sábado, 18 de julio de 2015

Virus

Bunyaviridae

Phlebovirus es uno de los cinco géneros de la familia Bunyaviridae. Sus miembros son virus de clase V con una espiral segmentada negativa de genoma de ARN.
El genoma comprende 3 segmentos, uno de los cuales usa una estrategia de codificación ambisentido. El código del segmento pequeño (S) sintetiza la proteína viral N y la proteína no estructural. El segmento medio (M) codifica un precursor de glicoproteínas virales y componentes non estructurales. El producto del más largo segmento (L) es el ARN viral polimerasa.
El género Phlebovirus comprende 68 serotipos antigénicamente distintos, y solo unos pocos han sido estudiados. Y de los 68, ocho se vinculan con enfermedades humanas:Alenquer virusChandiru virusChagres virusNaples virusPunta Toro virusFiebre del valle del RiftSicilian virusToscana virus.
Los 68 serotipos conocidos se dividen en dos grupos:
  • Virus de fiebre Phlebotomus (grupo sandfly) transmitidos por Phlebotominae, y comprenden 55 miembros
  • Grupo Uukuniemi (transmitido por garrapatas) conteniendo 13 miembros
Causan síntomas desde fiebres autolimitantes: fiebre pappataci, a encefalitis y fatalfiebre hemorrágica viral.

Phlebovirus

Biología molecular

Virión

Envuelto, esférica. Diámetro de 80 a 120 nm. Las glicoproteínas en la superficie de la envolvente están dispuestos en una retícula icosaédrica, con T = 12 simetría.

GENOMA

Segmentado de cadena negativa de ARN del genoma lineal, segmento L es sobre 6.4kb, segmento M sobre 3,2 kb y el segmento S sobre 1,7 kb.
Codifica por seis proteínas.

EXPRESIÓN DE GENES

La transcripción se inicia por viral de ARN dependiente de ARN polimerasa (L) de unión a un promotor en cada segmento encapsidado, y se termina por una secuencia horquilla fuerte al final de cada gen. mRNAs están limitadas por la proteína L durante la síntesis, pero no se polyadenylated.
segmento S utiliza ambisense estrategia para codificar para varias proteínas: tanto genómico y antigenómico RNA se transcribe. La secuencia de la horquilla es una señal de parada de la polimerasa que impide la transcripción ambisense de producir dsRNA. Segmento M codifica unapoliproteína que se escinde por la proteasa de acogida en proteínas Gn y Gc.

RÉPLICA

CITOPLÁSMICA
  1. Virus atribuye a la sede de los receptores aunque Gn-Gc glicoproteína dímero, y seendocitosis en vesículas en la célula huésped.
  2. Fusión de membrana del virus con la membrana de la vesícula; segmentos ribonucleocapsid se liberan en el citoplasma.
  3. Transcripción , mRNAs virales se coronó en el citoplasma.
  4. Replicación presumiblemente se inicia cuando lo suficientemente nucleoproteína está presente para encapsidar antigenomas y genomas neo-sintetizado.
  5. Los ribonucleocapsids migran bajo la membrana plasmática y brotes , liberando el virión.

Los arbovirus son virus transmitidos por artrópodos por inoculación salival, el término deriva del inglés “arthropod borne viruses”. Estos virus son mantenidos en la naturaleza en ciclos enzoóticos y/o epizoóticos que involucran a los artrópodos hematófagos como vectores naturales y a los vertebrados como principales hospedadores (susceptibles y/o reservorios) (WHO, 1967).
Los arbovirus están implicados en enfermedades virales emergentes y re-emergentes debido a cambios en los patrones eco-epidemiológicos o fallas en los programas de control (ejemplo en las Americas, con el Dengue, EEV y Fiebre Amarilla). Miembros de la familia Bunyaviridae constituyen uno de los principales protagonistas de esta situación. Esta familia, catalogada por estar integrada por virus principalmente emergentes es de amplia distribución en los cinco continentes y de alta diversidad de especies (Labuda, 1991).
La familia Bunyaviridae se encuentra definida taxonómicamente con base a las relaciones antigénicas, dividida en 5 serotipos, Orthobunyavirus, Nairovirus, Phlebovirus, Hantavirus (Labuda, 1991; Verani et al., 1991; ICTVdB Management, 2006) y Tospovirus (ICTVdB Management, 2006). Los virus de esta familia tienen relaciones biológicas preferenciales con artrópodos de las clases Insecta y Arácnida (Labuda, 1991).
Los virus pertenecientes a la familia Bunyaviridae se caracterizan por su genoma de ARN de cadena simple segmentado en tres partes, la parte larga (L) codifica para la proteína larga, la cual es ARN polimerasa viral, la parte media (M) codifica para dos glicoproteínas (G1 y G2) y la parte pequeña (S) codifica para una proteína de nucleocápside y N (la parte más inmunogénica) y la proteína no estructural (NSs) en algunos géneros entre ellos Phlebovirus y Tospovirus (Robeson et al., 1979; Labuda, 1991; Schwarz, 1996; Liu et al., 2003; Sánchez-Seco & Navarro, 2005; ICTVdB Management, 2006).
Dentro de la familia Bunyaviridae se encuentra, el género Phlebovirus, subdividido en dos grupos antigénicos: Sandfly fever (fiebre de flebótomos) y el grupo Uukunemi. La principal diferencia entre ambos grupos son los agentes vectores comprobados, en el primer caso son mosquitos y flebótomos mientras que el segundo son virus transmitidos por garrapatas (Dong et al., 2003; ICTVdb Management, 2006).
Desde el punto de vista médico, en veterinaria y salud pública el género Phlebovirus presenta miembros importantes como el virus de la fiebre del Valle Rift (RVF, especie tipo) y el Virus de Toscana (TOSV). El alcance de los flebovirus radica en que originan una variedad de síndromes clínicos aparentemente no diferenciados que van desde un breve cuadro febril hasta meningoencefalitis (Beisel et al., 1972; Valassina et al., 1996; Braito et al., 1998a; 1998b). El síndrome por flebovirus recibe el nombre de fiebre del flebótomo (Phlebotomus fever, sandfly fever, papataci fever, -day fever) (Feigin & Cherry, 1992), caracterizada por fiebre y malestar general, la cual es la manifestación clínica más común que ocurre en los humanos.
La importancia del estudio del género Phlebovirus reside en el incremento de arbovirosis que se creían controladas durante las últimas décadas, así como la aparición de distintas cepas virales en áreas geográficas antes no reportadas. Factores como la incursión humana, perturbaciones en ecosistemas terrestres, la movilidad de la población sin control sanitario y los cambios climáticos han favorecido la aparición de enfermedades arbovirales originadas por flebovirus, considerando la modificación del hábitat natural, la ecología de los vectores y la ecoepidemiología de la enfermedad que, en el caso de América, consiste básicamente en la deforestación y cambio de uso de la tierra de ambientes terrestresboscosos (Vasconcelos et al., 2001).
En este trabajo se hace una revisión de los virus del género Phlebovirus pertenecientes al serogrupo de “Sandfly fever” o fiebre de flebótomos y cuyos vectores potenciales o incriminados son flebótomos del Viejo Mundo (Phlebotomus spp.) o del Nuevo Mundo (Lutzomyia spp.), dípteros pertenecientes a la familia Psychodidae, subfamilia Phlebotominae.
EL GÉNERO Phlebovirus
Historial Epidemiológico
La enfermedad denominada fiebre del flebótomo fue inicialmente descrita en Herzegovina (Schwarz, 1996) y era ya conocida para 1909. Ese año, una Comisión Armada Australiana que trabajaba en Yugoslavia, reportó por primera vez que la fiebre del flebótomo era causada por un virus transmitido por los flebótomos (Doerr et al., 1909 citado por Tesh, 1989). Posteriormente, durante la II Guerra Mundial, la fiebre de flebótomos constituyó un serio problema de salud pública para las fuerzas militares en India, Paquistán y Palestina. Soldados de las tropas británicas, americanas y alemanas en el norte de África y el Mediterráneo resultaron infectados (Tesh, 1989). Investigaciones virológicas llevadas a cabo en Armenia, Moldavia, Turkmenia y Uzbekistan establecieron líneas locales del flebovirus y su rol como agente etiológico del cuadro febril, los brotes de fiebre del flebótomo ocurrieron repetidamente en la Unión Soviética durante el período de 1945-1950 (Gaidamovich et al., 1974).
A partir de un estudio epidemiológico iniciado en el año 1976 en Irán, se incriminó a Phlebotomus papatasi como el vector natural, lo cual fue confirmado más tarde (Saidi et al., 1977; Tesh et al., 1977). Adicionalmente, se observó prevalencia en humanos y gerbos para varios aislados del virus ya conocido, completando así las primeras observaciones del posible ciclo epidemiológico del virus (Saidi et al., 1977; Tesh et al., 1977).
Los estudios en el Viejo Mundo condujeron a un número de aislados virales diferentes, provenientes de flebótomos y que aumentaban al intensificarse estas investigaciones, alcanzando 7 serotipos aceptados para el año 1986. Para entonces, siete de los virus descritos habían sido asociados a enfermedades humanas y ya se incluían los virus aislados en la región Americana con vectores presumibles pertenecientes al género Lutzomyia (Tesh et al., 1986).
Caracterización y taxonomía del género Phlebovirus
Actualmente, los 68 serotipos virales del género Phlebovirus (ICTVdB Management, 2006; Liu et al., 200 ) muestran cierto grado de reactividad cruzada entre miembros del género en pruebas serológicas de hemaglutinación (HA) y fijación de complemento (CF). Dentro de las características físicas de los virus más relevantes se tiene que los viriones consisten en una cubierta y una nucleocápside, de forma esférica a pleomórfica con un entre diámetro 80 a 120 nm (ICTVdB Management, 2006).
Los serotipos conocidos de Phlebovirus están divididos en dos grupos antigénicos principales: Sandfly fever (la fiebre de flebótomos) con 55 miembros y el grupo Uukuniemi con 13 miembros (Liu et al., 2003). El grupo de la fiebre de flebótomos está a su vez dividido en 1 serocomplejos y 12 miembros no asignados a algún serocomplejo (Liu et al., 200 ; ICTVdB Management, 2006).
Respecto a los vectores de los Phlebovirus, las diferencias entre los dos grupos también se reflejan en sus vectores. Los virus de “Sandfly fever” son trasmitidos por flebótomos, mosquitos (Culicidae) o jejenes (Culicoides), los del grupo Uukuniemi son virus transmitidos por garrapatas.
A pesar de que existen grupos diferentes de vectores que no se encuentran muy relacionados taxonómicamente, los grupos virales Uukuniemi y Sandfly fever están relacionados entre sí ya que presentan las siguientes características comunes (ICTVdB, Management, 2006): 1.- Comparten la misma estrategia de codificación de ambos sentidos para el segmento S del ARN. 2.- Tienen secuencias nucleotídicas terminales 5’ y 3’ idénticas. 3.- Exhiben una baja aunque significativa homología entre las glicoproteínas. .- Las proteínas N muestran un alto nivel de homología. 5.- Ciertos miembros de cada grupo se encuentran antigénicamente relacionados con algunos miembros del otro grupo.
De acuerdo a Liu et al. (2003) para el género Phlebovirus la actual clasificación antigénica es poco satisfactoria por diversas razones, entre las cuales figura el hecho de haberse descubierto un total de 68 especies de flebovirus siendo altamente probable que exista en la naturaleza un número mayor. Aunado a esto, y basado en su estructura genética, abundancia y patrones complejos de antigenicidad de reactividad cruzada, es probable que la reorganización natural ocurra entre algunos de estos virus confundiendo su clasificación antigénica e identificación. Así mismo, algunos de los flebovirus no producen placas visibles bajo agarosa, ni infectan u ocasionan la muerte de animales de laboratorios comunes, haciendo que la producción de reactantes y la comparación antigénica sea difícil. Por último, relativamente pocos laboratorios todavía son capaces de realizar el “clásico” examen serológico necesario para la caracterización de flebovirus (Liu et al., 2003).
A raíz de las dificultades mencionadas anteriormente, Liu et al. (2003) presentan una relación más específica entre miembros del género Phlebovirus en pruebas realizadas con RT-PCR utilizando un primer “cóctel” mezcla de otros cuatro cócteles para amplificar una región del segmento M del genoma de 24 flebovirus. Los análisis del estudio arrojaron como resultado un árbol filogenético que exhibió tres linajes genotípicos consistentes con la información serológica en cuanto a la relación antigénica de los virus descritos.
Distribución geográfica del género Phlebovirus
Los flebovirus han sido reportados tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, cada uno de ellos con una distribución geográfica única. Sin embargo, se han dado casos en los cuales de acuerdo a la distribución de cada uno, dos o más serotipos se solapan ocurriendo en la misma área (Ej. Sicilian y Karimabad) (Tesh et al., 1975; Tesh et al., 1977; Tesh et al., 1982).
En el Viejo Mundo han sido descritos en Asia Central, Europa del Sur y África, específicamente en Portugal, España, Francia, Italia, Yugoslavia, Chipre, Turquía, Irán, India, Paquistán, Grecia, Egipto, Finlandia, Bangladesh, Sudan, Nigeria, Etiopía, Senegal, República de África Central, antigua Unión Soviética, entre otros (Tesh et al., 1975; Tesh et al., 1977; Gaidamovich et al., 1984; Tesh, 1989; Eitrem et al., 1991; Verani et al., 1991; Fontenille et al., 1994; Valassina et al., 2003; Liu et al., 2003; Sánchez-Seco & Navarro, 2005).
En el Nuevo Mundo han sido descritos en Panamá, Guatemala, Colombia, Brasil, Estados Unidos, Guyana Francesa, Trinidad y posiblemente Perú (Tesh et al., 1975; Travassos da Rosa et al., 1983; Tesh et al., 1986; Tesh, 1988; Tesh et al., 1989; Cruz, 2001; Liu et al., 2003).
Patología, patogenia y diagnóstico clínico de Phlebovirus
De acuerdo a Sánchez-Seco y Navarro (2005) un arbovirus como el virus de Toscana o como el virus de West Nile (Flavivirus) pudieran presentar la siguiente ruta patogénica: “el virus luego de penetrar la piel, se deposita directamente en linfa o sangre, produciendo una diseminación precoz y una posterior multiplicación en células del endotelio vascular, células reticuloendoteliales de nódulos linfáticos, fibroblastos y células de Langerhans, para luego, una vez ocurrida la replicación, reintroducirse a través de la linfa en el torrente circulatorio y alcanzar los órganos objetivos”. Se inicia una fase de viremia que en el caso de flebovirus varía entre 2 y 3 días, presentándose un bajo título viral en humanos. El período puede ser asintomático, transcurrir como un cuadro seudogripal con fiebre y malestar general (20% de los infectados) o modificarse a un cuadro más agresivo debido a la afectación del sistema nervioso central (1 de cada 150- 00 infectados) (Sánchez-Seco & Navarro, 2005).
Si el virus alcanza el sistema nervioso central lo hace a través del endotelio vascular, por transferencia pasiva, por replicación en las células endoteliales o por transporte axonal a través de las neuronas olfatorias (Sánchez-Seco & Navarro, 2005). Una vez dentro del organismo, los flebovirus presentan diferentes grados de patogenicidad, la mayoría de los serotipos ocasiona la conocida fiebre del flebótomo pero virus como el de Toscana puede producir un efecto sobre el sistema neurológico en humanos (Braito et al., 1997; Braito et al., 1998a; Braito et al., 1998b).
En el aspecto clínico, un estudio realizado con voluntarios infectados con el virus de la fiebre del flebótomo del tipo siciliano (“Sicilian Sandfly Fever Virus”) registró que el período de incubación medio se incrementaba mientras menores fueran las dosis inoculadas del suero infeccioso a los voluntarios aunque existe una variación considerable en la respuesta clínica a la infección (Bartelloni & Tesh, 1976). Los síntomas más comunes reportados en individuos infectados, tanto natural como artificialmente, han sido dolor de cabeza, mialgia, anorexia, dolor en la parte baja de la espalda, siendo los menos comunes: dolor retro-orbital, fotofobia, escalofríos, náusea, vómitos y vértigo, algunos sujetos continuaron con el dolor retro-orbital luego de haber cesado la fiebre (Fleming et al. 1947; Beisel et al., 1972; Bellanti et al., 1972; Bartelloni & Tesh, 1976; Eitrem et al., 1991; Feigin & Cherry, 1992; Liu et al., 2003). Dentro de los signos presentados se encuentran secreciones conjuntivales, congestión palatal, picazón macular, urticarias petequiales, herpes labial, crepitantes finas y tos (Fleming et al., 1947). La cara puede observarse rojiza pero sin una verdadera erupción. La enfermedad es autolimitada y a pesar de que los síntomas desaparezcan, una sensación general de debilidad y depresión es común por una semana o más luego de la enfermedad (Fleming et al., 1947).
El virus de Toscana (TOSV) representa un caso poco común, ya que la infección por TOSV se manifiesta ocasionalmente provocando cuadros neurológicos, principalmente meningitis aséptica y escasamente se dan casos de encefalitis o meningoencefalitis ( Braito et al., 1997; 1998a; 1998b; Liu et al., 200 ; Kuhn et al., 2005; Sánchez- Seco & Navarro, 2005). Además de los síntomas clásicos de la fiebre de flebótomos, estos pacientes exhiben rigidez en la nuca, signo de Kernig positivo, la percepción sensorial nublada, nistagmus ocasional y tremor. En pacientes con el sistema nervioso comprometido se observa pleocitosis, y un elevado contenido de proteínas en el fluido cerebroespinal.
En el trabajo de Bartelloni y Tesh (1976), las manifestaciones clínicas plasmadas en los exámenes hematológicos demuestran que en casos de fiebre de flebótomos se presenta una marcada leucopenia con una cuenta media de leucocitos por debajo de 4000 por mm para el día cinco, esta disminución en los glóbulos blancos comienza durante el período de incubación. La leucopenia persiste más allá del período febril y se encuentra todavía presente para el octavo día. La cantidad de neutrófilos totales decrece y son significativamente diferentes de los niveles basales para los individuos enfermos, estuvo acompañado de un aumento en los linfocitos originando linfocitosis relativa. La neutropenia también persistió en todos los sujetos hasta el día que se les dio de alta. Los linfocitos totales fueron significativamente deprimidos para el día en todos los infectados pero retornaron a los niveles basales para el sexto día (Sabin, 1944 citado por Bartelloni & Tesh, 1976; Fleming et al., 1947; Bartelloni & Tesh, 1976).
Respecto a la inmunidad causada por la infección viral por flebovirus mucho se ha discutido. Los altos niveles de anticuerpos neutralizantes desarrollados en la mayoría de los voluntarios en el estudio de Bartelloni & Tesh (1976), implica que una sola infección confiere inmunidad al tipo de virus homólogo. La falla de la mayoría de estos sueros para neutralizar cuatro otros agentes del grupo de virus de flebótomos sugiere que la inmunidad es tipo específico (Bartelloni & Tesh, 1976), aunque existe escasa evidencia de dos sueros que demostraron actividad neutralizante en contra de cuatro tipos heterólogos de fiebre de flebótomos (Naples, Arumowot, Karimabad y Salehabad) inoculados por el virus de Sicilia (Bartelloni & Tesh, 1976).
Asímismo, Sabin (1944 citado por Baterlloni & Tesh, 1976) también demostró la inexistencia de inmunidad cruzada. En su estudio, las personas infectadas con los aislados de Naples o Sicilia no se enfermaron cuando se les puso en contacto con el agente homólogo pero fueron susceptibles a la infección con el tipo heterólogo (Bartelloni & Tesh, 1976). Por otro lado, Cullinan y Whitaker (1943, citado por Fleming et al., 1947) reportan segundos ataques desde 2 a 12 semanas luego del primero en un 15% de los casos dentro de un área de alta infectividad. Livshitz (1947, citado por Fleming et al., 1947) en un estudio de casos naturales y experimentales, concluyó que una sola infección otorga protección de uno a tres meses y que aproximadamente 20% de los pacientes pueden ser reinfectados con la misma epidemia.
De acuerdo a Tesh & Duboise, (1987) se ha evidenciado respuesta inmune cruzada en roedores y neutralización de los agentes, aunque esta respuesta sea monotípica, sugiriendo que es posible que anticuerpos heterólogos de flebovirus pueden tener un efecto protector en vertebrados. De la misma forma, Braito et al. (1998b) sugieren que la elevada tasa de infección de viajeros y la caída en la incidencia de la infección paralela al incremento en la edad de la población, residente en zonas de circulación viral, sugieren una inmunidad duradera. Al respecto, Cruz (2001) comenta que la inmunidad homóloga es probablemente de por vida. Sin embargo, el título de anticuerpos neutralizantes disminuye significativamente después de 20 años.
Al paciente, se le hace el diagnóstico de la fiebre de flebótomos con base a evidencia clínica y epidemiológica. Un brote repentino, durante los meses de verano de una fiebre de baja cuantía acompañada de fuertes dolores de cabeza entre visitantes y otras personas que recién han arribado a un área endémica donde las moscas de la arena son abundantes, sugiere la enfermedad, así como se toman en consideración datos de picaduras y otras zonas geográficas visitadas recientemente por el afectado (Feigin & Cherry, 1992; Sánchez-Seco & Navarro, 2005).
Los signos y síntomas de la enfermedad así como su duración también son tomados en cuenta para hacer el diagnóstico. La forma más acertiva para realizarlo es mediante métodos serológicos que lamentablemente están disponible sólo en unos pocos laboratorios de estudios arbovirales. Es por ello que el diagnóstico sólo puede ser confirmado bajo compatibilidad clínica y epidemiológica, la detección de secuencias específicas (poco probable para flebovirus que no son altamente conocidos) y finalmente la seroconversión o el seroincremento de anticuerpos neutralizantes en suero (Sánchez-Seco & Navarro, 2005).
El único tratamiento hasta ahora reportado son analgésicos para los fuertes dolores de cabeza que presentan algunos de los individuos infectados (Bartelloni & Tesh, 1976; Feigin & Cherry, 1992)
Diagnóstico serológico de Phlebovirus
La termolabilidad de los flebovirus es un factor importante a la hora de realizar el diagnóstico. De acuerdo a Calisher et al. (1977) la temperatura a la cual se guardan las preparaciones afecta directamente la infectividad de los mismos mientras mayor tiempo sea el tiempo expuesto a temperaturas elevadas (por encima de 0°C) la infectividad disminuye. De igual forma, se observó que las condiciones del medio también juegan un papel importante en su viabilidad ya que no han sido detectados virus a pH 2.0 y 3.0 mientras que a pH de .0 - 10.0 esencialmente todos los virus se mantuvieron infecciosos luego de horas de incubación a 20°C (Calisher et al., 1977).
Cuando ocurre una infección, suele ser diagnosticada por anticuerpos específicos (Ej. anti- TOSV IgM e IgG), Ensayo de Inmunofluorescencia Directa (IFAT), Fijación de complemento, Ensayo de Inhibición-Hemaglutinación (HI), Prueba de Neutralización por Reducción de Placa (PRNT), e Inmunoblot (Schwarz et al., 1996). De las 5 técnicas serológicas comúnmente usadas (CF, HI, IFAT, PRNT y ELISA) durante la caracterización de 5 nuevos flebovirus los investigadores reafirmaron que PRNT es la más específica (Tesh et al., 1989).
Por otro lado, los resultados de las pruebas de IFAT, fueron algunos altamente específicos, pero otros mostraron amplia reactividad cruzada (Tesh et al., 1982). Los resultados del estudio indican que el IFAT es menos específico que las pruebas CF o PRNT pero es similar a la prueba HI al revelar las amplias relaciones antigénicas entre los flebovirus. Esta técnica (IFAT) puede ser utilizada como un procedimiento de exploración para detectar anticuerpos del grupo de fiebre de flebótomos en áreas donde nuevos o desconocidos serotipos están presentes (Tesh et al., 1982). Aunque, debido a la alta reactividad cruzada, las pruebas de HI han sido el método de elección para identificar nuevos miembros del grupo de fiebre de flebótomos. Sin embargo, en la utilización de la técnica se presentan dificultades para la preparación de hemaglutinaciones satisfactorias con algunos flebovirus (Tesh et al., 1982).
En el estudio realizado por Tesh et al. (1989) de relación antigénica entre los miembros del género Phlebovirus se verificaron las limitaciones de las técnicas de diagnóstico antigénico. Siendo la prueba de reducción de neutralización de placa (PRNT) el método serológico más específico (para 1989) y que actualmente es la técnica que se usa en el presente para definir serotipos de virus dentro del género Phlebovirus (Tesh et al., 1989; Liu et al., 2003)
En infecciones con TOSV agudas donde han sido producidos anticuerpos IgM, IgA e IgG específicos en contra de la proteína N, anticuerpos específicos TOSV mostraron reactividad cruzada con la proteína N de SFSV (Sandfly Fever Sicilian Virus) y una menor cantidad con SFNV (Sandfly Fever Naples Viru)s, como en otras infecciones con Bunyaviridae. Sólo los anticuerpos a la proteína N pero no las glicoproteínas G1 y G2 son detectados (Schwarz et al., 1996).
Otros virus, como Naples, Tehran y Toscana, son indistinguibles por las pruebas de CF pero son distintos por el método de neutralización (Tesh et al., 1982). Todavía, otros como Itaituba, Nique, Candiru y Oriximina están estrechamente relacionados tanto por CF como por PRNT (Tesh et al., 1982). Esta afinidad del complejo antigénico observada entre los flebovirus puede estar relacionada a su genoma que hace posible que su rearreglo ocurra entre flebovirus relacionados en la naturaleza, complicando su clasificación antigénica (Tesh et al., 1982).
Idealmente, los métodos serológicos se consideran complementarios al diagnóstico directo por cultivos y/o biología molecular. El primero realizado en placas a partir de LCR o sueros de pacientes infectados y el segundo de un aislamiento viral confirmado mediante amplificación genómica por técnicas de trascripción reversa de la reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR) (Valassina et al., 1996; 2002; Sánchez-Seco & Navarro, 2005).
Ciclo de transmisión de Phlebovirus
Desde el comienzo de los estudios de flebovirus, el aislamiento de éstos en flebotomínos machos ha sido reportado en numerosas ocasiones para diferentes aislados del virus, entre éstos se cuentan tanto especies del Nuevo Mundo como del Viejo Mundo (Verani et al., 1988; Tesh et al., 1989).
Debido a la biología del vector, las hembras son las únicas hematófagas, y si se asume el ciclo biológico convencional de los arbovirus, donde se ve envuelto un reservorio, entonces el aislamiento en machos sugiere una transmisión de parte de las hembras, bien sea, transovárica o inclusive sexual (Tesh et al., 1977; Tesh, 1988; Tesh, 1989). Estos datos sugieren entonces que la ecología de los flebovirus puede ser bastante diferente del ciclo convencional insecto-vertebrado presumido para la mayoría de los virus provenientes de artrópodos (Tesh et al., 1977). Estas observaciones llevaron al estudio de la transmisión transovárica, siendo demostrada por Petrischeva & Alymov (1938, citado por Tesh & Chaniotis, 1975) para el vector (Phlebotomus papatasi) naturalmente infectado, dándose la transmisión vertical del virus de parte de las hembras de F1 criadas en laboratorio a su descendencia F2. Estos mismos autores aportaron aún mayor evidencia demostrando que el virus sobrevivía en larvas transovarialmente infectadas de cuarto instar en diapausa.
Con base a lo anterior, ciertas investigaciones se llevaron a cabo para demostrar la viabilidad del virus transmitido transovarialmente. Tesh & Modi (1987) demostraron que las hembras transovarialmente infectadas todavía eran capaces de transmitir el virus por picada y que el virus no perdía su patogenicidad en ratones luego de varios pases transovariales a través de siete generaciones consecutivas del flebótomo Phlebotomus perniciosus. También ha sido detectado flebovirus (TOSV) en todos los estadíos de desarrollo donde fue probado (Tesh et al., 1992), adicionalmente, se comprobó que la temperatura ambiente tiene poco efecto en la transmisión transestadial o la sobrevivencia de TOSV en P. perniciosus. Por tanto, la transmisión transovárica se constituye como un mecanismo eficiente de los flebovirus para sobrevivir en el invierno durante períodos de inactividad de los flebótomos, así como es asegurada su sobrevivencia en la ausencia o densidades poblacionales mínimas de los hospedadores vertebrados susceptibles (Tesh et al., 1977; Tesh & Modi, 1987; Ciufolini et al., 1989).
Ahora bien, la presencia de reservorios en el ciclo de flebovirus fue puesto en duda ya que los virus transmitidos por flebótomos tienen una aparente incapacidad para producir una viremia significativa en humanos o animales infectados (Tesh & Chaniotis, 1975). Sin embargo, en la ausencia de un hospedador amplificador del virus, se sugiere que el virus desaparecería debido a que no puede ser mantenido sólo transovarialmente (Tesh & Chaniotis, 1975; Tesh & Modi, 1987; Tesh, 1988; Tesh, 1989; Tesh et al., 1992). Los modelos matemáticos así lo indican estableciendo una disminución en las tasas de infección de progenie al transcurrir las generaciones, esto implica que los vertebrados deben estar involucrados en este ciclo (Tesh & Modi, 1987).
Aún así, en ciertos estudios se reportan una refracción de los flebótomos de los géneros implicados (Phlebotomus y Lutzomyia) en los intentos de infección oral con cierto número de flebovirus. De acuerdo a éstos, grandes títulos virales deben ser ingeridos para infectar a los flebótomos, por tanto sólo vertebrados con altos niveles de viremia pueden ser capaces de infectar a un flebotomino en la naturaleza (Tesh & Modi, 1987; Ciufolini et al., 1989). A pesar de esto, existe evidencia de que P. perniciosus puede ser infectado oralmente con el virus de Toscana (TOSV) y Lutzomyia gomezi con el virus de Arboledas, lo que sugiere que una amplificación en un ciclo vertebradoinsecto debe ocurrir ocasionalmente en la naturaleza para que el virus pueda sobrevivir (Tesh et al., 1986; Tesh & Modi, 1987; Theodor, 1936 citado por Tesh & Chaniotis, 1975). Un factor importante para probar la transmisión es la estrecha relación virus-vector, cuando el vector no es el natural del aislado ocurre baja tasa de infección debido a su especificidad (Labuda, 1991; Tesh, 1988).
La cantidad de sangre ingerida por P. papatasi es aprox. 0.0003-0.0005 mL de sangre por ingesta, lo cual en teoría significa que un huésped virémico requiere un nivel de virus en sangre al menos de 104 unidades infecciosas por mililitro para infectar un flebótomo que se alimenta ingiriendo sangre (Tesh & Chaniotis, 1975; Tesh, 1988). Estos niveles han sido observados durante la fase temprana de la infección en roedores (Tesh et al., 1986).
Se comprobó también transmisión horizontal del virus, al poner en contacto machos infectados con hembras vírgenes al ser detectado en un .5 % de las hembras, indicando transmisión horizontal (probablemente venérea) de los machos transovarialmente infectados (Tesh & Modi, 1987; Tesh et al., 1992). Igualmente, la transmisión sexual es un fenómeno que ya ha sido descrito para otros arbovirus transmitidos por mosquitos y garrapatas (Tesh et al., 1992). Se considera entonces que en vista de su limitado rango de vuelo y su relativamente corta vida de adultos, la transmisión vertical puede ser esencial para la sobrevivencia de los virus (la tasa parece ser menor a 5%), pero aún así es necesaria la presencia de un hospedador vertebrado que amplifique el virus pues sólo la transmisión transovárica y la posible transmisión sexual no son suficientes para mantener el virus en circulación (Tesh et al., 1992).

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