Juan I de Aragón, llamado el Cazador o el Amador de toda gentileza (Perpiñán, 1350 - Torroella de Montgrí(Gerona), 1396), rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y conde de Barcelona, Rosellón y Cerdaña (1387-1396). Hijo y sucesor de Pedro IV y de Leonor de Sicilia.
Antes de su entronización ostentó por vez primera el título de duque de Gerona, que identificaba al príncipe heredero de la Casa de Aragón, y que sigue siendo utilizado por la monarquía española.
Juan I de Aragón | ||||
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Rey de Aragón | ||||
Retrato de Juan I el Cazador | ||||
Rey de Aragón, Mallorca, Valencia y Cerdeña y Córcega Conde de Barcelona, Rosellón y Cerdaña | ||||
1387 - 19 de mayo de 1396 | ||||
Predecesor | Pedro IV | |||
Sucesor | Martín I | |||
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Información personal | ||||
Coronación | enero de 1387 | |||
Nacimiento | 27 de diciembre de 1350 Perpiñán | |||
Fallecimiento | 19 de mayo de 1396 (45 años) bosque de Orriols (Torroella de Montgrí, Gerona) | |||
Entierro | Sepulcros reales del monasterio de Poblet | |||
Familia | ||||
Casa real | Casa de Aragón | |||
Padre | Pedro IV de Aragón | |||
Madre | Leonor de Sicilia | |||
Consorte | Marta de Armañac Violante de Bar | |||
Descendencia | 6 hijos y 6 hijas (sólo 2 alcanzaron la mayoría de edad) |
Reinado
Juan I tuvo ciertas diferencias con su suegro, el conde de Armañac. Las tropas del conde, bajo las órdenes de Bernardo, hermano del conde de Armañac, invadieron el Ampurdán y llegaron hasta Gerona (1389-1390); fueron rechazados por las tropas que dirigía el infante Martín, hermano y futuro sucesor del rey. También tuvo que sofocar una rebelión en Cerdeña.
Su reinado se caracteriza por el desorden administrativo y financiero; aunque el rey mismo tenía una importante formación intelectual y fue un decidido promotor de las artes y las letras, cedió la responsabilidad de las tareas de gobierno a su esposa Yolanda o Violante de Bar, mientras él se dedicaba a sus aficiones favoritas, especialmente a la caza.1 2 Promovió, con ayuda de su favorita Carroza de Vilaragut, la música y la literatura; en este ámbito instituyó los Juegos Florales de Barcelona, a imitación de los de Tolosa, en 1393, en los que participaban poetas de toda la Corona de Aragón.2
Las revueltas en Cerdeña exigían continuos gastos, que Juan de Aragón no satisfacía como debiera, al dedicar costosos recursos al mecenazgo de una refinada corte. La corrupción de los consejeros y la clientela real, que desviaba partidas que estaban destinadas a sofocar los disturbios sardos, e incluso los que iban a sufragar la preceptiva coronación del Rey en la Catedral de Zaragoza, que por este motivo no llegó a celebrarse, dilapidaron la hacienda regia. El rey cazador llegó al extremo de tener que vender los castillos de realengo situados en elRosellón como medio de mitigar la penuria administrativa. Las Cortes de Aragón, a quien el rey tenía que solicitar financiación, acabaron rechazando pagar los emolumentos destinados a espectáculos y fiestas cortesanas, alegando la inmoralidad que suponía derrochar en estos fastos cuando la realidad social del pueblo sufría escasez y la economía atravesaba una crisis. Juan I, ante la negativa de las Cortes a sufragar la monarquía, comenzó a pedir préstamos a los banqueros de Florencia, lo cual originó la decadencia de la economía de Cataluña y el auge económico y comercial de Aragón y Valencia.3
En 1391 la pobreza encendió la mecha de las persecuciones a los judíos de Cataluña, Baleares y Valencia; el verano de ese año fueron asaltados los barrios hebreos de las ciudades de Mallorca, Valencia, Lérida, Gerona y Barcelona.
Murió en el bosque de Orriols (Torroella de Montgrí, Gerona) a consecuencia de una caída del caballo1 2 mientras se encontraba en una cacería (1396). Al no tener descendencia masculina, fue sucedido por su hermano Martín. Martín I el Humano rechazó la invasión de las tropas del conde Mateo I de Foix, casado con Juana, hija de Juan, que pretendía sucederle. Violante, otra hija de Juan que también optó a la sucesión, era la esposa de Luis II de Anjou.
Matrimonios y descendencia
Casó en primeras nupcias con Marta de Armañac (1347-1378), hija del conde Juan I de Armañac. Con quien tuvo:
- Jaime (1374).
- Juana, (1375-1407) que casó con Mateo, conde de Foix. Tras la muerte de su padre, reclamó el trono junto a su marido, siendo derrotados. Murió sin descendencia.
- Juan (1376).
- Alfonso (1377).
Tras enviudar, casó con Violante de Bar (1365-1431), hija de Roberto I, duque de Bar. Descendencia:
- Jaime Duque de Gerona (1382-1388).
- Yolanda, que casó con Luis II de Anjou, rey titular de Nápoles. El hijo de ambos, Luis III, pretendió el trono tras la muerte de Martín I el Humano, en el compromiso de Caspe.
- Fernando Duque de Gerona (1389).
- Antonia (1391-1392).
- Juan Duque de Gerona (1392-1396).
- Leonor (1393).
- Pedro (1394).
- Juana (1396).
Tuvo siete hijos varones, si bien todos murieron antes que él, por lo que le sucedió su hermano Martín I el Humano.1
Introducción del Humanismo en la Corona de Aragón
Juan I junto con Johan Ferrández d'Heredia y Bernat Metge fue uno de los primeros eruditos europeos en mostrar interés por la cultura clásica y la italiana. Su mayordomo tradujo a Séneca al valenciano y el rey Juan era un gran coleccionista de libros y lector habitual de escritores clásicos como Livio y Plutarco. Así pues, mantenía una importante correspondencia sobre libros con Heredia y Gian Galeazzo Visconti, Duque de Milán.
(Perpiñán, 27-XII-1350 - ?, 19-V-1396). Rey de Aragón, desde 1387. Hijo de Pedro IV el Ceremonioso y de Leonor de Sicilia . Antes de cumplir el año fue nombrado duque de Gerona , título que se reservó a partir de entonces a los primogénitos de la Corona de Aragón . En 1370 se celebraron sus esponsales con Juana de Valois (hija de Felipe IV el Hermoso), quien falleció en Béziers antes de llegar a la corte de Aragón. Dos años después tuvo lugar el enlace del príncipe con Matha de Armañac, muerta en Zaragoza en octubre de 1378, sin haberle sobrevivido descendencia masculina.
No tardó Pedro IV en proponer a su hijo el matrimonio con la heredera de Sicilia, tendente a afirmar lapolítica mediterránea de la Corona de Aragón, pero el príncipe se inclinó por una nueva aproximación a Francia, gestionando por su propia cuenta su boda con Violante de Bar , sobrina de Carlos el Sabio. La ceremonia, que tuvo lugar en Montpellier el 2-II-1380, contó con escasos asistentes por la actitud remisa de Pedro IV a aceptar este enlace. Las intrigas cortesanas alimentaron la tirantez de relaciones entre el monarca y su heredero, y en particular la lucha abierta entre éste y su madrastra Sibila de Forciá .
En enero de 1387 se encontraba Juan convaleciente de una grave enfermedad, cuando tuvo noticia de la muerte de su padre; se abría entonces un nuevo capítulo en el que el nuevo rey descargaría su odio y venganzas contra su madrastra. Inmediatamente de haberla condenado a prisión -acusada, según el documento oficial, de grandes crímenes-, Juan I ordenó se requisaran todos sus bienes, que fueron traspasados a su sucesora en el trono, Violante de Bar. Respecto al reino de Aragón suponían unos ingresos de 66.059 sueldos, que venían a incrementar las elevadas sumas percibidas por Violante en el marinado de Jaca, comunidades de Daroca y Teruel, aljamas de las principales villas aragonesas, derechos sobre salinas, etc.; bienes todos ellos del patrimonio real.
El breve reinado de Juan I contrasta notablemente con el de su antecesor. Monarca aficionado a la caza y a la astrología, amante de las letras y de las artes, fue en cambio débil e indolente para los negocios públicos, que en gran parte dejó en manos de su esposa. Al desorden fiscal existente y a la desastrosa política hacendística que venía arrastrando la Corona, se unían ahora los cuantiosos gastos de la corte y las prodigalidades de la reina.
Ya en vida de Pedro IV, las Cortes de Monzón de 1383 habían denunciado las exacciones y corrupción de los malos consejeros que rodeaban tanto al monarca como a su hijo, el entonces duque de Gerona. En el reinado de Juan I continuó la escalada de enajenaciones, hipotecas, asignaciones de las rentas pública a la nobleza, a entidades religiosas y a particulares, acumulándose las deudas de tal forma que los monarcas tuvieron que recurrir frecuentemente a préstamos usurarios.
Por otra parte, al malestar social vino a sumarse el movimiento antijudaico, que prendió primero en las aljamas del reino de Castilla, se propagó más tarde a los estados de la Corona de Aragón y tuvo su explosión más violenta en el año 1391, con el asalto y destrucción de numerosos barrios judíos, entre ellos el de Barcelona. En el reino de Aragón, aun cuando Zaragoza y otras ciudades no conocieron tales matanzas y graves vejaciones contra la población judía, el clima general de aguda tensión tuvo algunas repercusiones.
Juan I había heredado los problemas inherentes a la política expansiva de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. En primer lugar tuvo que enfrentarse con el problema sardo. El monarca, en abril de 1388, había ratificado con los Arborea el tratado de paz firmado en Cáller a principios de ese mismo año, que no significó más que un breve respiro ya que al año siguiente Leonor de Arborea reanudó la lucha. La proyectada expedición de los aragoneses, que pensaba dirigir el propio rey, quedó en punto muerto; tan sólo la lealtad de las tropas de la Corona que resistían en algunas villas sardas pudo mantener el dominio de la isla hasta su pacificación por Martín I.
Respecto a Sicilia, triunfó la política matrimonial llevada a cabo por Pedro IV, al casar a su nieto Martín con María, reina de Sicilia. Algunos barones sicilianos, con la aquiescencia del papa, habían proclamado rey a Luis de Durazzo, pero el infante don Martín, hermano de Juan I, organizó una expedición y consiguió apoderarse de Palermo y de gran número de villas. Martín el Joven y la reina María de Sicilia pudieron ejercer su gobierno, no sin antes vencer la larga resistencia de los isleños merced a los sucesivos refuerzos de tropas enviadas desde la Península.
Por estos años se perdieron los restos de la dominación aragonesa en Grecia, al caer en 1287 la ciudad de Atenas en manos de Nerio Acciajoli y rendirse en 1390 el castillo de Neopatria. Más tarde los ducados de Atenas y de Neopatria se anexionaron a la Corona de Sicilia.
En política exterior el empeño de mantener la paz constituye la nota dominante del reinado de Juan I. Tan sólo se vio turbada en los primeros años por la irrupción en el Ampurdán de las tropas del conde de Armañac, que se consideraba con derechos al reino de Mallorca como heredero de Jaime IV. Por lo demás se mantuvo la alianza con Francia, reforzada con la adhesión de los Estados de la Corona de Aragón al pontífice de Aviñón. Juan I pretendió incluso instalar en sus dominios al sucesor de Clemente VII, el aragonés Benedicto XIII , propuesta que fue desestimada por la ciudad de Barcelona, a la que el monarca había solicitado ayuda pecuniaria para tal fin. La buena armonía presidió también las relaciones con el reino de Castilla. Con el de Navarra quedó sin efecto el proyectado matrimonio de la heredera de este reino con el primogénito del monarca aragonés, que murió siendo niño.
El balance de los nueve años del reinado de Juan I no arroja un saldo positivo más que en el orden cultural. La fastuosa corte, de ambiente francés debido al influjo de Violante de Bar, fue el centro de un movimiento humanista donde músicos, juglares y trovadores contaron con el mecenazgo de los reales cónyuges. El monarca, amante de la música y gran bibliófilo, destacó también por su afición a la música, la astrología y la alquimia. Su pasión por la caza, que le ha valido el sobrenombre de «el Cazador», fue la causa de su muerte, en 1396. Al no dejar descendientes varones, fue sucedido en el trono por su hermano Martín, desde 1380 ya rey de Sicilia.
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