Santa Casilda de Toledo o Santa Castilla de Toledo (†c.1050) era hija de un rey musulmán de Toledo, que practicando la caridad cristiana, llevaba alimentos a los prisioneros cristianos de su padre; descubierta, los alimentos que ocultaba entre sus ropas se convirtieron en rosas. Ella fue martirizada y elevada a los altares, según la leyenda.
« En los adelaños de Briviesca resuena siglos ha un nombre de mujer que es la flor de la gracia; en castellano se dice poesía: en árabeCasilda. Fue una princesa mora llena de guapura y de melancolía. Nació en Toledo, hija del sultán, medio siglo antes que Alfonso VIrecristianara la imperial ciudad. Vivía la princesa ocultamente su cristianismo y se derramaba como un perfume de caridad entre los cautivos cristianos. Como un día la sorprendiera el rey, su padre, Casilda declaró que a los prisioneros les llevaba "rosas" y, el pan, por milagro, se hizo rosas ...»
Iconografía[editar]
- Pintura de Zacarías González titulada El milagro de Santa Casilda(1820).
- Pintura de Francisco de Zurbarán que representa a Casilda en el momento del famoso milagro de las rosas.
- Relieve en madera en el coro de la Catedral de Burgos.
- Frescos de Francisco Bayeu en la catedral de Toledo.
- Escultura barroca en lo alto del retablo central (1760) de la sacristíade la Catedral de Burgos.
- Escultura en la Iglesia de Santo Tomás, de Praga, que regentan los padres agustinos.
- Escultura en la capilla de las Scalas de la catedral de Sevilla.
- Escultura en el sepulcro del obispo Alonso de Cartagena, capilla de La visitación, Catedral de Burgos, atribuida a Juan de Colonia.
- La estatua yacente, ubicada sobre el altar, preside la nave del Santuario, obra del escultor Diego de Siloé, destaca la expresión del rostro de Santa Casilda.
- Hornacina del exterior del coro de la catedral de Burgos, obra de Juan Rizi en 1659.
- Retablo de Santa Casilda, situado en una capilla renacentista dentro de la colegiata de Santa María de Briviesca.
Literatura[editar]
- Rafael Alberti, Santa Casilda (misterio en tres actos y un epílogo) 1930.
- Concha Espina, en su novela Casilda de Toledo.
- Lope de Vega, El milagro de las rosas
- Domiciano Sáez Estefanía, Vida de Santa Casilda y San Vicente Mártir, 1959.
- Nicolás López Martínez Santa Casilda 1992.
- Tirso de Molina, Los lagos de San Vicente.
- Juan Arroyo Conde, Casilda, la princesa mora. Ed. Dossoles. Burgos, 2004.
Casilda de Toledo, Santa
Casilda de Toledo, Santa
Casilda de Toledo, Santa
Virgen Eremita, 9 de abril
Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
La virgen mora que vino de Toledo
Martirologio Romano: En el lugar llamado San Vicente, cerca de Briviesca, en la región de Castilla, en España, santa Casilda, virgen, que, nacida en la religión mahometana, ayudó con misericordia a los cristianos detenidos en la cárcel y después, ya cristiana, vivió como eremita († 1075).
Etimológicamente: Casilda = Aquella que canta con alegría, es de origen árabe.
Breve Biografía
En el cerro que domina el valle, en el santuario actual, descansan desde el 1750 las reliquias de Santa Casilda, -"la virgen mora que vino de Toledo", muy venerada en Burgos, en la urna, obra de Diego de Siloé, rematada por su propia imagen yacente. El lugar ha sido centro de peregrinación durante siglos y no deja de frecuentarlo la piedad de nuestros contemporáneos.
En torno a santa Casilda todo lo que encontramos es incierto, confuso y contradictorio. Pero su figura tiene el encanto de la sencillez y el sabor de lo heroico en el amor. Cautivó al pueblo cristiano medieval y le animó a la fidelidad. Su propio nombre -casida en árabe significa cantar- es como un verso con alas de canción.
Ni siquiera se conoce con exactitud el nombre de su padre, rey moro de Toledo, al que se nombra como Almacrin o Almamún. Sobre su condición, unos lo describen como un sanguinario perseguidor de los cristianos, mientras que otros lo presentan como apacible y bondadoso.
La princesita mora tiene un natural abundante en clemencia y ternura. Rodeada de todo tipo de comodidades y atenciones en la fastuosidad de la corte, no soporta la aflicción de los desafortunados que están en las mazmorras. Siente una especial piedad con los cautivos pobres y los intenta consolar llevándoles viandas en el hondón de su falda. Un día, cuando realizaba esta labor misericordiosa, fue sorprendida por su padre que le preguntó por lo que transportaba, contestando ella que "rosas" y ¡rosas aparecieron al extender la falda!
Quizá fueron los mismos cautivos cristianos quienes, viendo lo recto de su conducta, le hablaron de Cristo; posiblemente correspondieron a sus múltiples delicadezas y dádivas de la mejor manera que podían, instruyéndola en la fe cristiana.
Pero, aunque en su corazón era ya de Cristo, ¿cómo podría recibir ella el Bautismo con los lazos tan fuertes del Islam que la rodeaban?
Comienza una grave dolencia. El flujo de sangre aumenta y la ciencia médica de palacio es incapaz de curarla. El Cielo le revela que encontrará remedio en las aguas milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana. Almamún prepara el viaje de su hija con comitiva real. En Burgos recibe Casilda el Bautismo y marcha luego a los lagos de San Vicente, junto al Buezo, cerca de Briviesca. Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el resto de sus días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia.
Murió de muy avanzada edad, siendo sepultada en la misma ermita que ella mandó construir. Pronto se convirtió en lugar de peregrinación. Cuentan que los caminantes sintieron desde entonces su especial protección y las mujeres la invocan contra el flujo de sangre, y hasta dicen que basta que una mujer pruebe las aguas y eche una piedra al lago para tener asegurada la descendencia.
Se juntan la historia, la imaginación del pueblo sencillo y la bruma del misterio en torno a la santa. Resta aprender la lección del ejemplo. El amor a Cristo hace posible el trueque del regalo propio de la corte morisca por la aspereza de una vida austera y penitente.
En torno a santa Casilda todo lo que encontramos es incierto, confuso y contradictorio. Pero su figura tiene el encanto de la sencillez y el sabor de lo heroico en el amor. Cautivó al pueblo cristiano medieval y le animó a la fidelidad. Su propio nombre -casida en árabe significa cantar- es como un verso con alas de canción.
Ni siquiera se conoce con exactitud el nombre de su padre, rey moro de Toledo, al que se nombra como Almacrin o Almamún. Sobre su condición, unos lo describen como un sanguinario perseguidor de los cristianos, mientras que otros lo presentan como apacible y bondadoso.
La princesita mora tiene un natural abundante en clemencia y ternura. Rodeada de todo tipo de comodidades y atenciones en la fastuosidad de la corte, no soporta la aflicción de los desafortunados que están en las mazmorras. Siente una especial piedad con los cautivos pobres y los intenta consolar llevándoles viandas en el hondón de su falda. Un día, cuando realizaba esta labor misericordiosa, fue sorprendida por su padre que le preguntó por lo que transportaba, contestando ella que "rosas" y ¡rosas aparecieron al extender la falda!
Quizá fueron los mismos cautivos cristianos quienes, viendo lo recto de su conducta, le hablaron de Cristo; posiblemente correspondieron a sus múltiples delicadezas y dádivas de la mejor manera que podían, instruyéndola en la fe cristiana.
Pero, aunque en su corazón era ya de Cristo, ¿cómo podría recibir ella el Bautismo con los lazos tan fuertes del Islam que la rodeaban?
Comienza una grave dolencia. El flujo de sangre aumenta y la ciencia médica de palacio es incapaz de curarla. El Cielo le revela que encontrará remedio en las aguas milagrosas de San Vicente, allá por la Castilla cristiana. Almamún prepara el viaje de su hija con comitiva real. En Burgos recibe Casilda el Bautismo y marcha luego a los lagos de San Vicente, junto al Buezo, cerca de Briviesca. Recuperada la salud según se le dijo, decide consagrar a Cristo la virginidad de su cuerpo milagrosamente curado y resuelve pasar el resto de sus días en la soledad, dedicada a la oración y a la penitencia.
Murió de muy avanzada edad, siendo sepultada en la misma ermita que ella mandó construir. Pronto se convirtió en lugar de peregrinación. Cuentan que los caminantes sintieron desde entonces su especial protección y las mujeres la invocan contra el flujo de sangre, y hasta dicen que basta que una mujer pruebe las aguas y eche una piedra al lago para tener asegurada la descendencia.
Se juntan la historia, la imaginación del pueblo sencillo y la bruma del misterio en torno a la santa. Resta aprender la lección del ejemplo. El amor a Cristo hace posible el trueque del regalo propio de la corte morisca por la aspereza de una vida austera y penitente.
Acacio de Amida, Santo
Acacio de Amida, Santo
Acacio de Amida, Santo
Obispo, 9 de abril
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Opispo
Martirologio Romano: En Amida, de Mesopotamia, (hoy en Turquía) san Acacio, obispo, que, para redimir a unos persas cautivos y sometidos a crueles torturas, interesó al clero y vendió a los romanos los vasos sagrados de la Iglesia († s. V).
Etimológicamente: Acacio = Aquel que no tiene malicia, es de origen griego.
Breve Biografía
El santo de hoy pertenece al siglo V. Fue obispo y confesor de Amida, (hoy Diyarbakir, ciudad del sudeste de Turquía a orillas del río Tigris).
No le quedó más remedio que vivir el instante. No pensaba en el pasado nunca.
En el año 419, el emperador Teodosio II le envió como embajador al rey de los Persas. Misión nada fácil. El asunto era el siguiente: ver la manera de convocar un concilio de las iglesia persas. Lo promovía un nestoriano.
A los dos años estalló una guerra entre los dos imperios. Los Bizantinos hicieron 7000 prisioneros.
Tan malos eran que querían dejarlos morir en las cárceles de hambre porque – según comentaban los altos jefes – eran muchos para darles cada día de comer.
Ante esta realidad concreta, el obispo Acacio actuó al instante. Vendió los vasos sagrados de su iglesia para pagar sus rescate y liberarlos. Muchos, en agradecimiento al obispo, se hicieron cristianos.
Al enterarse el rey Persa Bahram V de lo que había hecho Acacio, dejó de perseguir a los cristianos nestorianos de su imperio. Le dieron una nueva misión diplomática para que negociase la paz en el año 422.
No le quedó más remedio que vivir el instante. No pensaba en el pasado nunca.
En el año 419, el emperador Teodosio II le envió como embajador al rey de los Persas. Misión nada fácil. El asunto era el siguiente: ver la manera de convocar un concilio de las iglesia persas. Lo promovía un nestoriano.
A los dos años estalló una guerra entre los dos imperios. Los Bizantinos hicieron 7000 prisioneros.
Tan malos eran que querían dejarlos morir en las cárceles de hambre porque – según comentaban los altos jefes – eran muchos para darles cada día de comer.
Ante esta realidad concreta, el obispo Acacio actuó al instante. Vendió los vasos sagrados de su iglesia para pagar sus rescate y liberarlos. Muchos, en agradecimiento al obispo, se hicieron cristianos.
Al enterarse el rey Persa Bahram V de lo que había hecho Acacio, dejó de perseguir a los cristianos nestorianos de su imperio. Le dieron una nueva misión diplomática para que negociase la paz en el año 422.
Demetrio de Tesalónica (en griego antiguo: Ἅγιος Δημήτριος τῆς Θεσσαλονίκης) es un mártir cristiano que tuvo su martirio en Sirmium (la actual Mitrovic, en Serbia)1 a principios de siglo IV, hacia el año 306. Al igual que san Artemio de Antioquía, san Jorge y otros santos de oriente recibe el título de "megalomártir", que quiere decir "gran mártir", debido a su puesto militar encumbrado.2
Nacido en Tesalónica, Grecia hacia el 270 d.C.. Logró desde temprana edad un alto cargo en el ejército romano.3 Sin embargo a pesar de su puesto, seguía fiel a sus creencias cristianas, al punto de proclamar el Evangelio entre sus compañeros y procurar algunas conversiones. En virtud de ello, fue hecho prisionero y llevado ante el emperador Maximiano, ante quién proclamó su fe, por lo que fue condenado a muerte y ejecutado, según la tradición, el 26 de octubre del año 306.
En honor a san Demetrio se construyeron dos iglesias por orden del prefecto de Iliria en el siglo V, una en Sirmium y la otra en Tesalónica. Alrededor del año 418 las reliquias de San Demetrio fueron depositadas en la Iglesia de San Demetrio (Tesalónica).4 Su festividad se celebra el 26 de octubre en el juliano y el 8 de octubre en el gregoriano.5
La basílica sobre su tumba en Tesalónica se convirtió a través de los siglos en un importante centro de peregrinación. El edificio paleocristiano original todavía existe. San Demetrio, megalomártir, es venerado como uno de los más importantes patronos militares ortodoxos, a menudo asociado a san Jorge. Es poco venerado en Occidente.
Iconografía[editar]
A san Demetrio de Tesalónica se lo representa en ropas militares, como guerrero, siendo sus atributos la espada, la lanza, flechas y escudo, y en algunas ocasiones la cruz.6 En ocasiones se lo representa a caballo atacando a otro guerrero en representación de los enemigos de la fe.
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