Durante el análisis de laboratorio de los restos óseos debe seguirse el siguiente protocolo:
a. Anotar la fecha, la ubicación, la hora de iniciación y de terminación del análisis del esqueleto, y el nombre de todos los trabajadores;
b. Radiografiar la mayoría de los elementos importantes del esqueleto antes de hacer una limpieza posterior;
1. Obtener radiografías dentales de la mordida, apicales y panorámicas si es posible.
2. En lo posible radiografiarse todo el esqueleto, aunque se debe prestar especial atención a las fracturas, las anomalías del desarrollo y los efectos de intervenciones quirúrgicas. Deben incluirse fotografías del sinus frontal a los efectos de la identificación.
c. Conservar algunos huesos en su estado original; (sin lavar) dos vértebras lumbares bastarían. Lavar el resto de los huesos, pero no enjuagarlos ni restregarlos y permitir que se sequen a la sombra.
d. Tender todo el esqueleto en forma sistemática:
1. Distinguir el lado izquierdo del derecho.
2. Hacer un inventario de todos los huesos y dejar constancia en un gráfico del esqueleto.
3. Hacer un inventario de los dientes y dejar constancia en un gráfico dental. Tomar nota de los dientes quebrados, cariados, restaurados y que faltan.
4. Fotografiar todo el esqueleto en un marco. Todas las fotogra-fías deben contener un número de identificación y la escala métrica.
e. Si se analiza más de un individuo, y especialmente si hay alguna posibilidad de hacer comparaciones entre individuos, numerar todos los elementos con tinta indeleble antes de comenzar otro trabajo.
f. Dejar constancia de la condición de los restos, por ejemplo, intactos y sólidos, erosionados y quebrados, chamuscados o cremados.
g. Identificación preliminar:
1. Determinar la edad, el sexo, la raza y la estatura.
2. Dejar constancia de las razones de cada conclusión (por ejemplo, identidad del sexo basada en el cráneo y la cabeza del fémur).
3. Fotografiar todas las pruebas que apoyen esas conclusiones.
h. Identificación individual:
1. Buscar las pruebas de destreza, cambio patológico, trauma y anomalías del desarrollo.
2. Dejar constancia de las razones de cada conclusión.
3. Fotografiar todas las pruebas en apoyo de esas conclusiones.
i. Tratar de distinguir las lesiones derivadas de medidas tera-péuticas de las que no estén relacionadas con tratamiento médico. Fotografiar todas las lesiones:
1. Examinar el hioides en busca de fisuras o fracturas.
2. Examinar el cartílago tiroideo en busca de daños.
3. Debe examinarse cada hueso en busca de pruebas de contacto con metal. Requieren escrutinio particular los bordes superior o inferior de las costillas. Resulta útil un microscopio de disec-ción.
j. Si los restos se han de enterrar nuevamente antes de obtener la identificación, conservar las muestras siguientes para análi-sis posteriores:
1. Un corte transversal de la mitad de la diáfisis de cada fémur, de 2 cm de alto o más.
2. Un corte transversal de la mitad de cada peroné, de 2 cm de alto o más.
3. Un corte de 4 cm del extremo del esternón y de un extremo esternal de una costilla (la cuarta si es posible).
4. Un diente -de preferencia un incisivo mandibular- es vital en el momento de la identificación.
5. Extraer molares para posible identificación ulterior de DNA, al tomar la prueba genética.
6. Un vaciado en yeso del cráneo para posterior reconstrucción facial.
7. Dejar constancia de las muestras guardadas y rotular todos los especímenes con el número de identificación, la fecha y el nombre de la persona que sacó la muestra.
Trabajos de exhumación del GRMHV (Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia).
Dentro del mismo cooperan técnicos antropólogos, arqueólogos y restauradores.
Cementerio de Borriol (Castellón), Septiembre 2013.
Con el reciente y creciente desarrollo de investigaciones desde la perspectiva arqueológica de restos procedentes del conflicto bélico, se ha demostrado la necesidad de incluir metodologías pertenecientes a otras disciplinas científicas, con el fin de discernir datos y obtener conocimiento sobre el desarrollo de la contienda.
Las primeras colaboraciones interdisciplinares por parte de la Arqueología en general partían de las Geociencias1, el ámbito de las Humanidades2 u otras parcelas del conocimiento como las Biociencias3. E incluso las Matemáticas, Estadística y otros métodos de análisis físico-químicos sirvieron de auxilio a la Arqueología. Cualquier metodología que aportase datos sobre los paleoprocesos, ya sean de origen natural o antrópico, eran y son susceptibles de ser "auxiliares" en aras del conocimiento4.
En este caso, nos centramos en la Antropología Forense y la Conservación-Restauración dentro de la Arqueología de la Guerra Civil. Dos disciplinas científicas con entidad propia que cada vez han tenido más relevancia en su aplicación arqueológica en general y, en los últimos años y por fortuna, en su aplicación dentro de la investigación arqueológica del conflicto bélico iniciado en 1936.
Estas, como otras muchas, han sabido adaptarse a las necesidades y poco a poco van desarrollando procesos y métodos específicos para la obtención de datos.
LA ANTROPOLOGÍA FORENSE EN LAS FOSAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.
La antropología forense tiene por objeto tanto la identificación del individuo, como la determinación de la causa y circunstancias de la muerte. En este sentido, la antropología forense es esencial para la recuperación de los restos de personas desaparecidas que fueron enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, para su posterior retorno a los familiares.
El trabajo multidisciplinar permite recuperar toda la información ante mortem disponible en relación a la fosa y a los desaparecidos, recuperar mediante metodología arqueológica y directrices antropológico-forenses los restos de los individuos enterrados en la fosa, y analizarlos posteriormente en el laboratorio asegurando la cadena de custodia. Los resultados permiten tanto la identificación de las personas buscadas, como la determinación de las causas y circunstancias de su muerte.
EL CONTEXTO DE LA ANTROPOLOGÍA FORENSE.
La antropología forense, según Malgosa y sus colaboradores (2010) "es una subdisciplina de la antropología biológica o física y, como parte de esta disciplina, estudia la diversidad humana a nivel biológico, pero en su vertiente de aplicación práctica utiliza estos conocimientos para encontrar las diferencias, establecer individualidades y, en definitiva, identificar personas. También contribuye a detectar los signos traumáticos que pueden llevar a establecer la causa y circunstancias de la muerte"5.
En el Estado español, para el Ministerio de Educación y Ciencia, siguiendo la nomenclatura internacional de la UNESCO, la antropología forense está considerada como una subdisciplina (2402.03) de la Antropología física (2402) del campo "Ciencias de la vida" (24). Pero, sólo es reconocida a nivel legal, si es ejercida por un médico forense. En otros países, como Portugal o Estados Unidos, la antropología forense tiene una entidad propia, tanto a nivel de enseñanza, como profesional, situándose a medio camino entre la antropología física y la medicina forense6.
En el tema que nos ocupa, las desapariciones forzosas, la antropología forense puede ser de inestimable ayuda. A nivel internacional, la ONU tiene un Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias (Working Group on Enforcedor Involuntary Disappearances). Es el más antiguo de los "Procedimientos Especiales de la Comisión de Derechos Humanos" instituidos por los diversos órganos de Naciones Unidas, encargado expresamente desde 1980 del examen y vigilancia en nombre de la comunidad internacional de las desapariciones forzosas a nivel mundial, así como de informar pública y regularmente del estado de esta cuestión. Más tarde, en 1996, se constituyó la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP), implicada en la ayuda a gobiernos y otras instituciones en varias partes del mundo a afrontar cuestiones sociales y políticas relativas a las personas desaparecidas, estableciendo métodos de identificación efectivos tras un conflicto armado o un desastre natural. En diversos países existen equipos con funciones similares, entre los que destaca el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) y el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF)7 y 8 .
En el caso de España, el país se quedó atrás en unirse a la corriente de investigaciones concernientes a los abusos de los derechos humanos, ya que no fue hasta el año 2000 cuando se realiza por primera vez la exhumación de una fosa común en Priaranza del Bierzo, (León) y posteriormente la identificación de los desaparecidos utilizando métodos científicos9 .
Trabajos de exhumación de la GRMHV.
Cementerio de Borriol (Castellón), Septiembre 2013.
Como se menciona en el Boletín de Medicina Legal y Forense, nº 18 en el trabajo de Polo, García-Prosper, Cruz y Ruiz (2012) "se vienen realizando regularmente exhumaciones de fosas comunes en un ámbito administrativo, bajo control de Ayuntamientos y Consejerías (de Cultura, al amparo de la Ley General de Patrimonio Histórico Español - Ley 16/1985 de 25 de junio-, y Sanidad, al amparo del Reglamento de la Policía Sanitaria Mortuoria - Real Decreto 2263/1974 de 20 de julio-), pero sin control judicial en la mayoría de los casos. Hasta la aprobación de la ley 52/2007 de 26 de diciembre o Ley Memoria Histórica, estas actuaciones se venían desarrollando en un marco legal dudoso, a veces sin control que garantice el desarrollo eficaz de los trabajos científicos. Y no es hasta 2011, tras una década de exhumaciones con metodología científica, cuando se aprueba un protocolo de actuación en materia de exhumaciones de estas características, donde para su elaboración se han tenido en cuenta las aportaciones realizadas por administraciones, asociaciones y entidades privadas vinculadas a las tareas de exhumación e identificación de víctimas (Protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, BOE 232, 27-09-2011)". Cabe mencionar, la primera propuesta organizativa, elaborada por Etxeberria en 2004, en la que ofrece recomendaciones sobre los procedimientos de actuación para el estudio de las fosas comunes y los restos exhumados10. También como en el caso de Andalucía, Cataluña, o Aragón se han elaborado diversos protocolos autonómicos en fechas muy recientes.
CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO METODOLÓGICO.
La aplicación de los métodos arqueológicos a la excavación y exhumación de fosas comunes pertenecientes a la guerra civil y al franquismo es desde hace unos años un proceso necesario y habitual. Mientras que en países anglosajones existe una disciplina independiente, la denominada "arqueología forense", en España es la arqueología, con sus propios métodos y técnicas, la que se pone al servicio de las ciencias forenses, compartiendo espacio y saber con otras disciplinas como la antropología física, la patología, la odontología o la propia historia, entre otras11.
Desde el punto de vista de la Arqueología forense, según Gassiot (2005) "es necesaria una aplicación de la metodología de excavación, adaptando los aspectos específicos del material a estudiar; esto implica la incorporación de técnicas y habilidades, propias de la Antropología forense, destinadas a la conservación e identificación de los elementos que permiten la determinación sexual, la determinación de edad y la traumatología ante mortem, peri mortem y post mortem". Es importante tener en consideración que las operaciones de recuperación de los restos son actividades destructivas (Ejemplo: una fosa que contiene restos humanos se excava por primera y única vez) y ofrecen oportunidades únicas para registrar tanto como sea posible.
En el trabajo realizado por arqueólogos y antropólogos forenses el objetivo primordial es la identificación de los individuos, así como el esclarecimiento de las causas que rodearon sus muertes. Se debe documentar de manera clara y objetiva las características observables in situ, ya que una vez que los restos óseos son levantados de su ubicación pierden toda relación con su contexto; desaparecen las evidencias que permiten la identificación de los individuos así como la posibilidad de conocer los hechos acontecidos en ese lugar12.
Documentación y estudio de los restos in situ. GRMHV,
Cementerio de Borriol (Castellón), Septiembre 2013.
Una de las cuestiones que se plantean como primordiales en todo proceso de exhumación, es el conocimiento de los individuos que nos vamos a encontrar enterrados. Por ello, de manera previa a la fase de excavación arqueológica y exhumación, debe realizarse una investigación cuyo objetivo es conocer con la mayor exactitud posible, la identidad de la persona desaparecida. Se requerirá a los interesados toda la información correspondiente a los datos relativos de la persona desaparecida (nombre, sexo, edad, fecha y lugar de nacimiento, estado civil, estudios, profesión u oficio, características físicas, patologías, lesiones etc.). También los datos sobre el modo de desaparición de la persona (fecha, hora, lugar, tiempo transcurrido entre la desaparición/detención y la fecha de ejecución e inhumación) y sobre las circunstancias de la desaparición (lugar, solo o en grupo, testigos, causas, lugar de traslado, búsqueda etc.).
Con todos estos datos se deberá realizar una "ficha ante mortem" de los desaparecidos a fin de disponer de datos de comparación para la eventual identificación. Así mismo, en la medida de lo posible, se deben reconstruir los árboles genealógicos de los desaparecidos con el fin de valorar la viabilidad de posibles análisis genéticos y solicitar las muestras biológicas a los familiares vivos oportunos. La información obtenida de forma personalizada se debe completar con la investigación histórica y documental (archivos, registro, bibliografía, testimonios orales etc.) para conseguir una información básica sobre el contexto histórico y los hechos acontecidos.
La tarea de campo o propiamente de excavación arqueológica debe estar dirigida por profesionales de esta disciplina. El objetivo de la excavación y exhumación, es recuperar los restos sin pedida de información antropológica, y los documentos y objetos que les acompañan. A su vez, se buscará obtener los primeros datos identificativos y reconstruir las circunstancias y las causas de muerte. El proceso de excavación resulta destructivo, tanto en cuestiones arqueológicas como forenses, por ello se debe afectar lo menos posible al entendimiento secuencial utilizando una metodología adecuada. Es necesario preservar la integridad de la fosa, así como la de los restos, y permitir que sea examinado por el antropólogo en la configuración en la que fue depositado. La excavación cuidadosa asegurará que los elementos individuales o las piezas esqueléticas no sean alterados13.
Tanto si se trata de un enterramiento individual o colectivo, y una vez hayamos registrado a nivel estratigráfico la ubicación en vertical de la fosa, se debe realizar la apertura del terreno de forma continuada en su totalidad. Así podremos obtener información de la situación de los cuerpos y la cronología de su deposición en la fosa. Los especialistas que realizan la exhumación deberían ser los mismos que luego en el laboratorio realizarán el análisis de los restos, ya que es posible que mucha información importante se pierda.
La Taxonomía forense es el estudio multidisciplinario del intervalo post mortem, disciplina fundamental en los estudios de Antropología de campo14. El interés radica en la posibilidad de reconstruir el medio funerario en el que se descompuso el cadáver, mediante análisis antropológico de las articulaciones, una vez tengamos los cuerpos perfilados y limpios para su reconocimiento in situ15. Además la inhumación de un individuo, desde que comienza el proceso de la putrefacción hasta la esqueletización, mantiene su relación con el contexto geológico que le rodea; es decir, todo cadáver depositado y enterrado, en el transcurso de la descomposición produce alteraciones químicas y biológicas que se impregnan en el estrato. En el proceso de apertura de la fosa con metodología arqueológica, se observa un cambio de color que indica en muchos casos la delimitación total de la fosa. Es muy importante tener un conocimiento estratigráfico previo y una familiaridad con el trabajo de campo para observar esta característica en el mismo proceso.
Una vez expuesto el esqueleto en su totalidad, los restos deben ser ubicados bi o tridimensionalmente; debe describirse su localización dentro del sitio, orientación (norte-sur/este-oeste) y posición del cuerpo, resaltando cualquier detalle relevante (tipo de suelo, estructura de la fosa, la presencia de cuevas de roedores, desplazamientos de los restos, etc.). En caso de que algunas partes del cuerpo se encuentren esparcidas, se debe medir y dibujar el área aproximada de su distribución. Si se trata de restos humanos muy deteriorados o degradados, se recomienda tomar las medidas óseas necesarias in situ, previendo que durante la recuperación o transporte los huesos se puedan alterar y dificulten su posterior medición16.
Conjunto de objetos in situ asociados al individuo.
GRMHV, El Toro (Castellón), Octubre 2013.
Es necesario recopilar y sistematizar todos los aspectos de relevancia bioantropológica y forense observados durante la excavación y exhumación de cada individuo. Esto significa aplicar los conocimientos de antropología física, anatomía humana, paleopatología y criminalística; para poder llegar a estimaciones preliminares acerca de aspectos identificativos (sexo, edad, traumas antiguos, marcas de estrés ocupacional, patologías, lesiones peri mortem, alteraciones post mortem etc.), basados en la observación macroscópica de las características morfológicas de los esqueletos. Además, se hace un inventario de los objetos personales adscritos a cada persona, que puede favorecer el acercamiento a una identificación personal. Se utiliza una ficha antropológica, en la que se documentara toda la información arqueológica, tafonómica y antropológica de cada individuo, que se corroborará en el posterior estudio de laboratorio. También se debe realizar una descripción, un registro fotográfico y una interpretación preliminar de las lesiones esqueléticas, a fin de determinar su cronología y origen. Se documentan asimismo los elementos entomológicos que pudieran ser localizados, identificados y muestreados. La metodología, tanto en el registro de los datos como en los diagnósticos, debe ser la habitual de los procedimientos de antropología clásica y forense. En este sentido, cabe destacar el tratamiento especial otorgado a las muestras para el análisis de ADN17.
Gassiot (2005) determina como después de recuperar toda la información disponible in situ sin haber movido los restos u objetos asociados, se desarrollará el levantamiento de los restos, si el estado de conservación lo permite. Cada hueso debe ser levantado de forma individual, liberándolo de la matriz de tierra que lo contenga y sin utilizar la fuerza. Si esto no es posible, se evaluará levantarlo con sedimentos adheridos y en bloque, bien compacto, que permita excavarlo en condiciones más controladas en laboratorio. También puede utilizarse algún consolidante que permita conservar la indemnidad de ciertos huesos que puedan estar muy craquelados o frágiles, pero ha de tenerse en cuenta que su uso altera químicamente al hueso por lo que se inhibe de pruebas tales como ADN en caso que fuese necesario. Es fundamental también recoger y embalar muestras del suelo donde descansa el cuerpo, ya que pueden existir remanentes de fluidos del cadáver que pueden contener información relevante para la identificación o para determinar la causa de la muerte del individuo18.
Complementariamente a las actuaciones técnicas específicas, se ha de seguir una estricta cadena de custodia que asegure la integridad de la muestra y de su correcta identificación a través de su transporte al laboratorio y subsiguientes análisis. Para todo este registro es necesario llevar un control no solo del empaquetado de los restos óseos, sino también de todo el proceso; es decir, cada día de la excavación es necesario dejar constancia de todo el trabajo que se ha realizado, quién lo ha realizado y cuál ha sido la metodología que ha seguido. Este control se denomina en las ciencias forenses como Cadena de Custodia.
Una vez finalizada la intervención arqueológica se iniciará la investigación forense de los restos y demás evidencias recuperadas13. Para ello, deben ser depositados en laboratorios que garanticen la cadena de custodia, como institutos de medicina legal o departamentos universitarios, en los que se lleven a cabo los análisis necesarios que darán respuesta a una serie de cuestiones básicas en las investigaciones sobre muertes violentas2:
- Identificación
- Diagnóstico de la muerte
- Etiología médico-legal
- Data del fallecimiento
- Circunstancias que rodearon a la muerte
Para establecer, en la medida de lo posible, las causas y circunstancias de los fallecimientos, se requiere la participación experta de especialistas en genética, odontología, patología o antropología. El estudio antropológico de laboratorio consistirá en elaborar un perfil biológico de cada uno de los individuos, documentando las actuaciones y resultados obtenidos. Se cumplimentarán fichas individualizadas de cada esqueleto, en el que se recogerá el grado de conservación del mismo, su procesamiento y reconstrucción. También se registrarán medidas antropométricas, ficha odontológica, lesiones ante mortem y peri mortem observadas, patologías, así como todos los aspectos destacados como variantes anatómicas y cualquier característica que pueda orientar hacia la identificación siguiendo criterios estrictamente forenses. Los análisis permitirán estimar el sexo, la edad, la estatura o la causa de muerte19 .
Individuo con lesiones peri mortem observables in situ.
Olba (Teruel), Abril 2012.
En el proceso de identificación, se hace necesario recurrir a las poderosas técnicas desarrolladas por la genética forense. En España tienen su referencia cualificada el Grupo Español y Portugués de la Sociedad Internacional de Genética Forense (GEP-ISFG) (http://www.usc.es/gep-isfh/) y en el que se integran varios laboratorios como el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF). La recogida y selección de muestras biológicas, tanto de los restos óseos de los desaparecidos como de los familiares de referencia más adecuados, ha de tener en cuenta protocolos como las normas de remisión de muestras del GHEP o las del INTCF20.
Si bien cabría pensar que la mayor dificultad para la identificación genética de las víctimas de la guerra civil y el franquismo podría ser la propia antigüedad y el estado de deterioro de los restos cadavéricos y de su ADN, queda demostrado que en la actualidad los laboratorios de genética forense disponen de un conjunto de herramientas que permiten obtener perfiles de ADN reproductibles y factibles. Las mayores dificultades observadas tienen que ver con la falta de disponibilidad de familiares de referencia adecuados para el análisis comparativo con los perfiles genéticos obtenidos de los restos, y con los posibles errores en la localización de las fosas, llevadas a cabo en base a testimonios orales realizados varias décadas después de los hechos. El uso de aplicaciones informáticas posibilita la gestión de un gran número de muestras y perfiles de ADN, indispensable en la identificación genética de fosas con un alto número de víctimas o en el análisis genético sistemático de distintas fosas de una misma región21.
Por último, se deberá elaborar una memoria final completa de la investigación, que incluya los informes de todos los especialistas que han participado en el procedimiento. Concretamente, en el ámbito del informe forense se realizarán tantos como especialistas participen en la identificación de laboratorio (antropológico, genético, histopatológico...). Para su elaboración deberá tenerse presente la información recogida en la ficha ante mortem y la contenida en el informe de excavación arqueológica.
DISCUSIÓN.
Lo anterior requiere establecer mecanismos de coordinación entre técnicos de muy diversa procedencia, destacando la importancia del papel del antropólogo desde la fase de investigación preliminar hasta la emisión del informe pertinente.
La presencia del antropólogo forense en campo durante la intervención arqueológica y exhumación, asegurara la obtención de datos más completos acerca de los individuos allí inhumados. Esto asegurará que la posterior investigación en laboratorio, cuente con la máxima información, para lograr el objetivo principal, la identificación de los cuerpos. Así pues, el proyecto se aborda desde una perspectiva interdisciplinar cuyo núcleo estaba formado por historiadores, arqueólogos, restauradores y especialistas forenses, que trabajarán en los ámbitos citados. No es infrecuente que en estas investigaciones exista un exceso de buena voluntad y por el contrario la cualificación sea escasa ante una problemática tan especializada y compleja.
LA DISCIPLINA DE LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN EN ARQUEOLOGÍA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.
En el caso de la Conservación-Restauración arqueológica de objetos y yacimientos asociados a la Guerra Civil española22, debemos tener en cuenta que se trata de una subdisciplina reciente y aún en desarrollo.
Resultan un verdadero referente los trabajos de instituciones como el CSIC e Incipit. En ellos, la metodología propia de la Conservación-Restauración ha tenido el peso que debería tener en todos los proyectos dentro de esta parcela del conocimiento23.
Por fortuna, nuevos grupos de investigadores han adoptado este sistema de trabajo pluridisciplinar en el que las distintas parcelas de conocimiento interactúan y cooperan desde las fases iniciales, como es el caso del GRMHV (Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia).
Como en los trabajos de Conservación y Restauración de objetos y yacimientos de cualquier otro marco cronológico, los objetivos de cualquier tratamiento sobre los mismos se centrarán, por un lado, en aportar legibilidad al objeto o yacimiento. Esto se lleva a cabo a través de la intervención directa con acciones restaurativas como puedan ser la limpieza (física, mecánica o química) o la reintegración. Con ello pretendemos restaurar el aspecto físico que supuestamente poseía en el momento del proceso de factura. Por otro lado, se procederá con acciones conservativas con el fin de frenar los procesos de degradación, en lo posible, ralentizando los efectos de deterioro causados por los diversos agentes, ya sean de origen endógeno o exógeno24.
Detalle de algunos de los productos empleados en los tratamientos restaurativos como resinas sintéticas o disolventes orgánicos.
Para todo ello, resulta necesario el estudio de los elementos constituyentes base del objeto, el conocimiento de sus características físico-químicas y el estado en el que se encuentra. Indagar sobre las técnicas y procesos empleados para la obtención del objeto y determinar su intencionalidad (a nivel funcional o práctico y a otros niveles como estético-artístico o simbólico). Conocer la vida del objeto y su uso hasta el momento de abandono (consciente o inconsciente). Emitir una evaluación de su estado de conservación, elaborar un diagnóstico y propuesta de intervención sobre el mismo para hacerlo legible y, en última instancia, brindar a futuras generaciones la posibilidad de experimentar nuestro pasado a través de sus vestigios materiales.
EL ESTADO DE LA CUESTIÓN: UNA DISCIPLINA POCO PRESENTE.
Una de las cuestiones que debería plantearse en cualquier proyecto arqueológico es la presencia de especialistas en el ámbito de la Conservación desde su génesis. Por fortuna cada vez podemos encontrar más restauradores en campo que participan in situ en las fases iniciales. Pero parece no ser habitual en iniciativas arqueológicas sobre la recuperación de espacios asociados a la Guerra Civil, proyectos de exhumación o investigaciones de objetos relacionados con el conflicto.
Con la falacia, por desgracia enraizada en la consciencia de la mayoría, de que los restos materiales derivados de la contienda bélica no poseen consideración patrimonial, han surgido múltiples iniciativas particulares fuera del ámbito científico. Movidos por el interés y, en muchos casos, armados con profundos conocimientos a nivel historiográfico, estratégico-militar, geográfico e incluso con nociones de arqueología, intervienen sobre objetos y yacimientos.
A través del presente artículo no se pretende argumentar una defensa de la consideración patrimonial de objetos y espacios asociados a la guerra, es una idea sobre la que no contemplamos lugar a duda. Es por ello por lo que, como vestigios con valor identitario, abogamos por la necesidad de un tratamiento adecuado a su consideración, un tratamiento como Bienes patrimoniales. Cualquier intervención sobre los mismos debe llevarse a cabo con las herramientas aportadas por las metodologías propias de las distintas disciplinas cooperantes, metodologías científicas.
Si no se consolida la consideración patrimonial de estos restos y no se les da un tratamiento en consonancia, por mucho interés que despierte el conflicto bélico, su desarrollo y los restos que generó, no va a ser posible obtener toda la información de la que son contenedores.
Una intervención inadecuada a nivel metodológico, a pesar de la buena intención con la que se lleve a cabo, puede suponer la pérdida de un porcentaje de información alarmante. Suelen ser habituales las acciones de deslocalización de objetos, junto con la intervención sobre los mismos con métodos y tratamientos fuera de los procesos adecuados a nivel conservativo-restaurativo. Pondremos como ejemplo: la exhumación no metodológica y limpieza inadecuada de restos de munición en una zona de enfrentamiento. El cartucho pierde toda la información en relación al contexto y, además, la limpieza no metodológica puede llegar a borrar los marcajes realizados por los proveedores que abastecían de material bélico. Esto, a su vez, puede dificultar la investigación para determinar datos sobre el desarrollo de la contienda y, por último, determinar la emisión de tesis e hipótesis erróneas.
Estas acciones resultan ser más habituales de lo deseado. Y la mayor paradoja es que son llevadas a cabo por personas sensibilizadas y muy interesadas en la recuperación de la verdadera memoria de nuestra Historia. Debemos ser conscientes de la necesidad de fomentar, en la medida de lo posible, el posicionamiento de la Conservación-Restauración arqueológica de los vestigios materiales derivados de la Guerra Civil como subdisciplina científica. Y actuar en consonancia con una metodología adaptada a las necesidades específicas de este ámbito de estudio.
CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO METODOLÓGICO.
En principio, la metodología de actuación sobre este tipo de vestigios, no dista de la que se emplea en cualquier otra fórmula patrimonial. Pero debemos tener en cuenta algunas particularidades durante las distintas fases de actuación:
- Investigaciones previas y documentación. El conservador-restaurador debería participar en las fases iniciales de cualquier proyecto, trabajar en campo desde la génesis de las investigaciones. Debe poseer toda la información posible del contexto (físico y cronológico) de los objetos y espacios. Actuará sobre la vertiente material de estos pero debe tener constancia de su significado, su vertiente intangible.
- Proceso de exhumación o excavación. Su presencia in situ es necesaria. El empleo de ciertos sistemas de extracción, preconsolidaciones y pretratamientos conservativos pueden ayudar a preservar la integridad del objeto y, con ello, obtener mucha más información del mismo.
Detalle del proceso de preconsolidación con resina sintética Paraloid B72 por goteo.
- Sistemas de embalaje, traslado y almacenamiento (en la fase anterior a los tratamientos definitivos). Este tipo de acciones desde la perspectiva conservativa son de vital importancia. En muchas ocasiones los objetos suelen depositarse durante largos periodos hasta el momento en el que son intervenidos a nivel restaurativo. Las condiciones de almacenaje determinan la desaparición de información, de forma parcial o total, que nos aportan dichos vestigios. Los procesos de transformación físico-químicos de los distintos elementos que constituyen los objetos son inevitables. La degradación de la materia forma parte de un proceso natural irremediable pero ralentizar dichas transformaciones es posible a través de un control siguiendo las pautas de la disciplina de la conservación preventiva.
- Procesos restaurativos (acciones directas sobre los vestigios). Adaptándose a las características y necesidades actuaremos en consonancia, diseñando los tratamientos adecuados basándonos en un diagnóstico previo. Entre los procesos de intervención directa debemos destacar: las limpiezas físico-mecánicas y químicas (Figura 8), las consolidaciones, estabilizaciones, reintegraciones, adhesiones y protecciones finales . Todos abogan por aportar legibilidad al objeto, actuando sobre su vertiente material.
Detalle del proceso de limpieza mecánica con bisturí de un objeto metálico.
- Conservación preventiva: sistemas de embalaje definitivo, almacenamiento, sistemas expositivos y control ambiental. Una vez intervenidos los restos, debería elaborarse un plan de acción para asegurar la integridad de los mismos a largo plazo, en este caso actuando sobre el medio circundante, es decir, sobre los agentes a los que va a estar expuesto el objeto en sí. El seguimiento periódico de las condiciones es un deber ineludible .
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