Al-Háfiz asumió el califato como el primo del asesinado al-Amir (1101-1130). Puesto que Al-Amir había sido asesinado no teniendo hijos, la sucesión de Al-Háfiz fue cuestionada por una sección de chiitas, que reconoció a Taiyab abi al-Qasim, pretendido hijo del difunto al-Amir como heredero legítimo.
Bajo el fatimí Al-Háfiz el poder del califa se había reducido a Egipto, y su autoridad ni siquiera era reconocida en todo el territorio. Había luchas constantes entre los ministros, gobernadores y generales, obstaculizando la capacidad del imperio de resistir la extensión de los estados cruzados.
Nur al-Din (Nur ad-din Abu al-Qasim Mahmud Ibn 'Imad ad-Din Zangi, también llamado Nur ed-Din, Nur-al-Din o Nureddin) (nacido en 1118 - muerto el 15 de mayo de 1174) gobernó gran parte de Siria y otras regiones del próximo Oriente de 1146 hasta 1174 que fue el año de su muerte.
Al morir Zengi, atabeg de Alepo y Mosul, en 1146, su hijo Sayf al-Din Ghazi le sucedió en Mosul, mientras Nur al-Din, el segundo hijo, se hizo con el gobierno de Alepo. Pronto se enfrentó a los intentos de los cruzados de reconquistar Edesa, que había sido conquistada por Zengi en 1144.
Guerra contra los cruzados[editar]
En 1147 los caudillos de la Segunda Cruzada, convocados al sitio de Edesa, intentaron atacar Damasco, ciudad que se había aliado con el Reino de Jerusalén cuando Zengi había intentado conquistarla. En esta ocasión, Unar, el emir de Damasco, solicitó ayuda a los hermanos Sayf al-Din y Nur al-Din, que obligaron a los cruzados a levantar el sitio.
Después, Nur al-Din atacó el Principado de Antioquía en junio de 1149, invadiendo los territorios dominados por el castillo de Harim, en la orilla este del Orontes. Después sitió el castillo de Inab. El príncipe de Antioquía, Raimundo de Poitiers, acudió con su ejército en ayuda de la ciudadela, pero fueron vencidos por las tropas de Nur al-Din, que mataron al príncipe Raimundo, y enviaron su cabeza al califa de Bagdad. Nur al-Din pudo bañarse simbólicamente en el mar Mediterráneo.
Nur al-Din sitió y conquistó Damasco en 1154, uniendo políticamente Siria (ya que una sola familia controlaba las tres principales ciudades).
Por otro lado, Ascalón había sido tomada por los cruzados en 1153, aislando Egipto de Siria. En 1163, los cruzados atacaron Egipto, que había ido debilitándose políticamente durante una época de califas fatimíes muy jóvenes. Nur al-Din no quería arriesgar su propio ejército para defender Egipto, pero su comandante Shirkuh le convenció para intervenir en 1164, expulsando a los cruzados. Se produjeron otras expediciones cruzadas hacia Egipto, que volvieron a ser rechazadas por ejércitos dirigidos por Shirkuh, hasta que Egipto fue conquistado por éste para Nur al-Din en 1169.
Saladino, el sobrino de Shirkuh, se convirtió en sultán del territorio, aceptado por el califa. Aunque Saladino reconocía nominalmente la autoridad de Nur al Din, administraba Egipto con cierta autonomía, sin obedecer todas las órdenes de Nur al-Din, y evitaba encontrarse con él. Según los historiadores árabes, ésta sería la razón por la que Saladino no conquistó los territorios gobernados por los francos que se interponían entre Egipto y Siria. La tensión entre Nur al-Din y Saladino llevó a varias escaladas de preparativos para la guerra. Sin embargo, no llegó a producirse una batalla entre ambos caudillos, al morir Nur al-Din en 1174 durante su expedición a Egipto.
Fue sucedido nominalmente por su hijo de once años as-Salih Ismail al-Malik, pero Saladino acabó tomando el poder efectivo también en Siria.
La conquista de Tortosa fue una operación militar efectuada en el marco de la Segunda Cruzada mediante la cual un ejército liderado por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y princeps de Aragón, y del cual formaron parte las órdenes militares, tomó la ciudad de Turtusha, en aquel momento cabeza de una taifa musulmana independiente, en 1148.
Historia[editar]
Un año antes, en 1147, se había producido la conquista de Lisboa por los cruzados. La operación se enmarcó en la bula de la cruzada promulgada por el pontífice Eugenio III.1
Ramón IV contó con el apoyo de la República de Génova,2 un contingente anglo-normando,3 la Orden del Temple,4 y los caballeros hospitalarios.5 Durante el asedio a la ciudad tuvo lugar un bloqueo naval por parte de los genoveses que cerraba el río Ebro.4
Tras la conquista, Ramón Berenguer IV restableció la sede de la diócesis de Tortosa.
Quantum praedecessores en una bula papal promulgada por el Papa Eugenio III el 1 de diciembre de 1145 con el objeto de convocar la Segunda Cruzada, siendo la primera bula de la historia cuyo objeto eran las Cruzadas.
La bula se publicó como respuesta a la caída de Edesa en diciembre de 1144. Los peregrimos de oriente trajeron noticias de este evento a lo largo del año 1145, y llegaron embajadas desde Antioquía, Jerusalén y Armenia a la corte papal en Viterbo. Hugo, obispo de Jabala, una de las diócesis de Jerusalén, fue uno de los que llevaron la noticia.
El título de esta bula proviene de la primera oración de la misma que dice: Quantum praedecessores nostri Romani pontífices pro liberatione Orientalis Ecclesiae laboraverunt, antiquorum relatione didicimus, et in gestis eorum scriptum reperimus.
La bula fue promulgada en Vetralla y hace un breve relato de los acontecimientos de la Primera Cruzada, lamentando la pérdida de la ciudad de Edesa, una de las ciudades cristianas más antiguas. Está dirigida directamente al rey Luis VII de Francia y a sus súbditos, y promete la remisión de la pena temporal por los pecados ya perdonados a todo aquel que recoja la cruz, así como la protección eclesiástica a sus familias y posesiones, al igual que el Papa Urbano II había hecho al convocar la Primera Cruzada. Según la bula, aquellos que completasen la cruzada o que muriesen en el intento recibirían la indulgencia plenaria, en lo que supone la primera mención escrita de la Iglesia a dicha concesión, que implica la completa remisión de la pena temporal del cruzado.
Luis VII se encontraba preparando su propia cruzada, independiente de la convocada a través de la bula papal. Parece incluso que Luis ignoró la bula completamente y es probable que las embajadas venidas de oriente hubiesen visitado al rey francés al igual que al Papa. En cualquier caso, y tras consultar con el predicador Bernardo de Claraval, Luis VII finalmente acudió a buscar el beneplácito papal, y su cruzada contó con todo el apoyo eclesiástico. La bula fue emitida de nuevo el 1 de marzo de 1146, y Bernardo comenzó a predicar la Cruzada a lo largo y ancho de Francia, y más tarde también en Alemania, en donde convenció a Conrado III de Alemania para unirse a ella.
Es interesante tener en cuenta que, aunque se trató de la primera ocasión en la que una bula papal hace un llamamiento a la Cruzada, el papado como institución estuvo prácticamente ausente del resto de la expedición. La Primera Cruzada no contó con una bula de ese tipo, sino que el apoyo del papado surgió a raíz del Concilio de Clermont de 1095. Sin embargo, se extendió rápidamente gracias a los predicadores, y Urbano II fue contemplado como el líder de la cruzada a través de sus legados, como Ademar de Monteil. A mediados del siglo XII, el poder papal había disminuido, y la propia Roma se encontraba bajo el control de la Comuna de Roma. Aunque hubo legados papales acompañando a la Cruzada, la expedición estuvo bajo el control de Luis VII y de Conrado III, y no de un líder religioso.
La Cruzada fue prácticamente destruida en su marcha por Anatolia. Luis y Conrado se unieron más tarde al ejército de Jerusalén en el fracasado sitio de Damasco de 1148.
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