domingo, 25 de febrero de 2018

Santos por meses y días

santos del 24 de febrero

Modesto de Tréveris, Santo
Modesto de Tréveris, Santo

Obispo, 24 de febrero


Fuente: Archidicesis de Madrid 



Obispo

Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, (hoy en Alemania), san Modesto, obispo ( c.486).
Breve Biografía
Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.

Al leer el relato, uno va comprobando que, con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios y ni siquiera se puede decir que no sea un indigente de los mismos remedios ayer que hoy. Precisamente en el orden de la sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo y el hombre ha cambiado poco y siempre por fuera.

Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error y algunos nadan en la corrupción.

El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil poner de nuevo en tal desierto la semilla del Evangelio. Humanamente la tarea se presenta con dificultades que parecen insuperables.

Reacciona haciendo cada día más suyo el camino que bien sabía habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor como confidente y recordándole que, al fin y al cabo, las almas son suyas.

No deja otros medios que están a su alcance y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente de su generosidad. En esas conversaciones de hogar instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió -y la gente decía que era un santo el que se iba- el 24 de febrero del año 486.

El relato reafirma juntamente la pequeñez del hombre -el de ayer y el de hoy- y su grandeza.



  San ModestoRestaurador de Jerusalén
 Año 634
La Crucifixión de nuestro SeñorModesto significa: "el que observa la justa medida, el que se mantiene en los límites de lo justo" (Medus: medida).
Este santo se hizo especialmente benemérito de la Iglesia Católica por haber restaurado los templos de los Santos Lugares de Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.
En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió la Tierra Santa de Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo que encontró de católico por allí: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y al resto los fue desterrando sin piedad. Al Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías lo envió al destierro también.
Y fue entonces cuando Dios suscitó a un hombre dotado de especialísimas cualidades para reconstruir los sitios sagrados que habían sido destruidos. Fue Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa.
Después de varios años en que los habitantes de Palestina tuvieron que portar el régimen del terror de los persas o iraníes, los excesos del ejército del rey Cosroes y los desmanes de los judíos, que aprovecharon la situación para destruir cuanto templo católico pudieron, de pronto se apareció el emperador Heráclito con su ejército y fue derrotando a los persas y alejándolos de esas tierras.
Y aprovechando esa situación ventajosa, Modesto se dedicó con todas sus fuerzas y ayudado por sus monjes a recoger ayudas de todas partes y a reconstruir los templos destruidos o quemados por los paganos. Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo, y muchos más. Pedía ayudas por todas partes y poco a poco iba reconstruyendo cada templo, pero teniendo cuidado de que se conservara la antigua forma que tenía antes de la destrucción de los persas.
Las gentes contribuían con mucha generosidad, y así el Arzobispo de Alejandría en Egipto le envió mil cargas de harina para los obreros, mil trabajadores, mil láminas de hierro y mil bestias de carga. Y algo parecido hicieron los otros.
Cuando el emperador Heráclito de Constantinopla logró derrotar a Cosroes y quitarle la santa cruz que el otro se había robado de Jerusalén, el mismo emperador quiso presidir la procesión que devolvía la cruz de Cristo a la ciudad santa pero al llegar a aquellas tierras se encontró con una destrucción tan total y terrible de todo lo que fuera sagrado, que Heráclito no pudo menos que echarse a llorar.
Y como el Arzobispo San Zacarías había muerto en el destierro, al emperador le pareció que el que mejor podía ejercer ese cargo era Modesto y lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén. Fue una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad nuestro santo para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y capillas y demás lugares santos destruidos por los bárbaros.
Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, recoger ayudas e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios. Pero un 18 de diciembre, mientras llevaba un valioso cargamento de ayudas para la restauración de los santos lugares fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevaba, y así murió víctima de su gran trabajo de reconstrucción.
Gracias buen Modesto por tu gran interés por reconstruir y hermosear los templos de nuestra santa religión.
 Mi casa es casa de oración – dice el Señor – no la convirtáis en cueva de ladrones.








Sergio de Capadocia

San Sergio de Cesarea o Sergio de Capadocia
monje y mártir
Nacimiento304
FallecimientoSegunda mitad del siglo III
Cesarea de Capadocia
Venerado enIglesia Católica
Iglesias Orientales
CanonizaciónPrecongregración
Festividad24 de febrero
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San Sergio de Capadocia (o San Sergio de Cesarea) (f. Cesarea de Capadocia304) fue un monje y mártir durante la persecución de Diocleciano.

Leyenda y Milagro[editar]

Poco se sabe de su auténtica vida. La tradición narrada posteriormente sobre su martirio, dice que anualmente se celebraban en Cesarea unas fiestas en honor a Júpiter. En el 304 llegó desde Roma un nuevo gobernador de Armenia y Capadocia, Sapricio. El emperador Diocleciano le había encargado la persecución de los cristianos de Capadocia, cada vez más numerosos.
Sergio, un anciano que se había convertido al cristianismo para llevar una vida de eremita, se acercó al gobernador Sapricio y le acusó de que estuviera rindiendo homenaje a aquellos dioses. Entonces, Sergio rezó una plegaria y, al instante, las imágenes romanas se agrietaron y los fuegos de los sacrificios se apagaron milagrosamente. Sapricio, creyendo que Sergio había ofendido a los dioses, le arrestó y después de juzgarlo, lo condenó a muerte. Lo torturaron y lo decapitaron.
Se dice que los cristianos recogieron su cuerpo y lo enterraron en una casa piadosa. Una leyenda muy posterior narra que el cuerpo fue trasladado a Badalona.





Josefa Naval Girbés (AlgemesíRibera Alta11 de diciembre de 1820 - 24 de febrero de 1893) fue una mujer seglar, consagrada a la instrucción y educación cristiana de las jóvenes de su pueblo. Se le venera como Beata Josefa Naval y actualmente se instruye proceso de canonización.

Vida[editar]

Nació en Algemesí en una familia de campesinos, hija de Francisco Naval y Josefa María Girbés, siendo la primera de cinco hijos. Bautizada como María Josefa, de mayor era conocida como Pepa o Señora Pepa. Estudió en la escuela de la Enseñanza, que dependía de la Catedral de Valencia. Su madre murió cuando ella tenía trece años, y a partir de entonces se ocupó del hogar y la educación de sus hermanos.
De joven hizo voto de castidad y comenzó una vida de oración y perfección evangélica, dedicándose a hacer obras de caridad y apostolado, sometiéndose a la tutela de su parroquia, actual basílica de San Jaime de su ciudad natal. Bajo la dirección espiritual del párroco Gaspar Silvestre, además de tareas de mantenimiento en la misma parroquia, Josefa se ocupaba de las niñas pobres que carecían de lo imprescindible. Así pues les ofrecía formación para que tuvieran posibilidades de vivir por su cuenta. A su 28 años organizó en su casa una escuela donde aprendían a leer y a escribir y un taller de labores propio para aquella época, donde aprendían gratuitamente el oficio del bordado de la que ella era buena maestra, y otras tareas.Todo esto lo compaginaba con la formación espiritual de sus alumnas: amor al prójimo, catequesis y convivencia cristiana, con lectura del Evangelio, oración, aprender la meditación mientras se realizan otras labores; daba consejos y orientaba a personas para que se reconciliasen en caso de desavenencias, ayudaba a las madres en la formación cristiana de los hijos, etc. Terciaria de la Orden de la Virgen del Carmen y de Santa Teresa de Jesús, tenía una gran devoción por San Juan de la Cruz. Destacó en la caridad hacia los huérfanos, marginados y enfermos, y durante la epidemia de cólera que hubo en Algemesí en 1885 se dedicó generosamente, aun arriesgando su propia vida, a asistir a las innumerables víctimas de tan terrible enfermedad (véasePandemias de cólera en España). Finalmente murió en su ciudad natal el 24 de febrero de 1893. Pronto su fama de santidad se extendió más allá de los límites locales. Su sepulcro se venera en la que fue su parroquia, actual Basílica de San Jaime, de Algemesí.

Veneración[editar]

Inspirado por su obra, Bernat Asensi y Cubells (1889 - 1962), también de Algemesí, fundó la congregación de las Misioneras de la Divina Providencia y promovió la beatificación de Josefa Naval, además de escribir su biografía.
El 25 de septiembre de 1988 fue beatificada en Roma por Juan Pablo II, y actualmente está abierto su proceso de canonización. La diócesis de Valencia celebra su festividad litúrgica el 6 de noviembre y el primer domingo posterior a esta fecha. Y en el 2005 se erigió el primer templo dedicado a la beata, el cual se haya ubicado en la ciudad de Santo Domingo.

Maria Josepa Naval i Girbés
Beata
Naval-Girbes.jpg
Nacimiento11 de diciembre de 1820
AlgemesíFlag of Spain.svg España
Fallecimiento24 de febrero de 1893
AlgemesíFlag of Spain.svg España
Venerada enIglesia católica
Beatificación25 de septiembre de 1988
por Juan Pablo II
Festividad6 de noviembre (en la diócesis de Valencia)
y el 24 de febrero

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