domingo, 5 de julio de 2020

BATALLAS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA


La batalla de Alba de Tormes fue una batalla de la guerra de la Independencia Española librada entre los días 8 y 16 de noviembre de 1812 en el pueblo salmantino de Alba de Tormes en España. El municipio de Alba de Tormes es un pequeño pueblo que actualmente se sitúa a 20 kilómetros de Salamanca.
El resultado fue el fracaso del ejército francés de intentar alcanzar al ejército británico que se batía en retirada. Fue en Alba de Tormes donde los británicos, liderados por el general Wellington, detuvieron su retirada para intentar frenar la persecución de Francia dirigida por el mariscal Jean de Dieu Soult. Mientras tanto, el resto del ejército inglés continuaba su retirada con el objetivo de llegar a los cuarteles de invierno situados en Coria y Frenada.

Contexto previo a la batalla[editar]

La retirada del ejército británico desde Burgos y Madrid hacia Salamanca pasando por Alba de Tormes y Huebra con el objetivo de ir a los cuarteles de invierno situados en Frenada y Coria fue una de las retiradas más agotadoras y sufridas que se recuerdan en la historia militar británica.
Para el autor James Grant, la batalla que se libró en este pueblo es una de las más duras que enfrentaron al ejército francés contra los aliados ingleses y españoles; ha sido recogida en el libro British battles on land and sea, donde se recogen muchos combates por tierra y mar del ejército británico. La batalla de Alba de Tormes se narra en el capítulo CX, página 450.1

8 y 9 de noviembre de 1812[editar]

Fue el 8 de noviembre de 1812 cuando los ingleses llegaron a Alba de Tormes con la primera brigada de la segunda división de infantería que había recibido órdenes de defender hasta el último extremo este pequeño pueblo.
La fuerza perseguidora francesa se componía casi de 90 000 hombres, mientras que los ingleses fueron reforzados por las brigadas portuguesas del general Hamilton y dos compañías de españoles que junto a los hombres de la primera brigada de Highlanders que constaban de los cuerpos 50, 71 y 92, hacían, en la medida de lo posible, más defendible Alba de Tormes.
El pueblo presentaba un aspecto horrible y desolado. Sus habitantes habían huido al desconfiar de los británicos y tener miedo a los franceses. Nada más llegar, los británicos buscaron madera para quemar y de esta forma poder secar sus ropas, ya que estaban húmedas por las recientes lluvias.
Al amanecer del día 9 de noviembre no había vista del enemigo, pero aun así los ingleses había apostado centinelas y guardias lejos del centro del pueblo, mientas el resto de las tropas descansaban de la larga marcha, buscaban comida, reconstruían la antigua muralla que tenía el pueblo o cavaban trincheras. Durante ese día no hubo ningún ataque por parte de los franceses, ya que aún no habían llegado.

10 de noviembre de 1812[editar]

En la mañana del día 10, unas mulas del ejército aliado llegan con harina al pueblo, lo que hizo que rápidamente los soldados que supieran hornear pan se pusieran a hacerlo. Los soldados se amontonaban en las puertas de los hornos esperando hacerse con una ración de pan, cuando de repente se escuchan los primeros disparos de la compañía de 9th Light Dragoons situados enfrente del pueblo, ya que los franceses se estaban aproximando con una pequeña compañía. Esto provocó que lo soldados cogieran rápidamente sus fusiles y ocuparan posiciones de combate, muchos de ellos sin ni siquiera haber comido o haberse vestido. Los soldados británicos ocuparon sus puestos en el muro o las trincheras. La reconstrucción del viejo muro y las trincheras cavadas desde su llegada supusieron una gran ventaja para las tropas aliadas, que les permitió repeler los ataques franceses pero que eran poco útiles ante sus cañones.
Las preparaciones del general Hamilton para defenderse eran muy rigurosas. En el viejo castillo situó a 150 hombres. Dividió el pueblo en tres partes y mandó un regimiento británico a cada una, situando a los Highlanders en la carretera por donde el enemigo iba a venir. Una porción de cada batallón, la cual no era requerida en las murallas, formaba una pequeña reserva en la pequeña plaza del pueblo. Además, Hamilton ordenó a los zapadores excavar debajo del puente del río Tormes con el propósito de volarlo para impedir que los franceses les persiguieran en caso de retirada.
El mariscal Soult, encargado de llevar a cabo el ataque francés, ordenó bombardear Alba de Tormes desde las 10 de la mañana del día 10 de noviembre hasta las 5 de la tarde. Los franceses solo paraban cuando los cañones necesitaban enfriarse.
Cuando paró el bombardeo, los franceses avanzaron a pie hacia la vieja muralla pero siempre fueron rechazados por el fuego de mosqueteros británicos impidiendo que tomasen el lugar.

Comienza la retirada[editar]

Cuando cayó la noche del 10 de noviembre, y mientras los franceses se reagrupaban, el general Wellington ordenó al general Hamilton abandonar las fortificaciones y reiniciar la retirada antes de que los franceses volvieran a atacar. Con sus pertrechos militares, las tropas británicas abandonan el pueblo lo antes posible.
Pero no todos los aliados se retiran con el grueso del contingente británico, ya que en el pueblo permanecieron hasta el último momento los centinelas del muro, el teniente Jonh Grant de la 92 que se queda con diez hombres, para posteriormente relevar a los últimos centinelas, y las compañías de españoles situadas en el castillo de Alba de Tormes a la espera de dar batalla a los franceses cuando entraran en el lugar.

Del 12 al 15 de noviembre de 1812[editar]

Desde el 11 de noviembre que comienza la retirada hasta el 16 de noviembre de 1812 que se produce la retirada definitiva, hasta el último hombre se queda luchando contra el enemigo. Algunos soldados británicos pusieron sus gorros con plumas a la vista de los franceses en una parte del muro para atraer sus balas y distraerlos mientras los ingleses disparaban desde otro lugar. Los ingleses saben que cuanto más retengan a los franceses más tiempo tendrá para huir el general Wellington con sus tropas. Los franceses no cesan en sus ataques pero, después de una continua lucha, los centinelas apostados en el muro reciben la orden de retirarse, quedando solamente la caballería de la compañía de 9th Light Dragoons, bajo las órdenes del teniente Grant, que se queda enfrentándose cara a cara a los franceses. Cuando las últimas tropas de infantería abandonan Alba de Tormes y están a una distancia suficientemente prudente para no ser alcanzados por los franceses, Jonh Grant da la orden de retirada y la compañía de la 9th Light Dragoons cruza el puente a galope para acto seguido hacerlo volar tan rápido que el teniente Grant, que es el último oficial en dejar Alba de Tormes, fue golpeado por algunas piedras. La estrategia británica era volar el puente para retrasar el avance francés.
Cuando los británicos se retiraron, los franceses entraron en el pueblo con su puente destrozado, lo que ralentizó su persecución. Además, los franceses no esperaban que hubiera una pequeña compañía de españoles esperándoles en Alba de Tormes. Los españoles que se situaban en el viejo castillo plantaron cara a los franceses y abrieronn un continuo e incesante fuego de mosquetes, mientras los ingleses se retiraban por la carretera hacia Ciudad Rodrigo. De esta manera quieren dar más tiempo a los ingleses para que escapen en dirección a los cuarteles de invierno. Los británicos pierden cien hombres defendiendo Alba de Tormes.

16 de noviembre de 1812[editar]

El día 16 de noviembre los aliados (la gran mayoría de ellos eran británicos pero también había algunos soldados portugueses y alemanes) estaban retirándose por las carreteras de TamamesSan Muñoz y Marten del Río hacia Ciudad Rodrigo a través de un bosque lleno de jabalíes. Esto lo aprovecharon los soldados británicos, que estaban muy hambrientos, para matar unos pocos animales y así comer y reponer fuerzas con el objetivo de llegar con mejores energías a los cuarteles de invierno.









La batalla de los Arapilesnota 1​ es una batalla de la guerra de la Independencia Española librada en los alrededores de las colinas conocidas como «Arapil Chico» y «Arapil Grande», en el municipio de Arapiles, al sur de la ciudad española de Salamanca, el 22 de julio de 1812.
Tuvo como resultado una gran victoria del ejército anglo-hispano-portugués al mando del general Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, contra las tropas francesas al mando del mariscal Marmont. Los aliados sufrieron 5220 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos, de los cuales 3176 fueron británicos, 2038 portugueses y 36 españoles, mientras que el ejército francés perdió unos 12 500 hombres, incluyendo los prisioneros.

Batalla de los Arapiles
Guerra de la Independencia Española
Battle of Salamanca.jpg
Grabado de la batalla

Fecha22 de julio de 1812
LugarArapiles, (Salamanca), España
Coordenadas40°53′37″N 5°38′43″OCoordenadas40°53′37″N 5°38′43″O (mapa)
ResultadoVictoria decisiva aliada1
Beligerantes
Bandera de Francia Primer Imperio francésBandera de Reino Unido Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda
Bandera de Portugal Reino de Portugal
Bandera de España Reino de España
Comandantes
Bandera de Francia Auguste Marmont
Bandera de Francia Bertrand Clausel
Bandera de Reino Unido Arthur Wellesley
Bandera de Portugal Luís do Rego Barreto
Bandera de España Miguel Ricardo de Álava
Fuerzas en combate
49 647 efectivos251 949 efectivos3
Bajas
6000 muertos o heridos y 7000 prisioneros45067 muertos o heridos: 3129 Británicos, 2038 Portugueses, 6 Españoles

La campaña de 1812[editar]


El Arapil Chico, lugar donde se produjo la batalla
Asegurada la frontera y sabedor de que Napoleón estaba retirando tropas de la Península para integrarlas en el gigantesco ejército con el que pretendía invadir Rusia, Wellington planeó una ambiciosa ofensiva estratégica para 1812. Mientras las guerrillas y el ejército español hostigaban a los franceses para fijarlos en Andalucía y la costa Cantábrica, los ingleses avanzarían por el centro para entablar batalla con Marmont (el sustituto de Masséna tras la caída en desgracia de este por su fracaso en Portugal), intentando derrotarlo para poder avanzar por el valle del Duero, aislar Madrid e intentar tomarlo desde el norte.
Marmont, que había destruido una parte notable de edificios en la ciudad de Salamanca para construir importantes fortificaciones, contemplaba con inquietud los movimientos ingleses y cuando el día 13 de junio emprendieron desde Ciudad Rodrigo la marcha hacia Salamanca, decidió abandonar la ciudad para dirigirse hacia el norte con la intención de reunirse con una división de 10 000 hombres al mando de Bonet, que marchaba en su refuerzo desde Asturias. Dejó la ciudad con una pequeña guarnición tras las fortificaciones, con la esperanza de volver a liberarlos si resistían lo suficiente. Wellington llegó a Salamanca el día 17 y comenzó los trabajos para instalar baterías y rendir las posiciones francesas que ocupaban cuatro edificios de gruesos muros de piedra. Marmont, viendo que Wellington no le perseguía, se acercó a la ciudad, lo que obligó a los ingleses a salir a campo abierto con la fuerza que no participaba en los asedios. Mientras los ingleses derribaban los fuertes a cañonazos, ambos ejércitos maniobraron en la llanura al noreste de Salamanca manteniendo las distancias. Durante cuatro días se sucedieron pequeñas escaramuzas entre las unidades de infantería ligera y los voltigeurs, que en formación dispersa protegían la fuerza principal de ingleses y franceses, respectivamente.
El día 21 ambos ejércitos se encontraron frente a frente en una posición ligeramente favorable a los ingleses que ocupaban una colina baja y además tenían una ventaja de 8000 hombres. Marmont no atacó cuesta arriba y Wellington no quiso abandonar la ventaja de la altura, por lo que al día siguiente se separaron. Ese mismo día cayeron los fuertes de Salamanca y tras una semana, Wellington comenzó a prepararse para avanzar, mientras Marmont se retiraba a toda velocidad al notar que los ingleses podían poner toda su fuerza sobre el campo. Los franceses marcharon rápidamente hacia el norte por Valladolid para refugiarse detrás del Duero y esperar allí a la fuerza que venía de Asturias. Completada con éxito la maniobra, acamparon entre Toro y Tordesillas, desde donde veían cómo los ingleses organizaban sus campamentos entre Rueda y La Seca.
Una vez llegó Bonet con los refuerzos el día 7, Marmont –ahora con superioridad numérica– decidió tomar la iniciativa con un sofisticado movimiento. Tras varios días de descanso y planificación muy cuidadosa, el día 16 amagó cruzar el río Duero por Toro y en cuanto los ingleses empezaron a formar para hacerle frente, se retiró otra vez y marchando a toda velocidad efectuó el cruce por Tordesillas, cogiéndolos completamente a contrapié. Pero, tanto estos como las milicias portuguesas que los acompañaban, eran expertos soldados y, antes de que Marmont pudiera entablar combate, ya marchaban hacia el sur para eludir el flanqueo. Durante tres días, ambos ejércitos intentaron flanquearse mutuamente tomando contacto esporádico sus unidades ligeras y acampando por la noche uno frente al otro. El 20 la situación degeneró en una marcha paralela hacia el sur y al irse acercando ambas columnas, llegaron marchar a solo 500 metros una de la otra, sin que ninguno de los dos comandantes se decidiera a atacar, a la vista de la disciplina y organización del contrario. Al llegar a Cantalpino, ambos ejércitos se separaron, ya que cada comandante tenía su propio plan. Wellington se retiró hacia Salamanca siguiendo su línea de abastecimiento, mientras Marmont trataba de cruzar el Tormes en Huerta para aislar la ciudad del camino de Portugal o bien esperar a los ingleses y atacarlos por el flanco si decidían continuar la retirada.
El día 21, Wellington decidió no cruzar Salamanca, sino pasar el Tormes en Santa Marta y tomar posiciones al sur de la ciudad. Durante todo el día marchó nuevamente hacia el sur y, al anochecer, el núcleo del ejército acampaba en torno a Carbajosa de la Sagrada, protegiendo su flanco izquierdo con varias unidades que tomaron posiciones en una línea de cerros que dominan el pequeño valle del torrente de Pelagarcía, que corre de sur a norte hasta desembocar en el Tormes. Mientras tanto, los franceses cruzaban el río aguas arriba para continuar los intentos de flanqueo que tan buen resultado les habían dado, puesto que estaban a punto de recuperar Salamanca sin haber sufrido más que unas pocas bajas.

La batalla[editar]

Por la noche cayó una gran tormenta con abundante aparato eléctrico que pasaría a formar parte de la leyenda de la batalla, tal como el «sol de Austerlitz» –que presidió el avance de Soult sobre las colinas de Pratzen– ilustra los relatos de esa batalla. Tres años después, la noche antes de Waterloo, una tormenta similar sería recibida como un signo de la providencia por la soldadesca inglesa.

Grabado de W. & A. K. Johnston, publicado por William Blackwood & Sons en 1870, que como tantos mapas contemporáneos tiene más fantasía que realidad. Para estimaciones historiográficas actualizadas véanse los mapas en las referencias del artículo.
Al amanecer, Wellington fue informado de que ya solo quedaba una división francesa al otro lado del Tormes y que Marmont se estaba desplegando hacia el oeste a toda velocidad. Inmediatamente hizo avanzar las unidades que estaban en Carbajosa de la Sagrada para cubrir el lado norte de una ligera depresión longitudinal, que corría de este a oeste formando ángulo recto con los cerros que dominaban el Pelagarcía. El núcleo del ejército se dispuso formando una doble línea con las divisiones de Leith y Cole asomándose a la ladera de la depresión y las de Clinton y Hope inmediatamente detrás. También ordenó que la división de Edward Pakenham y la caballería de la reserva, que aún estaban al otro lado del Tormes, cruzaran y se dirigieran a Aldeatejada, donde podían proteger una eventual retirada. Las brigadas de caballería de G. Anson y Le Marchant se situaron en Las Torres, a medio camino entre la fuerza principal y la reserva.
Aunque había ido descargando la línea que cubría el Pelagarcía, quedaron allí la división de infantería ligera de Alten junto con algunas brigadas de otras divisiones. La división de dragones de Bock se situó en la misma alineación mucho más al norte para vigilar y controlar un intento francés de rodear los cerros por ese lado. Wellington, así preparado, decidió esperar acontecimientos para decidir el curso de acción definitivo. Gracias a la disposición de sus tropas podía tanto defenderse como retirarse ordenadamente.
Una de las brigadas de la división de Cole, la de Anson, ocupó una colina aislada que se encuentra en el extremo sur de la línea de cerros, justo en el ángulo que ahora formaba el dispositivo inglés, expulsando a algunos franceses que estaban a punto de llegar a la cima. Esta colina se llama Arapil Grande por oposición al Arapil Chico, que se alza al otro lado de la ancha y poco profunda depresión longitudinal que Wellington quería usar como línea de frente. El plan inglés había sido apoderarse de ambos, pero casi habían llegado tarde a uno y el otro ya estaba sólidamente defendido cuando intentaron tomarlo con una brigada de cazadores portugueses, que fue rechazada.

Arapil Grande y Arapil Chico desde la posición de Wellington durante varias fases de la batalla
La lucha se trasladó un poco hacia el oeste, al pueblo de Los Arapiles, donde las brigadas ligeras de las divisiones de Keith y Cole chocaron con voltigeurs franceses que trataron de desalojarlos. El pueblo se hallaba en el centro de la depresión que al sur estaba limitada por el escarpe de una meseta que hacia el oeste se iba convirtiendo en una loma. A medida que avanzaba la mañana, los franceses fueron apareciendo sobre el escarpe, instalando baterías que empezaron a hostigar a las cuatro divisiones inglesas que tenían enfrente.
Hacia el mediodía, los franceses se hicieron visibles avanzando por la cima de la loma hacia el oeste a toda velocidad. Se trataba de Thomières y Maucune, que una vez sobre la loma habían decidido ocupar toda su extensión. Maucune se estacionó frente a Leith y empezó a desplegar sus baterías, mientras Thomières se desplazaba en solitario aún más al oeste. El ejército francés se había desorganizado un poco a causa de lo intrincado del terreno, cubierto de bosques de encinas, que se extendía al oeste y detrás de la loma en el camino desde el Tormes. Marmont había perdido ligeramente el control, más preocupado por acelerar la marcha que por guardar la formación, creyendo que Wellington estaba en plena retirada hacia Ciudad Rodrigo y confundiendo el polvo que levantaba la reserva de caballería en Aldeatejada con la retaguardia de este. Así que ordenó a tres divisiones que ocuparan la cima del escarpe y la loma subsiguiente, sin advertirles que debían mantenerse cerca unas de otras. Bonet se situó junto al Arapil Grande, con lo que un gran hueco le separaba de Maucune, mientras otro no tan grande separaba a este de Thomières.
Una vez Wellington estuvo razonablemente seguro de que ninguna división más estaba a punto de llegar, basándose en su intuición y en los informes de los guerrilleros españoles que le habían indicado las horas de cruce del Tormes, hacia las dos de la tarde subió a su caballo y cabalgó hasta Aldeatejada para dar órdenes inmediatas a Pakenham. Al llegar saltó del caballo y le ordenó dirigirse al sur en columna, convertirla en fila girando las compañías 90 grados al llegar a la altura de la loma y atacar a Thomières «hasta barrerlo». Los húsares de Arentschild cubrirían su flanco derecho para evitar que la caballería francesa interviniera.
A continuación galopó hasta el estacionamiento de la caballería pesada de Le Marchant y le ordenó que en cuanto Leith hubiera entablado combate, cargaran sobre Maucune. Después siguió su camino hasta Leith, que estaba sobre su caballo esquivando balas de cañón que venían rebotando desde las baterías de Maucune para que sus hombres no tuvieran miedo a pesar de estar bajo un fuego lejano pero intenso. Wellington le comunicó a Leith que en cuanto viera que Pakenham había derrotado a Thomières, cargara contra Maucune en la meseta, cosa que este estaba deseando porque veía que la moral de sus soldados decaía. Luego cabalgó de nuevo hasta Cole y le dijo que cuando Leith hubiera derrotado a Maucune, cargara a su vez contra Bonet. Finalmente se dirigió a una pequeña colina al oeste de Leith para observar la batalla. Cuando llegó, vio cómo Pakenham cargaba y derrotaba efectivamente a Thomières mientras los húsares de Areschild derrotaban algunas unidades de caballería que surgían del otro lado de la loma. Leith a su vez cruzó lentamente la depresión con su división organizada en una doble fila para cargar pendiente arriba contra Maucune. Aunque resistió algo más que Thomières, al llegar los desbandados de la división de este perseguidos por Pakenham, la división de Maucune se desbandó justo cuando Le Marchand cargaba con la caballería pesada. El efecto de todo esto fue que las dos divisiones francesas dejaron de existir mientras los supervivientes procuraban salvarse como podían.
Marmont había sido herido poco antes junto con su segundo, con lo que Claussel había tomado el mando y aún trataba de organizar la defensa cuando la división de Cole se puso en movimiento hacia el Arapil Grande y la parte adyacente de la meseta, donde le esperaba Bonet. Este ataque fracasó completamente y Cole se retiró en desbandada. Los historiadores han criticado mucho a Wellington y este alegó en sus memorias que Cole se había precipitado. En cualquier caso, aunque Claussel intentó lanzar en persecución de Cole a las tres divisiones que le quedaban, Wellington contraatacó con las divisiones de Hope y Clinton que había reservado. Además, en ese momento llegaban cargando por el flanco la división de Pakenham, la de Leith y la caballería pesada de Le Marchant, con lo que después de una lucha sangrienta pero breve, todo el ejército francés se desbandó. Si no fueron completamente exterminados, se debe a que la división de Ferey, que hasta entonces no había entablado combate, tomó posiciones en un cerro más al sur llamado el Sierro y protegió la retirada hasta que la noche marcó el fin de la batalla. Los franceses cruzaron de nuevo el Tormes al amparo de la oscuridad y Wellington entró al día siguiente en Salamanca en un desfile triunfal. Había derrotado al tercer ejército francés completo desde su llegada a la Península.

Consecuencias[editar]


Campañas posteriores a la batalla de Arapiles. Las tropas napoleónicas sufrirían varias derrotas sucesivas hasta abandonar finalmente España en 1814.

Memorial
Después de esta victoria, Wellington avanzó por el valle del Duero y tomó Madrid el 12 de agosto, donde fue aclamado como libertador por la población. Sin embargo, cuando se dirigió al norte en otoño vio su avance interrumpido por la guarnición francesa de Burgos, que resistió el asedio y varios asaltos a la ciudad. Amenazado por los refuerzos que llegaban de Francia, Wellington abandonó el asedio y se replegó en una retirada durísima hacia sus bases de partida en la frontera de Portugal, recuperando los franceses la capital española el 2 de noviembre.
Aunque la campaña no fue decisiva, marcó un punto de inflexión en la guerra peninsular y, sumada a la catastrófica derrota francesa en Rusia, extendió por Europa la idea de que los días de gloria de Napoleón podían estar acercándose a su fin.
El 24 de agosto Jean de Dieu Soult ordena el fin del Sitio de Cádiz por temor a que su ejército pueda ser aislado.

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