domingo, 17 de mayo de 2020

CRUZADAS - HISTORIA Y PERSONAJES

PRIMERA CRUZADA

La Gesta francorum ('Gesta de los francos') es una crónica de la Primera Cruzada escrita en latín hacia 1100–1101 por un autor anónimo que participó en la misma. Su nombre completo es De gesta francorum et aliorum hierosolimitanorum ('De la gesta de los francos y los otros peregrinos de Jerusalén').
La crónica narra los hechos de la Primera Cruzada desde su lanzamiento en noviembre de 1095 hasta la batalla de Ascalón en agosto de 1099. No se conoce el nombre del autor (se le suele citar como «el Anónimo») pero sí se sabe que formaba parte del ejército cruzado reclutado por Bohemundo de Tarento en 1096 en el ducado de Apulia. Casi seguramente normando o italiano, debía tratarse de un simple caballero, no de un gran líder ni de un clérigo. El relato fue compuesto y escrito durante la Cruzada, con ayuda de un escribano que introdujo ocasionalmente comentarios propios. Al tratarse del testimonio de un testigo presencial de los hechos, la Gesta tiene un gran valor como fuente de información, en particular sobre el desarrollo día a día de la expedición (itinerario, operaciones tácticas, logística) y sobre lo que pasaba por la mente de los cruzados (cambios de moral, prejuicios contra los griegos).
Para sus contemporáneos cultivados, su autor era un «rústico». Gilberto de Nogent escribió su Dei gesta per francos (1108) basándose en la Gesta pero diciendo que el original «frecuentemente dejaba al lector aturdido con su insípida vacuidad». El monje Roberto de Reims recibió el encargo de reescribir la Gesta completa para embellecerla literaria e históricamente y Baudri de Dol también escribió una versión modificada de «esta pequeña y rústica obra». Sin embargo, el original se conservó y ha llegado hasta nuestros días, siendo una de las más valiosas fuentes contemporáneas de la Primera Cruzada.









La llamada a la primera cruzada desencadenó una serie de persecuciones contra los judíos en los que grupos de cruzados procedentes de Francia y Alemania pertenecientes a las clases sociales más bajas (campesinos en su mayoría) atacaron a las comunidades judías asentadas en Europa.

Trasfondo[editar]

La convocatoria y la subsiguiente predicación de la primera cruzada inspiró un creciente antisemitismo entre las poblaciones cristianas europeas. En algunas partes de Francia y Alemania, los judíos eran percibidos como enemigos equivalentes a los musulmanes. Además, sobre la base de afirmaciones de los Evangelios, se les hacía responsables por la crucifixión de Cristo y eran mucho más visibles para la población que los distantes musulmanes. La predicación de la primera cruzada hizo que muchos cristianos se preguntaran por qué debían viajar cientos de kilómetros para luchar contra los no creyentes, si ya tenían grupos de ellos viviendo cerca de sus hogares. También es posible que los cruzados se vieran motivados por su necesidad de dinero. Las comunidades judías de Renania eran relativamente ricas, en parte debido a su aislamiento y en parte porque, al contrario que las comunidades cristianas, podían dedicarse legalmente al negocio del préstamo de dinero.
No había ocurrido un evento de estas características que involucrara a cristianos contra judíos desde las expulsiones y conversiones obligadas de judíos del siglo VII. Sí que se habían producido algunas persecuciones de carácter regional, como la acaecida en Metz en 888, o en Limoges en 992. También se había dado una persecución en los hechos que ocurrieron en el año 1000 como consecuencia de la llegada del primer milenio, momento en que los cristianos creían que Cristo debía descender de los cielos, y una amenaza de expulsión de Tréveris en 1066. Todos estos acontecimientos se enmarcan más en cuestiones gubernamentales o de regulación, y no tanto como ataques populares deliberados.1​Incluso se había dado el caso de movimientos contra los judíos, como las conversiones forzosas de Roberto II de FranciaRicardo II de Normandía y Enrique II del Sacro Imperio Romano Germánico, que habían sido frenados por el papado o por los obispos católicos.1​Sin embargo, la llamada de Urbano II a la primera cruzada supuso un nuevo capítulo en las persecuciones de los judíos, en donde las anteriores características ya no se mantuvieron. Sigeberto de Gembloux, por ejemplo, escribió que antes de poder luchar en "una guerra por el Señor" era esencial que los judíos se convirtiesen; y que los que se resistiesen fuesen "desposeídos de sus bienes, masacrados y expulsados de las ciudades".2
Los primeros brotes de violencia tuvieron lugar en Francia. Un cronista contemporáneo anónimo, que relató los eventos que acaecieron en Maguncia, escribió:
Ahí primero se levantaron los oficiales, nobles y gente común que estaban en la tierra de Francia, que formaron consejo y planearon (...) dejar el camino libre para marchar hacia Jerusalén.2
Ricardo de Poitiers escribió que la persecución de los judíos se extendió en Francia al comienzo de las expediciones a Oriente. El cronista anónimo de Maguncia también escribió:
En los tiempos en que las comunidades [judías] en Francia escucharon [sobre estas cosas], temblando (...) las tomaron. Escribieron cartas y enviaron mensajeros a todas las comunidades alrededor del río Rin, para que se diesen prisa y buscasen ayuda de Él que está en lo alto, que Él podría salvarles de sus manos. Cuando la carta llegó a los santos de la tierra [del Rin], a la gente de más nombre (..) de Maguncia, respondieron a [sus hermanos] de Francia como sigue: "Las comunidades han decretado un ayuno. Hemos hecho lo que podíamos. Que el Señor nos salve y os salve de toda pena y opresión sobre vosotros. Estamos con gran temor".2
En junio y julio de 1095, las comunidades judías de Renania fueron atacadas, pero no quedó registrado en las crónicas de la época quiénes fueron los grupos de cruzados que participaron en estos ataques ni quiénes fueron sus líderes.3​Algunos judíos se dispersaron en dirección este, buscando escapar de la persecución.4
Por entonces, la animosidad cristiana contra los judíos llegó a su punto más alto cuando miles de miembros franceses de la Cruzada de los pobres llegaron a la zona del Rin sin apenas provisiones.5​Para proveerse, comenzaron a saquear los bienes y propiedades de los judíos mientras intentaban forzar su conversión al cristianismo.5
Sin embargo, no todos los cruzados que se encontraban sin provisiones recurrieron al asesinato. Algunos utilizaron el sistema de la extorsión, como al parecer hizo el propio Pedro el Ermitaño. Si bien no existen fuentes de que predicase en contra de los judíos, portaba una carta de los judíos de Francia dirigida a la comunidad de Tréveris. La carta les exhortaba a entregar las provisiones que Pedro y sus hombres necesitasen. Según el cronista judío Solomon B. Simson, los judíos estaban tan aterrorizados que entregaban todo lo que les fuese requerido.2​ No obstante, y fuese cual fuese la posición de Pedro con respecto a los judíos, sus seguidores sí que se sintieron libres de masacrarles por su propia iniciativa para apropiarse de sus posesiones.2
En ocasiones los judíos sobrevivieron gracias a que fueron objeto de bautismos en masa, como el ocurrido en Ratisbona, en donde una multitud rodeó a la comunidad judía, forzándoles a entrar en el Danubio para llevar a cabo un bautismo en masa. Tras la partida de los cruzados, los judíos retornaron a la práctica del judaísmo.1

Folkmar y Gottschalk[editar]

En la primavera de 1096, un pequeño número de bandas formadas por caballeros y campesinos, inspirados por los sermones que predicaban la Cruzada, partieron desde diversos puntos de Francia y Alemania. La cruzada del cura Folkmar, que salió de Sajonia, llevó a cabo una persecución de los judíos en Magdeburgo y, más tarde, el 30 de mayo de 1096, en Bohemia. El obispo católico Cosme intentó evitar las conversiones forzosas, y la jerarquía católica de Bohemia al completo predicó en contra de esos actos.1​ Sin embargo, el duque de Bratislava no se encontraba en el país, y las autoridades eclesiásticas fueron incapaces de detener a los cruzados.1
La jerarquía de la Iglesia Católica condenó en bloque la persecución de los judíos en aquellas regiones, aunque sus protestas tuvieron poco efecto. Destacaron en esas protestas los curas parroquiales (sólo un monje, llamado Gottschalk, aparece en los relatos formando parte de los grupos de perseguidores e incitando a la turba).1​El cronista Hugo de Flavigny recogió cómo fueron ignoradas las protestas de la Iglesia, escribiendo lo siguiente:
Ciertamente parece increíble que en un solo día en tantos lugares distintos, movidos al unísono por una inspiración violenta, tuvieran lugar esas masacres, a pesar de la desaprobación y su condena como contrarias a la religión. Pero sabemos que no pudieron ser evitadas, puesto que ocurrieron a pesar de la excomunión impuesta por muchos sacerdores y la amenaza de castigo por parte de muchos príncipes.1
En general, los participantes en las matanzas no temían ninguna consecuencia por sus acciones, dado que los juzgados locales no tenían jurisdicción para perseguirles más allá de su zona, ni la capacidad para identificar a individuos particulares entre la multitud.1​ Las condenas del clero fueron ignoradas por motivos similares (no hubo excomuniones formales contra ninguna persona) y la gente creía que aquellos que predicaban en favor de la piedad a los judíos sólo lo hacían tras haber sido sobornados previamente por estos.1
El monje Gottschalk dirigió una cruzada desde Renania y el ducado de Lorena hasta Hungría, atacando ocasionalmente a las comunidades judías que había en el camino. A finales de junio de 1096, su grupo de cruzados recibió la bienvenida del rey Colomán I de Hungría, pero pronto comenzaron a saquear el campo y causar desórdenes. El rey exigió que fueran desarmados y, una vez que se les privó de sus armas, los húngaros cayeron sobre ellos y "cubrieron la llanura de cuerpos y de sangre".6
El cura Folkmar y sus sajones también se encontraron con un destino similar entre los húngaros cuando se dedicaron al pillaje de los pueblos de la zona porque "se había incitado a la sedición".63

El conde Emicho[editar]

Sin embargo, el grupo más grande de cruzados y el más involucrado en la matanza de judíos fue el grupo dirigido por el conde Emicho de Renania. A comienzos del verano de 1096, un ejército formado por unas 10 000 personas, incluyendo hombres, mujeres y niños, se puso en marcha a lo largo del valle del Rin en dirección al río Meno y luego al Danubio. A ese ejército se unieron grupos como el de Guillermo de Carpentes o Drogo de Nesle, junto con otros procedentes de Renania, del este de Francia, Flandes e incluso Inglaterra.
El emperador del Sacro Imperio Romano GermánicoEnrique IV, que se encontraba ausente en el sur de Italia, ordenó a los judíos que se protegieran cuando llegó a su conocimiento la cruzada de Emicho. Después de que muriesen algunos judíos en Metz en el mes de mayo de 1096, el obispo Juan de Espira les ofreció refugio. A pesar de ello, al menos 12 de los judíos a los que protegía fueron asesinados por los cruzados el 3 de mayo de 1096.2​El obispo de Worms también intentó dar cobijo a los judíos, pero los cruzados irrumpieron en su palacio episcopal el 18 de mayo y mataron a los que ahí se encontraban. Al menos 800 judíos fueron masacrados en Worms tras rechazar el bautismo cristiano.72
Las noticias de esta cruzada se extendieron rápidamente, y el obispo Rutardo evitó el 25 de mayo de 1096 que esta entrara en Maguncia. El obispo también intentó proteger a los judíos ocultándoles en su palacio. Emicho, por su parte, aceptó una importante cantidad de oro ofrecida por los judíos de esa ciudad con la esperanza de ganar con ello su seguridad. Sin embargo, no impidió que sus cruzados entrasen en la ciudad el 27 de mayo, con la consiguiente masacre.2​Muchos ciudadanos pertenecientes a la burguesía cristiana de Maguncia tenían vínculos con los judíos y trataron de ocultarles frente a los asaltantes (al igual que había ocurrido en Praga).1​ Estos burgueses se unieron a la milicia del obispo y del gobernador para luchar contra las primeras oleadas de cruzados. Sin embargo, no pudieron mantener esa defensa a medida que seguían llegando cada vez más cruzados.1
Por otro lado, y a pesar del ejemplo de los burgueses, muchos ciudadanos ordinarios de Maguncia y de otras ciudades se unieron al frenesí salvaje de los cruzados, tomando parte en las acciones de persecución y pillaje.1​ Maguncia fue el lugar de mayor violencia, con al menos 1100 judíos muertos.
El 29 de mayo de 1096, Emicho llegó a Colonia, ciudad de la que la mayoría de los judíos habían huido ya ante su llegada o se encontraban escondidos en casas cristianas. Ahí se reunieron otras bandas más pequeñas de cruzados, y partieron tras reunir una cantidad de dinero de cierta importancia tomada de los judíos. Emicho continuó hacia Hungría, y pronto se unieron más cruzados procedentes de SuabiaColomán I de Hungría les negó el paso a través de Hungría, por lo que el conde Emicho y sus guerreros se lanzaron al asedio de Meseberg, en el río Leita. Colomán en principio preparó su huida a Rusia, pero la moral de los cruzados comenzó a decaer, y eso inspiró a los húngaros a luchar, logrando acabar con la turba invasora en una masacre en la que muchos murieron también ahogados en el río. El conde Emicho y algunos de los cabecillas escaparon hacia Italia o regresaron a sus hogares.6​ Algunos supervivientes, como Guillermo de Carpenter, acabarían uniéndose a Hugo I de Vermandois y el principal contingente de caballeros cruzados.

Posteriores ataques contra los judíos[editar]

Más tarde ese mismo año (1096), Godofredo de Bouillón también obligó a los judíos de Maguncia y de Colonia a pagar un tributo, si bien en este caso no hubo ninguna matanza.
El profesor de la Universidad de San LuisThomas Madden, autor de A Concise History of the Crusades, afirma que los defensores judíos de Jerusalén se retiraron a su sinagoga para "prepararse para morir", una vez que los cruzados atravesaron las murallas de la ciudad en la conquista de Jerusalén de 1099.8​La crónica de Ibn al-Qalanisi menciona que el edificio fue incendiado con los judíos dentro.9​Supuestamente, los cruzados se encontraban en ese momento sacudiendo sus escudos mientras cantaban "¡Dios, te adoramos!" y rodeaban el complejo en llamas.10​Sin embargo, una carta judía contemporánea, escrita poco después del asedio, no menciona el incendio de la sinagoga. Por otro lado, y partiendo del cisma religioso entre las dos sectas del judaísmo,11​S. D. Goitein especula que ese incidente pudiera no mencionarse en la carta debido a que procede de judíos caraítas, mientras que la sinagogoa pertenecía al rito rabinista.12
Tras el asedio, los judíos que fueron capturados en la Cúpula de la Roca, junto con los cristianos que eran habitantes de la ciudad, fueron encargados de la limipieza de la ciudad tras la masacre.13​ Tancredo tomó a varios judíos como prisioneros de guerra y les deportó a Apuleia, ciudad ubicada al sur de Italia. Varios de esos judíos no llegaron a su destino porque Muchos de ellos fueron (...) arrojados al mar o decapitados por el camino".13Numerosos judíos, junto con sus libros sagrados (incluyendo el Códex Aleppo) fueron mantenidos cautivos por Raimundo de Tolosa para exigir rescate por ellos.14​ Los judíos caraítas de la comunidad de Ascalón pagaron primero por los libros sagrados, y luego fueron rescatando pequeños grupos de judíos a lo largo de varios meses.13​ Todos aquellos que podían ser rescatados fueron liberados para el verano de 1100. El resto, o bien fueron convertidos al cristianismo, o fueron asesinados.









El Principado de Antioquía fue uno de los estados cruzados de Tierra Santa establecido durante la Primera Cruzada.

Origen[editar]

El avance musulmán hacia Occidente causó preocupación entre la cristiandad. Tras la caída de los Santos Lugares (Palestina e Israel), el papado promovió las expediciones militares que fueron conocidas como cruzadas.
En la Primera Cruzada, el príncipe Bohemundo de Tarento realizó una victoriosa campaña militar para recuperar territorios que Bizancio había perdido frente al avance musulmán. Sin embargo, una vez acabada su campaña con la toma de Antioquía, Bohemundo retuvo el territorio, creando este principado.
Antioquía era una antigua ciudad bizantina que fue conquistada por los musulmanes hacía una década, en 1085. Y al cruzar Constantinopla, el Basileus Alexios I Comneno había exigido un compromiso de los principales dirigentes cruzados de devolver aquellas tierras ya perdidas por los bizantinos y que serían recuperadas por estos a los musulmanes; sólo Raimundo IV de Tolosa se había negado a prestar juramento.

El sitio[editar]

Representación del sitio de Antioquía en una miniatura medieval.
Ante las dificultades para sitiar Antioquía Bohemundo ve la oportunidad de tener acceso a un feudo. Primero amenazó, reclamando la ampliación de la sede, en volver a Italia a buscar refuerzos, pero su capacidad de estratega y la importancia del contingente que lo acompañaba eran necesarios para los cruzados, que le prometieron lo que él quería para permanecer allí. Luego, la salida del general Tatizius, representante del Basileus, le dio la oportunidad de pretender que había tenido lugar una traición, de forma que los cruzados podían considerarse desvinculados de su juramento. Por último, después de haberse asegurado (por informantes situados dentro de la ciudad) de que iba a poder entrar, se le prometió por los dirigentes de la cruzada que el primero en entrar en la ciudad la poseería. Así, en la madrugada del 3 de junio de 1098, cuando tuvo lugar la toma de la ciudad, sólo la bandera de Bohemundo ondeaba en ella.
Sólo cuatro días después, un ejército musulmán, liderado por KerboghaAtabeg de Mosul, llegó para asediar a los propios Cruzados. Alejo I Comneno, el emperador bizantino, iba en camino a ayudar a los cruzados; pero al oír rumores de que la ciudad había caído en manos de los musulmanes, Alejo se retiró.
Los cruzados resistieron el asedio, con la ayuda de un místico llamado Pedro Bartolomé. Pedro afirmó que había sido visitado por San Andrés, quien le dijo que la Santa Lanza, que atravesó el costado de Cristo cuando estaba en la cruz, estaba ubicada en Antioquía. La catedral de San Pedro fue excavada, y la lanza fue descubierta por el mismo Pedro. Aunque es muy probable que la haya plantado allí (incluso el legado papal Ademar de Le Puy creyó que este era el caso), ayudó a levantar el ánimo de los cruzados. Con la reliquia recién descubierta a la cabeza del ejército, Bohemundo marchó para enfrentarse a la fuerza musulmana, que fue derrotada milagrosamente, como según los cruzados, por un ejército de ángeles que había aparecido para ayudarlos en el campo de batalla.
Hubo una larga disputa sobre quién debería controlar la ciudad. Bohemundo y los normandos italianos finalmente ganaron, y este se llamó príncipe. Bohemundo ya era Príncipe (señor alodial) de Tarento en Italia, y deseaba continuar con tal independencia en su nuevo señorío; por lo tanto, no intentó recibir el título de Duque del Emperador Bizantino (en cuyo nombre había jurado luchar), ni ningún otro título con profundas obligaciones feudales. Mientras tanto, una epidemia desconocida se extendió por todo el campamento de los cruzados; Ademar de Le Puy fue una de las víctimas.

Historia temprana[editar]

Tras la captura de Bohemundo en la Batalla de Melitene con los Danisméndidas, en 1100, su sobrino Tancredo se convirtió en regente. Este expandió las fronteras del Principado, tomando las ciudades de Tarso y Latakia del Imperio Bizantino. Sin embargo, esas ciudades recién capturadas junto con otros territorios se perdieron después de la derrota en la Batalla de Harrán donde fue capturado Balduino II de Edesa. Bohemundo fue liberado en 1103 y fue a Italia para reunir más tropas en 1104, tiempo durante el cual Tancredo permaneció como regente de Antioquía. Bohemundo utilizó las tropas que levantó para atacar a los bizantinos en 1107. Sin embargo, fue derrotado en 1108 y fue obligado por Alejo I Comneno a firmar el Tratado de Devol, lo que convirtió a Bohemundo en vasallo del Imperio Bizantino. Bohemundo había prometido devolver cualquier tierra que fue confiscada a los musulmanes cuando los cruzados pasaron por Constantinopla en 1097. Bohemundo también luchó en Alepo con Balduino y Joscelino del Condado de Edesa; cuando Balduino y Joscelino fueron capturados, Tancredo también se convirtió en regente en Edesa. Bohemundo dejó a Tancredo como regente una vez más y regresó a Italia, donde murió en 1111.
Tras la muerte de Bohemundo, Alejo quiso que Tancredo devolviera el Principado en su totalidad a Bizancio, pero Tancredo recibió el apoyo del Condado de Trípoli y el Reino de Jerusalén. Él de hecho, había sido el único líder de la Cruzada que no juró devolver las tierras conquistadas al Emperador (aunque ninguno de los otros líderes, excepto Raimundo IV de Tolosa, mantuvo sus juramentos de todos modos). Tancredo murió en 1112 y fue sucedido por Bohemundo II, bajo la regencia del sobrino de Tancredp, Roger de Salerno, quien derrotó a un ataque Selyúcida en 1113.
El 27 de junio de 1119, Roger fue asesinado en Ager Sanguinis (el Campo de la Sangre), y Antioquía se convirtió en un estado vasallo de Jerusalén con el rey Balduino II como regente hasta 1126 (aunque Balduino pasó gran parte de este tiempo en cautiverio en Alepo). Bohemundo II, quien se casó con la hija de Balduino, Alicia, gobernó por solo cuatro años, y el Principado fue heredado por su hija pequeña, Constanza; Balduino II actuó como regente nuevamente hasta su muerte en 1131, cuando Fulco de Jerusalén tomó el poder. En 1136, Constanza, de solo 10 años, se casó con Raimundo de Poitiers, que tenía 36 años.
Raimundo, al igual que sus predecesores, atacó la provincia bizantina de Cilicia. Esta vez, sin embargo, el emperador Juan II Comneno se defendió. Llegó a Antioquía en 1138 y obligó a Raimundo a jurarle fidelidad. Luego siguió una campaña conjunta mientras Juan dirigía los ejércitos de Bizancio, Antioquía y Edesa contra la Siria musulmana. Alepo demostró ser demasiado fuerte para atacar, pero las fortalezas de Balat, Biza'a, Athereb, Maarat al-Numan y Kafartab fueron tomadas por asalto. Aunque Juan luchó duro por la causa cristiana en la campaña en Siria, sus aliados, el Príncipe Raimundo de Antioquía y el Conde Joscelino II de Edesa se sentaron a jugar dados en lugar de ayudar al Emperador a presionar el Sitio de Shaizar. La ciudad fue tomada, pero la ciudadela continuo la resistencia. El Emir de Shaizar ofreció pagar una gran indemnización, convertirse en vasallo de Juan y pagar un tributo anual; La oferta fue aceptada a regañadientes por el emperador. En el regreso del ejército a Antioquía, un disturbio instigado por Joscelino II de Edesa obligó al emperador a irse sin que la ciudadela se entregara a él. Juan tenía planes para reconquistar Antioquía y convertirse en un señor efectivo de los estados cruzados restantes, pero murió en 1143.

Antioquía y el Imperio Bizantino[editar]

Después de la caída de Edesa en 1144, Antioquía fue atacada por Nur al-Din durante la Segunda Cruzada. Gran parte de la parte oriental del Principado se perdió, y Raimumdo murió en la batalla de Inab en 1149. Balduino III de Jerusalén se convirtió técnicamente en regente de la viuda de Raimundo, Constanza, hasta 1153, cuando esta se casó con Reinaldo de Châtillon. Reinaldo también se encontró inmediatamente en conflicto con los bizantinos, esta vez en Chipre; hizo las paces con Manuel I Comneno en 1158, y al año siguiente Manuel llegó para tomar el control personal del Principado. De allí el Principado de Antioquía debía ser un vasallo de Bizancio hasta la muerte de Manuel en 1180. Aunque este acuerdo significaba que el Principado tenía que proporcionar un contingente para el Ejército bizantino (las tropas de Antioquía participaron en un ataque contra los turcos Selyúcidas en 1176), también protegió la Ciudad contra Nur ad-Din en una momento en que estaba en grave peligro de ser invadido.
Reinaldo fue tomado prisionero por los musulmanes en 1160, y la regencia recayó en el Patriarca de Antioquía (Reinaldo no fue liberado hasta 1176, y nunca regresó a Antioquía). Mientras tanto, Manuel se casó con la hija de Constanza, María, pero como ella solo estaba nominalmente a cargo de Antioquía, fue depuesta en 1163 y reemplazada por su hijo Bohemundo III. Bohemundo fue capturado por Nur Al-Din al año siguiente en la batalla de Harim, y el río Orontes se convirtió en el límite permanente entre Antioquía y Alepo. Bohemundo regresó a Antioquía en 1165 y se casó con una de las sobrinas de Manuel; también se convenció de instalar un patriarca ortodoxo griego en la ciudad.
La alianza bizantina llegó a su fin con la muerte del emperador Manuel en 1180. Antioquía fue privada de la protección del Imperio, que había sido suficiente para asustar a Nur Al-Din y evitar que interviniera en el área durante los veinte años anteriores. Sin embargo, con la ayuda de las flotas de las ciudades-estado italianas, Antioquía sobrevivió al asalto de Saladino al Reino de Jerusalén en 1187. Ni Antioquía ni Trípoli participaron en la Tercera Cruzada, aunque los restos del ejército de Federico I Barbarroja se detuvieron brevemente Antioquía en 1190 para enterrar a su rey. El hijo de Bohemundo III, también llamado Bohemundo, se convirtió en conde Trípoli después de la Batalla de Hattin, y el hijo mayor de Bohemundo III, Raimundo se casó con una princesa armenia en 1194. Bohemundo III murió en 1201.
La muerte de Bohemundo resultó en una lucha por el control entre Antioquía, representada por Bohemundo de Trípoli, y Armenia, representada por el nieto de Bohemundo III, Raimundo Rubén . Bohemundo de Trípoli, como Bohemundo IV, tomó el control en 1207, pero Raimundo gobernó brevemente como un rival de 1216 a 1219. Bohemundo murió en 1233, y Antioquía, regida por su hijo Bohemundo V, no jugó ningún papel importante en la Quinta Cruzada, ni durante las luchas del sacro emperador romano Federico II para recuperar Jerusalén en la Sexta Cruzada, o Luis IX de la Séptima Cruzada de Francia.

Caída del Principado[editar]

En 1254, Bohemundo VI se casó con Sibila, una princesa armenia, que puso fin a la lucha por el poder entre los dos estados, aunque a estas alturas Armenia era la más poderosa de las dos y Antioquía era esencialmente un estado vasallo. Ambos fueron barridos por el conflicto entre los mamelucos y los mongoles. En 1260, bajo la influencia de su suegro, el rey armenio Haitón I de Armenia, Bohemundo VI se presentó a los mongoles bajo Hulagu, haciendo de Antioquía un estado tributario del Imperio mongol. Bohemundo y Haitón lucharon del lado de los mongoles durante las conquistas de la Siria musulmana, tomando juntos la ciudad de Alepo, y luego Damasco.
Cuando los mongoles fueron derrotados en la batalla de Ain Jalut en 1260, Baibars, el sultán mameluco de Egipto, comenzó a amenazar a Antioquía, que (como vasallo de los armenios) había apoyado a los mongoles. Baibars finalmente tomó la ciudad en 1268, y todo el norte de Siria se perdió rápidamente; Veintitrés años más tarde, Acre fue tomada, y los estados cruzados dejaron de existir.
En los colofones del Evangelio de Malatia de 1268 (MS No. 10675), el iluminador del manuscrito armenio Toros Roslin describió el brutal saqueo de Antioquía por parte de Baibars: "... en este momento, el malvado rey de Egipto capturó Antioquía, y muchos fueron asesinados y se convirtieron en sus prisioneros, y una causa de angustia para los santos y famosos templos, casas de Dios, que están en él; la maravillosa elegancia de la belleza de aquellos que fueron destruidos por el fuego está más allá del poder de las palabras ". El título vacío de "Príncipe de Antioquía" pasó, con la extinción de los Condes de Trípoli, a los Reyes de Chipre, y algunas veces se otorgó como una dignidad a los miembros menores de la casa real.

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