sábado, 27 de febrero de 2016

Lengua y literatura

La literatura de posguerra

La Guerra Civil sumió al país en una grave depresión económica, política y cultural, de la que se fue recuperando con dificultad. Los años comprendidos entre el final de la guerra (1939) y la muerte de Franco (1975) constituyeron una etapa de búsqueda en la que sucesivas generaciones de novelistas, poetas y dramaturgos configuraron un particular paisaje literario, caracterizado por la vacilación entre el esteticismo y la denuncia social.

Cronología

Años cuarenta

La Segunda Guerra Mundial acabó con la victoria aliada sobre Alemania e Italia, lo cual dejó a España totalmente aislada. Los escritores quedaron al margen de la literatura que se hacía más allá de nuestras fronteras.
La escasa literatura de estos primeros años de posguerra oscila entre el esteticismo, que ignora la realidad circundante, y la expresión de la angustia y desarraigo que la guerra ha creado.
En la entrevista que mantuvieron en Hendaya Adolf Hitler y Francisco Franco, el 23 de octubre de 1940, se decidió que España no participaría en la Segunda Guerra Mundial.

Años cincuenta

Empezó a abrirse al exterior (en 1955, se integró en la ONU). El reconocimiento internacional del franquismo se tradujo en mejoras económicas y en la comunicación con el exterior.
En literatura empezaron a tomar importancia los temas de crítica social. El resultado fue una nueva versión del realismo, tendente a la denuncia de la opresión y la injusticia.

Años sesenta

Con el desarrollo económico el franquismo se consolidó, a la vez que la oposición al régimen se hizo más sistemática.
En literatura, el experimentalismo vuelve a imponerse una vez agotado el realismo social.

De 1970 a 1975

En los últimos años del franquismo se confirmó la apertura al exterior. El país se sitúa entre los más industrializados gracias a las inversiones extranjeras y al turismo.
El eclecticismo derivado de la llegada de materiales extranjeros gracias a la apertura de la censura se resolvió finalmente con una vuelta a lo clásico.

La literatura del exilio

Los escritores del exilio siguieron escribiendo en los países elegidos como residencia, tomando como tema el canto a España, motivo de su nostalgia.

La poesía

Juan Ramón Jiménez (ver t33) y la mayoría de los poetas de la generación del 27 (ver t35 y 37), dispersos ahora por distintos países, prosiguen cada uno sus propios caminos poéticos.

Los novelistas

Las obras de los novelistas del exilio apenas fueron conocidas a causa de la censura. Se trata, pues, de una corriente literaria que evoluciona de una manera autónoma y paralela respecto a la narrativa que se va desarrollando en España.

Ramón J. Sender (1902-1082)

Es el autor más representativo de la novela en el exilio. Su obra, caracterizada por el compromiso ideológico y por el uso de una personal técnica realista, es muy extensa y variada.
Comenzó su carrera novelística en los años treinta, con títulos como Imán (1930), Siete domingos rojos (1932) o Mr.Witt en el cantón, premio Nacional de Literatura de 1935.
En el exilio escribió decenas de novelas en torno a tres grandes temas: la evocación autobiográfica (Crónica del alba, 1942), laGuerra Civil(Réquiem por un campesino español, 1953, que es su obra maestra) y la América española (Epitalamio del Prieto Trinidad, 1942).
Ramón J. Sender

Francisco Ayala (1906)

Antes de la guerra participó en los movimientos vanguardistas de los años veinte, con una narrativa deshumanizada y experimental.
Ya en el exilio, publicó dos colecciones de relatos breves, Los usurpadores (1948) y La cabeza del cordero (1949), ambientados en diversos momentos de la historia de España.
Son importantes también dos novelas que analizan críticamente una ficticia dictadura hispanoamericana: Muertes de perro(1958) y El fondo del vaso (1962).
A lo largo de toda su obra, Ayala ha mostrado un especial cuidado por el estilo y el lenguaje.
Francisco Ayala recibió el premio Cervantes en 1991.

Rosa Chacel (1898-1995)

También siguió las tendencias deshumanizadoras y vanguardistas en sus primeras obras.
En el exilio publicó unas cuantas novelas realistas, de estilo muy cuidado y ritmo lento. No tratan de temas sociales, ni siquiera de la Guerra Civil, sino que se centran en el minucioso análisis psicológico de los personajes femeninos.
Destacan: Teresa (1941), basada en la vida de la amante de Espronceda, y Memorias de Leticia Valle (1946), que narra el despertar amoroso de una adolescente.






La novela de posguerra

La novela no se vio afectada de la misma manera que la poesía (ver t40) por la Guerra Civil, ya que la narrativa de los años anteriores a ésta no se encontraba en una situación tan favorable. Por el contrario, la novela experimentó un resurgimiento a partir de este momento y se mostró como el género más apropiado para reflejar la terrible situación que el país acababa de vivir.

Principales tendencias

  • La visión de los vencedores: la novela de después de la Guerra Civil se desarrolló desde la perspectiva ideológica del bando vencedor.
  • Los continuadores del costumbrismo: otra corriente narrativa fue la que se centró en la descripción costumbrista de los ambientes de la burguesía.
  • El recurso al humorismo: la novela de humor satisfizo la demanda de literatura evasiva que hiciera olvidar la dura realidad social.

Camilo José Cela

Su primera novela, La familia de Pascual Duarte (1942), supone una novedad en el panorama literario de los años cuarenta. El argumento truculento, la violencia gratuita y la ambientación en un atrasado mundo rural suscitaron gran polémica en torno a ella. La visión del mundo subyacente no está muy lejos del existencialismo francés o del neorrealismo italiano de la época.
A ésta siguieron Pabellón de reposo (1943), Nuevas andanzas de Lazarillo de Tormes (1944) y Viaje a la Alcarria (1948).
La obra más importante de Cela, La colmena (1951), inaugura el realismo social de los años cincuenta.
Cada uno de sus seis capítulos consta de una serie de secuencias breves, que desarrollan episodios que están mezclados con otros que ocurren simultáneamente. Esta fragmentación en anécdotas que conforman un conjunto de vidas cruzadas, como las abejas de una colmena, trata de reflejar objetivamente la realidad social de la posguerra.
El tratamiento de los personajes, sin esperanzas, muestra un pesimismo existencial constante en Cela.
  
Camilo José Cela, en 1948.

Miguel Delibes

Miguel Delibes se dio a conocer con La sombra del ciprés es alargada (premio Nadal 1947), a la que siguieron El camino(1950), La hoja roja (1959) y Las ratas (1962).
Cinco horas con Mario (1966), su obra maestra, consiste en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que está velando el cadáver de su esposo. El contraste entre Mario, un profesor solidario y progresista, y Carmen, de mentalidad cerrada y convencional, refleja el de la España tradicional y el de la progresista.
Con Parábola del náufrago (1969), Delibes se introdujo en el experimentalismo formal, pero retomó sus temas y su estilo en las novelas siguientes.

El realismo social

El cambio de rumbo que había marcado La colmena (1951) se manifiesta de manera espectacular en 1954, año en que se publican varias novelas de un grupo de escritores nacidos entre1924 y 1931, que tienen en común el realismo social, el afán de mostrar críticamente la sociedad española de su tiempo.
El realismo social se divide en dos grandes tendencias: el realismo objetivista, próximo al noveau roman francés (ver t75), y elrealismo crítico, cercano al neorrealismo italiano (ver t77).

La novela social objetivista

La novela objetivista se basa en la psicología conductista y en el lenguaje del cine, por lo que sus principales técnicas narrativas son:
  • Reducción al mínimo de la presencia del autor.
  • Limitación del protagonismo de los personajes (personaje colectivo).
  • Eliminación de la introspección y el análisis psicológico.
  • Caracterización externa de los personajes.
  • Disolución del argumento en una sucesión de anécdotas.
  • Sencillez estructural y estilística.
  • Concentración temporal y espacial.

Autores más destacados

Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927). Es autor de El Jarama. Es la mejor plasmación de la estética objetivista. El autor desaparece, asumiendo el punto de vista de una cámara que se limita a filmar todo lo que tiene delante. Por ello, el peso fundamental de la obra descansa en los diálogos.
Juan Goytisolo (Barcelona, 1931). Su primera etapa (Juegos de manosDuelo en el Paraíso) tiene un fuerte sentido subjetivo que presenta la infancia como un paraíso perdido. En su segunda etapa (1956-1962) se percibe el compromiso político y la denuncia social. En la tercera etapa (a partir de 1966) abandona el realismo social para reivindicar las culturas y las minorías sofocadas, en especial la musulmana (Señas de identidad, 1966; Reivindicación del conde don Julián, 1970; Makbara, 1980).
Ignacio Aldecoa (Vitoria 1925- Madrid 1969). Sus novelas El fulgor y la sangre (1954) y Con el viento solano (1956) están basadas en un crimen rural. Aldecoa narra desde un distanciamiento objetivista, tras el que late una cálida solidaridad con los humildes. Son muy valiosos sus cuentos.
Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925- Madrid, 2000) obtuvo el premio Nadal con Entre visillos (1957), crítica visión de las chicas de una ciudad de provincias, obsesionadas con casarse. Retahílas (1974) es una de sus mejores obras.
Otros autores importantes son Armando López Salinas (Madrid, 1925), Jesús Fernández Santos (Madrid, 1926- id, 1988), Ana María Matute (Barcelona, 1926), José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926), Juan García Hortelano (1928-1994), Alfonso Grosso (Sevilla, 1928- Madrid, 1995) y Jesús López Pacheco (Madrid, 1930- Toronto, 1997).

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