En la última década de este siglo XX, una nueva disciplina de la Antropología biológica, la Antropología forense, ha recibi-do una creciente atención en los organismos interesados en la exhumación e identificación de desaparecidos, cuyos restos se han esqueleti-zado por la acción del tiempo y de agentes externos. La convul-sionada situación social vivida en Colombia ha generado una oleada de violencia que ha producido cerca de 2 000 casos repor-tados de desaparecidos forzados, algunas de cuyas víctimas han sido inhumadas en fosas comunes (Hoyo Malo, Hoyo Mamayo, etc.), otras han sido enterradas en tumbas individuales sin nombre (N. N.).
En este contexto ha surgido la Antropología forense, disci-plina encargada de la exhumación e identificación de restos óseos de desaparecidos, a través de su enfoque multidisciplinario conjugando los aportes de la Antropología biológica (paleoantro-pología, somatología, antropología dental, dermatoglífica), la arqueología y otras disciplinas antropológicas (sociales), forenses (medicina, odontología) y la criminalística, con el fin de aunar esfuerzos en la identificación de los N. N.
A pesar de su reciente surgimiento, las asesorías brindadas por los antropólogos físicos a distintas entidades legales (Instituto de Medicina Legal, Cuerpos Técnicos de Investigación) y a personal administrativo judicial, en forma directa mediante el análisis de algunos casos forenses y a través de seminarios-talleres de Antropología forense; la visita del Equipo Argentino de Antropología Forense (E.A.A.F.); la realización en Santafé de Bogotá del II Congreso Mundial de Medicina Legal y otros eventos de carácter forense, ha generado un gran interés en médicos, odontólogos, antropólogos, juristas y estudiantes hacia los métodos de esta disciplina.
En la mayoría de los casos los restos óseos de las víctimas y algunas de sus prendas personales constituyen la única eviden-cia para su identificación. Por tal razón, su estudio resulta de gran importancia por cuanto nos permite reconstruir la imagen biológica de los miembros de aquellas comunidades de campesinos, obreros, industriales, recicladores y en fin de aquellas personas que en vida forjaron pensamientos e ilusiones por un país lleno de grandeza y de paz, pero cuyos anhelos fueron truncados por las manos de victimarios que ciegamente han contribuido a la inesta-bilidad de la sociedad, al caos y al odio. A su vez, los fami-liares de las víctimas deambulan por frías e inmutables morgues, por fétidas y desordenadas fosas comunes tratando de identificar el cuerpo de su hijo, esposo o hermano; son acosados por chulos -los representantes de las casas funerarias de cercanías de Medicina Legal- para identificar cualquier cuerpo con tal de que sea enterrado por la empresa que representa; consultan miles de fotografías de cadáveres en archivos de las distintas institucio-nes encargadas de estos procesos judiciales y que infortunadamen-te guardan celosamente la información de los otros colegas forenses en busca de protagonismo institucional; finalmente tienen que incluir los datos personales del desaparecido en el censo de turno, pues según las legislaciones de Colombia conti-núan vivos. Y en realidad siguen vivos en la memoria de sus familiares ya que no pueden iniciar ningún proceso de sucesión ni darles cristiana sepultura. Sus tumbas anónimas buscan el recono-cimiento histórico y el sosiego de una madre, una esposa o unos hijos.
A partir de los restos esqueletizados, y en algunas ocasio-nes, momificados, se pretende conocer la variabilidad biológica de los desaparecidos: sus características físicas, forma del rostro, estatura, proporciones corporales, grado de robusticidad, su situación nutricional, las principales enfermedades que afectaron su estado de salud y dejaron huella en el hueso y las posibles causas de su deceso. Igualmente, es importante verificar la información consignada por las historias clínicas sobre tratamientos odontológicos, intervenciones quirúrgicas, traumas antiguos y hábitos laborales que hayan trasformado el hueso de una manera muy particular.
El hueso como tejido y como órgano es afectado durante la vida del individuo tanto por factores endógenos (desórdenes hemopoyéticos, metabólicos, endocrinos, enfermedades infecciosas) como exógenos (traumas, marcas de estrés laboral, estrés nutri-cional, factores culturales). Por tal razón, su estructura se modifica en el tiempo y en el espacio de acuerdo al principio de la variabilidad filogenética (evolutiva), racial (ancestral), sexual, ontogénica (durante su crecimiento y desarrollo), indivi-dual (según la intensidad y tipo de actividad física) y cultural (de acuerdo a las prácticas culturales arraigadas).
Inicialmente se identifica la biología general del individuo que lo vincula en calidad de miembro de una población, con un sexo específico, una edad determinada, un patrón racial y carac-terís-ticas físicas detalladas (estatura, proporciones corpora-les), en lo que se denomina la cuarteta básica de la identifica-ción. Posteriormente se procede al diagnóstico de la biología indivi-dual de la persona, que incluye las anomalías óseas, patologías, estado de salud-enfermedad, hábitos de lateralidad y si el cráneo se encuentra en perfecto estado se puede elaborar una reconstruc-ción facial del rostro del individuo.
El establecimiento del patrón morfológico total de un grupo étnico determinado, definido por W. E. Le Gros Clark (1976:27) como la valoración de su estatus filogenético y taxonómico basado "no en la comparación de los caracteres individuales, es decir vistos éstos uno por uno, sino en la consideración del patrón total que ofrecen en combinación" permite analizar las relaciones existentes con grupos vecinos, estimar el grado de afinidad o semejanza a través de la evaluación cuantitativa de sus relacio-nes taxonómicas. La comparación directa de los caracteres morfo-lógicos y métricos del cráneo que más diferencia a poblaciones relacionadas estrechamente en un marco geográfico, pone de manifiesto la historia del poblamiento y migración de ese terri-torio (Alexeev, 1976). Este enfoque biométrico facilita la construcción de árboles genealógicos (dendrogramas) que represen-tan gráficamente las correlaciones biológicas de todas las poblaciones implicadas y de las cuales poseemos información.
El análisis osteopatológico, es decir, el estudio de las enfermedades que dejaron huella en el esqueleto, representa una fascinante fase en el proceso de individualización durante la reconstrucción de la biografía biológica antemortem, tanto del individuo como de la población. La estimación del estado de salud-enfermedad de un conjunto de individuos nos permite rela-cionar los aspectos biológicos y culturales (bioculturales). La salud de un individuo depende de las condiciones ecológicas que lo circunscriben (si habita en un desierto, selva, montaña, valle interandino, llanura, región fluvial o lacustre); de su predispo-sición genética a tal o cual enfermedad; del nivel económico alcanzado por la sociedad (si corresponde a una sociedad de cazadores-recolectores, plantadores tempranos, agroalfareros, ganaderos, pescadores o industrial) y por supuesto, de su posi-ción social o sexual en las sociedades jerarquizadas. La relación entre el nivel de salud-enfermedad del individuo con su corres-pondencia a una determinada edad, sexo, posición social (deducido de los objetos y prendas asociados al cadáver) y del nivel económico alcanzado por la sociedad facilita rastrear los oríge-nes de las enfermedades y aprender cómo las diferentes dolencias afectaron a las poblaciones pretéritas y cómo éstas fueron tratadas o evitadas y los efectos que surtieron estos tratamien-tos en la morbilidad y mortalidad prehistórica.
Los esqueletos también pueden suministrar información sobre aspectos específicos de la dieta alimenticia y el grado de contaminación ambiental. El análisis de elementos de traza puede indicar cambios temporales específicos en la dieta. Así, por ejemplo, el zinc (Zn) es un indicador de consumo de proteína animal; el estroncio (Sr) documenta sobre el consumo de plantas; otros elementos como el aluminio (Al), el sodio (Na) y el plomo (Pb) indican polución ambiental, diagénesis y diferencias metabó-licas (Buikstra et al., 1987). En las sociedades con jerarquiza-ción sexual se ha encontrado mayor proporción en contenido de zinc en los esqueletos masculinos, sugiriendo mayor consumo de proteína animal en comparación con la población femenina.
Por otra parte, la variación en el contenido de isótopos de carbono estable puede ser utilizada para documentar la adición y el incremento del maíz, cultígeno tropical de tipo C-4 en la dieta alimenticia de la población de determinado territorio. En este sentido, recientes estudios sugieren un notorio incremento temporal en el consumo del maíz, en la dieta de cazadores-reco-lectores y plantadores tempranos de la cordillera Oriental desde hace aproximadamente 5 500 años (Van der Hammen et al., 1992).
Estos estudios químicos requieren indudablemente de un sofisticado equipo y una amplia experiencia en el manejo de laboratorios, condiciones inexistentes en el país, por lo que no serán abordados en este texto.
A pesar de todo este potencial informativo que suministran los huesos, para que estos hablen y cuenten su historia, expre-sión popularizada por uno de los pioneros de la antropología forense norteamericana, Wilton Marion Krogman (1903-1987), se necesita que los restos óseos sean lo suficientemente representa-tivos (completos, en buen estado de conservación y bien restaura-dos), ya que la validez de su interpretación es concomitante al número de observaciones realizadas y a la metodología aplicada. Al disponerse de numerosos esqueletos en buen estado de conserva-ción y analizados apropiadamente, se puede reconstruir la biogra-fía biológica antemortem o, como la denomina Clyde Collins Snow, antropólogo forense de la American Association for the Advance-ment of Sciences, la osteobiografía de un individuo o una pobla-ción.
Este texto tiene como propósito introducir a los interesados en los conceptos esenciales que se pueden dictar en un curso básico de Antropología forense o de Osteología étnica, y en general en el campo de la identificación de restos óseos humanos, no con el ánimo de producir expertos en la materia, sino con la intención de despertar inquietudes conducentes a fortalecer esta área en las instituciones forenses y a llenar los vacíos existen-tes en la formación de especialistas en las facultades de Medici-na, Odontología, Derecho y Ciencias Humanas. Además, como reza el lema de la American Board of Forensic Anthropology (ABFA) de la American Association of Forensic Sciences (AAFS) se pretende que la muerte le enseñe a los vivos.
La antropología forense es una subdisciplina de la antropología biológica o física y, como parte de esta disciplina, estudia la diversidad humana a nivel biológico, pero en su vertiente de aplicación práctica utiliza estos conocimientos para encontrar las diferencias, establecer individualidades y, en definitiva, identificar personas. También contribuye a detectar los signos traumáticos que pueden llevar a establecer la causa y circunstancias de la muerte1.
En el Estado español, la antropología forense sólo es reconocida a nivel legal, si es ejercida por un médico forense. De hecho su formación docente ha estado y sigue estando vinculada a la medicina forense. En otros países, como Portugal o Estados Unidos, la antropología forense tiene una entidad propia, tanto a nivel de enseñanza, como profesional. De todas maneras, en la actualidad, el avance de la ciencia en general hacia la interdisciplinariedad nos encamina hacia una colaboración estrecha entre todos los ámbitos del saber. Por tanto, la antropología forense está a medio camino entre la antropología física y la medicina forense; sin embargo, este encuadre no estaría completo si no añadimos aquí el universo del derecho.
Teniendo en cuenta sus relaciones con otras ciencias, la antropología forense puede contribuir tanto a la identificación de una persona viva o de un cadáver relativamente reciente, como auxiliar a la historia mediante la identificación de personajes de la antigüedad2,3,4. Pero sin quedarnos tan cerca, ni alejarnos tanto en el tiempo, tenemos sobre la mesa un problema grave en el que la antropología forense puede ser de inestimable ayuda: las desapariciones forzadas. A nivel internacional, la ONU tiene un Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias (Working Group on Enforced or Involuntary Disappearances). Es el más antiguo de los "Procedimientos Especiales de la Comisión de Derechos Humanos" instituidos por los diversos órganos de Naciones Unidas, encargado expresamente desde 1980 del examen y vigilancia en nombre de la comunidad internacional de las desapariciones forzadas a nivel mundial, así como de informar pública y regularmente del estado de esta cuestión. Más tarde, en 1996, se constituyó la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP) fundada para apoyar el Acuerdo de Paz de Dayton que puso fin al conflicto en Bosnia-Herzegovina. Además de su trabajo en los países de la ex-Yugoslavia, la ICMP está implicada en la ayuda a gobiernos y otras instituciones en varias partes del mundo a afrontar cuestiones sociales y políticas relativas a las personas desaparecidas, estableciendo métodos de identificación efectivos tras un conflicto armado o un desastre natural. En diversos países existen equipos con funciones similares, entre los que destaca el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Volviendo la vista hacia nuestro país, existen casos en los que la antropología forense cumple también ese papel entre la justicia y la historia: son las fosas de la Guerra Civil. En este sentido, la llamada ley de la Memoria histórica (Ley 52/2007, de 26 de diciembre) y la ley catalana (Llei 10/2009, de 30 de juny) sobre la localización y la identificación de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, pone en evidencia la necesidad de la intervención de la antropología forense en este tema.
La fosa de Gurb
Paralelamente a la tramitación de la ley catalana sobre las fosas de la Guerra Civil, se realizó una prueba piloto a fin de establecer los parámetros de actuación imprescindibles y la problemática inherente a estas actuaciones, a partir de un conocimiento empírico. Por ello, en mayo de 2008 se procedió a la apertura de la fosa de Gurb, Osona, Barcelona (Figura 1). Esta fosa contenía los restos humanos de cómo mínimo cuatro vecinos de la población de Gavà (JS, GV, AO, JR), que fueron movilizados por el ejército de la República y que el 2 de febrero de 1939 murieron al enfrentarse al avance de las tropas sublevadas, en los alrededores de Gurb.
La fosa de Gurb es, pues, una fosa de retirada republicana, ubicada fuera de cementerio. Se encuentra cerca de la masía de Can Cadet, en un rellano al margen de una riera5. Gracias al testimonio de dos supervivientes, los familiares pudieron conocer el lugar exacto dónde fueron enterrados los cuatro vecinos de Gavà, y dignificar la fosa común con una construcción y una lápida en la que se hizo constar sus nombres.
El proyecto de exhumación e identificación encargado se basó en tres etapas de actuación (Figura 2):
- La investigación sobre la documentación ante mortem de los desaparecidos a fin de disponer de datos de comparación para la eventual identificación.- La excavación y exhumación, con el objetivo de recuperar los restos y los documentos y objetos que les acompañan y, a su vez, obtener los primeros datos identificativos y reconstruir las circunstancias y las causas de muerte.- Los análisis de laboratorio para conseguir la identificación de los cuatro desaparecidos y establecer los datos informativos en el ámbito forense.
Para el proyecto se organizó el equipo de técnicos y especialistas necesario para lograr el objetivo principal, la recuperación e identificación de los cuatro vecinos de Gavà. Así pues, el proyecto se abordó desde una perspectiva interdisciplinar cuyo núcleo estaba formado por historiadores, arqueólogos, antropólogos y forenses (Figura 2) que trabajaron en los tres ámbitos citados:
- La obtención de los datos ante mortem estuvo liderada por un médico forense, experto en el tipo de información necesaria para una identificación y en cómo obtenerla, a la vez que formado en aspectos legales y en el trato con personas que han sufrido situaciones difíciles.- La exhumación tuvo una triple dirección, arqueológica, antropológica y forense, con el fin de conseguir los tres objetivos previstos: recuperar los restos con garantías arqueológicas, y reconstruir les evidencias que la misma excavación destruye; recuperar los restos humanos sin pérdida de información antropológica y obtener sobre el terreno los primeros datos.- El estudio de las evidencias se efectuó en distintos laboratorios especializados; algunos análisis se realizaron secuencialmente, mientras que otros pudieron ser procesados de forma paralela. Los laboratorios implicados fueron: antropológicos, forenses, genéticos, de superposición craneofacial, objetos y balística.
Metodología
La investigación histórica fue realizada por el Centre d'Estudis Històrics de Gavà. La recogida de la documentación para la identificación se realizó mediante una ficha de información/datos ante mortem durante las entrevistas con los familiares. Así mismo, se reconstruyeron los árboles genealógicos de los desaparecidos con el fin de solicitar las muestras biológicas para los análisis genéticos, previa firma de un documento de consentimiento informado elaborado a tal efecto.
La intervención arqueológica se estructuró en diversas fases: 1) Confirmación de la localización de la fosa por distintos métodos históricos y geofísicos; 2) Documentación del contexto, con especial referencia a la relación entre los restos esqueléticos y los diferentes tipos de artefactos existentes, así como de la superposición entre individuos dentro la fosa; y 3) Exhumación de los restos humanos combinado con la documentación antropológica.
Respecto a la documentación de los esqueletos se realizó un registro de las superposiciones existentes entre los esqueletos, generando una matriz análoga a las utilizadas para las descripciones de las relaciones estratigráficas mediante el Sistema Harris6 y se infirió el orden en que los cuerpos fueron introducidos en la fosa. Por otro lado, se realizó la planimetría de la disposición de los diferentes esqueletos en el interior de la fosa, mediante la ortogeoreferenciación de las imágenes fotográficas cenitales de los diferentes individuos.
La representación planimétrica se completó en el laboratorio. Cada imagen se importó a un archivo AutoCAD y, a partir de las coordenadas de cada individuo, se procedió a realizar la escala, la rotación y el encaje de la imagen en su posición a partir del sistema de referencia empleado en el campo (Figura 3).
Para la excavación de los restos antropológicos se utilizó una ficha antropológica para documentar tota la información arqueológica, tafonómica y antropológica de cada individuo7,8 que se corroboró en el laboratorio. También se realizó una descripción, un registro fotográfico y una interpretación preliminar de las lesiones esqueléticas, a fin de determinar su cronología y origen. Se documentaron asimismo los elementos entomológicos que fueron localizados, identificados y muestreados.
La metodología, tanto en el registro de los datos como en los diagnósticos, fue la habitual de los procedimientos de antropología clásica y forense9-11. En este sentido, cabe destacar el tratamiento especial otorgado a las muestras para el análisis de ADN. Todas las muestras fueron recogidas por el mismo investigador, utilizando guantes y mascarilla quirúrgica, y almacenadas en contenedores estériles en condiciones de baja temperatura. Complementariamente a las actuaciones técnicas específicas, se siguió una estricta cadena de custodia que continuó en el laboratorio.
El estudio antropológico de laboratorio consistió en elaborar un perfil biológico de cada uno de los individuos. El sexo se diagnosticó a partir de las características morfológicas de la región pélvica y craneal11,12 y secundariamente se aplicaron funciones discriminantes13-15. Para el diagnóstico de la edad se utilizaron los criterios basados en la fusión epifisaria7,16, el desarrollo dental10,17 y los cambios morfológicos de la sínfisis púbica18-20, la superficie auricular21,22 y el extremo esternal de la cuarta costilla23,24. Los rangos de edad se categorizaron en: adulto-joven (15-35 años), maduro (35-50 años) y de edad avanzada (más de 50 años)25; adicionalmente, se calculó el rango de la edad más probable dentro de un intervalo de cinco años. El estudio osteométrico consistió en el registro de 15 medidas lineales de la región craneal, y 13 medidas directas y 3 índices de robustez de la región postcraneal y se calculó la estatura25-27. Asimismo se registraron los caracteres epigenéticos25,28, observando aquellos caracteres morfológicos del esqueleto con mayor determinación genética. El análisis de las entesis se concretó en once zonas de la extremidad superior con mayor asociación con actividad29. Para el estudio del sistema dental se tuvo en cuenta el estado dental y alveolar, la presencia y tipología de caries, la evidencia de enfermedad periodontal y placa dental, el grado de desgaste y la presencia y la tipología de hipoplasia del esmalte30. El estudio de patologías se basó en la observación de alteraciones morfológicas indicativas de patología ante mortem31,32.
Les lesiones esqueléticas traumáticas peri mortem se analizaron y categorizaron de acuerdo con su origen y mecanismo1,33 y la diferenciación entre lesiones ante mortem y peri mortem se consideró a partir de la remodelación ósea34. El diagnóstico de lesiones peri mortem y su diferenciación de procesos tafonómicos se realizó a partir de las características observadas in situ, del análisis del patrón de fracturas observado posteriormente en el laboratorio, de las características de los márgenes de las lesiones, de la presencia de pátina y del estudio de los fragmentos óseos perilesionales35-38. Se analizaron las lesiones por arma de fuego, tanto en el campo como en el laboratorio36, 39-41, teniendo en cuenta de manera específica las lesiones torácicas42,43. En todos los casos, el diagnóstico de la causa más probable de muerte se basó en el análisis de las lesiones más letales presentes en cada uno de los esqueletos44,45.
El análisis genético se realizó a partir de piezas dentales que se procesaron en tres laboratorios: Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF) y la UB, el Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología (UAB-BC), y el laboratorio de ADN antiguo de la Unidad de Antropología Biológica del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología (UAB-AB), estos dos últimos de la UAB. Las muestras de los familiares se procesaron en el laboratorio de Genética de Poblaciones Humanas, también de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB (UAB-AB).
Se tomaron las precauciones y criterios de autentificación recomendados en los estudios de ADN antiguo46. La extracción se realizó por procedimientos orgánicos47-48 y se amplificaron fragmentos de ADN mitocondrial (ADNmt) y nuclear. Para la caracterización del ADNmt, se trabajó con la región hipervariable 1 (HVR1) y dos pares de primers: L16022-H16218 y L16209-H16378, y un fragmento de la hipervariable 2 (HVR2) L29-H264. Los productos de PCR se clonaron con el kit TOPO TA Cloning kit (Invitrogen, Karlsruhe, Germany), y se secuenciaron aproximadamente 20 secuencias. En relación al cromosoma Y, se utilizó el kit Y-filer (Applied Biosystems) procesando de forma paralela un control positivo, un control negativo (una muestra femenina) y un blanco. En relación a los STR autosómicos, se utilizó el kit Identifiler® PCR (Applied Biosystems).
La superposición de imágenes fotográficas de los cuatro desaparecidos se realizó con cada uno de los cráneos hallados en la fosa. Los cráneos se prepararon para obtener una fotografía en la posición más parecida a la fotografía indubitada de mejor calidad. En cuanto a las fotografías, se escogió la más próxima a la posición Frankfurt (frontal) y de mayor calidad para ser digitalizada. El programa informático utilizado para las superposiciones fue el programa Adobe Photoshop y se tuvieron en cuenta 18 puntos anatómicos: supraorbitario (2), orbital (2), maxilofrontal (2), ectoconquio (2), nasion (1), acantion (1), zígion (2), nasolateral (2), dacrion (2) y el centro pupilar (2)49,50 para la comparación51,52.
Resultados
Respecto a los datos ante mortem, las limitaciones derivadas del tiempo transcurrido y de la edad de los informantes en el momento de la desaparición, imposibilitaron la obtención de datos significativos relativos a señas y caracteres individualizadores de las cuatro personas desaparecidas. En relación a la información fotográfica, únicamente se pudo disponer de fotografías frontales del AO y JS, mientras que de JR y GI se obtuvieron fotografía de perfil. Para los análisis genéticos se dispuso de muestras biológicas de dos sobrinas por línea materna de JS, del hijo de GI y la hija de AO (Figura 4). Los expedientes y filiaciones militares facilitadas por el Archivo General Militar de Guadalajara aportaron datos sobre la edad, profesión y talla (Tabla 1).
La excavación de la fosa de Gurb proporcionó los restos esqueléticos de 13 individuos adultos y de sexo masculino. Los esqueletos se encontraron parcialmente sobrepuestos entre ellos, nueve de ellos en posición de decúbito prono, uno en posición lateral, y tres en decúbito supino. La disposición de los esqueletos indica que fueron arrastrados por debajo de los brazos o por los pies, accediendo a la fosa por la vertiente sur, siguiendo el eje longitudinal de ésta (Figura 5).
El estado de conservación de los restos era, en general, muy bueno, a pesar de que algunos cráneos resultaron aplastados debido, muy probablemente, al peso del sedimento que los recubría. Únicamente los procesos postdeposicionales naturales afectaron los restos esqueléticos, especialmente los situados en la mitad norte de la fosa y cercanos al margen oriental. Por otro lado, la mayoría de fracturas óseas observadas en la fosa correspondían a lesiones peri mortem relacionadas directamente con la causa de la muerte (Figura 6).
Finalizada la intervención en la fosa de Gurb, se inició el estudio de los restos en el laboratorio. Los principales resultados del análisis arqueológico, antropológico, forense, genético y de superposición craneofacial se resumen en la Tabla 2. En cuanto al análisis genético, se efectuó la caracterización genética de todos los esqueletos. Se obtuvo el perfil mitocondrial de todos los individuos (Tabla 3), mientras que sólo fue parcial a nivel de los marcadores nucleares (STRs autosómicos y del cromosoma Y; (Tablas 4 y 5)). La información morfológica individual de cada esqueleto se resume a continuación.
Esqueleto 1
Individuo masculino adulto-joven, de 25-35 años, y estatura aproximada de 172 cm, situado en la mitad sur de la fosa, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en último lugar (Figura 6). Asociado a este individuo se encontró un lápiz.
Presenta una robustez de los huesos largos inferior a la media de la muestra y un desarrollo de la musculatura de la extremidad superior entre débil y moderado. También destaca una espina bífida oculta a nivel de la región sacra, incisivos en pala y tubérculo de Carabelli. En relación a la patología ante mortem, presenta una espondilosis de carácter leve y una leve patología oral, caracterizada por algunas pérdidas dentales y caries.
El individuo 1 sufrió un mínimo de una lesión por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.1), y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de muerte una lesión neurológica/destrucción de centros vitales y como causa intermedia: traumatismo craneoencefálico abierto.
Esqueleto 2
Individuo masculino adulto-joven, de 25-35 años, y estatura aproximada de 168 cm, situado en la mitad sur del margen occidental de la fosa, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en penúltimo lugar (Figura 6).
Muestra una robustez de los huesos largos inferior a la media del grupo, pero un fuerte desarrollo de la musculatura de los hombros y débil de la correspondiente a la mano. Igualmente, destaca una espina bífida oculta a nivel de la región lumbar, una doceava costilla muy reducida, tubérculo dental en el incisivo superior lateral y tubérculo de Carabelli. En relación a la patología ante mortem destaca una espondilosis moderada y una osteocondritis que afectó el acetábulo izquierdo; en cuanto a la patología oral, presenta caries, pérdidas dentales y una fístula.
El individuo sufrió un mínimo de cuatro lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.2), y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismo craneoencefálico y torácico abiertos.
Esqueleto 3
Se trata de un individuo masculino adulto-joven, de 25-35 años, y estatura aproximada de 173 cm, situado en la mitad norte del margen oriental de la fosa, en posición de decúbito lateral izquierdo y pronación de la parte inferior del cuerpo. Fue inhumado probablemente en décimo lugar (Figura 6).
Destaca la presencia de incisivos en forma de pala, y de tubérculos accesorios a nivel de los molares tanto superiores como inferiores. En relación a la patología ante mortem, muestra una entesopatía a nivel costoclavicular derecho y una osteocondritis tibioastragalina bilateral; en cuanto a patología oral, sufrió diversas pérdidas dentales y una leve periodontopatía.
El individuo sufrió un mínimo de cuatro lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.3), y se establece como diagnóstico de causa inmediata de muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismo craneoencefálico y torácico abiertos.
Esqueleto 4
Individuo masculino adulto-joven, de 20-30 años, y estatura aproximada de 172 cm, situado en el cuadrante central de la fosa y colocado perpendicular al eje longitudinal de ésta, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en octavo lugar (Figura 6). Asociado a este individuo se encontró una cuchara.
Presenta un desarrollo moderado de la musculatura de la extremidad superior, predominantemente de la derecha, lo que sugiere que el individuo era diestro. También destaca la presencia de tubérculo dental y surco en los incisivos laterales superiores, y cresta accesoria distal en los caninos superiores. En relación con la patología ante mortem, destaca la presencia de una posible malformación a nivel costal izquierdo.
El individuo sufrió un mínimo de dos lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.4). Se podido determinar la implicación de cómo mínimo un arma de proyectiles múltiples, y se establece como diagnóstico de causa inmediata de muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismos craneoencefálico y cervical abiertos.
Esqueleto 5
Individuo masculino adulto-maduro, de 35-45 años, y estatura aproximada de 166 cm, situado en la parte central de la fosa siguiendo el eje longitudinal de ésta, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en quinto lugar (Figura 6).
Destaca la presencia de un foramen esternal y malposición de las piezas dentales anteriores mandibulares. En relación a la patología ante mortem, destaca la patología oral, caracterizada por diversas pérdidas dentales y periodontopatía, artrosis a nivel esternoclavicular, espondilosis moderada, espondilólisis de la cuarta lumbar, epifisitis de la quinta lumbar y una enteropatía exostósica en la tuberosidad bilateral del calcáneo.
El individuo sufrió un mínimo de dos lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.5). Se ha podido determinar la implicación de cómo mínimo un arma larga, y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de la muerte: choque hipovolémico, y como causa intermedia: traumatismos torácico y pélvico abiertos.
Esqueleto 6
Individuo masculino adulto-joven, de 20-30 años, y estatura aproximada de 166 cm, situado en el margen norte de la fosa, en posición de decúbito supino, inhumado probablemente en onceavo lugar (Figura 6).
Como características individualizadoras muestra un hueso epactal, cresta distal accesoria en los caninos superiores, tubérculo de Carabelli e incisivos mandibulares en forma de pala.
El individuo sufrió un mínimo de cuatro lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.6). Se ha podido determinar la implicación de cómo mínimo un arma larga, y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de la muerte: choque hipovolémico, y como causa intermedia: traumatismos torácico y cérvicofacial abiertos.
Esqueleto 7
Individuo masculino adulto-maduro, de 35-45 años, y estatura aproximada de 163 cm, situado en contacto directo con la base de la fosa, siguiendo el eje longitudinal, y el cráneo muy cerca de la pared sur. Fue inhumado probablemente en séptimo lugar en posición de decúbito supino (Figura 6).
Presenta un desarrollo moderado de la musculatura de la extremidad superior, con predomino del desarrollo de la musculatura de la mano izquierda, lo que sugiere que el individuo era zurdo. Destaca la presencia de espina bífida oculta a nivel del sacro. En relación con la patología ante mortem, presenta una fractura consolidada en clavícula derecha, un pectus carinatum (Figura 8), una ligera espondilosis, una fractura astragalina bilateral y una importante patología oral, caracterizada per pérdidas dentales, fístulas, caries y periodontopatía.
El individuo sufrió un mínimo de cuatro lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.7) y se establece como diagnóstico de causa inmediata de la muerte: choque hipovolémico, y como causa intermedia: traumatismos torácico, pélvico y de extremidad superior derecha abiertos.
Esqueleto 8
Individuo masculino adulto-maduro, de 35-45 años, y estatura aproximada de 162 cm, situado en la parte central norte de la fosa, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en cuarto lugar (Figura 6). Se encontró una funda de navaja asociada a él.
Destaca la presencia de tubérculo de Carabelli. En relación con la patología ante mortem, presenta una importante patología oral, con pérdidas dentales, fístulas, caries y periodontopatía; también presenta signos artrósicos en la articulación gleno-humeral derecha, una espondilosis leve, engrosamiento diafisal en los huesos del quinto dedo de la mano izquierda y una fisura reciente a nivel de cuello femoral izquierdo indicativa de que el individuo sufrió un episodio traumático en días previos a su muerte.
El individuo sufrió un mínimo de siete lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.8) y se diagnostica como causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismos torácico, de extremidad superior e inferior izquierda, y craneoencefálico abiertos.
Esqueleto 9
Individuo masculino adulto-joven, de 25-35 años, y estatura aproximada de 168 cm, cuyo cráneo se hallaba muy cerca del margen sur de la fosa y los pies en contacto con el margen occidental, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en tercer lugar (Figura 6). Asociado a él se encontró una mina de lápiz y una cuchara.
Presenta una robustez de los huesos largos superior a la media del grupo y un desarrollo importante de la musculatura de la espalda, moderado del antebrazo y débil de las manos. Asimismo destaca la presencia de tubérculo de Carabelli e incisivos, tanto superiores como inferiores, en forma de pala. En relación a la patologíaante mortem, presenta una ligera espondilosis y diversas entesopatías en la musculatura del hombro de forma bilateral, que sugiere una actividad repetitiva con implicación de la cintura escapular.
El individuo sufrió un mínimo de cuatro lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.9) y se diagnostica como causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismos torácico, de extremidad superior izquierda, y craneoencefálico abiertos.
Esqueleto 10
Individuo masculino adulto-maduro, de 30-40 años, y estatura aproximada de 160 cm, situado en la zona norte de la fosa, perpendicular al eje mayor, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en noveno lugar (Figura 6). Junto a él se encontró una cuchara.
Se ha observado un desarrollo importante de la musculatura del hombro, moderado del antebrazo y débil de las manos, lo que sugiere una actividad repetitiva con implicación de la cintura escapular. Destaca la presencia de tubérculo de Carabelli, un fuerte desarrollo del tubérculo dental de los incisivos y caninos superiores, y una escotadura del margen lateral de ambas rótulas. En relación a la patología ante mortem, presenta espondilólisis de la quinta vértebra lumbar, entesopatía del dorsal ancho y el costoclavicular, y una importante patología oral, caracterizada por pérdidas dentales, fístulas, caries y periodontopatía.
El individuo sufrió un mínimo de nueve lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.10) y se establece como causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismos craneoencefálico, torácico, y pélvico abiertos
Esqueleto 11
Individuo masculino adulto, de 30-40 años, y estatura aproximada de 172 cm, situado en la mitad sur de la fosa, en posición de decúbito supino, inhumado probablemente en primer lugar (Figura 6). Junto a él se encontró una aguja imperdible.
Destaca la presencia de tubérculo de Carabelli, y malposición de las piezas dentales anteriores mandibulares. En relación a la patología ante mortem, presenta una importante patología oral, con pérdidas dentales, caries, periodontopatía y un proceso infeccioso agudo con una fístula de drenaje que seguramente afectó al individuo en los días previos a su muerte. También presenta una ligera espondilosis.
El individuo sufrió un mínimo de seis lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.11) y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales y como causa intermedia: traumatismos torácico y craneoencefálico abiertos
Esqueleto 12
Individuo masculino adulto-maduro, de 40-50 años, y estatura aproximada de 157 cm, situado en la parte central de la fosa, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en segundo lugar (Figura 6). Junto a él se encontró un cristal quizás perteneciente a un marco de fotografías.
Presenta un desarrollo importante de la musculatura de la extremidad superior. Cabe destacar la presencia de tubérculo de Carabelli y surco en el cingulum del incisivo lateral superior derecho. En relación a la patologíaante mortem, presenta una fractura de Colles del radio derecho, espondilosis importante y entesopatías de los ligamentos costoclavicular derecho y rotuliano, y una importante patología oral, caracterizada por pérdidas dentales, caries y fístulas. Así mismo, presenta una fractura o hundimiento del cuerpo de la doceava vértebra dorsal, que sugiere que el individuo sufrió un episodio traumático antes de su muerte.
El individuo sufrió un mínimo de cinco lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.12). Se ha podido determinar la implicación de como mínimo un arma larga y se establece como diagnóstico de la causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales y como causa intermedia: traumatismos craneoencefálico, torácico y pélvico abiertos
Esqueleto 13
Individuo masculino adulto-joven, de 25-35 años, y estatura aproximada de 166 cm, situado en la mitad norte de la fosa siguiendo su eje longitudinal, en posición de decúbito prono, inhumado probablemente en sexto lugar (Figura 6).
En relación a la patología ante mortem, presenta una pérdida dental, una caries y periodontopatía, así como espondilólisis de la quinta vértebra lumbar.
El individuo sufrió un mínimo de catorce lesiones por impacto de proyectil de arma de fuego (Figura 7.13) y se diagnostica como causa inmediata de la muerte: lesión neurológica/destrucción de centros vitales, y como causa intermedia: traumatismos torácico y craneoencefálico abiertos.
Consideraciones generales
En total se recuperaron los restos de 13 personas atribuidos a hombres adultos, la mayoría adultos jóvenes. El análisis antropológico y forense evidenció numerosas fracturas peri mortem, la mayoría relacionadas con la presencia de balas. Se recuperaron, asimismo, un número importante de objetos, principalmente botones y munición, percutida y sin percutir; también, otros objetos metálicos como hebillas y cucharas, y restos de textiles muy deteriorados.
En cuanto a la identificación, los datos morfológicos no fueron muy definitorios, ya que las cuatro personas que se buscaban eran del mismo sexo, tenían edades parecidas (38, 38, 38 y 39 años), la misma ocupación (campesinos) y tallas también parecidas (162, 162, 171, 171 cm). En cuanto a enfermedades ante mortem, sólo se conocía que JS sufrió fiebres de Malta y un accidente en el pie con una horca.
Sin embargo, el conjunto de datos morfológicos y genéticos permite afirmar la identidad del esqueleto núm. 3 como el de JS, ya que el perfil mutacional de su ADNmt coincide con el de los familiares, es muy poco frecuente, y no se ha encontrado la misma combinación de mutaciones en ningún otro individuo de la fosa. Se trata, pues, de una identificación positiva fehaciente.
Respecto a los otros tres vecinos de Gavà, se puede aportar una identificación positiva probable. Las informaciones militares en relación con GI indican una talla de 171 cm. Solamente cuatro esqueletos de la fosa se corresponden con una estatura superior a 170 cm. Descartados los esqueletos no 3 (identificado como JS) y el no 11 (no coincidencia con los marcadores del cromosoma Y de su hijo JI), sólo restan los esqueletos 1 y 4. Atendiendo al rango de edad diagnosticado y la compatibilidad de características morfológicas del cráneo es probable que se trate del esqueleto núm. 1.
Respecto a AO, la ficha militar proporciona una estatura de 161,5 cm. Los datos morfológicos (por ejemplo, la aproximación métrica y de edad) lo hacen compatible principalmente con los esqueletos 7 y 8. Entre ambos, la fisonomía obtenida a partir de la fotografía de AO (frente ancha y vertical, con protuberancias frontales marcadas, nariz estrecha y alta, órbitas redondeadas, y mentón alto y redondeado) es compatible principalmente con el cráneo del esqueleto no 7, si bien la superposición de imágenes no ha permitido una resolución positiva. Por otra parte, los datos moleculares indican que el esqueleto no 8 no puede pertenecer a AO (STR autosómicos).
Respecto a JR, la ficha militar proporciona una estatura muy parecida a la anterior, 162 cm, que coincide con la de los esqueletos anteriores, 7 y 8. Por otro lado los datos morfológicos son compatibles con el esqueleto no 8, por lo que consideramos que es probable que el esqueleto no 8 corresponda a JR.
En relación a las circunstancias y las causas de muerte, en todos los casos la causa fundamental fueron las lesiones por proyectil de arma de fuego que causaron lesiones a diversos niveles: craneoencefálico, facial, torácico y en las extremidades. El número, variedad y localización de las lesiones son compatibles con un contexto de batalla.
Así pues, en conclusión se ha podido identificar de manera fehaciente el esqueleto no 3 como el de JS, mientras que la correspondencia entre el esqueleto no 1 y GI, el esqueleto no 7 y AO, y el esqueleto no 8 y JR, aportan una identificación positiva probable. El análisis de las causas de muerte permite afirmar que todos los individuos murieron como consecuencia de lesiones por arma de fuego, probablemente en un contexto de batalla.
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