Los osteocitos1son las células principales del tejido óseo, representan aproximadamente el 95% del total de células de este tejido. Cada osteocito se encuentra situado en una laguna tallada en la sustancia intercelular mineralizada del hueso. Tiene una forma característica estrellada debido a que de su citoplasma surgen prolongaciones que corren a lo largo de pequeños canales situados en la matriz mineralizada del hueso, formando un laberinto de conductos llamado sistema lácuno-canalicular.2
Formación[editar]
Los osteocitos se forman a partir de los osteoblastos que a su vez derivan de las células osteoprogenitoras.
Los osteocitos se forman cuando los osteoblastos óseos quedan atrapados en la matriz osteoide.
Características[editar]
Estas células son incapaces de dividirse. El citoplasma es ligeramente alargado y basófilo, cuenta con numerosas prolongaciones citoplasmáticas. Tienen poco desarrollado el retículo endoplásmico rugoso y el aparato de Golgi. Cuentan con la capacidad de segregar o reabsorber la matriz ósea que les circunda, de hecho se podría decir que estas células se han quedado atrapadas en su propia sustancia de secreción.
Sección transversal de tejido óseo compacto. | ||
Osteocitos incluidos en la matriz ósea. | ||
Latín | Osteocytus |
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El osteoclasto es una célula multinucleadas, móvil y gigante que degrada, reabsorbe y remodela huesos. Al igual que el osteoblasto, está implicado en la remodelación de hueso natural. Deriva de células hematológicas. Los osteclastos, células responsables de la resorción de la matriz ósea, son células acidófilas y polinucleadas de gran tamaño. Ocupan una cavidad llamada laguna de resorción o laguna de Howship y se localizan en las superficies óseas firmemente asociadas a la matriz ósea, por medio de integrinas (α5β3). Los osteoclastos se forman por la fusión de varias células mononucleares derivadas de una célula madre sanguínea de la médula ósea, mostrando muchas propiedades de los macrófagos, formando parte del sistema monocítico macrofágico.
Los osteoclastos se caracterizan por poseer una porción de su membrana "arrugada", en forma de cepillo, rodeada de un citoplasma libre de orgánulos llamada "zona clara", con la que se adhiere a la superficie del hueso mediante integrinas, unos receptores especializados del hueso. El proceso de resorción se inicia cuando el aparato de MRD de las células excreta lisosomas con enzimas capaces de producir un microambiente ácido por debajo de la membrana arrugada como consecuencia del transporte de protones mediante la bomba de protones ATP-dependiente, el intercambio Na+/H+ y la anhidrasa carbónica. Las enzimas lisosomales de los osteoclastos implicadas en este proceso son cistein-proteasas como la catepsina y sobre todo, la fosfatasa ácida tartrato-resistente (esta última se utiliza como marcador del fenotipo osteoclástico). Las enzimas lisosomales solo son liberadas en la zona clara en las proximidades del borde arrugado produciéndose en esta área las reacciones de degradación de la matriz que deben producirse antes de que el medio ácido disuelva las sales minerales del hueso.
Regulación[editar]
La reabsorción osteoclástica depende de una serie de factores reguladores externos como la hormona paratiroidea, la 1,25-dihidroxicalciferol (vitamina D3), la calcitonina y vitamina D. Otros factores que afectan la funcionalidad de los osteoclastos son los glucocorticoides y las prostaglandinas. Además participa en los procesos de osificación endocondral y osificación intramembranosa en las fracturas de huesos (planos y restantes, respectivamente). Esto es debido a la resorción de material desechable y la intervención posterior de osteocitos en la reparación ósea.
Los óvulos son las células sexuales o gametos femeninos.1 Son células grandes, esféricas e inmóviles. Desde la pubertad, cada 28 días aproximadamente, madura un ovocito en uno de los ovarios y pasa a una de las trompas de Falopio, durante el denominado ciclo menstrual; cuando es fecundada por un espermatozoide, el ovocito se convierte en un cigoto.
Fueron descubiertos y descritos por primera vez en 1827 —Ovi Mammalium et Hominis genesi—, por el biólogo Karl Ernst von Baer, quien luego de realizar experimentos de cruce de mamíferos, logró identificarlos como el gameto femenino.
En animales[editar]
En los animales, el óvulo es el gameto femenino (célula sexual femenina), una célula haploide producida por el ovario portadora del material genético y capaz de ser fecundada por un espermatozoide, formándose entonces un cigoto.
Los óvulos son células haploides formadas en los ovarios por la subdivisión por meiosis de un ovocito primario en dos ovocitos secundarios, y estos en un óvulo y dos "cuerpos polares". Este proceso, llamado ovogénesis, se manifiesta macroscópicamente a través del proceso periódico de la ovulación.
La primera de las dos divisiones meióticas —que reduce el número de cromosomas— se inicia durante el desarrollo embrionario y queda interrumpida durante la profase. Se reanuda a partir de la pubertad, cuando en cada ciclo madura un ovocito y el folículo que lo envuelve, completándose la primera división —que produce un ovocito secundario— e iniciándose la segunda. La segunda división meiótica —que genera el óvulo maduro— queda a su vez interrumpida, y no se completa hasta que no ocurre la fecundación, si es que ésta llega a producirse. Luego de completar la meiosis de las ovogonias, además de un ovocito se habrán formado dos cuerpos polares, el primero siendo la célula hermana del ovocito secundario, y el segundo la del óvulo.
Mientras los cuerpos polares son células relativamente pequeñas, los óvulos son las células haploides más voluminosas del cuerpo humano. La membrana plasmática de un ovocito se llama ovolema y tiene un papel importante en el proceso de la fecundación.
En plantas[editar]
En las plantas se llama óvulos a los primordios seminales, que son megasporangios, mientras que los gametos femeninos reciben el nombre de oosferas.
Los queratinocitos son las células predominantes (80%-90%) de la epidermis, la capa más superficial de la piel. Contienen una proteína muy dura que se llama queratina, la cual estimula el crecimiento de células epiteliales en la piel y de las que revisten la superficie de la boca, el estómago y los intestinos. Estas células se originan en el estrato epidérmico basal y migran al estrato córneo, la parte más externa, donde se aplanan perdiendo sus núcleos.
Las dos principales funciones de los queratinocitos son:
- Producir queratina, la principal proteína estructural de la epidermis.
- Participan en la barrera contra el agua en la epidermis.
Capas[editar]
La epidermis se divide en 5 capas según la morfología de los queratinocitos (del interior al exterior):
- Capa germinativa, de regeneración o basal: Es la más profunda y está constituida por una sola capa de células cuboidales que se disponen por encima de la unión dermo-epidérmica. En la capa basal los queratinocitos expresan queratinas K5 y K14.
- Capa espinosa o de Malphigio: Está constituido por múltiples hileras de queratinocitos que expresan las queratinas K1 Y K10, de citoplasma eosinófilo, aplanados y unidos entre sí por desmosomas.
- Capa granulosa: Está constituida por una o varias hileras de células que contienen gránulos de queratinas K2 y K11.
- En ciertas localizaciones como palmas de las manos y la planta de los pies existe una capa visible, amorfa, entre la capa granulosa y la capa córnea que se denomina estrato lúcido.
- Capa córnea: Células que han perdido el núcleo y conforman la queratina blanda.
Los queratinocitos están en continua renovación y pasan progresivamente de la capa basal a las zonas superiores, por diferenciación celular, hasta la capa córnea, donde forman una capa de células muertas en forma de escamas y rica en queratina. Se calcula que tardan un mes en el trayecto desde la capa basal (capa germinativa) hasta la capa córnea, aunque el proceso puede verse acelerado en casos de hiperproliferación de queratinocitos (psoriasis).
Esta capa constituye una barrera de protección contra todo tipo de agentes lesivos y microorganismos patógenos.
Los queratinocitos migran con un movimiento de balanceo durante el proceso de cicatrización de heridas.
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