domingo, 17 de mayo de 2020

CRUZADAS - HISTORIA Y PERSONAJES


Concilio de Clermont
{{{número del concilio}}} concilio ecuménico
de la Iglesia católica
CouncilofClermont.jpg
Prédica del papa Urbano II en el Concilio de Clermont. Ilustración de estilo gótico tardío, extraída del Livre des passages d'Outre-mer (hacia 1490), conservado en la Biblioteca Nacional de Francia.
Inicio18 de noviembre del 1095
Término28 de noviembre del 1095
Aceptado porUrbano II
Cronología
Concilio de PiacenzaConcilio de Clermont
El Concilio de Clermont fue un concilio de eclesiásticos y laicos de la Iglesia católica que tuvo lugar en noviembre de 1095 y que desencadenó la Primera Cruzada.1​ Fue proclamada por Urbano II.1

Trasfondo[editar]

En 1095, el emperador bizantino Alejo I Comneno envió legados a Occidente solicitando ayuda militar contra los selyúcidas.2​ El mensaje fue recibido por el papa Urbano II en el Concilio de Plasencia.2​ En noviembre de aquel año convocó el Concilio de Clermont para debatir el asunto. Al convocar el concilio, Urbano pidió a los obispos y abades que trajeran consigo a los señores locales de importancia.
El Concilio duró desde el 18 hasta el 28 de noviembre de 1095,3​ y asistieron unos 300 clérigos de toda Francia. Urbano trató las reformas cluniacenses y confirmó la excomunión al rey francés Felipe I por su segundo matrimonio. El jueves 27 de noviembre, Urbano habló por primera vez de los problemas en el este y, en respuesta a la petición de ayuda del Emperador Bizantino, declaró la guerra santa (bellum sacrum) contra los musulmanes que ocupaban Tierra Santa.
En las medidas aprobadas en el Concilio se incluía la Paz y tregua de Dios, que declaraba que no se permitía a los cristianos combatirse unos a otros excepto los lunesmartes y miércoles.4​ Esta medida se puso en marcha para alentar a los cristianos a ir a luchar contra el enemigo en el este.4
Según el cronista contemporáneo Fulquerio de Chartres, Urbano también habló de varios abusos de la Iglesia como la simonía y del incumplimiento de la Tregua de Dios. Luego pidió a los cristianos occidentales, pobres y ricos, que acudiesen en auxilio de los griegos en el este, pues Deus vult ('Dios lo quiere'), exclamación con la que el papa terminó su discurso. Fulquerio recoge que Urbano prometió la remisión de los pecados para aquellos que realizaran el viaje a Tierra Santa, aunque probablemente no se refería a lo que con el tiempo se llamaría indulgencias.
Lo cierto es que el canon 9 del concilio afirma:
A quien emprenda el viaje a Jerusalén con la finalidad de liberar a la iglesia de Dios, siempre que lo haga por piedad y no por ganar honor o riquezas, este viaje se le contará como penitencia completa5
PRIMERA CRUZADA


El condado de Trípoli fue el último en crearse de los cuatro grandes estados cruzados en Levante. Algunas de las principales ciudades del mismo eran SafitaTortosa y Trípoli del Líbano.

Historia[editar]

El origen del condado se remonta a 1102, cuando el Conde Raimundo IV de Tolosa, uno de los líderes de la Primera Cruzada, inició una larga guerra con los Banu Ammar, emires de Trípoli (en teoría vasallos de los califas fatimíes de El Cairo), por la que fue ganando gran parte de su territorio hasta asediarlos en la propia Trípoli. Raimundo murió en 1105, dejando a su hijo menor Alfonso Jordán como heredero, y a su primo, Guillermo Jordán de Cerdaña, como regente. Este último prosiguió el asedio de Trípoli durante los siguientes cuatro años, cuando un hijo bastardo de Raimundo, llamado Beltrán, que había sido regente de Toulouse, llegó a Tierra Santa. Estos dos llegaron al acuerdo de que cada uno se quedaría con sus propias conquistas, lo que benefició a Beltrán, pues tomó él la ciudad. Poco después moría Guillermo Jordán, y Beltrán se convertía en el único señor
El condado de Trípoli siguió existiendo como vasallo del reino de Jerusalén; mientras que a los caballeros hospitalarios se les cedió en 1142, el Krak de los Caballeros. El Conde Raimundo III, que rigió Trípoli de 1152 a 1187, fue una figura importante en la historia del reino. Por dos veces fue regente del reino, primero para el joven Balduino IV de 1174 a 1177, y luego para Balduino V de 1185 a 1186.
El condado consiguió salvarse de las conquistas de Saladino tras la batalla de Hattin, y desde 1201, estuvo unido a Antioquía, hasta la toma de ésta en 1268. Trípoli sobrevivió algunos años más, hasta que aprovechando una disputa interna los mamelucos tomaron la capital en 1289. Con la excepción de JebailTortosa fue el último bastion cruzado en caer en 1291.

Vasallos de Trípoli[editar]

Señorío de Gibelet[editar]

La antigua ciudad de Byblos fue la sede y capital del señorío regido por la familia genovesa de Embriaco, con el nombre de Gibelet o Jebail (algunos de los cuales también tomaron el nombre de Ibelín). Los señores de Gibelet eran vasallos del Conde de Trípoli, y además, tras la caída de Trípoli, vivieron un corto período como vasallos de los mamelucos. Hacia el sur, su vecino era el señorío de Beirut en el reino de Jerusalén.

Señorío de Botron[editar]

El señorío de Botron se extendía alrededor del castillo de Batroun.

Condes de Trípoli, 1102-1289[editar]

Blasón de los condes de Trípoli.












La Cruzada de Pedro el Ermitaño, también conocida como la cruzada popular o de los campesinos fue una peregrinación espontánea popular surgida en respuesta al llamamiento del papa Urbano II en 1095 a la nobleza europea para la invasión y conquista de Tierra Santa. Liderada por miembros del clero bajo como Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente, fue rechazada por las fuerzas de los turcos selyúcidas en el intento de sitiar Nicea y siendo exterminados la mayor parte de sus peregrinos antes de alcanzar Tierra Santa.

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Historia[editar]

Pedro el Ermitaño recorrió los burgos y los campos de Italia y Francia predicando la Cruzada a los humildes. Según se dice, era un hombre de pequeña talla, de faz enjuta, larga barba y ojos negros llenos de pasión; su sencilla túnica de lana y las sandalias le daban un aspecto de auténtico asceta. Las multitudes le veneraban como si fuera un santo y se consideraban felices si podían besar o tocar sus vestidos. Reunió una abigarrada muchedumbre de 40.000 personas, entre hombres, mujeres y niños.3
Mapa del itinerario de la Cruzada de los pobres.
La mayoría carecía de armas, otros se habían llevado las herramientas, enseres de la casa y ganados, como si se tratara de un corto viaje. Atravesaron AlemaniaHungría y los Balcanes, creyendo siempre que la ciudad próxima sería ya Jerusalén. Saqueaban las aldeas y robaban el ganado por el camino para alimentarse, por lo que los gobernantes de las regiones por las que pasaban se vieron obligadas a darles suministros o a usar la fuerza para librarse de ellos. En algunas ciudades atacaron a los judíos y sus propiedades. Llegaron a Constantinopla, donde el emperador bizantino Alejo I Comneno les facilitó buques para el paso del Bósforo.7​ A principio de agosto atravesaron el estrecho y prosiguieron su descontrolado avance. Alejo I había aconsejado a Pedro el Ermitaño que acampara y esperara a los otros cruzados que provenían del resto de Europa,8​ pero los lugartenientes de Pedro se impacientaron y decidieron seguir la travesía, animados por los botines que conseguían en el camino. Un contingente de alemanes se adelantaron y asediaron Xerigordon, pero resultaron masacrados en septiembre.9
Pedro y sus restantes 20.000 seguidores continuaron para Nicea poco después,4​ dejando en el campamento a enfermos, mujeres y niños,5​ pero fueron emboscados y aniquilados por los turcos selyúcidas el 21 de octubre de 1096 en la batalla de Civetot.10​ Salvaron niños y mujeres jóvenes que fueron vendidos como esclavos11​ o 3.000 sobrevivientes que se refugiaron en un castillo abandonado junto al mar y se atrincheraron hasta que los bizantinos pudieron venir a rescatarlos.12​ Pedro el Ermitaño y un reducido número de supervivientes regresaron a Constantinopla, donde esperaron la llegada de los caballeros cruzados. Esta otra expedición, respuesta a la misma convocatoria del papa Urbano II, pero organizada desde el punto de vista militar y social por la nobleza de varias monarquías europeas, recibe el nombre de Cruzada de los príncipes y es la que la historiografía suele denominar habitualmente como Primera Cruzada.

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