San Ricardo de Chichester (Droitwich, Worcestershire, 1197 - Dover, Kent, 3 de abril de 1253), conocido también como Richard de Wych o Ricardo de Wyche, fue un obispo de Chichester (Inglaterra) venerado como santo por la Iglesia Católica.
Fue consagrado obispo de Chichester en 1244 tras la muerte ese mismo año de su antecesor, Ralph Neville, (si bien Robert Passelewe ocupó el cargo entre ambos entre los meses de abril y junio). Pero el rey Enrique III se opuso a su nombramiento (en favor del archidiácono de la diócesis). Por ello Ricardo pidió el apoyo del papa Inocencio III para ser reconocido oficialmente como obispo de su sede, cosa que ocurrió después de un año de vivir de la caridad, ya que el rey se negaba a pagarle ningún sueldo, hasta que el papa lo amenazó con la excomunión.
Durante su obispado, Ricardo vivió de manera austera, empleando parte de su sueldo en limosnas y caridad, realizando además un gran trabajo de escritura de los estatutos que regularían la vida del clero.
En 1250 fue nombrado recaudador del impuesto para las Cruzadas y dos años más tarde el rey le asignó la misión de que predicara la cruzada. En esta labor falleció el 3 de abril de 1253, cuando se dirigía a Dover para la consagración de una iglesia a san Edmundo.
Su altar en la Catedral de Chichester era un sitio de peregrinación ricamente decorado, hasta que fue destruido en 1538.
Se le conmemora el 3 de abril, día de su fallecimiento.
Ricardo de Chichester | ||
---|---|---|
Pintura mural medieval de san Ricardo de Chichester, realizando ante su grey el mudrá (gesto ritual) de bendición o sabiduría. | ||
Obispo y confesor | ||
Nacimiento | 1197 Droitwich, Worcestershire, Inglaterra | |
Fallecimiento | 3 de abril de 1253 Dover, Kent, Inglaterra | |
Venerado en | Iglesia católica Iglesia Anglicana | |
Canonización | 1262, por el Papa Urbano IV | |
Festividad | 3 de abril (Iglesia católica) 16 de junio (Iglesia Anglicana) | |
Patronazgo | Diócesis de Chichester |
San Ricardo de Chichester, obispo
fecha: 3 de abril
n.: 1197 - †: 1253 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Ricardo (Richard) de Wych, Ricardo Backedine
canonización: C: Urbano IV 25 ene 1262
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1197 - †: 1253 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Ricardo (Richard) de Wych, Ricardo Backedine
canonización: C: Urbano IV 25 ene 1262
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Chichester, ciudad de Inglaterra, san Ricardo, obispo, que fue desterrado por el rey Enrique III, y restituido después a esta sede, se mostró siempre generoso en ayudar a los pobres.
Patronazgos: patrono de los conductores (de coches, etc).
refieren a este santo: San Edmundo Rich
Ricardo de Wyche, o Ricardo de Burford, como se le llama algunas veces, nació hacia 1197, en Wyche (actualmente Droitwich), ciudad famosa entonces por sus fuentes de agua salada. Su padre era un modesto caballero que poseía algunas tierras; pero tanto el padre como la madre de san Ricardo murieron cuando sus hijos eran todavía pequeños, y las posesiones perdieron todo su valor por el descuido del hombre a quien se confiaron. Ricardo era el menor de los hijos. Aunque era muy dado al estudio desde niño, tenía un temperamento más vivo que su hermano; cuando se dio cuenta del estado en que se hallaban sus tierras, tomó el arado y se puso a trabajar como simple campesino hasta que, con su industriosidad y buena administración, logró rehacer la fortuna de la familia. En un arranque de gratitud, Roberto, su hermano, le cedió los títulos de las posesiones; pero cuando Ricardo descubrió que quería casarlo con una rica heredera, le devolvió los títulos, le cedió a la joven y partió, casi sin un centavo, a la Universidad de Oxford. La pobreza no era una vergüenza ni un obstáculo en las universidades medievales; más tarde, Ricardo consideraba sus años de Oxford como los más felices de su vida. Poco le importaba haber pasado hambres y haber sido tan pobre, que no podía permitirse el lujo de comprar leña y tenía que correr, durante el invierno, para calentarse. Y no se avergonzaba del hecho de que él y los compañeros que compartían su habitación no tuviesen más que una túnica, que vestían por turno para asistir a las clases. Lo importante era aprender y en aquella época, la Universidad de Oxford tenía maestros muy famosos; Grossatesta era profesor en la casa de estudios de los franciscanos. Por otra parte, los dominicos llegaron a Oxford en 1221 e inmediatamente atrajeron a los más brillantes talentos. No sabemos cómo se las arregló Ricardo, que era un simple estudiante, para entrar en contacto con el gran canciller de la Universidad, Edmundo Rich; pero no hay razones para dudar de que entonces empezó la amistad que habría de unirles toda la vida.
Ricardo pasó de Oxford a París, pero volvió a su «alma mater» para recibir el título de Maestro. Algunos años más tarde, fue a Bolonia a estudiar derecho canónico en la que pasaba entonces por ser la principal escuela de derecho de Europa. Allí permaneció siete años, obtuvo el grado de doctor y se ganó la estima de todos; pero cuando uno de sus profesores trató de hacerle su heredero, casándole con su hija, Ricardo, que se sentía llamado al celibato, renunció cortésmente y volvió a Oxford. La Universidad había seguido su carrera con interés. Casi inmediatamente fue nombrado canciller de la Universidad, y poco después, san Edmundo Rich, que era ya arzobispo de Canterbury, junto con Grossatesta, que era obispo de Lincoln, le convidaron a trabajar con ellos. Ricardo aceptó la invitación de san Edmundo y se convirtió en confidente y brazo derecho suyo, ayudándole cuanto podía en su difícil cargo. El dominico Ralph Bocking, más tarde confesor y biógrafo de san Ricardo, escribe: «El uno descansaba en el otro: el santo en el santo, el maestro en el discípulo y el discípulo en el maestro, el padre en el hijo y el hijo en el padre».
San Edmundo necesitaba mucho la ayuda y el cariño de su canciller para hacer frente a las dificultades. La principal de ellas era la reprensible e inveterada costumbre de Enrique III de mantener vacantes los beneficios eclesiásticos para gozar de las rentas, o nombrar para ellos a sus favoritos. El arzobispo hizo cuanto pudo para corregir ese estado de cosas, sin lograr nada; al fin se retiró, ya viejo y enfermo, al monasterio cisterciense de Pontigny, a donde le acompañó Ricardo y le asistió hasta su muerte. Después, como no se sintiese llamado a permanecer en el monasterio, pasó a la casa de estudios de los dominicos de Orléans, donde ejerció el cargo de maestro durante dos años y recibió la ordenación sacerdotal, en 1243. Aunque tenía intenciones de entrar en la Orden de Santo Domingo, volvió a Inglaterra, no sabemos por qué, a trabajar en una parroquia de Deal. Muy probablemente, san Edmundo, siendo arzobispo, le había concedido las rentas de ese beneficio. Pero un hombre de los méritos y cualidades de san Ricardo, no podía pasar inadvertido mucho tiempo y el nuevo arzobispo de Canterbury le llamó a seguir ejerciendo su antiguo cargo de canciller de la arquidiócesis.
En 1244, murió el obispo de Chichester, Ralph Neville. Haciendo presión sobre los canónigos, Enrique III consiguió que eligiesen a Roberto Passelewe, hombre sin cualidades, quien, según Mateo Paris, «había obtenido el favor regio mediante una transacción injusta que había añadido algunos miles de marcos al tesoro real». El arzobispo de Canterbury, Bonifacio de Saboya, se negó a confirmar la elección y reunió a sus sufragáneos en capítulo, el cual declaró inválida la elección y escogió a Ricardo, que era el candidato del primado, para ocupar la sede. El rey montó en cólera al oír la noticia; retuvo todos los beneficios de la diócesis y prohibió que se admitiese a san Ricardo en cualquier baronato o posesión secular de su diócesis. En vano intentó el obispo entrevistarse con el monarca en dos ocasiones: no logró obtener ni la confirmación de su elección, ni la devolución de los beneficios a los que tenía derecho. Finalmente, el obispo y el rey presentaron el caso al papa Inocencio IV, que estaba entonces en Lyon, presidiendo el Concilio. El Papa resolvió en favor de san Ricardo y le consagró el 5 de marzo de 1245. Al llegar a Inglaterra, san Ricardo se encontró con la noticia de que el rey, lejos de renunciar a las rentas de los beneficios, había dado la orden de que nadie le prestase dinero ni le ofreciese albergue. El obispo encontró las puertas del palacio de Chichester cerradas. Los que hubiesen podido ayudarle temían la ira del rey. El santo habría tenido que errar por su diócesis como un vagabundo, a no ser por un buen sacerdote, llamado Simón de Tarring, que le ofreció su casa. San Ricardo, según la expresión de Bocking, «se albergó en aquella hospitalaria casa, compartiendo la comida con un extraño y calentando sus pies al calor de un hogar ajeno».
Teniendo esa modesta casa por residencia, san Ricardo trabajó dos años como obispo misionero. Visitaba a los pescadores y campesinos, viajaba casi siempre a pie y aun así logró reunir varios sínodos a pesar de las dificultades, según consta por las «Constituciones de San Ricardo», colección de las leyes eclesiásticas que el santo dictó para acabar con los abusos de la época. Finalmente, amenazado por el papa con la excomunión, Enrique III reconoció al obispo y le devolvió los beneficios, aunque nunca le pagó las rentas atrasadas. Con ello cambió totalmente la posición de san Ricardo, quien, una vez entronizado, pudo ofrecer la generosa hospitalidad y dar las espléndidas limosnas acostumbradas por los prelados medievales. Pero lo que no cambió fue la austeridad personal del santo; en tanto que sus huéspedes comían ricamente, el obispo observaba su modesta dieta, de la que estaban excluidos el pescado y la carne. Cuando veía que sus criados llevaban a la cocina los pollos y los corderos, decía con cierta tristeza no exenta de humor: «¡Pobres criaturas. Si pudiérais razonar y hablar, cómo nos maldeciríais porque os condenamos a muerte, sin que lo hayáis merecido!» Los vestidos del santo obispo eran lo más sencillo posible, en vez de pieles finas usaba lana y en el interior, llevaba una camisa de pelo y una especie de coraza de acero.
Durante los ocho años que duró su gobierno, se ganó el afecto de su pueblo; pero, aunque era muy paternal, se mostraba muy severo con la avaricia, la herejía y la inmoralidad del clero. Ni siquiera la intercesión del arzobispo y del rey lograron que suavizara el castigo que había impuesto a un sacerdote que había cometido un pecado contra la castidad. Tenía tal horror al nepotismo, que jamás dio la preferencia a sus conocidos, alegando el ejemplo del Divino Pastor que no dio las llaves del cielo a su primo san Juan, sino a san Pedro. Cuando el mayordomo de su casa anunció al obispo que sus limosnas eran más grandes que sus rentas, éste le dio la orden de vender las vajillas de oro y de plata. «También puedes vender mi caballo, agregó; como es robusto, te darán un buen precio; tráeme el dinero para darlo a los pobres». San Ricardo tenía la más baja opinión de sí mismo y de sus propias fuerzas; alguien ha hecho notar que casi todos los numerosos milagros que obró, los hizo a petición de otros. A las abrumadoras cargas de su oficio, el papa añadió la de que predicara una Cruzada contra los sarracenos. Precisamente cuando san Ricardo volvió a Dover, después de una intensa campaña de predicación en la costa, le sobrecogió su última enfermedad. Murió en una casa para sacerdotes pobres y peregrinos, llamada la «Maison Dieu», acompañado por Ralph Bocking, Símón de Tarring y otros fieles amigos. Tenía entonces cincuenta y cinco años de edad. Fue canonizado nueve años después. No se conserva en Chichester ningún vestigio de sus reliquias ni de su tumba. Las diócesis de Westminster, Birmingham y Southwark celebran la fiesta de San Ricardo.
Jose Himnógrafo, o Josephus Hymnographus, José el Melodo, José de Sicilia o Canonum Scriptor, (ὁ ?μνογράφος ὁ ποιήτης τῶν κανόνων), fue un eclesiástico greco-bizantino. Uno de los grandes poetas litúrgicos e himnógrafos de la Iglesia griega, llamada "la dulce voz del pájaro de la Iglesia". Es venerado como santo por diversas confesiones cristianas.
Biografía[editar]
Nació en la isla de Sicilia en 816, y era hijo de Plocino (Plotinus o Plutinus) y de Ágata, personas de cierta posición y muy piadosas. A causa de las depredaciones de los musulmanes en Sicilia, la familia tuvo que huir hacia el Peloponeso. Hacia el 831, a los quince años, decidió entrar en un monasterio y finalmente se fue al de Latomus a Tesalónica, reconocido por la devoción y ascetismo de sus monjes. Fue ordenado presbíyero y acompañó a Gregorio de la Decápolis a Constantinopla donde se convirtió en uno de los jefes del partido ortodoxo en la lucha contra el emperador iconoclasta León I iniciada en 814.
De Constantinopla, Gregorio lo envió a Roma para pedir el apoyo del papa en la lucha contra los iconoclastas, pero por el camino fue capturado por piratas y fue llevado a Creta, donde fue vendido como esclavo y encerrado por los iconoclastas. Estuvo en prisión seis años, hasta la muerte de León I (820) cuando, según su biógrafo, fue milagrosamente liberado por San Nicolás de Mira y llavado a Constantinopla, donde su amigo Gregorio ya había muerto y ahora dirigía a los ortodoxos Juan. A la muerte de éste, José procuró que los restos de Gregorio y Juan fueran trasladados a la iglesia de San Juan Crisóstomo, donde se estableció un monasterio que atrajo muchos religiosos por su elocuencia.
Por su fidelidad al culto de las imágenes fue desterrado en el Táurica, seguramente por el emperador Teófilo(829-842). A la muerte del emperador fue llamado por la emperatriz Teodora y gracias al favor del patriarca Ignacio II de Constantinopla (847-858 y 867-877) obtuvo el cargo de sceuophylax, o portador de los objetos sagrados de la gran iglesia de la capital; José era aceptado tanto por Ignacio como por su rival Focio. Murió a avanzada edad en 883.
Obras[editar]
José es principalmente famoso por haber escrito un gran número (un millar, aproximadamente) de cánones poéticos e himnos, de una gran calidad literaria. Se conservan algunos, pero hay cierta dificultad para distinguir su obra de la de José Estudita, también poeta. Se consideran suyos:
- Canones in omnia Beatae Virginis Mariae festa entre los cuales destaca el Mariale, un himno de servicio en honor de la Virgen.
- Theotocia
- Los cánones del Menaion, que llevan su nombre en acróstico en la novena oda.
- Lavatemos nuestras voces ahora.
- Estrellas de la mañana.
- Perdónanos, Señor.
Continúan cantándose en la litúrgia griega y oriental, y algunos han sido adaptados en himnos protestantes.
San José Himnógrafo | ||
---|---|---|
Nacimiento | 816 Sicilia (Imperio Bizantino) | |
Fallecimiento | 3 de abril de 886 Constantinopla (Imperio Bizantino) | |
Canonización | Antigua | |
Festividad | 3 de abril (católicos); 4 de abril y 17 de abril (oriente) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario