San Pedro Damián O.S.B. o Pedro Damiano o Pedro Damiani, (Rávena, 1007 - Faenza, 1072) fue un cardenalbenedictino de la Iglesia católica y reformador del siglo XI, junto al cardenal Hildebrando (Gregorio VII).
San Pedro Damián O.S.B. | ||
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Arzobispo de Ostia | ||
Información religiosa | ||
Ordenación episcopal | 1057 | |
Proclamación cardenalicia | 1057 por Esteban IX | |
Congregación | Orden de San Benito | |
Culto público | ||
Festividad | 21 de febrero Novus Ordo 23 de febrero Vetus Ordo | |
Atributos | Atuendo de cardenal y portanto un libro | |
Venerado en | Iglesia Católica | |
Información personal | ||
Nombre | Piero Damiani | |
Nacimiento | 1007 Rávena, Sacro Imperio Romano Germánico | |
Fallecimiento | 22 de febrero de 1072 Faenza, Sacro Imperio Romano Germánico | |
Alma máter | Monasterio de Fonte Avellana |
Organizador de la vida monástica[editar]
Son poco dignas de fe las noticias que nos comunica su biógrafo J. de Lodi sobre los rigores que empleó con él en sus primeros años uno de sus hermanos mayores. En cambio, es cierto que un segundo hermano, de nombre Damián, hizo con él las veces de padre y le procuró una buena formación en Rávena, Faenza y Parma; según parece, en agradecimiento, tomó en adelante su nombre. A los 25 años de edad era profesor en Parma y posteriormente en Rávena.
Su inclinación al retiro y a la vida ascética lo empujó muy pronto a la soledad. Ordenado sacerdote en su ciudad natal, ya en 1035 se retiró a Fonte Avellana donde, en unión con varios ermitaños, se entregó de lleno a la vida anacoreta. El resultado inmediato fueron algunos trastornos corporales, que le obligaron a mitigar los rigores iniciales, dedicándose también, desde entonces, al estudio. Elegido prior en 1043, dio una forma ordenada y definitiva a la vida de consagración de Fonte Avellana, para la que había ganado algunos grupos de ermitaños. Era en realidad un sistema de vida monástica, mezcla de vida contemplativa, con marcado rigor de soledad y penitencias corporales, y de vida cenobítica, que unía diversos grupos bajo una misma dirección. Era algo muy semejante a lo que poco antes habían iniciado San Romualdo (m. 1027) con sus monjes camaldulenses y San Juan Gualberto (m. 1073) con los benedictinos de Valleumbrosa. Este tipo de vida, fruto inmediato de la reforma promovida por los cluniacenses, contribuyó eficazmente a preparar la gran obra de la reforma gregoriana.
Cardenalato y legado pontificio[editar]
De hecho, la obra de Pedro Damián como organizador de un nuevo tipo de vida monástica llegó a alcanzar importantes resultados y tuvo varios discípulos, como su futuro biógrafo San Juan de Lodi y Domingo Loricato. Durante algunos años mantuvo contacto con diversos monasterios o grupos de otras órdenes monásticas y aún con elementos seculares, a quienes infundió sus ansias de perfección y de reforma. Con diversas cartas y otros escritos, pertenecientes a esta primera etapa de su actividad, se manifestó ya como gran reformador. Tal vez por eso desde 1045 se encontró en contacto con la curia romana, llegando a colaborar directa y eficazmente en la gran obra de reforma de toda la Iglesia.
Grande es la significación de la segunda etapa de la vida de Pedro Damián, en la que con el cardenal Hildebrando se convierte en el alma de la reforma eclesiástica. Aunque apartado del mundo en su retiro de Fonte Avellana, conocía perfectamente la caótica situación de la Iglesia durante los pontificados anteriores y particularmente el de Benedicto IX (1032-44); ya durante el corto pontificado de Gregorio VI (1045-46) estuvo en contacto con la curia romana. El emperador Enrique III (1039-56), tan benemérito para la causa de la reforma, trató eficazmente de atraerlo al lado del papa Clemente II (1048). Pero quien le unió definitivamente a la causa de los papas y de la reforma, sacándolo de su retiro, fue León IX (1048-54). Precisamente en este tiempo compuso sus dos obras principales como reformador, el Libro gratísimo y el Libro Gomorriano, donde flagela duramente los vicios nefandos en el clero de la época (simonía y nicolaísmo).
Esteban IX le nombró a pesar suyo, en 1057, cardenal y obispo de Ostia. A pesar de su deseo por una vida retirada y ascética en el monasterio permaneció en el cargo hasta que el papa Alejandro II lo liberó de sus responsabilidades como obispo.
Entró de lleno en la vida diplomática y sirvió desde entonces con admirable eficacia a la reforma con importantes legaciones y otros trabajos, y con sus escritos.
Así en 1059-60 hizo de mediador entre el arzobispo de Milán Guido da Velate y la Pataria, al mismo tiempo que aseguraba el prestigio del papa en Milán. En 1061-64 luchó contra el antipapa Honorio II; en 1069 fue a Maguncia para disuadir a Enrique IV de su divorcio. A comienzos de 1072 fue enviado a Ravena para reconciliar a sus habitantes con la Santa Sede, habiendo sido excomulgados por apoyar a su arzobispo en su adhesión al cisma del Honorio II. A su regreso de allí fue agarrado por la fiebre en un monasterio de las afueras de Faenza, donde murió el 22 de febrero de 1072.
Pedro Damián fue uno de los hombres más ilustres de la reforma eclesiástica del siglo XI, cuyas bases asentó facilitando con ello la gran empresa reformadora de Gregorio VII, que como cardenal Hildebrando había trabajado en continuo contacto con Pedro Damián.
Por las obras citadas y otras que compuso mereció de León XII, el 27 de septiembre de 1828, el título de Doctor de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 21 de febrero (hasta 1969, se celebraba el 23 de febrero).
21 de Febrero
San Pedro Damián
Cardenal, Obispo de Ostia
Cardenal, Obispo de Ostia
Doctor de la Iglesia (año 1072).
Damián significa: el que doma su cuerpo. Domador de sí mismo.San Pedro Damián fue un hombre austero y rígido que Dios envió a la Iglesia Católica en un tiempo en el que la relajación de costumbres era muy grande y se necesitaban predicadores que tuvieran el valor de corregir los vicios con sus palabras y con sus buenos ejemplos. Nació en Ravena (Italia) el año 1007.
Quedó huérfano muy pequeñito y un hermano suyo lo humilló terriblemente y lo dedicó a cuidar cerdos y lo trataba como al más vil de los esclavos. Pero de pronto un sacerdote, el Padre Damián, se compadeció de él y se lo llevó a la ciudad y le costeó los estudios. En honor a su protector, en adelante nuestro santo se llamó siempre Pedro Damián.
El antiguo cuidador de cerdos resultó tener una inteligencia privilegiada y obtuvo las mejores calificaciones en los estudios y a los 25 años ya era profesor de universidad. Pero no se sentía satisfecho de vivir en un ambiente tan mundano y corrompido, y dispuso hacerse religioso.
Estaba meditando cómo entrarse a un convento, cuando recibió la visita de dos monjes benedictinos, de la comunidad fundada por el austero San Romualdo, y al oírles narrar lo seriamente que en su convento se vivía la vida religiosa, se fue con ellos. Y pronto resultó ser el más exacto cumplidor de los severísimos reglamentos de su convento.
Pedro, para lograr dominar sus pasiones sensuales, se colocó debajo de su camisa correas con espinas (cilicio, se llama esa penitencia) y se daba azotes, y se dedicó a ayunar a pan y agua. Pero sucedió que su cuerpo, que no estaba acostumbrado a tan duras penitencias, empezó a debilitarse y le llegó el insomnio, y pasaba las noches sin dormir, y le afectó una debilidad general que no le dejaba hacer nada. Entonces comprendió que las penitencias no deben ser tan exageradas, y que la mejor penitencia es tener paciencia con las penas que Dios permite que nos lleguen, y que una muy buena penitencia es dedicarse a cumplir exactamente los deberes de cada día y a estudiar y trabajar con todo empeño.
Esta experiencia personal le fue de gran utilidad después al dirigir espiritualmente a otros, pues a muchos les fue enseñando que en vez de hacer enfermar al cuerpo con penitencias exageradas, lo que hay que hacer es hacerlo trabajar fuertemente en favor del reino de Dios y de la salvación de las almas.
En sus años de monje, Pedro Damián aprovechó aquel ambiente de silencio y soledad para dedicarse a estudiar muy profundamente la Sagrada Biblia y los escritos de los santos antiguos. Esto le servirá después enormemente para redactar sus propios libros y sus cartas que se hicieron famosas por la gran sabiduría con la que fueron compuestas.
En los ratos en que no estaba rezando o estudiando, se dedicaba a labores de carpintería, y con los pequeños muebles que construía ayudaba a la economía del convento.
Al morir el superior del convento, los monjes nombraron como su abad a Pedro Damián. Este se oponía porque se creía indigno pero entre todos lo lograron convencer de que debía aceptar. Era el más humilde de todos, y pedía perdón en público por cualquier falta que cometía. Y su superiorato produjo tan buenos resultados que de su convento se formaron otros cinco conventos, y dos de sus dirigidos fueron declarados santos por el Sumo Pontífice (Santo Domingo Loricato y San Juan de Lodi. Este último escribió la vida de San Pedro Damián).
Muchísimas personas pedían la dirección espiritual de San Pedro Damián. A cuatro Sumos Pontífices les dirigió cartas muy serias recomendándoles que hicieran todo lo posible para que la relajación y las malas costumbres no se apoderaran de la Iglesia y de los sacerdotes. Criticaba fuertemente a los que son muy amigos de pasear mucho, pues decía que el que mucho pasea, muy difícilmente llega a la santidad.
A un obispo que en vez de dedicarse a enseñar catecismo y a preparar sermones pasaba las tardes jugando ajedrez, le puso como penitencia rezar tres veces todos los salmos de la Biblia (que son 150), lavarles los pies a doce pobres y regalarles a cada uno una moneda de oro. La penitencia era fuerte, pero el obispo se dio cuenta de que sí se la merecía, y la cumplió y se enmendó.
Los dos peores vicios de la Iglesia en aquellos años mil, eran la impureza y la simonía. Muchos sacerdotes eran descuidados en cumplir su celibato, o sea ese juramento solemne que han hecho de esforzarse por ser puros, y además la simonía era muy frecuente en todas partes. Y contra estos dos defectos se propuso luchar Pedro Damián.
Varios Sumos Pontífices, sabiendo la gran sabiduría y la admirable santidad del Padre Pedro Damián, le confiaron misiones delicadísimas. El Papa Esteban IX lo nombró Cardenal y Obispo de Ostia (que es el puerto de Roma). El humilde sacerdote no quería aceptar estos cargos, pero el Papa lo amenazó con graves castigos si no lo aceptaba. Y allí, con esos oficios, obró con admirable prudencia. Porque al que es obediente consigue victorias.
Resultó que el joven emperador Enrique IV quería divorciarse, y su arzobispo, por temor, se lo iba a permitir. Entonces el Papa envió a Pedro Damián a Alemania, el cual reunió a todos los obispos alemanes, y valientemente, delante de ellos le pidió al emperador que no fuera a dar ese mal ejemplo tan dañoso a todos sus súbditos, y Enrique desistió de su idea de divorciarse.
Sus sermones eran escuchados con mucha emoción y sabiduría, y sus libros eran leídos con gran provecho espiritual. Así, por ejemplo, uno que se llama "Libro Gomorriano", en contra de las costumbres de su tiempo. (Gomorriano, en recuerdo de Gomorra, una de las cinco ciudades que Dios destruyó con una lluvia de fuego porque allí se cometían muchos pecados de impureza). A los Pontífices y a muchos personajes les dirigió frecuentes cartas pidiéndoles que trataran de acabar con la Simonía, o sea con aquel vicio que consiste en llegar a los altos puestos de la Iglesia comprando el cargo con dinero (y no mereciéndolo con el buen comportamiento). Este vicio tomó el nombre de Simón el Mago, un tipo que le propuso a San Pedro apóstol que le vendiera el poder de hacer milagros. En aquel siglo del año mil era muy frecuente que un hombre nada santo llegara a ser sacerdote y hasta obispo, porque compraba su nombramiento dando mucho dinero a los que lo elegían para ese cargo. Y esto traía terribles males a la Iglesia Católica porque llegaban a altos puestos unos hombres totalmente indignos que no iban a hacer nada bien sino mucho mal. Afortunadamente, el Papa que fue nombrado al año siguiente de la muerte de San Pedro Damián, y que era su gran amigo, el Papa Gregorio VII, se propuso luchar fuertemente contra ese vicio y tratar de acabarlo.
La gente decía: el Padre Damián es fuerte en el hablar, pero es santo en el obrar, y eso hace que le hagamos caso con gusto a sus llamadas de atención.
Lo que más le agradaba era retirarse a la soledad a rezar y a meditar. Y sentía una santa envidia por los religiosos que tienen todo su tiempo para dedicarse a la oración y a la meditación. Otra labor que le agradaba muchísimo era el ayudar a los pobres. Todo el dinero que le llegaba lo repartía entre la gente más necesitada. Era mortificadísimo en comer y dormir, pero sumamente generosos en repartir limosnas y ayudas a cuantos más podía.
El Sumo Pontífice lo envió a Ravena a tratar de lograr que esa ciudad hiciera las paces con el Papa. Lo consiguió, y al volver de su importante misión, al llegar al convento sintió una gran fiebre y murió santamente. Era el 21 de febrero del año 1072. Inmediatamente la gente empezó a considerarlo como un gran santo y a conseguir favores de Dios por su intercesión.
El Papa lo canonizó y lo declaró Doctor de la Iglesia por los elocuentes sermones que compuso y por los libros tan sabios que escribió.
Eustacio o Eustaquio de Antioquía (en griego Εὐστάθιος, Eustathius) fue obispo de Antioquía pero nacido en Side, ciudad de la Panfilia. Según Nicetas Choniates, Eustacio era descendietne de una familia de Filipos en Macedonia. Fue obispo de Beroea de Siria y patriarca de Antioquía según el Concilio de Nicea I donde leyó el panegírico del emperador.
Enemigo de los arrianos, vio como los obispos seguidores de Arrio convocaron un sínode en Antioquía en el que se presentaron graves cargos contra él hasta que el emperador le depuso de su cargo por adulterio1 y le envió al exilio en Tracia hacia el 329 o 330. Entre las acusaciones hubo varias de tipo sexual realizadas por una mujer que confesó su falsedad en el lecho de muerte. Se cree que Eustacio murió poco antes de esta confesión en el exilio, posiblemente antes del año 358 cuando Atanasio ya habla de él como si estuviera muerto.
Escribió diversas obras, entre ellas una contra Orígenes titulada Κατὰ Ὠριγένους διαγνωστικὸς εἰς τὸ ἐγγαστρομύθου θεώρημα.2 También escribió abundantes homilías, epístolas e interpretaciones de los salmos. Fue declarado santo y su festividad es el 16 de julio.
Eustaquio (Eustacio) de Antioquía, Santo
Eustaquio (Eustacio) de Antioquía, Santo
Eustaquio (Eustacio) de Antioquía, Santo
Obispo, 21 de febrero
Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
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Obispo
Martirologio Romano: Conmemoración de san Eustacio, obispo de Antioquía, el cual, célebre por su doctrina, fue desterrado a Trajanópolis, en Tracia, en tiempo del emperador arriano Constancio, a causa de su fe católica, y allí descansó en el Señor († c. 338).
Breve Biografía
San Eustaquio nació en Side, en Panfilia. Según afirma San Atanasio, confeso ante los perseguidores la fe de Cristo.
Era un hombre sabio, elocuente y virtuoso. Elegido obispo de Beroea, en Siria, atrajo sobre sí las miradas de la Iglesia. Más tarde, fue trasladado a la sede de Antioquía, que sólo cedía en dignidad a las de Roma y Alejandría y era la tercera del mundo. Poco después de ocuparla, asistió al Concilio de Nicea, donde fue acogido con grandes honores y se distinguió por su oposición al arrianismo.
En medio de sus trabajos por los otros, no olvidó que la verdadera caridad empieza por sí mismo y trabajó ante todo por su propia santificación.
Pero no por cuidar de su jardín guardaba para él toda el agua de la gracia, sino que la dejaba correr también por los huertos de sus prójimos a fin de que llevase la fecundidad por doquier.
En las diócesis que estaba encargado de gobernar, distribuyó hombres capaces de instruir y sostener a los fieles.
El santo se alarmó al enterarse de que Eusebio, el obispo de Cesárea, favorecía la nueva herejía (se trataba del Eusebio conocido como "el padre de la historia eclesiástica").
La desconfianza que mostró San Eustaquio por la doctrina de ése y otros obispos, así como su acusación en el sentido de que habían alterado el Credo de Nicea, provocaron contra él las iras de los arríanos, quienes consiguieron deponerlo hacia el año 330.
Antes de salir de Antioquía el pastor congregó a su grey y la exhortó a mantenerse fiel a la verdadera doctrina. La exhortación fue tan eficaz que se formó un grupo de "eustacianos" para preservar la pureza de la fe y negar el reconocimiento a todos los obispos que enviasen los arríanos. Desgraciadamente, esta lealtad degeneró más tarde en sectarismo contra los prelados ortodoxos.
San Eustaquio fue desterrado con algunos sacerdotes y diáconos a Trajanópolis de Tracia. No sabemos con exactitud el sitio ni la fecha de su muerte. La mayoría de sus copiosos escritos se perdió.
Entre las obras suyas que se conservan, la principal es una disquisición contra Orígenes, en la que critica los poderes de la pitonisa de Endor (1 Re. 28:7-23). Sozomeno recomienda las obras de San Eustaquio por su estilo y contenido. Pero nada muestra mejor la virtud del santo que la paciencia con que sobrellevó las acusaciones calumniosas que se le hicieron en cosas de importancia y, después, la deposición y el destierro.
San Eustaquio fue más grande en la desgracia de lo que había sido cuando sus virtudes brillaban pacíficamente en el gobierno de su sede.
Su nombre aparece en el canon de las misas siria y maronita.
Era un hombre sabio, elocuente y virtuoso. Elegido obispo de Beroea, en Siria, atrajo sobre sí las miradas de la Iglesia. Más tarde, fue trasladado a la sede de Antioquía, que sólo cedía en dignidad a las de Roma y Alejandría y era la tercera del mundo. Poco después de ocuparla, asistió al Concilio de Nicea, donde fue acogido con grandes honores y se distinguió por su oposición al arrianismo.
En medio de sus trabajos por los otros, no olvidó que la verdadera caridad empieza por sí mismo y trabajó ante todo por su propia santificación.
Pero no por cuidar de su jardín guardaba para él toda el agua de la gracia, sino que la dejaba correr también por los huertos de sus prójimos a fin de que llevase la fecundidad por doquier.
En las diócesis que estaba encargado de gobernar, distribuyó hombres capaces de instruir y sostener a los fieles.
El santo se alarmó al enterarse de que Eusebio, el obispo de Cesárea, favorecía la nueva herejía (se trataba del Eusebio conocido como "el padre de la historia eclesiástica").
La desconfianza que mostró San Eustaquio por la doctrina de ése y otros obispos, así como su acusación en el sentido de que habían alterado el Credo de Nicea, provocaron contra él las iras de los arríanos, quienes consiguieron deponerlo hacia el año 330.
Antes de salir de Antioquía el pastor congregó a su grey y la exhortó a mantenerse fiel a la verdadera doctrina. La exhortación fue tan eficaz que se formó un grupo de "eustacianos" para preservar la pureza de la fe y negar el reconocimiento a todos los obispos que enviasen los arríanos. Desgraciadamente, esta lealtad degeneró más tarde en sectarismo contra los prelados ortodoxos.
San Eustaquio fue desterrado con algunos sacerdotes y diáconos a Trajanópolis de Tracia. No sabemos con exactitud el sitio ni la fecha de su muerte. La mayoría de sus copiosos escritos se perdió.
Entre las obras suyas que se conservan, la principal es una disquisición contra Orígenes, en la que critica los poderes de la pitonisa de Endor (1 Re. 28:7-23). Sozomeno recomienda las obras de San Eustaquio por su estilo y contenido. Pero nada muestra mejor la virtud del santo que la paciencia con que sobrellevó las acusaciones calumniosas que se le hicieron en cosas de importancia y, después, la deposición y el destierro.
San Eustaquio fue más grande en la desgracia de lo que había sido cuando sus virtudes brillaban pacíficamente en el gobierno de su sede.
Su nombre aparece en el canon de las misas siria y maronita.
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