martes, 23 de febrero de 2016

Reyes por países - España

Reyes de Aragón

Alfonso IV de Aragón, el Benigno (¿Nápoles?, 1299 – Barcelona1336). Rey de Aragón, de Valencia, deCerdeña, rey titular de Córcega y conde de Barcelona (como Alfonso III), entre 1327 y 1336.

Primeros años

Segundo hijo de Jaime II de Aragón y de su segunda esposa, Blanca de Anjou, se convirtió en rey tras la renuncia al trono de su hermano Jaime, que tomó los hábitos en 1319. Se casó dos veces: en 1314, con Teresa de Entenza y en 1329 con Leonor de Castilla.
Durante el reinado de su padre, siendo el infante Alfonso procurador de la Corona, lideró la expedición aragonesa que tomó la isla de Cerdeña (13231324) que había sido adjudicada al rey de Aragón por el Papa en el tratado de Anagni (1295). Por la conquista de Cerdeña entró en conflicto con Pisa y Génova ya que ambas ciudades italianas tenían posesiones e intereses comerciales en ella. Para la conquista contó con 80 naves grandes y muchas más de menor tamaño, 1.000 caballeros, 4.000 infantes, 2.000 ballesteros y 3.000 auxiliares. Ante la resistencia pisana no pudo tomar Cagliari antes de un año. Al regreso de su conquista de Cerdeña puso la primera piedra del templo de Santa María del Mar en Barcelona.

Reinado

Accedió al trono en 1327 tras la muerte de su padre Jaime II de Aragón y la renuncia de su hermano Jaime, heredero al trono, quién prefirió entrar en un convento como monje. Hacía solo cinco días que había enviudado de su primera esposa, Teresa de Entenza, cuando falleció el rey. Alfonso juró en primer lugar los Usatges de Cataluña y fue reconocido por sus súbditos como conde de Barcelona en el día de Navidad de 1327. Posteriormente, el domingo de Pascua de 1328, fue coronado como rey de Aragón en Zaragoza con gran solemnidad, que fue recogida por Ramón Muntaner en su Crónica.1

Política interna

Mientras que durante su reinado Cataluña comenzó un declinar demográfico y económico, el Reino de Valencia empezó a tener una importancia que continuaría acrecentándose en reinados posteriores.
Durante su reinado empezaron los primeros signos de una fuerte crisis demográfica, sobre todo en Cataluña, que se extendería desde mediados del siglo XIV hasta finales del XV, sobre todo debido a la Peste Negra. Aunque el año 1333 no se puede considerar el inicio de las carestías que afectaron tanto a sus estados como al resto de la península, Francia e Italia, la gente percibió éstas con mayor intensidad y este año fue llamado lo mal any primer (el mal primer año), año en el que una fuerte hambruna hizo aparición debido a la escasez de trigo, resultado de las malas cosechas y, sobre todo, del bloqueo efectuado por la flota genovesa que impedía la llegada de trigo procedente de Cerdeña y Sicilia. La hambruna afectó tanto a las zonas rurales como a las ciudades; se calcula que la ciudad de Barcelona perdió unos 10.000 habitantes.
En el Reino de Valencia continuaron las luchas por los repartos de beneficios de la explotación de los poderes de justicia ejercidos por los señores sobre los vasallos y entre los partidarios del fuero de Aragón y el de Valencia, ya que coexistían ambos, usando el de Aragón los nobles de origen aragonés. Estos enfrentamientos terminan en 1328–1329, momento en el que Alfonso promulga la jurisdicción alfonsina, en la que se retocaba el fuero valenciano y en el que se tendía a hacerlo más señorial, proliferando los señores aún sin ser de origen noble, hecho que propició que muchos nobles aceptaron el fuero de Valencia entre 1329 y 1330.
Como consecuencia de su segundo matrimonio con Leonor de Castilla, y tras las presiones de su esposa, Alfonso planeó en 1332 que los hijos de esta unión obtuvieran considerables posesiones en las regiones fronterizas de la Corona, sobre todo en el Reino de Valencia, consistiendo principalmente en separar de su jurisdicción las ciudades más importantes del reino y que pasaran a su hijo Fernando como una especie de feudo propio. Así en 1333 donó a su hijo Fernando los señoríos y villas de Játiva, Alcira, Morvedre, Sagunto, Alicante, Morella, Castellón y Burriana, infringiendo las promesas hechas en 1329 y 1330 ante las Cortes. Esto representaba la posibilidad de un fraccionamiento del reino, a lo que se opusieron decididamente los valencianos y el heredero e hijo del primer matrimonio Pedro. En el año 1333 los jurados de la ciudad de Valencia encabezados por el jurat en cap Francisco de Vinatea amonestaron al rey. El rey, que se encontraba en la ciudad con el resto de la Corte, no tuvo más remedio que ceder ante la presión de sus súbditos, que le hicieron saber que antes morirían que consentirían estas donaciones contrarias a los fueros y privilegios del reino, y reafirmó la ordenanza de su padre que declaraba indivisible el reino.
Siguió con la política de su padre de realizar enlaces matrimoniales entre la casa real y los barones para intentar disminuir el poder de éstos últimos. En cuanto al trato que dio a los musulmanes, éste fue más tolerante que el que dio su padre y el que darían sus sucesores.
Intentó promover la cultura y dar estabilidad a las universidades. En 1328 se comprometió a dar un salario justo a los profesores (que no se produjo nunca) y a dotar de cuatro nuevas aulas para el estudió del derecho en la Universidad de Lérida.

Política exterior

Las relaciones con el Reino de Castilla y su monarca Alfonso XI fueron buenas y en un principio reinó la amistad entre ambos monarcas. De hecho, ya rey y viudo de Teresa de Entenza Alfonso IV, el monarca castellano ofreció a su hermana Leonor en matrimonio. Esta alianza matrimonial buscaba la ayuda aragonesa en la reconquista que fue dada en forma de bloqueo del estrecho por parte de naves aragonesas para impedir el paso de tropas musulmanas a la península.
Alfonso intentó llevar a cabo una cruzada contra el reino de Granada que Alfonso XI de Castilla no secundó, ya que éste tenía buenas relaciones con el reino granadino hasta el punto de conseguir su vasallaje en 1331. Alfonso inició la cruzada contra Granada el año 1329 y en 1331 el reino musulmán atacó el sur del Reino de Valencia, tomando Orihuela y Elche, que fueron recuperadas. Entre 1330 y 1333 se intentó la conquista de Almería pero la tentativa acabó en fracaso y finalmente se firmó la paz en 1335.
En 1329 firmó tratados de alianza en términos económicos con los sultanes de Bugía y Túnez.

Cerdeña y conflicto con la República Ligur

Tuvo que sofocar una rebelión en Cerdeña debido a una mala gestión de los administradores catalanes. Para el dominio de la isla había repartido el territorio entre los barones y caballeros que le habían acompañado en la conquista. El dominio se reforzó con la instauración del feudalismo, la colonización y la fundación de la ciudad de Bonaire. Los rebeldes sardos contaban con el apoyo de la República Ligur (Génova) con el objetivo de tomar la isla y en menor medida de Pisa. La guerra contra Génova se prolongó entre 1329 y 1336, año en el que murió Alfonso y se consiguió una paz precaria pero que por el momento aseguraba la posesión de la isla. El conflicto se prolongaría hasta bien entrado el siglo XV y en él se disputaban Génova y la Corona aragonesa, especialmente Barcelona, el dominio del comercio en el oeste del Mediterráneo, así como la posesión de la isla. La ciudad de Sassari, clave para el dominio de Cerdeña, se rebeló en tres ocasiones desde que fuera tomada por Alfonso en 1323, aunque fue tomada de nuevo, lo mismo que Cáller. Alfonso promovió la repoblación de Cerdeña por parte de gentes procedentes de la península entre 1329 y 1330.

Nupcias y descendencia

Se casó en primeras nupcias con Teresa de Entenza en la catedral de Lérida el 10 de septiembre de 1314. Teresa era la heredera del condado de Urgel, último condado catalán independiente de la Corona. En su testamento otorgado el 23 de octubre de 1327, Teresa estipuló que el condado lo heredaría su hijo Sancho, y si este muriese sin descendientes, pasaría a su hijo Jaime I de Urgel, por lo que el condado no llegó a formar parte de los dominios reales. De este matrimonio nacieron:
En segundas nupcias casó con Leonor de Castilla, hija de Fernando IV de Castilla en la Iglesia de San Francisco de Tarazona, el día 5 de febrero de 1329. Leonor había sido la prometida del heredero y hermano mayor de Alfonso, el infante Jaime, con lo que éste matrimonio venía a normalizar las relaciones con el reino de Castilla tras el desaire recibido por parte de los aragoneses. Fruto de este matrimonio nacieron:
Murió en Barcelona el 27 de enero de 1336. Los reinos de Aragón, Valencia y Cerdeña, así como el Condado de Barcelona y los otros territorios supeditados a éste fueron heredados por su segundo hijo, Pedro, mientras que las posesiones de su primera esposa, el condado de Urgel y los señoríos de Entenza y Antillón fueron heredadas por su tercer hijo Jaime. Dos meses antes de su muerte, cuando ya había enfermado, su esposa y los dos infantes del segundo matrimonio huyeron a Castilla ayudados por Pedro de Jérica, temiendo las represalias del heredero Pedro.

Alfonso IV de Aragón
Rey de Aragón
Alifonso IV d'Aragón.jpg
Alfonso IV de Aragón
Rey de AragónValencia y Cerdeña y Córcegaconde de Barcelona
thum
1327 - 27 de enero de 1336
PredecesorJaime II
SucesorPedro IV
Conde de Urgel
thum
1314 - 1336
PredecesorTeresa de Entenza
SucesorJaime I de Urgel
Información personal
Coronación1327
Nacimiento1299
¿NápolesCorona de Aragón
Fallecimiento27 de enero de 1336 (37 años)
Barcelona Corona de Aragón
EntierroCatedral de la Seu Vella de Lérida
Familia
Casa realCasa de Aragón
PadreJaime II
MadreBlanca de Nápoles
ConsorteTeresa de Entenza
Leonor de Castilla
DescendenciaPedro IV
Jaime I de Urgel
ver Nupcias y descendencia

Alfonso IV, Rey de Aragón (1299-1336).

Rey de Aragón, conde de Urgel y de Barcelona, conocido por el apelativo de el Benigno. Nació en 1299 y falleció en Barcelona el 24 de enero de 1336. La principal empresa de su reinado, la cruzada contra el reino de Granada, fracasó por el fallo de cada uno de los dispositivos bélicos con los que contó el rey y por la falta de solidez en su alianza con Castilla. Su gobierno fue un reinado de transición, empañado por la nefasta influencia de la reina doña Leonor sobre su marido.
Segundo hijo de Jaime II de Aragón y de doña Blanca de Anjou, en 1314 recibió de su padre el condado de Urgel tras la muerte de su titular, Armengol X. Aquel mismo año don Alfonso casó con doña Teresa de Entenza, sobrina de Armengol. A partir de 1318 el todavía infante Alfonso vio disputados sus derechos al condado de Urgel con los ataques a algunas comarcas urgelenses por parte del vizconde Ramón Folch de Cardona y su primo Ramón de Ampurias. Jaime II solucionó el problema apoderándose de las tierras del vizconde de Cardona, considerando que éste se había puesto al servicio de otro rey.
El infante Alfonso fue reconocido como heredero de la Corona de Aragón en las cortes de Zaragoza de 1320, después de que su hermano Jaime, el primogénito de Jaime II, diese acusadas muestras de inestabilidad mental y renunciase a sus derechos en diciembre de 1319. Don Alfonso juró los fueros y trató de hacer que el derecho de herencia pasase a sus hijos en el caso de que muriera (por aquellas fechas comenzó a dirigir la conquista de Cerdeña y esta medida la adoptó para el caso de no poder concluir la empresa con vida), lo cual fue rechazado por su hermano Pedro, conde de Ribagorza, que exigió ser reconocido como segundo heredero. La cuestión fue tratada en las cortes de Zaragoza de 1325, en las que Alfonso propuso como heredero a su hijo Pedro, que con los años reinaría comoPedro IV y Pedro de Ribagorza, apoyado por un pequeño grupo de barones aragoneses, defendió sin éxito su propia candidatura.

El infante don Alfonso y la conquista de Cerdeña

Desde finales de 1322 don Alfonso preparó en Barcelona la conquista de Cerdeña. En mayo de 1323 el príncipe fue enviado por su padre, al frente de una armada de sesenta galeras a la conquista de Cerdeña, empresa muy importante para los intereses aragoneses debido al valor estratégico de la isla. El contingente aragonés, compuesto en gran parte por naves mallorquinas, vigiló las costas de Cerdeña y Córcega para evitar la llegada de los piasanos. Además los aragoneses consiguieron el apoyo de las más importantes familias de la isla, como los jueces de Arborea, el alto clero, e incluso amplios sectores populares. De ellos partió la iniciativa de luchar contra los pisanos y contar para ello con los aragoneses; sin embargo este sector conoció la oposición genovesa y se dieron conatos de lucha ente ambos bandos, que, gracias a la intervención del infante don Alfonso, no degeneraron en una guerra abierta. Mientras, don Alfonso sitió Iglesias y Caller (Cagliari), principales puntos de apoyo de los pisanos. El sitio de Iglesias, que finalizó en febrero de 1324, fue especialmente duro para los aragoneses, debido a una grave epidemia de fiebres que mató a la mitad de las tropas de Aragón e incluso hizo enfermar al infante don Alfonso y a su esposa. Tras la toma de Iglesia el infante trasladó sus tropas para reforzar el cerco de Cagliari. Durante la primavera de aquel año don Alfonso venció a Manfredo de Donorático en Leucocisterna y la flota pisana sufrió importantes pérdidas. En junio cayó Cagliari y pocas semanas más tarde el infante don Alfonso y el embajador pisano, Bene de Calci, firmaron la paz. Después de asegurarse la fidelidad de los más importantes familias de la isla, incluidos los Donorático, don Alfonso regresó a la Península junto con el grueso del ejército aragonés.

Reinado de Alfonso IV de Aragón

Jaime II murió en noviembre de 1327, cinco días después que doña Teresa de Entenza. La coronación de Alfonso IV de Aragón tuvo lugar en la Pascua de 1328 en Zaragoza y a ella acudieron representantes de todos los países de la Corona aragonesa, incluyendo Cerdeña. Esto era una novedad, porque hasta entonces las ceremonias de coronación se habían circunscrito exclusivamente al reino de Aragón; pero además hubo otra novedad: Alfonso se coronó a sí mismo, en una ceremonia que no tenía precedentes ni era recogida en ningún ceremonial, español o extranjero. Según la crónica de Montaner, importante fuente para el estudio de la política de Alfonso IV hasta su coronación, con este hecho el monarca quiso significar que no recibía su autoridad de la Iglesia (lo preceptivo era la coronación por parte de un obispo), aunque tampoco lo hacía "en contra de la Iglesia". Alfonso IV juró en Daroca (1328) el compromiso de mantener unida la Corona de Aragón, como había sido la voluntad de su padre, y no disgregar sus reinos.
Tras ser coronado, Alfonso IV entregó a su hijo, Jaime I, el condado de Urgel, aunque debido a que don Jaime sólo contaba con ocho años de edad, su padre se ocupó del gobierno del condado hasta que se decretó al mayoría de edad de su hijo en 1334.

La cruzada contra Granada

Aunque el reinado de Alfonso IV comenzó en paz con el reino de Granada, merced a las treguas establecidas en 1326, el monarca aragonés se vio arrastrado por las circunstancias consistentes en el agravamiento de la guerra entre Granada y Castilla y la petición de ayuda del monarca nazarí al sultán de Marruecos. En 1328 Alfonso XIde Castilla y Alfonso IV mantuvieron entrevistas en Ágreda y Tarazona para establecer mutua alianza contra los granadinos y preparar la inminente guerra, a la que se quiso otorgar el carácter de cruzada. Alfonso IV solicitó del papa los auxilios económicos de cruzada y salvoconductos para los príncipes extranjeros que se habían ofrecido para luchar contra los musulmanes de España, entre los que se encontraba el rey de Polonia y Bohemia.
El ejército aragonés, al que separaban más de 500 kilómetros de la frontera nazarí (no era el mismo caso que Castilla, que compartía frontera con los granadinos), tomó el camino de Granada a través de la zona de Murcia, pero allí vieron limitadas sus acciones debido a la falta de apoyo de los habitantes de Lorca, que se negaron a albergar a los valencianos dentro de los muros de su ciudad. Mientras, Alfonso XI de Castilla luchó en la zona del Estrecho y tomó la villa de Teba y otros castillos. Cuando Alfonso IV se dispuso a entrar en campaña en primavera de 1331, recibió la noticia de que el monarca castellano había firmado la paz por su cuenta con los granadinos. Esto supuso un desaire para el aragonés, ya que le colocaba en una situación de inferioridad respecto a Castilla para Granada y Francia, y además Alfonso aún se encontraba negociando la entrada en la guerra de príncipes extranjeros. Por la fuerza, Alfonso IV aceptó la paz firmada por Alfonso XI, pero al dejar desguarnecida la zona de Murcia sufrió ataques musulmanes en las tierras de Guardamar, Elche y Orihuela. En 1334 Alfonso IV aceptó el tratado de paz firmado entre Castilla y Marruecos, aunque no firmó la paz con Granada hasta junio del año siguiente.
Para financiar la cruzada, Alfonso IV no dudó en solicitar subsidios extraordinarios dentro de la Corona aragonesa: la mayor parte del dinero fue aportada por el reino de Valencia y a continuación por las aljamas judías del reino; por último Cataluña, cuya aportación fue mucho menor que las ya indicadas, a pesar de representar la mayor potencia fiscal de la Corona. El historiador Manuel Sánchez Martínez, que ha estudiado la relación entre los subsidios solicitados por Alfonso IV y las recaudaciones reales, llegó a la conclusión de que el monarca se conformó con ingresar aproximadamente la mitad de lo solicitado y que además, de lo finalmente percibido, la menor parte se ingresó en la Tesorería y el resto quedó absorbido por las exenciones, asignaciones y donaciones graciosas; también pone de manifiesto el historiador la importancia de los impuestos indirectos en las citadas recaudaciones.
Alfonso IV puso su máximo empeño en la guerra contra Granada y utilizó para ella los principales contingentes militares de la Corona. Además de una importante red defensiva, movilizó a las Órdenes Militares, los grandes barones, auxiliados por las milicias urbanas y, en circunstancias especiales, las tropas fronterizas, especialmente almogávares. También tuvo en cuanta el rey la importancia de la armada como apoyo y fuente de aprovisionamiento de las tropas de tierra. Pero a pesar de estos preparativos la cruzada fue un fracaso, porque todos y cada uno de los dispositivos movilizados desertaron o se mostraron ineficaces. La milicia feudal no aceptó de buen grado los proyectos regios y terminó por abandonar la empresa. El rey recurrió entonces a los miembros de la burocracia para nutrir las filas del ejército feudal y compró combatientes mediante un salario, tendencia que por aquella época se estaba extendiendo entre las monarquías de Occidente. El mayor problema en este sentido fue la falta de dinero para pagar a las tropas, lo cual fue motivo de frecuentes quejas y deserciones. La defección de las Órdenes Militares causó la profunda indignación del rey, ya que no aceptó que éstas, nacidas al calor de la cruzada, presentasen excusas para no luchar contra los musulmanes de Granada. La armada dejó de tener sentido en la guerra, porque había sido previsto que sirviese de apoyo a las tropas terrestres, que como se ha visto, no se llegaron a movilizar. El golpe de gracia a los planes de Alfonso IV no lo dio, sin embargo, la escasa colaboración con la que, como se ha visto, contó el rey, sino la crisis cerealística de los años 1332-1333, que impidió el aprovisionamiento del ejército y, en definitiva, cualquier preparación de una empresa militar.

Guerra contra Génova

Mientras Alfonso IV preparaba la campaña contra Granada, se produjeron revueltas en Cerdeña alentadas por los genoveses, que veían como los principales cargos políticos y administrativos en la isla recaían sobre Catalanes y Aragoneses, cuyos abusos no supo detener Alfonso IV. La guerra comenzó en 1329, cuando los genoveses apoyaron a la familia Doria, rebelada contra la dominación aragonesa y enfrentada directamente con el conde Facino Donorático, partidario de Aragón. El levantamiento supuso la reducción del dominio aragonés a las ciudades de Cagliari, Sassari e Iglesias. La respuesta aragonesa fue una expedición marítima directamente contra Génova, cuyo puerto llegó a ser bloqueado por una escuadra catalana al mando de Guillermo de Cervelló. Los genoveses contraatacaron iniciando expediciones marítimas contra las costas de Aragón y Cataluña.
Alfonso IV trató de ganar la legitimación del papado a su dominación de Cerdeña y en 1335 envió a su hermano, Ramón Berenguer, conde de Prades, a prestar homenaje al nuevo papa, Benedicto XII, por la posesión de Cerdeña y Córcega. Solicitó además el rey aragonés la condonación del diezmo eclesiástico, debido a los grandes gastos que exigía mantener la posesión de las islas. Durante 1335 el frente genovés fue consiguiendo importantes victorias en Cerdeña y Alfonso IV, ante el mal cariz que tomaba la guerra, se apresuró a solicitar la paz con los genoveses. No se llegó a ningún acuerdo, porque el monarca murió durante las negociaciones.

El problemático matrimonio de Pedro IV con Leonor de Castilla

En febrero de 1329 Alfonso IV contrajo segundas nupcias con doña Leonor de Castilla, hija de Fernando IV y hermana de Alfonso XI, que había sido abandonada por don Jaime, el hermano mayor del rey aragonés, en el mismo altar nupcial. Tras declararse nulo el primer matrimonio de doña Leonor, se produjo el enlace con el rey aragonés, que así reparaba el agravio hecho por su hermano a la dama castellana.
A partir de entonces, la nueva reina acabó imponiendo su voluntad sobre Alfonso IV y la Corona aragonesa. Gracias a la intervención de doña Leonor se firmó la alianza castellano-aragonesa para la conquista de Granada, con las funestas consecuencias que ya se han visto.
La principal obsesión de la reina fue asegurar una herencia para sus hijos, y consiguió del monarca concesiones contrarias al compromiso de Daroca de 1328, y que encontraron la oposición de una buena parte de la nobleza del reino. La principal de ellas fue la entrega de Tortosa, con el título de Marqués, a don Fernando, hijo de doña Leonor; a esta ciudad siguieron los lugares de Alicante y el valle del Elda, Orihuela y Guardamar, Albarracín con sus aldeas, Játiva, Murviedro, Alcira, Burriana, Castellón y otras ciudades, lo que suponía poner el reino de Valencia a disposición de doña Leonor y posibilitar una intervención castellana, ya que esos territorios eran "la llave del reino". Entre 1334 y 1336 Jaime I de Urgel estuvo a punto de perder su herencia como consecuencia de las intrigas de su madrastra, que también deseaba ver a su hijo Fernando como titular del condado. Aunque no lo consiguió, sí logró desvincular de las tierras de Urgel las villas y lugares de Alós, Meyá, Camarasa, Fontllonga y otros, que pasaron a formar el marquesado de Camarasa, otorgado a Fernando.
La oposición a la reina vino por parte de la ciudad de Valencia y de los partidarios del príncipe don Pedro. Los reyes, encontrándose en Valencia, recibieron una delegación de notables, encabezada por Guillém de Vinatea, que expresó su voluntad de luchar antes que contemplar el desmembramiento de la Corona aragonesa. El rey, lejos de rectificar, culpó a la reina, que posteriormente persiguió a los partidarios del infante don Pedro (el futuro Pedro IV el Ceremonioso). Éste se vio obligado a refugiarse en las montañas de Jaca.
Cuando el rey enfermó a finales de 1335, doña Leonor huyó a Castilla. Alfonso IV murió en el palacio de Barcelona, atendido por sus hermanos Pedro de Ribagorza y el conde de Prades, ante la ausencia de la reina y el heredero. Alfonso IV fue sucedido por su hijo Pedro IV.

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