viernes, 31 de julio de 2020

FILOSOFÍA - ÍNDICE SISTEMÁTICO


Pensamiento Alicia como el pensamiento (simplista y sonriente) del krausismo

Que el pensamiento Alicia sea simplista [712] no quiere decir que el simplismo defina por sí mismo el pensamiento Alicia. El simplismo de Alicia no es ocasional, es sistemático, de principio, y está organizado en función de ciertos ideales prácticos, “confortables, amables, pacíficos”. Es, por este motivo, un simplismo sonriente, tranquilizador. Es el simplismo masónico (es decir, afín a ciertas ideas masónicas) que inspiraba el Ideal de la Humanidad para la vida de Julián Sanz del Río, y que para definir los fines formales del perfecto organismo que constituye la humanidad y su destino humano (fines, decía Salmerón, que fue presidente de la Primera República Española, que han de “realizarse en el límite y en condicionalidad recíproca con otros seres, y en esencial unión con el Todo y supremamente con Dios”) se acoge a la enumeración de ciertas ideas abstracta tales como la Moralidad, el Derecho, la Religión, la Ciencia, el Arte, la Paz, la Enseñanza. Un “simplismo sonriente” (el del krausismo) que habría de influir en la ideología de una importante corriente del socialismo español, que, sin embargo, no excluía el enfrentamiento radical con otras ideologías dogmáticas, tales como las de la Iglesia católica o la de los comunistas o anarquistas radicales, ni tampoco excluía la utilización de las maniobras políticas más sectarias en la lucha partidista cotidiana.

Con todo, el simplismo de Alicia ha de distinguirse de otras formas de simplismo. El simplismo ideológico puede ser utilizado con fines oportunistas, por no decir cínicos, por quienes, muy lejos de Alicia, mantienen ideales y métodos opuestos, como pudieran serlo los proyectos del comunismo soviético y los métodos violentos de la revolución leninista, sin perjuicio de los cuales Stalin pudo lanzar su campaña por la paz a través del Manifiesto de Estocolmo de 1950, firmado por más de quinientos millones de personas (entre ellos Einstein y Bertrand Russell, eminentes racionalistas simplistas en lo que al pacifismo teórico se refiere). El pensamiento simplista que caracteriza al Pensamiento Alicia concuerda, más bien, con una actitud optimista, angelical (sincera o fingida), que propende a confiar en que todo sucederá para bien o para mejor, o acaso en no desconfiar (al menos en público) en que algo pueda suceder para mal o para peor; aborrece el catastrofismo, el “sentimiento trágico de la vida”, cualquier tipo de visión apocalíptica. El pensamiento Alicia mantiene una sonrisa permanente, que no llega a ser postiza del todo (lo que la haría más interesante), sino que, y esto es lo peor, tiene mucho de sincera, y no tanto porque se ajusta a un pensamiento interior sonriente, cuanto porque este “pensamiento interior” se ha ajustado a la sonrisa.

En los libros titulados Historia del Pensamiento, o en los programas de las cátedras universitarias de Historia del Pensamiento, no figura, que sepamos, ningún capítulo ni ninguna lección destinada a analizar y a exponer el Pensamiento Alicia. Más aún, muchos autores o muchos catedráticos se resistirán a tratar, en disciplina tan sublime, asunto tan frívolo. Sin embargo, exponen importantes sistematizaciones de pensamiento Alicia en sus Historia del Pensamiento, tratadas profusamente con gran erudición doxográfica y rigor académico. Un ejemplo: en las historias actuales del pensamiento español figura en lugar preferente el análisis del Ideal de la Humanidad, que Julián Sanz del Río (1807-1870) plagió del propio Krause (véase Enrique M. Ureña, “El fraude de Sanz del Río o la verdad sobre su Ideal de la Humanidad”, Pensamiento, 1988; y “Más sobre el fraude de Sanz del Río: las dos versiones del Ideal de la humanidad (1851, 1860) y su original alemán”, El Basilisco, 12: 75-97). Esta obra plagiaria es un ejemplo eminente de pensamiento Alicia, característico del idealismo más blando decimonónico, cuyo influjo ha sido, sin perjuicio de ello, muy notable en España a través de la Institución Libre de Enseñanza y de corrientes del Partido Socialista y afines.

Ahora bien: la simplificación de las cosas conduce en realidad a Alicia a una situación tal que le impide entender los mecanismos más elementales; en el momento en el que Alicia comienza a entrar en estos mecanismos, pero sigue defendiendo sus ideales simplistas, pierde la inocencia, y ésta empieza a ser sustituida por una falsa conciencia, lindante con el cinismo y con la mala fe [715].

http://www.filosofia.org/filomat/df713.htm






Pensamiento Alicia en las Ciencias Naturales, Sociales y Culturales

El pensamiento Alicia [712] no puede considerarse como un modo exclusivo de tratar cuestiones políticas; no se circunscribe a ellas. El pensamiento Alicia puede reconocerse ejercitado en los campos más heterogéneos, y desde las ideologías más diversas. Se abre camino tanto en los terrenos cultivados por las Ciencias Naturales (“Todo es Química”, o bien “nuestro universo comenzó hace veinte mil millones de años con el Big Bang y acabará dentro de otros veinte mil millones con el Big Crunch” [823], o bien: “Nuestro cerebro o nuestra mente es simplemente un ordenador que procesa información a un ritmo de cien mil teraflops por segundo, mientras que los superordenadores más rápidos de hoy no sobrepasan los límites de los mil teraflops”; o bien: “La persona se define como aquel programa de ordenador capaz de superar el criterio de Turing”), como en el terreno de las Ciencias Culturales o Sociales (“Todo hombre es bueno y solo una sociedad atrasada le hace cometer delitos; suprimamos por tanto los castigos y entendámoslos como métodos de inserción social”).

El pensamiento Alicia puede ejercitarse puntualmente, es decir, en dominios relativamente aislados, o bien masivamente, en los más diversos dominios físicos o metafísicos de la realidad. Incluso cabe reconocer un pensamiento Alicia dirigido por el objetivo de lograr una “Alicia sistemática”, un pensamiento capaz de organizar los diferentes pensamientos Alicia particulares en un verdadero sistema con pretensiones filosóficas. La llamada “filosofía espontánea de los científicos” [14] suele ser un pensamiento Alicia orientado filosóficamente. Acaso el principio más característico del pensamiento Alicia, en el momento en el cual se despliega hacia horizontes filosóficos, sea éste: “Todo está relacionado con todo” [54], principalmente si este principio está conjugado con una ideología armonista. Principios e ideologías que inspiran, por ejemplo (para referirnos a lo más conocido por todos), la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en general, y los objetivos de la Constitución de la Unesco de 1945, en particular.


http://www.filosofia.org/filomat/df714.htm





Pensamiento Alicia como pensamiento de mala fe

¿Hay que quitar importancia práctica a los pensamientos Alicia tal como los hemos definido y presentado? ¿Podríamos atribuirles una cierta importancia especulativa, como ejercicios de un pensamiento libre e inofensivo (“el pensamiento no delinque”) que, en cualquier caso, habría que respetar en nombre de la “libertad de pensamiento”? No es este el caso. Los pensamientos Alicia tienen, sin duda, un interés teórico indudable, en cuanto alternativas sistemáticas y doxográficas (una gran parte de los contenidos de las llamadas Historias del Pensamiento son pensamientos Alicia) a las diversas cuestiones que plantean. Pero lo importante es constatar que estos pensamientos Alicia pueden también ser muy peligrosos en el terreno práctico. Y entonces habrá que afirmar que su carácter inofensivo es aparente. Precisamente por su simplismo y por su gran capacidad para ser entendidos por todos, cuando son defendidos por gentes que tienen asignadas responsabilidades prácticas concretas en la dirección y gobierno de la sociedad política, pueden transformarse en pensamientos falsos, hipócritas y de mala fe. De mala fe si a quien los defiende le atribuimos una mínima “mancha de inteligencia” que le obligase a advertir su simplismo. Y el simplismo de su decisión de asumirlo como algo evidente, y por ello expresarlo “con una permanente sonrisa [714] en los labios”.

En efecto, el simplismo de los pensamientos Alicia puede llegar a ser no otra cosa, sino encubrimientos de la realidad, intentos para disimularla arrojando sobre ella velos legales (propios de legistas) destinados a tranquilizar a los electores y consumidores. Pensamientos que son valores impregnados de perfumes que huelen a opio del pueblo.

Quien, por ejemplo, insiste en el proyecto vacío de una Alianza de Civilizaciones, ¿qué otra cosa puede pretender que ofrecer un plan armónico cuya ejecución ofrezca a miles de personas (políticos, funcionarios, ONG) la ilusión de que todo es cuestión de buena voluntad, de diálogo y compresión mutua? Obviamente, estos proyectos armónicos tendrán que ofrecerse entre sonrisas, que pretenden expresar la evidencia, la tranquilidad y la paz perpetua. Los “inocentes pensamientos” sobre “realidades nacionales” españolas, por ejemplo, incompatibles con la Nación española, pueden dejar de ser meros pensamientos adolescentes o de mala fe, para convertirse muy pronto en discursos que encubren la traición.

Quienes han podido poner en ejecución planes y programas [238] Alicia en el terreno político se verán naturalmente obligados a debatir con quienes, desde la prudencia y el sentido de la realidad, levantan objeciones específicas, incoherencias y dificultades graves. Y entonces, como los pensadores Alicia no pueden responder dialécticamente a estas objeciones específicas, ni rectificar sus incoherencias, ni resolver las dificultades que les señalan, asumirán la única vía que les queda abierta: reiterar una y otra vez sus planes y programas, y responder no dialécticamente, sino por vía retórica y sofística, tratando simplemente de no perder el favor de los electores-Alicia. Es así como el pensamiento Alicia, cuando se ejerce desde el poder político, se convierte en pura demagogia. Un ejemplo de esta diversidad de argumentaciones (retóricas y dialécticas en el sentido de Aristóteles), nos lo ofrecen los debates parlamentarios que tuvieron lugar en los meses de mayo y junio de 2006 con motivo del llamado “proceso de pacificación del País Vasco”.

Los principios del Pensamiento Alicia, cuando canalizan por vía retórica o sofística, se convierten, obviamente, en pensamientos de mala fe. Un tipo de pensamiento que, apoyándose en semejanzas indudables, pero despreciando las diferencias esenciales, llama personas humanas a los simios [816]; llama progenitores A y B a los miembros de las parejas homosexuales a los que se ha concedido en adopción un niño o una niña, llama fascistas a quienes vencieron en la Guerra Civil española, y víctimas del holocausto a los que fueron represaliados; llama Alianza de Civilizaciones a los acuerdos diplomáticos y coyunturales entre países distanciados; llama solidarios, con intención ponderativa, a los miembros de una banda terrorista o a los cuarenta ladrones; llama “representación democrática del pueblo español” a una asamblea parlamentaria en la que los partidos antagónicos se han “solidarizado” a fin de dejar aislado al partido que representa a la mitad de ese pueblo; llama “memoria histórica” a lo que son recuerdos psicológicos canalizados por una ideología parcialista, revanchista y sectaria, etc.

Con esto no se quiere decir que una nave cuyo timón está dirigida por un pensador Alicia está destinada a fracasar necesariamente; la nave tiene sus propias leyes de navegación, que están impuestas por su medio, por la tripulación, por la marinería, por la relación con otras naves, y no por su piloto. El mundo (el mundo de la economía, el de la ciencia, el de las costumbres), una vez en marcha, “va por sí mismo”, hasta cierto punto, al margen de los gobiernos. Pero hasta cierto límite. A partir de límites determinados, un gobierno simplista, inspirado por Alicia, puede dar lugar a que la nave se encalle o se estrelle contra otras naves que, en el mundo, navegan en su entorno.









Materialismo ontológico

Doctrina ontológica que agrupa la totalidad de las realidades que constituyen el campo de variabilidad del mundo Mi en tres géneros de materialidad {M1, M2, M3} [72-75] oponiéndose al reduccionismo ontológico de los distintos formalismos [76].

Por ejemplo, el corporeísmo que se basa en el privilegio de la realidad corpórea (M1) es, desde esta perspectiva, un formalismo primario; y el psicologismo y el sociologismo, que hacen del hombre (individual o colectivamente) “la medida de todas las cosas” son formalismos secundarios (M2); el idealismo, finalmente, que convierte a las Ideas en la única realidad efectiva y objetiva, a expensas de las entidades físicas y de los sujetos, constituye un formalismo terciario (M3).

Frente al reduccionismo mundanista, el materialismo ontológico postula la existencia una Materia ontológico general (M) [82] plural e inconmensurable, que se constituye regresivamente a partir de la pluralidad mundana, tomando al sujeto gnoseológico (E) [83] como principal valedor de su posibilidad.

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