Epónimos relacionados con la economía
Los conocidos como Hechos de Kaldor (en inglés: Kaldor's facts)? son seis declaraciones sobre el crecimiento económico propuestas por el economista hungaro-británico Nicholas Kaldor (1908-1986) en un artículo de 1957 A model of economic growth.1 Él mismo los describió como «una visión estilizada de los hechos».
Hechos estilizados del crecimiento económico
Nicholas Kaldor resume las propiedades estadísticas de largo plazo del crecimiento económico en su influyente artículo. Señaló las siguientes seis constancias históricas reveladas por las recientes investigaciones empíricas:
- las porciones del ingreso nacional recibida por el trabajo y el capital son más o menos constante durante largos períodos de tiempo;
- la tasa de crecimiento del stock de capital es más o menos constante durante largos períodos de tiempo;
- la tasa de crecimiento de la producción por trabajador es más o menos constante durante largos períodos de tiempo;
- la relación capital / producto es más o menos constante durante largos períodos de tiempo;
- la tasa de retorno de la inversión es más o menos constante durante largos períodos de tiempo;
- el salario real crece con el tiempo.
LAS LEYES DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE KALDOR
En la literatura se conoce como leyes del crecimiento de Kaldor a un conjunto de hechos estilizados observados por dicho economista al analizar las experiencias de crecimiento económico de un grupo muy importante de países desarrollados. Estas leyes fueron presentadas con el objetivo de dar explicación a las diferencias que pudieran presentarse en las tasas de crecimiento en las fases de crecimiento económico de un país. Estas leyes se refieren a los efectos positivos que genera la expansión del producto manufacturero en el conjunto de la economía al inducir el crecimiento del resto de los sectores y elevar la productividad en todas las actividades económicas.
La primera Ley de Kaldor establece que la tasa de crecimiento de una economía se relaciona de manera positiva con la correspondiente a su sector manufacturero, lo cual implica que éste se considera el motor de crecimiento. La explicación de este vínculo se asocia con el alto efecto multiplicador del sector industrial, debido a las altas elasticidades ingreso de la demanda de las manufacturas; a los fuertes encadenamientos productivos hacia atrás y hacia adelante de las actividades industriales, y a las economías de aprendizaje que pueden obtenerse a medida que avanza la división del trabajo y se fortalece la especialización como resultado de la expansión de las actividades manufactureras.
Esta primera Ley se ha expresado de manera alternativa como:
(32)
(33)
Donde es la tasa de crecimiento del producto de toda la economía, la de la industria manufacturera y la de las actividades no manufactureras. El hecho de que esté contenido en y que además sea parte considerable de éste implica que la correlación entre ambas variables puede resultar espúrea, por lo que es preferible que el contraste empírico de la Ley se realice utilizando la ecuación 33, con la tasa de crecimiento del producto no manufacturero como variable dependiente en lugar de la correspondiente al producto total.
Con esto se previene que la correlación estimada sea espúrea y se puede demostrar si la expansión manufacturera tiene un efecto de arrastre del resto de las actividades económicas. La primera Ley se valida si en 32 y 33, a1 es positiva y estadísticamente significativa, y se rechaza si cualquiera de estas dos condiciones no se cumple. No obstante, la simple relación estadística entre y o entre y no es suficiente para afirmar que el crecimiento es dirigido por la demanda; además, es necesario establecer la dirección de causalidad y descartar otras posibles explicaciones.
La segunda Ley, mejor conocida como la Ley de Verdoorn[1], postula que un incremento en la tasa de crecimiento de la producción manufacturera conduce a un aumento de la productividad del trabajo dentro del mismo sector, debido al proceso de aprendizaje que se deriva de una división del trabajo y una especialización mayores, asociadas a la ampliación del mercado, así como a las economías de escala de carácter dinámico provenientes de la incorporación del progreso técnico y de la mecanización de las actividades productivas.
La tercera Ley afirma que la productividad en los sectores no manufactureros aumenta cuando la tasa de crecimiento del producto manufacturero se incrementa. Este resultado puede explicarse a partir de diversos procesos: en primer lugar, la expansión de la industria manufacturera acrecienta la demanda por trabajo convirtiéndose en un polo de atracción de trabajadores que se encuentran en sectores tradicionales en una situación de desempleo disfrazado. En dichos sectores disminuye el empleo pero el producto no se reduce, lo cual se manifiesta como un aumento de la productividad del trabajo. En segundo lugar, la transferencia de recursos de sectores de baja productividad a otros de alta genera un efecto favorable en la productividad agregada de la economía, ya que trabajadores poco productivos empleados en actividades tradicionales se convierten en fuerza laboral industrial más productiva.
La última Ley que establece Kaldor se refiere a las causas por las que existen diferencias en las tasas de crecimiento en la producción manufacturera. En este sentido se concede gran importancia a los factores de oferta y demanda, especialmente el consumo, a la inversión y a las exportaciones. También se suele destacar el papel primordial que tiene el factor trabajo en esta tarea, ya que, según Galindo y Malgesini (1994), cuanto mayor sea el número y más productivo sea el factor trabajo, se propiciará crecimiento de la productividad.
Kaldor[2], se ocupa del papel que juega el ahorro dentro de la economía, y muestra una teoría de la distribución alternativa a la keynesiana, que sirve además de pieza fundamental a la hora de desarrollar su modelo de crecimiento. De esta forma, la tasa de beneficio que genera una sociedad depende de la propensión al ahorro que se tenga respecto a la renta que proviene de los beneficios. En los planteamientos de Kaldor (1963)[3], se enumera un grupo de factores que especifican el proceso que conllevan al crecimiento económico:
1. El crecimiento sostenido en el largo plazo del ingreso per cápita.
2. El crecimiento del capital físico por trabajador.
3. El hecho que la tasa de retorno del capital sea constante.
4. El aprovechamiento de las ventajas comparativas y el equilibrio dinámico.
5. La acumulación de capital físico y social.
6. El progreso tecnológico, la especialización del trabajo y el descubrimiento de nuevos métodos de producción.
La teoría del modelo de crecimiento elaborado por Kaldor, ha defendido la tesis de que entre las regiones de un país donde prevalece la plena libertad de movimiento de los factores productivos, las restricciones de demanda, más que las de oferta, suelen ser el principal freno a la expansión económica[4].
En esta teoría se destacan los modelos de crecimiento acumulativo dirigido por las exportaciones con restricción de balanza de pagos y sin ella, donde el efecto de Verdoorn y la magnitud de las elasticidades ingreso de los bienes que se comercian en escala internacional o entre las regiones de un país, constituyen los factores más importantes que dan lugar a diferencias en las tasas de crecimiento. Según Ocegueda (2003), se trata de un enfoque teórico en que el proceso de especialización productiva define las condiciones fundamentales del desempeño económico de largo plazo y la industrialización se alza como la estrategia fundamental para lograr el crecimiento económico.
En concreto, dicho modelo, se fundamenta en las siguientes ecuaciones:
1. Una función de ahorro,
(34)
Donde y son parámetros superiores a cero (0) pero menores a uno (1), siendo la propensión marginal a ahorrar respecto a los beneficios y la propensión marginal a ahorrar respecto a los salarios. es la renta bruta del período.
2. Una función que recoja el progreso técnico, en el que se muestre la relación que existe entre la tasa de crecimiento de la producción por trabajador y la tasa de crecimiento del capital per cápita (k - ), de la siguiente forma:
(35)
Una función de inversión en la que aparezcan dos elementos. El primero de ellos se refiere al volumen de inversión inducida que se necesita ante la variación del nivel de producción realizada en un momento anterior, de tal forma que se supone que esta inversión tendrá que conseguir que el crecimiento en la capacidad de producción en un determinado período de tiempo, por ejemplo sea de la siguiente forma:
(36)
Donde es la tasa de crecimiento de la población y otro parámetro.
De la ecuación 36 se desprende que la tasa de crecimiento de la economía y) es superior a la del capital k), ya que el segundo término de la ecuación (36) es positivo, por lo que k crecerá a lo largo del tiempo, lo que motiva que y también lo haga y más que proporcionalmente.
Por otro lado, según Galindo y Malgesini (1994), para tener una visión más completa del modelo de crecimiento de Kaldor, hay que considerar que la tasa de beneficios respecto al capital existente no puede ser inferior que el tipo de interés junto con el riesgo en el que se incurre por llevar a cabo la inversión correspondiente. Además, que el tipo de interés se determina dentro del mercado monetario, al enfrentar la demanda con la oferta monetaria, tal y como se establece dentro del análisis keynesiano.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, Kaldor llega a la conclusión de que el nivel de acumulación se alcanza en aquel momento en que el nivel de beneficio real sea igual a la tasa mínima de beneficio correspondiente a un tipo de interés determinado. Sólo en estas circunstancias los empresarios estarán dispuestos a introducir nuevas inversiones en las firmas y mejorar de esta forma el crecimiento sistémico.
Una de las reflexiones que emerge para la propuesta de este estudio es que cuando las regiones pobres crecen más rápido que las ricas puede encontrarse evidencia estadística favorable para esta Ley, sin que ello signifique que el crecimiento lo dirijan las fuerzas de la demanda. Esto se debe a que en los países o las regiones de bajo ingreso per cápita el sector manufacturero tiende a crecer más rápido que los demás, mientras que en los de altos ingresos los servicios muestran un mayor dinamismo porque el progreso económico eleva la elasticidad ingreso de estas actividades respecto de las manufactureras.
Se desprende de este planteamiento que las regiones de mayor crecimiento son las que expanden más rápido su sector manufacturero, característica compatible con el enfoque neoclásico que postula que las disparidades en las tasas de crecimiento se determinan desde el lado de la oferta.
La demanda por manufacturas y no las restricciones de oferta es lo que determina qué tan rápido crece la producción total. El reconocimiento del papel clave que juega el sector manufacturero, se basa en que el sector primario está gobernado por otro tipo de fuerzas y su tasa de crecimiento depende del progreso de las innovaciones ahorradoras en tierra. Aún más, las economías de escala son mucho más importantes en el sector manufacturero (Pizano, 1980:94).
Para Kaldor, entre más alta es la tasa esperada de ganancia, mayor es el incentivo que tienen los empresarios para adoptar una técnica más intensiva en mano de obra. Esto está en conflicto con la visión neoclásica del problema; sin embargo, el problema es que la teoría tradicional no tiene en cuenta el riesgo y la incertidumbre, y en el mundo real estos elementos llevan a economías en el cual los fondos se recuperan a través de las ganancias.
El problema de un crecimiento económico acelerado, según Kaldor, está relacionado con el suministro eficiente de un conjunto bastante amplio de bienes públicos que se denominan como infraestructura (Pizano, 1980:99). El principal freno al desarrollo no es la ausencia de incentivos sino la escasez de recursos. Para Kaldor, resulta claro que el potencial impositivo de un país pobre es menor al de un país industrializado y, por lo tanto, las metas de una reforma tributaria no pueden ser muy ambiciosas.
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