miércoles, 16 de marzo de 2016

IMPERIOS

EL IMPERIO HITITA

Los hititas, citados en el Antiguo Testamento como  hittim, eran el  pueblo de Asia Menor que habitó la tierra de Hatti en la meseta central de  Anatolia, lo que actualmente es  Turquía,y algunas zonas del norte de Siria. Los hititas, cuyo origen se desconoce, hablaban una  lengua indoeuropea. Invadieron ( o se originaron) en la región, que comenzó a ser conocida como Hatti, hacia el 1900 a.C. e impusieron su idioma, cultura y dominio sobre los habitantes originales , las primitivos HATTI que hablaban una lengua aglutinante que no pertenecía al tronco indoeuropeo.
Aunque la primera cronología hitita no es muy segura, es posible que la primera ciudad establecida por los hititas fue Nesa, cerca de la actual Kayseri (Turquía). Poco después del 1800 a.C. conquistaron la ciudad de Hattusa, cuyos restos se encuentran en el actual yacimiento arqueológico turco de Bogazköy. Sólo se tienen conocimientos de la historia hitita hasta el siglo XVII a.C., cuando su principal rey, llamado Labarna (1680-1650 a.C.) o Tabarna, fundó el denominado Antiguo Reino Hitita, convirtiendo  Hattusas en su capital.
 Labarna conquistó prácticamente toda la Anatolia central y extendió sus dominios hasta el mar Mediterráneo. Sus sucesores aumentaron las conquistas hititas hacia el norte de Siria.
Mursil I ( 1620-1590 a.C.) conquistó lo que es actualmente Alepo, en Siria, y arrasó Babilonia hacia el 1595 a.C., terminando con la I Dinastía amorita de Babilonia.
 Tras el asesinato de Mursil siguió un periodo de debilidad  que finalizó durante el reinado del rey Telipinu (que reinó hacia 1525-1500 a.C.). Para asegurar la estabilidad del reino, promulgó una estricta ley de sucesión y adoptó medidas contundentes para suprimir la violencia. De los sucesores de Telipinu únicamente se conocen sus nombres.
  Nuevo Reino Hitita
..

El denominado Nuevo Reino Hitita fue fundado hacia el 1450 a.C. Uno de sus miembros más importantes, el príncipe real Subiluliuma ( 1380-1346 a.C.), usurpó el trono durante un periodo de invasiones extranjeras. Después de liberar su país y derrotar a su principal enemigo, el reino de Mitanni, situado en el norte de Mesopotamia, condujo sus ejércitos más allá de Siria. Allí sus conquistas fueron sencillas por el debilitamiento del poder egipcio durante la época de Amarna y el reinado del faraón Akenatón, también denominado Amenhotep IV (o Amenofis IV). De este modo, el reino hitita bajo Subiluliuma se convirtió en un gran imperio que rivalizó con el poder de Egipto, Babilonia y Asiria. Tras la muerte de Subiluliuma, los hititas consiguieron mantener la mayor parte de su Imperio, aunque sólo mediante guerras continuas. Durante los siglos XV y XIV a.C., sus posesiones se extendieron hacia el oeste, hasta el mar Egeo, hacia el este hasta Armenia, hacia el sureste hasta Mesopotamia superior, y hacia el sur desde Siria hasta el actual Líbano.
Durante la segunda mitad del siglo XIV a.C., los hititas mantuvieron continuos conflictos con Egipto. Estos dos grandes poderes lucharon para controlar Siria hasta la batalla de Qades (c. 1296) entre el rey hitita Muwatalli ( 1315-1296 a.C.) y el faraón egipcio Ramsés II. Aunque Ramsés II proclámó que había obtenido  una gran victoria, los hititas continuaron manteniendo sus posesiones en Siria. El rey hitita Hatusili III (que reinó hacia 1289-1265 a.C.) firmó un tratado de paz con Ramsés II años después , tratado que lleva también el nombre de Qadesh y lo selló dándole a su hija en matrimonio. Posteriormente, las relaciones entre hititas y egipcios siguieron siendo amistosas,  hasta que el Imperio hitita cayó poco después del 1200 a.C.  por causas que se desconocen, entre las que pudieron estar las denominadas "invasiones de los pueblos del Mar" y el ataque de los feroces gasga.


Ciudades-Estado Neohititas


A la caída del Imperio Hitita, en realidad una superestructura política, siguieron la confusión y los conflictos. Posteriormente, una serie de Ciudas-Estado neohititas  revelan su existencia en las fuentes  al sureste de Anatolia y norte de Siria. La más famosa  fue Karkemish. Estos Estados estaban poblados por un grupo étnico mixto denominado siro-hitita, compuesto principalmente de hititas, de pueblos pertenecientes al antiguo Imperio hitita y de los primeros habitantes de ambas zonas. Los gobernantes siro-hititas utilizaban el idioma luvita escrito en jeroglíficos. Algunas de estas ciudades-estado fueron conquistadas en el siglo X a.C. por los arameos; el resto se convirtieron en provincias del Imperio asirio bajo Sargón II, hacia el 715 a.C. Incluso después de que los asirios conquistaran todo Siria, aún la denominaban Hatti.

Primeros documentos y traducciones



Las primeras fuentes importantes sobre los hititas proceden de documentos egipcios, principalmente los de la XIX Dinastía, y de pasajes de la Biblia. El primero de estos pasajes, en los que a los hititas se les denomina "hijos de Heth", probablemente se refiere al conocido como periodo del Reino Hitita. Pasajes posteriores aluden a los siro-hititas.

En 1906, en unas excavaciones en Bogazköy, se descubrieron los archivos reales de los hititas. Este descubrimiento suscita dudas acerca de muchas evidencias egipcias. Por ejemplo, algunas contiendas militares se mencionan como victorias para los hititas, mientras que en los documentos egipcios, las mismas contiendas se identifican como derrotas hititas. El descubrimiento de los archivos fue particularmente importante porque permitió a los eruditos descifrar la lengua hitita, y además se revelaba información sobre aspectos anteriormente desconocidos de la cultura, como su organización política, legislación, religión y literatura.

La mayoría de los textos encontrados en los archivos estaban escritos en lengua hitita, aunque los tratados y las cartas de Estado estaban escritas en acadio, el idioma internacional de la época. Otros textos estaban escritos en lengua hurrita del sureste de Anatolia y norte de Mesopotamia, idioma no relacionado con ningún tronco lingüístico conocido. Los hititas utilizaron el sistema cuneiforme de escritura adoptado de los babilonios, aunque también emplearon un sistema de jeroglíficos para inscribir un idioma muy relacionado con el hitita, probablemente un dialecto luvita. Aunque los jeroglíficos se utilizaron durante el periodo del Imperio, la mayoría de las inscripciones pertenecen al periodo posterior a su caída. La literatura de los hititas estaba muy desarrollada, según muestran los documentos históricos y las narraciones.


 Organización política


El rey hitita actuaba como sumo sacerdote, jefe militar y juez principal. Durante el Antiguo Reino era asesorado por el panku, Consejo asesor de nobles, que posteriormente desapareció. El reino estaba administrado por gobernadores provinciales que actuaban como sustitutos del rey. Los territorios situados fuera del reino estaban frecuentemente gobernados como reinos vasallos estableciendo tratados formales con sus gobernantes.

Los éxitos más relevantes de la civilización hitita se encuentran en el campo de la legislación y de la administración de justicia. Los códigos civiles de los hititas revelan una gran influencia babilónica, aunque su administración de justicia es mucho más severa que la de los babilonios. Los hititas rara vez recurrían a la pena de muerte o a la mutilación corporal, características de otras civilizaciones del antiguo Oriente Próximo. Además, la justicia hitita se basaba fundamentalmente en el principio de restitución en lugar del de retribución o venganza. La pena por robo, por ejemplo, era la devolución del objeto robado y el pago de una recompensa adicional; la restitución en especie fue gradualmente sustituida por el pago en dinero.

La economía hitita se basaba en la agricultura. Los principales cultivos eran el trigo y la cebada, y los animales fundamentales el ganado vacuno y las ovejas. Los hititas también tenían reservas de minerales ricos, tales como el cobre, el plomo, la plata y el hierro. Sus técnicas metalúrgicas eran avanzadas para su época; puede haber sido el primer pueblo en trabajar el hierro.


Religión


Los hititas veneraban a numerosas deidades locales, y en los documentos de Estado se invoca  a los "miles de dioses de Hatti", venerados en Asia Menor antes y durante el periodo hitita. Los estudiosos han encontrado influencias sumerias, babilónicas, asirias, hurrita, luvita y cananea .
Primitiva Diosa_Madre de  Çhatal Hukuk, Museo de  Ankara




El santuario  a cielo abierto  de Yazilikaya, cerca de Bogazköy, cuya significación profunda no se conoce, prestándose a numerosas especulaciones , como la astrológica,  contiene una importante serie de relieves realizados en la roca que representan dos largas procesiones de dioses y diosas aproximándose entre sí. La mayoría de los dioses no han sido identificados, aunque encabezando los dos lados de la procesión aparecen las deidades hititas más importantes: el dios de la Tormenta de Hatti, o dios del tiempo, y la diosa  Sol de Arinna. Las excavaciones en el santuario mostraron un templo construido delante de la  cámara principal ; la otra cámara más pequeña parece haber estado dedicada al culto de un rey difunto.



 
yazilikaya-relief.gif (108061 bytes)
Relieve principal, Yazilikaya



La mitología hitita, como su religión, suponen una combinación de elementos que reflejan la diversidad de cultos dentro del reino. Son especialmente interesantes algunos poemas épicos que contienen mitos, originalmente hurritas con motivos babilónicos. Estos mitos tratan de las distintas y sucesivas generaciones de dioses que rigieron el universo y de un monstruo que retó al gobierno del último rey de los dioses. Son similares a los mitos griegos contenidos en la Teogonía (genealogía de los Dioses) del poeta griego Hesíodo y pueden haber sido sus prototipos. No está claro el modo en que los mitos llegaron a Grecia, pero es posible que se transmitieran durante el periodo micénico griego (1400-1200 a.C.). Se sabe que los griegos micénicos viajaron al oeste de Anatolia y que comerciaron en la Siria hitita. Los documentos hititas se refieren a los contactos entre los gobernantes hititas y los del reino de Ahhiyawa (Ahhiya), que algunos estudiosos han identificado con el país de los aqueos. Se transmitieran o no elementos culturales hititas al extranjero, muchos subsistieron en Anatolia hasta la llegada de los romanos a Asia Menor en el 190 a.C. Las deidades como la Gran Madre  de Anatolia, asimilada a la frigia Cibeles y el Dios de la Tempestad de Hatti  (denominado Júpiter Doliqueno por los romanos, adorado en Baalbek ) todavía fueron veneradas en aquella época.
Arte y Arquitectura

El arte y la arquitectura de los hititas fueron influidos prácticamente por todas las culturas coetáneas del antiguo Oriente Próximo, y especialmente por Babilonia. Sin embargo, los hititas alcanzaron cierta independencia de estilo que hace distinto su arte. Los materiales de los edificios eran normalmente la piedra y el ladrillo, aunque también utilizaron columnas de madera. Sus abundantes palacios, templos , de los que se conocen unos diez, algunos santuarios y fortificaciones se adornaron a menudo con relieves estilizados e  incomprensibles,  tallados en muros, puertas y entradas.




Historia

Civilización perteneciente al mundo antiguo que se estableció en Asia Menor, sobre la mitad oriental de la península de Anatolia. Las primeras informaciones sobre la existencia de este pueblo proceden de la BIblia, mientras que las otras fuentes dan una documentación muy escasa debido, básicamente, a que existen lagunas de información sobre períodos completos. La hititología como rama independiente de la orientalística no se puso en marcha hasta mediados el siglo XX, tras los descubrimientos realizados en Boghazkoy (Turquía), que proveyeron de importantes restos que han servido para profundizar en todos los aspectos de la cultura e historia hitita, prácticamente desconocida hasta entonces.

Historia política de los hititas

Sigue siendo muy difícil determinar con precisión el origen del pueblo hitita, así como el desarrollo histórico de los primeros momentos. Como se dijo antes, las fuentes son muy confusas e incompletas y, en muchos casos, mezclan la leyenda con la realidad histórica. Aun así, es posible dividir la larga historia de este pueblo en tres períodos evolutivos distintos. En su fase inicial de formación se denominaReino antiguo Hitita; la segunda etapa corresponde al apogeo y hegemonía del Imperio hitita y, finalemente, el período de los Estados neohititas pone término al recorrido histórico de esta cultura.

Reino antiguo hitita

Como ya se indicó, los orígenes son muy difusos. Las primeras noticias del estado Hitita se inician con dos reyes, Khattushili I y Murshili I, cuya época se sitúa alrededor del siglo XVII a.C., momento en que se llevó a cabo la unificación de los reinos. El antecedente de este proceso fue protagonizado por Anitta de Kushushara, cuyas acciones bélicas en años anteriores habían culminado en la destrucción de Khattusha y el traslado de la capital a Nesha/Kanish. Será tras un nuevo proceso bélico cuando Khattushili I traslade la capital a Khattusa y adopte su nombre para el inicio de la dinastía.
El anterior proceso de formación del estado antiguo hitita se basa en noticias que aparecieron en textos poco fiables. Tradicionalmente, se pensó que el reino empezó con una pareja real formada por Labarna y Tawananna pero, en realidad, tal y como luego se demostró, estos nombres son los títulos que se aplicaban al rey y a la reina en general.
Aunque la fuente utilizada para este período, El edicto de Telipinun, de 1500 a.C., presenta al antiguo reino de Labarna como un modelo de concordia política, cohesión y poderío, en realidad, habría que imaginar la primera singladura del reino Hitita como un proceso de difícil y conflictiva confluencia hacia la unidad política, con tensiones dinásticas que permanecieron como un factor endémico de inestabilidad incluso hasta el final del imperio, y, desde luego, tampoco hay que olvidar que Anatolia central se encontraba fragmentada en pequeños reinos independientes. De hecho algunos textos encontrados del propio Khattushili remiten a las enormes luchas que establecieron él y sus antecesores contra el resto de las ciudades.
Sin bien no es posible determinar ni el orden ni el cómo de las anexiones, sí se sabe el nombre de estas importantes ciudades conquistadas, entre las que se encuentran algunas como Khupishna, Tuwanuwa, Nenashsh, Landa, Zallara, Purushkhanda y Lushna, principales rivales de Kushshara y Khattusha en el proceso de formación del reino. Para establecer su dominio, no siguieron únicamente las vía bélica; en muchos casos, los emparentamientos familiares por matrimonio conseguieron una unión, si bien a costa de provocar conspiraciones dentro de la corte por parte de las distintas facciones de poder.
Así fue como acabó el reinado de Khattushili I quien, en su testamento, hizo entrega de su poder al joven Murshili despues de sufrir traiciones y atentados por parte de sus familiares directos. Khattushili I controló la parte central de Anatolia. En la región sudeste conservaban su independencia algunos reinos poderosos como Khashshum y Urshum, en Siria el reino de Yamkhad y en la alta Mesopotamia el reino de khurri o de los Hurritas. Según las fuentes, en su avance, que se inició en el segundo año de su reinado, Khattushili se dirigió hacia el sur de Taurus y luego en dirección este, para saquear Urshum. Los hurritas invadieron el país mientras los hititas combatían contra Arzawa en una serie de enfrentamientos que duraron durante años, sobre todo, en la región situada al norte de Sirira.
Su sucesor, Murshili I, será el que complete la obra. Volverá a reiniciar el ataque contra Siria doblegando al rey de Yamkhad y a sus aliados en una campaña cuyos detalles de organización se desconocen, aunque se sabe que que consolidó su presencia en el norte de Siria y protagonizó el saqueo de Babilonia a la que abandonó después a su suerte.
Khamtili fue el sucesor de Murshili. Durante su gobierno continuaron los enfrentamientos contra los hurritas en la línea del Eufrates, Karkemish y en el país de Ashtata. En el proceso bélico perdió el norte de Siria, región cuyos intereses compartían distintas ciudades, ya que era una zona muy rica en materias primas.

El Imperio hitita

El proceso de unificación política continuó enfrentando en sucesivos conflictos a las distintas fuerzas de la región. La figura más importante que marcó un punto de inflexión en en la tortuosa historia del poderío hitita fue Shuppiluliuma, que accedió al poder hacia el 1380 a.C., sucediendo a su padre, Tudkhaliya III. Los problemas a los que debió hacer frente fueron muy diversos. Por un lado, intentó mantener bajo control a los Kaska, mientras lograba dominar a los reinos que flanqueaban Khatti, tanto por el este como por el sudeste, paso fundamental para poder enfrentarse con el reino de Mitanni y sus ciudades satélites, y para cuya consecución utilizó, además de los consabidos medios militares, tratados diplomáticos que estableció con diferentes reinos.
La primera guerra con Mitanni concluyó de forma brillante para el monarca hitita, ya que evitó avanzar hacia la región dominada por Egipto, con la intención de no abrir un nuevo frente de conflicto. El segundo enfrentamiento con Mitanni se produjo a raíz de la campaña de Shuppiluliuma en Siria, pues sus fuerzas militares habían penetrado en territorios ya controlados por los hititas. Además de estos problemas, la tarea más difícil a la que se enfrentó fue el intento de sometimiento de la ciudad de Karkemish, campaña que dirigió su hijo Telepinu con gran éxito, y a cuyo término, el hijo de este último, Piyashili, ocupó el trono, lo que aseguraba la hegemonía del Imperio hitita en la zona.
Tras la muerte de Shuppiluliuma, subió al trono su hijo Arnuwanda II, cuya enfermedad puso en peligro la consolidación del Imperio. Será su hermano menor, Murshili II, quien restablecerá el dominio hitita. El principal problema al que se enfrentó fue la sublevación en los territorios de Siria, con los que, una vez sometidos, tuvo que restablecer nuevos tratados de vasallaje; otro de los enemigos inesperados que hicieron aparición durante este reinado fue la peste.
A su muerte se proclamó Gran Rey su hijo Muwatalli. Este rey se dió cuenta de que el punto débil del imperio lo constituía la situación tan septentrional de Khattusha, la capital, que impedía ejercer un control efectivo en el norte del territorio. La solución que impuso Muwatalli fue proclamar a su hermano rey del País superior. La eficacia de esta medida finalizó con la muerte de Muwatalli que abrió una crisis sucesoria que finalizó con la proclamación de su hermano como Gran Rey.
KhattushillI II ejerció el poder de forma hábil y supo mantener el Imperio en las mismas condiciones que lo había heredado. Sus relaciones con los egipcios tras el enfrentamiento bélico de once años atrás por la ciudad de Kadesh, que permaneció bajo poder hitita, fueron mejorando gracias a la diplomacia, sobre todo a partir del 1271 a.C., cuando una de las hijas de Khattushili fue entregada como esposa de Ramsés II. Mucho más difíciles seguían siendo las relaciones con los asirios.
En 1265 a.C. muere Khattushilli. Le sucedió su hijo Tudkhaliya IV, que tuvo un mandato muy eficaz, una de cuyas claves fue mantener en equilibrio las fuerzas contrarias de la región, tanto Egipto como Mesopotamia, donde seguían los enfrentamientos, especialmente con los asirios.
Tras este reinado comenzó la etapa de los sucesivos gobiernos de Arnuwanda III y Shuppiluliuma II, época en que se multiplican los problemas para mantener el control del Imperio. A los tradicionales enemigos egipcios y asirios se sumaron las fuerzas de otros territorios que se coaligaron contra el poder hitita. El último reinado del que se tiene alguna información es el de Shuppiluliuma II; tras él, sólo existe el testimonio de las destrucciones generalizadas que afectan a Anatolia y Siria hacia el 1200 a.C. por los llamados "pueblos del mar".
 

Los estados neohititas

El final del Imperio hitita y el origen de estos estados representa una etapa oscura en las fuentes que se manejan, etapa cuya cronología se sitúa entre el 1200 y el 1000 a.C., y en la que el hecho más significativo fue la destrucción de la hasta entonces capital del Imperio hitita, Khattusha.
Fuese como fuese el proceso de formación de estos estados, lo cierto es que entre los límites que marcaron los frigios al noroeste, los arameos al sur, los urartu al norte y los asirios con el Éufrates, surgen doce principados autónomos, entre los que destacan los reinos de Gurgum, Milid, Kummukh, Khilakku, Adana, Karkemish, Patina, Aleppo, Luhuti y Hama. La trayectoria política de todos estos reinos es muy difícil de determinar incluso en sus líneas generales; es más, en muchos casos se conoce por la trayectoria de otros pueblos de la región como, por ejemplo, los asirios.
Durante esta época el Imperio asirio había entrado en un período de debilidad debido al constante atosigamiento al que había sido sometido por parte de los arameos. Esta situación varió por completo cuando ascendió al trono asirio un rey tan enérgico como Assur-Nasirpal II en el año 883 a.C. El conflicto entre estas dos pueblos, por su localización geográfica, arrastró en muchos momentos a los estados hititas, sobre todo a Karkemish y Kummukh, cuya notoria debilidad les hacía vulnerables a cualquier tipo de confrontación. De forma progresiva, fueron perdiendo su independencia hasta convertirse en provincias asirias, lo que ocurrió entre el 722 y el 705 a.C., durante el reinado de Sargón II, momento en que se aprovechó la circunstancia de que otros estados se habían levantado en rebelión contra el vasallaje y las irregularidades en el pago de tributos.
La conversión en provincias asirias tuvo consecuencias muy graves desde el punto de vista económico y cultural, pues según los registros arqueológicos desde ese momento desaparecieron las representaciones artísticas monumentales y las inscripciones jeroglíficas.

Estructura social hitita

En cualquier tipo de sociedad, la evolución desde las formas tribales a sociales, así como el establecimiento de ciudades, reinos o imperios, implica una progresiva complejidad de la estructura social, ya que también aumentan las necesidades de poder.
La jerarquización social es un hecho definitorio en las sociedades antiguas, sobre todo en los períodos de centralización de poder imperial. En la cúspide de la sociedad hitita, desde tiempos muy remotos, se situaba al Gran rey conocido comoLabarna, una institución que parece haber sido siempre hereditaria, siendo el propio rey el que elegía a su sucesor. Existió igualmente una especie de asamblea de nobles, denominada Panku, que controlaba las acciones del rey, pero en la práctica, al ser esta asamblea quien ratificaba al rey, las conspiraciones y traiciones se sucedieron, problemas que quedaron resueltos cuando Telpinu determinó una ley sucesoria. El poder del rey le permitía exigir a cualquier ciudadano libre, medio día de trabajo personal no remunerado, además de otro tipo de prestaciones como entregas periódicas de ovejas y demás productos. La reina recibía el título deTawananna y participaba del poder de sus maridos, lo que traía como consecuencia numerosos conflictos. Los hijos ilegítimos también tenían derecho a entrar en línea sucesoria, aunque, en la mayoría de los casos, cada rey entregaba distintos territorios para su gobierno a cada descendiente.
Por debajo de la institución real y de la nobleza existían dos poderosos grupos sociales, el religioso y el funcionarial, que controlaban muchas esferas de la política y administración territorial. Las clases más estables eran los artesanos y los comerciantes, así como los labriegos en el campo, mientras que en peor situación vivían los pastores, en su mayoría nómadas. El resto de la población, sobre todo la que habitaba en aldeas, era administrada por una especie de consejo de ancianos que se encargaba sobre todo de solucionar los pleitos y rencillas que pudieran surgir en el desarrollo de la vida cotidiana.
El ejército se convirtió en seguida en una necesidad. Junto a los problemas con los pueblos fronterizos, se sumaban las propias alteraciones de carácter interno, por lo que desde tiempos remotos la fuerza militar era permanente. En lo referente a su organización, contaba con unidades de infantería y de carros ligeros, cuya efectividad requería un entrenamiento muy severo, pues el avance antes de un ataque se debía de realizar en el más absoluto de los silencios para evitar que su presencia fuera descubierta. Las fuerzas militares tenían triple procedencia. A los contingentes que aportaba el propio rey hitita se sumaban las fuerzas de cada uno de los reyes vasallos, a las que se añadían, por último, las tropas de mercenarios. Antes de cualquier campaña se acordaba el pago que recibiría cada uno de ellos, que generalmente se hacía en especie y cuyo monto dependía del botín que se capturara.

Base económica de los hititas

En términos generales, durante la Antigüedad, la base alimenticia y económica de los pueblos dependía directamente de los condicionantes ambientales. Los hititas, en concreto, no habitaban tierras ideales para el desarrollo de la agricultura, ya que la lejanía de fuentes naturales de aprovisionamiento de agua, como son los ríos, obligaba a una absoluta dependencia de las lluvias, cuya frecuencia y regularidad eran imprevisibles, al margen de los accidentes inesperados y las catástrofes climáticas, factores carenciales que no se vieron subsanados por el deficientemente desarrollado sistema de riegos, todo lo cual hacía muy difícil determinar el volumen de cosecha que se obtendría cada año.
Las aldeas, al igual que los pequeños grupos de población, obtenían lo suficiente para su abastecimiento, si bien no lograban producir el excedente necesario para mantener a los grandes núcleos urbanos. Esta circunstancia obligaba a establecer intervambios comerciales con el exterior, con el fin de completar el aprovisionamiento.
El principal cultivo, a pesar de no disponer de las mejores condiciones medio ambientales para ello, era el cereal, base de la dieta hitita, seguido de las hortalizas y leguminosas, que ocupaban también un lugar importante, mientras que los frutales no eran muy abundantes. Dos cultivos relativamente importantes en su economía eran el olivo y la vid.
Los animales de crianza ocupaban un lugar preponderante; entre éstos, destacaba el cerdo, animal cuya crianza se generalizó, obviamente, porque sus cuidados y alimentación requerían muchos menos esfuerzos que los de bueyes u otras especies domesticadas, como oveja o la cabra, aunque también existieron. Lo más importante de la ganadería fue el aprovechamiento total que se consiguió del animal, productos lácteos, pieles, lana..., del que se derivó una industria artesanal y textil y de elaboración de alimentos.
Producción cultural del mundo hitita

Para el conocimiento del arte hitita han sido fundamentales las excavaciones arqueológicas que desde principios del siglo XX se emprendieron en la región. El avance que supuso conocer la lengua hitita pudo lograrse gracias al descubrimiento de vastísimos archivos de tablillas de barro, con escritura cuneiforme, halladas cerca de las ruinas de Bogazkoy, al norte de Anatolia, que pudieron ser descifradas mediante estudios comparativos con los ideogramas sumerios y acadios. La lengua hitita se clasificó dentro del grupo indoeuropeo denominado Hitito-luvita.

El apogeo de las artes plásticas, se sitúa sin duda en la época imperial, momento en el que se desarrollan las características arquitectura y escultura monumentales de este pueblo. La máxima perfección, por encima de toda la producción del Próximo Oriente, se alcanzó en la arquitectura militar, claro exponente de lo cual son las murallas de Khattusa, cuyo mérito se ve acrecentado por la irregular situación geográfica del terreno que dificulta una construcción normal. De estas murallas conocemos tres de sus grandes puertas, la denominada Puerta del Rey, laPuerta del León y una tercera sin ninguna escultura. A este mismo modelo se ajustan las murallas de otras ciudades del Imperio, como por ejemplo las de Alaka Hüyük.
Además de esta arquitectura militar, los hititas dedicaron enormes esfuerzos en la construcciones de templos y palacios. Un rasgo común en estos edificios es la total asimetría de sus plantas. De nuevo en Khattusha se han identificado al menos cuatro edificios que se corresponderían con antiguos templos de la capital del Imperio, el mayor de los cuales estuvo rodeado de almacenes que forman una especie de muralla. En el espacio que quedaba en el centro era donde se situaba el santuario. El conjunto arquitectónico, en total, cubre una superficie de unos 160 metros de largo y 135 de ancho.
Un rasgo muy importante, a la hora de exponer las características de la arquitectura hitita, es la incorporación que hace de la escultura como elemento arquitectónico, doblemente sorprendente si se tiene en cuenta que no se conocen representaciones de estatuaria exenta o independiente. La técnica alcanzada fue bastante elevada, como se plasma en las esfinges de la colina de Yerkapu, o las feroces cabezas de león de Bogazkoy, que trasmiten una gran expresividad.
Junto a esta producción se desarrolló otro genero carasterístico de la escultura hitita, el alto relieve combinado con el bajorrelieve. La más famosa representación de altorrelieve se encontró en las jambas de la Puerta del Rey de Khattusha, en una representación que muestra la figura de un dios, cuya cabeza y extremidades están colocadas de perfil, mientras que el torso esta en posición frontal. Otro conjunto de relieves importante, entre los que se conservan, es el que fue trabajado directamente sobre la pared rocosa de Yazilikaya, en el siglo XII a.C.; en la galería principal, se representó una escena que reunió a setenta personajes, mientras que en la galería secundaria se presenta un panel con doce dioses idénticos.
Es necesario precisar que la escultura hitita, en general, tiene una funcionalidad religiosa que prevalece sobre la finalidad propagandística con respecto a la figura del rey.
La producción literaria también ha sido analizada. Junto a la enorme proliferación de mitos y leyendas anatolios, lo más importante en el terreno literario fue la labor realizada por los escribas de palacio, que realizaban trascripciones y adaptaciones de las obras más importantes de los pueblos vecinos. Gracias a esta labor, conocemos fragmentos del Poema de Gilgamés, así como, del Atrahasis, poema acadio sobre el diluvio. El influjo más importante sobre la literatura hitita lo ejercieron los hurritas, un pueblo del que se conoce todo un ciclo de poemas que giran en torno a los dioses.

Creencias religiosas


A lo largo de su historia, los hititas se fueron siempre muy receptivos a los influjos religiosos de los pueblos vecinos, sobre todo los hurritas, interlocutores suyos en el contacto con otras culturas del Oriente Próximo, principalmente la mesopotámica y la ugarítica. Además, en sus sucesivas conquistas de territorios supieron respetar el culto de sus divinidades integrándolas en el conjunto, logrando así una síntesis muy original. Por este motivo no es extraño encontrar importantes centros religiosos locales, en cada uno de los cuales se rendía culto a una divinidad principal, junto a otras menores. Como característica general de la idiosincrasia religiosa hitita se puede destacar su sentido pragmático, sobre todo en las relaciones entre el hombre y los dioses, prueba de lo cual son las numerosas plegarias encontradas, en las que el diálogo alcanza un lenguaje muy íntimo y fraternal.

El panteón hitita, como es de suponer, fue inmenso, dada su vocación sincrética. No es de extrañar que recibiera la denominación de el país de los mil dioses. La diosa solar es la más importante. Ella es la gran divinidad del estado, por lo que el rey debe de rendirle cuentas. Participa en las actividades de poder y acompaña al rey en todos sus combates. El marido de esta diosa es el dios del viento o de la tempestad. En realidad, se pueden destacar dos tríadas principales: una formada por Teshub, Khebat y su hijo Sharruma, de origen hurrita, que será asimilada por los hititas como el dios del viento de Khatti, la diosa solar de Arinna, y el hijo de ambos, dios de la tempestad en Nerikka y Zippalanda.

La práctica religiosa se llevaba a cabo a través de rituales, cultos y sacrificios en el templo, lugar donde se desarrollaba la vertiente pública de la religión. Estos actos congregaban a la multitud bajo la presencia del rey. Otros rituales son el que se hacía previamente a la batalla, el de la peste o el de la fecundidad.

 Arte Hitita

Expresión artística desarrollada por el pueblo hitita en Asia Menor durante la Edad Antigua.
Sus orígenes culturales se relacionan con la cultura mesopotámica -sumerios, acadios y sirios- y ejerce una poderosa influencia en el nacimiento de las culturas persa, cretense y etrusca. Las muestras más notables del arte hitita se encuentran en las ruinas de Hattusá, capital del antiguo reino fundada por Hatusil, actual Boghazkeui, cuyo palacio (Hilani), sobre terraza con acceso en grandes escalinatas y con columnas sobre alta basa de piedra, determinó parte de los caracteres del arte persa.
En escultura, los hititas crearon una serie de temas como el águila bicéfala o el caballo alado (el Pegaso griego), y representaciones de deidades (Gilgamesh, Cibeles como diosa de la Tierra con leones) que se transmitieron a las culturas clásicas occidentales.
Al mismo tiempo desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica en el que las líneas se leen en orden alternativamente inverso (bustrófedon), es decir, un renglón de izquierda a derecha y el siguiente de derecha a izquierda

(2)[Lingüística] Hitita


Lengua perteneciente al grupo anatolio, subclase dentro de la familia indoeuropea. A pesar de ser actualmente una variedad extinta, representa el más antiguo testimonio de una lengua indoeuropea, y su estudio resulta interesante de cara a la reconstrucción de la lengua originaria. Por ejemplo, uno de los más reveladores rasgos fonéticos del hitita consiste en la conservación de un sonido laríngeo del indoeuropeo (transcrito mediante el carácter h) que las demás lenguas dentro de esta familia perdieron; tal es el caso de pahhur ´fuego´, frente a sus correlatos en griego (pãr), umbro (pir), checo (pýð), tocario (por) e inglés antiguo (fþr).
Los hititas eran una tribu que se asentó en Anatolia hacia el tercer milenio a.C., desplazando a la población indígena (cuyas lenguas, el hático y el hurrita, no pertenecían al grupo indoeuropeo). Durante todo el segundo milenio, el reino hitita fue uno de los más poderosos de Oriente Próximo. Su capital se hallaba en Hattusa (moderna Bo;azköy, al este de Ankara). En el año 1200 a.C., sin embargo, la cultura hitita entra en un período de franca decadencia, hasta que finalmente desaparece a finales del segundo milenio, absorbida por otros pueblos invasores.
Desde 1905, una serie de excavaciones arqueológicas en Bo;azköy revelaron la existencia de miles de tablillas de arcilla con inscripciones en acadio, sumerio y una tercera lengua hasta entonces desconocida: el hitita. El hecho de que el mismo tipo de escritura cuneiforme fuera utilizada en todas ellas permitió su inmediato descifre. Sin embargo, su identidad indoeuropea fue oscurecida inicialmente por dos factores: la presencia de un léxico considerable de origen no indoeuropeo (por influencia del hático y el hurrita) y la ausencia de un complejo sistema flexivo (esperable en una lengua anterior al griego homérico o al sánscrito, por poner un ejemplo). Finalmente, entre 1915 y 1919, se demostró que el hitita se trataba de una lengua indoeuropea.
Las tablillas hititas encontradas datan de los años 1400-1300 a.C. Se hallan representadas en un tipo de escritura cuneiforme muy parecida a la del acadio antiguo, en la que se combinan los ideogramas y los elementos determinantes; adicionalmente aparecen ciertos fonogramas que sirven para señalar el caso nominal. Dentro de su sistema fonológico, el hitita establece una oposición contrastiva entre oclusivas sordas sencillas y geminadas. También llama la atención la ausencia de la vocal /o/. Dentro de la flexión nominal se distinguían dos números (singular, plural), dos géneros (común, neutro) y siete casos (nominativo, acusativo, genitivo, dativo, locativo, ablativo, instrumental). Su sistema verbal era bastante sencillo, ya que únicamente poseía dos voces (activa, media), dos modos (indicativo, imperativo) y dos tiempos (presente-futuro, pretérito). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario