Luego de que la Dinastía Zhou se desmoronó, siete estados separados lucharon unos contra otros para controlar China. Finalmente el estado de Qin resultó victorioso, y estableció un imperio fuertemente autoritario. El emperador Qin Shi Huang (imagen) abolió los estados y conformó un gobierno central fuerte, que practicaba una autoridad despiadada, una administración eficiente y un código legal estricto.
HISTORIA: Las tribus guerreras Qin del oeste empezaron a conquistar a sus vecinos en el año 350 a.C. En 221 a.C. ya habian creado el imperio del que China ha tomado su nombre.
El rey Zheng de Qin (pronunciado «chin») unió gran parte de China en sólo diez años, dando por finalizado el período llamado de los Reinos Combatientes. Zheng cambió su nombre por el de Shi Huangdi o Qin Shi Huang(que significa «primer emperador») y fundó la primera dinastía imperial de China.
LA CHINA IMPERIAL: Shi Huangdi reorganizó el Gobierno a fin de controlarlo absolutamente todo. Normalizó los pesos y medidas, la escritura china e incluso el ancho de las ruedas de los carros; promulgó las leyes e instituciones de la dinastía Qin e introdujo una única moneda. Fue un modernizador despiadado:abolió los poderes de la aristocracia feudal y envió a sus administradores para que gobernaran las regiones. Construyó caminos y canales, y mejoró la agricultura introduciendo la irrigación y planes de drenaje.
Para proteger a China de los ataques de los bárbaros, Shi Huangdi comenzó la construcción de la Gran Muralla, buena parte de la cual sigue existiendo hoy. Estableció tradiciones imperiales que permanecieron casi inamovibles a través de diferentes períodos dinásticos durante unos dos mil años. Shi Huangdi destruyó muchas obras literarias, incluyendo las de Confucio, y llegó incluso a ejecutar a cuatrocientos eruditos con el fin de asegurar la modernización.
La Gran Muralla, que tiene 2.200 años de antigüedad, es hoy una atracción turística muy visitada.
Se construyó para proteger a la civilización China de las incursiones devastadoras realizadas por los hunos (nómadas de Xiongnu) y otras tribus procedentes del norte.
Se construyó para proteger a la civilización China de las incursiones devastadoras realizadas por los hunos (nómadas de Xiongnu) y otras tribus procedentes del norte.
Un Supremo Legislador
Su nombre completo era Chin Shi Huang-Di, un nombre que otorgó a un país que ha existido durante más de 2.000 años. Con el paso de los siglos, “Chin” evolucionó hasta convertirse en “China”.
En solitario unificó China, liderando a diez veces más súbditos que los faraones de Egipto.
Gobernó entre los años 246 y 210 aC, doscientos años antes del nacimiento de Cristo.
Necesitó menos de 40 años para completar su imperio. Un imperio que perduró 1.000 años más que el romano.
Se convirtió en el líder de un imperio de miles y miles de kilómetros, con una población estimada de 30 millones.
Levantó la Gran Muralla China en un vasto proyecto que se encargó de unificar construcciones ya existentes, con el objetivo de crear una única y enorme muralla de más de 5.000 kilómetros de largo. En el momento cumbre de la construcción, más de 700.000 personas fueron esclavizadas para conseguir su propósito.
Sus arqueros portaban una ballesta equivalente a un fusil soviético AK47, cuyas partes se producían en masa y eran intercambiables.
Un Líder Obsesivo:
* El emperador estaba obsesionado con la inmortalidad y tomaba mercurio para prolongar su vida, aunque ello lo condujo a la locura y probablemente aceleró su muerte.
* Después de haber sobrevivido a varios intentos de asesinato, nunca dormía en la misma cama más de dos veces.
* Un general que se había rebelado en su contra, aceptó cortar su propia cabeza para ser presentada ante el emperador y así aprovechar la oportunidad para asesinarlo.
* Más de 500.000 soldados del reino de Chu murieron en el frente de batalla cuando se atrevieron a enfrentar al ejército del emperador.
* Era un enemigo acérrimo del Confucionismo, reemplazándolo con una rígida filosofía legalista. Cuatrocientos sesenta eruditos confucianos fueron enterrados vivos después de desafiar su régimen.
* Ordenó una de las primeras quemas de libros de la historia, haciendo desaparecer prácticamente todos los escritos de su imperio.
EL MANDATO DEL CIELO: Shi Huangdi era un guerrero que empleaba la caballería en lugar de carros. Estaba acostumbrado a ser obedecido, y algunas de sus acciones le hicieron muy impopular. Sin embargo, exigía respeto y conseguía resultados, y se sirvió de su poder para realizar los cambios con toda rapidez y para unir toda China. A pesar de su tiranía, el emperador obedecía ciertos principios morales. Creía que los dioses le habían otorgado el «mandato del cielo», y que debía ganarse su apoyo gobernando bien. Este principio también implicaba que el emperador podía ser depuesto si gobernaba mal el país.
La vida era muy animada en una típica ciudad de la época Qin, con varios miles de habitantes y un mercado, numerosos edificios y sólidas defensas. Los antiguos chinos eran grandes inventores.
En el siglo a.C. idearon la carretilla, que usaban par transportar tanto persona como mercancías. Europa adoptó mil años después.
EL LEGADO QIN: Shi Huangdi murió en el año 210 a.C. Cuatro años después, la dinastía Qin fue derrocada debido a que los cambios y leyes que había promulgado el emperador eran excesivos. Aunque estalló una guerra civil, la idea de un imperio unido permanecía en mente de todos. Un hombre del pueblo, llamado Liu Bang, que había sido funcionario Qin, fundó una nueva dinastía y, como resultado, se ganó el apoyo popular. La dinastía Han iba a gobernar durante cuatrocientos años sobre las bases que había establecido Shi Huangdi.
Shi Huangdi utilizó enormes cantidades de trabajadores forzados para levantar la Gran Muralla. Tenía 2.250 km de largo y se construyó con tierra y escombros. La piedra, los ladrillos y el cemento se añadieron después. La escala de esta operación muestra lo importante que era para los chinos librarse de las incursiones de las tribus del norte. Estas tribus se aprovechaban de la seguridad y prosperidad chinas, y China sufrió grandes pérdidas antes de que se construyera la muralla y se venciera a los asaltantes.
La tumba de Shi Huangdi albergaba su cuerpo y sus posesiones para que las pudiera usar en el más allá. También contenía siete mil soldados de terracota gigantes. Las caras de las figuras eran muy realistas y quizá representaban el auténtico rostro de un soldado determinado.
Los chinos creen en la vida después de la muerte y, este ejército, fue creado para el Emperador Qin después de su deceso. Cuando fue descubierto en 1974 , el ejército estaba dispuesto en una formación completa de batalla, e incluía infantería parada, arqueros arrodillados y aurigas con caballos.
FECHAS CLAVES:
—350 Qín se convierte en un estaçlo militarista.
—315 Qin se convierte en el estado líder de China.
—256 Oin anexa el estado de Zhou (Luoyang).
—230 Por primera vez la dinastía fin une el país en un imperio.
—214 Para proteger China de las incursiones de los nómadas, se comienza a construir la Gran Muralla
—212 Huangdi quema todos los documentos históricos, se prohíben los libros y se normaliza la escritura china.
—209 a —202 Guerra civil entre caudillos locales.
—202 Liu Bang funda la dinastía Han (que durará hasta el año 9 d.C.).
La China Imperial finalizó en 1911, al ser derrocado el último emperador de la dinastía Qing, que había ocupado más de dos siglos y medio el trono del Hijo del Cielo. Paradójicamente esta dinastía, destinada a dar continuidad a un sistema político cuyo origen se pierde en los siglos, era extranjera, procedente de Manchuria, y nunca fue considerada propia por la población china.
Los orígenes de la dinastía Qing se encuentran en el pueblo Jurc, el mismo que en el siglo XII invadiera China estableciendo la efímera dominación de los Jin. En 1635, pocos años antes de gobernar el país, los jurchenes, organizados en las estepas de Manchuria, adoptaron el nombre de manchúes. Su proyecto de sustituir a la dinastía Ming se forjó lentamente dentro y fuera de sus fronteras. En primer lugar, crearon una organización política y militar uniendo las diferentes tribus bajo el mando de Nurhachi; su base económica se asentaba en el control de ciertas mercancías muy valiosas, tales como las perlas, piedras preciosas, pieles, lo que les proporcionó una riqueza capaz de sustentar sus ambiciones territoriales. La base administrativa y política fue creada partiendo de una organización sustentada en unidades militares o Banderas, que seguían el modelo de las guarniciones chinas. Al igual que lo hicierael emperador mogol Kublai Khan, Nurhachi se rodeó de consejeros chinos, permitiendo así una rápida asimilación de la cultura y tradición china. De esta manera no le fue difícil conseguir la alianza de otros pueblos mogoles y dirigir su mirada hacia la conquista de China.
Por otra parte, la inestabilidad en los últimos años de la dinastía Ming había favorecido la intrusión en territorio chino de los ejércitos manchúes como fuerzas aliadas del emperador contra los disturbios internos. Esta situación provocó que los manchúes tuvieran como objetivo final suplantar a la dinastía Ming, lo que consiguieron en 1644 tras la huida de la corte Ming hacia el sur y el suicidio del emperador.
Kangxi (r. 1662-1722) fue el primer emperador de la dinastía Qing que, como tal, ocupara el trono imperial en Beijing. Gran estratega, dotado de una capacidad de comprensión práctica de los problemas particulares, supo dotar a su reinado de una cohesión interna capaz de asentar las bases de un nuevo período. Temiendo perder el control sobre sus súbditos invadidos, limitó estrictamente la capacidad de la población china desde los funcionarios a los campesinos. Como símbolo externo de sumisión dictó leyes prohibiendo el matrimonio mixto entre chinos y manchúes, así como el uso obligatorio de la coleta para los chinos.
Aun encontrándose con importantes focos de rebelión encubierta ante tales medidas, Kangxi consiguió frenarla gracias a la no incautación de propiedades y a permitir el disfrute, por parte de la población china, de ciertos privilegios de carácter social. Su política de tolerancia constituyó el principio mediante el cual se atrajo a la elite administrativa china. Fomentó el confucionismo dentro de una nueva corriente filosófica denominada neoconfucionismo que le permitió sustentar su idea absolutista del poder imperial dentro de los cánones chinos. La misma táctica practicó con los jesuitas, les protegió desde la corte limitando sus enseñanzas a los campos de menor discusión ideológica, las matemáticas, la astronomía y el calendario, empeorando su relación con la orden religiosa tras la querella de los ritos planteada en Roma entre dominicos, franciscanos y jesuitas, resuelta en el Vaticano en contra de estos últimos. Asimismo, dentro de su política de respetar y continuar la tradición china, inició la compilación de la historia oficial de la dinastía Ming. En política exterior inició varias campañas militares en todas sus fronteras, destinadas a asegurarlas mediante alianzas que terminaron en anexiones territoriales después de su muerte.
A Kangxi le sucedió Yongzheng (r. 1723-1735) que, junto con el emperador Qianlong (1711-1799), marcó la época gloriosa de la dinastía. Ambos emperadores, aun sin la fuerza y sabiduría de Kangxi, lucharon por el afianzamiento de los Qing. Bajo sus reinados el Tibet pasó a ser, un protectorado chino (1715) y sometieron el Turquestán oriental, rebautizándolo con el nombre de Xinjiang (nuevo territorio), gobernando un territorio más extenso que lo hubiera hecho cualquier otro emperador.
Estos tres emperadores, Kangxi, Yongzheng y Qianlong, no sólo ampliaron las fronteras chinas, sino que llevaron a cabo una importante labor económica y cultural, cuyos frutos no fueron aprovechados por sus sucesores. La economíaagrícola se vio favorecida por la mejora de las técnicas, la diversidad de cultivos, a los que se sumaron la introducción de plantas americanas que provocaron una mejora en la dieta de la población. A ello se añadió una política fiscal que favoreció a los campesinos dueños de pequeñas propiedades, mediante imposiciones de tasas muy ligeras que no variaron hasta fines del siglo XVIII. Esta bonanza en el campo de la agricultura tuvo su repercusión en el aumento de demanda y producción de productos artesanales, así como en el comercio. La seda, porcelana, esmaltes, etc., proporcionaron elevados ingresos y la creación de grandes centros de producción, especialmente en el sur del país. El comercio no se limitó al de circulación interior, sino que prosiguieron los intercambios con Japón, Corea, Filipinas, Indochina y Europa. De esta situación surgieron grandes fortunas, amasadas por familias que se impusieron como un poder de hecho en el terreno de la política local y especialmente como mecenas de la cultura.
Estos nuevos grupos económicos sirvieron para encauzar todas las creaciones literarias, filosóficas o plásticas más heterodoxas y, en consecuencia, en conflicto con la tiranía cultural de la corte. Si al emperador Qianlong se le debe la compilación bibliográfica de mayor envergadura (Textos reunidos de los cuatro géneros literarios), germen de la Biblioteca Imperial, al mismo tiempo desató una rígida censura destinada a todas las obras literarias que estimó contrarias al espíritu de la dinastía.
Entre ellas destacaron todas las obras escritas en lenguaje popular. Otro tipo de literatura más irónica se desarrolló durante el siglo XVI; entre las novelas cabe citar los cuentos de Pu Songlin, "Sueño en el Pabellón Rojo" de Cao Xueqin, "Historia no oficial del Bosque de los letrados" de Wu Jingzi, escritas en lenguaje culto, llenas de reminiscencias literarias de difícil acceso fuera de círculos muy restringidos.
En pintura, habrá que buscar a los grandes pintores del siglo XVIII fuera de los círculos oficiales. A todos ellos se les denominó excéntricos, monjes locos, por sus actitudes contrarias al poder. Zhu Da, Shi Tao, los Ocho Excéntricos de Yangzhou, son los artistas más interesantes de esa época con los que enlazarán los pintores vanguardistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Si el siglo XVIII mantuvo unas constantes políticas, económicas y culturales, el siglo XIX supuso la ruptura absoluta con el pasado, iniciándose un largo período de guerras, sublevaciones internas, caos económico y decadencia de las formas artísticas. Jiaqing (r. 1796-1820) y Daoquang (r. 1821-1850) fueron los dos emperadores que tuvieron que afrontar las primeras causas y los síntomas de unos tiempos verdaderamente inciertos. Como consecuencia del auge económico del siglo XVIII, la población aumentó a cien millones de habitantes, continuando la misma productividad y sin frenar los gastos públicos. Las primeras sublevaciones, que lograron ser sofocadas, las produjeron las minorías étnicas agrupadas en torno a diferentes sectas, como la del Loto Blanco. Sin embargo, las causas no fueron atajadas de raíz: escaseaban las tierras y aumentaba la presión fiscal sobre los campesinos, que se vieron obligados a vender sus tierras a los grandes propietarios y convertirse en obreros agrícolas. Por otra parte, y en las zonas costeras, aumentó la piratería y el contrabando, al mismo tiempo que las potencias occidentales fueron introduciendo mercancías prohibidas, como el opio, de nefastas consecuencias. El opio, conocido en China desde finales del siglo XVII, no fue cultivado en grandes extensiones hasta el siglo XX. Fueron primero los portugueses y más tarde los ingleses quienes introdujeron en China su consumo como droga en razón de sus intereses económicos. En 1731 se prohibió el cultivo y consumo, pasando a ser mercancía de contrabando, produciendo pingües beneficios a la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. Los ingleses extendieron su cultivo por sus posesiones en la India, usándolo como moneda de cambio por el té chino cada día más demandado en la metrópoli. Las consecuencias de este comercio fueron desastrosas para la economía china, puesto que cada vez entraba menos plata en las arcas del Estado, haciendo deficitaria su balanza comercial por un lado, y por otro aumentó considerablemente la corrupción entre los funcionarios a la par que se disparaba el número de adictos. La situación llegó a tal extremo que fue causa determinante de la primera guerra de China con una potencia occidental (Inglaterra) y el inicio del imperialismo en territorio chino.
La Primera Guerra del Opio (1839-1842) finalizó con la firma del Tratado de Nanjing, el primero de los llamados Tratados Desiguales, mediante el cual el gobierno chino tuvo que ceder a Gran Bretaña la isla de Hong Kong, pagar una indemnización de 21 millones de dólares de plata y abrir al comercio los puertos de Amoy, Shanghai, Cantón y Ningbo. Además, el tratado incluía derechos de extraterritorialidad y la cláusula de "nación más favorecida", mermando la soberanía china.
Pero el gobierno chino no tuvo sólo que enfrentarse a problemas producidos por potencias extranjeras, sino que dentro de su territorio comenzaron a manifestarse las contradicciones internas. Las primeras sublevaciones lograron sofocarse a inicios del siglo XVIII, sin remediar sus causas. Por ello, las sectas vieron cómo su poder e influencia se multiplicaban no sólo entre el campesinado, sino entre los burócratas que vieron en ellas la posibilidad de enfrentarse al absolutismo de la corte. Muchas de estas sectas o sociedades secretas tuvieron un componente religioso junto al ideal revolucionario. Entre todas ellas destacó la Sociedad del Cielo y la Tierra (tiendihui), con fuerte implantación en el sur del país, a falta de un líder carismático que les condujera a la victoria.
Hong Xiuquan (1813-1864) -campesino muy influenciado por las enseñanzas religiosas occidentales-, aglutinó todas estas fuerzas, creando una nueva secta denominada Adoradores de Dios, que pronto sería conocida con el nombre de taiping. Con ella pretendió reformar toda la estructura social y política, promulgando un sistema igualitarista y revolucionario; prohibieron la propiedad privada y como signo de rebeldía inicial se cortaron la coleta. Con estos supuestos fundó, en 1851, el Reino del Cielo de la Gran Paz, proclamándose Rey del Cielo. Sus conquistas militares se centraron en el sur, tomando como capital la ciudad de Nanjing. De ahí iniciaron la expansión hacia el oeste y el norte siendo frenados por los ejércitos imperiales en 1855. Sin embargo, hasta el año 1864, tras la conquista de Nanjing, no fue sofocada la rebelión.
Esta guerra civil tuvo gravísimas consecuencias para la maltrecha estabilidad política y económica del país, viéndose aumentada por continuos conatos de rebeliones internas y guerras externas (Segunda Guerra del Opio, 1856).
Fueron muchos quienes, a mediados del siglo XIX, vieron la necesidad de modernizar la estructura política y socioeconómica china como un modo de adecuarla a los nuevos tiempos. Entre ellos cabe citar al emperador Tongzhi (1862-1874), quien intentó reestructurar la economía, crear nuevos organismos de relaciones exteriores, enviar estudiantes al extranjero y fomentar nuevas enseñanzas, entre ellas los idiomas. Sin embargo, todos sus intentos fueron vanos, ya que los acontecimientos se precipitaban y las reformas se veían interrumpidas desde la propia corte. La derrota frente a Japón y la firma de la paz de Shimonoseki (abril de 1895) mediante la cual China tuvo que reconocer la independencia de Corea, ceder a Japón la isla de Formosa y las Pescadores, e indemnizarle con 200 millones de dólares de plata, fue la causa final del desmoronamiento de todas las prácticas reformistas.
A pesar de ello, unos años más tarde, en 1898, las fuerzas renovadoras consiguieron arrancar al emperador un plan de reforma, la Reforma de los cien días, abortada de nuevo por las facciones más conservadoras de la corte, manejadas por la emperatriz Ci Xi.
La reacción anti extranjera estalló con la revuelta de los Boxers (1900) o la liga del Puño por la justicia y la unión que, sin representar ningún valor revolucionario, lucharon desenfrenadamente contra el cristianismo, las máquinas y los diablos extranjeros. El saqueo de Tianjin y el cerco al barrio de las delegaciones en Beijing durante cincuenta y cinco días, desató la guerra entre China e Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos, Italia, Alemania y Japón, siendo aplastadas las tropas chinas y huyendo la emperatriz de la capital. A partir de entonces la dinastía manchú, la última de la historia china, tuvo sus días contados. Los movimientos de reforma, la prepotencia de los occidentales y el caos económico y social provocó la caída de la dinastía y la proclamación de la República China en 1912.
Los orígenes de la dinastía Qing se encuentran en el pueblo Jurc, el mismo que en el siglo XII invadiera China estableciendo la efímera dominación de los Jin. En 1635, pocos años antes de gobernar el país, los jurchenes, organizados en las estepas de Manchuria, adoptaron el nombre de manchúes. Su proyecto de sustituir a la dinastía Ming se forjó lentamente dentro y fuera de sus fronteras. En primer lugar, crearon una organización política y militar uniendo las diferentes tribus bajo el mando de Nurhachi; su base económica se asentaba en el control de ciertas mercancías muy valiosas, tales como las perlas, piedras preciosas, pieles, lo que les proporcionó una riqueza capaz de sustentar sus ambiciones territoriales. La base administrativa y política fue creada partiendo de una organización sustentada en unidades militares o Banderas, que seguían el modelo de las guarniciones chinas. Al igual que lo hicierael emperador mogol Kublai Khan, Nurhachi se rodeó de consejeros chinos, permitiendo así una rápida asimilación de la cultura y tradición china. De esta manera no le fue difícil conseguir la alianza de otros pueblos mogoles y dirigir su mirada hacia la conquista de China.
Por otra parte, la inestabilidad en los últimos años de la dinastía Ming había favorecido la intrusión en territorio chino de los ejércitos manchúes como fuerzas aliadas del emperador contra los disturbios internos. Esta situación provocó que los manchúes tuvieran como objetivo final suplantar a la dinastía Ming, lo que consiguieron en 1644 tras la huida de la corte Ming hacia el sur y el suicidio del emperador.
Kangxi (r. 1662-1722) fue el primer emperador de la dinastía Qing que, como tal, ocupara el trono imperial en Beijing. Gran estratega, dotado de una capacidad de comprensión práctica de los problemas particulares, supo dotar a su reinado de una cohesión interna capaz de asentar las bases de un nuevo período. Temiendo perder el control sobre sus súbditos invadidos, limitó estrictamente la capacidad de la población china desde los funcionarios a los campesinos. Como símbolo externo de sumisión dictó leyes prohibiendo el matrimonio mixto entre chinos y manchúes, así como el uso obligatorio de la coleta para los chinos.
Aun encontrándose con importantes focos de rebelión encubierta ante tales medidas, Kangxi consiguió frenarla gracias a la no incautación de propiedades y a permitir el disfrute, por parte de la población china, de ciertos privilegios de carácter social. Su política de tolerancia constituyó el principio mediante el cual se atrajo a la elite administrativa china. Fomentó el confucionismo dentro de una nueva corriente filosófica denominada neoconfucionismo que le permitió sustentar su idea absolutista del poder imperial dentro de los cánones chinos. La misma táctica practicó con los jesuitas, les protegió desde la corte limitando sus enseñanzas a los campos de menor discusión ideológica, las matemáticas, la astronomía y el calendario, empeorando su relación con la orden religiosa tras la querella de los ritos planteada en Roma entre dominicos, franciscanos y jesuitas, resuelta en el Vaticano en contra de estos últimos. Asimismo, dentro de su política de respetar y continuar la tradición china, inició la compilación de la historia oficial de la dinastía Ming. En política exterior inició varias campañas militares en todas sus fronteras, destinadas a asegurarlas mediante alianzas que terminaron en anexiones territoriales después de su muerte.
A Kangxi le sucedió Yongzheng (r. 1723-1735) que, junto con el emperador Qianlong (1711-1799), marcó la época gloriosa de la dinastía. Ambos emperadores, aun sin la fuerza y sabiduría de Kangxi, lucharon por el afianzamiento de los Qing. Bajo sus reinados el Tibet pasó a ser, un protectorado chino (1715) y sometieron el Turquestán oriental, rebautizándolo con el nombre de Xinjiang (nuevo territorio), gobernando un territorio más extenso que lo hubiera hecho cualquier otro emperador.
Estos tres emperadores, Kangxi, Yongzheng y Qianlong, no sólo ampliaron las fronteras chinas, sino que llevaron a cabo una importante labor económica y cultural, cuyos frutos no fueron aprovechados por sus sucesores. La economíaagrícola se vio favorecida por la mejora de las técnicas, la diversidad de cultivos, a los que se sumaron la introducción de plantas americanas que provocaron una mejora en la dieta de la población. A ello se añadió una política fiscal que favoreció a los campesinos dueños de pequeñas propiedades, mediante imposiciones de tasas muy ligeras que no variaron hasta fines del siglo XVIII. Esta bonanza en el campo de la agricultura tuvo su repercusión en el aumento de demanda y producción de productos artesanales, así como en el comercio. La seda, porcelana, esmaltes, etc., proporcionaron elevados ingresos y la creación de grandes centros de producción, especialmente en el sur del país. El comercio no se limitó al de circulación interior, sino que prosiguieron los intercambios con Japón, Corea, Filipinas, Indochina y Europa. De esta situación surgieron grandes fortunas, amasadas por familias que se impusieron como un poder de hecho en el terreno de la política local y especialmente como mecenas de la cultura.
Estos nuevos grupos económicos sirvieron para encauzar todas las creaciones literarias, filosóficas o plásticas más heterodoxas y, en consecuencia, en conflicto con la tiranía cultural de la corte. Si al emperador Qianlong se le debe la compilación bibliográfica de mayor envergadura (Textos reunidos de los cuatro géneros literarios), germen de la Biblioteca Imperial, al mismo tiempo desató una rígida censura destinada a todas las obras literarias que estimó contrarias al espíritu de la dinastía.
Entre ellas destacaron todas las obras escritas en lenguaje popular. Otro tipo de literatura más irónica se desarrolló durante el siglo XVI; entre las novelas cabe citar los cuentos de Pu Songlin, "Sueño en el Pabellón Rojo" de Cao Xueqin, "Historia no oficial del Bosque de los letrados" de Wu Jingzi, escritas en lenguaje culto, llenas de reminiscencias literarias de difícil acceso fuera de círculos muy restringidos.
En pintura, habrá que buscar a los grandes pintores del siglo XVIII fuera de los círculos oficiales. A todos ellos se les denominó excéntricos, monjes locos, por sus actitudes contrarias al poder. Zhu Da, Shi Tao, los Ocho Excéntricos de Yangzhou, son los artistas más interesantes de esa época con los que enlazarán los pintores vanguardistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Si el siglo XVIII mantuvo unas constantes políticas, económicas y culturales, el siglo XIX supuso la ruptura absoluta con el pasado, iniciándose un largo período de guerras, sublevaciones internas, caos económico y decadencia de las formas artísticas. Jiaqing (r. 1796-1820) y Daoquang (r. 1821-1850) fueron los dos emperadores que tuvieron que afrontar las primeras causas y los síntomas de unos tiempos verdaderamente inciertos. Como consecuencia del auge económico del siglo XVIII, la población aumentó a cien millones de habitantes, continuando la misma productividad y sin frenar los gastos públicos. Las primeras sublevaciones, que lograron ser sofocadas, las produjeron las minorías étnicas agrupadas en torno a diferentes sectas, como la del Loto Blanco. Sin embargo, las causas no fueron atajadas de raíz: escaseaban las tierras y aumentaba la presión fiscal sobre los campesinos, que se vieron obligados a vender sus tierras a los grandes propietarios y convertirse en obreros agrícolas. Por otra parte, y en las zonas costeras, aumentó la piratería y el contrabando, al mismo tiempo que las potencias occidentales fueron introduciendo mercancías prohibidas, como el opio, de nefastas consecuencias. El opio, conocido en China desde finales del siglo XVII, no fue cultivado en grandes extensiones hasta el siglo XX. Fueron primero los portugueses y más tarde los ingleses quienes introdujeron en China su consumo como droga en razón de sus intereses económicos. En 1731 se prohibió el cultivo y consumo, pasando a ser mercancía de contrabando, produciendo pingües beneficios a la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. Los ingleses extendieron su cultivo por sus posesiones en la India, usándolo como moneda de cambio por el té chino cada día más demandado en la metrópoli. Las consecuencias de este comercio fueron desastrosas para la economía china, puesto que cada vez entraba menos plata en las arcas del Estado, haciendo deficitaria su balanza comercial por un lado, y por otro aumentó considerablemente la corrupción entre los funcionarios a la par que se disparaba el número de adictos. La situación llegó a tal extremo que fue causa determinante de la primera guerra de China con una potencia occidental (Inglaterra) y el inicio del imperialismo en territorio chino.
La Primera Guerra del Opio (1839-1842) finalizó con la firma del Tratado de Nanjing, el primero de los llamados Tratados Desiguales, mediante el cual el gobierno chino tuvo que ceder a Gran Bretaña la isla de Hong Kong, pagar una indemnización de 21 millones de dólares de plata y abrir al comercio los puertos de Amoy, Shanghai, Cantón y Ningbo. Además, el tratado incluía derechos de extraterritorialidad y la cláusula de "nación más favorecida", mermando la soberanía china.
Pero el gobierno chino no tuvo sólo que enfrentarse a problemas producidos por potencias extranjeras, sino que dentro de su territorio comenzaron a manifestarse las contradicciones internas. Las primeras sublevaciones lograron sofocarse a inicios del siglo XVIII, sin remediar sus causas. Por ello, las sectas vieron cómo su poder e influencia se multiplicaban no sólo entre el campesinado, sino entre los burócratas que vieron en ellas la posibilidad de enfrentarse al absolutismo de la corte. Muchas de estas sectas o sociedades secretas tuvieron un componente religioso junto al ideal revolucionario. Entre todas ellas destacó la Sociedad del Cielo y la Tierra (tiendihui), con fuerte implantación en el sur del país, a falta de un líder carismático que les condujera a la victoria.
Hong Xiuquan (1813-1864) -campesino muy influenciado por las enseñanzas religiosas occidentales-, aglutinó todas estas fuerzas, creando una nueva secta denominada Adoradores de Dios, que pronto sería conocida con el nombre de taiping. Con ella pretendió reformar toda la estructura social y política, promulgando un sistema igualitarista y revolucionario; prohibieron la propiedad privada y como signo de rebeldía inicial se cortaron la coleta. Con estos supuestos fundó, en 1851, el Reino del Cielo de la Gran Paz, proclamándose Rey del Cielo. Sus conquistas militares se centraron en el sur, tomando como capital la ciudad de Nanjing. De ahí iniciaron la expansión hacia el oeste y el norte siendo frenados por los ejércitos imperiales en 1855. Sin embargo, hasta el año 1864, tras la conquista de Nanjing, no fue sofocada la rebelión.
Esta guerra civil tuvo gravísimas consecuencias para la maltrecha estabilidad política y económica del país, viéndose aumentada por continuos conatos de rebeliones internas y guerras externas (Segunda Guerra del Opio, 1856).
Fueron muchos quienes, a mediados del siglo XIX, vieron la necesidad de modernizar la estructura política y socioeconómica china como un modo de adecuarla a los nuevos tiempos. Entre ellos cabe citar al emperador Tongzhi (1862-1874), quien intentó reestructurar la economía, crear nuevos organismos de relaciones exteriores, enviar estudiantes al extranjero y fomentar nuevas enseñanzas, entre ellas los idiomas. Sin embargo, todos sus intentos fueron vanos, ya que los acontecimientos se precipitaban y las reformas se veían interrumpidas desde la propia corte. La derrota frente a Japón y la firma de la paz de Shimonoseki (abril de 1895) mediante la cual China tuvo que reconocer la independencia de Corea, ceder a Japón la isla de Formosa y las Pescadores, e indemnizarle con 200 millones de dólares de plata, fue la causa final del desmoronamiento de todas las prácticas reformistas.
A pesar de ello, unos años más tarde, en 1898, las fuerzas renovadoras consiguieron arrancar al emperador un plan de reforma, la Reforma de los cien días, abortada de nuevo por las facciones más conservadoras de la corte, manejadas por la emperatriz Ci Xi.
La reacción anti extranjera estalló con la revuelta de los Boxers (1900) o la liga del Puño por la justicia y la unión que, sin representar ningún valor revolucionario, lucharon desenfrenadamente contra el cristianismo, las máquinas y los diablos extranjeros. El saqueo de Tianjin y el cerco al barrio de las delegaciones en Beijing durante cincuenta y cinco días, desató la guerra entre China e Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos, Italia, Alemania y Japón, siendo aplastadas las tropas chinas y huyendo la emperatriz de la capital. A partir de entonces la dinastía manchú, la última de la historia china, tuvo sus días contados. Los movimientos de reforma, la prepotencia de los occidentales y el caos económico y social provocó la caída de la dinastía y la proclamación de la República China en 1912.
La dinastía Qin (221 a. C.-206 a. C.) fue la primera dinastía feudal con poder centralizado en la historia de China. En el periodo de los estados combatientes, última etapa del esclavismo, se caracteriza por la existencia de numerosos reinos independientes los cuales luchaban unos con otros con el fin de conquistar la hegemonía. En aquella época solo sobrevivieron los siete reinos mas poderosos: el de Qin, el de Qi, el de Chu, el de Wei, el de Yan, el de Han y el de Zhao. Debido a las reformas en la agricultura y en el ejército, la dinastía Qin , situado en el noroeste, se impuso ante los demás. En el año 247 a. C., Ying Zheng , un muchacho de 13 años, fue coronado rey de Qin. Tras el transcurso de nueve años, emprendio su plan de unificar China.
Ying Zhen, conocido por su afán de rodearse de personas con talento, encargó a un antiguo espía del reino de Han, llamado Zheng Guo, la construcción de un canal para convertir 40.000 hectáreas de salobrales en tierras fértiles y conseguir así bases materiales para sus conquistas. Entre los años 230 y 221 a. C., Ying Zheng subyugó los reinos de Han, de Zhao, de Wei, de Yan, de Chu, y de Qi. Con ello logró unificar el país y fundar la primera dinastía unificada con poder centralizado y pasar a la historia como el primer emperador Chino.
Tras conseguir la unificación de china, el Primer Emperador estableció un sistema administrativo conforme el cual el país se dividía en 36 provincias y centenares de distritos subordinados a ellas, cuyos gobernadores y alcaldes eran nombrados por el propio emperador.
Antes de la unificación llevada a cabo r Ying Zheng, cada reino tenía su propio sistema de escritura. A pesar de su origen común, se diferenciaban en los detalles, circunstancias que obstaculizaban los intercambios culturales. Qin impuso en todo el país el estilo zhuanshu como sistema de escritura, haciendo así la base para la evolución de los caracteres chinos y facilitando con ello la difusión de la cultura china.
La dinastía Qin unificó también las unidades de peso y de medida, la moneda y las leyes, todo lo cual favoreció el desarrollo socio económico del imperio.
Resuelto a inculcar en el pueblo sus principios ideológicos, en el 213 a. de C. el «Primer Emperador» ordenó quemar todas las obras historio gráficas y filosóficas de otros reinos, así como ejecutar a todo aquel que se atreviera a preservarlas o divulgarlas. Al mismo tiempo, mandó unir y reparar las murallas construidas por los reinos del norte con el fin de defenderse de las invasiones de los pueblos nómadas, naciendo así lo que con el tiempo sería conocido en todo el mundo como la Gran Muralla de China. Por último, reclutó a más de 700 000 obreros e invirtió cuantiosos recursos para construir su mausoleo en Lishan, donde fue enterrado junto con todo un ejército: el formado por los célebres guerreros y corceles de terracota.
La unificación llevada a cabo por Ying Zheng acabó con un largo periodo de disgregación y significó el establecimiento de un poderoso imperio multinacional, abriéndose así un nuevo capítulo en la historia de China
Reyes de la dinastía Qin
Nombres | Nombre postumos | Años de reinado |
Ying Ze | Zhaoxiang | 306-250 a.C |
Ying Zhu | Xiaowen | 250 a.C |
Ying Zichu | Zhuangxiang | 249-247 a.C |
Ying Zheng | Qin Shi Huang | 246-210 a.C |
Ying Huhai | Er Shi Huangdi | 209-207 a.C |
Ying Ziying | No existe | 207 a.C |
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