A ti MADRE, hoy te expreso mis más grandes y sinceros sentimientos llenos de mucha alegría. Hoy quiero agradecerte toda la sabiduría y valores que humildemente has sabido transmitirme a lo largo de la vida. Puede que yo no tenga grandes riquezas, pero teniéndote a ti, madre bella, nunca existirá la pobreza para mí, ¡madre querida!
Hay palabras que nunca salen de mis labios, por creer que no son necesarias… pero hoy, madre, quiero decirte muchas cosas con la esperanza de que no sea tarde, pero antes de nada, decirte que te amo, mamá:
¡Te amo mamá!
Gracias madrecita de mi vida, por ser quien eres, por darme la vida, vivir por mí, luchar por mí, sacrificarte por mí y desvelarte por mí. Esto es apenas un poco de lo mucho que tengo que agradecerte.
He crecido y madurado, y ahora me doy cuenta, a través de las dichas y desdichas de la vida, que tú eres la mejor mamá del mundo. De ti he aprendido el valor de cada sufrimiento, pues en esos momentos tus palabras me llenaban de felicidad, alimentaban mi vida, y endulzaban cada parte de mi ser.
Hoy la tristeza oprime mi alma, esa inmensa tristeza de no haberte dado todo cuanto merecías y necesitabas. Yo era demasiado niño, desvalido y lleno de sueños y fantasías por cumplir. Pero tú, mi querida madre, en tu lucha lograste calmar muchos de ellos a pesar de que te di disgustos y sufrimientos añadidos a los que ya tenías.
Ahora entiendo todos tus consejos, tus regaños y enojos los cuales hacían correr lágrimas en mis mejillas sin darme cuenta yo de que traían su propia enseñanza.
Hay algo que nunca te he dicho
y es que has sido una gran mujer
y una buena madre para mí.
y es que has sido una gran mujer
y una buena madre para mí.
Perdóname por hacerte sufrir, perdóname por no haberte entendido a tiempo, no ha sido mi intención, han sido mis necedades y falta de madurez.
Madre mía, quisiera retroceder el tiempo para darte lo mejor, dejando atrás todo lo malo, lo cual es imposible. Sólo puedo decirte que todos esos hermosos momentos de mi niñez que compartimos, los tengo atesorados en mi mente y mi corazón. Los seguiré guardando como mis más lindos recuerdos, y los atesoraré en lo más profundo de mi ser.
Gracias, muchas gracias mi educadora, amiga, confidente, guía y ángel guardián de frías y dolorosas noches. Hoy, con un beso te pido perdón madre querida. De rodillas te pido que me des tu bendición para llenarme más de tus enseñanzas en esta vida que me falta por cumplir de la misma manera que tú cumpliste conmigo en su debido tiempo.
Eso mismo, madre mía, será la enseñanza que daré a mis hijos; ellos sabrán que de ti aprendí los buenos consejos que puedo darles.
En mi mente se quedarán los más bellos y preciados recuerdos, ¡te amo mi adorada madre, te amo!
Querida Mamá,
En la distancia que nos embarga en está ocasión, déjame expresarte unas cuantas palabras:
En la distancia que nos embarga en está ocasión, déjame expresarte unas cuantas palabras:
Primero, déjame decirte que te amo, ¡te amo! Y sé sin lugar a dudas, que con el tiempo, las aventuras de la vida, y la montaña rusa de los sentimientos, cada día te amaré más.
En segundo lugar, perdóname, por no saber utilizar las palabras adecuadas, por si algún momento de mi vida no logré hacer que tu corazón sonriera como te lo mereces.
En tercer lugar, mamá; te perdono por las palabras que en algún momento pudieron salir de tu boca causándome dolor, te perdono por la distancia que a veces he sentido, y por esas cosas que están mal sin estarlo. El amor cubre las faltas, las mías y las tuyas, y pese a todo, entre tú y yo siempre habrá mucho amor.
En cuarto lugar, pero no menos importante, mamá te amo aún más por la hermosa mujer que eres, por la hermosa gracia, fortaleza y sabiduría que reflejas. Te amo por tu entrega, por tu paciencia y por tu amor.
Que tus días estén siempre llenos de bendición, y que la vida siempre te dé amor así como yo espero dártelo también. Gracias por ser parte de la mujer que soy, y gracias por tu vida, este día y todos los días.
¡Feliz día de la madre!
Mamá:
Me llenas… Sí, lo haces con tu amor, tu cálido e infinito amor que siempre perdura, que siempre consuela, apoya, ríe, aconseja y que enseña.
Me llenas… Sí, lo haces con tu amor, tu cálido e infinito amor que siempre perdura, que siempre consuela, apoya, ríe, aconseja y que enseña.
Tu amor de madre me enseña a ser fuerte pero a la vez a no querer dejarte ir nunca. Me enseña a ser libre pero sin querer soltar tus cálidos brazos que todo lo protegen. Tus abrazos muestran el verdadero amor. Ese que nace sin verlo y simplemente se siente tan hermoso que se convierte en el amor más grande del planeta. Haces que el amor sea magnifico, inigualable y totalmente libre.
Me siento enamorar, sí… de ti, amada madre. Eres el amado ángel que llena de luz cada cosa que ves; iluminas con cada cosa que aconsejas, aclaras con cada cosa que enseñas, y arrojas luz a cada cosa que amas.
Uf, madre mía, ¡cómo amas! ¿De dónde sacas esa fuerza?, ¿de dónde amas tanto?, ¿cómo es que mientras más envejeces te haces más bella y amas aún más de lo que ya has amado?, ¿cómo lo haces para ser tan perfecta… para superar cada cosa que te propones? No lo sé. Pero espero, mamá querida, encontrar estas respuestas y amar tanto como tú lo haces.
Te amo madre, gracias por lo que soy.
Pero, gracias también por las cosas que no soy.
Pero, gracias también por las cosas que no soy.
Gracias madre,
por haberme dado
el más grande regalo de amor:
“la vida”.
por haberme dado
el más grande regalo de amor:
“la vida”.
Gracias madre por las enseñanzas que me diste a lo largo de mi vida, pues gracias a ellas ahora también sé ser madre.
¡Gracias madre!
Gracias madre, por también haber sido un gran apoyo en mi propia tarea de ser madre, pues me has asistido y ayudado cuando más lo necesitaba.
Gracias madre,
pues gracias a ti he podido formar mi propia familia; a ti te debo que mi propia descendencia, que es también la tuya, tengamos lo que tenemos, y seamos lo que somos.
Sé que no siempre ha sido fácil ser mi madre, por lo que te pido perdón por cualquier daño que hubiese podido causarte.
Agradezco a Dios que aún te tengo, pues hoy sé que a una madre siempre se le necesitará, aunque ya esté una grandecita, como yo.
Dios te bendiga, mamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario