1. ¿Qué es el Genocidio Armenio?
Las atrocidades cometidas contra el pueblo Armenio por el Imperio Otomano y el Estado de Turquía durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial y años anteriores y posteriores a ésta, son llamadas en su conjunto el Genocidio Armenio. El Genocidio es una forma organizada de matanza de un conjunto de personas con el objetivo explicito de ponerle fin a su existencia colectiva. Esto requiere un planeamiento central y una maquinaria organizada para implementarlo haciendo que el genocidio sea un prototipo de crimen de estado, ya que solo un estado cuenta con los recursos necesarios para llevar a cabo tal destrucción. El Genocidio Armenio fue planeado y administrado centralmente por el Estado de Turquía contra toda la población Armenia del Imperio Otomano. Fue llevado a cabo durante la Primera Guerra Mundial entre los años 1915 y 1918. El pueblo Armenio fue sujeto a deportaciones, expropiaciones, secuestros, tortura, masacre e inanición. La gran mayoría de la población Armenia fue forzosamente removida desde Armenia y Anatolia a Siria, donde una gran parte de la población fue enviada al desierto para morir de hambre y sed. Gran número de Armenios fueron masacrados metódicamente a lo ancho y largo del Imperio Otomano. Mujeres y niños fueron raptados y brutalmente abusados. Toda la riqueza del pueblo Armenio fue expropiada. Después de menos de un año de calma al final de la Primera Guerra Mundial, las atrocidades contra el pueblo Armenio fueron reanudadas entre 1920 y 1923, donde los restantes armenios fueron victimas de más masacres y expulsiones. En 1915, treinta años antes de que la Organización de las Naciones Unidas adoptase la Convención sobre la Prevención y Castigo de los Crímenes de Genocidio, la comunidad internacional condenaba el Genocidio Armenio como un crimen contra la humanidad.
2. ¿Quién es responsable del Genocidio Armenio?
La decisión para llevar adelante el genocidio en contra de la población Armenia fue tomada por el partido político que detentaba el poder en el Imperio Otomano. Este fue el Comité de Unión y Progreso (CUP) o Ittihad ve Terakkí Jemiyettí, conocido popularmente como los “Jóvenes Turcos”. Tres figuras del CUP controlaban el gobierno; Mehmet Talaat, Ministro del Interior en 1915 y Gran Primer Ministro en 1917 (Grand Vizier); Ismael Enver, Ministro de Guerra y Ahmed Jemal, Ministro de Marina y Gobernador Militar de Siria. Los Jóvenes Turcos bajo asamblea determinaron los altos cargos del gobierno y asignaron a los comandantes militares la efectiva ejecución del Genocidio. Además del Ministro del Interior y el Ministro de Guerra, los Jóvenes Turcos contaban con una organización recientemente creada, conformada por convictos y tropas irregulares que llamaron la Organización Especial (Teshkilati Mahsusa). Su objetivo principal fue llevar a cabo la masacre masiva de los Armenios deportados. A cargo de la Organización Especial estaba Behaeddin Shakir, un médico. Por otra parte, extremistas ideólogos como Zia Gokalp, promocionaban a través de los medios la propaganda del CUP, el Panturquismo; la creación de un nuevo imperio que se extendería desde Anatolia hasta Asia Central y cuya población seria exclusivamente turca. Estos conceptos justificaron y divulgaron los planes secretos del CUP para exterminar a todos los armenios del Imperio Otomano. Los cómplices de los Jóvenes Turcos, otras figuras que encabezaban del gobierno otomano, miembros del CUP Comité Central, y muchos administradores provinciales responsables de las atrocidades en contra de la población armenia fueron acusados por sus crímenes al final de la Primera Guerra Mundial. Los principales criminales evadieron la justicia al huir de Turquía. Sin embargo, fueron juzgados en ausencia y han sido encontrados culpables de crímenes capitales. Las masacres, expulsiones y los maltratos a los Armenios entre 1920 y 1923 fue realizado por los Nacionalistas Turcos, quienes representaban un nuevo movimiento político opuesto al de los Jóvenes Turcos, pero con quienes compartían la ideología sobre la exclusividad étnica del Estado Turco.
3. ¿Cuántas personas murieron en el Genocidio Armenio?
Está estimado que un millón y medio de Armenios fueron exterminados entre 1915 y 1923. La población armenia del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial era de aproximadamente dos millones. Más de un millón fueron deportados en 1915. Cientos de miles fueron masacrados en el acto. Muchos otros murieron por inanición y epidemias que arrasaban en los campos de concentración. Entre los armenios que vivían en la periferia del Imperio Otomano, muchos escaparon al destino de sus compatriotas de las provincias centrales de Turquía. Más de diez mil armenios en el este de Turquía escaparon a la frontera con Rusia llevando una vida precaria como refugiados. La mayoría de los armenios residentes en Constantinopla, la capital de Turquía, fueron deportados. En 1918 el régimen de los Jóvenes Turcos llevó a cabo una guerra en los Cáucasos donde aproximadamente 1.800.000 Armenios vivían bajo la dominación de Rusia. Las fuerzas Otomanas avanzaron por el este de Armenia y Azerbaiján donde también se estaban llevando a cabo masacres sistemáticas contra el pueblo Armenio. Las expulsiones y masacres realizadas por los Turcos Nacionalistas entre 1920 y 1923 sumaron cientos de miles de nuevas victimas. Para 1923 las tierras de Asia Menor y la histórica Armenia del oeste, fue expugnada de la totalidad de su población Armenia. La destrucción de las comunidades Armenias en esta parte del mundo fue total.
4. ¿Existieron testigos del Genocidio Armenio?
Existieron muchos testigos del Genocidio Armenio. A pesar de que el gobierno de los Jóvenes Turcos tomó precauciones e impuso severas restricciones en los reportes y la toma de fotografías del acontecimiento, existieron muchos extranjeros en el Imperio Otomano que presenciaron las deportaciones. La mayoría de estos eran diplomáticos y misioneros de los Estados Unidos de América. Ellos fueron los primeros en llevar las noticias al mundo externo sobre el desarrollo del Genocidio Armenio. Algunos de sus reportes fueron titulares en las noticias del mundo occidental y de los Estados Unidos. También entre los que presenciaron las atrocidades cometidas contra el pueblo Armenio existieron muchos ciudadanos alemanes. Los alemanes eran aliados de los Turcos durante la Primera Guerra Mundial. Algunos oficiales alemanes condenaron las acciones de los Jóvenes Turcos y otros informaron a sus superiores en Alemania sobre las masacres realizadas a la población civil armenia. Muchos rusos pudieron observar por ellos mismos las atrocidades cometidas contra las comunidades armenias cuando el ejército ruso ocupó parte de Anatolia. Muchos árabes de Siria, donde la mayoría de los deportados eran enviados, pudieron ver la espantosa condición de los escasos sobrevivientes de tan cruel proceder. Por ultimo, muchos oficiales turcos fueron testigos de la masacre mientras tomaban parte de ésta. Muchos de ellos dieron sus testimonios bajo juramento en los tribunales de posguerra donde se sometió a juicio a los Jóvenes Turcos, organizadores del Genocidio Armenio.
5. ¿Cuál fue la respuesta de la comunidad internacional ante el Genocidio Armenio?
La comunidad internacional condenó el Genocidio Armenio. En Mayo de 1915, el Reino Unido, Francia y Rusia advirtieron a los líderes de los Jóvenes Turcos que serian responsables de un crimen contra la humanidad. Al final de la guerra, los aliados victoriosos demandaron al Gobierno Otomano que citara ante la justicia a los Jóvenes Turcos acusados por crímenes de guerra. También se realizaron esfuerzos para socorrer a los armenios que morían por inanición. Los gobiernos de los Estados Unidos de América, Reino Unido y Alemania patrocinaron la preparación de reportes sobre las atrocidades cometidas y muchos de estos fueron dados a publicidad. Sin embargo, ninguna medida se tomó contra el Estado de Turquía, sea para sancionarlo o para rescatar al pueblo armenio del exterminio. Además, tampoco se tomó ninguna medida contra el Gobierno Turco para la restitución de la inmensa pérdida material y humana que sufrió el pueblo Armenio.
6. ¿Por qué se conmemora el Genocidio Armenio el 24 de Abril?
Desde hace ya décadas y en cualquier país donde haya una comunidad de armenios establecidos, cada 24 de Abril se recuerda al millón y medio de armenios masacrados por la Turquía Otomana. La fecha simboliza la decapitación estructural del pueblo armenio, ya que comenzada la noche del 23 de Abril y durante toda la madrugada del día 24, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos destacados de origen armenio, fueron despojados de sus hogares bajo arresto e inmediatamente deportados hacia el interior del Imperio para ser posteriormente asesinados. Esta fecha en el calendario concentra dos acontecimientos muy importantes: el comienzo del plan de exterminio de todo el pueblo armenio que pondrían en marcha los miembros del Partido Ittihad (Jóvenes Turcos) desde 1915 y hasta los primeros años de la República de Turquía fundada por Mustafá Kemal Attatürk (1923). Por otro lado, el 24 de Abril resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa humanidad, que los turcos-otomanos cometieron en perjuicio del pueblo armenio, es decir las matanzas anteriores al 24 de Abril de 1915.
7. ¿Son las masacres de Armenios consideradas en la actualidad como Genocidio según la Convención sobre Genocidio de las Naciones Unidas?
La Convención sobre la Prevención y Castigo de los Crímenes de Genocidio de las Naciones Unidas, describe al genocidio como “el acto cometido con el propósito de destruir, en parte o en su totalidad, a una nación, etnia, raza o grupo religioso” . Claramente esta definición se aplica a las atrocidades cometidas contra el pueblo armenio por parte del Gobierno Turco. Ello así, dado que la Convención de las Naciones Unidas fue adoptada en 1948, 30 años después de perpetrarse el Genocidio. Los ciudadanos de origen armenio procuran lograr el reconocimiento oficial por parte de los gobiernos donde ellos se han afincado luego de esos atroces episodios. A pesar de que varios países han reconocido oficialmente el Genocidio Armenio, la Republica de Turquía como política de estado niega sistemáticamente el mismo. Mas aún, Turquía minimiza las evidencias de las atrocidades llevadas a cabo, como meras alegaciones y obstruye regularmente los esfuerzos aplicados al reconocimiento de tal episodio. Por lo tanto, afirmar la verdad sobre el Genocidio Armenio se tornado en un asunto de importancia internacional. La recurrencia de genocidios en el siglos XX y y comienzos del XXI, hace que el reconocimiento de los crímenes y atrocidades cometidas contra los armenios por parte del Estado Turco, sea una obligación apremiante de la comunidad internacional.
Cuando Lemkin acuñó la palabra genocidio, lo hizo precisamente pensando en las atrocidades cometidas contra armenios bajo el régimen de Talat Pasha, en el que más de un millón de armenios fueron asesinados. A pesar de que en 1920 los tribunales militares celebraron en Constantinopla (hoy Estambul) los juicios que condenaron in absentiaa Talat Pasha —también a Enver Pasha, Cemal Pasha— por la concepción, organización y ejecución de las matanzas masivas contra el pueblo armenio, los tres escaparon de la justicia huyendo al extranjero. Años más tarde Soghomón Tehlirián, un armenio que sobrevivió a la matanza de su familia, asesinaba a Talat Pasha.
Las posteriores atrocidades cometidas durante el régimen nazi contra los judíos pusieron de manifiesto, una vez más, la necesidad de tipificar como delito contra el derecho de gentes (delicta iuris gentium) las conductas que comportan un peligro para la comunidad internacional en las cuales la voluntad del autor pretende, no solamente a lesionar al individuo, sino aniquilar la colectividad a la cual pertenece. Y esto es lo que sucedió en Anatolia, actual territorio del Estado turco.
Hoy, 100 años después del comienzo de la matanza, Turquía sigue negando el genocidio y los familiares de las víctimas sufren un luto incompleto. Y lo que es más grave, no se trata sólo de una postura oficial estatal, sino que está respaldada por la extraordinaria convicción de casi la totalidad de la ciudadanía que afirma que lo que el resto del mundo llama “genocidio” no fue más que una “catástrofe” o un “desastre”, conceptos que intentan eludir la responsabilidad que el Estado turco —como heredero del Imperio Otomano— tuvo como perpetrador, instigador y autor de los crímenes y violaciones que se cometieron contra más de un millón de personas con el fin último de llevar a cabo una limpieza étnica que terminara con las reivindicaciones nacionalistas de esta minoría.
Los familiares de las víctimas, y con ellos toda la humanidad, tienen derecho a ese reconocimiento de la realidad que rodearon los actos comenzados en 1915. Una realidad que refleja lo más oscuro del ser humano y que sólo a través de la memoria y la reparación podrá evitarse de nuevo.
En 1913 se constituyó el Comité de Unión y Progreso (CUP) liderado por Talat Pasha, de ideología nacionalista y cuyo principal lema esgrimía “Anatolia para los turcos”. En 1914, un ejército compuesto por 120.000 rusos y 5.000 armenios entró en el imperio, convirtiendo a los armenios en enemigos de la nación, el chivo expiatorio de los turcos tras el declive y la derrota del imperio.
El 24 de abril de 1915, las fuerzas otomanas decapitaron a la cabeza intelectual de los armenios —235 personas— en un movimiento encaminado a desestructurar a su población mediante la eliminación de sus líderes. Tras estas matanzas, la ley otorgó la legitimación al Gobierno para arrestar y deportar armenios aldea por aldea, informándoles de que se les reubicaría en localidades del interior del país.
La palabra oficial usada por el Gobierno fue “exilio”, pero en la práctica fue “viaje de la muerte”, para la exterminación. A una parte de los armenios se les obligó a caminar a pie —a veces en círculos— bajo un calor asfixiante, en unas condiciones en las que cualquier hombre sano perecería. No se les permitía beber ni descansar. Y si no se les deportaba a pie, se les embarcaba en el ferrocarril de Anatolia o el que une Berlín con Bagdad —obligándoles a comprar sus billetes de tren, una práctica repetida por los nazis durante el Holocausto— y en ellos morían de asfixia. Obviamente, los más débiles —ancianos, niños, mujeres embarazadas— morían y si no podían seguir, se les sacrificaba. A los pocos supervivientes de las eternas marchas les abandonaron en el desierto de Der Zor.
El Éufrates se tiñó de rojo transportando los cuerpos de personas a quienes se les habían arrebatado la vida
Sólo en 1915 The New York Timespublicó 145 artículos recogiendo los acontecimientos, que calificó como un “exterminio racial planeado y organizado por el Gobierno”. Las noticias fueron confirmadas por fuentes consulares, que describieron cómo cientos de cuerpos y huesos se amontonaban en los caminos de Anatolia. En estas 4.000 páginas de declaraciones se puede leer cómo el Éufrates se tiñó de rojo transportando los cuerpos de personas a quienes se les había arrebatado la vida o que, en desesperación, se arrojaron para acabar con una existencia marcada por el horror. Por todas partes había mujeres desnudas y no se sabía si estaban vivas o muertas.
Además de la persecución oficial, una unidad secreta paramilitar de la CUP dirigida por un médico, Behadin Shakir, organizó escuadrones de la muerte que golpeaban a los armenios en su marcha o durante sus escasos descansos. Asimismo, se propagó la idea de que si se mataba a un armenio, se abrirían las puertas del cielo, por lo que los lugareños acabaron participando en las matanzas.
Las violaciones de mujeres fueron un componente esencial del genocidio y estas se cometieron contra niñas y ancianas incluidas. Aurora Mardiganian fue testigo de la muerte de los miembros de su familia, obligados a caminar más de 2.250 kilómetros. Fue secuestrada y vendida en los mercados de esclavos a un harem. Entre todos los horrores relata cómo 16 jóvenes muchachas armenias fueron desnudadas, violadas y empaladas por sus torturadores otomanos al no cumplir con sus deseos.
Casi todos los armenios (11 a 12 millones) han sufrido en sus familias el zarpazo del terror. Y si bien es cierto que el nuevo Estado turco que se constituyó en 1923 se aleja radicalmente del CUP, dedica considerables esfuerzos y dinero a defender que estos crímenes fueron cometidos en un periodo de guerra y no como actos genocidas. Esta política pone en cuestión el avance del Estado turco que se apoya en una memoria en gran medida construida, fabricada y manipulada. Turquía debe reconocer el genocidio en beneficio no sólo de las víctimas, sino de su propia subsistencia y de la de toda la humanidad. La verdad y la reparación tienen un lugar necesario como medida de justicia para el pueblo armenio. Por el contrario, la impunidad y la negación del genocidio armenio avergüenza a quienes la defienden.
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