lunes, 26 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del 12 de marzo

Inocencio I fue el papa n.º 40 de la Iglesia católica entre 401 y 417.
Era natural de Albano. Según su contemporáneo, Jerónimo de Estridón, era hijo del papa anterior, Anastasio I, probablemente el único caso en la historia en que un hijo sucede a su padre en el papado.1​ Fue elegido el 22 de diciembre de 401. Ordenó que todos los casos graves tenían que ser revisados por él y en los demás se reservaba el derecho a intervenir. Ejerció este derecho en muchas cuestiones diversas, especialmente en aquellas relacionadas con las celebraciones litúrgicas.
Su gran amigo Juan Crisóstomo fue expulsado como Patriarcade Constantinopla debido a hostilidades personales con la emperatriz Elia Eudoxia y las intrigas de Teófilo de AlejandriaInocencio I intervino para reintegrarlo a su sede.
Se enfrentó firmemente a Pelagio y al pelagianismo, con tanta autoridad y decisión que Agustín de Hipona, cuando lo supo, pronunció aquella famosa frase que ha llegado a ser un refránRoma locuta, causa finita ("Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada"). También condenó el priscilianismo.
El 24 de agosto de 410 el rey visigodoAlarico, conquistó y saqueó a Roma. Inocencio no se encontraba en la ciudad, sino que estaba en la corte imperial en Rávena tratando de hacer negociaciones con Alarico. Cuando regresó a Roma hizo lo posible por reparar los daños hechos por los godos.
Murió el 12 de marzo de 417, por lo que su festividad se celebra dicho día, aunque desde el siglo XIII hasta el siglo XX, se conmemoraba el 28 de julio.2​ Su sucesor fue Zósimo.

San Inocencio I
Innocentius I.jpg

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Papa de la Iglesia católica
22 de diciembre de 401-12 de marzo de 417
PredecesorAnastasio I
SucesorZósimo
Información personal
NombreInocencio
Nacimiento¿? Albano (¿?) Italia
Fallecimiento13 de marzo de 417jul.
RomaImperio romano


San Inocencio I, papa
fecha: 12 de marzo
fecha en el calendario anterior: 28 de julio
†: 417 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Roma, en el cementerio de Ponciano, sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín.
refieren a este santo: San Gaudencio de BresciaSan Juan Casiano
En el 400, el bárbaro Alarico entró en Italia. En el 399, con la idea de atajar los estragos que hacía, el emperador nombró a este rey de los visigodos gobernador militar de la región de Iliria. Los bárbaros se acercaban cada vez más a Roma y llegaron al pie de su muralla en el año 408. El 24 de agosto del 410, a la misma hora en que el papa discutía con el emperador la oportunidad de hacer a Alarico comandante en jefe de las fuerzas imperiales de Occidente, los visigodos se apoderaron de Roma sometiéndola durante tres días al pillaje de la soldadesca.
Inocencio I nació en Albano, cerca de Roma, y había sucedido en el pontificado a San Anastasio I el año 401. Durante dieciséis años participó activamente en los asuntos eclesiásticos. Apenas sabemos algo de la vida personal de San Inocencio, pero su obra demuestra que era un hombre muy capaz, enérgico y vigoroso. El santo Pontífice ordenó a San Victricio, obispo de Rouen, que refiriese a Roma las causas de mayor importancia y en el mismo sentido se expresó en una carta que dirigió a los obispos de España. También aconsejó a algunos prelados en el sentido de que el clero observase más rigurosamente el celibato, siguiendo la costumbre de Roma. San Inocencio apoyó a San Juan Crisóstomo, quien había sido injustamente removido de la sede de Constantinopla por el sínodo de "La Encina"; en efecto, el Pontífice no sólo se negó a reconocer a los sucesores de San Juan Crisóstomo, sino que trató en vano de persuadir al emperador Arcadio de que le restituyese a su sede. Los obispos de África que habían condenado el pelagianismo en los Concilios de Cartago y Milevis el año 416, escribieron al Papa para que confirmase sus decisiones. En su respuesta, San Inocencio les dijo que "en las cuestiones de fe, los obispos de todo el mundo deben consultar a San Pedro" y les alabó por haberlo hecho así. San Agustín anunció la confirmación pontificia en su diócesis de Hipona con estas palabras: «Dos concilios habían escrito a la Sede Apostólica sobre la cuestión. Roma ha hablado. La cuestión está zanjada». Tal es el origen del adagio: «Roma locuta, causa finita». El santo Pontífice murió el 12 de marzo del año 417.




San Maximiliano, mártir
fecha: 12 de marzo
†: 295 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Tebeste, en Numidia, san Maximiliano, mártir, que, siendo hijo del veterano Víctor y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, tras rehusar el juramento militar, fue ajusticiado a espada.
Patronazgos: patrono de los objetores de conciencia y de los no-violentos.
La «Passio» de san Maximiliano es uno de los más valiosos documentos de una pequeña colección. Es el relato auténtico de un contemporáneo, sin adornos retóricos, del juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Se desarrolla como sigue:
Durante el consulado de Tuscus y Anulinus, el 12 de marzo, en Teveste, Numidia [Ahora Tebessa, en Argelia. Se cree que esto sea un error de copia, y que el martirio haya sido en algún lugar cerca de Cartago. Cfr. el penúltimo párrafo], comparecieron ante la corte Fabio Víctor y Maximiliano. El juez, Pompeyano, abrió el caso con estas palabras: «Fabio Víctor está ante el comisario del César, Valeriano Quintiano. Exijo que Maximiliano, hijo de Víctor, conscripto apropiado para el servicio, sea medido».
El procónsul Dion preguntó al joven por su nombre y él contestó: «¿Qué caso tiene responder? No puedo ser anotado en las listas, puesto que soy cristiano». El procónsul no lo atendió y ordenó que midieran su estatura. Pero el joven insistió: «No puedo servir; no puedo hacer mal a nadie. Soy cristiano». El procónsul repitió la orden y el ujier informó que Maximiliano medía 1.75 m. Luego el procónsul dijo que se le debería dar el emblema militar, pero Maximiliano persistía: «¡Nunca! No puedo ser soldado».

Dion: Debes servir o morir.
Maximiliano: Nunca serviré. Pueden decapitarme, pero no seré un soldado de este mundo, ya que soy un soldado de Cristo. [Fue la insistencia de los primeros cristianos en ser soldados de Cristo lo que dio origen a la palabra «pagano»: «paganus», es decir, «civil». Cf. «Shorfer Oxford Dictionary», edición 1936.]
Dion: ¿De dónde has sacado esas ideas?
Maximiliano: De mi conciencia y de Aquél que me ha llamado.
Dion (A Fabio Víctor): Corrige a tu hijo.
Víctor: Él tiene sus ideas y no cambiará.
Dion (A Maximiliano): Sé un soldado y acepta el emblema del emperador [Un sello de plomo (bulla) que se llevaba alrededor del cuello. Cfr. el actual disco de identidad].
Maximiliano: Nunca. Ya llevo conmigo la marca de Cristo mi Señor.
Dion: Te enviaré a tu Cristo inmediatamente.
Maximiliano: No puedo pedir nada mejor. Hazlo pronto, que allá está mi gloria.
Dion (Al oficial de reclutas): Dadle el emblema.
Maximiliano: No lo aceptaré. Si tú insistes, le quitaré la efigie del emperador. Soy un cristiano y no se me permite portar en el cuello ese emblema, puesto que ya llevo la sagrada señal de Cristo, el Hijo de Dios Vivo a quien tú no conoces, el Cristo que sufrió por nuestra salvación y a quien Dios nos entregó para que muriera por nuestros pecados. Es a Él a quien todos nosotros los cristianos servimos, a Él a quien seguiremos, pues Él es el Señor de la Vida y el Autor de nuestra salvación.
Dion: Únete al servicio y acepta el emblema, o si no, perecerás miserablemente.
Maximiliano: No pereceré, mi nombre está ya desde ahora delante de Dios. Me rehúso a servir.
Dion: Eres un hombre joven y la profesión de las armas va de acuerdo a tus años. Sé un soldado.
Maximiliano: Mi ejército es el de Dios y no puedo pelear por este mundo; como te digo, soy cristiano.
Dion: Hay soldados cristianos al servicio de nuestros soberanos Diocleciano y Maximiano, Constantino y Galerio.
Maximiliano: Eso es cosa de ellos. Yo también soy cristiano y no puedo servir.
Dion: Pero ¿qué daño pueden hacer los soldados?
Maximiliano: Tú lo sabes bien.
Dion: Si no haces tu servicio, te condeno a muerte por desacato al ejército.
Maximiliano: No moriré. Si me voy de este mundo, mi alma irá con Cristo mi Señor.
Dion: Anoten su nombre... Tu rebeldía te hace rehusar el servicio militar y serás castigado por ello para escarmiento de los demás.
Procedió entonces a leer la sentencia:
Dion: Maximiliano ha rehusado el juramento militar por rebeldía. Deberá ser decapitado.
Maximiliano: ¡Alabado sea Dios!
Maximiliano tenía veintiún años tres meses y dieciocho días de edad. De camino al sitio de la ejecución, habló a los cristianos: «Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a merecer una corona como la mía, con todas sus fuerzas y el más profundo anhelo». Estaba radiante. Después se dirigió a su padre: «La túnica que me tenías preparada para cuando fuera soldado, dásela al líctor. El fruto de esta buena obra será multiplicado cientos de veces. ¡Déjame que te dé la bienvenida en el cielo y glorifique a Dios contigo!»
Al primer golpe lo decapitaron. Una matrona llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y lo llevó en su litera a Cartago, donde lo sepultó cerca del de san Cipriano, no lejos del palacio. Víctor se fue a su casa regocijado, agradeciendo al Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su hijo. Amén.





La "pasión" de San Maximiliano es uno de los más valiosos documentos del juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Durante el consulado de Tuscus y Anulinus, comparecieron ante la corte Víctor y su hijo Maximiliano. El juez, al interrogar a Maximiliano sobe sus datos personales, éste le contestó que él era cristiano y que por lo tanto no podía servir como soldado. El juez volvió a insistir con amenazas de tortura y muerte, pero el santo se mantuvo firme en su adhesión a Jesús. 

Maximiliano tenía 21 años cuando fue condenado a ser decapitado, sentencia que recibió con mucha alegría y alabanzas a Dios, para sorpresa de sus verdugos. De camino al sitio de la ejecución, habló a los cristianos: "Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a merecer una corona como la mía". Al primer golpe lo decapitaron y una mujer llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y le dio cristiana sepultura. El padre del santo se fue a su casa regocijado, agradeciendo al Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su hijo.

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