lunes, 27 de julio de 2020

FILOSOFÍA - ÍNDICE SISTEMÁTICO


Lisado atomístico y holístico / Lisado ideológico: Liberalismo radical / Socialismo de Estado

Los procesos de lisado (o de conformado) cuando se consideran como transformaciones que tienen lugar en el ámbito de una totalidad definida que sea indisociable [63] de sus partes formales [28] átomas, deberán atenerse a la estructura de la propia totalidad y, en especial, a su estructura mínima ternaria. La relación de parte a todo, en efecto, no es binaria, sino n-aria; es decir, las partes átomas de la totalidad de referencia (partes átomas formales, no ya partes materiales homogéneas, según determinados criterios de homogeneidad) no se relacionan con el todo [49] directa o inmediatamente, sino a través de partes intermedias.
Partiendo de una totalidad morfológica dada (atributiva o distributiva [24], considerada como totalidad inicial), la transformación lisado [821] podrá orientarse en dos sentidos opuestos:
(1) Lisado atomístico: el que procede de las partes morfológicas “intermedias” y se dirige hacia la multiplicidad de partes átomas de esa totalidad morfológica.
(2) Lisado holístico: procede en el sentido inverso, es decir, desde las partes intermedias de origen hasta la unidad holótica global.
Ejemplos:
1. Si la totalidad T es un organismo viviente, cuyas partes intermedias, diferenciadas “anatómicamente” tales como tejidos, vísceras, órganos, etc., y cuyas partes atómicas sean, por ejemplo, las células, el lisado atomístico equivaldrá a la transformación del organismo en un conjunto de billones de células “totipotentes”, en el límite, un conjunto en el que se borran las vísceras, los tejidos y los órganos; en cambio, el lisado holístico equivaldría a la eliminación de las “partes intermedias” (consideradas como resultados artificiosos de la ana-tomía) en beneficio de la unidad de continuidad holística (sin “junturas naturales” entre los órganos) del organismo viviente (en el sentido de Kurt Goldstein).
2. Lisado político-utópico (atomístico y holístico). Presentamos dos muestras tomadas del mundo ideológico del pensamiento utópico político, que gira en torno a las “relaciones” entre el individuo con la sociedad política (o el Estado), cuando se sobreentienden estas relaciones como relaciones de la parte al todo.
En el terreno político, la totalidad morfológica de partida, o totalidad intermedia, sería la sociedad política realmente existente, cuya morfología está organizada como un sistema jerárquico de entidades políticas intermedias, legales o fácticas (sujetos de poderes intermedios, como puedan serlo los concejos aldeanos, los municipios o cantones, los gremios o sindicatos, los estados feudales, las provincias o parlamentos, los tribunales de Justicia, etc.). El lisado político-utópico podría asumir los sentidos opuestos que hemos señalado:
(a) Un lisado atomístico, propio del pensamiento liberal más extremado, que parte de la crítica a todas las formaciones económicas o políticas intermedias, como puedan serlo las sociedades anónimas, en nombre de la libertad de iniciativa económica o empresarial, que el liberalismo radical atribuye en exclusiva a las personas individuales (frente a cualquier hipóstasis de las corporaciones o sociedades, entendidas como “personas jurídicas”). Es la crítica que un filósofo liberal, como A. W. Dicey, dirigía contra las sociedades mercantiles, en cuanto precursoras del colectivismo; porque, por culpa de estas sociedades anónimas, la posible gestión de las personas reales individuales pasaría de hecho a manos de las empresas, controladas a su vez por el Estado. El lisado atomístico de estas sociedades mercantiles intermedias tenderá en el límite no ya a la eliminación de toda sociedad anónima, sino a la transformación de esas sociedades en millones de sociedades anónimas unipersonales. Un límite al que llegó, por vía literaria (a raíz de la ley británica de Sociedades Anónimas de 1862), la opereta (con libretto de William S. Gilbert y música de Arthur Sullivan) Utopia Limited, en la que Mr. Goldbury, promotor mercantil que llega a una isla Utopía de los Mares del Sur para convertir a los nativos en sociedades mercantiles.
(b) Lisado económico político en sentido holístico. Fue previsto por Marx, que vio en el incremento de las sociedades anónimas, y en la fusión mutua y progresiva de estas sociedades, una vía hacia el socialismo de Estado, que se enfrentaba a las tendencias del capitalismo individualista y salvaje. Cabría decir que la Unión Soviética, en su primera época, había sido proyectada como un lisado holístico de las empresas capitalistas existentes en su dominio, para reabsorberlas en el Estado como empresa única. Un Estado que, a través de la planificación del Gosplan, controlase las diferentes divisiones de la producción y distribución. Otra vez el lisado, ahora holístico, dejaba frente a frente a los individuos, como partes átomas, frente al Estado. La integración del individuo en el Estado requeriría la educación de estos individuos o ciudadanos en los principios de la “ética socialista”, objetivo de la educación del ciudadano soviético.





Concatenaciones circulares de las transformaciones lisado / conformado: Racionalidad abierta y cerrada

Distinguimos dos tipos de concatenaciones circulares de las transformaciones lisado / conformado [821-822] que podrán servir para definir los tipos de “racionalidad” de un campo: “racionalismo circular abierto” y “racionalismo circular cerrado” (o no abierto).
1. Racionalismo circular abierto. Tiene lugar cuando elegimos como terminus a quo a un campo que, tras el lisado de su estado morfológico (“anatómico”) previo, ha alcanzado un estado lisológico en su terminus ad quem, que, a su vez, pueda ser “encadenado” como terminus a quo de un proceso ulterior de conformación, cuyos términos no tienen por qué reproducir exactamente el estado conformado inicial, y aún hay razones de principio por las cuales habrá que pensar que los resultados de la transformación se desviarán significativamente de la transformación de partida.
El proceso de “holización revolucionaria” es el mejor ejemplo que podemos ofrecer al respecto, cuando tomamos como campo inicial de referencia la “sociedad política del Antiguo Régimen”. Un tipo de racionalización operada por la izquierda jacobina (la primera generación de la izquierda), que transformó el reino del Antiguo Régimen en una Nación política. En efecto:
Dado un campo estructurado como un todo atributivo morfológico T [24], como pudo serlo la sociedad política francesa de la época revolucionaria, la racionalización circular por holización implicaba dos fases:
(a) Una fase de regressus u holización analítica (lisado) que, arrancando de una estructura política previamente racionalizada “anatómicamente” (“brazos”, “estados”, “estamentos”, “jerarquías”) durante el Antiguo Régimen, resolvía el todo en sus elementos atómicos (á-tomo fue traducido, en forma de calco, por Boecio, por in-dividuo), los “ciudadanos iguales”.
(b) Una fase, que debía seguir a la anterior, de progressus (de holización sintética, de conformado o compactado) orientada a reobtener, a partir de los individuos iguales, no ya un conjunto amorfo de ciudadanos solitarios e independientes, sino un todo organizado (conformado o compactado) distinto del “todo organizado” durante el Antiguo Régimen, un todo organizado según la morfología del Nuevo Régimen republicano.
La “holización revolucionaria” [733], como encadenamiento circular de procesos de lisado y conformado, no podía constituir un círculo compuesto de dos “arcos” conmensurables. La racionalización circular tenía que acudir a procedimientos dialécticos auxiliares, tales como el de la anástasis [105] –orientada a detener el proceso de lisado manteniéndolo en los límites del individuo corpóreo (sin llegar, por ejemplo, a sus células)– y más aún, a los individuos ciudadanos franceses (lo que determinó la transformación, obtenida mediante acciones de extremada violencia y muy sangrientas, del Reino absoluto de Francia en la democrática Nación política francesa).
2. Racionalismo circular cerrado. Tiene lugar cuando elegimos como terminus a quo de la transformación un campo en estado lisológico que, en una transformación conformativa, encadene este proceso de lisado, que eventualmente reproduzca el estado lisológico originario. Este tipo de racionalización es el que encontramos en la explicación científica convencional del curso de evolución de los organismos vivientes: la explicación comenzará por el estado lisológico de la “sopa biogénica” (o bien, por el “cigoto lisológico” previo a la conformación morular, y a la morfogénesis ulterior) y continuará en el análisis del desarrollo del organismo hasta su descomposición y putrefacción, es decir, por el retorno al estado lisológico.
El mejor ejemplo que podemos ofrecer de este tipo de racionalización sería acaso la teoría del Big Bang, cuando ella se encadena con la teoría del Big Crunch. La teoría del Big Bang parte, en efecto, de un estado del mundo físico lisológicamente definido. Al menos, las hipótesis de un campo primitivo, considerado como un vacío cuántico, como un “éter de Planck”, sugieren el estado lisológico; y aún la singularidad del “punto” inicial de la “Gran Explosión”, que ocurre en la “nada” de un espacio vacío, puede interpretarse como un estado lisológico llevado al límite. El proceso de conformación [a partir de este estado lisológico], comienza en segundos, y de modo acelerado. Trascurridos 0,11 segundos la temperatura de la sopa cósmica ha bajado de 1011 grados a 3×1010 K, es decir, a treinta mil millones de grados; el pequeño número de partículas nucleares aún no se hallan ligadas a núcleos, pero con la caída de la temperatura es mucho más fácil (al cabo de los 0,11 segundos) que los neutrones más pesados se conviertan en neutrones más ligeros, que no al revés. Cuando han pasado 13,82 segundos el universo está a tres mil millones de grados Kelvin (3 x 109 K). Ya está bastante frío para que se formen [se conformen, en el curso del proceso de conformado] diversos núcleos estables, como el helio. A los tres minutos y dos segundos, el universo está a mil millones de grados Kelvin: en él ya se mantienen unidos los núcleos de tritio y helio-3. Poco después los núcleos del deuterio ya pueden mantenerse unidos… El universo seguirá expandiéndose y enfriándose, pero durante setecientos mil años no ocurrirá nada de mucho interés… Después de otros diez mil millones de años “aproximadamente”, dice Weinberg (las comillas son nuestras), los seres vivos comienzan a aparecer por el horizonte. Una vez conformado el universo, aunque nunca enteramente, nos enfrentaremos con el gigantesco proceso de su lisado, ya sea por la continuación de una expansión que vaya “diluyendo” cada vez más en el espacio inmenso sus materiales morfológicos en un polvillo inapreciable, ya sea por la iniciación de una fase de contracción que terminará en un gran “despachurramiento” (Big Crunch), que borrará también todas las formas, reproduciendo de algún modo el momento inicial del Big Bang.
Es difícil determinar en qué pueda consistir el racionalismo de este encadenamiento de transformaciones abiertas en su límite, es decir, enmarcadas por la Nada [67]. Cuando la serie de transformaciones se continúa, y sobre todo si la continuidad es cíclica (modelo Anaximandro), el racionalismo, como racionalismo material, acaso pueda ser identificado formalmente con la misma recurrencia indefinida invariante de las transformaciones. (La tesis del eterno retorno, tal como la formuló Nietzsche, no es necesariamente cíclica.) Sin duda, este racionalismo cosmológico abierto, en su caso límite (“enmarcado por dos vacíos, o Nadas”) sigue siendo un racionalismo por su circularismo formal; pero constituye la negación de la racionalidad cuando se le considera desde un punto de vista material (materialista), lo que nos inclina a concluir que las teorías del Big Bang y del Big Crunch sólo pueden interpretarse como una “transformación virtual” resultante del encadenamiento de las transformaciones de dos tipos: lisado virtual (tipo 2) y conformación débil (tipo 7).






Morfológico / Lisológico en el materialismo filosófico: materia y forma

En el sistema del materialismo filosófico [1], tanto las ideas de materia ontológico general (M) como las ideas ontológico especiales de los géneros de materialidad (M1, M2, M3) y la misma Idea de Ego trascendental (E) se mantienen a escala lisológica [818]. Los géneros de materialidad y E proceden, cabe decir, de un lisado de las morfologías del Mundus adspectabilis; la materia ontológico general M procede de un lisado de los lisados ontológico-especiales previos.
En cambio, son morfológicas las ideas de las categorías, entendidas como totalidades atributivas (tales como “campo gravitatorio” o “campo electromagnético”, de la Física; “sistema de los elementos”, de la Química; “biosfera”, de la Biología; asimismo son morfológicas las categorías tecnológicas y artísticas tales como “arquitectura”, “música”..., sin perjuicio de que estas categorías morfológicas, en relación con las lisológicas de rango trascendental, admitan también un tratamiento lisológico de rango categorial). También son morfológicas las plataformas categoriales constitutivas de la Scala Naturae. Resulta pertinente subrayar aquí, que la ontología del materialismo filosófico mantiene una perspectiva diametralmente opuesta a la del sistema hegeliano: la Materia ontológico general, en efecto (que, desde el punto de vista “sintáctico”, podría coordinarse con el Ser de la Lógica hegeliana) [819], no tiene como referencia el Mundus adspectabilis (la Naturaleza y el Espíritu de Hegel), aunque sólo pueda llegarse a ella a partir de este mismo mundo, y aunque pueda volverse al Mundo a título de “límite revertido”.
Acaso el criterio más preciso que pueda ofrecerse para determinar, en el materialismo filosófico, cuándo prevalece la perspectiva lisológica y cuándo la morfológica, sea el criterio hilemórfico: cuando se tratan cuestiones que implican internamente el hilemorfismo (la posibilidad de distinguir, en cada caso, entre materia y forma) la perspectiva es inequívocamente morfológica; cuando esto no ocurre, la perspectiva es lisológica.
Por supuesto, el hilemorfismo del que hablamos no es el hilemorfismo tal como lo concibió Aristóteles, quien lo formuló sistemáticamente y, por cierto, sobre modelos artificiales (la estatua, como “ejemplo” escogido para exponer la teoría de las cuatro causas). El hilemorfismo de Aristóteles puede ser interpretado como un análisis positivo (no metafísico) de las transformaciones que tienen lugar (en el terreno de la técnica, de la tecnología, del arte) en las instituciones; el sesgo metafísico que el hilemorfismo aristotélico tomó en seguida (y que es el que ha prevalecido como consecuencia de la metafísica escolástica de la sustancia) deriva de la aplicación de la doctrina de las cuatro causas a las transformaciones naturales, como consecuencia de la consolidación de la doctrina de las formas sustanciales (orgánicas o inorgánicas) y de la consideración de la sustancia como categoría primera (para el materialismo filosófico la sustancia no es una categoría separable de los accidentes, sino un invariante de las transformaciones, en el sentido del actualismo [648]). La materia y la forma [65], interpretada desde la perspectiva de la conjugación de los términos no se corresponde con la idea de “compuesto sustancial” o sistema hilemórfico natural, resultante de la aplicación del “esquema de fusión”, en tanto éste pueda considerarse como uno de los esquemas alternativos dados en la conjugación de conceptos [53].
La distinción entre la escala morfológica y la escala lisológica, en tanto afecta tanto a los Conceptos como a las Ideas [783], es uno de los seis criterios fundamentales a los que apela el materialismo filosófico para establecer una clasificación de las disciplinas filosóficas.






Holización

Procedimiento racional en la preparación de determinados campos investigados por las ciencias positivas (Teoría cinética de los gases, Química clásica, Teoría celular, etc.), orientado a transformar aquellos campos, dados en la experiencia como totalidades heterogéneas, en totalidades homogéneas. La holización no solamente designa el paso del todo a esas partes homogéneas (holización analítica o negativa), sino también la reconstrucción del campo de partida desde las partes homogéneas que se han obtenido (holización sintética). Por consiguiente, el campo que se reconstruye debe darse por supuesto por dialelo gnoseológico [826].
La racionalización tiene que ver con la totalización; por consiguiente, habrá tantos tipos de racionalización como tipos de totalización [49] se utilicen. Por ejemplo: podremos utilizar totalizaciones atributivas [24], descomponiendo las totalidades de partida en partes heterogéneas, sin perjuicio de que, a su vez, las partes así obtenidas puedan constituir clases de elementos isológicos [36] (como ocurre en las descomposiciones anatómicas de un organismo humano, que atienden a los diferentes órganos, o miembros que, a su vez, sean susceptibles de agruparse en pares simétricos, tales como brazos o piernas). Otras veces, la descomposición se resolverá en conjuntos de partes homogéneas (isoméricas), y en el caso de que esas partes sean formales (porque presuponen, en su morfología, al todo) [28] tendremos que establecer unos límites al proceso de división. Las partes límites, isoméricas, serán, además, por tanto, a-tómicas (tomando este término no solo en el sentido físico tradicional (democríteo), sino en el sentido lógico que, por ejemplo, Russell utilizó en contextos no mecánicos, sino proposicionales (“proposiciones atómicas”) y que nosotros utilizamos en contextos lógico objetuales.
Ahora bien: la “holización” es un tipo racionalización que tiene que ver con la descomposición “atómica” antes que “anatómica”, lo que no significa que constituya un tipo de racionalización más rigurosa y definitiva (la demostración que Euclides ofrece del Teorema de Pitágoras [207], en el Libro I de sus Elementos es una racionalización que comienza por una descomposición anatómica, antes que atómica: el cuadrado construido sobre la hipotenusa). Las distinciones imprescindibles en el contexto de las Ideas de todo y parte para exponer la idea de holización son: totalidades atributivas / distributivas; partes formales / partes materiales; totalidades isoméricas (cuyas partes son iguales-k las unas a las otras) / totalidades heteroméricas (cuyas partes son desiguales-k entre sí); totalidades holoméricas (el todo se manifiesta igual-k en sus partes) / totalidades homeoméricas (el todo no aparece como igual-k a las partes en las que se divide cuando éstas son isoméricas).
La holización tiene una fase analítica (regressus) y una fase sintética (progressus).
La fase analítica es la transformación de un todo atributivo en un conjunto de partes formales átomas iguales-k entre sí, y no iguales al todo (que habría que considerarlo, en principio, como homeomérico, no holomérico). Es la transformación de un todo atributivo en un conjunto de partes formales a título de átomos homeoméricos. En una holización completa, la fase de análisis solo alcanzará su significado racional más pleno en el proceso de síntesis.
La fase sintética es la recomposición del todo del hemos partido y de sus características globales, pero dadas en función de la composición de las partes formales átomas previamente establecidas, según las relaciones o interacciones que puedan ser definidas entre ellas. Las partes formales átomas cuya conformación (suponemos) depende de la morfología del todo del que hemos partido, experimenta un proceso de sustancialización en virtud del cual pueden pasar a ser tratadas como entidades dadas previamente al todo, que es el que pretende ser reconstruido íntegramente mediante ellas. Pero el todo del que partimos ha de suponerse siempre dado, y éste es el contenido de lo que llamamos dialelo gnoseológico. Lo que no impide la posibilidad de admitir que el proceso de reconstrucción (holización positiva o sintética) del todo presupuesto pueda desbordar el mero círculo vicioso ofreciéndonos resultados que sería imposible establecer al margen de la reconstrucción holizadora.
Ejemplos:
1. En Biología: El “descubrimiento” de la estructura celular de los organismos vegetales (en la forma en la que Mattias Schleider la presentó en 1818) podría redefinirse como el resultado de un proceso de holización de un organismo viviente previamente dado; proceso ampliado, en el año siguiente, por Thomas Shwann, a los organismos animales. Los descubrimientos de Schleider y Schwann podrían hacerse consistir, en efecto, en la holización (más allá del análisis anatómico practicado tradicionalmente por médicos, zoólogos, o botánicos) de los organismos vivientes en cuanto son prototipos de totalidades, representadas ahora como totalidades constituidas por células (átomas o individuales), de suerte que cada organismo pudiera en lo sucesivo ser entendido como una “comunidad” o “sociedad” de células. El organismo humano, por ejemplo, se redefinirá como una “asociación” de 75 billones de células en equilibrio dinámico (cada dos minutos mueren seis mil millones de células, que habrán de ser reemplazadas por otras tantas, si se quiere mantener el equilibrio). Sin embargo, no podríamos fingir que esos millones y millones de células preexisten al organismo, aun cuando los unicelulares hayan preexistido a los pluricelulares, y estos, según la teoría de la simbiosis de Duve-Margulis, se han formado a partir de aquellos. Pero los millones de células del organismo (y con esto reconocemos el dialelo), lejos de ser anteriores a él, proceden de una célula ontogenéticamente primordial, el cigoto: de su división y subdivisión resultan las células del organismo. Ahora bien: no porque el organismo proceda de la división y subdivisión de una célula huevo hay que concluir que la reconstrucción del organismo a partir de sus células no pueda aportar novedades esenciales (entre otras cosas, porque la holización nos permite replantear, de un modo mucho más rico, la cuestión de las relaciones de un organismo con los demás organismos).
En cualquier caso, hay que mantener la distinción entre la holización analítica, que siempre es un proceso de descomposición, por no decir de despedazamiento, de desgarramiento, trituración o lisado [818] de la totalidad originaria, y la holización sintética, o momento sintético de la holización, que es el momento de la restitutio in integrum del todo originario. Solo tras una restitución semejante podrá tomarse como una racionalización plena y efectiva el proceso de comprensión del dominio originario. Pero en muy pocas ocasiones (solo en aquellas en las que se logra un cierre categorial efectivo entre el análisis y la síntesis) la restitución es perfecta; acaso, en lugar de restitución habrá que hablar únicamente de una reconstrucción, más o menos artificiosa o convencional. Pero no necesariamente por ello meramente especulativa, pues su importancia práctica puede ser decisiva por las novedades que aporta a lo que sería el “curso natural” de evolución de la totalidad de referencia.
2. En Geometría plana. Podemos tomar como campo real (esto es, coordinado con los números reales) el “plano reglado y punteado”. Partimos de un dominio (fenomenológico, morfológico) de este campo como pueda serlo el “redondel” del que habló Poincaré. Podríamos analizarlo “anatómicamente”, dividiéndolo en cuatro arcos o en cuatro cuadrantes. Pero mediante la “holización analítica” quedará resuelto en puntos, siempre que postulemos a estos puntos como partes átomas formales suyas. Si ahora introducimos, como criterio, la regla selectiva: “puntos que equidistan de uno central”, podremos formar la clase o conjunto de todos los puntos (y son infinitos) que equidistan del centro. Esta clase de conjunto no es otra cosa sino el resultado de una holización positiva que corresponde a lo que podríamos llamar “transformación de Poincaré” del redondel, dado a la percepción ordinaria, en la circunferencia definida por lugares geométricos. La holización implicada en la “transformación de Poincaré” es abstracta o ideal; no por ello menos necesaria en la construcción racional de la Geometría elemental.
3. En Mecánica. Podemos tomar como campo el campo gravitatorio y como dominio el Sistema Solar. La descomposición u holización analítica nos conduce a unidades de masa isoméras, partículas de referencia, postuladas en los planetas y en el Sol. Redefiniremos un campo isomérico vectorial de fuerzas, es decir, un campo uniforme y constante cuando asignemos fuerzas del mismo módulo y dirección en todos los puntos del espacio, independientemente del tiempo (es la situación del campo gravitatorio terrestre en regiones muy pequeñas). A partir de aquí, podremos hablar de campos de fuerzas conservativas cuando el trabajo realizado por la fuerza del mismo, al actuar sobre una partícula que se desplaza del punto A al punto B, no depende del itinerario a o b que él siga. La recomposición, por integración, de las fuerzas asociadas a cada partícula, según las leyes de gravitación (molarmente establecidas por Newton, a partir de las observaciones de Kepler) permite reobtener estas leyes sin que por ello podamos hablar de tautología (“encontramos lo que habíamos puesto al principio”), puesto que ahora el tratamiento del Sistema Solar como dominio gravitatorio se hace mucho más abstracto y, sobre todo, generalizable a otros campos de fuerzas.
4. En Electromagnetismo. Podemos tomar como campo el que corresponde al ferromagnetismo, y como dominio o muestra un imán permanente de sustancia ferromagnética (hierro, níquel, cobalto) con propiedades globales definidas (polarización, excitación magnética H, densidad de flujo B, permeabilidad B/H). La holización analítica (en este caso holomérica) nos lleva a la descomposición de la sustancia magnética o dominio de referencia en pequeñas regiones (llamadas también dominios) de 1012 a 1015 átomos. Estos subdominios son al a vez totalidades distributivas y atributivas, pues dentro de cada dominio, los momentos magnéticos de todos los electrones giratorios son paralelos entre sí: cada dominio está imantado. La holización sintética tiene lugar cuando, situada la muestra en un campo magnético exterior, se producen cambios en rotación de los sentidos de la imantación, si el campo es débil; cuando los campos exteriores son más intensos, todos los dominios giran rápidamente de 90° a 180°, hasta hacerse paralelos al eje del cristal más próximo al sentido del campo magnético exterior.
En El Mito de la Izquierda, Gustavo Bueno utiliza la holización para analizar la transformación de la sociedad política del Antiguo Régimen en la Nación política [731] compuesta de individuos iguales entre sí (ciudadanos). Y para establecer y comprender la conexión entre la Idea de Razón y la izquierda política [732] revolucionaria de un modo no sustantivado ni mítico. Se trata de mirar la posibilidad de introducir el ejemplo de holización política con el fin de dar a conocer cómo este proceso tiene lugar en los campos relativos a las ciencias humanas.

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