el Cristianismo abarcó hasta los más remotos límites del antiguo Imperio romano (signo 7), salvo algunas regiones del África y los Alpes. En este período fue especialmente notable la actividad de las metrópolis religiosas de Francia (Reims), España (Toledo) e Irlanda (Armagh).
Después de la inestabilidad política del siglo VII otra gran oleada de expansión cristiana parte de Occidente (signo 5). De esta región arrancó la cristianización de los países del Báltico (signo 6).
El signo número 8 indica el límite entre los antiguos Imperios de Occidente y Oriente, que coinciden aproximadamente con los de la Iglesia católica occidental, regida por los pontífices romanos, y la Iglesia oriental, con centro de irradiación en Bizancio.
Mapa XVII: El proceso de las invasiones de los pueblos bárbaros, que desde hacía algunos siglos venían amenazando las fronteras romanas en el Rin y el Danubio, adquiere un desarrollo alarmante en el trascurso del siglo III y, en particular, desde mediados de la centuria siguiente. Además de los motivos étnicos y biológicos que ya de antiguo determinaban la acción de los germanos hacia el Oeste, el Sur y el Este, hay que añadir, desde 375, la causa mecánica provocada por la irrupción de los hunos en las estepas del sur de Rusia. Ante el temible alud de esta horda mogola, los pueblos germanos se precipitan como una catarata sobre los dos Imperios, el de Occidente y el de Oriente, desbordan sus fronteras e inundan los países mediterráneos, sembrando en ellos la confusión y la ruina. Como fecha inicial de la época de las invasiones en Occidente puede fijarse el año 406, en que quedó rota la frontera del Rin.
La idea que ha presidido la confección de este mapa ha sido la de plasmar con la mayor sugestividad el mecanismo de estas invasiones: El desplazamiento de godos y alanos por la presión de los hunos. La irrupción de los vándalos, suevos y alanos en las Galias y en España. El establecimiento de los francos en la región norte de Francia y de los burgundios en la alta cuenca del Saona. La constitución del reino vándalo como poder marítimo en África Menor. En fin, la marcha de los visigodos por los Balcanes, Italia, Galia y España, hasta constituir un reino importante en Tolosa. Por otra parte, los anglosajones se establecen en Inglaterra y los ostrogodos en el norte de Italia.
En el mapa, la línea de puntos y trazos indica los límites territoriales del Bajo Imperio en Europa, África y Asia; la línea de trazos, la divisoria entre Occidente y Oriente.
Signos: 1) Territorios ocupados por los ostrogodos después de la ruina del reino de Odoacro en Italia.
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El establecimiento de los pueblos germánicos en el Occidente de Europa en calidad de "federados" del Imperio, dio lugar a un período de gran inestabilidad territorial y política. A pesar de la dificultad de recoger todas las facetas de esta época, el mapa indica los principales aspectos territoriales de la política de los monarcas germanos.
En primer lugar, el reino vándalo intentó, bajo Genserico, la formación de un imperio costero e insular en el Mediterráneo occidental, similar al cartaginés. Fracasó esta tentativa a la muerte de aquel monarca.
Luego recogió una idea similar el reino visigodo, que durante el reinado de Eurico abarcó gran parte de la Galia y España, según se indica en el expresivo dibujo en morado. Sin embargo, en aquel país quedaban fuera de su dominio el reino de Borgoña y el de los francos, quienes habían ocupado el reino de Siagrio, extendiéndose hacia el río Loira. Las flechas indican la expansión del reino visigodo de Tolosa.
En Italia, Odoacro puso fin al Imperio de Occidente en 476, apoderándose de Rávena. Aunque no pretendió segregar la península del Imperio de Oriente, hizo papel de verdadero monarca. A finales del siglo V, los ostrogodos invadieron Italia y se apoderaron de la mayor parte de ella (signo 1). Teodorico el Grande, su rey, dominó también en Dalmacia, Panonia, Nórica y Retia. Se apoderó de Provenza, y al proteger a los visigodos contra los victoriosos avances de los francos se convirtió en el rey más poderoso de Occidente. Sus territorios se expresan mediante el signo verde en el ángulo inferior izquierdo del mapa.
Signos: 1) Territorios originales y expansión del Imperio bizantino en época de Justiniano; 2) Zona de defensa respecto a los Sasánidas; 3) Irradiación comercial y económica de Bizancio; 4) Presión de los pueblos eslavos; 5) Expansión del reino francomerovingio.
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Nos hallamos ya en pleno siglo VI. Las oleadas bárbaras han sumergido por completo el antiguo imperio mediterráneo de Roma, salvo una porción en Oriente que se mantiene incólume: el Imperio bizantino. En esencia lo constituyen los Balcanes y Grecia, Asia Menor, Siria y Egipto, o sea una combinación afortunada de bastiones militares, feraces tierras agrícolas y grandes emporios comerciales.
Este Imperio no sólo opuso tenaz resistencia a las invasiones germánicas y asiáticas (signo 2), sino que logró rehacerse, y bajo Justiniano incluso intentó la restauración imperial en Oriente (signo 1). En efecto, las tropas de este emperador se adueñaron del reino vándalo y de sus posesiones marítimas, arrebataron Italia al poder ostrogodo y se establecieron en el Mediodía de la península hispánica, aprovechando las luchas intestinas por la corona visigoda. Este esfuerzo militar fue acompañado por una activa irradiación comercial y económica (signo 3), al mismo tiempo que reverdecían las artes y el derecho.
Los lombardos, quienes invadieron Italia, y el alud de los pueblos eslavos (signo 4), redujeron y comprometieron la obra de Justiniano. La restauración del imperio único mediterráneo se reveló imposible, tanto más cuanto existían grandes divergencias espirituales y religiosas entre Bizancio y Roma. Por otra parte, en Occidente aparecía una nueva gran potencia hegemónica: el reino franco, que desde sus núcleos en Reims, Soissons, Orleans y París, había irradiado en todas direcciones (signo 5), englobando toda la Galia, más Baviera y Turingia, en Alemania.
Después de la época de las invasiones germánicas, se desata sobre Europa un segundo período de inmigraciones de pueblos, aún más violentos que el primero. En realidad, estas invasiones son las que señalan el comienzo de la Edad Media, determinan la generalización de la economía agraria e imponen la organización feudal de la sociedad. Puede considerarse inaugurado este período con la expansión de los árabes en los siglos VII y VIII; su fin se halla, poco más o menos, al estabilizarse las incursiones de los normandos entre los siglos X y XI.
En el mapa se aprecian con claridad los focos y las rutas de expansión de ambos movimientos. Educados por Mahoma en un nuevo ideal religioso y político, los árabes emprenden la conquista del Próximo Oriente, que logran en pocos años. Persia, Mesopotamia, Siria y Egipto caen en poder de los primeros califas. Después de una pausa, impuesta por la reorganización del Estado, los árabes llegan, por Occidente, hasta el corazón de Francia, a través del África Menor y España, que han conquistado; amenazan Constantinopla y penetran en Asia Central y la India. Nunca se vio hasta entonces imperio tan extenso como el del Califato musulmán.
Los normandos partieron del sur de Escandinavia y Dinamarca. Por el Oeste llegaron hasta Groenlandia y América del Norte, a través del Atlántico; se establecieron en Normandía e Inglaterra y atacaron las costas de Francia y España. También actuaron en el Mediterráneo occidental, llegando hasta Sicilia y el Sur de Italia. por el Este, fundaron los estados rusovaregos en el curso del Dniéper.
Signos: 1) Territorios heredados por Carlomagno; 2) Territorios conquistados por Carlomagno; 3) Territorios más o menos dependientes del Imperio carolingio; 4) Marcas defensivas del Imperio; 5) Líneas de resistencia del Imperio.
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La reconstrucción política del Occidente de Europa después de las invasiones germánicas del siglo V y de las nuevas acometidas de los árabes, ávaros y eslavos, fue una tarea mancomunada de los reyes francos y el Papado, que culmina con el Imperio carolingio. La coronación de Carlomagno como emperador, tuvo lugar en la Navidad del año 800, y este hecho pesó de modo indudable en el trascurso de la historia medieval.
Examinemos el aspecto territorial de este Imperio. Al subir al trono Carlomagno, y después de la muerte de su hermano Carlomán, sus dominios comprendían (signo 1) casi toda la Francia actual, más Bélgica, parte de Holanda y la Alemania del Sur, con las regiones llamadas entonces: Aquitania, Borgoña, Neustria, Austrasia, Alemania, Turingia y Baviera.
Carlomagno amplió este territorio mediante una serie de conquistas (signo 2), incorporando a su reino o Imperio: Frisia y Sajonia, en el norte de Alemania; Carintia, en los Alpes orientales: Friul, Lombardía y Espoleto, en Italia. Para proteger este gran conjunto imperial, ocupó y estableció varias marcas fronterizas, base de futuros estados medievales: la Marca Hispánica, contra los árabes; la Marca Bretona, contra los bretones; la Marca Danesa, contra los daneses; la Marca Soraba, contra los eslavos; y las Marcas Oriental y Panónica, en el Danubio, contra los ávaros. Estas marcas se expresan con el signo 4 y con la línea de resistencia del 5.
Territorio más o menos dependientes del Imperio fueron los que en el gráfico se expresan con el signo 3, como los Estados Pontificios.
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