sábado, 27 de febrero de 2016

Lengua y literatura

El teatro romántico y el posromanticismo

El drama fue el género por excelencia de la literatura romántica, que expresa el conflicto de la época: el choque de los ideales y la conciencia individual del protagonista con la realidad. En poesía, cuando el Romanticismo exaltado de la primera época (ver t22) va quedando atrás, surge una nueva mentalidad mucho más moderada y escéptica, que anticipa el realismo.

Características

  • El tema básico es el amor apasionado que choca contra las normas sociales; de ahí que casi siempre acabe en tragedia.
  • El marco de las obras suele ser de ambiente medieval.
  • La escenografía adquiere gran importancia, a partir sobre todo de la construcción de locales dedicados exclusivamente a las representaciones.
  • Se prescinde de las reglas neoclásicas, se mezcla verso y prosa y la finalidad no es educar, sino conmover.
Una edición de 1863 del drama de Juan Eugenio Hartzenbusch Los amantes de Teruel, que fue estrenado en Madrid en 1837.BIBLIOTECA NACIONAL, MADRID.

El duque de Rivas

El teatro del duque de Rivas tiene dos etapas, una neoclásica y otra romántica. Don Álvaro o la fuerza del sino, escrita en 1833, marca el giro hacia el Romanticismo. Este drama supone el triunfo definitivo del Romanticismo. El tema principal es la fatalidad, el sino, que persigue al protagonista.

José Zorrilla

Su gran aceptación se debió a su verso fácil y sonoro, así como a sus temas, tomados de la historia nacional y las tradiciones populares, y siempre enfocados desde una perspectiva patriótica y religiosa.
Sus obras dramáticas pueden clasificarse, de acuerdo con su temática, en dramas bíblicosdramas de enredo y dramas históricos, que son la mayoría.
Don Juan Tenorio (1844) Es, sin duda, su obra teatral más famosa. Está basada en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina (ver t17), y en El estudiante de Salamanca, de Espronceda (ver t21).
Introduce una importante modificación en el argumento tradicional: don Juan se enamora sinceramente de doña Inés. Es precisamente la fuerza de este amor la que le permite redimir su vida escandalosa y salvar su alma.
El éxito de Don Juan se explica por la adaptación del mítico personaje a la mentalidad romántica, así como por su ritmo rápido y su versificación altisonante.

El posromanticismo

Existen tres tendencias poéticas posrománticas:
  • La irónica y desengañada de Campoamor (ver t26).
  • La ideológica de Núñez de Arce.
  • La subjetiva e intimista, en la que destacan Bécquer y Rosalía de Castro .

Gustavo Adolfo Bécquer

Las Rimas

La obra poética de Bécquer es breve, pero muy valiosa. Sus Rimas se componen de unos noventa poemas cortos, divididos en cuatro apartados temáticos: la poesía (rimas I-X); el amor ilusionado (XIXXIX); el fracaso amoroso y el desengaño (XXX-LI); la soledad y la muerte (LII-LXXVI).
  • Se trata de una poesía subjetiva, que expresa vivencias del poeta.
  • El estilo es sencillo, pero de gran perfección formal. Bécquer crea un nuevo tipo de estrofas, con preferencia por la rima asonante. De esta manera, contenido del poema se expresa sin retórica, pero con gran intensidad.
  • Las influencias de las Rimas son la lírica romántica alemana ¿en especial Heine¿ y las canciones populares andaluzas.
Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer realizado por su hermano, el pintor Valeriano Bécquer.

Rosalía de Castro

La obra poética de Rosalía de Castro se compone de dos libros en gallego, Cantares galegos (1863) y Follas novas (1880), y uno en castellano: En las orillas del Sar (1884).
Su obra se aparta de las corrientes realistas dominantes en su tiempo.
  • Como Bécquer, Rosalía utilizó un estilo muy personal, sencillo y directo.
  • Rechazó las estrofas clásicas y creó otras nuevas, basadas preferentemente en la asonancia.
  • Destaca la perfecta fusión de los sentimientos personales con la descripción del paisaje de su propia tierra.
Rosalía de Castro, por Sofía Gandarias.


La novela realista

En el periodo posromántico (ver t23) el costumbrismo va evolucionando hacia una narrativa precursora del realismo. El escritor describe ahora la sociedad contemporánea, los ambientes que le rodean. Pero todavía lo hace desde una óptica subjetiva y parcial.

Circunstancias del realismo

El realismo se introduce con bastante retraso. En el primer periodo de la Restauración (1874- 1885) es cuando se publican la mayoría de las novelas realistas, coincidiendo con el afianzamiento de la burguesía.
La novela realista describe la transformación de la sociedad desde posturas diversas:
  • Algunos escritores, como José María Pereda, añoran la sociedad agraria y tradicional y desconfían de las ideas modernas.
  • Otros, como Galdós (ver t25) y Clarín (ver t25), defienden la modernización a fondo y critican a los sectores tradicionalistas.
    El conflicto entre ambas posturas se plasma, en muchas novelas, en el enfrentamiento entre lo rural (depositario de los valores morales y religiosos para unos, atraso y superstición para otros) y lo urbano.
    El realismo presenta una marcada tendencia regionalista. Los escritores suelen ambientar sus obras en los entornos que les son más próximos.
El carlismo fue uno de los problemas que marcaron a la escindida sociedad del siglo XIX. En la imagen, Abrazo de Vergara(Museo Municipal de San Telmo, San Sebastián).

Fernán Caballero

Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero) es la autora más representativa de la narrativa posromántica, de transición entre el costumbrismo y el realismo.
En el prólogo de La gaviota defiende una novela alejada de la imaginación del Romanticismo y basada en la observación de la realidad. Pero el didactismo con el que protege sus convicciones católicas frenan su planteamiento inicial.
La autora combina la voluntad de exactitud respecto a la realidad con el costumbrismo romántico, que buscaba trazar un «cuadro» con los rasgos nacionales del pueblo, identificados con el tipismo andaluz.

  
Retrato de Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero), en La Ilustración Española y Americana (1875). BIBLIOTECA NACIONAL, MADRID.

Pedro Antonio de Alarcón

De entre las novelas de Alarcón destaca El sombrero de tres picos (1874), cuya amenidad y soltura le hicieron célebre. Otra de sus novelas es El escándalo (1875), orientada a defender la moral católica, y también es interesante El niño de la bola (1880).
Son especialmente valiosos sus cuentos. En ellos, despreocupándose de sus tesis moralistas, Alarcón demuestra sus grandes dotes narrativas.

Juan Valera

Valera siempre se mostró partidario del esteticismo, es decir, de una cierta idealización de la realidad. Además, reniega de la intención ideológica de la literatura.
Proyecta en sus novelas su ideal de vida basado en el moderado goce de los placeres mundanos y en la defensa del amor frente al misticismo.
Los personajes femeninos son generalmente protagonistas. Casi todos responden al mismo tipo de mujer: bonitas, limpias, orgullosas, inteligentes, idealistas y prácticas a la vez.
Su estilo se caracteriza por el uso de un lenguaje culto, elegante y refinado, en el que el humor y la ironía son empleados con sutileza en las digresiones en las que expone sus puntos de vista.
Sus argumentos no tienen grandes intrigas, sino que se detiene en el análisis de las motivaciones y los sentimientos de los personajes.
Pepita Jiménez La novela plantea un doble conflicto: la pasión amorosa frente a la vocación religiosa y la rivalidad entre padre e hijo. Ambos conflictos se resolverán sin dramatismos en favor del amor.
Es especialmente interesante el análisis psicológico de las dudas del protagonista en la primera parte de la novela, una serie de cartas que el protagonista dirige a un tío suyo. Esta forma de novelar constituyó una novedad en la narrativa española.

  
Ilustración de Pepita Jiménez en una edición de 1925. BIBLIOTECA NACIONAL, MADRID. Otras novelas de Valera son Las ilusiones del doctor Faustino (1875), El Comendador Mendoza (1877) y Doña Luz (1879).

José María de Pereda

Podemos clasificar la obra narrativa de Pereda en cuatro apartados: cuadros costumbristas sobre Cantabria, novelas de tesis,novelas cortesanas y novelas regionales.
En éstas últimas, sin renunciar a sus planteamientos ideológicos, Pereda se muestra capaz de superar el esquematismo sus novelas de tesis. A este grupo pertenecen El sabor de tierruca (1882), Sotileza (1884) y Peñas arriba (1895).
En las novelas de Pereda destaca la descripción de los paisajes y las costumbres cántabras, así como la caracterización los personajes populares.

  
José María de Pereda.

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