lunes, 26 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del 11 de marzo

11 de Marzo
Santa Áurea (Oria o Auria)
Santos: Eutimio, Vindiciano, Sofronio, Benito, obispos; Fermín, abad; Vicente, abad y mártir; Ramiro, monje y mártir; Heraclio, Zósimo, Cándido, Piperión, Trófimo, Talo, Gorgonio, Firmo, mártires; Constantino, rey; Áurea (Oria), abadesa; Pedro, eremita.

Española. Natural de Villavelayo, núcleo de población relativamente cercano al monasterio de San Millán de la Cogolla. Conocida y célebre por los fenómenos místicos que tuvo en su vida. Fue la hija de García Nuño y de Amuna. La llamaron Áurea, nombre que suena a metal rico, escaso, dorado y con brillo.
Por aquel momento está en pleno florecimiento el monasterio de San Millán, que ampara a otro femenino. Le gustó; allí se acercó a «prender orden e velo, vivir en castidad». Consagró a Dios su virginidad y tenía ansia de retiro. Encontró un ambiente de seria oración y se entregó desde el principio a tantas y tan grandes penitencias que llamó la atención de sus compañeras de beaterio, cosa que contribuyó a elevar el tono de exigencia.
Quiso vivir emparedada, sin trato con persona alguna, reclusa, en oración permanente alimentada por la lectura de la Sagrada Escritura y las vidas de santos, con la ocupación manual de hilar y tejer para ayudar a la comunidad. Dice el cantor de su vida que «si antes fuera buena, fue después muy mejor». La fama de santidad llegó a traspasar las paredes de su celdilla, pegada a los muros del monasterio, donde oraba sin interrupción y castigaba sus carnes con penitencia sin piedad; comenzó la gente a buscar su proximidad, en principio por asombro y curiosidad, luego referían los numerosos favores y milagros que a través de ella se realizaban por el acierto que llevaban los consejos que daba generosamente a todos los que vivían por aquellos contornos y se los pedían.
Parece que, en días cercanos a la Navidad, Oria tuvo visiones; dicen que se le aparecieron las santas Águeda, Cecilia y Eulalia y la transportaron en su arrobo a contemplar una escala celeste y el gozo del cielo. Esto le llevó a hacer más recia aún su gran penitencia.
Siguió luego una serie de admirables éxtasis, en los que percibe la violencia del amor divino en que se abrasa, ansiosa por verse libre de las ataduras de esta vida. La aparición de la Virgen Santísima fue el colofón de los fenómenos místicos que de ella se cuentan; la Señora le aseguró la proximidad de su muerte, precedida de una angustiosa y cruel enfermedad que le sirvió para ejercitar la paciencia. Los relatos afirman que hasta el Maligno se ensañó con Oria, prometiendo dejarla en paz cuando dejara de rezar.
Murió en 11 de marzo de 1070, estando presentes su madre Amunia y el abad del monasterio, don Pedro. La enterraron en una cueva abierta en la roca del monasterio de San Millán de la Cogolla, y, en la casa familiar donde pasó los primeros años de su vida, levantaron los devotos una capilla en la que se le da culto.
Gonzalo de Berceo supo poner gracia arcaica en sus versos del siglo XIII a la figura de Áurea, «la reclusa leal», borrosa por el paso del tiempo, al traducir al naciente castellano la vida escrita en latín por fray Munio o Muño, quien añadía candor al fervor y que estuvo presente en su tránsito.










Oria o Áurea (Villavelayo, 1043-1070), es una santa de la tradición cristiana occidental.
Monasterio de Yuso y, al fondo, monasterio de Suso, donde vivió Santa Oria.
Todos los datos fundamentales de su vida los conocemos por la obra de Gonzalo de BerceoPoema o Vida de santa Oria. Por ella, sabemos que la santa nació en el pueblo riojano de Villavelayo, sus padres fueron Amuña y García y a la tierna edad de diez años se recluyó, junto con su madre, en el monasterio de San Millán de Suso, en el cual permaneció hasta su muerte. Durante los últimos años de su vida, Oria gozó de visiones celestiales y, tras su muerte, se le apareció en una ensoñación a su madre. Así, los datos proporcionados por Berceo se complementan con una Memoria Cronológica citada por el padre Argáiz1​ cuya cronología nos revela que nació en el año 1043, se recluyó en 1052; tuvo su primera visión en 1068, cuando contaba con 25 años, y murió el 15 de marzo de 1070 a los 28 años. Berceo nos narra que su cuerpo fue enterrado en una cueva detrás del Monasterio de Suso.

Santa Oria y Oria[editar]

No debemos confundir la niña Áurea que llegó a ser santa de San Millán, a la que aquí hacemos referencia, con una venerable Oria que, en Silos, pidió el velo al abad Domingo de Silos. Aquella, con nueve años, llegó junto con su madre, Muria, al monasterio de Suso, en San Millán, donde tomó el hábito con perpetuo encerramiento y clausura, «como era costumbre en aquella época que viviesen los monjes y monjas juntos». La joven que pidió el velo a santo Domingo de Silos vivió en el de San Sebastián.2
Santa Oria siendo niña tuvo ocasión de presenciar la romería al monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla para el traslado del cuerpo de san Millán desde el monasterio de Suso al nuevo de Yuso.
Fue aceptada como monja benedictina. Poco tiempo después de entrar en la vida monástica, dijo que sus tres santas preferidas la habían visitado en su estrecha celda, y la habían alentado a seguir su elección de vida con más celo. De acuerdo con la tradición, ella realizó muchos milagros y la gente de los alrededores la visitaban para pedirle consejos y oraciones.
Pero pocos años después, alrededor del 1069, contrajo una dolorosa enfermedad y murió, a los 27 años de edad.
Su fiesta se conmemora el 11 de marzo.








San Benito de Milán, obispo
fecha: 11 de marzo
†: 725 - país: Italia
otras formas del nombre: Benedicto Crispo
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Milán, sepultura de san Benito, obispo.
Es el 41º obispo de Milán, y vivió entre el final del siglo VII el inicio del VIII. A Benito se le atribuye la construcción de una iglesia en honor de San Benito (junto con un monasterio benedictino), en la zona de Porta Nuova, y el epitafio en honor de Caedwuala, rey de Wessex (Inglaterra), catequizado por él mismo y acompañado a Roma, donde fue bautizado por el Papa Sergio I el sábado santo del 689, y donde el rey murió el 20 abril del mismo año. 
Pablo Diácono cuenta que Benito, definido por él como «un hombre de particular santidad, cuya buena fama se difundió por toda Italia», viajó de nuevo a Roma en el 707 para defender sus derechos de consagrar al obispo de Pavía, que venía siendo ordenado por Roma; aunque el papa habría rechazado su requerimiento, ya que hacía tiempo que el obispo de Pavía dependía de la Santa Sede.
El autor anónimo de unas rimas tituladas «Versus de Mediolano civitate» (Versos de la ciudad de Milán), que aparecen en los primeros decenios del siglo VIII, lo recuerda entre los santos y grandes obispos milaneses y dice que fue sepultado en la basílica de San Ambrosio. Su episcopado habrá sido larguísimo: de cerca de 47 años. En los antiguos catálogos su memoria estaba inscrita el 11 marzo, aunque en algunos más recientes aparece el 9 o el 10. En 1623, por disposición del cardenal Borromeo, el rito ambrosíano transfirió la fiesta al 6 septiembre, para evitar que cayera siempre en Cuaresma, tiempo en el cual en la liturgia ambrosiana no se celebran santos; el Martirologio Romano, en cambio, ha conservado la fecha tradicional del 11 de marzo.
Benito, junto con otros santos, es invocado como protector de los que estaban empeñados en algún proceso judicial, ya sea como actuantes y acusadores o como reos.






Benito de Milán, Santo
Obispo, 11 de marzo


Por: Antonio Rimoldi | Fuente: santiebeati.it 



Obispo

Martirologio Romano: En Milán, sepultura de san Benito, obispo.( 725)
Breve Biografía
Es el cuadragésimo primer obispo de Milán, y vivió entre finales del siglo VII y el inicio del VIII. A Benito se le atribuye la construcción de una iglesia en honor de San Benito (anexo a un monasterio benedictino), en la zona de Porta Nuova, y el epitafio en honor de Caedwuala, rey de Wessex (Inglaterra), catequizado por él mismo y a quien acompañó a Roma para ser bautizado por el Papa Sergio I el sábado santo del 689, y donde el rey murió el 20 abril del mismo año.
Pablo Diácono cuenta que Benito, a quien define como "un hombre de particular santidad, cuya buena fama se difundió por toda Italia", viajó de nuevo a Roma en el 707 para defender sus derechos de consagrar al obispo de Pavía, que venía siendo ordenado por Roma; aunque el Papa habría rechazado su requerimiento, por que desde mucho antes el obispo de Pavía dependía directamente de la Santa Sede. El anónimo autor de unas rimas tituladas Versus de Mediolano civitate (Versos de la ciudad de Milán), que aparecen en los primeros decenios del siglo VIII, lo recuerda entre los santos y grandes obispos milaneses y dice que fue sepultado en la basílica de San Ambrosio.
Su episcopado habrá sido larguísimo: de cerca de 47 años. En los antiguos catálogos su memoria estaba inscrita el 11 marzo, aunque en algunos más recientes aparece el 9 o el 10. En 1623, por disposición del cardenal Borromeo, el rito ambrosíano transfirió la fiesta al 6 septiembre, para evitar que cayera siempre en Cuaresma, tiempo en el cual en la liturgia ambrosiana no se celebran santos; el Martirologio Romano, en cambio, ha conservado la fecha tradicional del 11 de marzo.
Benito, junto con otros santos, es invocado como protector de los que están en algún proceso judicial, ya sea como acusadores o como acusados y reos.


Erróneamente se lo ha confundido con un cierto diácono de Milán llamado Crispo, mencionado en unos versos descubiertos por el Cardenal Mai, por esta razón se le dio el apellido de Crispo.

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