LOS HUNOS | SIGUIENTE |
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Veamos en el mapa la situación del mundo civilizado en la segunda mitad del siglo IV:
El Imperio Gupta florecía bajo Samudragupta. Dominaba un extenso territorio al norte de la India. La parte sur nunca pudo ser sometida. Estaba dividida en pequeños reinos florecientes gracias al comercio con Persia, con Arabia, con el Imperio Romano y con otros territorios más atrasados culturalmente.
El Imperio Chino estaba amedrentado por el reino Wei fundado al norte de su territorio. Las migraciones de pueblos asiáticos terminaron por expulsar a los hunos, que iniciaron una marcha hacia el oeste. El Himalaya protegió a la India y los condujo hacia el noroeste.
Volviendo al Imperio Romano, la libertad religiosa concedida por Juliano había permitido que los católicos ganaran poder en la parte oriental del Imperio. Los arrianos lograron el apoyo de Valente. Atanasio fue nuevamente desterrado, aunque fue restituido en su cargo un tiempo después. En 365 se produjo un levantamiento católico encabezado por Procopio, que no dudó en pedir ayuda a los visigodos. Los visigodos eran paganos en su mayoría, y los pocos cristianos que había entre ellos eran arrianos, pero la idea de apoyar a católicos traidores que les ayudaran a conseguir un buen botín les pareció prometedora, así que aceptaron. Sin embargo, Valente era un buen general y no tuvo dificultad en sofocar la revuelta en 366. Procopio resultó muerto, pero la guerra contra los visigodos continuó, al mismo tiempo que Valente luchaba contra los persas por el dominio de Armenia.
Ese mismo año murió Liberio (curiosamente, el primer obispo de Roma que no ha sido reconocido como santo), y una vez más facciones opuestas de cristianos eligieron sendos obispos. Uno se llamabaDámaso y el otro Ursino. Sin embargo, Dámaso logró el apoyo de Valentiniano y Ursino fue desterrado.
Poco después de que Juliano dejara la Galia, los alamanes habían cruzado el Rin, pero Valentiniano no tardó en expulsarlos del territorio romano e incluso realizó varias incursiones en territorio germano. En367 nombró Augusto a su hijo de nueve años Flavio Graciano. Esto significaba que oficialmente Graciano era emperador como su padre. En la práctica era una forma de designar un heredero pretendidamente más firme que la usual, consistente en conferirle el título de César. Valentiniano envió a Britania a su mejor general, Flavio Teodosio, donde derrotó a los pictos, reorganizó las tropas romanas y volvió triunfante a Londres. En 368 repelió una incursión en la isla por parte de los sajones, un pueblo germano que ocupaba parte de la actual Dinamarca.
En 369 los visigodos fueron derrotados definitivamente por Valente y firmaron un tratado de paz. Valentiniano envió a Teodosio a la frontera del Rin, donde siguió prestando brillantes servicios.
En 370 fue elegido obispo de Cesarea Basilio. Había sido amigo de Juliano antes de que fuera nombrado emperador. Luego había vendido sus bienes y se había retirado a un convento, no sin antes visitar numerosas comunidades de eremitas de Oriente. Desde su cargo de obispo combatió firmemente al arrianismo, entrando en una peligrosa pugna con el emperador Valente. Escribió numerosas obras en las que sentó las bases de la vida monacal.
En Hispania empezó a predicar un eclesiástico llamado Prisciliano, que no tardó en atraerse a las clases populares, especialmente a las mujeres. Prisciliano se oponía a la politización de la Iglesia y a la corrupción que ésta traía consigo. Instaba a la pobreza y al alejamiento del mundo, y proclamaba la igualdad entre el hombre y la mujer. A medida que fue haciéndose popular, se ganó la enemistad de las autoridades eclesiásticas de Hispania.
En 372 un jefe bereber conocido como Firmus encabezó una revuelta en África que pronto contó con la adhesión de los donatistas. En 373 Valentiniano envió a Teodosio, que inició una sangrienta represión.
Por esta época dejó Italia un joven llamado Jerónimo. Procedía de una rica familia cristiana de Dalmacia, y había estudiado en Roma, donde reunió una buena biblioteca de autores clásicos. Ahora había decidido marchar a Oriente atraído por la vida ascética. Se instaló en el desierto de Calcis, en Asia Menor, donde se dedicó a estudiar el hebreo para ser capaz de leer los textos bíblicos. Se impuso severas penitencias para obligarse a renunciar a la literatura pagana. También fue ése el año de la muerte de Atanasio, el patriarca de Alejandría.
En 374 murió Auxencio, el obispo de Milán, y se produjo un conflicto entre los partidarios de un obispo arriano y los partidarios de uno católico. Un catecúmeno llamado Ambrosio defendió tan ardientemente el catolicismo que él mismo fue aclamado como obispo, si bien ni siquiera era sacerdote. Fue bautizado, ordenado sacerdote y consagrado obispo en el plazo de ocho días. Luego continuó sus estudios: aprendió griego y se interesó por las humanidades.
Mientras tanto los hunos llegaban a las fronteras del Imperio Ostrogodo. En su migración habían derrotado a numerosos pueblos, muchos de los cuales se habían visto obligados a unirse a ellos, como los vándalos y los alanos. Un grupo de sármatas huyó hacia adelante, atravesó el Imperio Ostrogodo y trató de traspasar igualmente las fronteras romanas, pero fueron derrotados por Flavio Teodosio, hijo y tocayo del general de Valentiniano, que recibió el cargo de duque de Mesia. Mientras tanto su padre estaba acabando de sofocar la rebelión de Firmus en África. En 375 el caudillo ya no contaba con ningún apoyo y terminó ahorcándose.
Este año fueron muchos los gobernantes que murieron por uno u otro motivo. Uno de ellos fue el rey indio Samudragupta, que fue sucedido por su primogénito Ramagupta, si bien no tardó en ser asesinado por su hermano Chandragupta II. Bajo su reinado el Imperio Gupta llegó a su apogeo.
También murió Hermanarico, el rey ostrogodo, que se suicidó al ver cómo los hunos se apoderaban de su Imperio. Los hunos ocupaban ahora un vasto territorio, pero no puede hablarse de un imperio, pues carecían de cualquier clase de organización. Eran nómadas que viajaban desde siempre con sus rebaños siguiendo los pastos y, ahora, saqueando cuanto encontraban a su paso y derrotando a cualquier ejército que se les opusiera.
En el curso de unas negociaciones con los cuados, Valentiniano se exasperó y, al parecer, sufrió un ataque al corazón que le causó la muerte. Los soldados eligieron emperador a su hijo y tocayo Flavio Valentiniano (Valentiniano II), con la peculiaridad de que sólo contaba con cuatro años de edad. En vista de ello, Graciano, que era el heredero designado por el difunto Valentiniano, decidió compartir el gobierno con su hermanastro, que gobernó tutelado por su madre, Justina. En la práctica, Graciano fue el único emperador de Occidente.
El anciano rey persa Sapor II, en cambio, todavía resistía. Logró finalmente la sumisión de Armenia, pero a costa de tolerar el cristianismo.
En 376 Graciano ordenó la ejecución de Teodosio. No se conocen los motivos exactos, pero al parecer el viejo general fue víctima de una confabulación por parte de ciertos funcionarios corruptos que temían ser descubiertos, y lanzaron sobre él falsas acusaciones. Poco después su hijo Teodosio decidió retirarse a Hispania (su tierra de nacimiento, donde se casó y no tardó en tener dos hijos).
Entre tanto, los visigodos cruzaron el Danubio aterrorizados por los hunos, pero cuando los romanos se presentaron no opusieron resistencia, sino que suplicaron protección. Las condiciones romanas fueron que los visigodos tenían que entregar todas sus armas, y que sus mujeres serían transportadas a Asia como rehenes. A cambio se les dejó asentarse en Mesia y así, varios cientos de miles de visigodos penetraron en el Imperio al tiempo que los hunos llegaban al Danubio.
Los ciudadanos romanos que entraron en contacto con los visigodos humillaron cuanto pudieron a los refugiados. Les hicieron sentir que eran unos cobardes y débiles que se habían salvado por la caridad romana. Les vendieron alimentos a precios abusivos y trataron de explotarlos cuanto pudieron. Finalmente los visigodos lograron hacerse con armas y se rebelaron. Rápidamente pactaron con los hunos, que estuvieron encantados de acoger a los visigodos si éstos les ayudaban a invadir el Imperio Romano.
Ajenos a esta amenaza, los cristianos de Occidente seguían en sus luchas contra las diversas herejías. Dámaso, el obispo de Roma, condenó a los macedonianos y a los apolinaristas. Éstos últimos eran seguidores de Apolinar, obispo de Laodicea, en Asia Menor, que negaba la naturaleza humana de Jesucristo. En 378 el reino sabeo recuperó su independencia frente a Abisinia.
Valente firmó una paz desfavorable con los persas y marchó al Danubio a enfrentarse con los godos. Graciano avanzó apresuradamente hacia el este para unirse a él, pero Valente no consideró necesario esperar y presentó batalla a los visigodos cerca de Adrianópolis, en Tracia. El jefe visigodo se llamaba Fritigerno. En el momento en que los romanos se acercaron la caballería goda estaba lejos, en busca de forraje. Fritigerno sabía que no podía enfrentarse a los legionarios romanos con sus tropas de infantería, así que se rindió. Valente impuso severas condiciones, Fritigerno las aceptó, pero planteó algunas objeciones menores y arguyó incansablemente sobre ellas. Los soldados romanos permanecieron de pie durante varias horas, mientras sus generales parlamentaban. Finalmente, algunos soldados iniciaron la lucha sin esperar órdenes, pero poco después llegó la caballería gótica que Fritigerno había enviado a buscar. Con ella iban también jinetes hunos. Los soldados romanos estaban cansados y no pudieron ofrecer mucha resistencia a la caballería. Al tratar de alejarse se desorganizaron y fueron aniquilados sin dificultad por los godos. El propio Valente murió en el combate.
Los hunos eran asiáticos, de corta estatura, y montaban caballos también asiáticos, también pequeños. Podría parecer que no tenían nada que hacer frente a los robustos germanos, y mucho menos contra los eficientes romanos, pero no era así. Una de sus principales ventajas era que, desde hacía siglos, usaban estribos, los cuales conferían a sus guerreros una estabilidad de la que carecían los jinetes germanos, e incluso los romanos. Un jinete romano podía perder el equilibrio y caer al tratar de esquivar una lanza o una espada esgrimida por un soldado de infantería, por lo que los romanos sólo usaban la caballería como refuerzo, mientras que el grueso del combate descansaba en los soldados de a pie. La caballería sólo era eficiente cuando la infantería había desorganizado suficientemente al enemigo, pues un ataque bien organizado de la infantería sobre la caballería daría inevitablemente la victoria a la primera. Los germanos trataban de imitar la técnica romana lo mejor que podían, pero la disciplina romana era infinitamente superior, y ello era decisivo casi siempre. Por el contrario, los hunos luchaban todos a caballo, y su capacidad de maniobra era tal que la infantería no tenía nada que hacer contra ellos.
La batalla de Adrianópolis supuso el fin de la superioridad militar romana. Los godos habían vencido gracias a una estratagema, pero no tardaron en aprender las técnicas ecuestres de los hunos, con lo que la infantería perdió todo su valor estratégico. Durante los próximos mil años la caballería sería el núcleo de los ejércitos, y sólo con la invención de la pólvora la infantería recuperaría su importancia. Naturalmente, los romanos también terminaron adaptándose a las circunstancias, pero ahora sus mil años de experiencia militar carecían de valor y sus fuerzas eran iguales a las de sus enemigos. De momento todavía contaban con una ventaja, y era la desorganización de los bárbaros, pero esta ventaja no iba a durar mucho.
Ahora Graciano era en la práctica el único emperador romano, pues su hermanastro Valentiniano seguía siendo un niño de ocho años. Graciano por su parte sólo tenía dieciocho años, y no se sintió capaz de reemplazar a Valente, así que en 379 llamó a Teodosio, lo nombró emperador y le confió el gobierno del Imperio Romano de Oriente. Se estableció en Tesalónica, pero no trató de enfrentarse con los godos, que saqueaban a su antojo los territorios al sur del Danubio. En lugar de forzar un enfrentamiento directo, que podría haber sido desastroso, Teodosio trató de enemistar unas facciones con otras.
Tras la muerte de Sapor II el trono persa pasó a manos de su primo y cuñado Ardacher II, que persiguió cruentamente a los cristianos, a quienes ya había perseguido anteriormente cuando era gobernador de una provincia persa.
En 380 los ostrogodos que habían participado junto a los hunos en la batalla de Adrianópolis se establecieron en Panonia. Ese mismo año murió san Frumencio, el obispo de Aksum que había evangelizado Abisinia.
En Hispania, varios obispos de la Bética y de Lusitania denunciaron a Prisciliano como hereje, y un concilio celebrado en Zaragoza condenó algunas de sus prácticas rituales, aunque no su doctrina. Pese a ello, sus partidarios lograron que fuera elegido obispo de Ávila.
En Irlanda subió al trono de Connacht uno de sus reyes más poderosos, llamado Niall el de los Nueve Rehenes, descendiente del rey Conn, fundador del reino. Dirigió muchas expediciones contra las costas de Britania e incluso tal vez de la Galia.
Los hunos (del 408 al 453) | ||
Los hunos eran un pueblo nómada procedente de la zona de Mongolia, en Asia Central, que empezó a emigrar hacia el oeste en el siglo tercero, probablemente a causa de cambios climáticos. Los caballos tenían una gran importancia para este pueblo, habituado a luchar a caballo utilizando como armamento lanzas y arcos. Emigraron con sus familias y grandes rebaños de caballos y otros animales domésticos en busca de nuevas tierras de pastos donde instalarse. Por su destreza y disciplina militares, nadie fue capaz de detenerlos y desplazaron a todos los que encontraron a su paso. Provocaron así una oleada de migraciones, ya que los pueblos huían antes de que llegaran para no encontrarse con ellos. Este efecto dominó de grandes masas bordeó el frente impenetrable que representaba Constantinopla y el Imperio romano de Oriente, extendiéndose por las orillas del Danubio y el Rin hasta que aplastaron el Imperio romano de Occidente en el año 476. | ||
Los hunos encontraron tierras que les convenían en la llanura húngara de Europa oriental y allí se establecieron, ubicando su sede central en la ciudad de Szeged, a orillas del río Tisza. Necesitaban grandes extensiones de pastos para proporcionar forraje a sus caballos y otros animales. Desde esta llanura, controlaron mediante alianzas o conquistas un imperio que acabó por extenderse desde los montes Urales de Rusia hasta la orilla del Rin en Francia. | ||
Los hunos eran excelentes jinetes, que entrenaban para la monta desde corta edad, y se cree que fueron los primeros en utilizar el estribo, elemento de suma importancia para aumentar el poder de lucha de un hombre a caballo con la lanza en ristre. Sembraron el terror en sus enemigos por la rapidez con la que se movían y cambiaban de caballo varias veces al día para mantener este dominio. Una segunda ventaja fueron los arcos compuestos, bastante superiores a cualquier arma utilizada en aquella época en Occidente. De pie y apoyados en los estribos, podían disparar por el frente, por los costados y por detrás. Sus tácticas se caracterizaron por la sorpresa, los ataques relámpago y el terror que producían después. Constituían un ejército de caballería ligera y su estructura política se basaba en un líder carismático que les guiaba hacia un objetivo. | ||
El poder de los hunos llegó a su punto álgido durante el mandato de Atila, que fue nombrado líder de los hunos en el año 433 e inició una serie de ataques en el sur de Rusia y en Persia. Posteriormente centró su atención en los Balcanes, causando tal terror y estragos en dos importantes asaltos que le pagaron para que se retirara. En el año 450 se dirigió hacia el Imperio de Occidente, cruzando el Rin al norte de Maguncia con aproximadamente 100.000 guerreros. Avanzó en un frente de más de 150 kilómetros y saqueó la mayor parte de ciudades de lo que es hoy el norte de Francia. El general romano Aecio preparó para combatirlos un ejército galorromano y avanzó contra Atila, que estaba asediando la ciudad de Orleans. En la batalla de los Campos Cataláunicos, las tropas de Atila fueron derrotadas, aunque no destruidas. | ||
Posteriormente, Atila invadió Italia en busca de nuevos botines. Cuando entró en ella, numerosos refugiados escaparon a las islas cercanas de la costa y fundaron, según la tradición, la ciudad de Venecia. Aunque las tropas romanas fueron derrotadas y los ejércitos más importantes del país aún se encontraban en la Galia, los hunos también estaban debilitados, tras numerosas campañas, enfermedades y hambrunas en Italia. En un encuentro trascendental con el Papa León I, Atila aceptó retirarse. | ||
El imperio de los hunos se desintegró en el año 453 tras la muerte de Atila, pues no había ningún líder fuerte que consiguiera mantener la unidad del pueblo. Los pueblos sometidos se sublevaron y las diferentes facciones se enfrentaron para conseguir el poder. Con el tiempo el imperio se deshizo con la llegada de nuevos invasores, como los avaros, y desapareció de la historia.
Los Hunos fueron una confederación de tribus Euroasiática, unidos por una aristocracia que hablaba una lengua túrquica. Eran nómadas y vivían en chozas temporales, la ganadería, con la vaca, y la cacería eran más importante en su economía que la agricultura, pero donde sí sobresalían era en el arte de la guerra, ya que eran excelentes jinetes, veloces y decididos, de táctica impredecible.
El historiador romano Amiano Marcelino nos da una visión deformada de lo que eran los Hunos para los romanos; “son seres imberbes, musculosos, salvajes, extraordinariamente resistentes al frió, al hambre y a la sed, desfigurados por los ritos de deformación craneana y de circuncisión que practicaban, e ignorantes del fuego, de la cocina y de la vivienda”. Por el aspecto con que se presentaron en el Imperio ya imponían miedo tanto a los romanos como a los pueblos bárbaros que se cruzaban con ellos.
Muchos historiadores piensan que los Xiongnu mencionados en las crónicas de la antigua china, eran el mismo pueblo que apareció en Europa e invadió el Imperio Romano bajo el nombre de los Hunos.
En el siglo III, parece ser que el pueblo Chino construyó la muralla china para defenderse de los antepasados de los hunos. La dinastía Hang los debió de expulsar, y a lo largo del siglo IV estuvieron por las estepas rusas hasta llegar a las orillas del Danubio, el borde de la civilización Occidental. Encontrando un Imperio Romano dividido en Oriente y Occidente.
Se sabe que tras ser expulsados por el Imperio Chino se mezclaron con otros grupos que vivían en las estepas rusas y una rama de los Hunos (¿Kidaritas?) se dirigió hacia el norte, asentándose en las estepas próximas al mar Caspio, pero una serie de sequías azotaron la zona a finales del siglo III, obligándoles a abandonarlas y avanzar mas hacia occidente.
Con la llegada de los Hunos, terribles jinetes de origen mongol, siembran el terror y asolan la civilización occidental, el Imperio Romano esta siendo asediado por los Bárbaros, presionados por los Hunos, con su principal arma, el miedo.
Los Hunos, violentos invasores que aparecen en el este de Europa, maestros en estrategia militar, (aparecen, destruyen, arrasan y se marchan) inspiran pánico al enemigo, pasaban la vida a caballo, eran los mejores jinetes del mundo antiguo, y su tipo de arco que les permitía disparar flechas sin desmontar del caballo, les daba una cierta ventaja militar.
Es en el siglo IV, con el rey huno Balamber, cuando atacan a los Alanos, pueblo asentado en las “limes” del Imperio romano, entre los ríos Volga y Don, derrotándolos y obligándoles a huir hacia el suroeste. Posteriormente avanzaron hacia la cuenca del Dnieper, donde derrotaron a los Ostrogodos en el año 370, gran parte de este pueblo se refugio en las tierras de sus vecinos los Visigodos. Por ultimo los Hunos cruzan el Dniéster en el año 376, derrotando a los Visigodos, estos piden asilo, instalándose en La Mesia (Bulgaria) tras pactar en calidad de foederati con el Emperador Valente, como campesinos, sometidos a las leyes romanas y servir con sus armas al ejercito del Imperio Romano de Oriente. Las tierras en poder de los Hunos se extendían ya desde el Caspio al Danubio.
La rebelión provocada por los Visigodos contra los romanos en el año 378, en la que se saquearon varias ciudades, derrotando al emperador Valente en Adrianópolis, les permite extenderse por los Balcanes, el caos existente es aprovechado por el rey de los Hunos, Rua, que cruzó el Danubio y atacó a los romanos con tanta fuerza que el Emperador Teodosio II, pactó la entrega de 160 Kg. de oro anuales para conseguir la paz. Al morir el rey de los Hunos, Rua, éste dejó el trono a sus sobrinos Bleda y Atila, hijos de su hermano Mundzuk, ellos reanudaron la paz a cambio de duplicar el tributo anual.
Prisco de Panio, que conoció a Atila, lo describe como bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras.
Se dirigen al Este reduciendo al polvo casi toda Europa, desde el Mar Negro hasta el Mediterráneo, con una política más agresiva, atacando varias ciudades situadas en el Danubio Oriental, derroto a los romanos en todas las batallas y cercando la capital imperial, al no poder tomarla con sus arqueros, puso rumbo a Galípolis, donde estaban refugiadas las ultimas tropas imperiales y las deshizo. Se pactó una paz donde se incluía el pago de los atrasos y de su mora de unos 1800 Kg. de oro y un tributo anual de otros 650 Kg.
Atila se coronó rey único (autócrata) después de que muriera su hermano durante una cacería en el año 445, probablemente asesinado por él mismo. Los siguientes años devastó los Balcanes y Grecia hasta las Termópilas, manteniendo una hostilidad latente entre Atila y Teodosio II.
En el 450, al morir Teodosio, el nuevo emperador Marciano se niega a pagar a los hunos el tributo anual para forzar la guerra, aunque Atila se abstiene y entra en escena Honoria, la hermana del Emperador de Occidente Valentiniano, que tras quedar embarazada de un criado, es obligada a un compromiso sin amor, tal fue su despecho, y lo desafío, mandándole una carta proponiéndole matrimonio. Atila aprovecha esta situación y reclama a Honoria como esposa y pide la Galia como dote.
Se da cuenta de que la parte Occidental del Imperio es bastante más vulnerable que la de Oriente, con mejores expectativas, dirige sus ataques al centro de la Galia, aparentemente contra los visigodos. Los romanos, con Aecio, al frente y la alianza de Teodorico I pactan una actuación conjunta contra los Hunos, aunque Atila ya contaba con un gran ejército compuesto por una gran variedad de pueblos y en sus filas se encontraban tanto romanos como germanos.
Año 451, ambos ejércitos se enfrentan en los Campos Cataláunicos (según otras fuentes, Locus Mauriacus) donde el reyVisigodo Teodorico murió, pero Atila fue vencido por primera y única vez, el general romano, Aecio permite su retirada pero un año mas tarde Atila vuelve atacando, esta vez el norte de Italia, sin que Aecio pudiera detenerlo, parece ser que lo que detuvo a este temible ejercito fue una epidemia de peste y la posterior hambruna, aunque se achaca también al Pontífice León I el que Atila no avanzara hacia Roma.
En el año 453, Atila muere en un banquete, parece ser por los excesos. Le sucede su hijo Ellak, que tuvo que hacer frente a la sublevación de sus hermanos y a varios de los pueblos sometidos, siendo derrotado en la batalla de Nedao, quedando desunidos y fundiéndose con otros pueblos bárbaros, en el 455, los Hunos terminan como potencia.
Con la llegada de los Hunos provoca los mayores movimientos de población. Derrotando a todos los pueblos que se encontraban como a los Alanos y a los Godos, obligándoles a buscar refugio masivo dentro del Imperio, surgiendo enfrentamientos entre ellos y con el estado romano, hasta el punto que, como decíamos anteriormente, los Visigodos en el 378 derrotan al emperador Valente en Adrianapolis y se extienden por los Balcanes. Años más tarde, tras saquear Roma en el 410, se instalan en el sur de la Galia como federados, es decir con permiso de Roma, para ocupar después Hispania.
En el año 406, Suevos, Vándalos y Alanos cruzaron el Rhin, saquearon las Galias y en el 409 se instalan en zonas de Hispania. Por otra parte Anglos, Jutos y Sajones pasaron a las Islas Británicas; los Burgundios ocuparon la cuenca del Ródano, y los Francos la parte norte de la Galia.
Tras el asentamiento de estos pueblos germánicos dentro del imperio de Occidente y debido a la crisis que se arrastraba ya desde el siglo III, es en el año 476 cuando el germano Odoacro depuso a su último emperador, Rómulo Augústulo, y con ello llegaba el fin del Imperio de Occidente.
La parte Oriental, sin embargo, mejor gobernada y defendida militarmente, consiguió resistir la oleada germánica y desplazarla hacia Occidente.
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