La invasión abasí de Asia Menor del 782 fue una de las mayores operaciones militares realizadas por el Califato abasí contra el Imperio bizantino. La invasión comenzó como una demostración del poder militar abasí después de una serie de triunfos militares bizantinos. Mandada por el heredero y futuro califa Harún al-Rashid (786-809), el ejército abasí llegó a la ciudad de Crisópolis, situada frente a la capital bizantina, Constantinopla, en la orilla opuesta del Bósforo, mientras otras fuerzas secundarias realizaban correrías por el Asia Menor occidental y derrotaban a las huestes bizantinas de la región. Como Harún no deseaba atacar Constantinopla directamente y tampoco tenía navíos para hacerlo, se retiró.
Los bizantinos que, mientras tanto, habían neutralizado un destacamento árabe cuya misión era asegurar la retirada de la retaguardia del ejército abasí de Frigia, consiguieron cercar al ejército de Harún con sus fuerzas convergentes. La deserción del general armenio Tatzates, sin embargo, permitió que Harún saliera de la apurada situación. El príncipe abasí envió una embajada pidiendo una tregua y prendió a los enviados bizantinos que acudieron a tratar con él, muy principales y entre los que se contaba el ministro más importante de la emperatriz Irene, Estauracio, lo que la obligó a aceptar una tregua de tres años y un pago de un oneroso tributo anual. Con la paz asegurada, Irene fijó su atención en los Balcanes hasta al menos el 786; el renovado hostigamiento árabe posterior condujo a una nueva tregua, firmada en el 798 y de términos similares a la del 782.
Invasión abasí de Asia Menor (782) | ||||
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Parte de Guerras árabo-bizantinas | ||||
El Asia Menor bizantina en el 780. | ||||
Fecha | Primavera-verano del 782. | |||
Lugar | Asia Menor | |||
Resultado | Victoria abasí. Armisticio y firma de una tregua de tres años. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Unidades militares | ||||
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Antecedentes[editar]
Aprovechando las dificultades internas del Califato omeya que condujeron a las guerras civiles de la década de 740 y a la subsiguiente revolución abasí, los bizantinos del emperador Constantino V (741-775) consiguieron retomar la iniciativa en la frontera oriental con una estrategia ofensiva. Luego, con la consolidación gradual del régimen abasí en las décadas de 760 y 770, la situación se equilibró: los árabes reanudaron los ataques a gran escala, penetrando profundamente en Asia Menor, aunque los bizantinos aún eran capaces de emprender grandes contraataques.1 Así, en el 778, los bizantinos, dirigidos por Miguel Lacanodraco, tomaron la ciudad de Germanicia (Maraj), se hicieron con un gran tesoro, apresaron numerosos cristianos sirios y vencieron al ejército enviado contra ellos con el general abasí Tumama ibn Walid al frente.2 Al año siguiente, los bizantinos tomaron y destruyeron la ciudad fortificada de Adata, lo que obligó al califa al-Mahdi (775-785) a sustituir al pasivo Tumama por el veterano Hasan ibn Qahtaba. Ibn Qahtaba encabezó una hueste de treinta mil soldados en una invasión del territorio bizantino a la que los bizantinos no se opusieron; su estrategia fue replegarse a ciudades fortificadas hasta que la falta de suministros forzara a Ibn Qahtaba, frustrado, a retirarse.345
Como respuesta a estos éxitos bizantinos, el califa al-Mahdi se decidió a intervenir en persona. El 12 de marzo del 780, partió de Bagdad, cruzó Alepo y marchó hasta Adata, que reforzó. Enseguida, avanzó hasta Arabisso, donde dejó al ejército y volvió a Bagdad. Su hijo y heredero Harún —más conocido por su laqab, o epíteto, al-Rashid— quedó al mando de la mitad las tropas, con las que atacó el thema de Armeníacos y tomó el pequeño fuerte de Semalo. Tumama, que mandaba la otra mitad del ejército, avanzó por Asia Menor. Marchó en dirección oeste hasta el thema Tracesiano, pero fue derrotado allí por Lacanodraco.5 En junio del 781, cuando los árabes se preparaban para emprender la tradicional incursión anual contra los bizantinos, la emperatriz Irene reunió los ejércitos de todos los themas anatólicos y entregó su mando al sacelario eunuco Juan, mientras las fuerzas árabes se juntaban en Adata dirigidas por Abd al-Kabir, un sobrino-bisnieto del califa Omar (634-644). Los musulmanes cruzaron la frontera y penetraron en la Capadocia bizantina a través del paso de Adata y chocaron en Cesarea con las fuerzas combinadas bizantinas de Lacanodraco. La batalla terminó con una dura derrota para los árabes, que obligó a Abd al-Kabir a abandonar la campaña y retroceder a Siria.678
Esta derrota enfureció al califa, que inició los preparativos de una nueva expedición. Pretendía que esta fuera una demostración de fuerza y de la clara superioridad del Califato y, por ello, reunió el mayor ejército jamás enviado contra los bizantinos: supuestamente contaba con 95 793 soldados, alrededor del doble de las fuerzas bizantinas en Asia Menor, y su manutención costó al Califato alrededor de un millón seiscientos mil nomismas, casi tanto como los ingresos anuales de la hacienda bizantina. Harún encabezaba la expedición, pero se hizo acompañar de militares veteranos.910
Campaña[editar]
El 9 de febrero de 782, Harún partió de Bagdad; los árabes cruzaron los montes Tauro a través de las Puertas Cilicias y rápidamente tomaron la fortaleza fronteriza de Magida. Luego avanzaron por las carreteras militares de la meseta hasta Frigia. Allá, Harún dejó a su lugarteniente, el hayib al-Rabi' ibn Yunus, para que cercase Nacolea y guardase la retaguardia, mientras otra fuerza, supuestamente de treinta mil hombres mandados por al-Barmaki —miembro no identificado de la poderosa familia de los barmecidas, posiblemente Yahya ibn Jalid— fue enviada a correr las ricas regiones costeras de Asia Menor. El propio Harún, al frente de la columna principal, avanzó hasta el thema Opsiciano. Los relatos de los acontecimientos subsiguientes en las fuentes primarias (Teófanes el Confesor, Miguel el Sirio, y al-Tabari) difieren en los detalles, pero el curso general de la campaña puede reconstruirse.61112
Según Warren Treadgold, la estrategia bizantina se debió al principal ministro de Irene, el eunuco Estauracio, que aconsejó evitar un enfrentamiento directo con el enorme ejército de Harún y esperar hasta que lo dividiera, para entonces avanzar para lidiar con cada parte por separado. Los tracesianos, mandados por Lacanodraco, se enfrentaron a al-Barmaki en un lugar llamado Dareno, pero fueron derrotados y sufrieron grandes pérdidas (quince mil según Teófanes, diez mil según Miguel). El resultado del cerco de al-Rabi a Nacolea es incierto, pero es casi seguro que fracasó; la forma en que Teófanes lo describe parece indicar que la ciudad fue tomada, pero Miguel el Sirio relata que los árabes sufrieron abundantes pérdidas y no consiguieron capturarla, una versión de los acontecimientos confirmada por las fuentes hagiográficas.111314 Al-Tabari relata que parte del ejército abasí principal, bajo Yazid ibn Mazyad al-Shaybani, se encontró con una fuerza bizantina encabezada por un tal Nicetas, que era «conde de los condes» (tal vez un conde del thema Opsiciano), probablemente en algún lugar cerca de Nicea. En la batalla que siguió, Nicetas fue herido y derribado del caballo en un combate singular contra un general árabe y obligado a retirarse, probablemente a Nicomedia, donde estaban reunidos los tagmas (regimientos de la guardia) mandados por el doméstico de las escolas Antonio. Sin prestar atención a estos, Harún avanzó hasta Crisópolis, separada de la capital, Constantinopla, por el Bósforo. Sin navíos para cruzar el estrecho y sin la intención de atacar la ciudad, Harún probablemente solo realizó ese avance para demostrar su fortaleza.15161718
Pero, a pesar de los éxitos logrados hasta entonces, la posición de Harún era precaria, pues la derrota de al-Rabi amenazaba sus líneas de comunicación y de abastecimiento con el Califato. Por eso, después de haber saqueado los suburbios asiáticos de la capital bizantina, se retiró con su ejército; durante la marcha a lo largo del valle del río Sangario, al oeste de Nicea, lo cercaron entre las fuerzas de los tagmas dirigidas por Antonio que acosaban su retaguardia y de las del thema de los Bucelarios del general Tatzates, que le bloquearon el paso.16 Por suerte para el califa, Tatzates, príncipe armenio que había abandonado su tierra natal dominada por los árabes, se había pasado a los bizantinos en el 760 y era muy próximo al régimen iconoclasta de Constantino V, se puso en contacto secretamente con él. Tatzates se ofreció a ayudar a Harún a cambio del perdón y de un salvoconducto para que él y su familia y el permiso para regresar a Armenia. Teófanes explica que las acciones de Tatzates las originó la hostilidad del favorito de Irene, Estauracio, pero esto en realidad evidenciaba un disgusto intenso con el gobierno de Irene. Según escribe Ralph-Johannes Lilie: «Tatzates no veía para sí ninguna gran oportunidad en el nuevo régimen y aprovechó la oportunidad que se le presentó».14192021
Cuando Harún solicitó negociar, Irene despachó una delegación compuesta por Estauracio, Antonio y el magister officiorum Pedro. Confiados en su predominio militar, se olvidaron de exigir el salvoconducto del grupo o rehenes para el bando bizantino y, por ello, fueron prendidos tan pronto como llegaron al campamento árabe. Esta argucia árabe, la traición de Tatzates y la falta de confianza en las tropas que este mandaba obligaron a Irene a negociar la liberación del grupo, especialmente la de su fiel Estauracio.14192021
Los dos Estados firmaron entonces una tregua de tres años en la que se establecía un oneroso tributo anual —las fuentes árabes mencionan valores diversos, que varían de los setenta a los cien mil nomismas; una de ellas añade incluso el compromiso de entrega de diez mil piezas de seda— que los bizantinos habían de pagar al califa.21 El relato de al-Tabari afirma que el tributo llegaba hasta los «noventa o setenta mil dinares de oro» que debían entregarse «a principios de abril y en junio de todos los años» lo que Treadgold interpreta como dos pagos de noventa y setenta mil monedas, respectivamente. Además de eso, los bizantinos se comprometían a suministrar provisiones y guías para el regreso de Harún a su territorio y a entregar a la esposa de Tatzates con sus pertenencias. Harún, por su parte, liberó a todos los cautivos que había tomado (5643 según al-Tabari), pero conservó el rico botín que había obtenido durante la campaña; retornó al Califato en septiembre del 782.1422 En su relato sobre la expedición, al-Tabari afirma que las fuerzas árabes obtuvieron 194 450 dinares de oro y 214 148 000 dírhams de plata, mataron a 54 000 bizantinos en la batalla y tomaron 2090 en cautiverio, se hicieron con más de 20 000 monturas y sacrificaron más de 100 000 cabezas de ganado bovino y ovino. Al-Tabari también indica que el tamaño del botín era tal que «un caballo de carga se vendía por un dírham y una mula por menos de diez, una cota de malla por menos de un dírham y veinte espadas, por un dírham»23 —en una época en la que uno o dos dírhams era el salario diario habitual de un jornalero o un soldado—.24
Consecuencias[editar]
La victoriosa invasión árabe tuvo repercusiones importantes en el Imperio bizantino, pues representó un gran golpe al prestigio de la emperatriz Irene. Tatzates, un dirigente veterano y capaz, abandonó el imperio y marchó a gobernar su Armenia natal, sometido a los abasíes. Por otro lado, a pesar del humillante tratado de paz, las pérdidas no fueron excesivas para los bizantinos, especialmente considerando la escala del ataque árabe, e Irene se aprovechó de los tres años de tregua para fortalecer su posición interna: parece que la empleó para deshacerse de la mayoría de la «vieja guardia» formada por los generales de Constantino V; la principal víctima de la purga fue el veterano e iconoclasta fanático Miguel Lacanodraco. De esta forma, la emperatriz se aseguró el control del ejército y fue capaz de encauzar su energía en extender y consolidar el dominio bizantino sobre los esclavenos (eslavos) de los Balcanes.252627
A pesar de la tregua, el cronista Ya'qubi menciona incursiones árabes en Asia Menor los años 783, 784 y 785. Si su relato es cierto, estos ataques probablemente fueron de pequeña importancia, pues las fuentes principales concuerdan en que las dos partes respetaron la tregua hasta la primavera del 785.28 Este año, tras haber fortalecido su control del ejército y mientras se preparaba para enfrentarse a los iconoclastas, Irene decidió cesar el pago del tributo, lo que hizo que las hostilidades se reanudaran. A comienzos del 786, los bizantinos consiguieron una gran victoria al saquear y arrasar completamente la ciudad fortificada de Adata en Cilicia, que los abasíes habían pasado los últimos cinco años transformando en una base militar y en una fortaleza para emplearla como centro de sus expediciones allende la frontera.2930 Sin embargo, después del ascenso de Harún al-Rashid al trono califal el mismo año, los abasíes retomaron la iniciativa. El hostigamiento árabe aumentó y, en el 798, Irene se vio obligada a negociar un tratado de paz con las mismas condiciones del que había firmado en el 782.
La invasión abasí de Asia Menor del 806 fue la mayor ofensiva del califato abasí contra el Imperio bizantino. El califa Harún al-Rashid mandó en persona el ejército invasor, que penetró en territorio enemigo para vengar las incursiones bizantinas del año anterior en la marcas fronterizas abasíes y amedrentar al emperador Nicéforo I. El enorme ejército califal, que según las fuentes árabes reunía más de ciento treinta mil soldados, atravesó Capadocia sin encontrar oposición, conquistó varias ciudades y castillos, entre los que destaca Heraclea Cybistra, y con su presencia obligó al emperador bizantino a solicitar la paz a cambio del pago de tributos. Tras la retirada del califa, Nicéforo infringió el pacto suscrito y recuperó las fortalezas fronterizas que había tenido que evacuar a causa de la invasión abasí. Harún, enfrascado en el aplastamiento de una rebelión en el Jorasán, no pudo reaccionar antes de morir tres años después. El estallido de la guerra civil a abasí en el 809 y las guerras de los bizantinos con los búlgaros hicieron que durante las dos décadas siguientes menguasen los combates en la frontera árabo-bizantina.
Antecedentes[editar]
Tras el derrocamiento de la emperatriz Irene en octubre del 802 y la entronización de Nicéforo I, empezó una etapa más violenta del largo enfrentamiento entre bizantinos y árabes musulmanes. Tras una serie de devastadoras campañas anuales de los musulmanes en Asia Menor, Irene parece que firmó una tregua con el califa Harún al-Rashid en el 798 a cambio del pago de un tributo anual, en condiciones parecidas a la anterior de tres años firmada con los abasíes en el 782 tras otra incursión del califa.123 Nicéforo, por el contrario, resultó un soberano más belicoso —según una fuente siríaca, un renegado bizantino, Elpidio, aconsejó al gobernador de la Alta Mesopotamia que «mudase sus sedas por la coraza» al tener noticia del advenimiento de Nicéforo al trono bizantino—. Por añadidura, el nuevo emperador tenía el propósito de mejorar las situación del erario mediante diversas medidas, entre ellas, el dejar de pagar el tributo a los abasíes.4 Harún reaccionó de inmediato al cese de los pagos, y encomendó una campaña contra el imperio a su hijo al-Qasim que se llevó a cabo en la primavera del 803. Nicéforo no pudo enfrentarse al ejército árabe, pues el ejército de Asia Menor se había amotinado, acaudillado por su general en jefe, Bardanes el Turco. Tras aplastar la revuelta de este, sin embargo, Nicéforo se aprestó a frenar una segunda incursión árabe, mayor que la anterior y con el mismísimo califa al frente. Después de que el ejército musulmán corriese la zona fronteriza, los dos ejércitos se persiguieron durante dos meses en el centro de Anatolia, pero sin librar batalla; los dos soberanos trataron hasta acordar una corta tregua por lo que quedaba de año: los bizantinos accedieron a realizar un único pago del tributo anual a cambio de la retirada del ejército musulmán.15
En el 804, un ejército abasí, al mando de Ibrahim ibn Jibril, atravesó los montes Tauro y penetró en Asia Menor. Nicéforo salió a su encuentro y fue duramente derrotado en la batalla de Krasos, en la que el enemigo lo sorprendió y en la que casi pierde la vida. El califa, sin embargo, tenía problemas en el Jorasán, por lo que se avino a firmar una tregua a cambio de un nuevo pago de los bizantinos. Los dos bandos pactaron además un intercambio de cautivos, que se verificó en el invierno a orillas del Lamos en Cilicia, el río que marcaba la frontera entre los dos Estados: los musulmanes liberaron a los bizantinos apresados en las campañas de los años anteriores, y recibieron a su vez a tres mil setecientos correligionarios de manos de estos.136 Seguidamente el califa partió hacia el Jorasán, dejando a al-Qasim a cargo de la frontera bizantina. Nicéforo lo aprovechó para reconstruir las murallas de Safsaf, Tebasa y Ancira en la primavera y en el verano acometió la primera expedición bizantina en territorio del califato en veinte años, que corrió las marcas fronterizas enemigas (thughur) en Cilicia. El ejército bizantino taló los alrededores de Mopsuestia y Anazarba, haciendo cautivos a lo largo de la marcha. La guarnición de Mopsuestia lo atacó, liberó a la mayoría de los cautivos y recuperó gran parte del botín que hasta entonces habían hecho los bizantinos, pero no pudo impedir que el ejército enemigo marchase hacia Tarso, que el califa había mandado reforzar y repoblar en el 786 para afianzar la autoridad abasí en Cilicia. Pese a las precauciones de Harún, los bizantinos se apoderaron de la ciudad y apresaron a su guarnición. Otro ejército bizantino corría por entonces la marca fronteriza de la Alta Mesopotamia y conquistó mediante asedio Melitene y en Chipre estalló una rebelión contra las fuerzas árabes acuarteladas en la isla, instigada por los bizantinos.178
La inusitada actividad bizantina alarmó al califa. Recibió noticia de que Nicéforo preparaba una expedición similar para el año siguiente, con la que pretendía recuperar los territorios fronterizos que había talado en la de ese año. Si lo hubiese logrado, guarneciendo Tarso y Melitene, habría impedido a los árabes acceder a Anatolia. No obstante, el emperador era plenamente consciente de la superioridad del enemigo en hombres y recursos y es más probable que el objetivo de la nueva campaña fuese simplemente demostrar el poderío de sus propias armas y tantear la reacción musulmana a las nuevas expediciones.9
La campaña del 806[editar]
Tras solventar los problemas del Jorasán, el califa regresó al oeste en noviembre del 805 y organizó una gran expedición de castigo para el 806, reuniendo para ello hombres del Levante, Persia y Egipto. Según al-Tabari, el ejército que juntó contaba con treinta y cinco mil soldados, además de los voluntarios. Esta cifra —o la de Teófanes el Confesor, que afirma que el ejército contaba con trescientos mil hombres– es la mayor mencionaba por las crónicas para un ejército abasí, y superaba al tamaño total del ejército bizantino. Aunque exagerados, estos números indican la magnitud del ejército califal. Al mismo tiempo, los musulmanes prepararon una escuadra, cuyo mando se entregó al almirante Humayd ibn Ma'yuf al-Hajuri, para atacar Chipre.10111213
El enorme ejército musulmán partió de Raqqa, al norte de Siria y donde residía el califa, el 11 de junio del 806; el propio califa se hallaba al frente y las crónicas afirman que lucía un bonete con una inscripción bordada en la que se proclamaba «guerrero de la fe y peregrino» (en árabe ghazi, hach). La hueste abasí cruzó Cilicia, en la que Harún ordenó reconstruir la saqueada Tarso y penetró en Capadocia, territorio ya enemigo, por las Puertas Cilicias. El ejército se dirigió a Tiana, que a la sazón se hallaba abandonada. Allí asentó sus reales y el califa ordenó a 'Uqbah ibn Ja'far al-Juza'i que reparase sus defensas y edificase en ella una mezquita.141516 El lugarteniente del califa Abdallah ibn Malik al-Juza'i conquistó luego Sideropalos, desde donde partió seguidamente el primo del califa Dawud ibn 'Isa ibn Musa con la mitad de las fuerzas disponibles —setenta mil soldados según al-Tabari— para correr Capadocia. Otro de los generales abasíes, Sharahil ibn Ma'n ibn Za'ida, se apoderó de la llamada «fortaleza de los eslavos» (Hisn al-Saqalibah) y de la recién reconstruida Thebasa, mientras que Yazid ibn Majlad tomaba el «castillo del sauce» (al-Safsaf) y Malakopea. Los musulmanes se apoderaron igualmente de Andrasos, cercaron Kyzistra y enviaron un destacamento incluso a Ancira que, sin embargo, no pudieron conquistar. El califa dirigió la otra mitad de sus fuerzas hacia el oeste y ocupó Heraclea Cybistra tras un mes de asedio, en agosto o septiembre. La ciudad fue entregada al saqueo y luego arrasada y sus habitantes fueron hechos esclavos y enviados al territorio abasí. En Chipre, Humayd devastó la isla e hizo dieciséis mil cautivos, entre los que se contó el arzobispo; los cautivos fueron vendidos como esclavos en Siria.101718
Nicéforo no pudo hacer frente a la vez al enorme ejército abasí y a la amenaza búlgara en los Balcanes. Aunque tomó el mando del ejército y venció a algunos destacamentos menores de los musulmanes, se cuidó de no presentar batalla a las principales columnas enemigas. Para evitar que el ejército enemigo invernara en Tiana, envió una embajada compuesta por tres eclesiásticos al califa: Miguel, obispo de Sinnada; Pedro, abad del monasterio de Goulaion; y Gregorio, ayudante del metropolitano de Amastris. Harún negoció con ellos la paz, que incluyó el pago de un tributo anual de treinta mil o cincuenta mil sólidos,nota 1 además de un tributo personal (yizia) de tres sólidosnota 2 que tanto el emperador como su hijo y heredero Estauracio se comprometían a entregar al califa en calidad de vasallos. Asimismo, Nicéforo se comprometió a no reconstruir las fortalezas desmanteladas por los musulmanes. A consecuencia del pacto, el califa ordenó poner fin a los asedios, reunió sus huestes, y retornó a sus tierras.16192021
Consecuencias[editar]
La situación se distendió tras la conclusión de la paz. Al-Tabari cuenta que el emperador solicitó al califa que liberase a una muchacha de Heraclea, apresada durante la conquista de la ciudad, que era una de las candidatas a desposar a su hijo Estauracio, y que le enviase además perfume. Según al-Tabari, al-Rashid ordenó que se buscase a la mujer, que fue engalanada e instalada en la propia tienda del califa. Esta, con todos sus adornos y muebles, fue entregada, junto con la cautiva, al enviado imperial. El califa también le envió al emperador el perfume que le había pedido, junto con dátiles, platos de dulces de gelatina, uvas y medicinas. Por su parte, Nicéforo le envió un caballo cargado con cincuenta mil monedas de plata, cien prendas de satén, doscientas de fino brocado, doce halcones, cuatro perros de caza y tres corceles.2223 Pese al intercambio, tan pronto como los musulmanes se retiraron, el emperador emprendió la reconstrucción de las fortalezas fronterizas y dejó de pagar el prometido tributo. Teófanes afirma que al-Rashid reaccionó regresando y apoderándose de Thebasa, pero ninguna otra fuente confirma esta acción del califa.242123
Lo que sí hicieron los musulmanes fue emprender una serie de incursiones de castigo al año siguiente; la de la primavera, encabezada por Yazid ibn Majlad al-Hubayri al-Fazari, fue desbaratada por los bizantinos, que le infligieron a este una contundente derrota en la que perdió la vida. La del verano, mayor y al mando de Harthama ibn A'yan, acabó con la retirada de los dos ejércitos tras una batalla sin claro vencedor en la que el propio Nicéforo mandó las huestes bizantinas. Por su parte, los bizantinos corrieron la comarca de Marash; a finales del verano, Humayd realizó una serie de ataques por mar en los que asaltó Rodas y alcanzó el Peloponeso, en el que azuzó a la población eslava a rebelarse contra la autoridad bizantina. De regreso, una tormenta hundió varios de los bajeles de Humayd y la rebelión eslava fue sofocada por los bizantinos después del fallido asedio eslavo a Patras.252627 Al fracaso de las incursiones abasíes de ese año se sumó el estallido de una nueva rebelión en el Jorasán, que obligó al califa a marchar de nuevo al este para lidiar con ella. Antes de hacerlo, firmó una nueva tregua con los bizantinos y llevó a cabo un nuevo canje de cautivos en Lamos (808). Nicéforo pudo así mantener en su poder los castillos fronterizos que había restaurado y librarse del pago del prometido tributo al califa.28
Trascendencia[editar]
La gran expedición de al-Rashid tuvo escasas consecuencias materiales. Pese al saqueo de Heraclea, destacado en las fuentes árabes, la invasión no tuvo consecuencias permanentes, ya que Nicéforo se apresuró a infringir el acuerdo de paz con el califa. Si este hubiese seguido el consejo de algunos de sus lugartenientes, que le sugirieron marchar más hacia el oeste y saquear algunas otras ciudades principales del imperio, podría haber infligido a este serios daños. Al no hacerlo, al-Rashid optó por tratar de intimidar al emperador con su poder militar para que desistiese de abordar campañas por territorio abasí como la del 805.nota 3 El califa alcanzó este objetivo: a partir del 806, el soberano bizantino abandonó toda expansión en la frontera oriental del imperio y se concentró en aplicar su plan de reforma fiscal, recuperar los Balcanes y combatir a los búlgaros.3233 Sus esfuerzos en este sentido resultaron infructuosos, pues resultó contundentemente vencido en la batalla de Pliska del 811, pero los abasíes, sumidos en una guerra civil a la muerte de al-Rashid (24 de marzo del 809) que enfrentó a sus hijos al-Amin (califa del 809 al 813) y al-Ma'mun (del 813 al 833) no pudieron aprovechar el descalabro bizantino. En realidad, la campaña del 806 y las estériles incursiones del año siguiente supusieron la última campaña abasí contra los bizantinos en veinte años. Los grandes choques entre los dos imperios únicamente se retomaron mucho después, en tiempos del emperador Teófilo (que reinó en el periodo 829-842) y de los califas al-Ma'mun y Al-Mutásim (833-842).3435
El impacto más duradero de la campaña fue literario. En la literatura árabe, existen diversas leyendas, que menciona al-Masudi, relativas a la campaña del 806. Los otomanos también concedieron gran importancia a las guerras de al-Rashid con los bizantinos. En su obra y motivado por la campaña del 782, Evliya Çelebi hizo que el califa asediase en dos ocasiones Constantinopla: el primer sitio lo abandonó tras obtener la tierra que pudiese cubrir con una piel de buey, en la que construyó un castillo (reminiscencia del cuento de la reina Dido); en el segundo, el califa ahorca a Nicéforo en la catedral de Santa Sofía.36
Para conmemorar el éxito de la campaña, el califa ordenó erigir un monumento a unos ocho kilómetros al oeste de Raqqa, su principal lugar de residencia. Se lo conoce como Hiraqla (probablemente un derivado de Heraclea), y está formado por un cuadrado de cien metros de longitud, inscrito en una muralla circular de quinientos metros de diámetro en la que se abren cuatro puertas, cada una en un punto cardinal. El edificio principal, construido con piedras de iglesias derruidas por orden del califa en 806-807, tiene cuatro cámaras abovedadas en el piso inferior y rampas de ascenso a otro superior, que quedó inconcluso debido a la marcha del califa al Jorasán y su posterior muerte.
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