TRAJANO | SIGUIENTE |
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Al inicio del siglo II, tres de los cuatro grandes imperios civilizados gozaban de prosperidad política, económica y cultural. China había logrado que los bárbaros del norte asimilaran su cultura y le sirvieran de pantalla contra otros pueblos. Su influencia se extendía por extensos territorios asiáticos, la ruta de la seda proporcionaba buenos ingresos y el bienestar social favoreció un considerable desarrollo cultural.
El imperio Kusana estaba en su apogeo bajo el emperador Kaniska, al que los budistas recuerdan como uno de sus más ilustres protectores. El imperio se extendía por el actual Afganistán hasta casi toda la India. En este periodo floreció el comercio en Asia Central y muchas regiones se urbanizaron. La cultura Kusana combinaba el budismo con la cultura griega de la antigua Bactriana.
El Imperio Parto era la excepción. Tenía una estructura feudal, con príncipes locales muy poderosos que desde hacía varias décadas se enzarzaban con frecuencia en guerras civiles, principalmente por el trono.
Más al oeste estaba el Imperio Romano, cuyos últimos emperadores habían sabido compensar la incompetencia de Nerón. Las arcas públicas estaban algo escasas de fondos, pero el nuevo emperador, Trajano, se encontró con las mejores condiciones imaginables para iniciar su gobierno. Pero antes de entrar en la política romana hemos de detenernos en la evolución del cristianismo. Desde la destrucción de Jerusalén, los judíos dejaron de considerar a los cristianos como una de sus sectas para tenerlos por gentiles. El beneficio para éstos fue incalculable, pues en aquellos tiempos los judíos tenían fama de fanáticos agresivos, y a nadie civilizado se le pasaría por la cabeza convertirse al judaísmo. En cambio, una religión de la que los judíos abjuraban interesó especialmente a sus más enconados enemigos: los griegos. En Alejandría, el cristianismo cuajó entre la comunidad griega, que pronto diseñó la versión del cristianismo que resultaba más ofensiva para sus odiados conciudadanos. Se conoce comognosticismo, que es una curiosa mezcla entre la doctrina cristiana y la filosofía platónica.
Platón había afirmado que el mundo verdadero es el mundo de las ideas, la más excelsa de las cuales es el Bien, en el más amplio sentido de la palabra. El mundo que nos muestran los sentidos, el mundo de la materia, es un pálido e imperfecto reflejo del mundo de las ideas, obra de un demiurgo (artesano), una especie de dios menor que había hecho lo que había podido, que no era mucho. Para los gnósticos, el dios de los judíos, el dios descrito en el Antiguo Testamento, era ese demiurgo, ese dios torpe y de segunda categoría. Para algunos de ellos era incluso un demonio. Por contraposición, Jesucristo era la encarnación perfecta del Bien. La salvación del hombre se basaba en el rechazo a la materia, identificada con el mal, y el conocimiento superior (gnosis) de las cosas divinas. Los primeros teólogos gnósticos(Menandro, Cerinto) habían surgido en los últimos años del siglo I, pero la doctrina empezó a tomar su forma definitiva en el nuevo siglo. Carpócrates enseñaba en Alejandría que el mundo había sido creado por ángeles privados de su pureza primitiva. La creación es mala y para librarse de ella hay que alcanzar la gnosis, como lo habían hecho Pitágoras, Platón y Aristóteles.
Esta teoría sobre los ángeles y otras ideas gnósticas son duramente combatidas en la que en la Biblia aparece como segunda epístola de san Pedro, así como en las epístolas de Juan, Judas y Santiago, que obviamente no pudieron ser escritas por los discípulos de Jesús. Tal vez para negar esta evidencia los antiguos cristianos trataron de remontar el gnosticismo a Simón el Mago, un personaje citado en los hechos de los apóstoles que, al parecer, trató de comprarles la gracia del Espíritu Santo (y por eso se llama "simonía" a la compraventa de bienes espirituales).
Durante el siglo precedente la ciudad de Aksum, en Etiopía, se convirtió en la capital de un reino independiente, al que los árabes llamaron Abisinia, nombre derivado de la tribu de los Habasa, una de las tribus que formaban la aristocracia semita que dominaba a la población nativa. Su gobernante había adoptado el título de Nigu sa Nagast, (rey de reyes) y pronto se convertiría en rival del reino sabeo.
En Teotihuacán se construye por primera vez una ciudad de estructura planificada: Una nueva pirámide, llamada Pirámide de la Luna, da a una plaza rodeada de plataformas y templos, entre los cuales está el gran palacio de Quetzalpapalotl. En el lado opuesto a la pirámide se inicia una majestuosa avenida de 2 km de largo que pasa junto a la Pirámide del Sol. Esta avenida, con orientación norte-sur, se cruza con otra perpendicular, y en el cruce se alza una ciudadela con numerosas plazas y plataformas para ceremonias en cuyo interior se halla el templo de Tlaloc-Quetzalcóaltl, las dos divinidades principales de la ciudad: el dios del agua y la serpiente emplumada, cuyas cabezas monstruosas decoran sus muros talladas en piedra y empotradas en ellos. En esta zona hay también un mercado, palacios para los sacerdotes, centros administrativos, etc. A su alrededor se disponen las viviendas de los servidores de los templos, los artesanos y los agricultores.
Teotihuacán fue una verdadera ciudad-estado. Su riqueza se basó en el comercio con pueblos lejanos, por lo que su cultura influyó en un amplio territorio, en especial sobre los zapotecas y los mayas.
Volviendo a Trajano, el nuevo emperador opinaba que Roma se estaba ablandando por falta de buenos enemigos. Desde la derrota de Varo en Germania, la política exterior romana había sido esencialmente defensiva, y las pequeñas expansiones del Imperio se habían hecho a costa de pueblos considerados poco peligrosos, como los britanos. Trajano estaba dispuesto a cambiar la situación, y su primer objetivo era obligado: Roma seguía pagando el vergonzoso tributo al rey dacio Decébalo según lo dispuesto por Domiciano. Trajano dejó de pagarlo y Decébalo reanudó sus incursiones al sur del Danubio. En 101 el emperador condujo personalmente sus legiones a la misma Dacia. En 102 Decébalo tuvo que rendirse y admitir que Roma dejara guarniciones en su propio territorio. A continuación Trajano se dedicó a fortificar la frontera del Danubio y la de África como había hecho con la del Rin antes de ser nombrado emperador.
En 105 Decébalo se rebeló de nuevo y esta vez los dacios fueron aplastados con mayor dureza, hasta el punto que Decébalo optó por el suicidio. Trajano convirtió a Dacia en una provincia romana, estimuló la emigración de colonos romanos y la región se romanizó muy rápidamente. La capital indígena se convirtió en la ciudad de Ulpia Trajana, y siguió siendo la más importante de la región. En realidad, la costa Dacia del mar Negro no llegó a ser ocupada, pues en ella había numerosas ciudades de origen griego que aceptaron de buen grado el protectorado romano. Dacia se corresponde aproximadamente con la actual Rumanía, y la tradición dice que los rumanos descienden de los colonos romanos llegados en tiempos de Trajano.
Para conmemorar su victoria en Dacia, Trajano erigió en Roma una columna de 33 metros de altura que aún sigue en pie. En ella se representa la historia de la campaña en un bajorrelieve en espiral que contiene más de 2.500 figuras humanas. El botín de guerra fue cuantioso, pues al parecer Decébalo había acumulado grandes riquezas, pero además Trajano estimuló la producción minera de la nueva provincia.
Mientras Trajano combatía en Dacia, uno de sus generales, Cornelio Palma, conquistaba el reino Nabateo, al sur de Judea, que se convirtió en la provincia de Arabia, y su frontera se protegió con numerosas fortificaciones. La conquista arruinó a Petra, la capital nabatea, que perdió su papel de intermediaria en el comercio con Oriente. Esto benefició enormemente a la ciudad de Palmira. Estaba situada en un oasis entre Damasco y el Éufrates y su existencia está documentada desde fines del tercer milenio antes de Cristo. Los judíos decían que la había fundado el rey Salomón. Su nombre original era Tadmor (la ciudad de las palmas), y fueron los griegos los que le dieron el nombre de Palmira. Perdida en el desierto, Palmira siguió siendo la capital de un pequeño estado aliado de Roma incluso después de que ésta se anexionara Siria. Pronto adoptó las instituciones y el derecho romano. La ciudad empezó a enriquecerse con el comercio con la India. Sus habitantes recogían mercancías en la desembocadura del Tigris y las llevaban a Damasco o a Emesa (otra importante ciudad siria).
La expansión también mejoró la economía romana. Trajano pudo bajar los impuestos, y a la vez se preocupó de organizar funcionarios que evitaran irregularidades en la recaudación. Siguiendo la línea de Nerva, protegió a los huérfanos y a las familias numerosas. En definitiva, estimuló la natalidad. (Se especula con la posibilidad de que el uso de cañerías de plomo en las ciudades produjo un lento envenenamiento en la población que disminuyó la fertilidad, y un descenso de la tasa de natalidad era un problema grave para el Imperio, pues podía llegar el día en que no hubiera suficientes soldados.) Trajano creó dos nuevas legiones y una nueva guardia imperial, los equites singulares.
A lo largo de su mandato, Trajano realizó numerosas obras públicas: edificó el foro de Trajano en Roma, construyó bibliotecas, las termas de Esquilino, amplió el puerto de Ostia, construyó la vía trajana, de Benevento a Bríndisi, restauró la vía apia, etc.
Alrededor de 106 Trajano eligió como sucesor a Publio Elio Adriano. Era hijo de un primo suyo, nacido también en Hispania y educado en Roma bajo su protección. Había destacado en las guerras contra los dacios y se casó con una sobrina nieta del emperador.
En 109 las guerras civiles partas terminaron con el advenimiento de Cosroes. Mientras tanto Trajano estaba tratando de combatir un cierto grado de corrupción en los gobiernos locales, causada en parte por las largas ausencias del emperador en el transcurso de sus campañas. Así, en 111 Plinio el Joven fue enviado a Bitinia. En la correspondencia de Plinio figura una carta al emperador donde le consulta sobre el trato que debía dar a los cristianos. Al parecer eran castigados por el mero hecho de serlo (probablemente porque se los consideraba tan peligrosos como a los judíos, pero más numerosos). Plinio opinaba que si lograba persuadir a los cristianos de que se retractaran, se les debía perdonar, y tampoco consideraba correcto actuar ante denuncias anónimas. También constató que el cristianismo se estaba difundiendo muy rápidamente y que la represión no tenía efectos apreciables.
La respuesta de Trajano fue breve. Aprobó la política de Plinio de perdonar a los cristianos que se retractaban, prohibió atender denuncias anónimas e incluso ordenó a Plinio que no buscara cristianos. Si alguno era denunciado legalmente y declarado culpable de serlo en un juicio, debía ser condenado, pero no había motivos para investigar en busca de cristianos.
En 113 Cosroes cometió la necedad de imponer un gobernante parto en Armenia. La reacción de Trajano no se hizo esperar. Avanzó rápidamente hacia el este y Cosroes debió de comprender su error, pues trató de aplacar al emperador, pero Trajano no quiso oír nada. En 114 (año de la muerte de Plinio el Joven) se apoderó fácilmente de Armenia y la convirtió en provincia romana. Luego tomó la capital parta, Ctesifonte, donde se apoderó del trono de oro de Cosroes, símbolo de la monarquía. Desde allí avanzó por Mesopotamia hasta el golfo Pérsico. Se cuenta que Trajano miró al mar, hacia Persia y la India, y exclamó, ¡Si yo fuera más joven! En 116 Mesopotamia y Asiria fueron convertidas en provincias romanas, y la frontera oriental del Imperio quedó fijada en el río Tigris. Trajano había impuesto un gobernante sobre la propia Partia, pero Cosroes logró dominar los territorios al este de Mesopotamia, sin que el emperador hiciera nada por impedirlo.
Trajano tenía que atender un asunto más urgente: Tras la destrucción de Jerusalén y la matanza de judíos en Alejandría, la comunidad judía más próspera estaba en Cirene, al oeste de Egipto. Tal vez acrecentados por unos rumores de que Trajano había muerto en el este, tal vez siguiendo a algún mesías, se rebelaron y mataron a todos los gentiles que cayeron en sus manos. En 117 Adriano fue nombrado gobernador de Siria, pero no ocupó el cargo mucho tiempo, ya que en agosto murió el emperador mientras regresaba de Mesopotamia apresuradamente para atender la rebelión judía. Al parecer, la viuda de Trajano declaró que había adoptado a Adriano en su lecho de muerte, lo que facilitó que la sucesión se llevara a cabo sin contratiempos. (También ayudó una apropiada gratificación a los soldados.) En aquel momento la rebelión de Cirene ya había sido sofocada y los romanos superaron a los judíos en la profesión de la carnicería. Así desapareció la última colonia judía importante. Por esta época publicó Tácito sus Anales, obra histórica que abarca el periodo entre la muerte de Augusto y la caída de Nerón. Previamente había escrito unas Historias que comprendían el periodo siguiente, desde la caída de Nerón hasta Nerva. También fue el año de la muerte de Dión Crisóstomo.
A la muerte de Trajano el Imperio Romano había alcanzado su máxima extensión. En esta época tenemos los primeros datos sobre la presencia de algunos pueblos exteriores al mundo "civilizado". Entre los germanos situados más al norte se encontraban los lombardos (situados alrededor de la desembocadura del Elba) y más al este seguían los godos. Al sureste nos encontramos con los primeros indicios de pueblos eslavos, pueblos indoeuropeos que habitaban al norte de los Cárpatos, entre el Vístula y el Dnieper. Estaban separados del mar por los baltos, pueblos que ocupaban la costa oriental del mar Báltico, cuya lengua era cercana a la de los eslavos. Eran pueblos sedentarios, pero no agrícolas, vivían de la caza, la pesca y la recolección, aunque también conocían la ganadería. Durante mucho tiempo se mantuvieron alejados de las rutas comerciales, viviendo en zonas pantanosas poco frecuentadas. Tenían un culto animista y su sistema jurídico se limitaba a la ley del talión.
Más al norte, en Escandinavia, estaban los escandinavos, que formaban pequeñas comunidades guerreras. En las costas del norte estaban los lapones, a los que algunos antropólogos consideran descendientes de un tronco común a las razas blanca y amarilla. Estaban emparentados con los fineses, que habitaban la actual Finlandia. Por último, las estepas que se extienden entre Europa y Asia seguían en manos de los sármatas, entre ellos los roxolanos y los alanos.
ADRIANO | SIGUIENTE |
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La mayor prioridad de Adriano fue el bienestar de sus súbditos. Extendió las medidas humanitarias iniciadas por Nerva y Trajano. Hizo aprobar leyes para mejorar el trato a los esclavos, de los que sólo en la ciudad de Roma había unos 400.000 (sobre una población que debía rondar el millón de habitantes). No obstante, su número se iba reduciendo, pues los tiempos en los que Roma importaba enormes cantidades de esclavos como parte de los botines de guerra habían pasado. La agricultura sustituyó gran parte de la mano de obra esclava por arrendatarios libres, pero a menudo los agricultores dejaban su oficio por la milicia, con lo que a los terratenientes les costaba cada vez más encontrar mano de obra. Además, los jornaleros podían cambiar de patrón si otro ofrecía más dinero, por lo que el precio de la mano de obra aumentó (abusivamente, a juicio de los terratenientes). Durante el gobierno de Adriano se dictaron algunas leyes que tendían a impedir la movilidad de los agricultores vinculándolos a las tierras, para evitar así la inflación.
Adriano reorganizó la recaudación, con lo que pudo aumentar los ingresos del estado a la vez que aligeraba los impuestos. Mantuvo la política de respeto al Senado, si bien éste ya no tenía ningún poder legislativo. Por el contrario, el emperador se rodeó de un eficiente equipo de asesores.
En cuanto a su persona, Adriano era un intelectual, y mostró gran interés por la literatura, las antigüedades y las diferentes culturas que integraban el Imperio. Hizo cuanto pudo para que los dominios de Roma formaran no sólo una unidad política, sino también económica e intelectual. Fue el primer emperador que abandonó la costumbre de afeitarse el rostro, extendida en Roma desde hacía unos tres siglos, a imitación de Grecia. Adriano había recibido una educación griega. Amaba la cultura griega y la patrocinó de muchas formas. Entre sus protegidos se encontraba el escritor griego Plutarco. Tenía ya 67 años cuando Adriano se convirtió en emperador. Procedente de una familia acomodada, había estudiado retórica, filosofía y ciencias en Atenas. Viajó a Egipto y a Roma, donde dio conferencias en los círculos literarios. Adriano honró a Grecia nombrándolo procurador (así Grecia tuvo un gobernador nativo). Conservó el cargo hasta su muerte, y fue en este periodo cuando compuso sus principales obras.
La mayor diferencia entre Adriano y su antecesor, Trajano, fue la relativa a la política exterior. Adriano quería un Imperio en paz, y estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para lograrlo. Sus primeras medidas en esta línea fueron devolver Mesopotamia a Partia en 120 y convertir de nuevo a Armenia en un reino satélite, en lugar de una provincia. Así el orgullo parto quedó restablecido y, puesto que la situación de Partia no era todavía muy boyante, la nueva frontera —fijada en el Éufrates superior— fue respetada durante mucho tiempo (aunque Cosroes no recuperó su trono de oro).
Es probable que Adriano hubiera abandonado con gusto la provincia de Dacia, pues el Danubio era una frontera más cómoda, pero por aquel entonces ya se habían asentado allí muchos colonos romanos a los que no podía abandonar. Durante el reinado de Adriano Dacia tuvo que ser defendida de numerosas incursiones sármatas.
Por esta época murió Tácito, que no pudo realizar su proyecto de escribir las biografías de Augusto, Nerva y Trajano.
En 121 Adriano inició el primero de una serie de viajes que le llevaron por todo el Imperio, viajes en los que se interesó por los problemas de cada región y trató de remediarlos con las reformas oportunas, a la vez que observaba con interés las culturas locales. Recorrió la Galia y Germania, desde donde pasó a Britania en 122. Allí le disgustó la prolongada guerra contra los nativos del norte, así que ordenó construir la Muralla de Adriano, que recorría la isla de este a oeste en uno de sus puntos más estrechos, que es justo la frontera actual entre Inglaterra y Escocia. Esto supuso un retroceso estratégico de unos 160 kilómetros hacia el sur, pero a cambio pasaba a ser una frontera mucho más segura y fácil de defender. La Muralla de Adriano estaba hecha de piedra, de dos a tres metros de ancho, cinco de alto y ciento veinte kilómetros de largo. Tenía delante un ancho foso, disponía de numerosas torres de observación y estaba reforzada por una línea de dieciséis fuertes.
La muralla cumplió bien su misión. Durante el reinado de Adriano, los ataques de los caledonios cesaron y Britania disfrutó de paz. Sus ciudades crecieron. Londres se había convertido en el puerto principal de la isla y llegó a contar con quince mil habitantes. Desde Londres partían en todas direcciones unos ocho mil kilómetros de caminos romanos y las clases superiores construían villas de estilo italiano (los arqueólogos han encontrado unas quinientas).
En 122 Adriano decidió prescindir de los servicios del que había sido su secretario, Cayo Suetonio Tranquilo. Había estudiado en Roma protegido por Plinio el Joven. A partir de este momento se dedicó a la literatura.
En 123 Adriano visitó Hispania y África. En 124 viajó al este, donde se entrevistó con Cosroes para resolver algunas tensiones entre los dos imperios, y en 125 fue a Grecia, sin duda el territorio que más admiraba y más le apetecía visitar. Allí hizo toda suerte de concesiones económicas y políticas, restauró edificios y monumentos, construyó otros nuevos y trató de revivificar las antiguas tradiciones. A diferencia de Nerón, fue admitido en los misterios eleusinos. En Tracia fundó la ciudad de Adrianópolis. Ese mismo año murió Plutarco. Dejó escritas numerosas obras, la más famosa de las cuales son lasVidas paralelas, una serie de biografías agrupadas en parejas de un personaje griego y otro romano de características similares (Teseo y Rómulo, Alejandro y César, etc.) Su intención es esencialmente patriótica y moral.
En 126 murió Suetonio. Dejó escrita la Vida de los doce césares, que recoge las biografías de Julio César y los once emperadores desde Augusto hasta Domiciano, así como otro libro, Hombres ilustres, del que sólo se conservan fragmentos. Su lenguaje es sencillo, pero sus relatos están llenos de chismes y no son nada imparciales, pues defiende el punto de vista de los senadores y denigra a todos los emperadores que se opusieron al Senado.
En 129 visitó Atenas por segunda vez, y luego se dirigió a Egipto y al este.
En 130 murió Epícteto. Él no escribió nada, pero uno de sus principales discípulos, Flavio Arriano, recogió sus enseñanzas en dos libros, de los que sólo sobrevive uno de ellos. Arriano era un militar griego, pero había obtenido la ciudanía romana por su brillante hoja de servicios. La filosofía de Epícteto era bondadosa y humanitaria. Sus consignas eran Vivir y dejar vivir, Soportar y resignarse, etc.
También murió el rey parto Cosroes, y fue teóricamente sucedido por Vologeso II, si bien su poder efectivo fue más bien nulo, ya que le fue disputado por muchos pretendientes al trono, y Partia se vio envuelta de nuevo en guerras civiles.
Ese mismo año Adriano pasó por Judea, y le inquietó comprobar que, aunque Jerusalén había sido destruida hacía más de medio siglo, sus ruinas seguían siendo objeto de veneración para los judíos. Para borrar este recuerdo decidió que se edificara allí una nueva ciudad romana y que donde se había alzado el Templo judío se erigiera un templo a Júpiter. Cuando los judíos conocieron esta decisión se dedicaron a organizar una nueva revuelta. El principal líder religioso fue Aquiba ben Josef, uno de los principales sabios judíos, que tenía más de ochenta años y recordaba cómo era el Templo antes de su destrucción. Parece ser que Aquiba había recorrido Judea buscando apoyos para la revuelta. No obstante, era obvio que él mismo no podía dirigirla, así que presentó como mesías a Simón bar Koziba, al que le cambió el nombre por el de Simón bar Kokhba (hijo de una estrella).
Mientras los judíos confabulaban, Adriano nombró a Arriano gobernador de Capadocia, que fue así el primer griego que condujo un ejército romano. Se enfrentó a los alanos, que realizaban incursiones en Armenia. Redactó un Plan de movilización contra los alanos.
Por fin, en 131 estalló la revuelta judía. Estuvo mejor organizada que la anterior. Las fuerzas romanas, cogidas por sorpresa, tuvieron que abandonar sus campamentos cercanos a Jerusalén. Los judíos rebeldes se apoderaron de las ruinas de la ciudad, restablecieron los antiguos ritos, acuñaron moneda y trataron de establecer un gobierno. Una legión enviada apresuradamente a Judea fue totalmente aniquilada, pero los romanos se reorganizaron rápidamente y el mismo Adriano volvió a Judea. Lentamente, fueron tomando una fortaleza tras otra. En 134 habían recuperado el dominio de prácticamente toda la región. Los judíos fueron expulsados de Jerusalén. Aquiba fue capturado y, según la tradición, fue despellejado vivo. Bar Kokhba se refugió en una ciudadela cercana que fue tomada en 135, tras lo cual fue ejecutado. En estos años de guerra, los romanos arrasaron Judea sin contemplaciones. Al final quedó prácticamente despoblada de judíos. Se les prohibió acercarse a Jerusalén y desde entonces el pueblo judío dejó de existir como estado y subsistió en pequeñas colonias dispersas por el mundo.
Por esta época los romanos ya habían comprendido que el judaísmo y el cristianismo no sólo eran religiones distintas, sino que se odiaban mutuamente. Comprendieron que en realidad los cristianos eran gente tranquila que nunca había hecho nada malo y que los únicos peligrosos eran los judíos, así que los cristianos recibieron un cierto apoyo como un medio para asfixiar a los judíos. El cristianismo siguió creciendo, especialmente en las ciudades. Los campesinos eran más rudos y siguieron aferrados a sus creencias. Tanto es así que la palabra "pagano" significaba propiamente "campesino" y terminó siendo sinónima de "no cristiano (ni judío)".
A lo largo de este siglo se fue generalizando entre los cristianos la costumbre de llamar Dies Dominica (día del Señor) al que los romanos llamaban Dies Solis (día del Sol). Según la tradición era el día de la semana en que Jesucristo había resucitado. Durante el siglo anterior los cristianos más afines a los judíos habían mantenido la festividad del Sábado (el equivalente al Dies Saturni de los romanos), mientras que otros la trasladaron al día de la resurrección. Tras la ruptura entre las dos religiones el domingo se convirtió definitivamente en el día santo cristiano.
El cristianismo había empezado nutriéndose del proletariado urbano, especialmente de las mujeres, los esclavos y las clases pobres en general, pues para ellos una vida eterna colmada de dichas resultaba todo un consuelo. Sin embargo, ya hacía algún tiempo que el cristianismo prosperaba también entre las clases cultas, pues san Pablo había sembrado una semilla de pensamiento lo suficientemente sutil para interesar a los filósofos, y paulatinamente habían surgido figuras que combinaban el pensamiento griego tradicional con la nueva religión. Esto fue dando fuerza a la nueva religión, en el sentido de que cada vez había más cristianos en posiciones influyentes, pero a la vez la debilitó, porque mezclar a los intelectuales en algo supone inevitablemente crear facciones divergentes. La combinación más descarada entre filosofía griega y cristianismo fue el gnosticismo, que —como ya hemos visto— demonizaba a Yahveh y santificaba a Platón, pero frente a él hubo siempre otras teologías más convencionales que consideraban igualmente divinos a Yahveh (el Dios Padre), a Jesucristo (el Hijo) y también al Espíritu Santo.
Entre los primeros cristianos filósofos tenemos a Justino, que había nacido en Judea a principios de siglo, pero era hijo de padres paganos y había recibido una educación griega. Pronto conoció la Sagrada Escritura y se convirtió al cristianismo. Marchó a Roma donde abrió una escuela y donde enseñaba la doctrina cristiana y afirmaba que toda la filosofía pagana estaba inspirada, consciente o inconscientemente, en la religión mosaica. Parece ser que sus escritos impresionaron favorablemente a Adriano, lo que confirmó su política de tolerancia hacia el cristianismo.
Otro pensador cristiano destacaba en Alejandría. Era Basílides, según el cual el Dios supremo cuya encarnación era Jesucristo había creado 365 cielos, de los cuales el nuestro estaba regido por un demiurgo subalterno, Yahveh. Evidentemente, Basílides era gnóstico. Su moral era austera y aconsejaba abstenerse del matrimonio. Tuvo muchos discípulos tanto en Egipto como en Europa.
En 136 Adriano adoptó como sucesor a Lucio Cejonio Cómodo Elio Vero, lo que causó un gran malestar, porque al parecer sus costumbres eran muy licenciosas, pero murió en 138, así que el emperador adoptó inmediatamente a Tito Aurelio Fulvio Antonino, que había sido cónsul y procónsul en la provincia de Asia. Le obligó a adoptar a su vez a Marco Elio Aurelio Antonino (sobrino de la esposa de Adriano, que tenía entonces diecisiete años) y a Lucio Elio Aurelio Cejonio Cómodo Vero (el hijo de seis años del difunto heredero).
Ese mismo año se terminó una de las construcciones más famosas realizadas durante el reinado de Adriano: la Villa Adriana, en Tibur (Tívoli), a unos 25 kilómetros de Roma. Se trataba de un complejo arquitectónico que incluía, además de una villa de descanso propiamente dicha, un templo a Serapis, un estadio, termas, etc. La construcción se había iniciado veinte años atrás y, aunque Adriano ya había pasado muchas temporadas en ella, apenas pudo verla terminada, pues murió antes de que acabara el año.
Poco antes de morir, el emperador había compuesto una famosa oda a su alma, testimonio de su afición a la poesía en la que insinúa su escepticismo respecto a la inmortalidad del alma:
Animula uagula blandula, Hospes comesque corporis, Quae nunc abibis in loca? Pallidula, frigida, nudula, Nec, ut soles, dabis ioca. | Amable, huidiza, pequeña alma, huésped y compañera de mi cuerpo, ¿Adónde irás ahora?, Pálida, fría y desnuda, y sin inspirar alegrías, como ahora. |
Adriano fue enterrado (al igual que su pretendido sucesor, Lucio Elio Vero) en un mausoleo que había ordenado construir en Roma a la orilla del Tíber, si bien no estuvo completamente terminado hasta el año siguiente de su muerte. Fue conocido como el Mausoleo de Adriano, pero en la actualidad es el Castillo de Sant'Angelo.
Si bien Adriano había sido muy popular en las provincias a causa de sus viajes, parece ser que sus largas ausencias de Roma no fueron bien vistas en la capital, hasta el punto de que el Senado pretendió no otorgarle tras su muerte los acostumbrados honores divinos. El nuevo emperador tuvo que intervenir vigorosamente en una de las sesiones antes de que el Senado accediera a cumplir la tradición. Esta intervención se interpretó como una muestra de amor filial del emperador hacia su padre adoptivo, y desde entonces fue conocido como Antonino Pío (el piadoso, o devoto).
MARCO AURELIO | SIGUIENTE |
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Antonino Pío se ganó la fama de ser uno de los emperadores romanos más benévolos y paternales con su pueblo. Concedió generosamente la ciudadanía romana, continuó con la política de sus antecesores de asistencia a pobres y huérfanos, Justino mantuvo su escuela cristiana en Roma y el emperador extendió a los judíos la política de tolerancia con los cristianos.
Precisamente, en 140 fijó su residencia en Roma Valentín, un pensador cristiano de origen egipcio que había estudiado en Alejandría, por lo que su doctrina era gnóstica, y tal vez una de las más sofisticadas. He aquí un resumen:
Tres proyecciones sucesivas de eones emanaron por parejas del absoluto. De una de estas parejas nació el Demiurgo, ser intermediario entre Dios y el mundo inferior. Este mundo inferior comprende la materia y los hombres carnales, los hílicos, cuya inteligencia está ahogada por los órganos del cuerpo. Entre estos hombres, algunos han conseguido desprenderse parcialmente de las tinieblas y de los sentidos: primero los judíos, psíquicos, y luego los cristianos, pneumáticos. De los esfuerzos combinados de todos los eones nacerá el eón superior, Jesús, que restablecerá el orden y lo volverá a llevar todo al absoluto.
Ciertamente, la filosofía griega estaba en decadencia, pero el cristianismo más tradicional tampoco era mejor:
En un principio estaba el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en un principio en Dios. (Jn. 1-2)
Entre los dogmas de fe de la actual Iglesia Católica, uno afirma que estas palabras tienen sentido, y que además expresan la idéntica naturaleza divina del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En 141 murió la esposa de Antonino, Faustina la Mayor (llamada así para distinguirla de su hija, Faustina la Joven), y en su honor construyó un templo en el Foro romano. Tras la muerte del emperador el templo fue dedicado también a su persona, y actualmente es la iglesia de San Lorenzo in Miranda. También dedicó a su esposa una nueva institución de caridad (puellae Faustinianae).
Durante su reinado apenas hubo acontecimientos bélicos. El emperador consideró que la provincia de Britania era suficientemente segura como para extender más al norte la frontera, y así en 142 se construyó una nueva muralla a unos ciento cincuenta kilómetros de la muralla de Adriano. La Muralla de Antonino no era tan sólida, pues estaba hecha de tierra apisonada en vez de piedra, pero también contaba con un foso y fortificaciones.
Poco más se sabe del reinado de Antonino Pío. Probablemente la falta de información se debe a que no pasó nada relevante. Su reinado fue esencialmente un periodo de paz. Culturalmente tampoco hubo grandes novedades. Hay pocas figuras literarias de mención, entre las que destaca Lucio Apuleyo, nacido en Numidia, estudió filosofía en Atenas, donde se estaba forjando una versión más elaborada y mística de la filosofía de Platón, conocida como neoplatonismo. Luego se casó con una viuda rica y vivió con ella en Cartago. Escribió algunos tratados filosóficos: De deo Socratis (Sobre el dios de Sócrates), De Platone eiusque dogmate (Sobre Platón y su dogma) y De Mundo (Sobre el Mundo), pero su obra más famosa es la Metamorfosis, aunque es más conocida como El asno de oro.
La principal figura científica de la época es Claudio Ptolomeo. Nació a principios de siglo, probablemente en la ciudad de Ptolemaida (de donde deriva su nombre), pero al parecer pasó toda su vida en Alejandría. Escribió un tratado enciclopédico conocido como Almagesto en el que desarrolla la trigonometría griega, si bien no de forma teórica y general, sino únicamente demostrando los teoremas que necesita para sus aplicaciones a la astronomía. En el Almagesto se describe un modelo matemático que permite calcular la posición de los planetas. La Tierra es el centro del universo y los astros describen pequeñas órbitas circulares cuyos centros giran a su vez circularmente alrededor de la Tierra inmóvil. Por supuesto, estas ideas no son originales, sino que son una sistematización de la obra de los científicos alejandrinos de los siglos anteriores. Ptolomeo también escribió sobre geografía, cartografía, astrología y música.
Por esta época reinaba en China el emperador Shundi. En las últimas décadas el reino había extendido sus fronteras hacia el este, y allí se había tropezado con los Qiang, tribus bárbaras cuyos ataques se convirtieron en una grave amenaza durante el reinado de Shundi. Por otra parte, China sufría también conmociones internas. Los anales hablan de unos "rebeldes demoníacos" que usan "signos y prodigios" para legitimar su causa. Al parecer se trataba de un grupo revolucionario de filosofía taoísta que aspiraba a un cambio de dinastía como parte de una "renovación cósmica". Para colmo, también la propia corte tenía sus problemas. La ley de sucesión tuvo diferentes interpretaciones y así, a la muerte de Shundi, acaecida en 144, se proclamaron tres soberanos distintos, y lo mismo iba a suceder repetidas veces en las décadas siguientes.
En 145 Marco Aurelio se casó con Faustina la Joven, la hija de Antonino, y desde entonces participó en el gobierno.
En 147 murió el rey parto Vologeso II y fue sucedido por Vologeso III, que finalmente pudo consolidar su autoridad y puso fin a las guerras civiles partas. Reclamó a los romanos la restitución del trono de oro que Trajano había confiscado al invadir Ctesifonte. Ante la negativa, amenazó con invadir Armenia, pero los meros preparativos de Antonino bastaron para apaciguarlo.
En 150 el gnóstico Marción fundó una iglesia en Alejandría. Los marcionitas rechazaban el Antiguo Testamento y sólo admitían como textos sagrados el evangelio según san Lucas y diez epístolas de san Pablo (en versiones previamente corregidas).
Por esta época debió de vivir un rey semilegendario llamado Conn, que fundó el reino de Connacht en Irlanda, con capital en Rathcroghan. Con la fundación de Connacht se terminó de configurar la llamada Irlanda de los cinco quintos, cinco grandes reinos llamados Ulster, Connacht, Munster, South Leinster (o Meath) y North Leinster. El más poderoso de ellos era Ulster, pero Conn conquistó Munster y se trasladó a la capital de este reino, Tara. La tradición dice que fue el primer alto rey (Aird Righ) que teóricamente tenía la supremacía sobre los demás reyes, si bien esta autoridad nunca llegó a ser muy efectiva.
En 157 un joven de veintiocho años empezaba a destacar en Pérgamo por sus conocimientos de medicina y fue nombrado médico de los gladiadores. Se llamaba Claudio Galeno. Era hijo de un famoso arquitecto llamado Nicón, y había estudiado matemáticas, filosofía y medicina en Pérgamo, Esmirna, Corinto y Alejandría.
En 160 murió Marción, pero su Iglesia tuvo seguidores durante más de un siglo.
Antonino Pío murió en 161. Se cuenta que cuando el capitán de la guardia de palacio se presentó para pedir la contraseña del día el emperador dijo, "ecuanimidad", y poco después murió. Fue enterrado en el Mausoleo de Adriano, sentando una tradición que continuarían los emperadores siguientes.
Los sucesores designados por Adriano eran Marco Aurelio y Lucio Vero, pero Antonino había juzgado indigno al segundo, por su vida despreocupada e irresponsable. No obstante, Marco Aurelio decidió que lo justo era respetar la voluntad de Adriano y estableció que, por primera vez, el Imperio Romano tendría dos emperadores simultáneamente. No obstante, en la práctica tuvo poco más que uno, pues Lucio Vero apenas participó en el gobierno, y se limitó a entregarse a los placeres. Pese a todo, es probable que la decisión de Marco Aurelio fuese acertada, pues si hubiera privado a Lucio Vero del trono tal vez éste habría conjurado contra él y Roma habría quedado una vez más bajo un emperador inepto.
Marco Aurelio fue un gobernante modélico. En realidad era un filósofo, el más famoso de los estoicos, influido en gran parte por la doctrina de Epícteto. No creía en la felicidad, sino en la tranquilidad. Creía también en la justicia, en la sabiduría y en la templanza. Nunca eludió cualquier sacrificio que le exigiera el cumplimiento de su deber. Los cristianos le inspiraban desconfianza. La política de tolerancia de los emperadores anteriores permitió que la doctrina cristiana se difundiera públicamente en Roma, lo que hizo patente de nuevo su pertinaz y grosera negación de todas las demás religiones, en especial del culto imperial. En este punto los cristianos infringían las leyes y, si bien Marco Aurelio nunca dictó ningún decreto en especial contra los cristianos, tampoco impidió una persecución que, de acuerdo con la legislación en vigor, se decretó contra ellos en Roma en 163. Marco Aurelio se preocupó por sanear la economía y la justicia. Trató con rigor a los delatores y humanizó la interpretación de las leyes.
Probablemente, el rey parto Vologeso III pensó que una Roma con dos emperadores estaba abocada a la guerra civil, así que hizo lo que no se atrevió a hacer mientras reinó Antonino Pío: invadió Armenia e impuso un rey parto. A continuación invadió Siria. Marco Aurelio envió al este a Lucio Vero, acompañado de un buen general: Avidio Casio Pudens. Casio penetró en Mesopotamia y en 165 tomó Seleucia, que a la sazón era la mayor ciudad grecohablante fuera del Imperio Romano. Sin razón alguna, Casio incendió la ciudad, lo que supuso un duro golpe para el helenismo en Oriente. Luego los romanos cruzaron el Éufrates y tomaron Ctesifonte. El palacio real fue destruido, pero la ciudad quedó más o menos intacta. Ese mismo año Justino fue asesinado en Roma, por ser cristiano. Se le recuerda como san Justino Mártir.
En 166 Marco Aurelio dio el título de César (es decir, heredero del Imperio) a su hijo Marco Aurelio Cómodo. Lucio Vero recibió un triunfo en Roma por su victoria contra los partos. Aparentemente la expedición había sido un éxito, pero en realidad tuvo consecuencias catastróficas. Los soldados trajeron a Europa una epidemia de peste. La enfermedad se extendió rápidamente y en los años siguientes las víctimas fueron incontables. La medicina popular de la época no tardó en diagnosticar la causa de la enfermedad: eran los cristianos, así que la hostilidad contra ellos fue en aumento.
Algunos germanos aprovecharon los problemas de Roma para invadir Italia. En 167 Marco Aurelio los había expulsado de Italia y trataba de empujarlos hasta el Danubio. Ese año murió mártir san Policarpo,obispo de Esmirna.
En 168 los invasores germanos ya estaban al otro lado del Danubio, pero en 169 fueron los marcomanos los que atravesaron el río. A ellos se unieron sus vecinos orientales, los cuados, que eran otro pueblo germánico muy mezclado con los sármatas. Marco Aurelio y Lucio Vero acudieron ambos a la frontera.
Galeno fue llamado a Roma por los emperadores, y se convirtió en médico de la corte. Había visitado la ciudad siete años atrás y dejó tras de sí una gran fama. Tal vez fue llamado para atender a Lucio Vero, pues el emperador murió ese mismo año. Por lo visto Galeno era un buen orador y su especialidad era hablar bien de sí mismo. Congregaba grandes auditorios ante los que realizaba experimentos espectaculares, entre ellos disecciones de animales. Escribió más de un centenar de tratados de medicina.
A partir de 170, las familias poderosas de la corte imperial china se habían destruido mutuamente, y el emperador Lingdi era un títere en manos de los eunucos, quienes habían desatado una serie de persecuciones políticas para garantizar su autoridad, persecuciones que se prolongarían durante casi dos décadas. En 172 un sector rebelde proclamó un nuevo emperador en el sur.
En Occidente la peste renovó las teorías apocalípticas que los cristianos estaban olvidando. Un sacerdote de Cibeles convertido al cristianismo afirmó ser un enviado del Espíritu Santo, para finalmente revelarse como el propio Espíritu Santo. Se llamaba Montano y recorría el Imperio acompañado de dos profetisas, Priscila y Maximila. Anunciaba la inminencia del fin del mundo, y la próxima llegada de Cristo. El montanismo partió de Asia Menor y se extendió por toda el África romana, y también hubo brotes en la Galia. Era una especie de puritanismo, que propugnaba una estricta virtud para estar preparados ante el juicio final.
Los marcomanos firmaron la paz, pero los cuados resistieron hasta 174. Al año siguiente, en 175, fueron los sármatas los que se alzaron en armas, si bien fueron pacificados antes de acabar el año por Avidio Casio. Sus legiones lo proclamaron emperador, pero murió asesinado a los pocos meses por dos de sus oficiales. Al parecer, el Senado se alineó firmemente con Marco Aurelio, por lo que éste, en correspondencia, adoptó algunas disposiciones para restaurar (nominalmente) el prestigio de la institución.
El emperador conmemoró sus victorias en una columna. Según los acuerdos de paz, los germanos devolvieron todos los prisioneros romanos, cedieron una estrecha zona al norte del Danubio y los pueblos vencidos aceptaron el status de protectorado romano. A cambio se les admitió por primera vez en el Imperio como colonos y soldados. Era una medida necesaria. La peste estaba despoblando Europa y, lo que era más grave, estaba dejando al Imperio sin los soldados necesarios. A partir de este momento, las legiones romanas aceptaron cada vez más germanos en su seno.
Ese mismo año murió Arriano, el general romano discípulo de Epícteto. Dejó escritos varios libros, entre ellos una biografía de Alejandro Magno, entre cuyas fuentes contó, al parecer, con una biografía escrita por Ptolomeo, el fundador de la dinastía de reyes egipcios.
En 177 los marcomanos y los cuados se rebelaron de nuevo y Marco Aurelio acudió a la frontera junto con su hijo Cómodo. Mientras tanto se produjo otra sangrienta persecución de cristianos en Lyon, en la que sufrió el martirio el obispo san Potino. Parece ser que fue el primer obispo de Lyon y procedía de Asia Menor. Unos años antes había ordenado sacerdote a Ireneo, también procedente de Asia Menor, pero que estaba en las Galias desde hacía más de veinte años y ahora se convirtió en el nuevo obispo. Fue uno de los primeros autores cristianos que escribió razonadamente contra el gnosticismo. Las disensiones entre los cristianos eran numerosas. Por ejemplo, unos años antes Potino había enviado a Ireneo a persuadir a Eleuterio, el obispo de Roma, para que no excomulgara a los orientales que celebraban la pascua el mismo día que los judíos. En efecto, los cristianos, siguiendo su costumbre de absorber ritos y fiestas ajenos, transformaron la pascua judía (que celebra la salida de Egipto) en una conmemoración de la muerte y resurrección de Jesucristo. Ello dio lugar a una gran variedad de ritos y a numerosas polémicas y confusiones sobre la fecha en que era apropiado celebrarlos. Finalmente, la opción de celebrar la pascua cuando siempre se había celebrado empezaba a ser tenida por herética.
En 178 un segundo emperador reclamó el trono de Lingdi en Luoyang.
En 180, mientras se encontraba cerca de la actual Viena en la campaña contra los marcomanos, Marco Aurelio murió víctima de la peste. En sus últimos años había recogido por escrito sus pensamientos en un libro conocido como las Meditaciones o los Pensamientos de Marco Aurelio.
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